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xSouh

Burakkurozu

26: Nosotros

Hakke Rokujūyon Shō

La respiración de ambos era irregular, jadeando en busca de aire después de realizar movimientos tan precisos.

Sakura sintió una gota de sudor caer desde su barbilla, pero no le dio tiempo de trazar el camino, sus ojos siguieron las manos de su oponente, que se movían en una cascada de movimientos rápidos contra ella, no necesitó mover los pies muchos pasos, ninguno de los dos lo había hecho.

Dos, cuatro, ocho, dieciséis...

Contó en su mente, esquivando los golpes que iban a puntos que ella conocía muy bien, estaba por llegar al cincuenta cuando sintió la pulpa de los dedos ajenos en su hombro. Dolió. Rio. No acertó.

Tan rápido llegó al sesenta y cuatro sus pies se flexionaron y saltó como un resorte buscando acertar en el centro de la mandíbula. Le hubiera gustado clavar el golpe.

―Tks... ―se quejó, alejándose lo suficiente, metió ambas manos en su bolsa de armas posterior para sacar varios juegos de cuchillas que bailaron entre sus dedos antes de lanzar la mitad. La técnica de un escudo de trecientos sesenta grados era un dolor de cabeza, lanzó el resto de los kunai solo para verlo realizar de nuevo. ―¿Funcionas igual de bien en una superficie no tan plana?

La pregunta, llena de burla ni siquiera le sacó una mueca, pero si lo hizo cuando el suelo bajo sus pies se desquebrajo, ni un segundo después volvió a lanzarle armas, de varios ángulos solo para comprobar que tan cierto era eso sobre un escudo perfecto.

―Existe una kunoichi en Konoha que también tiene cierto apego por destruir propiedad ajena. ―señaló, tomando entre sus dedos la punta de un kunai que atravesó el escudo, pero no pudo llegar a su objetivo.

―Preséntamela, seguro nos llevamos de perlas.

La risa de la pelirosa se extendió por toda el área del bosque Hyuuga, no era tan grande como el propio del Uchiha pero servía. Sakura hizo un par de sellos con las manos y el suelo volvió a ser plano, por mucho que le gustaba el terreno extremo, Hiashi Hyuuga los observaba con ojo crítico, sentía su mirada pesada sobre su persona desde que llegó y en cierto modo la hacía sentirse como un pez dentro de una pequeña pecera.

―Son asombrosos. ―susurró Tenten, había mantenido la respiración por tanto tiempo que también necesitó jalar aire. Ella era una maestra en armas, solo alguien que conoce del tema lo suficiente podía llegar a apreciar los pequeños detalles: la forma en que esa chica sacaba sus armas, bailándolas entre sus dedos como si fuera natural que estuvieran ahí, y la velocidad ¡Vaya con esa velocidad! ¡Estaba casi a su nivel!

El Equipo Gay se especializo en Taijutsu, Lee podría ser un maestro en el tema, pero Neji y su puño suave era un enemigo de temer, y ella, Tenten podía presumir que no había nadie en su generación ni bajo ella que manejara los punzocortantes como lo hacía.

Esa velocidad no se conseguía practicando una hora al día. Tenten disparaba Kunais y shurikens hasta en sueños.

―hmnp...

Hiashi cerró los ojos, dejando que su mente se llenara de recuerdos de su hermano, lo parecido que era con Neji, las ironías del destino. Cómo alguien de la rama secundaria, un ninja que debería ser inferior, estaba siendo admirado abiertamente por su hija, quien debería ser la que le esté dando una batalla difícil a esa niña recién llegada, quien al parecer se ganó todos los favores de la Hokage y ahora la convirtió en su discípula.

Se tenía que morder la lengua para no decir que estaba avergonzado de su hija.

¿Cómo no estarlo?

Hinata le hacía recordar el pasado, si solo ella fuera superior a Neji, no tendría que ver al niño como alguien digno, alguien que merece su atención. La pequeña Hinata que solo temblaba y bajaba la cabeza cuando levantaba la voz. ¿Fue su error como padre?

Ciertamente. Él no sabía cómo ser un padre. Él aprendió a ser el jefe de familia, aprendió a tomar decisiones difíciles. Tuvo que decidir sobre la vida de su clan. Sacrificó a su hermano.

Al menos aún tenía otra hija que si parecía ser digna. Fue la misma inseguridad de Hinata lo que había salvado a Hanabi de no llevar el sello maldito en su frente tan temprano. Démosle tiempo a Hinata de demostrar que es digna del clan, si no, tendremos a Hanabi. Sería una vergüenza que la líder del clan Hyuuga tenga el sello maldito.

Funcionó.

Ninguna de sus hijas era marcada aún, pero alguna tendría que estarlo, si Hizashi no fue perdonado a pesar de solo nacer segundos después de él, Hinata no lo sería por su incompetencia. Por ahora los ancianos se mantenías en silencio gracias a la defensa que Hinata presentó durante la invasión de Pein.

―Neji. ―llamó el adulto.

