Capítulo 22

LA FIESTA - Continuación

"Este no es lugar para niños, Ross." - Elizabeth estaba diciendo.

"¿Qué quieres decir? Esta es su casa..."

"Sí, pero esta noche vendrán muchas personas importantes. No deben andar corriendo por ahí, molestando a la gente. Hoy no quiero que nada salga mal... El hijo del primer ministro llegará en cualquier momento." - Agregó, al ver que Ross no respondía.

"¿Y es alérgico a los niños o qué?"

Ella lo miró rabiosa.

"Ross... ¿no sería mejor que se vayan a dormir?"

"Aún es temprano. Elizabeth, los niños se quedan." - dijo queriendo cerrar el tema ¿a qué venía todo esto? Ella se cruzó de brazos.

"Y supongo que esa mujer también se quedará... ¿desde cuándo las empleadas se visten así?"

Ross intentó poner su mejor cara de póker. Hace un momento, cuando su prometida lo había encontrado, él estaba parado muy cerca de Demelza. Demasiado cerca.

"La gente se arregla para ir a una fiesta ¿no?"

"Cuando te invitan."

"Yo la invité."

"¡¿Qué?!"

"Si, ¿Qué tiene? Ella vive aquí también. Y si tanto te preocupa que los niños se comporten, pues no lo hagas porque ella los cuidará. Oh, y Elizabeth... la próxima vez piensa bien antes de decir que mis hijos son una molestia. No lo son, y nunca lo serán."

Ross dio media vuelta y salió a toda velocidad de la terraza, pasando junto a Demelza y los niños. Pero no quiso decirle nada para no darle más tela a su prometida. Y porque estaba molesto con ella de verdad. Y porque necesitaba alejarse un poco de Demelza para sacarse esa estúpida idea de la cabeza de que ella era la mujer con quien había pasado aquella espectacular noche de Año Nuevo. Se encontró con Dwight por el camino y con él se metió entre la gente. Pero al hacer esto, no se dio cuenta que la había dejado a Demelza sola en la cueva con el lobo.

Elizabeth estaba hecha una furia. Generalmente Ross no discutía con ella ni le llevaba la contra. Pero últimamente parecían no coincidir en nada respecto a sus hijos ¿de dónde había surgido ese repentino interés en ellos? Elizabeth creía saber de dónde... Y también se había percatado de su cercanía cuando ella llegó a la terraza, parecía que la estaba abrazando y la soltó cuando vio que ella se acercaba. Aunque solo le bastaba ver la forma en que Ross miraba a esa mocosa, no era nada disimulada.

"¡No creas que no sé lo pasa entre ustedes!" - Prácticamente le gritó al acercarse. Demelza dio un paso atrás, abriendo un poco los brazos como queriendo proteger a los niños. Pero Elizabeth no era tonta, no haría un escándalo en su propia fiesta. "¿Crees que eres la primera en pasar por su cama? ¿Te crees especial?" - susurró amenazante para que solo ella la escuchara. Ella parecía que estaba congelada, incapaz de decir nada. - "Pues no lo eres. Él se casará conmigo al final de todo, y tú no serás más que otra en su lista."

"Está equivocada, yo no..." - Pero Elizabeth no la dejó hablar.

"Más vale que no estés aquí cuando yo viva en esta casa." Y con una última mirada de desdén a los niños que las observaban preocupados pues intuían que algo no iba bien, la mujer se fue, dejándola temblando.

Quería que se la tragara la tierra. ¿Qué rayos había ocurrido? ¿Por qué Ross había sido tan obvio mirándola de esa forma en frente de su prometida?


Dwight se encontró solo en medio de gente desconocida. A Ross lo había salvado su prima Verity de la conversación que estaban manteniendo, a él no lo podía engañar. Le había preguntado de frente y directamente si tenía algo con la niñera. "¡Carajo, Ross! Estás a punto de casarte ¿y andas detrás de la niñera?"

