xSouh

Burakkurozu

19: Katabático

Ira.

El rostro sin expresión y ojos carentes de emoción fue lo único que alguien pudo ver mientras el cuerpo inerte de Danzou cayó al suelo en un sonido seco, la sangre aún estaba caliente, deslizándose por las manos de Sasuke hasta caer al suelo en gotas silenciosas.

Había esperado que el vacío que sentía se fuera, que el dolor disminuyera o al menos algo, pero no, no había tranquilidad o satisfacción, solo rabia y ganas de seguir destruyendo todo a su paso como una vez alguien se encargó de eliminar todo en su vida.

Impotencia.

Ni siquiera la muerte de Danzou le dio descanso a las emociones que sentía, el maldito ser que había orquestado todo para que Itachi matara a toda su familia. Ahora ya ni importaba. Los últimos meses le parecieron algo irreal.

Itachi Uchiha no era el culpable en toda la maldita historia, él jamás fue el malo, todo había sido planeado para que el pequeño e inútil hermano menor viviera. No podía evitar odiarlo por ocultarle todo, por sacrificarse solo por él y aun así hacer que lo aborreciera con los pedazos que quedaban de su alma.

Culpabilidad.

Sasuke quería ser egoísta y mantener esos sentimientos. No quería sentirse culpable por haber matado a su único hermano, el hombre que sacrificó todo para que el pudiera vivir.

Pero no podía, sabía que estaba destinado a poner flores frescas cada año en un lugar donde no había nadie, porque no era lo suficiente valiente para regresar al lugar donde mató a su hermano.

Amor. Odio. Remordimiento.

Fue de conocimiento público que Itachi siempre fue el hijo perfecto del que su padre estaba orgulloso, el estudiante ejemplar, el ninja al que todos aspiraban ser. Un genio.

En el fondo siempre quiso ser como él.

Los gritos femeninos llenos de preocupación invadieron su mente, la imagen de una mujer moviendo las manos desesperadamente mientras inyectaba chakra verde tratando de traer del mundo de los muertos al hombre en sus brazos. El recordaba la sensación de paz que daban esas manos y había querido sentirlas en ese momento.

Pero ella se fue con él en brazos y ahora no sabía dónde estaba ninguno.

En el fondo siempre quiso tener lo que él tenía.

Celos.

No supo cuánto tiempo pasó, la sangre que manchaba su piel ahora se sentía helada y pegajosa, comprendió que su mente no tendía paz, que su misión era hacer sentir a todos como se sentía, todos los que disfrutaban del sacrificio de su clan no merecían vivir tranquilamente mientras era él quien despertaba sudado y con miedo en las noches. Redimirse y ser feliz ya era algo fuera de su alcance, todo lo bueno en su vida no duraba lo suficiente.

Era injusto que en la aldea que alguna vez considero su hogar hubiera tantas personas riendo sin saber lo que le debían a su hermano, había muerto estando en el libro de los peores y más buscados criminales, su nombre era significado monstruo. Konoha vivía en el desconocimiento y a él poco le importaba unas vidas tan míseras

Un ruido lejano llegó a sus oídos, pero un líquido cálido deslizándose por su cara le hizo saber que había sido el sonido de su cuerpo estrellándose en el suelo, hacía frio, ¿siempre había estado a esa temperatura? ¿Aquello era nieve? Ese blanco era hermoso, maldijo cuando todo se volvió borroso hasta oscurecerse, apenas sintió cuando alguien levantaba su cuerpo y lo ponían en una cama, cómo limpiaban su rostro y le tendían un grueso edredón encima.

Cuando sus ojos trataron de abrirse, con el picor de estarse acostumbrando a la luz inconstante del fuego de una chimenea, se dio cuenta que no había soñado nada. Después de que aquel extraño hombre que decía ser un Uchiha le revelara la verdad de Itachi, sus sueños con la muerte de su clan entero solo habían aumentado, dormía poco y descansaba prácticamente nada. Ahora era diferente, ni siquiera podía decir cuánto tiempo había estado inconsciente. Un rayo de dolor atravesó su cabeza solo para darse cuenta que múltiples vendas cubrían su cuerpo.