―Oji-sama. ―le saludó con una reverencia ligeramente más pronunciada para ser solo cordial. ―Tio, ella es Haruno Sakura, la nueva aprendiz de Tsunade-sama. Sakura-san, él es mi tío y jefe del Clan Hyuuga, Hyuuga Hiashi.

La presentación se hizo de forma que a Sakura le pareció demasiado formal, pero el hombre frente a ella era el líder de uno de los clanes más respetados en todo el mundo Ninja, la reverencia de Sakura también fue pronunciada pero no como la de Neji, nunca despegó sus ojos de los de él.

―Un gusto conocerlo, Hyuuga-sama. ―

Hiashi vio el nervio de acero que tenía, no era de extrañar que llamara la atención de Tsunade Senju, además era medininj, por muy buen control de chakra que presumieran los ninjas médicos, la mayoría no eran buenos en el campo de batalla, ella sí.

Será un peón excelente durante la guerra contra Akatsuki. ―había escuchado decir al jefe de un clan menor durante una reunión y otros tres rieron mientras tomaban sake. Hiashi se consideraba alguien más pragmático que altanero, la hokage estaba jugando sucio en esta ocasión, nombrando a una advenediza como su discípula y poniéndola frente a un proyecto tan importante. Las letras entre líneas no eran tan pequeñas como para no darse cuenta, estaban ahí: Haruno Sakura tendría su legado. Todo.

Ahora, él no tendría problema con eso. El hospital no era algo en lo que el clan Hyuuga estuviera interesado, pero ese edificio estaba lleno con los expedientes médicos de todos los ninjas de la aldea. Esa era una información importante que podría ser útil en algún momento. Además, jefe del hospital tenía tanto poder político como un jefe de clan menor, quizá no con el peso de un Hyuuga, Nara o Aburame.

El regreso de los Uchiha era otra cosa en la balanza que podía hacer peso ahora que los concejales estaban fuera de la ecuación.

La cercanía entre su sobrino y esa Kunoichi también era interesante. ¿En qué punto se conocieron? Viéndolo desde una perspectiva las laxa, podría ser algo bueno, un miembro de la rama secundaria fácilmente se podía casar con alguien exterior al clan, los ancianos estarían de acuerdo acercar una oveja extranjera al redil si su lana fuera de calidad, y la muchacha prometía, como ninja y como fuerza política a tener en cuenta.

Hanabi sería una digna líder, Hinata por otro lado estaba en una interesante relación con el chico Uzumaki. Nadie dentro del consejo Hyuuga se negaría a dejar ir a la antigua heredera si contraía matrimonio con el próximo Hokage de Konoha.

―Eres bienvenida a unirte a tomar el té una tarde, Haruno-san. ― invitó a la niña, sin esperar a una respuesta se dirigió a la mansión principal con pasos serenos y espalda recta, dejando sorprendidos a todos los jóvenes.

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Cuando Sasuke regresó a casa no estaba seguro si había alguien dentro o no, no pudo sentir ninguna firma de chakra pero eso no descartaba que estuviera solo, su hermano y Sakura eran bastante buenos en ocultar su presencia.

Las luces de la cocina estaban encendidas, dejó sus armas en el recibidor y siguió el olor, no supo identificar que era, pero hizo que sus tripas gruñeran de forma escandalosa, no comió algo decente desde que salió a esa misión y la idea de desayuno completo por parte de Naruto era ramen instantáneo de carne de cerdo.

No había nadie en la habitación, pero la estufa estaba encendida con una olla y dos sartenes en el fuego, se acercó y destapó la más grande, dejando salir una nube de humo que le llenó las fosas nasales de un sabor dulzón y condimentado que solo logró que se le hiciera agua la boca.

―Regresaste. ―señaló una voz desde atrás.

Sasuke volteó lentamente, quitando de su cuerpo la sensación de haber sido pillado como niño pequeño haciendo algo que no debía y puso su mejor cara de indiferencia.

―hmnp... ―

El Uchiha iba a gruñir algo, no tenía buen humor cuando tenía hambre, pero realmente se quedó en silencio.

Todas las veces que había visto a Sakura, y a pesar de vivir en la misma casa, la kunoichi llevaba el cabello en una cola de caballo alta que le llegaba a la cintura, pero no esa vez. Su melena estaba suelta y mojada, de un rosa más oscuro haciendo que algunos mechones se volvieran más salvajes y parecía mucho más larga.

―¿qué pasa? ―preguntó Sakura al sentir la mirada azabache sobre su persona.

―Tu cabello es muy largo. ― dijo Sasuke. No era una pregunta ni una duda, solo una afirmación que salió de sus labios sin pensarlo.

―¿Mi cabello? ―susurró Sakura, tomando un cadejo que bajaba por el lateral de su hombro, y a pesar de que lo había tomado lejano a la raíz, todavía colgaban unos treinta centímetros entre sus dedos, en la parte de atrás le llegaba a las caderas en un corte recto. ― Hace bastante que no lo recorto, y como lo llevo siempre en coleta, a veces no me doy cuenta de lo rápido que crece. Debería ir a la peluquería, lo cortaré hasta los hombros para que no me moleste mientras entreno.

