xSouh

Burakkurōzu

23: Lazos

No es que estuviera fuera de práctica, Sakura estaba impuesta a entrenamientos que casi rayaban a lo inhumano con Itachi, pero al parecer Tsunade solo esperaba perfección de ella, el primer día que se presentó la tuvo en entrenamiento básico bajo los rayos del sol por horas, agradecía su memoria muscular que la ayudó a esquivar cada cosa que la rubia le aventó en busca de probar sus reflejos. La Hokage era una verdadera amenaza en taijutsu a pesar de su edad, obligándola a esquivar potentes golpes que la matarían si permitía que la tocaran, ni siquiera se veía cansada mientras gritaba ordenes sobre cómo debería concentrar su chakra para mejorar su velocidad de forma más eficiente o darles impulso a sus puños, por el contrario, podía jurar que había diversión en poder estirar sus propias extremidades en contra de alguien mientras destruía el campo de entrenamiento.

―Vamos, te mostraré el lugar. ―le dijo Tsunade, saliendo de su oficina en la torre y guiando a Sakura por los pasillos hasta salir.

Los edificios ya le eran conocidos a Sakura, podía identificar la sede de Tortura e Inteligencia en el mismo bloque, la biblioteca, un par más de departamentos menores, la academia ninja, pero finalmente se dirigieron al Hospital de Konoha. A pesar de aún ser lo suficiente temprano para que el sol aún no apareciera, ya se veía movimiento dentro, las enfermeras a su camino dieron una pequeña reverencia a la rubia cuando atravesaron el primer pasillo.

Desde que regresó a Konoha, la pelirosa nunca había entrado al hospital, la recepción era amplia e iluminada, con puertas de cristal, aunque lo que más llamaba la atención era el cristal del fondo por donde se veía una cortina de agua, letreros indicaban que a la izquierda estaba la zona de consultorios para población en general, a la derecha el área de urgencias y al fondo los quirófanos. Las salas de hospitalización abarcaban el segundo y tercer piso, los laboratorios y áreas de investigación el siguiente y en lo más alto las áreas administrativas.

El elevador marcó el numero tres cuando bajaron, la iluminación blanca se mantenía, logrando que fuera fácil olvidarse que fuera del edificio aún reinaba la oscuridad, las primeras salas del piso eran separadas por cristal, por lo que Sakura pudo ver los aparatos de tecnología avanzada con los que trabajaban.

―Tengo lo mejor de lo mejor en este lugar. ―ofreció Tsunade, presumiendo las instalaciones que le costó años de trabajo conseguir.

―Es simplemente increíble. ―murmuró la ojiverde sin despegar la vista de lo que tenía ante ella.

―Estos son los laboratorios, después están los anfiteatros y salas de disección, salas de entrenamiento de ninjutsu medico y aulas. ―continuó caminando por el pasillo, señalando cada cosa por donde pasaban. ―y por último: el invernadero médico.

―Wow...

El techo era un vitral enorme, formando un paisaje transparente y esmerilado abstracto que representaba a la medicina ninja a más de diez metros sobre su cabeza, la única entrada al lugar era donde ellas estaban paradas, con escaleras de mármol que subían y bajaban para llevar a las distintas secciones, las paredes también eran de cristal, con agua corriendo de techo a piso, dando la sensación de tener una cascada de los casi trescientos sesenta grados.

―El invernadero esta en el centro del hospital, aunque para no afectar el crecimiento de las plantas, el flujo de agua alrededor mantiene la luz blanca fuera de ellas, por lo que es común que algunas habitaciones del edificio tengan vista de la cascada artificial.

―La solo idea de construir algo como esto es increíble. ―los ojos de la Haruno no se podían separar de la vista, de alguna manera el lugar le recordaba a cierto lugar donde fue a parar tiempo atrás.

―Hace años solo era el patio central, pero poco a poco fue tomando forma, siendo sincera ni siquiera yo soñé que el resultado fuera a ser como esto.

Las aulas no parecieron tan asombrosas con el resto del lugar, con una pizarra estándar y gradas para los alumnos, aunque la biblioteca volvía a ser interesante.

―Estoy segura que más de un país diera la mitad de su territorio por instalaciones como estas. ―bromeó Sakura, sacando un libro al azar del estante.

―Seria bueno si buscáramos hacer crecer nuestras fronteras, quizá en un futuro podamos hacer planes de prácticas para medininj extranjeros. ―Tsunade ya había tenido ese pensamiento antes, aunque con una guerra a la vuelta de la esquina, no era seguro dejar entrar ninjas foráneos tan fácil.

―¿Cuántos aspirantes hay para el curso? ―preguntó Sakura, tomando asiento en uno de los sofá.

―Iniciaremos con cincuenta. Elegidos entre los mejores, aunque no dudo que alguno deserte. ―rio por su propia conclusión, sabiendo lo exigente que sería su nueva aprendiz.

