Capítulo 20
Iba a arder en el infierno. Si su padre religioso supiera lo que estaba haciendo, la colgaría él mismo.
¿Qué era lo que tenía ese hombre que la hacía comportarse de esa manera?
Está prácticamente casado - recordó cuando vio su erección presionando dentro de sus pantalones. Él estaba besando sus dedos y era como si la estuviera besando en el lugar más íntimo de su cuerpo. Se alejó, acudiendo a toda su fuerza de voluntad. Respirando agitada y agradeciendo de que los niños estaban allí, si no quien sabe lo que hubiera sucedido.
Ross había cargado a Clowie a la habitación, se había quedado dormida antes de que terminara la película. "Y después me reta a mi cuando yo me duermo." – había comentado. Él los metió en la cama, con ella observándolo desde bajo el marco de la puerta. Ya se habían puesto la ropa de dormir más temprano, pero aun así, era un mundo de diferencia su actitud desde cuando había llegado hasta ahora. Demelza besó sus frentes después de él.
"Buenas noches, Jer."
"Hasta mañana, Demi." – susurró Jeremy a punto de dormirse.
"¿Demi?" – Ross levantó una ceja cuando salieron al pasillo, entrecerrando la puerta tras ellos.
"Clowance a veces me llama como a su muñeca… Bueno, buenas noches." – dijo ella también y dio un paso en dirección a las escaleras pero Ross capturó su mano y la detuvo.
"Ross… esto… no podemos."
"¿Qué cosa?" – preguntó haciéndose el desentendido, sujetando su mano en las suyas.
"Esto."
"¿Esto?"
"¡Si, esto!" – exclamó exasperada.
"Shhh…" Ross se alejó unos pasos de la puerta de los niños por el pasillo, arrastrándola con él. Bueno, ella no quería hablar tan cerca de la habitación de los niños tampoco.
"Debemos detenernos…" – dijo, bajando de nuevo la voz. Y para su sorpresa Ross se detuvo, apoyando la espalda contra la pared y dejando caer su mano.
Se sintió algo decepcionada y se debió de notar en su cara, porque él le dijo: "Si me dices que me detenga, me detendré. Siempre será así."
¿Siempre? Solo le quedaban poco más que unos días juntos… O a ella trabajando para él.
Él se veía algo decepcionado también. Fue ella quien entrelazó sus dedos de nuevo, parándose frente a él.
"Lo sé. Eres todo un caballero…"
Él sonrió tristemente.
"No, no lo soy. Si lo fuera no tendría pensamientos prohibidos con la niñera de mis hijos…" – susurró, apretando ligeramente sus dedos.
¡Judas! Demelza quería decir que seguramente eso no era algo fuera de común en la mayoría de los caballeros. La cuestión era como actuaba uno a pesar de esos pensamientos. Como ella, ella tenía esos pensamientos también. Y estaban allí, solos en la oscuridad. Los niños dormían, su prometida no vendría esa noche. Era demasiado tentador. Su mirada intensa parecía penetrar en lo más profundo de su ser. Llevó su mano a su boca y la besó tiernamente. Luego la soltó.
"Pero no te preocupes. Me comportaré si tu no quieres…"
"No es que no quiera…" – dijo ella inmediatamente. – "lo sabes. Es… por quién yo soy. Por lo que pensaría de mí misma…"
"Eres una hipócrita, Demelza." – Caroline le dijo desde el otro lado de la línea minutos después. Demelza estaba sentada en el medio de su cama y le había relatado a su amiga lo que había ocurrido en las últimas semanas entre su jefe y ella. No todo, claro. No le que él le había confiado sobre su esposa, pero sí como su relación había cambiado desde entonces. – "Ya saca al hombre de su miseria y acuéstate con él. Ya lo has hecho antes, ¿Por qué no ahora?"
"Porque antes no sabía que estaba comprometido. ¡Y porque ahora faltan apenas días para su boda! No está bien. Ni hablar de que es mi jefe, hay un gran conflicto feminista allí…"
"Demelza, el conflicto existiría si tu no quisieras hacerlo y él te siguiera acosando. Pero tú lo buscas tanto como él a ti por lo que me dices… Te gusta, ¿no es así?"
