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xSouh
Burakkurōzu
31: Sunagakure
―Hyuuga-sama. ―saludó el ninja de la arena, abriendo las puertas de la enorme casona.
Sakura fue la que más se sorprendió, nunca antes había estado en Suna y ver la forma en que la aldea se había levantado en medio del desierto para crear una serie de complejos edificios con geometría circular era algo increíble.
Neji fue el primero en pasar, sus pasos eran confiados y no parecía necesitar al hombre que los guiaba hasta el estudio de la mansión Kazakage. La luz amarilla les daba a las paredes un aspecto antiguo, reflejándose en pequeños puntos dorados que hicieron a Sakura preguntarse qué mantenía unida tanta arena.
―Buenas noches. ―les dio la bienvenida Sabaku No Gaara, sentado en la silla detrás del escritorio que se mantenía en el centro del estudio.
―Buenas noches, Kazakage-sama. ―repitió Neji, dando un ligero asentimiento sin bajar realmente la cabeza.
―Todo un equipo de ensueño el que manda Hokage-sama. ―chasqueó los dientes Temari No Sabaku, llevando la atención de los extranjeros a ella. La muchacha no reparó en ser discreta en su escrutinio.
Como hermana del Kazakage y encargada de las relaciones diplomáticas de Suna, se topó muchas veces con Hyuuga Neji antes, ambos eran las cartas confiables de sus líderes. Se obligó a mirar en segundo lugar al ninja de los insectos, ¿Era un Inuzuka o un Aburame?
Aburame, seguramente. Ya que los Inuzuka eran los de los perros y ella no veía a ninguno aquí.
No resaltó realmente en esos exámenes chunnin años atrás, pero estaría mal que ella no lo recordara.
Por supuesto que de Uchiha si tenía memorias. El niño causó todo un alboroto ese año, sin mencionar todos los rumores confirmados que se decían del hombre: su deserción de Konoha, el asunto de Orochimaru y la muerte del sannin. Si tuviera que ser sincera, le sorprendía que Konoha lo haya aceptado de vuelta, aunque un clan noble era un clan noble y el chico tenía uno de los dojutsus más poderosos del continente.
Pero a la ultima nunca la había visto. Sakura también la observó.
―Tenemos mucho interés en lo que sea que haya en esa cueva. ― dijo Neji, volviendo la vista directo al pelirrojo que tenía un mapa sobre el escritorio.
―Está justo aquí. ― señaló, un punto cerca de la frontera de Takumi no Sato.
Los cuatro ninjas de Konoha se acercaron, viendo las rutas trazadas en el papel de lo que seguramente fueron un buen número de exploraciones.
―¿Es la única guarida que han encontrado? ―preguntó Shino, reconociendo la zona. Su familia hizo muchas barridas con sus insectos en busca de información, pero siempre se enfocaron en la dirección contraria, creyendo que Oto seria un lugar más lógico para esconderse.
―Si. Muy seguramente fue construida durante la época del Yondaime Kazakage. ― las palabras de Temari salieron firmes a pesar de la vergüenza que sentía al saber que su padre se alió con un monstruo como aquel, no por Gaara, Kankuro o ella misma, sino por el pueblo que representaban. Quizá la muerte del hombre limpió un poco su nombre, convirtiéndolo en una víctima que no era.
―Las patrullas que Suna siempre mantiene sobre el país harían imposible construir toda la serie de túneles que hay. ― susurró Shino.
―Orochimaru tiene un pequeño ejercito con habilidades para construir una guarida completa en una semana. ―
Todos los rostros se giraron para ver a Sasuke, que era la primera vez que hablaba desde que llegaron a la oficina. Los No Sabaku buscaron indicio de traición en su persona, pero no encontraron nada.
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Itachi se dejó caer en uno de los pequeños sofás de la biblioteca de biblioteca principal en la torre del Hokage, estaba cansado y las ojeras bajo sus ojos solo seguían creciendo a pesar de que trataba de dormir al menos seis horas al día, un buen promedio para un ninja.
―¿Vas a regresar al servicio activo? ― preguntó Tsunade, tanteando sus palabras en un intento de que sonara como algo casual.
―ANBU ya no es para mí. ― aceptó el pelinegro, regresando su atención a la lectura del pergamino que tenía en sus manos.
―Quizá nunca lo fue. ― le dijo la mujer, buscando llegar al tema que de verdad le interesaba. ―Los Uchiha aún no tienen un representante dentro del concejo de clanes.
―Los Uchiha nunca han tenido un representante dentro del concejo de clanes. ―repitió Itachi, buscando en su memoria la época en que el concejo se formó. No fue algo formal hasta después del ataque del Kyuubi años atrás, cuando ellos fueron alejados un poco más.
―Soy una Senju. ―apretó los puños, con coraje. ―Nunca me importó la política mucho más que Konoha, la vida nunca está bien cuando creces en medio de dos guerras y cosas incorrectas se vuelven normales. Jamás batallé para conseguir el reconocimiento de alguien, nadie esperaba que fuera solo una kunoichi promedio más por lo que no mentiré y diré que entiendo como se sienten las masas porque no lo hago y quizá nunca lo haré. Pero ni en mis más remotos sueños pensé que la mierda que cubría esta aldea fuera tan grande.
