xSouh

Burakkurōzu

29: Cumulus

Dentro de Akatsuki me conocen como Tobi, sería muy problemático que supieran que soy Uchiha Madara…

Itachi se despertó en un movimiento rápido y lleno de terror, su piel sudaba y las sabanas estaban mojadas. Se talló los ojos, más por costumbre que porque realmente dolieran en ese momento, aunque sus sueños manchados de recuerdos y llenos de verdad si que lo quebraban y solo una palabra bailaba a su alrededor: Mentiroso.

Le mintió a sus padres cuando aún era un niño. Un niño con las manos llenas de sangre.

Le mintió a Madara sobre sus objetivos.

Le mintió a Sasuke después de matar a su clan. Su vida era una mentira para todos.

Le mintió a Sakura cuando no le contó sobre Madara. Le volvió a mentir días atrás cuando Naruto reveló la verdad detrás del hombre.

La ventana de su habitación estaba abierta, dejando entrar el aire vespertino, mucho más fresco que del resto del día y dejando claro la cercanía del otoño. Enojado, se levantó, tirando en un cesto las prendas para ponerse una muda completa nueva. Bajó los escalones de dos en dos, sintiéndose más descansado después de haber sido obligado a dormir un buen numero de horas por Sakura.

El olor a pergamino viejo y café llenaba todo el piso, no se sorprendió cuando entró a la cocina y los dos estaban ahí, sentados en cada extremo de la mesa con un rollo en mano y una taza de café en otra.

―¿Descansaste bien? ―preguntó ella, sin despegar la vista del papel entintado, como esperando que las letras desaparecieran antes de encontrar la pista maestra que les daría la respuesta que buscaban.

―Suficiente. ―dijo, esperando que nadie preguntara porqué sus ojeras ahora eran más pronunciadas. Sasuke lo volteó a ver, tomando la mentira sin decir una palabra.

―¿Cómo es que pasó esto? ― El golpe en la mesa formó una onda circular en la taza de café frio, la frente de Sakura dolió después de aquello, pero no le importó.

―Yo… mentí. ― La voz de Itachi, cansada y apenas audible entre el sonido de un pergamino abriéndose llamó la atención de los dos, encontrándose frente a una nueva incógnita. Ninguno pudo darle un contexto a la oración. ―a ambos. A todos.

―Durante la batalla dijiste que incluso a Sakura le ocultaste la verdad, ¿a eso te refieres? ―cuestionó Sasuke, tanteando el terreno que pisaba, en ese momento se sentía como caminar sobre un lago viscoso y lleno de minas.

―Si. ―

―¿A qué verdad se refiere Sasuke?

―La verdad sobre Madara. ― susurró, cayendo en la silla y mostrando que realmente no descansó mucho en todas esas horas de pesadillas. ―Jamás te oculté la verdad sobre la noche de la matanza del clan Uchiha, tampoco sobre la misión de infiltrarme en Akatsuki, pero nunca fui sincero del todo. ―comenzó, pasando su mirada de uno al otro lentamente ―había un ninja, un Uchiha… el estaba planeando algo contra el clan mucho antes de que todo pasará. Fui a él con una mentira y aceptó ayudarme esa noche. Todos morirían excepto Sasuke. Es alguien que actúa desde las sombras, el verdadero líder de Akatsuki… Uchiha Madara.

―¿Entonces Madara es quien ha estado al frente de Akatsuki todo este tiempo? ―

―No, Sakura. Al menos yo no lo creo así. ―continuó ―El se presentó como Uchiha Madara, pero de una forma u otra no pude creerle completamente que el fuera el hombre de la leyenda.

―Nunca conocí a Madara, pero se sentía mucho como Madara cuando estuvo en Konoha. ―

―Algo pasó entre la matanza del clan y el día que vino a Konoha.

―¿A qué te refieres? ―preguntó Sasuke, hilando toda la historia para poder darle un poco de sentido a las palabras de su hermano.

―¿Por qué lo dices ahora? ― las palabras de Sakura salieron sin poder ocultar lo abrumada que se sentía, pasar todo el día leyendo informes de muertos no servía. Sus manos tenían un temblor fino que luchó por ocultar bajo la mesa, aunque fue muy tarde, todos en la habitación lo notaron.