"Por supuesto que me gusta, Caroline ¿Acaso no has visto al hombre? Es prácticamente un Dios griego…" – escuchó a su amiga reír del otro lado de la línea.
"No lo he visto tanto como tú, pero te tomo la palabra. Es muy difícil que tu admitas que te gusta alguien, Demelza. Te tomó meses en la relación con Malcolm decirlo… ¿hay algo más aparte de la tensión sexual entre ustedes?... ¿Cariño?" – Caroline preguntó, pues ella se había quedado en silencio meditando sobre la pregunta de su amiga. ¿Algo más? ¿Qué más podía haber? Ella no quería "algo más" con nadie.
"Estoy aquí. No, Caroline. No hay nada más ¿cómo podría? Hay una BODA por si no te lo había dicho antes." – hizo énfasis en la palabra "boda".
"Ah. Sí, acerca de eso. Tengo novedades. Llamo el tío Ray, al parecer conoce al padre de Elizabeth. Aunque no lo veía hace mucho tiempo, según me dijo. El tema es que recibió una invitación para la boda y piensa venir. Me pidió que vaya con él…"
"Oh... ¿Irás?"
"¿Te molesta?"
"No, claro que no. ¿Por qué habría de hacerlo?"
"Le diré que si entonces. ¡Yey! Seré tu espía en esa ceremonia, amiga. Te contaré todo lo que suceda…" – pero algo en su estómago le indicó que no quería saber mucho de lo que sucediera ese día. – "¿De verdad no vas a estar?"
"No. Ya me llegaron los horarios de la Uni. Necesito tiempo para instalarme en mi dormitorio, no quiero que me queden las últimas habitaciones. Me iré el viernes, ya saqué el pasaje de tren."
"Te extrañaré. Aunque nos vimos muy poco esta vez… Quizás sea lo mejor que te vayas antes."
"Lamento no haber tenido más tiempo para vernos, amiga. Y haber estado tan pesada con todo esto…"
"Pffff… eso ni lo digas. No es común en ti tener esta clase de problemas." – su amiga dijo divertida. – "Y además, no es que no nos veremos más. Yo iré a verlos pronto para pasar nuestro fin de semana juntos."
"Mmm… sí. Hugh ya me estuvo enviando fotos del lugar adonde quiere ir este año."
"¡Genial! Y… ¿cómo está Louis?"
"Está… bien." – titubeó. Su amistad con Louis había crecido también. Habían tenido un par de citas más cuando ella tenía tiempo libre porque Elizabeth estaba con los niños. Por fortuna no los habían vuelto a interrumpir, los niños se habían comportado luego de aquella primera vez y luego de muchas advertencias. Pero mayormente se veían porque ella bajaba al restaurante cuando él tenía momentos libres también, era algo difícil compaginar sus horarios. La había besado la última vez que se vieron. Pero ella no había podido dejar de pensar que su corazón se aceleraba más cuando Ross rozaba sus dedos, que cuando Louis posó sus labios en los de ella. – "Quizás vaya a verlo más tarde. ¿Y qué hay de ti? Últimamente no hablamos de ti ¿No hay nadie especial?"
"¿En qué momento? No. Unwin volvió a llamar, pero no sé. Es tan aburrido…"
Demelza sonrió.
"Oh, Caroline. Casi lo olvido. Va a haber una fiesta aquí el sábado."
"¡¿Qué?! ¿Cómo no me dijiste antes? ¿Una fiesta?"
"Si. Algo… previo a la boda o algo así. Ross – Ross me invitó. Con los niños, claro, pero… quiere que yo me quede también. Necesito que me ayudes a pensar que ponerme."
Su amiga había gritado de alegría del otro lado del teléfono, Demelza había tenido que separar el celular de su oreja.
Ross le había dicho de la fiesta esa noche en el pasillo.
"Oh." – había vacilado ella. – "Puedo hacer que los niños duerman en mi habitación, no los molestarán."
"No, los niños deben ir, por supuesto."
