xSouh

Burakkurōzu

38: Tsuki no Me Keikaku

― ¿Cuál es tu propósito aquí? ― preguntó Sakura, afianzando las suelas de sus sandalias ninja en las rocas.

― ¿Tengo que tener uno? ―le regresó la pregunta Kabuto, su voz nunca fingió la duda. ― ¿El real o el que estoy jugando en esta guerra?

―Insinúas que no estas del lado de Madara, ¿entonces por qué continuas con él? ¿Por qué revives a los muertos para que peleen de su lado? ― le exigió, quitándose los guantes de piel, sabiendo que en esa batalla serian más un estorbo que una verdadera utilidad.

―Para ser alguien que ya ha visto los dos lados de la moneda, tus ojos siguen cerrados, Sakura-chan. ― se burló el peligris, caminando en pasos lentos y zigzagueantes en su dirección. ― ¿Cuántas formas de controlar el cuerpo humano crees que existen? ¿Cuáles son las verdaderas habilidades del sharingan? ¿cuántos tipos de genjutsu existen?

―Tu… ― gruñó, alejándose un paso cada que él avanzaba uno. Quería atacarlo, pero no podía negar que también quería escuchar las respuestas.

―Eres un ninja médico, Sakura-chan. ―rio el hombre. ―Esta en tu naturaleza sentir curiosidad, buscar las respuestas es algo que pocos se atreven. Orochimaru-sama lo hizo.

―Orochimaru mató a decenas de niños, Experimento con ellos. ―le escupió las palabras, lanzándole varios kunai directo al rostro, su velocidad era superior al ninja promedio, pero no esperaba acertar en su blanco, solo buscaba una distracción, formó dos clones y atacó desde las tres direcciones, creando en sus manos una espada de chakra materializado, la hoja era corta, de doble filo y empuñadura delgada, sus manos callosas embonaban perfectamente, encajándola en el cuerpo del shinobi.

― ¿No es eso lo que llamamos método científico? ―siseó el hombre, saliendo de debajo de la tierra, dejando solo una piel de víbora grisácea empalada con tres espadas. ―La experimentación es la única manera valida para comprobar una hipótesis.

―No con vidas humanas. ―

―No seas hipócrita, Sakura-chan. ―pidió el aprendiz de Orochimaru. ― ¿Cómo crees que se ha perfeccionado cada procedimiento que hacemos? ¿Es mejor utilizar niños en un laboratorio que mandarlos a que asesinen a otra persona? ¿O prefieres que den su vida por la romántica idea de una aldea, de un hogar?

Sakura era una maestra en genjutsu, pero ninguno funcionó contra Kabuto, ella no era la única que se preparó para luchar contra el sharingan. Los sentidos del ninja de Oto eran rápidos, afilados, su control de chakra era superior al ninja promedio, tenían en común ser peleadores de mediano alcance, pero las habilidades de ambos los ponían en desventaja, llevándolos a la corta distancia.

Las uñas de Yakushi se convirtieron en garras azules de chakra que cortaban todo a su paso, bisturís afilados listos para herirla si no esquivaba a tiempo, pero ella no se quedó atrás.

―Decisión. ― soltó la palabra, emanando chakra por la planta de los pies para aumentar la velocidad de su ataque. ―Esa es la diferencia. Yo elegí convertirme en ninja. ―dijo, lanzando una patada rápida al costado del peligris. ― Yo elegí dejar mi aldea y unirme akatsuki. Yo elegí no seguir en la organización y yo elegí regresar a Konoha. Ellos no eligieron ser parte de las aberraciones de Orochimaru.

La patada no funcionó, pero eso no la desanimó, continuaron intercambiando golpes, sonrió cuando su puño por fin conectó con su mandíbula, mandándolo a volar varios metros, crujió sus nudillos y fue por él, pero un clon la atacó antes de llegar.

―No todos nacen con ese privilegió, Sakura-chan. ―le dijo, y aunque su voz buscaba tener esa calma y locura que siempre tenía el sannin, el coraje destilaba en cada silaba. ―hay quienes solo nos toca seguir los destinos de otros.

Sakura se levantó en un salto rápido, comenzado a hacer varios sellos y soltaba el nombre de la técnica, un gran chorro de agua salió y fue directo a su enemigo, corrió entre los escombros, buscando el lugar donde aparecería después.

―Desactiva el Edo Tensei. ―exigió, lanzando varios kunais y preparando su puño para estamparse en la mitad de su pecho.

―Esa no es mi decisión. ― se rio, haciendo varios sellos para crear un muro de rocas entre el y cualquier posible ataque. ― De nuevo soy solo una marioneta en los planes de alguien más. Eso no va a cambiar con palabras lindas, Sakura-chan. Si quieres acabar con el Edo Tensei tendrás que luchar de verdad y matarme.

