Capítulo 16
La noche que Ross y Elizabeth llevaron a cenar a los niños, Demelza salió con Louis. Había vestido a los chicos con sus mejores ropas, los había hecho bañar, los había peinado y les había dicho una y otra vez que se portarán bien e hicieran quedar bien a su padre. Luego de que se fueran, había corrido a su habitación para alistarse. Le gustaba Louis, y estaba claro de que ella le gustaba a él. Y después de casi dos meses de cenar con los niños, una cena romántica con un adulto le parecía una idea atractiva. No había tenido una cita como corresponde desde, bueno, desde Malcolm. No ese tipo de salidas en las que una se arregla para sentirse bonita y sale de noche a tomar unos tragos y después a cenar. Y Caroline no iría con ellos esta vez.
Louis había arreglado para que el sous chef que lo reemplazaba a veces se encargara de la cocina esa noche, y la había esperado en la puerta del hotel. Sonrió cuando la vio descender del ascensor y caminar hacia él.
"Tu es magnifique, Demelza."
Y así habían salido a la noche de la ciudad, caminando por el borde el río rumbo a Southbank. A medida que se aproximaban había más y más personas. El pub al que fueron por unos tragos estaba lleno de gente, y bebieron los margaritas en la terraza mirando la ciudad, con el Big Ben iluminado imponente del otro lado del Thames. Louis la hacía reír, solo su acento le causaba gracia como a Jeremy. Y por las historias que le contaba, las miles de anécdotas que había acumulado luego de años trabajando en distintas cocinas. Era una especie de nómade, siempre viajando y mudándose de ciudad. "Estoy contento de habegte conocido. Siempre es difícil llegag a una ciudad donde no conoces a nadie y tus amigos están lejos." – le dijo mientras disfrutaban de sus tragos.
"A mí me alegró conocerte también, me hiciste sentir bienvenida en mi nuevo empleo. Me tranquiliza saber que estás allí y puedo bajar a hablar contigo cuando lo necesito."
"¿Te dan trabajo les enfants?"
"¿Los niños? No, son muy buenos. Revoltosos como todo niño…"
"¿Su padre, entonces?" - Demelza dio un sorbo a su Margarita.
"A veces."
"Pego, es tu amigo ¿vegdad? ¿No salen a coguer juntos?"
"¿Cómo lo sabes?" No recordaba haberle contado eso ni habérselo cruzado cuando salían por la mañana.
"Kitty me dijo. Que salen todas las mañanas. ¿Hay… hay algo entre ustedes?"
¡¿Qué?!
"¡No! ¿Cómo puedes pensar eso? ¿Crees que yo podría… con mi jefe?" – exclamó algo ofendida. ¿Acaso eso era lo que pensaban las recepcionistas cuando los veían salir?
"No pienso eso. Discúlpame, Demelza. Solo que… egues una buena chica, y egues muy hegmosa. Y he visto como te miga, no quiego que te lastimen."
"¿Cómo me mira?" – preguntó. ¿Porqué se interesaba en ello?
"Como si quisiega comegte."
"¡Louis! No digas tonterías. El es mi jefe, el padre de los niños, nada más."
"Es un hombre también…" – concluyó, y se tomó la última gota de su trago. Pero lo que le había dicho no era algo que Demelza fuera a olvidar fácilmente. ¡Se suponía que esa noche no debía pensar en Ross Poldark!
"Creo que será mejor que vayamos al restaurante."
Para llegar al lugar que Louis había elegido para ir a cenar tomaron un taxi. El auto cruzó el río por Westminster y luego de unos minutos ingresó en Soho. Era un restaurante bastante exclusivo y de moda, al parecer por la cantidad de personas que esperaba por entrar. No era el tipo de lugar de Demelza en absoluto. Pero nadie hubiera podido notar lo nerviosa que se sentía, por que estaba vestida de forma perfecta para ese lugar. Se había puesto uno de los vestidos que Caroline le había regalado para su cumpleaños.