―No será el plan inicial, pero ya lo veremos.

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—Sasuke-teme —Gritó a los cuatro vientos un rubio que corría como alma que lleva el demonio por toda la propiedad de los Uchiha haciendo espavientos con las manos sobre el chaleco jounnin en una lucha entre deshacerse el y apagar las llamas negras que empezaban a chamuscar la tela.

―Quédate quieto. ―se quejó el Uchiha, siguiendo al Uzumaki, tratando de enfocar su vista en el punto naranja que no paraba de moverse y brincar de un lado a otro.

―¡Teme! ―volvió a gritar, logrando sacar una mano y después la otra, sin pensarlo dos veces tiró la prenda al suelo y por inercia la pisó para apagar el fuego, solo para recordar el color e iniciar de nuevo una carrera para quitarse la sandalia ninja.

Los ojos normalmente negros, brillaban en un rojo intenso mostrando el caleidoscopio característico de un sharingan superior, las aspas giraron y las llamas se apagaron antes de que se esparcieran por todo el complejo.

―Usuratonkachi. ―lloriqueó Naruto, acostado en el suelo y con la respiración entrecortada después de su carrera. Sasuke no estaba en mejor condición, una lagrima negra le manchaba la mejilla, señal del esfuerzo por el Amaterasu y después eliminar las llamas del cuerpo de Naruto.

La técnica no había estado dirigida directamente al rubio, pero una cosa había llevado a la otra y terminó con mucho fuego negro sobre un árbol que después pasó a Naruto.

―Hmnp...

―No puedes decir solamente "hmnp" ―gritó, quejándose. ―Ese chaleco me lo regaló Iruka-sensei cuando me convertí en Jounnin.

―hmnp...

―Y sigues con eso. Además, no puedes ir echándoles tus llamitas negras a las personas, es de locos.

—Hmnp... entrenar contigo es una pérdida de tiempo —se quejó el ojinegro dando media vuelta para alejarse del lugar, enojado porque la técnica se había salido de su control y peor aún: casi quema vivo a Naruto, aunque esa era una preocupación que jamás la diría en voz alta. Mucho menos al rubio.

—¡Casi me quemas vivo!

—Fue una lástima que te quitaras el chaleco, casi me libro de ti.

—¡Eres un teme!

—Dobe

—Teme

—¡dobe!

—¡teme!

—Hmnp...

—¡TEMEEE!

—Hay cosas que jamás cambian en este mundo ninja... —interrumpió una voz desde el árbol más cercano. Un ninja de cabellos platas con un libro verde en sus manos estaba recostado en una rama observando a sus ex alumnos como si fueran la cosa más aburrida del mundo y estuviera obligado a estar ahí.

—¡Kakashi-sensei! —exclamó feliz el Uzumaki olvidándose por completo que hace apenas solo unos minutos había estado a punto de morir.

—Kakashi —

—Hola chicos... —Un gesto casual se escapó del peliplata: llevándose la mano a la nuca y saludando, siempre jovial como si los años no pasaran en él.

—¿y que hace aquí, Kakashi-sensei?

—Deambulaba por el camino de la vida, ¡Y heme aquí! Me ha traído hasta mis dos alumnos preferidos —sonrió tras la máscara.

—Hemos sido tus únicos alumnos —susurró el pelinegro.

—Y Hikari —agregó Naruto —Pero ella es tu alumna, así que eso nos deja como tus únicos alumnos. Los preferidos.

—La verdad es que venía a invitarlos al cine, saldrá Icha-Icha 2: Paradaise Movie. —exclamó emocionado el peliplata. —ya va siendo hora de que conozcan los buenos frutos de este árbol que llamamos vida.

—Lo siento, sensei, estamos entrenando — habló serio el Uzumaki. —además ya sé que pasará en esa película, cuando estuve entrenando con Jiraya-ero-sennin, me toco ir varias veces a las grabaciones.

—¿Quééééé? ¿Cómo alguien como tu fue a ese paraíso?

—Cómo sea, sigamos entrenando, Sasuke.

—hmnp...

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Para la hora que Sakura finalmente se desocupó de la planeación para el programa educativo que Tsunade quería hacer, ya era media tarde, habían tenido una comida rápida en el comedor del hospital y no se preocuparon por otra cosa que por preparar las primeras clases.

La hokage se había excusado dos horas antes, no podía descuidar tanto su puesto en la torre roja, pero aprovechó antes de irse para presentarla con los distintos jefes de departamento del hospital, por lo que mañana iría directamente sin problemas.

Sentía las piernas entumidas para cuando cruzó la puerta principal en busca de aire fresco, un poco mejor que los acalorados días anteriores, lo suficiente para aprovechar y caminar por las calles antes de llegar a casa.