"¡No! Yo no... nada pasó entre nosotros ¿ok?"

"Vamos, Ross... vi como la mirabas. Prácticamente te la estabas comiendo con los ojos. ¡Y en frente de Elizabeth nada menos!"

"¿Crees que se dio cuenta?" - Había dicho su amigo rascándose la cabeza nervioso y con una sonrisa descarada.

"¡Por Dios, Ross!"

Pero justo entonces su prima había llegado y los había interrumpido. Y Ross se había disculpado y se había ido con su tío y sus primos que querían hablar con él. Así que Dwight, como no conocía a nadie en la fiesta más que los anfitriones, sus sobrinos y a la joven a la que le acababan de presentar, se dirigió de nuevo hacia la terraza.

"Demelza, ¿verdad?"

Demelza se sobresaltó. El encuentro con Elizabeth la había dejado muy nerviosa. Pensó en irse, a su habitación o abajo al restaurante. Pero no podía dejar a Jeremy y a Clowance solos. A pesar de todo, ellos se estaban divirtiendo. Tomando jugos y comiendo las cosas que los mozos les llevaban, o más bien, aceptando todo lo que los mozos les llevaban y dejando la mitad sin comer sobre la mesa. La música había empezado a sonar algo más fuerte y llegaba hasta donde ellos estaban. Demelza estaba haciendo girar a Clowie cuando el amigo de Ross volvió.

"¡Oh! Sí." - dijo colocándose una mano sobre el pecho.

"Lo siento, no quise asustarte."

"No, no. No lo hiciste. ¿Dwight?" - el hombre les sonrió a los niños. - "Clowance estaba preguntándome recién por los animales de África, ¿no es así, Clowie? ¿Cuál es tu animal favorito?"

"Mmmm..." - la niña pensó un momento - "La cebra. ¿Viste alguna cebra?"

"Si. Vi cuatro cebras."

Así que allí se quedó conversando con los niños y la joven durante gran parte de la noche. Demelza era muy simpática, y parecía que tenía una relación muy especial con los hijos de su amigo, tal como él le había dicho. Pareció muy interesada en su campaña en África y lo felicitó por ser tan humilde y solidario. "Ojalá hubiera más gente como usted en el mundo, sería un lugar mucho mejor."

"Puedes tutearme. ¿Y tú? ¿Estudias Arte?"

"¿Cómo lo sabes?"

Dwight señaló con el pulgar hacia adentro. "Ross me lo dijo."

"Oh, claro."

Ya no eran los únicos en la terraza, adentro parecía que había empezado el baile y los que querían hablar más tranquilos salían afuera. Clowance movía su falda de un lado hacia el otro al compás de la música.

"¿Quieres que vayamos a bailar, Clowie?" - le preguntó la joven.

"¡Sí! ¡Sí!"

Demelza miró a Jeremy que tenía cara de 'ni me lo preguntes' y luego a él. "¿No quieres..." y señaló con un dedo hacia la pista?

"Oh, no. Ustedes vayan, yo me quedaré aquí hablando con mi ahijado Jeremy..."

¿Es su padrino? No lo sabía... había tantas cosas que no sabía - pensó mientras Clowance tiraba de su mano para llegar a donde la gente estaba bailando.

