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xSouh
Burakkurozu
21: Distrito Uchiha
Naruto dejó de parlotear cuando cruzaron las puertas del complejo Uchiha, era tan distinto a la primera vez que había ido buscando a Sakura, no tenía recuerdos anteriores, nunca antes se había atrevido a pasar del muro, pero las cosas viejas y en escombros desaparecieron dejando en su lugar un bosque con árboles de copas frondosas.
No fue difícil llegar a la casa, un sendero indicaba el camino y Sasuke podría jurar que iban en dirección al lago, sus recuerdos se volvieron borrosos, las casas y tiendas que un día habían cubierto toda la zona ahora solo parecían una mala jugada de su mente. Cinco bloques adentro y dos a la derecha, después de la plaza. Su propia voz infantil llegó, recordando la forma que el mismo creó para llegar hasta su casa cuando salía a jugar con alguno de sus primos cuando era pequeño.
Se detuvieron solo cuando sus pies subieron las escaleras del pequeño recibidor, Naruto tocó la puerta varias veces antes de que alguien contestara de vuelta.
―Ya va... ―escuchó la voz de ella desde adentro.
Sakura estaba ahí, Sakura estaba ahí con Itachi. Itachi estaba ahí.
El aire no parecía querer llegar a sus pulmones, Sasuke sintió como su pecho se comprimía y clavó los pies en el suelo para detener el impulso de salir corriendo lo más lejos que pudiera. Por mucho que quisiera verla, verlo, y que le dieran explicaciones, tenía muchas emociones revoloteando en su cabeza.
Naruto sintió la firma de chakra de la pelirosa acercarse, pero también había otra, la de Uchiha Itachi. El rubio conocía la historia, pero eso no quería decir que lo perdonara del todo, había hecho la vida de su mejor amigo un pequeño infierno. Ocupaba aclarar sus ideas antes de enfrentarse a esa situación, lo mejor era dejar a Sasuke para que pudieran hablaren privado.
―Sakura-chan, Tsunade-oba-chan me pidió que trajera al teme. ―las palabras salieron de la boca de Naruto a una velocidad aún superior a la que tenía impuestos a todos, se despidió de forma rápida y desapareció entre los bosques diciendo que tenía una cita.
―Pasa, Sasuke. ―dijo finalmente la pelirosa, no estando segura que hacer a continuación.
El menor de los Uchiha no perdió ningún detalle de la casa mientras caminaba, notando el estilo tan diferente en la decoración, las habitaciones de Uchiha siempre mantenían un aire tradicional y con colores fríos, muy distinto a las paredes blancas y suelo claro, ni siquiera el emblema de clan bordado en cada rincón lograba que eso se sintiera como en sus recuerdos.
Itachi estaba sentado en un sofá de cuero oscuro, la espalda recta con una taza de té en la mano mientras sus ojos seguían sus movimientos, la imagen no se sentía tan distinta al día de la pelea, cuando lo encontró sentado en el pseudo trono de aquella fortaleza.
Uchiha Itachi siempre fue el ninja perfecto, estudiante modelo, el genio de los Uchiha, todos siempre alababan su inteligencia y habilidades ninjas que lo habían llevado a graduarse de la academia y poder entrar a los escuadrones elite de la aldea desde muy joven, su poderoso sharingan con el que había dominado cada técnica, incluso muchos decían que controlaba jutsus secretos que no se veían desde décadas atrás, de nivel del mismo Madara Uchiha, pero sobre todas esas cosas: Itachi era el orgullo de su padre.
―Te traeré una taza de té ―ofreció Sakura, buscando una excusa para salir de la habitación, consciente de que los hermanos necesitaban hablar.
―Gracias, Sakura. ―agradeció Itachi, dejando su propia porcelana en la mesita de café. ―Hemos trabajado duro en la remodelación. ― agregó el pelinegro de coleta al notar como la vista de Sasuke se paseaba por la habitación.