― Sakura-san... ―le llamó alguien antes de que pudiera dejar por completo los terrenos del hospital. Sakura volteó, aceptando su sorpresa porque alguien le hablara, la mayoría de las personas se habían mostrado distantes y recelosos cuando fue presentada como la aprendiz de la princesa de la medicina.

―Hola, Ino-san. ―le saludó con una pequeña sonrisa sincera, no había visto a la kunoichi rubia desde su llegada, era de las pocas personas que realmente conocían su historia, que se había mantenido en secreto para el resto de la población, aunque no era muy difícil sumar dos más dos cuando ella vivía en el distrito Uchiha.

―Me hace sentir vieja usando el sufijo "-san" ―señaló, esforzándose por tomar una posición cómoda, no era tan fácil olvidar la ninja sentada en el viejo sofá con Itachi a su espalda mientras dejaba soltar su chakra.

―Dices eso mientras utilizas el mismo sufijo en mi nombre y además me hablas de usted. ―sonrió Sakura, levantando una ceja rosa.

―Es... difícil hablarte de "tu" ―le dijo, caminando sin ningún rumbo es especifico.

―¿Por mi historia en Akatsuki? ―preguntó, sin hacer notar el miedo que realmente sentía por la respuesta.

―No, no tengo problema en maldecir a los demás. Quizá sea porque también soy ninja medico y ust... y tú, hiciste algo que ni siquiera los más experimentados medininj de la aldea pudieron. ―aceptó, no sabiendo el alcance que lograron tener esas simples palabras en la otra chica.

―Entonces por eso todos me veían feo allá adentro cuando Tsunade-sama me presentó con ellos. ―bromeó de forma ligera, soltando una pequeña risa.

―Eso es solo porque están envidiosos de que Tsunade-sama haya tomado un aprendiz, muchos de ellos lamieron las suelas de sus zapatos por varios años intentándolo. ―le aseguró, sintiendo como la presión que tenía antes ya no existía. ―Y más que lo haya logrado alguien que no es de KonohaGakure.

―Yo nací en Konoha, Ino.

―¿Qué? ¿Pero cómo? ―la rubia no pudo ocultar la sorpresa de sus preguntas, se tuvo que morder la lengua para evitar preguntar más cosas, recordando que la chica a su lado no era una más de sus amigas con las que podía intercambiar chismes y pensamientos sobre chicos, aunque de alguna manera la kunoichi le caía bien.

―Pues así... nací en Konoha, mis padres y mi hermano son de esta aldea, murieron cuando yo era muy joven, dejé la aldea y terminé conociendo a Itachi, Akatsuki, después a Sasuke.

―¿Conociste a Sasuke Uchiha antes de venir a Konoha?

―Si, hace un par de meses, ¿por qué la pregunta?

―Nada más, solo parece gracioso. Yo estaba enamorada de Sasuke-kun durante la academia. ―aceptó, con las mejillas sonrojadas de recordar lo inmaduras que podían ser las niñas a esa edad. ―Realmente todas las niñas de la academia lo estaban, excepto Hinata.

―Es difícil imaginarlo, con lo gruñón que es, no me lo puedo imaginar como un lindo niño regordete del que todas las niñas estuvieran perdidas por él. ―rio Sakura, sin darse cuenta del numero de veces que lo había hecho desde el inicio de la plática.

―El no era un lindo niño regordete. ―se quejó Ino, defendiendo los recuerdos de su infancia. ―más bien era ese niño guapo y genial, que era bueno en muchas cosas y con un toque de misterio de chico malo que nos gusta a cierta edad.

―¿Guapo y genial? ―se burló Sakura, comparando esa imagen mental con el Sasuke que ella conocía.

―Eso dices tu porque estas impuesta a la belleza de Uchiha Itachi. ― recriminó ―más de media aldea te envidia por tu relación, te lo aseguro.

―¿Cuál relación?

―¿Itachi y tu no...?

―¿Itachi y yo? No, creo que estas malentendiendo algo... el y yo no somos pareja. ―aseguró la pelirosa, moviendo sus manos de forma exagerada.

―Cualquiera hubiera jurado que sí, se ven tan unidos, incluso cuando los conocimos, además tu dijiste algo sobre un embarazo. ―la Yamakana buscó en su cabeza todas las razones que la habían llevado a esa conclusión ―A menos que sea de... ¡SASUKE!

―¡Por dios Ino! Eres una cerda por tener esos pensamientos. ―se quejó con falsa molestia. ―Yo nunca dije que estuviera embarazada.

―Pero... tu te tocaste el vientre aquel día.

―Quizá solo tenía hambre en ese momento, por supuesto me refería a Itachi cuando dije que tenía a un Uchiha conmigo. Estaba tras de mí.

―Pero... pero...

―Camina, la gente nos empieza a ver raro.