Capítulo 21
LA FIESTA
"¡Demelza! ¡Te ves muy bonita!" – Clowance exclamó al verla.
Cuando Demelza estuvo lista y salió a la sala de Nampara, ahora transformada en el salón de una fiesta con pista de baile incluida, aún era algo temprano. Los invitados no habían llegado todavía, pero si ya había mozos, gente de catering, bandejas llenas de aperitivos y copas de champagne esperando, y el disc-jockey estaba probando el audio poniendo música a bajo volumen. Clowance y Jeremy se habían sentado en un sillón y jugaban a los video juegos mirando la pantallita de la Switch.
"¿Crees que la podamos conectar a la pantalla gigante?" - le preguntó el niño.
"No lo sé. En cualquier caso, no ahora. Quizás más tarde podamos preguntar a alguien..."
Los niños estaban muy monos también. Clowie se había puesto un vestido azul muy bonito que Demelza encontró en su abundante ropero, parecía que era nuevo. Le llegaba por debajo de las rodillas y tenía tul debajo, lo que daba volumen a la falda y hacía que Clowie diera vueltas a cada rato haciendo girar la pollera alrededor de ella. Jeremy también se había dejado vestir para la ocasión, con pantalones de vestir negros, camisa celeste y una corbata que sospechaba no duraría demasiado tiempo puesta.
La primera en llegar fue Elizabeth. Descendió del ascensor acompañada por su madre y un joven, que Demelza había concluido era el organizador de bodas. Iba vestida para matar. Con un vestido negro largo, con un tajo que dejaba entrever su pierna bronceada cuando caminaba y un escote que llegaba hasta casi su cintura. Se veía hermosa, salvo por la expresión en su rostro cuando la vio. La miró de arriba abajo con un aire de desprecio que hizo que Demelza bajara la vista... "Saluden a la Señorita Elizabeth, niños." - dijo para cortar el momento incómodo.
"Hola." - "Hola, Señora Elizabeth." - dijeron los niños sin mucho entusiasmo. La mujer los miró con desdén también, pero luego pareció recordar que estaba intentando ser amable con los pequeños.
"Jeremy. Clowance. Se ven muy elegantes, ¿van a salir a algún lado?"
"Es por la fiesta..." - respondió la pequeña.
"La fiesta es para adultos, querida."
"Uhm... Ro – el Señor Poldark les dijo que tenían que estar en la fiesta." - intervino ella.
"Se debe haber equivocado. No es lugar para que estén correteando por aquí, ¿Quién los cuidará?" - se metió la madre.
"Yo. Yo también me quedaré, y los niños saben comportarse."
"¿De verdad? Lo dudo mucho..." - dijo la mujer mayor. Era más horrible que su hija.
"Mamá... Iré a hablar con Ross. De seguro es un malentendido. En un momento los mandará a la cama." - dijo Elizabeth, como si los niños no estuvieran allí. Demelza tenía ganas de tomar un par de esas copas de champagne y derramárselas en la cabeza. Tenía que evitarla lo más posible, o lo haría antes de que terminara la noche. - "¿Dónde está Ross?"
"No tengo la menor idea." - le respondió, casi de forma grosera.
Ross estaba unos pisos más abajo, en la administración del hotel. Había ido a responder unos e-mails que tenía pendientes y a revisar las reservas de las próximas semanas. En realidad, estaba buscando un refugio para escapar del desorden que era su casa. Ahora no recordaba porqué había accedido a hacer la fiesta allí y no en el salón de usos múltiples del hotel, que también era amplio y elegante y con vistas impactantes. Pero Elizabeth quería algo más 'personal'. La primera fiesta en su futuro hogar. Primera y última, pensó él. La próxima sería en el hotel. Ross ya estaba listo, se había puesto un pantalón negro y camisa blanca, con una chaqueta de verano encima. Nada muy formal, estaba en su casa, después de todo. Y aunque no tenía muchas ganas de ser el anfitrión de una fiesta, sí había algo que sí esperaba de esa noche... tener la oportunidad de bailar con Demelza.