"Les encantará la idea de una fiesta. Estarán listos a la hora que me digas. Yo ya veré que hacer…"
"Quiero que tu vengas también."
"¿Yo? No sé si es la mejor idea…"
"¿Por qué no? Habrá una fiesta en esta casa en la que vives, por supuesto que estás invitada." – había dicho él. Su plan era que se quedaría hasta que los niños se fueran a dormir, luego ella se iría también. No es que fuera una invitada de verdad, era la niñera. Pero aun así quería verse bien.
Elizabeth había ido varias veces a Nampara en los días previos a la fiesta. Ella seguía intentando evitarla, porque cada vez que la veía la seguía tratando como si fuera una sirvienta. Le había hecho llevarle agua a su madre que la acompañó una vez, ¡la cocina estaba justo ahí! La mujer no le había caído mejor, ni las gracias le había dado. Y ni decir la mirada que había dado a los niños, llena de desdén. Elizabeth lo estaba intentando. Al menos ahora los saludaba con un beso, Clowie y Jeremy quietos como soldados. También habían ido un organizador de fiestas y el encargado de las luces. Y los del servicio de catering. La mañana de la fiesta Demelza se despertó por el ruido de voces y movimiento en la sala. Estaban sacando todos los muebles. Algunos cabían en el ascensor, otros a duras penas entraban por las escaleras. Los niños estaban mirando por el balcón de la planta de arriba aún en sus pijamas como vaciaban la sala de su casa. De seguro ellos se habían despertado con el ruido también. Les sonrió mientras subía las escaleras. No estaban muy contentos de que se llevaran todas sus cosas.
"No se preocupen, niños. Es por la fiesta de esta noche. Luego volverán a traer todo."
"No. Elizabeth dijo iba a cambiar todos los muebles después de la fiesta…" – dijo Jeremy.
"¿Y por qué?" - Clowie le preguntó a su hermano quién levantó los hombros.
"Es para traer nuevas cosas que le gusten a ella. Esta será su casa también, y querrá sentirse parte de ella. De seguro todo quedará muy bonito cuando termine de redecorar la sala."
"Pero a mí me gusta como estaba…" - dijo Clowance.
"No pensará redecorar nuestra habitación ¿no es así?" – agregó Jeremy.
"¿Por qué no desayunamos, nos cambiamos y salimos al parque? Luego tenemos que prepararnos para la fiesta de esta noche, nos vamos a divertir."
Los niños no estaban muy seguros de que se divertirían, pero aceptaron su propuesta. Prepararon un bolso con algunos juguetes y las colchonetas de yoga a pedido de Clowance y salieron entre todos los hombres que estaban llevando y trayendo cosas. Las luces habían empezado a llegar.
Habían pasado la mañana en Hyde Park. Demelza y Clowance habían intentado jugar a la pelota con Jeremy, pero no lo hacían bien según el niño. Se habían sentado bajo unos árboles a disfrutar del aire libre y del verde, a jugar a las cartas. Los notaba algo caídos, por lo general solían correr por el césped como si fueran animales enjaulados cada vez que iban al parque. Ahora estaban callados, concentrados en sus cartas.
"¿Qué ocurre, niños? ¿No están entusiasmados por la fiesta de esta noche?" – Clowance levantó los hombros y Jeremy no dijo nada.
"¿De verdad te vas a ir?" – preguntó la niña al rato.
"Te dije que si…" – le recriminó en voz baja su hermano.
"Jeremy…" Clowance se frotó los ojos. De repente estaba a punto de llorar. Se dio cuenta que ella también. – "Clowie. Sabías que me quedaría solo por el verano ¿no es así?"
La niña frunció sus labios. Estaba intentando no llorar. Había crecido tanto desde que ella había llegado, aunque solo hubieran pasado un par de meses. Ahora raramente lloraba a menos que tuviera un buen motivo, y ese motivo era particularmente importante pues ella se quería largar a llorar también.
"No quiero que te vayas." – dijo, y una lágrima rebelde cayo por su mejilla.