―¡No! ―

La voz contundente de Sasuke hizo que Sakura perdiera la sonrisa por lo que había dicho, ella no pensaba cortar su cabello tanto, pero definitivo si tenía que quitar las puntas antes de que empezaran a ponerse feas.

―¿Qué?

―No lo cortes. ―le repitió, sintiendo como sus mejillas se ponían calientes. ―así se te ve muy bien.

Lo ultimo fue apenas audible para Sakura antes de ver al pelinegro desaparecer por la puerta escaleras arriba.

―ehh... baja a cenar. ―le gritó, agradeciendo que su hubiera ido porque estaba segura que tenía un horrible sonrojo en toda su cara, lo cual era algo estúpido, si se lo preguntaban, porque solo le dijo que se veía bien, -muy bien, le recordó su mente- No era el primer cumplido que le hacían y mucho menos el mejor, -Pero había sido Sasuke, el señor apenas hablo-.

Y sí Sakura se sentía estúpida, Sasuke se sentía lo que sigue. Se reprochó mil veces aquel desliz de comentario, pero tampoco pudo quitar la imagen de Sakura con su cabello largo y suelto de su mente, es decir, ahora sabía que Sakura e Itachi no estaban en una relación, lo cual en su momento le dio una sensación reconfortante.

Si no fuera porque tenía mucha hambre y el olor de la cena se colaba por toda la casa, lo que solo lograba que sus tripas siguieran vueltas locas, no hubiera bajado a cenar.

Pero ahí iba, bajando las escaleras con calma, sintiendo su hambre bailar por el abdomen, porque no, no estaba nervioso de enfrentarse a nadie.

Cuando llegó a la cocina, la pelirosa estaba de espaldas y el cabello volvió a llamar su atención, seguía suelto, menos salvaje y mojado, también recuperó el tono rosa al que estaba impuesto.

No hubo palabras entre ellos mientras Sakura servía los tazones con la cena que preparó y Sasuke los llevaba a la mesa, pusieron los manteles y arrimaron palillos para ambos. Después de sentarse fue más incómodo, por alguna razón Sakura conservaba un ligero rubor en las mejillas que, en opinión de Sasuke, le iba muy bien con el cabello que le enmarcaba la cara.

―¿Cómo te fue en la misión? ―preguntó Sakura, buscando quitar la incomodidad que rodeaba la situación.

―Bien, fue fácil. ― la respuesta fue breve, yendo al punto, como estaba impuesto Sasuke, solo para darse cuenta que eso los llevó de nuevo al silencio. ―¿y tú?

―Día relajante, pasé la tarde entrenando con Neji-san en el distrito Hyuuga. ―

―¿Por qué fuiste a entrenar al distrito Hyuuga? Nosotros tenemos un mejor bosque para entrenar que ellos.

―Si... ―sonrió Sakura, dándose cuenta de la forma en la que Sasuke se había referido a la propiedad en la que vivían, no como algo de los Uchiha, no como algo de Itachi y él, ella también estaba incluida en ese paquete, parte de esa familia. ―Solo fui a patearle el trasero en su propio barrio.

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Itachi se abrió paso, saltando entre las ramas del bosque Sur que flaqueaba a la aldea, muy detrás de la montaña Hokage, la zona no estaba habitada por nadie y pocos ninjas buscaban una salida por esa zona ya que no llevaba a ningún lado.

―Estamos cerca. ―le aseguró el ninja vestido completamente de anbu, Tsunade le había pedido usar el uniforme completo también a él para no levantar sospechas cuando llegaran a la zona.

El Uchiha no sabía que esperar, la hokage le dio muy poca información, argumentando que era algo que tenía que ver con sus propios ojos.

Activó el Sharingan cuando notó una inconsistencia en su entorno, la sensación de que algo estaba mal y una imagen estaba montada sobre otra, una habilidad que solo un maestro en genjutsu altamente entrenado lograba.

Había dos ninjas ocultos, uno detrás de un árbol y la firma de chakra del otro venía de bajo tierra. El genjutsu de disipó, Itachi podía asegurar que la técnica estaba en un nivel superior a Jounnin, quien sea lo que haya hecho, esperaba que nadie encontrara lo que sea que hubiera dentro.

La temperatura bajó un par de grados y el aire se sentía pesado, las fosas nasales de Itachi ardieron al tener que filtrar el aroma de putrefacción que incrementaba cuanto más bajaban. Había puertas y túneles que cruzaban el lugar, pero el ninja que lo iba guiando nunca dudo en qué camino seguir.

―¿Dónde estamos? ―preguntó, sabiendo la respuesta.

Pero de ser así... él mismo escuchó cuando el anbu le dijo a Sarutobi que ese lugar fue destruido, ¿mintió el ninja? ¿mintió el kage? ¿esa era la única mentira que él dio por hecho?

―En el laboratorio de Orochimaru.

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