Esa mañana, cuando fue a buscarlos al parque y las encontró llorando, recién entonces cayó sobre él la idea de que faltaba poco para que ella se fuera. ¿En serio ya habían pasado casi tres meses? Parecía que todo hubiera pasado en un abrir y cerrar de ojos. Todo había cambiado tanto desde que Demelza había llegado. Para mejor, no cabía duda. Los niños parecía que hubieran salido de su cascarón. Siempre habían sido tan caprichosos, siempre dando dolores de cabeza a las niñeras que habían tenido antes, Prudie siempre corriendo tras ellos... y ahora resultaba que eran unos niños encantadores. Y él que los había mal atendido durante tanto tiempo, ahora disfrutaba de pasar su tiempo con ellos. Ver lo listos que eran, verlos florecer, crecer. No estaba seguro de que pudiera compensar el tiempo perdido, pero ese momento era un nuevo comienzo, de seguro. Quizás podría delegar mas trabajo una vez que estuviera hecha la fusión y su presencia no fuera necesaria en la empresa. Esa había sido la idea años atrás. La razón por la que él y Regina habían invertido en el hotel, para poder independizarse y poder organizar mejor sus tiempos. Pero claro, su mujer no había llegado a ver Nampara Hotel terminado, ni él había dejado la empresa de su familia. ¿Qué diría Elizabeth de ello? ¿Querría dejar horas de trabajo para estar con ellos? No lo creía... Aunque en las últimas semanas había hecho un notable esfuerzo por acercarse a Jeremy y a Clowie, ellos aun no le tenían la confianza que le tenían a, bueno, a Demelza. ¿Por qué siempre terminaba pensando en ella?
Ross quería hablarle. Quizás pudiera convencerla de que se quedara un tiempo más… por los niños, claro. Aunque eso fuera una tortura para él. Hace mucho que había asumido cuanto la deseaba, y también sabía que ella lo deseaba a él. Pero podía comportarse, lo había hecho hasta ahora. Más o menos. Habían mantenido cierto decoro. Aunque esa mañana cuando la vio así, todo lo que quería era estrecharla en sus brazos... ¡Ross, Ross! ¿En qué demonios estás pensando? ¿Abrazar a una joven y bella mujer en medio de Hyde Park adonde tus hijos y cualquiera podía verlos? Él nunca había sido así. Sus aventuras solían ser pasajeras. Su anhelo por alguna mujer solía pasar rápido y nunca hubo demostraciones en público que pudieran llegar a oídos de Elizabeth. Nunca tuvo que reprocharle nada en ese sentido. Así que este capricho por Demelza, porque ¿de qué otra forma podía llamarlo? Tenía que controlarlo. Y así quizás ella aceptaría quedarse por unas semanas más. Su celular sonó y vibró al mismo tiempo. Habían entrado varios mensajes juntos.
Los primeros eran de Elizabeth: "Cariño ¿Dónde estás?" "Los invitados ya están por llegar" "Tengo que hablar un momento contigo"
El otro era de Dwight: "Ross, estoy en el lobby. Llegué temprano. ¿Subo directamente?"
Ross respondió a su amigo. "Ahora bajo."
Se dieron un fuerte abrazo y unas cuantas palmadas en la espalda. Era una verdadera alegría verlo otra vez.
"Bueno, no podías casarte sin tu padrino." - dijo entre risas Dwight.
Ross quería escuchar todo sobre la gran aventura de su amigo en África. De verdad lo admiraba. Dwight era la persona más generosa y solidaria que jamás había conocido. Se conocían de niños, habían ido al colegio juntos y nunca habían perdido el contacto por más que la vida los hubiera llevado por caminos distintos y a veces los mantuviera alejados por largos períodos de tiempo. Ross fue por un par de cervezas al restaurante y le pidió que salieran a conversar afuera.
"¿Por qué no nos sentamos en el bar?" - le preguntó extrañado de que, teniendo montones de mesas a su disposición, Ross prefiriera ir afuera. Pero Dwight no sabía que Ross no quería que cierto francés lo escuchara conversando con su amigo.
Estuvieron un largo rato hablando de la travesía de Dwight. De como eran las condiciones de vida allí y como no había ni tenían nada. "A veces la gente tiene que caminar kilómetros solo para conseguir un poco de agua, ni hablar de atención médica. Todo lo que uno pueda hacer, nunca será suficiente..."
"¿Así que volverás a irte?" - Dwight miró a su amigo. Directo como siempre. Y lo bien que lo conocía.
"En algún momento. Pero creo que me quedaré aquí por un tiempo perfeccionándome. Necesito práctica en ciertos procedimientos."
"De seguro conseguirás algún puesto enseguida."