"Clowie…"
"Pero se va a ir igual, aunque tu no quieras."
"¡Jeremy! No le hables así a tu hermana. No tienes por qué ser cruel, ella no lo es contigo." Clowance comenzó a llorar ante sus palabras y las de su hermano. Demelza la sentó en sus piernas y la abrazó contra su pecho, dejando que llorara todo lo que quisiera.
"Lo siento, Clowie. No quise hacerte llorar." - Dijo el niño, acercándose a ellas y acariciando en cabello de su hermana.
"Shhh… Clowie. Todo va a estar bien. Ya verás. Jeremy estará aquí, y papá. Y pronto te harás amiga de Elizabeth. Ella es muy bonita ¿no lo crees?" – la niña levantó su carita empapada hacia ella – "Y siempre me tendrás a mí, aunque no me veas todos los días. Podemos hablar por teléfono, podemos hacer video llamadas. Y yo vendré a verlos cada vez que pueda…" – estaba diciendo cuando el celular de Jeremy sonó. El niño buscó su teléfono y tecleó una respuesta. Se puso de pie y miró alrededor.
"¿Quién era Jeremy?"
"Le había dicho a papá adonde estamos."
Jeremy siguió buscando alrededor hasta que lo vio y levantó sus brazos para llamar su atención. Pronto ella lo vio acercarse también. Sonriente al principio, pero cada vez menos a medida que se acercaba. Ella no pudo contener más sus lágrimas al verlo.
"¿Qué ocurre?" – preguntó preocupado cuando llegó junto a ellos. "¿Clowie?"
La niña miró a su padre y ella la levantó para que él la tomara en sus brazos. Ahora sus lágrimas caían sin control. Se puso de pie y tuvo que alejarse unos metros para calmarse. No quería que los niños la vieran de esa forma. Estaba tan angustiada que le costaba respirar. No creía que fuera a ser tan difícil. De repente la noción de dejar a los niños le parecía insoportable.
"¿Qué paso, Jeremy?" – escuchó que Ross preguntaba.
"Clowie no quiere que Demelza se vaya."
"Oh… Clowie… shhh…"
Respiró profundo una y otra vez. Demelza secó sus lágrimas. Este no era el momento para llorar, ya tendría tiempo para ello, estaba segura.
Volvió con ellos intentando fingir una sonrisa.
"¿Estás bien?" – le preguntó él.
Ella asintió. Jeremy le tomó la mano.
"Me agarró con la guardia baja. Clowie, mira, papá está aquí. Vino a jugar con ustedes ¿no es así?"
"Si, por supuesto. Jeremy me dijo dónde estaban hace un rato. Hicieron bien en salir de casa, parece un campo de batalla… ¿Trajiste la pelota, Jer?"
"Si."
"¿Qué dicen si jugamos algo? Los cuatro…"
Clowance levantó la cabecita y se secó las lágrimas. "¿Demelza también?" – preguntó.
"Si, cariño. Todavía estoy aquí, nos queda una semana para pasar juntas y nos tenemos que divertir, ¿no te parece? ¿Qué sentido tiene llorar si podemos estar jugando?" – dijo ella a la niña acariciándola sobre su cabeza y con un nudo en la garganta y ojos vidriosos. Si pudiera se pondría a llorar como si tuviera cinco años también. Pero al menos consiguió convencer a Clowance que asintió y se retorció para bajarse de su padre. Ross le dio un sonoro beso en la mejilla y la bajo al césped.
"¿Por qué no se adelantan y van pensando un juego? Ahora vamos…" – les dijo Ross.
Jeremy tomó la pelota bajo un brazo y a su hermanita con la otra mano. Lentamente los vieron caminar hacia el medio del claro que había en el parque. Cuando estuvieron los suficientemente lejos, Ross se volvió hacia ella.
"¿De verdad estás bien?" – volvió a preguntarle con una mirada llena de preocupación y apoyando su mano en su brazo.