―No quedó nada. ― las palabras de Sasuke sonaron lejanas, mirando finalmente por el ventanal que daba al jardín y más allá al bosque. ―casi me alegra.
―Sasuke, yo... ―Itachi quería pedirle perdón, explicarle todo lo que había pasado, contarle la verdad, deseando de forma sincera que las cosas no hubieran ocurrido de la forma en que lo hicieron, pero realmente no existía una manera de hacerlo.
El planeó con la cabeza fría todo: acabar con el golpe de estado, la muerte de su familia, enfrentarse a Sasuke, huir de Konoha, vivir como un ninja desertor, pelear con Sasuke y finalmente morir.
Explicar todo aquello no estaba dentro del plan.
Jamás se preparó para ello.
No esperaba que sucediera.
Había aceptado cargar con la culpa. Todos lo llamaron prodigio, un genio que se veía en pocas generaciones, pero si el realmente lo fuera, hubiera encontrado una mejor solución para todo, sin destruir la vida de su hermano de por medio.
―Lo sé. ―lo interrumpió Sasuke, no quería volver a escuchar esa historia de nuevo, no cuando se había sentido tan culpable por haber matado a su hermano, y ahora descubría que estaba vivo. Tenerlo frente a él aún parecía algo irreal. Casi deseó levantar su palma y tocar su mejilla, comprobar que, si era real y no desaparecería en cualquier momento, convirtiendo ese sueño que le llenaba de paz en una pesadilla, una de las tantas a las que ya estaba acostumbrado.
Itachi estaba vivo. El no lo había matado.
Y se sentía hipócrita por dejar de sentirse culpable.
Madara, Danzou, Tsunade... todos le habían contado versiones de la misma historia, de cómo Itachi no era el malo, todo era un sucio plan para llevar a la destrucción a su clan, ¿era mucho pedir un nuevo comienzo?
No hubo palabras de perdón, no las necesitaban. Los Uchiha siempre fueron seres de pocos argumentos, casi parecía que se comunicaban con la mente y Sasuke entendió aquello, aunque eso no eliminaba todas las dudas que sentía sobre cómo sobrevivió y por qué estaban en Konoha.
―Traje suficiente para todos. ―les interrumpió la pelirosa, llenando la mesita con té y aperitivos dulces suficiente para una plática larga. El ambiente tenso ya se había esfumado a pesar del corto intercambio de palabras, los dos sabían que ella había escuchado, las paredes no eran lo suficientemente gruesas para privar a un ninja, pero para Sasuke tampoco pasó desapercibido el intercambio de miradas que hubo entre ellos antes de que se uniera a su hermano en el sofá.
―Adoro los de chocolate. ―susurró el Uchiha mayor mientras acababa con el pequeño postre antes de tomar otro.
―Si los terminas todos, no habrá para la cena. ―sentenció la pelirosa solo por molestarlo, había dejado otra charola en la cocina.
―Eres la mujer más mala del mundo shinobi. ―se quejó.
Sasuke no perdió detalle de todo, era tan raro ver a Itachi interactuar de esa manera con alguien que no fuera... su madre o Shisui. En sus recuerdos, su hermano siempre se mostraba como alguien serio y firme ante los demás, sus sonrisas eran meramente educadas y evitaba a todas esas molestas niñas que siempre intentaban llegar a él. Itachi era suyo, solo a el le daba su tiempo y lo cargaba en su espalda mientras le enseñaba algún lugar de Konoha.
Se sintió tonto al sentir celos de Sakura por tener que compartir a su hermano, pero al mismo tiempo le confundía tener la misma sensación, pero de forma invertida: ¿por qué Sakura estaba con Itachi?
No se había equivocado cuando pensó que la pelirosa era especial de alguna forma, tenía que serlo para que alguien como Itachi creyera que ella era lo suficientemente increíble para que la dejara estar a su alrededor.
―Soy la mujer que evitará que mueras por exceso de azúcar en todo el cuerpo. ―le regañó, alejando las galletas del hombre e inclinando la charola hacia Sasuke.
―hmnp...