"En realidad, ya me ofrecieron un cargo de cirujano en St. Bart´s." Ross sonrió y palmeó su espalda de nuevo, dando un sorbo a su cerveza. Mientras estaban charlando a la orilla del Thames veían los autos llegar y a la gente entrar al hotel, de seguro invitados a la fiesta. Deberían subir, él era el anfitrión después de todo. "¿Y qué hay de ti? ¿Listo para sentar cabeza otra vez?"
"¿Acaso alguna vez lo hice?" - preguntó irónicamente.
"Durante un tiempo, sí. ¿Cómo está todo por aquí?"
"A decir verdad todo está... en orden. La fusión está lista para firmarse una vez que volvamos de viaje. El padre de Elizabeth será el representante en el sur del país. Charles y nosotros seguiremos al mando de las oficinas de aquí. Elizabeth será el link mientras se hace el cambio de marca de los Chynoweth..."
"Ajá. Ross, me refería a cómo estás tú. Tus cosas, tu vida."
"¡Oh!" - Ross rio algo avergonzado. - "Ya me conoces. Estoy bien... en realidad últimamente ha habido muchos cambios. Con la muerte de mi suegra... ex-suegra, y los niños aquí. No fue fácil..."
"¿Cómo están ellos?"
Dwight vio como la expresión de su amigo se transformaba a una genuina sonrisa.
"Creciendo."
"Es una condición común en niños."
"Son muy listos, y muy unidos. Se llevan muy bien. No los reconocerás cuando los veas, han cambiado tanto. Jeremy es muy responsable, siempre cuidando de su hermana. Y Clowie... ella es un sol. Cada día que pasa se parece más a Regina. La nueva niñera hizo maravillas con ellos, su nombre es Demelza, es una joven muy inteligente también. No se como terminó aquí. Es de Cornwall también, vino por un trabajo temporal mientras está de vacaciones en la universidad. Estudia Historia del Arte. Solo le falta un año. Lleva a los niños para todos lados... ellos la adoran."
"Ajá." - Asintió Dwight, bebiendo de su cerveza y mirando de reojo a su amigo.
Al cabo de unos minutos, subieron al pent-house sobre el hotel. Parecía mas un boliche que su casa. El ambiente estaba iluminado por luces tenues y otras giraban formando figuras en las paredes. Ya había bastante gente. Al hacer apenas unos pasos, un mozo se les acercó ofreciéndoles una copa. Ross tomó una, pero Dwight declinó educadamente. "Traiga alguna bebida sin alcohol para mi amigo." - Ross ordenó al mozo. Sabía que Dwight no bebía mas de una o dos botellas de cerveza y cuando lo hacía era por cortesía. Así había sido desde que eran veinteañeros.
Continuaron avanzando entre la gente. Algunos los saludaban y estrechaban su mano. Ross les daba la bienvenida y les decía que disfrutaran de la velada. Ross miraba alrededor buscando a sus hijos y a Demelza, de seguro ya tenían que haber bajado. "Este lugar se ve distinto." - dijo Dwight a su lado.
"Tuvieron que sacar todo para meter estas sillas." - respondió él mientras se abría paso a través de ellas.
"¿La recepción de la boda será aquí también?"
"¿Eh? Oh, no. Será en el salón del Hotel Savoy." Dwight alzó las cejas impresionado. "¡Allí están!"
Al fin, Ross vio a Clowance en la terraza. El diseñador de ambientes había abierto las puertas que daban a una pequeña terraza desde la sala y allí también había colocado unos silloncitos y un par de mesas. Pero la puerta estaba algo escondida y nadie estaba allí aún. Así que ahí se había escondido Demelza con los niños de esa mujer.
Estaba de espaldas cuando escuchó que alguien se acercaba. Clowance corrió a ocultarse detrás de sus piernas, y Jeremy gritó: "¡Tío Dwight!", cuando ella se dio vuelta a ver quién era.
Ross se detuvo en seco y pareció palidecer cuando la vio.
¿Acaso estaba alucinando? Debería estarlo... No podía ser...
Allí, en el balcón, estaba la mujer de los labios rojos. Sólo que no era ella... era Demelza.
Ross se la quedó mirando de una forma en que nunca lo había hecho antes. Parecía aturdido... asustado. Ella le sonrió tímidamente al extraño que venía a su lado, Jeremy había ido corriendo a abrazarlo.