"Si. Solo… es una tontería." – respondió, intentando hacerse la valiente. Pero la punzada en su estómago seguía allí. – "El tiempo pasó muy rápido y ya pronto me tengo que ir. Y Clowie se puso a llorar… no pensé que sería tan difícil…"
Las lágrimas asomaron de nuevo. Demelza giró su cuerpo de espaldas al claro por si los niños la veían. No querían llorar en frente de ellos. Mientras se secaba las lágrimas, sintió la mano de Ross en su espalda reconfortándola. Respiró profundo. Componte, Demelza, este no es el momento de llorar así – se dijo. Un instante después lo miró a Ross a su lado, aún con su mano sobre sus hombros, como si fuera algo totalmente natural.
"¡Papá!" – escucharon gritar a los niños.
"Será mejor que vayamos." Dijo ella, y antes de soltarla él le dio un grueso beso en su mejilla, parecido al que le había dado a su hija.
"Hablaremos luego."
Pero luego la casa era un caos de gente. Habían jugado el resto de la mañana y almorzado en una confitería del parque. Clowance parecía haber dejado el episodio atrás, aunque estuvo el resto del día prendida a ella. Y ella a la niña, a decir verdad. Si solo quedaba una semana quería pasar cada momento junto a ellos. Ross, al notar que el humor estaba algo triste, se había empecinado en hacer chistes y contar historias para levantarles el ánimo. Demelza nunca lo había visto así, haciéndose el simpático. Siendo el centro de atención. Le había guiñado un ojo en más de una ocasión cuando sus miradas se cruzaron y al final tuvo algo de efecto, pues los niños y ella terminaron por reírse de sus bobadas y dejaron atrás la tristeza de la mañana.
Cuando volvieron a media tarde, la sala de Nampara estaba completamente cambiada. Ya no quedaba ninguno de sus muebles, y en su lugar había mesitas y banquetas altas, y varios sillones, luces y estaban instalando una pantalla gigante que los niños se quedaron mirando con la boca abierta.
"¡Wow!" – exclamó Jeremy
"¿Podemos ver una película ahí?" – preguntó Clowie.
"Es para la fiesta, cariño. Vamos arriba, tienen que dormir una siesta y luego hay que prepararse." – ordenó ella.
Horas después, mientras cambiaba a los niños, Clowance le preguntó muy seria.
"¿Por qué no te casas tu con papá?"
Demelza casi se cae sentada al piso.
"Porque tu papá ya tiene novia, Clowie… Además, él es mi jefe nada más. Tienes que querer a alguien para casarte con esa persona…"
"Pero… papá te quiere. Por eso te dio un beso hoy." – agregó.
¡Judas!
"No, eso no fue…"
"Y así tú te quedarías aquí para siempre." – sentenció la niña, como si todo el asunto fuera muy sencillo.
"No, miren…" – Demelza se arrodilló en el piso y puso las manos en su cintura. Señal de que iba a decir algo importante. – "Yo no me voy a casar con su padre. Él se va a casar con la señorita Elizabeth porque está enamorado de ella desde hace mucho tiempo. Yo tengo que volver a Cornwall porque tengo que estudiar y terminar mi carrera y eso es muy importante para mí. Pero eso no significa que dejaremos de vernos o hablarnos ¿sí? Yo siempre estaré para ustedes cuando me necesiten. Los quiero mucho, a los dos. Somos amigos ¿no es así? Y los amigos, aunque estén lejos siempre piensan el uno en el otro y siguen siendo amigos aunque no se vean muy seguido. ¿Está bien?"
Los dos pequeños asintieron. Demelza los abrazó y besó sus mejillas.
"Ahora, vamos a divertirnos en esa fiesta."
Cuando los termino de vestir y peinar a Clowance, dejó a los niños en la sala jugando con la Switch mientras ella se iba a preparar. Caroline le había enviado varios vestidos. La mayoría súper cortos o muy escotados. Al final, se había decidido por un enterito de terciopelo carmín, de pantalones largos y breteles finos que le quedaba justo. Usaría unos zapatos de taco alto, se recogería el pelo y se pintaría de rojo los labios.
NA: ¡Gracias por leer y dejar comentarios! For the ones following this story in another language, I hope the translator works ok for for you. Thanks for reading!