Demelza inspeccionó a su alrededor mientras comenzaba a bailar con Clowie. Por suerte no veía a Elizabeth por ningún lado. Si la vio a Verity, la prima de Ross, que también la reconoció y la saludó desde lejos, dando un codazo al hombre que tenía al lado y señalando hacia donde ellas estaban. Demelza esperaba que estuvieran mirando a Clowie y no a ella. Era una muy buena bailarina, o al menos se veía muy tierna haciendo girar su falda una y otra vez. Pronto la gente que bailaba a su alrededor les hizo algo de espacio para que la niña se moviera por donde quisiera. Le hubiera gustado sacarle una foto, pero no tenía el celular encima. Pero mientras pensaba esto, la luz de un teléfono filmando se les acercó. Era Ross, grabando y sacando fotos a su hija. Cuando guardó el celular la miró con esa cara extraña de nuevo por un instante, pero luego pareció sacudirse sus pensamientos y tomó de la mano a Clowie y empezó a bailar con ella. Ella dio un paso atrás como para irse y dejarlos solos, pero la pequeña tomó su mano antes de que pudiera hacerlo y luego Ross tomó su otra mano también, los tres bailando entre los invitados. Ross haciéndolas girar una y otra vez, a ella también. Clowie estaba muerta de risa y pasándosela genial. A ella le ardían las mejillas y una vocecita le decía que saliera corriendo de allí. Pero no quería hacerlo, quería quedarse allí y reír y bailar con ellos.

Un rato después, los tres salieron al balcón agitados. Ella llevando de la mano a Clowie, y Ross un paso atrás agarrado de su cintura para abrirse paso entre la gente. Lo escuchaba reírse detrás, le parecía que había bebido unas copas.

"¿No vas a bailar conmigo, Jer?" - le preguntó cuando vio al niño sentado junto a su padrino mirando la pantallita de la Nintendo Switch.

"No, gracias."

"Creo que iré al toilette un momento. ¿Quieres venir, Clowie?" - pero la niña negó con la cabeza y fue a sentarse junto a su hermano a beber un vaso de jugo. - "¿Los cuidas?" - dijo dirigiéndose a Ross. Él le guiñó un ojo.

"Estás hasta el cuello." - Dwight le susurró su amigo cuando ella se fue.

Lo que ocurrió después, Demelza lo repitió en su cabeza una y otra vez. En vez de ir hasta su habitación, había ido al baño de la sala que se estaba usando como baño de mujeres. Solo había una persona antes y no tardó mucho. Mientras estaba en el cubículo, escuchó que alguien más entraba. Eran Elizabeth y su madre.

"...Pero todo acabará pronto y después ya no tendremos de que preocuparnos."

"Eso para ti. Pero yo tendré que hacerme cargo de esos pequeños demonios. Y encima a Ross se le ocurre empezar a jugar al buen padre ahora, después de todo este tiempo…"

"Ya se le va a pasar. Cuando se casen y se vayan de luna de miel deberá olvidarse de ellos… Tal vez puedas encargar uno propio."

"Mamá… Si nietos es lo que quieres, puedes olvidarlo. Al menos por ahora. Quiero dedicarme a la empresa y el resto del tiempo viajar. No hay lugar para niños. Ni los que están ni recién nacidos…"

Demelza escuchaba horrorizada la conversación desde el otro lado de la puerta. Esa mujer no tenía pensado cuidar de Clowie y Jeremy, ¿se lo había dicho a Ross? ¿Qué ocurriría con ellos dentro de unas semanas cuando regresaran de la luna de miel? ¿Y quién los cuidaría mientras tanto? Y, lo más urgente, ¿cómo saldría ella de ese baño? Era obvio que podía escuchar todo…

"A veces los hijos sirven para cumplir otros propósitos…"

"¿Sí? No quiero ni saber, mamá."

"En fin, ¿qué harás con esos mocosos entonces? ¿Buscaras otra niñera? Supongo que no te quedaras con esta..."

"Claro que no. La Señora Paynter se encarga de contratar al staff, le diré que necesita de mi aprobación antes de emplear a alguien. Y cuando empiecen las clases los enviaremos a un internado…"

Esa fue la gota que rebalso el vaso.

Demelza abrió la puerta de repente. Las dos mujeres se sobresaltaron al ver que era ella. Elizabeth parecía algo mortificada, pero la madre pareció disfrutar al darse cuenta de que había oído todo.

"¡No puede hacer eso! ¡No puede enviarlos a un internado!" – dijo furiosa.

La mujer mayor la miró con desdén y emitió una risilla irónica. "¿Y quién eres tú para decir lo contrario?" – dijo

"¿Acaso Ross sabe de esto?"