―Veo que al fin despiertas ―escuchó una voz cantarina, no hacía falta que volteara a ver al hombre para saber quién era, varios segundos pasaron mientras el mayor esperaba una respuesta, al ver que no la recibiría siguió hablando como si nada. ―Menos mal que logré traerte a tiempo, estabas a punto de morir.

―¿Y qué si quería morir? ―gruñó, sin ánimo de nada.

―No puedes morir sin terminar tu venganza -le contestó el mayor mientras se movía para entrar en su campo visual.

―Mi venganza está completa― las palabras habían salido automáticas, su voz aún era un poco menos que un carraspeo, sentía la boca seca.

Itachi está muerto. Itachi era inocente.

―No puede estar completa cuando el cerebro de todos los males aún está vivo, cuando ahora mismo deben de estar cómodos jugando cartas mientras beben té en una porcelana fina. ―los decibeles bajaban mientras más hablaba, pero el odio la voz de Madara Uchiha era genuino sorprendiendo al último Uchiha conocido. ―Itachi era el último peón, el que se sacrifica primero, Danzou en su avaricia y por obtener beneficios personales también se convirtió en un alfil, pero los que se encargan de mover todas las piezas, incluso al hokage, son el consejo de ancianos de Konoha gakure, ellos creyeron que la vida de gente inepta que no sabe ni tomar un kunai correctamente era mejor que la vida de ninjas elite, que eran más importantes que Mikoto, Fogaku, Itachi, Shisui y el resto de nosotros. Saben bien que la gente que dicen proteger es ignorante y débil que no se pueden revelar ante ellos. Temen a la crítica y a la mejora. Por eso trataron de eliminarnos.

"-Mi plan es tomar Konoha, eliminar a todos los que estén en contra de los Uchiha, es venganza por lo que una vez me hicieron, la misma moneda. Todos los que estén en nuestra contra no merecerán vivir. Pero mi historia ya es agua pasada, tu eres el verdadero vengador Uchiha, por Itachi y tu familia, nuestra familia, la venganza perfecta, devolver lo mismo que nos dieron. La venganza por Itachi.

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―No Sasuke-kun. ―habló sin molestarse en ocultar la ira hacia su líder. Karin sentía que no se merecía aquello, ninguno de ellos. Lo habían seguido en ese viaje que era un suicidio rápido, había triunfado en un extraño desarrollo de eventos y ahora los quería dejar botados como si solo fueran basura.

―Llévanos a Konoha ―La voz de Suigetsu no sonó como una petición. ―Ya te demostramos ser fuertes, seguro ocupas ayuda si quieres eliminar a toda una aldea y yo no tengo ningún problema en ello.

―He dicho que no. ―gruñó el pelinegro, no se consideraba una persona buena o humanitaria, pero hasta ahora sus misiones no afectaban a ninguna aldea, con el tiempo había aprendido a apreciar solo un poco a esas personas, su presencia ya no era de ayuda para él y si se veían involucradas en algo como lo que tenía planeado ya no habría vuelta atrás, sin posibilidades de vivir tranquilamente en ningún lugar, algo que jamás habían tenido. ―Son libres de hacer lo que quieran con sus vidas.

―Si dices que somos libres de hacer lo queramos, déjanos seguirte ―habló pausado Juggo, que a diferencia de los otros dos miembros más ruidosos del equipo, se había mantenido al margen de la conversación.

―hmnp... ― se rindió ante la discusión sin decir ninguna palabra más, era la primera vez que alguien del equipo cuestionaba sus órdenes, lo hubiera esperado de Karin, incluso de Suigetsu. Pero jamás de Juggo.

Sin decir más el equipo completo recogió sus pertenencias, dejando atrás la capa de Akatsuki. Sasuke haría eso por él. Por Itachi. Por el Uchiha. Nunca por Akatsuki.

No le importaba la venganza de Madara Uchiha o quien fuera ese hombre.

En toda su vida siempre había sido guiado por el deseo de vengar a su familia, de matar a Itachi. Lograrlo le dejó mucho tiempo para pensar.