―¿Y dónde están Suigetsu, Karin y Juugo? ―preguntó Sakura, tratando de iniciar una charla, cosa que se veía lejana si dejaba a los dos Uchiha a cargo.
―Perdí el conocimiento después de la pelea contra Naruto ―admitió a regañadientes. ―no los he visto desde ese momento y tampoco he sentido sus firmas de chakra.
―Entonces, muy probablemente salieron de la aldea. ―señaló, cantando victoria por haber logrado que Susuke hilara una frase completa, algo difícil durante los primeros días que pasó con él. ―me alegra no tener que soportar a Karin, preferiría vivir en una guarida de Orochimaru el resto de mi vida.
―¿La ninja radar? ―cuestionó Itachi, sonriendo por la broma de la pelirosa. ―se ve como alguien bastante normal.
―Para que te hagas una idea, es como mezclar a Kisame cuando esta en modo quiero mis dangos, Deidara molestando a Sasori, Kakazu si no encontrara su bolsa de dinero, a todo eso ponle el vocabulario de Hidan.
―Interesante elección de compañeros, Sasuke. ―agregó el mayor, sintiendo como un dolor de cabeza se acercaba a él.
―Hmnp...
―¿Hablaste con la Hokage sobre regresar como ninja de Konoha? ―preguntó Itachi, tratando de averiguar un poco más sobre la vida de su hermano.
―El trato era que podía volver como ninja. ―contestó, sin ser muy consciente de su situación actual.
―Eras un gennin cuando te fuiste, Sakura también tiene el rango de gennin. ―
―Naruto mencionó algo sobre misiones de atrapar gatos o limpiar establos, espero que no me manden a nada de eso. ―se quejó Sakura, aunque en el fondo pensaba que eso podría ser divertido.
―No habrá exámenes Chunnin en Konoha en los próximos años y dudo que la Hokage los mande a otro país solo para ascenderlos. ―pensó en voz alta el de coleta.
―preferiría no pisar otros países en estos momentos. ―lloriqueó falsamente Sakura, aunque el recuerdo del biju de las cuatro colas en su mente le recordó una buena razón para no pisar ciertos países
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Eran 5 minutos después de la hora en que él había acordado pasar a recoger a la heredera de los Hyuuga, pero no es que haya llegado tarde o lo olvidara, por supuesto que no, Naruto Uzumaki llevaba 10 minutos parado como estatua frente a la puerta de la casa principal del clan de ojos perla, pero aún no encontraba el valor para tocar esa puerta, no era miedoso y eso era algo que toda Konoha sabía, por eso todos los que pasaban cerca de la casa miraban extrañados al rubio que parecía comerse las entrañas.
−Hinata-chan −exclamó más fuerte de lo que le hubiera gustado cuando la puerta se abrió segundos después de que lograra tocar el timbre, pero frente a él no había una chica, una larga cabellera castaña perfilaba el rostro de Neji Hyuuga, al ojiazul le sorprendió ver al chico sin su acostumbrada coleta.
−Naruto −Saludó el ninja, asintiendo con la cabeza; él ya sabía que Naruto estaba ahí, desde que sintió a alguien cerca de la puerta utilizo su técnica ocular para tratar de saber quién era y no le sorprendió ver al rubio en ese lugar. Casi se alegraba por su prima, nunca fue secreto para nadie de su generación que la Hyuuga suspiraba por el Uzumaki, y él como primo de la menor, siempre había estado atento a todo eso.
Tal vez hace años hubiera considerado una deshonra para el clan que su futura líder saliera con un ninja que no llevara el Byakugan, las cosas habían cambiado con el paso de los años, Uzumaki había sido un ninja que había demostrado su valía más de una vez, no solo ante él o su generación, si no con la aldea completa y el hecho de que por fin haya abierto los ojos a los sentimientos de su prima lo alegraba mucho, aunque no era algo que pensara exteriorizar.