―Desactiva el Edo Tensei. ―repitió la pelirosa, sabiendo lo que había estado haciendo Kabuto antes de que fuera reclutado por Madara. Una oportunidad para todos aquellos que alguna vez fueron un experimento de Orochimaru sonaba como una utopía después de todos los pergaminos y diarios que leyó del sannin. Ella no quería destruirlo.

―Soy un hombre de ciencia, Sakura-chan. ― se levantó, atacándola de nuevo con jutsu tierra. ―Creo en los números y los datos. Otogakure esté acabado, ahora mismo están llegando las fuerzas de Iwa a acabar con mis ninjas. Conozco tus estadísticas, se que eres más fuerte que yo, aún cuando Madara controla mis decisiones, déjame elegir algo por primera vez.

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Esa mañana era perfecta en Konoha, Obito adoraba cuando el cielo tenía un par de nubes y no todo era puro sol. No se molestó en peinar su cabello, se sacó el pijama y se puso ropa de entrenamiento ninja. Salió por la ventana, cruzando el complejo Uchiha por los techos hasta llegar al campo donde ya lo esperaba su compañera de equipo.

Agradeció la forma en la que su suerte le sonrió y se acercó a ella. Había crecido un par de centímetros desde que salieron de la academia ninja, pero era normal que los niños y niñas se dieran un estirón a esa edad, esperaba impaciente que su cuerpo decidiera tomar esa forma masculina que atrajera a las chicas.

― ¡Buenos días, Rin! ―saludó con una sonrisa.

―Buenos días, Obito. ― le regresó el gesto. ― Hoy amaneciste con más energía de lo normal.

―Es que hoy tendremos una misión ninja. ― exclamó, feliz de por fin poder realizar algo más que atrapar gatos. ― ¿No ha llegado Bakkakashi?

― Seguro no debe tardar, aún faltan diez minutos para la hora que Minato-sensei nos citó.

―Ese cana…

―Obito, ¡lenguaje! ―lo regañó antes de que pudiera terminar su insulto.

―Ya, ya ya… perdón Rin-chan. ―se disculpó, ganándose una sonrisa aún más grande de la castaña, y supo que con eso tendría para ser feliz.

Rin… Kakashi… Minato-sensei…Susurró entre sueños con una sonrisa.

El choque de dos metales retumbó en su mundo, su cuerpo se movía rápidamente, esquivando cosas, el cielo comenzó a parpadear y un dolor de cabeza llegó a él. Quería abrir los ojos y ver que pasaba. Ya había sentido algo así antes, pero nunca tan fuerte.

Deja de jugar con las personas, Madara. ― las palabras llegaban a sus oídos, pero no podía ver nada. ¿Quién era? ¿qué quería?

Madara…

El sabía quien era Madara.

― ¿Por qué tardas tanto, Obitó? ―le preguntó Rin, girándose para esperarlo.

Quisiste utilizar a Sasuke. ― gruñó la voz de nuevo. ¿Quién era Sasuke?

― ¿Obito? ― ¿ese era Kakashi? ¿Por qué sonaba tan adulto?

― ¿Kakashi? ―gritó, temiendo que su amigo estuviera en peligro. Kakashi estaba preguntando por él. ¿Por qué no podía salir?

Un peliplata apareció frente a él, con los músculos de la cara sin expresión y los brazos en los bolsillos.

― ¿Qué pasa, Obito? ―le preguntó su compañero.

Algo en su cuerpo dolió, no supo decir exactamente que fue, activó su sharingan y buscó alguna señal de peligro, pero el bosque se mantuvo tranquilo, no había nadie ahí.

― ¿Escucharon eso? ―les preguntó a Rin y Kakashi, sin poderse calmar aún.

― ¿Escuchar qué? ― susurró Rin, poniéndose en guardia y buscando si algo los acechaba, pero no sentía ninguna presencia.

Chidori. ― gritó alguien, el otro Kakashi. Una sensación extraña recorrió su cuerpo, escenas que nunca había vivido vinieron a su cabeza y el sonido martilló sus oídos.

Chidori. ― soltó alguien más, una voz profunda que solo hizo que el chillido de la electricidad graznara.

Levantó sus manos, tratando de tocar a Kakashi, quería comprobar que su compañero estaba con él, que eran un equipo y lucharían siempre juntos. Sus piernas temblaron a cada paso que daba, se sentía cansado e incluso sus manos se veían lejanas, cayó de rodillas y se rindió, buscando callar el sonido con las palmas.

No se iba. Seguía ahí.

Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori. Chidori.

―!Riiiinn! ― volvió a gritar, viendo una imagen que no podía creer que fuera real.