Entraron sin esperar, Louis había podido reservar una mesa gracias a que conocía al chef del restaurante. Adentro la atmósfera era íntima y oscura, con lámparas colgando sobre cada mesa que alumbraban a los comensales y no mucho más. Allí Louis sería el encargado de ordenar lo que comerían, y ella debía probar lo que le trajeran, ese era el acuerdo. El primer plato no había llegado aún cuando su celular comenzó a sonar.
Demelza buscó dentro de su cartera su teléfono, cuando vio en la pantalla quien llamaba le dijo a Louis:
"Lo siento, tengo que contestar. Hola… ¿Jeremy? ¿Cariño, qué ocurre?"
"Demelza, ¿nos puedes venir a buscar?"
"¿Qué pasó, Jer?"
"Clowance está llorando y se quiere ir a casa. ¿Puedes venir?"
"¿Porqué está llorando? ¿Qué pasó?"
"Elizabeth le gritó…" ¡Judas! Esa mujer horrible, ¿Cómo se atrevía? – "Clowance le derramó jugo encima, pero no lo hizo a propósito."
Demelza sonrió del otro lado del teléfono.
"¿Están solos? ¿Adonde está papá?"
"Nosotros estamos en la mesa. Papá está con Elizabeth afuera. Creo que están peleando… dijo que ya venía."
"Jer, debes esperar a tu papá. Dile que quieren volver a casa y él los llevará. Yo los estaré esperando en Nampara cuando lleguen."
"Pero… Clowance."
"Dame con ella." – Demelza escuchó ruido del otro lado de la línea, y los pequeños gemidos de la niña que era claro que estaba llorando como le había dicho su hermano. Quería correr hacia donde ellos estaban y llevárselos con ella. No podía creer que esa mujer fuera a ser su madrastra y que ellos quedarían bajo su cuidado.
"¿Dem-elza?" – hipó la niña entre lágrimas.
"Clowie… ¿qué ocurre cariño?"
"No quise hacerlo, fue sin querer."
"Lo sé, lo sé mi vida. No tienes porqué llorar. Papá los llevará a casa pronto."
"¿Puedes – puedes venir tu?"
"Yo los esperaré en casa. Clowie, escucha. Voy a colgar así llamo a papá y le digo que los traiga a casa, ¿sí?" – la niña no respondió, pero de seguro estaría asintiendo. "Seca tus lágrimas, Clowie. Nos vemos enseguida."
Demelza colgó. Cuando levantó la vista se encontró con la mirada de Louis.
"Louis… lo siento." – parecía decepcionado.
"Oui. Trabajo primego, se como es eso. Pego, Demelza ¿puedo dagte un consejo?"
"Cla-claro."
"Guecuegda que es solo un trabajo. No te encaguiñes demasiado con los pequeños. Te igas en un mes, y ellos se quedagan con su padre y su nueva esposa."
Era un buen consejo. Lastima que ella ya estaba completamente enamorada de esos niños.
Ross no respondió su primer llamada. Ni la segunda tampoco. Estaba escribiéndole un mensaje cuando le llegó uno de él.
"Ya estamos volviendo a casa." – decía.
Tomaron un taxi en la puerta del restaurante. Vaya primera cita. Demelza se disculpó de nuevo con Louis mientras viajaban. El le dijo que no había problema, pero estuvo callado durante el viaje. Cosa que era extraña en él. Esperaba que no se enojara con ella, que siguieran siendo amigos. Y ella también se quedó en silencio, preocupada por los niños.
Llegaron a Nampara casi al mismo tiempo. El taxi se detuvo detrás del BMW que conducía Jud. Jeremy bajó primero mientras ella abría la puerta. Luego lo vio a Ross descender con Clowance a upa, la niña prendida a su cuello.
"¡Demelza!" – exclamó Jeremy cuando la vio y corrió hacia ella. Ross se volvió al escuchar a su hijo. Su mirada atenta en su niñera, al taxi del que acababa de descender, a su vestidito azul y a Louis que estaba junto a ella.