Había cosas que cambiaron en los últimos meses y se estaba cansando de luchar contra el cúmulo de sentimientos que se formaban en su mente y cuerpo. Había algunos que especialmente se colaban en sus pensamientos, unos de color muy rosa. Nunca pensó en las mujeres como algo atractivo a su atención, la mayoría eran demasiado ruidosas y vanas, con metas patéticas que solo incluían vestidos blancos, labiales o el largo del cabello.

Entonces todos llegan a esa edad donde los cuerpos dejan de ser planos y cuadrados, se fue de la aldea antes de que esas cosas pasaran, vivir con Orochimaru y Kabuto en un lugar aislado de todos fue bueno para sus objetivos.

Sasuke no entendía porqué ahora su mente se tenía que dividir en destruir Konoha y en Sakura.

Ella era inteligente, fuerte y le había salvado la vida después de la pelea con Deidara. Esa había sido una gran impresión en él.

Pero también estaba el hecho de que ella estaba con su hermano, o al menos lo había estado. Era estúpido pensar que ella seguiría viajando con Hebi -Ahora Taka- después de la muerte de su hermano, ¿Verdad?

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El trayecto para llegar a Konoha les tomó más de un par de días, habían guardado las capas afelpadas nada más entrar al País del Viento, que no fue el favorito de ninguno, agradeciendo el paisaje boscoso del País del Fuego que les permitía descansar más horas.

Sasuke sintió como las suelas de sus sandalias ninjas conocían el recorrido entre las ramas de los árboles a pesar de que hacía años que no estaba en ese lugar, sus pies lo guiaron con el poder de la memoria muscular hasta las enormes puertas de la aldea. El resto del equipo jamás había estado en Konoha, el muro era lo suficientemente grande como para competir con él se Suna, aunque lo impresionante eras los edificios que se colaban atrás.

Ningún pueblo o aldea oculta se le podía comparar, incluso Sasuke fue consciente de lo que Konoha había crecido en esos años, el rostro de Tsunade Senju en el monte Kage fue lo primero que notó. Hizo a un lado cualquier atisbo de sentimentalismo, no venía a admirar el paisaje.

―Identifíquese. ―ordenó la voz de uno de los ninjas que se mantenían cuidando la puerta, Sasuke recordaba haberlo visto en sus exámenes chunnin, el traje gris que vestía era de Jōhōbu, Interrogación y Tortura.

―Uno esperaría que la elite de Konoha al menos sepan reconocer a un ninja renegado de su propia aldea y su peligroso acompañante. ―alardeó Suigetsu, poniendo una mano sobre la empuñadura de Samehada y mostrando dos hileras de dientes afilados.

―No te hagas el chulo, atún podrido. ―intervino Karin con falso malestar, pero no pudo evitar poner una sonrisa al ver la mueca del otro hombre frente a ellos destruirse mientras activaba un grupo de sellos. ―Al menos ahora saben que estamos aquí.

―hmnp...

―¿Qué es lo que buscas en Konoha, Uchiha? ―preguntó el que llevaba el protector completo.

―Pensé que mi mensaje fue claro con la muerte de Shimura Danzou ―

―Yo consideraría eso más como un favor no intencionado. ―señaló el hombre de cabellos marrones en picos.

―jajajajajajajajaja... ―las carcajadas del albino resonaron a varios metros, creando más tención en los dos guardias que esperaban impacientes por ayuda.

―Con que es verdad que juntaste varios experimentos del loco de Orochimaru antes de dejarlo. ―Habló el más serio, buscando ganar tiempo. Si todo lo que se decía sobre el Uchiha era verdad, alimentar esa plática que habían iniciado era lo mejor.

―¡Sasuke! ―gritó alguien, los tres ninjas renegados ya sabían quien era, lo habían visto poco antes de la lucha contra Itachi, aunque esa vez solo fue un clon.

El Uchiha no tenía prisa, a pesar de que le hubiera gustado ir directamente y matar a los dos ancianos, sabía que primero tendría que pelear con Naruto. Terminar esa batalla que muchas veces habían iniciado y siempre dejaban a medias. Ese era su destino.

―hmnp...

―¿Qué es lo que planeas con todo esto, Sasuke? ―se detuvo frente a él. La habilidad de rastreó de Naruto era superior a las demás, incluso sin entrar en modo sabio. Tantos años de búsqueda del pelinegro, todas infructuosas le llevaron a pensar que jamás volvería, no por sus propios medios. Cuando sintió su presencia en la aldea primero pensó que era una broma o un error por su parte.