−Naruto-kun... −susurro una voz desde atrás del castaño, se paró con valentía frente al Uzumaki y suspiro internamente, se había prometido no actuar tan nerviosa, ella era una ninja fuerte y una mujer digna de estar al lado de Naruto, lo repitió tres veces más en su cabeza y sonrió.
−Hina-hinata-chan−tartamudeó el ojiazul al ver a la chica frente a él, contrario a las ropas ninjas que utilizaba normalmente, la pelinegra vestía unos vaqueros oscuros y ajustados combinados con una blusa de manga tres cuartos color violeta que se ajustaba en la parte baja del busto y caía hasta la cadera, su cabello ligeramente ondulado y una delgada línea negra delineaba sus parpados. A los ojos de Naruto sería imposible encontrar una chica más linda que la que tenía frente a él.
−No olvides traerla antes de la cena, Uzumaki −habló el Hyuuga haciendo que la vista del rubio se despegara de la chica.
La pareja cruzó la puerta principal del clan del Byakugan, ambos bastante sonrojados, caminaban a pocos centímetros, pero sin tomarse la mano, la muchacha también iba bastante nerviosa mientras de reojo admiraba lo bien que se veía Naruto, él también había elegido vaqueros mezclilla y una playera negra con detalles naranja que lo hacía ver tan diferente a cuando vestía aquellas sudaderas.
−¡Que monos se ven!− escucharon a una mujer mayor hablar mientras caminaban por las calles de la aldea, ambos eran personas conocidas y seguro habría muchos cuchicheos acerca de ellos.
−¡Me hace recordar cuando mi Kento-kun me invito a salir! −suspiró otra señora ignorando como con cada comentario la pareja se ponía más roja. Ambos se alegraron cuando dejaron atrás las calles más concurridas y los comentarios disminuían.
−¿A dónde vamos, Naruto-kun? −pregunto tímida la ojiperla, durante ese tiempo había tratado de ignorar los comentarios jugando a adivinar donde la llevaba el rubio, primero pensó en que irían a comer, pero la mayoría de los restaurantes habían quedado atrás, la plaza y el cine igual.
−Es una sorpresa −sonrió el rubio mirándola a los ojos por primera vez.
La chica no volvió a preguntar nada, cada vez se alejaban más de la aldea y ahora solo esperaba no haberse puesto la ropa equivocada. Tal vez Naruto la llevaría a entrenar, y aunque la idea no la ilusionaba mucho no dejó que su ánimo cayera.
Se fueron adentrando un poco más en el bosque hasta que llegaron a un claro con pasto corto, una manta en el suelo y una canasta sobre ella.
Sonrió, no iban a entrenar, todo era tan perfecto.
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―Ha habido movimientos en los países del norte, Tsunade-sama. ―habló la mano derecha de la hokage, colocando sobre el escritorio dos cartas cerradas con sellos de Iwagakure y Takigakure.
―Son las terceras si contamos la de Suna que llegó ayer. ―respondió cansada la rubia, abriendo los sobres y paseando los ojos por todo el contenido.
―¿Alguna novedad? ―preguntó la muchacha con impaciencia.
―Nada que no esperáramos. ― suspiró cansada, dejando los papeles sobre el escritorio y tallándose los ojos en un intento de quitar el peso sobre sus parpados. ―¿Sabes cual fue la clave para ganar la última guerra, Shizune?
―¿Qué...?
―Algo en lo que Dan y yo trabajamos en momento. ― dijo, sin poder evitar que la nostalgia de solo decir ese nombre llegara a su cara. ―la implementación de un ninja medico en cada escuadrón.
―Pero tenemos ninjas médicos, Tsunade-sama.
―No los suficientes, realmente son contados los ninjas médicos que Konoha tiene, y eso contando que somos de las aldeas con mayor número de medininj.
―Pero casi todos los médicos del hospital dejaron las misiones hace mucho tiempo, no podemos simplemente regresarlos a una guerra.
―Si y no. Tienes razón en que regresarlos no será de mucha ayuda, pero si podemos crear un escuadrón completo de ninjas capaces de responder ante urgencias.
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