―Porque… porque algo se nos escapa. ―su puño golpeó la mesa, desordenando los papeles que solo su peso evitó que salieran volando. ―Y sea lo que sea, pasó entre esos dos momentos, y siento que tiene que ver con el laboratorio.

Por primera vez desde que llegó, no había estrés, angustia no temor en su voz.

―No tenemos todas las pruebas.

―Aún. ―afirmó Sakura, contagiándose de la seguridad que mostró Itachi. ― Pero la Hokage nos las dará.

―¿Por qué lo haría?

―Porque ella también quiere saber la respuesta, Sasuke. ―le sonrió la pelirosa, sintiendo como algo volvía a su lugar. ― Le gusta la verdad, por eso empezó a tirar del hilo del misterio de Itachi.

―¿Un hokage justiciero? ―rio Sasuke, recordando la historia de su clan.

―Cuando pierdes todo lo que quieres… arriesgar un poco es nada. ―señaló Itachi.

―Verdad y justicia no son sinónimos.

―No, no lo son.

―¿De quién sospechabas, Itachi? ―preguntó Sakura, volviendo a la conversación anterior.

―¿Shisui…? ―especuló Sasuke, recordando a los miembros del clan lo suficientemente fuerte para realizar todo lo que había hecho Madara, además de su hermano y quizá su primo, no había otro shinobi dentro del clan capaz de hacer eso.

Entonces no sonaba tan loco decir que el mismo Madara Uchiha, en carne y hueso, caminaba por el mundo ninja.

―Yo mismo vi morir a Shisui después de que Danzou le robara el sharingan.

―Hijo de puta…

Sakura quiso regañarlo, recordarle sobre el lenguaje, pero ella misma pensó una palabra más fuerte que eso, una de esas que solo Hidan de atrevía a decir.

―Ya no hay necesidad de más mentiras. ―dijo Itachi mientras las aspas de su sharingan comenzaban a girar, metiéndolos en sus recuerdos, mostrando toda la verdad que soñó hace menos de un par de horas.

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Los vasos de cristal y las botellas de sake acumuladas en el escritorio y el suelo a la periferia eran la muestra clara de las horas que llevaba la mujer sentada en la silla. El cabello, que siempre iba amarrado en dos coletas perfectas y ni siquiera las horas de entrenamiento y batalla podían arruinar ahora estaban fuera de lugar.

Pasó la mano por su frente, cansada de no poder armar el rompecabezas que tenía ante ella. Sus mejores hombres trabajaban acomodando esas piezas.

¡Y solo pensar que todo inició en su juventud! ¡tan cerca de ella y jamás lo vio!

Ella estuvo enamorada de ese hombre.

Deslumbrada por lo inteligente que era, la seriedad con la que tomaba todo.

―Debería descansar, Tsunade-sama. ―pidió Shizune, preocupada. La pelinegra podía entender la necesidad de su maestra de poder llegar al fondo de aquello, aunque era información confidencial y que quizá nunca llegara a manos de los civiles y rangos medios de la aldea, Hiruzen fue como un tío para la rubia, un hokage que todos admiraban, ella no podía permitir que esa imagen se quebrara de una forma tan fácil.

―No es hora de descansar… ―gruñó Senju, sin poder ocultar la frustración en su voz. Si Jiraya estuviera vivo….

―Hace apenas unos días despertó de un coma, Tsunade-sama, no debe sobre esforzarse tanto.

―¿Tenemos los mapas de las guaridas que encontramos de Orochimaru?

―S-si….

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―¡Sakura! ―le llamó Ino, dando unos pasos largos y barajeando la pila de papeles que llevaba en las manos para poder alcanzar a la pelirosa que ya se dirigía a la salida del hospital, aun no se le había asignado un área para trabajar en el área clínica, por lo que después de su clase era libre de ir a casa.

―Ino, buenas tardes. ― saludó, acomodando sus propios papeles sobre su cuerpo.

―Esta noche saldremos a beber un poco los novatos, ¿no te quieres unir? ― la invitó con una media sonrisa en la cara, ya todos sabían sobre la reunión de esa noche y aunque se comentó podrían invitarla, ninguno era lo suficientemente cercano para hacerlo, Ino se propuso a hacerlo.

―Tengo unas cosas que hacer. ―comenzó a disculparse, recordando la pila de pergaminos que aún estaban sobre la mesa de su cocina.