"Buenas noches, Demelza." – le dijo el chef y se despidió con un beso en la mejilla, mientras Jer ya estaba prendido de su mano.
"Buenas noches. Louis…" – le quiso decir que lo sentía de nuevo, pero no hizo falta. Él lo sabía. Y se alejó bajo la atenta mirada de Ross Poldark.
"Clowance se siente mal." – le informó Jeremy tirando de su mano. Y ella dirigió su mirada hacia la niña, que estaba media dormida en brazos de su padre. El BMW había partido de nuevo, Demelza no se dio cuenta de la mujer que estaba dentro observando toda la escena.
"¿Qué ocurre, cariño?"
Clowance abrió sus ojitos y se estiró hacia ella. Demelza la tomó de los brazos de Ross, se veía algo pálida.
"Me duele la panza."
"Vomitó en el auto." – fue lo primero que Ross dijo.
"Oh… pobrecita."
Los cuatro entraron al lobby. Ross abriendo puertas para que ella pasara con su hija en brazos. Demelza notó otra vez como le miraba sus piernas de reojo. Al levantar a Clowance, el vestidito se había deslizado por sus muslos, dejando a la vista más piernas de lo que ella pretendía.
"Comió pescado. A Clowance no le gusta el pescado." – dijo Jeremy mientras se cerraban las puertas del ascensor.
"¿Tan mal estuvo?" – le susurró a Ross, que continuaba serio e inmutable.
"Peor."
Y mientras el elevador se detenían en el pent-house, Clowance se retorció en sus brazos y devolvió de nuevo.
"¡Puaj! ¡Que asco, Clowance!" – exclamo Jeremy. La niña se había querido apartar de ella pero no lo había logrado del todo y había ensuciado parte de su trasero. Y se había puesto a llorar de nuevo.
Salieron a la sala a los trompicones. Ross trabó el ascensor para que lo limpiaran. Ella intentaba consolar a la niña.
"Ven, dámela." – se ofreció Ross.
"No, está bien. Iremos al baño de arriba. No llores, cariño. Todo estará bien. Dime que sientes…"
"Me duele…" - dijo entre sollozos, y se tocó la pancita.
"¿No le gusta el pescado o le hace mal?" - Demelza le preguntó a Jer mientras se dirigían hacia la escalera. Clowance nunca había comido pescado con ella. Le había mencionado que no le gustaba y Louis nunca le había preparado nada con ningún pescado o mariscos. Pero no pensó que le caería mal, solo que le daba impresión comerlo. Como a muchos niños. Mientras subía los primeros escalones sintió una mano en su cintura.
"Lo siento, tienes…" – Ross sacó un pañuelo de su bolsillo y limpio su vestido. Pasándolo por sobre su trasero un par de veces. Tan bonito que era...
Una vez en la habitación de los niños ella se encerró en el toilette con Clowance. Lo primero que hizo fue sacarse los zapatos y atarse el pelo con una de las coletas de la niña. No fue nada agradable. Pero mejor era afuera que adentro, solía decir su madre. Le quitó toda la ropa y le dio un rápido baño, mojándose en el proceso ella también, pues la niña no ayudaba. Aún estaba pálida. Entre susurros le dijo que el arroz que comió tenía pescado.
"¿Y porqué lo comiste?"
"Papá me dijo."
"¿Cómo está?" – Ross le preguntó cuando ella salió del baño a buscar un pijama para Clowance. Jeremy ya estaba cambiado y sentado en la cama junto a su padre esperando para entrar al baño.
"Creo que ya despidió todo. Pero aún no se siente bien. Lo mejor será que se acueste. Luego buscaré 7up de la cocina."
"¿7up?"
"Si, es buena para el dolor de estómago."
"No lo sabía. Yo iré a buscar. ¿Qué… que más puedo hacer para ayudar?" – Demelza suspiró. Se veía muy preocupado. Obviamente no lo había hecho a propósito, seguramente no sabía que el pescado le caía mal. Debería saberlo, pero no se lo echaría en cara. En vez de eso, puso su mano sobre la suya, apretando ligeramente sus dedos.