Las lagrimas bajaron por sus propias mejillas mientras su mente reproducía una y otra vez el momento en que Rin susurraba el nombre de Kakashi, con los ojos abiertos y sangre saliendo por las comisuras de sus labios. El cuerpo cayó sin vida, frente a él y tan lejos al mismo tiempo.

― ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ― Golpeó su cabeza contra el suelo, haciendo sangrar su frente, queriendo perder el conocimiento para no tener que ver más como la chica que amaba moría a manos de su mejor amigo.

El viento fresco del bosque se detuvo, el cambio de temperatura fue brusco y se asustó al ver como todo su entorno era distinto, el pasto verde del campo de entrenamiento fue sustituido por madera oscura, las paredes eran roca sólida, y solo una vela sobre la mesa iluminaba la oscura habitación.

― ¿Dónde estoy? ―preguntó, buscando a Rin y Kakashi.

― ¿Cómo podríamos llamarle a este lugar? ― se rio una presencia detrás de él, se volteó al instante, sin poder creer lo que veía. ― Nos parecemos mucho, ¿no?

― ¿Quién eres? ― quiso saber, buscando entre sus ropas un kunai para defenderse, pero no encontró nada.

― Una pregunta más exacta sería quiénes somos. ― se burló de nuevo. ―Aceptar que somos solo un experimento es tan denigrante, Tobi no es más que un nombre estúpido, un fallo.

― ¿Tobi?

― ¿Ya lo olvidaste? ― se carcajeó con amargura. ―Orochimaru ofreció perfección, y solo creó un maldito cuerpo con una personalidad fragmentada. Al menos Zetsu es más funcional. ¿Sigues sin recordar?

―Orochimaru es un ninja desertor.

―Esta muerto. ― lo interrumpió antes de que continuara con otra divagación, ya se estaba cansando de jugar con Obito, aunque le pareció curioso la forma en que el hombre parecía haber olvidado parte de su propia vida para vivir en el recuerdo que le impuso.

―Déjame salir de aquí. ―exigió, buscando una salida de ahí. ― Tengo que volver a Konoha.

―No, tu no tienes que hacer nada. Estas muerto, solo vives en un pequeño rincón de mi mente. ― le dijo, y esa voz parecía se parecía más a la que alguna vez perteneció a Uchiha Madara. ― Regresa a dormir, a jugar con tus amiguitos.

―No. ―se defendió, sintiendo el dolor de todos sus recuerdos llegando a él poco a poco. ―No te dejaré hacerle daño a Kakashi. ― le dijo, viendo el exterior en el reflejo de los ojos de Madara.

―Eres tú quien quería destruir Konoha ―le recordó. ― Tu eres el que buscaba venganza.

―Kakashi no pudo… él no…

― ¿Él no pudo haber matado a Rin? ―cuestionó, levantando una ceja. ―Eso es lo que hace un Shinobi, Obito. Cumplir misiones, luchar por su clan, por su orgullo, poder. Kakashi Hakate es un ninja. Hizo un nombre gracias al ojo que tu le diste, nuestro ojo.

―Aquellos que rompen las reglas son escoria. Pero aquellos que abandonan a sus amigos, son peor que la escoria. ―le gritó las palabras a la cara, eran la segunda vez que las escuchaba en ese día.

El descuido les contó a ambos un dolor agudo en el brazo izquierdo, una espada había hecho un corte profundo, se llevaron la mano derecha a la zona como acto reflejo, aunque ahí dentro no podían ver ninguna herida.

―Palabras de idiotas.

―No dejaré que lastimes a mis amigos.

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En una lucha de genjutsu, Itachi sabía que tenían la ventaja, el plan era simple, pero ese era el mejor momento para utilizarlo, después de estar cansados por varias horas de batalla, activó su Mangekyo Sharingan, sacó dos kodachis y se lanzó al ataqué seguido por Sasuke.

―Ahora, Kakashi-san. ―le dijo solo moviendo los labios y Hakate ya sabía qué hacer.

El sonido de mil pájaros llenó el claro, la vista del ninja copia nunca dejó su objetivo, vio sin temor los ojos rojos, el sharingan circular con tres pequeños círculos en equilatero. La espada de Sasuke atravesó el abdomen del Madara, pero eso ya había fallado antes.

Él vio cuando la forma del caleidoscopio negro cambió en el ojo derecho, un abanico de tres aspas cerradas espejo al suyo.

―Kakashi…

Supo que atravesó el pecho de Madara cuando la sangre caliente manchó sus manos mientras se abría paso por la carne quemada, sintió los últimos latidos de su corazón antes de que el hombre cayera con una sonrisa que no mostró en toda la batalla y él no había visto desde hace tantos años.