―La paz…
―No, no hables sobre la paz o una estupidez similar. ―le cayó antes de que iniciara. ―Se han permitido demasiadas cosas que no debieron suceder. Donde sea que levanto una piedra sale más mierda. Tú, Sasuke, Danzou, Hiruzen, Orochimaru, Mitarashi.
―Todo inició con las mejores intenciones. ― dijo Itachi, con voz rendida. ―Lo leí hace muchos años en un pergamino del clan. La historia que no cuentan en los libros de la academia ninja… una amistad entre Uchiha Madara y Senju Harishima. Formar una unión fuerte entre dos clanes.
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La estructura de la cueva era mucho más compleja que cualquier guarida de Orochimaru en la que Sasuke hubiera estado, la entrada estaba oculta por un genjutsu de alto nivel que Suna ya había traspasado.
Caminaron en fila por un pasillo largo de paredes de roca firme en una pendiente hasta llegar varios metros debajo del nivel del suelo, donde la temperatura era menor y se sentía la humedad de la tierra. Temari utilizó un Jutsu simple para desactivar los sellos que protegían la entrada a la cámara principal.
Era redonda y el techo parecía hecho de una cúpula cristal blanco que dejaba pasar la luz de un sol de medio día, pero eso era imposible con la profundidad a la que estaban. No estaba lleno de mesas y anaqueles, incluso parecía ser una sala de té normal.
―Encontramos un par de diarios. ―señaló Temari, llamando a uno de sus guardias para que le mostrara a los de Konoha las diversas libretas que tenían.
Sakura fue la primera en tomarlos, hojeando rápidamente el contenido en busca de alguna respuesta a los cientos de preguntas que tenían en ese momento, pero no encontró nada. Tan solo apuntes sobre anatomía y fisiología humana que podría encontrar en cualquier libro de texto médico.
―Nada. Pero…
Su última palabra se ganó la atención los shinobi presente, ignoró eso y buscó en su bolsa de armas el ultimo diario que había estado leyendo la noche pasada. Lo abrió en una hoja al azar y todos se dieron cuenta a que se refería.
Los diarios encontrados en Konoha estaban escritos con tinta negro azabache, las letras eran pulcras y elegantes, con ganchos rimbombantes y una ligera inclinación a la derecha que conectaba cada símbolo.
Los otros, a pesar de ser del mismo color y hojas, la caligrafía era más gruesa, con líneas rectas y círculos perfectos. No era una letra fea o tosca, pero definitivamente no era la misma.
―¿Otra persona? ―preguntó Temari, sintiendo como un fuerte dolor se posicionaba en su cabeza.
―Esta es una guarida de Orochimaru. ―los detuvo Sasuke, reconociendo el estilo de su ex maestro a pesar de lo extravagante del lugar.
El Uchiha activó el sharingan, en busca de las puertas secretas que el lugar debía tener. El Kazakage les enseñó el día anterior un croquis de lo que encontraron, pero era obvio que esa cueva tenía algo más que una sala, dos recamaras, baño y cocina.
El Byakugan tampoco funcionó para encontrar un pasadizo secreto.
―¿Tu no tienes la misma invocación que Orochimaru? ― cuestionó Sakura, recordando la pelea que había tenido con Deidara.
Y funcionó.
En el suelo se abrió una serie de escaleras que los llevó un par de pisos más abajo, donde el olor a tierra y humedad, combinada con formol y algo que hacía que la nariz se sintiera acida aumentara conforme más escalones bajaban.
El olor era familiar para Neji, así olía la cueva que encontraron en Konoha, por lo que ya sabía más o menos que esperar cuando llegaran a la habitación.
Temari tosió en busca de sacar aquel olor de su cuerpo, pero fue inútil cuando vio la habitación, iluminada solo por farolas verdes fosforescentes que salían de los tanques llenos de líquido burbujeante.
Los cilindros estaban llenos de niños, ninguno podía superar los quince años, con los ojos abiertos brillando en un rojo sangre sin parpadear. Se llevó la mano a la boca para tratar de callar el grito que su mente luchaba por dar, pero su garganta no podía.
Los insectos de Shino de desplegaron, en busca de algo que pudiera servir mientras Sasuke solo se quedó parado en el ultimo escalón, viendo todos esos Sharingan.
Sakura sacó una lampara para iluminar las mesas, no había diarios ahí, pero si muchos pergaminos. Los abrió en busca de algo útil pero solo hablaban de trayectos nerviosos, como duplicar nervios e insertarlos en el cuerpo.
―Cuando maté a Danzou, tenía decenas de Sharingan en el cuerpo. ―señaló Sasuke, saliendo de su estupor.
― ¿Fue Orochimaru quien lo ayudó?
― ¿Quién más podría experimentar tan alegremente si no fuera él?
―Es como si estuvieran vivos. ― dijo Neji, con su Byakugan activado mientras veía los tanques llenos de seres deformes. ―Sus redes de chakra están activas.