―Solo serán un par de horas. ―insistió, entendiendo de forma perfecta todas las responsabilidades que cargaba sobre sus hombros, pero despejarse una noche no le hacia mal a nadie. ―Estoy segura que aún no conoces ninguno de los bares de la aldea. Konoha tiene los mejores clubes del mundo ninja y no puedes morir sin visitar uno.

―No pensaba morirme en los próximos meses, Ino.

―Nos vemos en el parque a las nueve…

Sakura se quedó parada, con una mano en el aire y los labios entreabiertos tratando de dar una excusa sobre por qué no iría esa noche con la rubia, a Yamanaka no pareció importarle dejarla así, desapareció por el pasillo con una sonrisa en los labios y pensando que vestido se pondría esa noche, después de todo, Sai estaría ahí y era la oportunidad perfecta para lograr que ese ninja se le declarara al fin.

Las tardes se hacían cada vez más cortas señalando el fin del verano, cuando sakura regresó a casa no encontró a ninguno de los hermanos, los pergaminos habían desaparecido por lo que la pelirosa dedujo que Itachi estaba en la torre con la hokage buscando alguna pista que los acercara a la respuesta que tanto buscaban.

Se rindió de tratar de leer un poco cuando su mente no podía concentrarse, por lo que salió a los terrenos a perder un poco de energía. La idea inicial era lanzar cualquier objeto punzocortante al aire, pero terminó en un entrenamiento de espada, recordando que tenía meses que no se entrenaba con su arma.

No era lo suficientemente buena como para insistir en ello, pero tener la hoja entre sus dedos traía a su mente los tiempos en la guarida Este. El clima templado de Konoha era tan distinto a las tormentas electicas que siempre había entre los picos de las montañas, tan húmedo que a Kisame le recordaba a Kiri.

―Me encontré a Naruto de camino a aquí. ―le dijo Itachi, apareciendo de la nada con una espada en mano que blandió en el lugar donde había estado su cuello medio segundo antes.

―¿Ya tiene menos problemas en entablar una conversación? ―preguntó Sakura, demasiado feliz para alguien que fue atacada por sorpresa.

―Pequeños avances. ― movió su propia arma, poniendo a centímetros de su cara para bloquear un golpe frontal. ―pero no cambies la conversación.

―Eres tu el que no se puede concentrar. ―se burló, disfrutando el sonido de las hojas metálicas chocar, en su mente solo faltaban los rayos y truenos para que fuera perfecto, haciendo subir los niveles de adrenalina que circulaban por su ser.

―Veremos quien pierde el control primero. ―vociferó el Uchiha, cambiando su katana por un par más cortas, mostrando que iba enserio.

Un kunai de chakra se materializó en su otra mano, utilizándolo principalmente como escudo para la segunda kodachi de Itachi, que la atacó sin miramientos.

―Estas oxidado. ―se burló Sakura cuando logró hacer un corte en la mejilla derecha del pelinegro, no era tan profundo pero un par de gotas comenzaron a caer, haciendo más pronunciada la sonrisa de la pelirosa.

―¿O solo te estoy dejando ganar?

―Hace mucho que no me dejas ganar. ―le dijo, haciendo una señal ofensiva con los dedos.

―he creado un monstruo.

―Ese era el plan.

―Aún así, se que Naruto llegará por ti y Sasuke a las nueve para ir a beber alcohol. Que rápido crecen los niños.

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Itachi no mintió, Naruto llegó quince minutos antes a la puerta de los Uchiha, tocando como poseído para sacar a su mejor amigo de las tinieblas de su casa.

Al final los tres ninjas iban camino al parque.

Sakura aún llevaba el cabello húmedo, Itachi la amenazó con meterla a un genjutsu donde pasaría mil horas en un bar si no salía de su habitación con ropa que no fuera de entrenamiento. Unos pantalones de mezclilla y una blusa sin mangas negra fue lo más que pudo obtener.

Sasuke no corrió mejor suerte, ponerse zapatos que no fueran sandalias ninjas era incomodo, además la tela de sus pantalones no sería tan flexible si tuviera que matar a alguien.

―Te ves muy bien, Sakura-chan. ―le dijo Naruto una vez que salieron de los terrenos Uchiha. Desde que la pelirosa llegó a la aldea siempre la había visto con ropa de entrenamiento, y no es como si engañara a Hinata por pensar que la chica era bonita, desde niño le llamó la atención la combinación exótica de colores, pero en su corazón solo había lugar para una y tenía los ojos de color perla.