"Ella va a estar bien, Ross." – le dijo en voz baja. El asintió en agradecimiento, tomando su mano también. – "Tal vez podrías traerme algo de ropa de mi habitación. O préstame una remera, cualquier cosa va a estar bien. Y Jeremy, será mejor que vayas al baño del pasillo."
"Uacala…" – respondió con cara de asco.
Al final, Demelza terminó la noche con una remera de Ross que le quedaba grande que se ató en la cintura y unas de las calzas cortas que el se ponía debajo de los shorts para ir a correr.
"Espero que estén lavadas." – bromeó cuando le entrego la ropa, él sonrió por primera vez en la noche.
Clowance bebió la 7up de a sorbos y se quedó dormida luego de un largo rato. Demelza se había tenido que acostar en su camita, pues la niña no quería saber nada con que Demelza se separara de ella. Tuvo que hacer malabares para levantarse sin despertarla. Y mientras lo hacía, notó algo extraño que la preocupó.
"¿Señor Poldark?" – llamó en la puerta de su habitación que estaba entreabierta. Él estaba sentado en el borde de una gran cama, con la cabeza entre las manos y los codos en las rodillas. "¿Ross?"
"¿Se durmió Clowie?"
"Sip."
"Debería haberlo sabido ¿no es así? Un padre debería saber que a su hija le hace mal el pescado..." Dijo sin levantar la vista del piso.
"Lo sabes ahora. ¿Qué tenía el arroz? Clowie dijo que fue el arroz…"
"Elizabeth sugirió que debíamos ordenar. Fuimos a este restaurante… no me acuerdo el nombre, de ese chef que a ella tanto le gusta. Ella sugirió los platos para cada uno. Cuando los trajeron los niños no quisieron comer, y yo le dije a Clowance que por lo menos se comiera el arroz. Tenia centolla."
Wow, que plato elaborado para una niña…
"Y ella me hizo caso, y comió."
Demelza sonrió con tristeza y se fue a sentar a su lado.
"Es una buena niña."
"Y después…"
"Después le volcó el vaso con jugo a su prometida."
"La bañó entera. Y era jugo de arándanos." – Demelza se rio esta vez. Y él sonrió también.
"Una salida espléndida, ya veo. Le debe haber causado mucha gracia. A su prometida, digo."
Ross rio con ironía.
"Ni te imaginas. Elizabeth… no está acostumbrada a estar con niños."
"Ya se acostumbrará. No tiene que darse por vencida."
"No lo sé… ella, ella no es como tú." – dijo. Mirandola a los ojos de forma tan intensa que el corazón de Demelza comenzó a latir frenéticamente dentro de su pecho. ¿Qué estaba ocurriendo? Estaba sentada junto a él, en su cama. Vistiendo su remera y sus estúpidas calcitas. Su rostro a tan solo unos centímetros. Se miraron sin decir nada durante un momento y luego él acercó su rostro al de ella.
Demelza se puso de pie de un salto.
"Lo siento, lo siento." – dijo el automáticamente. – "Eso estuvo muy fuera de lugar. Tengo la cabeza en cualquier lado…" se disculpó.
¡Judas! ¿Acaso había querido besarla?
"Es-esta bien. Fue una noche agitada."
"Lastima que tu cita se arruinó también." – agregó con ironía. El rostro de Demelza le dijo que no le hacía nada de gracia su comentario. – "Mierda. Eso estuvo fuera de lugar también ¿no es así?"
"Yo diría que si."
"Lo siento."
"Señor Poldark…"
"Mierda, ahí está el Señor Poldark de nuevo…"
"¿Sabes cual es teléfono del pediatra de los niños? ¿O a quién debo preguntar? Clowance tiene un salpullido detrás de las orejas. Creo que debe ser alérgica al pescado y me gustaría hablar con su médico." El rostro de Ross volvió a ser uno de preocupación.
"Pero, ¿está bien?"
"Si, va a estar bien, Ross."