Lo comprobó cuatro y cinco veces antes de ir a ver si estaba equivocado.

Porque eso no podía ser posible.

¿Qué hacía Sasuke en Konoha?

―Terminar mi venganza, idiota. ― La verdadera venganza. La venganza de mi clan. La destrucción de Konoha.

Uchiha Sasuke estaba impuesto a ver la cara de miedo en las personas, de ver como sus ojos reflejaban la muerte próxima, pero eso no fue lo que encontró en los azules ojos del rubio, había compasión. Naruto sentía compasión por él y eso solo lo hizo enojar más, volver a sus años de niñez cuando todos lo veían así, a él, al pobre niño que su hermano se había vuelto loco y matado a toda su familia.

Sintió la sangre hervir. Sacó un kunai y lo lanzó directo a la cara del rubio, sabía que no le daría, sabía que él lo atraparía, pero sobre todo sabía que Naruto era del tipo de persona que la gente podía ver como un héroe. no lo dejaría destruir su hogar solo por la amistad que el ojiazul decía profesar.

―Si piensas que te lo voy a permitir, entonces de verdad te volviste loco. No dejaré que sigas destruyendo todo lo que amas.

―No te equivoques, Naruto. ―dijo, tomando con una mano el arma. ― ¿Por qué amaría a una aldea que se encargó de destruir a mi familia?

―Porque eres un idiota que nunca ve el cuadro completo ―Le gritó, lleno de impotencia. Porque ahora el también sabía la verdad y sabía que era injusto.

―¿Y qué es lo que ves tú, dobe?

―Él aceptó la misión para salvarte, para que pudieras vivir aquí.

―Fue orillado a eso.

Los ojos de Sasuke viajaron alrededor, contó al menos diez ninjas ANBU, incluso la cabellera rubia de Tsunade podía identificar.

―¡Naruto!

―No te metas, Tsunade-oba-chan. Esto es entre el teme y yo.

Un recuerdo vino a la memoria de Sasuke, fue de antes de dejar Konoha. Habían estado en la azotea del hospital, estaban peleando, el Uchiha no recordaba la causa de aquella pelea, pero si el momento en que Naruto había lanzado un Rasengan y él utilizó el Chidori. Hikari también estuvo ahí, recordaba de forma borrosa como Kakashi los había separado y la técnica de Naruto había acabado con el tinaco.

Había perdido en cuando habilidad.

Pero eso pasó hace mucho tiempo. Energía eléctrica comenzó a crepitar en su brazo, le demostraría a Naruto todo lo que había progresado en una sola técnica. El era Sasuke Uchiha, el último vivo, descendiente de un clan de ninjas guerreros.

Media sonrisa se formó en sus labios al ver como Naruto formaba la misma técnica, como si ambos hubieran recordado lo mismo. La luz azul, el sonido del viento y relámpagos llenó el lugar.

Todo se sintió en cámara lenta cuando Sasuke avanzó hacía el Uzumaki, sus oídos normalmente impuestos al cantó de mil pájaros ahora se sentían aturdidos, pero eso no disminuyó su velocidad.

―¡Hikari! ―escuchó la voz lejana del rubio gritar. Sus ojos se volvieron rojos y la vio. En sus recuerdos su excompañera de equipo era una niña de cabellos castaños largos y ojos marrones que era lo suficientemente soportable como para compartir equipo. No había cambiado mucho, su cabello aún era igual de largo, y se balanceaba mientras corría a ellos, interponiéndose entre el resto del equipo siete.

Naruto trató de detenerse, ninguno de los dos pudo. Sasuke se sorprendió cuando trató de enterrar sus sandalias ninja en la tierra, fue de manera automática y sin pensarlo, pero eso iba contra del objetivo del que se jactaba.

Con los ojos abiertos solo esperó el final, sabía lo que pasaría. Nadie podría sobrevivir después de recibir esos dos ataques de frente.

Sasuke sintió la explosión, todo su cuerpo reaccionó a ella, pero antes de caer inconsciente la vio.

Era ella, estaba seguro.

Solo ella tenía el cabello de ese color.