―Gracias, Naruto. También es extraño verte sin tu ropa de entrenamiento, ahora creo que toda la ropa que hay en tu closet es de color naranja.

―Hmnp…

―No seas celoso, Teme. Tú también te ves hermoso hoy. ―rio el Uzumaki, mostrando los dientes en una sonrisa salvaje que hacia a cualquiera olvidar que Naruto también era un ninja, uno muy fuerte y para eso se necesitaban ciertas habilidades de observación. Viajar con Jiraya también ayudó un poco en eso, no por nada era el único de su generación que tenía novia.

―Dobe…

―Juventud, hermoso regalo. ― dijo sin borrar la sonrisa de su cara, ni siquiera cuando sus ojos solo mostraban nostalgia ante el recuerdo de su fallecido maestro.

―Estas loco de remate, Naruto.

―¡Sakura! ¡Naruto! ―gritó Ino, moviendo los brazos para llamar la atención de los ninjas. Decir que estaba sorprendida que Sasuke estuviera ahí era minimizar el sentimiento.

―Hola, Ino.

La mayoría de las calles estaban solas a esa hora en un lunes, aun así, eso no desanimó a ninguno de los jóvenes, menos a los rubios. El bar estaba a solo un par de cuadras por lo que no tardaron mucho en llegar, dentro ya estaban la mayoría de los ninjas de la generación y Sakura dedujo que a eso se referían cuando Yamanaka dijo Novatos.

El lugar era amplio, con decenas de mesas y una gran barra de madera pulida, no había muchas personas además del grupo y la música era apenas un sonido de fondo, haciendo un sitio ideal para conversar de forma cómoda.

―¡Naruto-kun! ― saludó primero Hinata, acercándose a su novio. La evolución de la pelinegra había sido algo abismal para todos, contando que hace menos de un año la chica apenas podía decir el nombre del Uzumaki sin desmayarse.

―¡Hinata-chan! ¿Ya te presenté a Sakura-chan?

―Y-ya la conozco, Naruto-kun. Sakura-san entrenó con Neji-san la semana pasada.

―No seas bobo, Naruto. ―interrumpió la rubia, haciendo a un lado al hijo del cuarto hokage para hacer ella misma los honorres. ―La última vez que se presentó con todos, fue demasiado formal y tenso. Así que hagámoslo de la forma correcta. Sakura, ellos son Hinata, Tenten, Neji, Rock Lee, Shikamaru, Kiba, Chouji, Shino, Sai y Hikari.

―Mucho gusto, chicos.

―¡Y Sasuke volvió!

―Tu eres grandiosa, Sakura-san… ―gritó Lee, no importándole que todos hayan escuchado, desde el momento en que la vio llegar con Neji, Ino y Shikamaru pensó que era hermosa, pero además era fuerte, inteligente y…

―ehh… gracias, Lee-san.

―Creo que Rock Lee tiene un nuevo flechazo, salud por eso. ―rio Tenten, levantando su vaso para que todos los que ya tenían una bebida en mano la siguieran.

―Nosotros aún necesitamos alcohol. ―se quejó la rubia, dirigiéndose a la barra para conseguir algo y seguirles el ritmo a los que llegaron antes.

―¿Vas a tomar algo, Sasuke? ―le preguntó la pelirosa, buscando salir del centro de atención de todos y perderse en la barra.

―Sake. ―contestó, siguiéndola en busca de silencio.

―Una botella de Sake y dos vasos. ―pidió Sakura al encargado de la barra.

―¡Sakura, Sasuke! Vengan acá. ―les llamó Naruto, moviendo los brazos al aire como si el lugar estuviera abarrotado de personas.

―No necesitas gritar tan fuerte Naruto. Habemos personas que queremos conservar nuestros tímpanos.

―No llores, Kiba.

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Itachi se despertó después de los primeros rayos del sol salieran, el cansancio y estrés acumulados en los últimos días le pasó factura. Sin preocuparse por quitarse el pijama ni pasarse los dedos por el cabello, bajó las escaleras, dando saltitos para ir de dos en dos escalones.

Hubiera esperado cualquier cosa al pasar por la sala de estar, incluso un gato verde y un perro rojo, pero no ver a Sasuke y Sakura acostados en el sofá con tres botellas de alcohol tiradas en la mesa y suelo.