Ross parpadeó un par de veces para salir de su estupor, todos se habían quedado en silencio esperando que él hablara.
"Uhm... Dwight. Jeremy... Clowie, miren, es Dwight."
"No creo que ella me recuerde, era muy pequeña la última vez que la vi. Hola Clowance," - dijo dirigiéndose a la niña. - "qué grande que estás. De seguro no te acuerdas de mi. Soy Dwight, un amigo de tu papá. La última vez que te vi eras así de pequeña..."
El hombre marcó con su mano una altura por debajo de sus rodillas.
"Te están saludando, Clowie. ¿Cómo hay que decir?" - dijo ella intentando que la niña saliera de detrás de su escondite. Ross no le quitaba los ojos de encima.
"Hola." - dijo tímidamente la pequeña.
"Hola, me alegro mucho de verte. Y a ti también, Jeremy. Dios, eres todo un hombrecito ya. ¿Con qué los estás alimentando, Ross?" - Dwight le sonrió a la joven que estaba con los niños. Su amigo no decía palabra, pareció entrar en un trance cuando vio a la chica. Era muy bonita, en verdad. Ella le sonrió también, algo avergonzada de que Ross no los presentara.
Pero Ross estaba como en una nube. En todo lo que podía pensar era en esos labios rojos. Los labios de Demelza y en aquella noche.
Era imposible...
Escuchó a Dwight carraspear a su lado. Su amigo, sus hijos y Demelza lo estaban mirando.
"Oh... l-lo siento." - dijo, acercándose a Demelza. - "Ella es Demelza. Demelza, él es Dwight. Mi mejor amigo..."
"¡Oh!" - exclamó ella sorprendida. Jamás había escuchado hablar de él. Y mientras lo saludaba y estrechaba su mano, sintió los dedos de Ross rozar su cintura. ¿Qué rayos le ocurría?
"He oído hablar maravillas de ti." - dijo el hombre. Parecía muy amable, y sus ojos claros le parecieron sinceros. Ella se sonrojó un poco, ¿acaso le había hablado de ella? Ross seguía sin apartarle la vista de encima, la estaba haciendo acalorarse.
"¿Adonde estabas, tío Dwight?" - Gracias a Dios por los niños que distrajeron al hombre con su plática. Al parecer, Dwight, había estado dos años en el África. A los niños les interesó mucho cuando les contó sobre los animales que habían visto.
"Les traje regalos, pero no los traje hoy. Los traeré la próxima vez que los vea..."
"Estas invitado a almorzar mañana..." - estaba diciendo Ross, cuando escucharon a Elizabeth acercarse.
Ross se alejó de ella de inmediato, pero por la forma en que la mujer los miró no le había pasado desapercibido que su prometido estaba parado muy cerca de ella. ¡Judas! Y ella que no quería más problemas esa noche.
"Ross, ¿dónde estabas? Te he estado buscando... ¡Oh! Hola Dwight, querido... ¿Cuándo regresaste?" - Elizabeth se contuvo cuando lo vio a Dwight sentado con Clowance y Jeremy. El hombre se puso de pie y la saludó con un beso en cada mejilla, al parecer ya se conocían. Claro que se conocen, si era el mejor amigo de Ross por supuesto conocería a su prometida, pensó.
Allí estuvieron conversando un momento, ignorando completamente a los pequeños y a ella, salvo por las miradas que Ross seguía lanzando en su dirección, la estaba poniendo nerviosa, ¡Elizabeth estaba allí junto a él! Hasta que alguien la llamó desde adentro.
"Ven Dwight, te presentaré a unas personas realmente interesantes." - le dijo, guiándolo hacia adentro. Demelza captó la indirecta. "Pero antes, ¿nos disculpas un momento? Tengo que hablar algo con Ross."
"Si, por supuesto."
Dwight quedó solo del otro lado del vidrio. Observó como Elizabeth y Ross se retiraron al otro extremo del balcón, dejando a la joven sola con los niños. El mozo, que al parecer lo había estado buscando, le ofreció de una bandeja llena de jugos y a continuación salió a ofrecerle a Demelza también y a levantar los vasos vacíos que había sobre la mesa de afuera. Era muy linda en verdad. Una mirada en dirección a su amigo le bastó para darse cuenta de que estaba discutiendo con su prometida. Dwight esperaba que su amigo no se hubiera metido en problemas.