― ¿Quiénes son ustedes? ―La voz infantil hizo que todos se pudieran tensos y en posición de ataque, buscando qué era lo que les hablaba.
― ¿Dónde estás? ―preguntó Temari, lista para usar su abanico para destruir a quien sea que estuviera ahí.
― ¿Yo? ―volvió a preguntar. ―Yo estoy aquí, en el cilindro verde.
― ¿Q-qué eres? ― la voz de Sakura salió quebradiza al encontrar el lugar de donde venía aquella voz, acercándose al tanque donde flotaba un cuerpo de un niño de nomas de cinco años, el cabello negro y piel blanca llamaba la atención de todos, notando el parecido que tenía con el Uchiha del grupo. Y no solo eso, sus ojos también eran rojos.
― ¿Qué soy? ― sonrió con amargura. ―No lo sé, aparecí hace mucho tiempo. Cuando Orochimaru-sama y Kabuto-sama aún vivían aquí. Cuando había más como yo, a todos los utilizaron menos a mí.
―¿A quiénes utilizaron? ―La voz de Sakura salió en un tono dulce, como si estuviera hablando con cualquier niño pequeño normal.
―A los demás. Nosotros fuimos creados para donar nuestros ojos a Orochimaru-sama y Kabuto-sama. Pero ellos ya no volvieron después de decir que era un inútil y que mis ojos no servían para nada.
―No te acerques demasiado, Sakura. ―Ordenó Sasuke al ver como la pelirosa daba pequeños pasos hasta quedar frente al tanque. ―No sabemos si es una trampa.
― ¿Una trampa? ―preguntó el niño. ― ¿Cómo la que Danzou-sama le puso a Orochimaru-sama?
―Explícame eso, por favor. ―pidió la Haruno, sin saber si todo lo que decía era verdad, pero era más de lo que encontraron hasta ese momento.
―No puedo decir nada porque Orochimaru-sama o Kabuto-sama podrían matarme.
―Orochimaru esta muerto. ―le aseguró Neji, entendiendo lo que Sakura intentaba hacer.
―¿Danzou-sama finalmente lo mató?
―¿Por qué Danzou lo mataría? ―quiso saber Sakura.
―Porque Danzou-sama no quería que Orochimaru-sama hablara sobre lo que sabía. Danzou-sama se lo dijo cuando trajo a Kabuto-sama a vivir aquí y Kinoe-nii-san se fue.
― ¿Kinoe-nii-san?
―Kinoe-nii-san era genial, Orochimaru-sama lo creó con la habilidad de poder controlar la madera y él siempre fue muy bueno con todos nosotros, incluso cuando Orochimaru-sama decidía que era nuestra hora de salir del tanque.
― ¿Qué vamos a hacer con él? ―preguntó Temari, sintiendo el coraje recorrer sus venas al escuchar la historia y ver las pruebas de todo lo que Orochimaru hacia con niños, lo que le hizo a su padre…
―Podemos llevarlo a Suna para continuar estudiándolo y saber que más nos puede decir. ― dijo Sasuke, aunque el mismo creía que eso era demasiado inhumano, algo que solo un ser como Orochimaru haría.
―Yo no puedo salir de aquí. ―volvió a hablar el niño. ―Estos tanques están pegados a la guarida y morimos en el momento en que nuestro cuerpo toca el oxígeno.
― ¿Qué quieres decir?
―Fue algo que Orochimaru-sama hizo para que nunca intentáramos escapar. ―les explicó, como si fuera lo más lógico del mundo. ― así que, si van a destruir este laboratorio, déjenme ir en paz con mis hermanos.
―Pero podríamos hacer algo…
―Ya he estado mucho tiempo aquí, señorita Sakura-sama. ―le dijo el niño con una sonrisa, sorprendiéndola al llamarle por su nombre. ― mi cuerpo se siente cansado y duele mucho. Ya solo quiero irme de aquí.
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Sakura juntó toda la ira que sentía en ese momento y la dejó ir de un solo golpe, estrellando sus puños contra el suelo y destruyendo decenas de metros a la redonda para no dejar huella de la aberración que hacía en ese lugar.
Les llevó tres días completos sacar todos los papeles y documentos importantes, transportándolos en con sellos de almacenamiento que terminaron en un saco lleno de pergaminos.
Estuvo una hora completa en el baño, tratando de quitarse el sudor, polvo y olor a podredumbre que aún sentía pegado a la piel, fregó con la toalla hasta que quedó roja y su cabello terminó hecho un pequeño nido de pájaros.
―Debes de descansar. ―le pidió Sasuke cuando entró en la sala común que había entre las recamaras.
― Solo quiero llegar al fondo de esto para acabar con todo.
―Orochimaru esta muerto. ―
― ¿Y Kabuto? ¿Qué tan importante es en esto? ―exclamó, levantándose del sillón al tiempo en que Sasuke tomaba asiento a su lado.
―Solo descansa… ― volvió a pedirle, tomándola de la mano para atraerla de nuevo al sillón, algo que no se esperaba e hizo que terminara recargada en él.
―Gracias, Sasuke. ―