"¿Ross? El Señor Poldark y yo no tenemos por qué darle explicaciones a una empleada…" – dijo Elizabeth al fin, con su voz llena de veneno.

"Pero no puede hacer eso. Pensé que usted quería conocer a los niños… que los iba a cuidar…"

"No son mis hijos, ¿por qué debo de hacerlo?"

"Pero…" – Demelza estaba atónita. Ella no tenía ningún interés en ocuparse de ellos…

"Y ya le dije a usted que no se crea más de lo que es en esta casa. Solo una sirvienta a la que se le paga por hacer su trabajo. Y si vuelve a faltarme el respeto o darse aires de superioridad más allá de sus tareas, se encontrará de patitas en la calle en un abrir y cerrar de ojos."

"¡Elizabeth!... ¿Qué ocurre?" – la voz de Verity las sorprendió a las tres. Demelza no sabía cuánto había escuchado de la conversación, pero por su cara había oído bastante. – "¿Estas bien, Demelza?" – le preguntó preocupada. Pero Demelza todo lo que quería era salir corriendo de allí.

Pasó de prisa junto a Verity que parecía tan consternada como ella. Se abrió paso entre la gente con lágrimas en los ojos, no podía volver a la terraza y que los niños la vieran así. Y no podía porque allí estaba Ross y temía que Elizabeth hiciera un escándalo y dijera barbaridades frente a Jeremy y a Clowie. Cuando llegó a su habitación las lágrimas caían ya sin control.


Demelza se estaba tardando bastante, Ross estaba a punto de ir a buscarla cuando vio que su prima se dirigía a él. Unos pasos más atrás venía Elizabeth. Verity estaba muy seria.

"Creo que debes ir a ver a Demelza. Estaba discutiendo con Elizabeth en el baño, la amenazó con despedirla…" – su prima llegó a decirle al oído antes de que ella se acercara a ellos.

¿Qué demonios?

"¿Ross? Tenemos que hablar." – ordenó Elizabeth sin dar lugar a cuestionamientos. Ross miró a su amigo que lo miraba con cara de 'tú te lo buscaste'.

"Verity, ¿podrías...?"

"Si. Si. Creo que ya es hora de ir a dormir niños. ¿Quieren que la tía les cuente un cuento?"

Los niños se fueron, aunque de mala gana. Dándole las buenas noches con un beso a él y a Dwight, a Elizabeth apenas la miraron. Pero ella tampoco les dijo nada. Se notaba que estaba molesta, pero él estaba molesto también. En verdad le gustaría obviar esta conversación e ir a ver a Demelza, pero quería saber exactamente qué había ocurrido. Demelza no había tenido contacto con su prometida más que en un par de ocasiones y luego la había evitado lo más posible. Cosa que a él le pareció era una buena idea.

"Creo que yo me iré también, Ross. ¿Sigue en pie lo de mañana?"

"Claro que sí. Te esperamos, Dwight."

Y así se quedó solo con Elizabeth. Al parecer, Demelza había escuchado una conversación privada entre ella y su madre.

"Seguro no quiso hacerlo, ¿te fijaste que no hubiera nadie en el baño antes de empezar a hablar?" – dijo él, lo que pareció ofenderla exageradamente.

"Típico, te vas a poner de su lado."

"¿Típico? ¿De qué hablas, cuando…"

"¡La defiendes todo el tiempo, Ross! Ella hace lo que se le antoja…"

"Ella cuida a los niños, y lo hace muy bien."

"Pfff… no es todo lo que hace, ¿verdad?"

"¿De qué hablas?"

"Ross… solo porque a veces decido ignorar ciertas cosas que haces, no significa que soy estúpida. ¿Crees que no sé sobre las otras mujeres?"

"No sé de lo que estás hablando…" - negó, haciéndose el desentendido. Pero estaba claro que ella no tenía dudas de que él había tenido amantes.

"Está bien, si así lo prefieres. Pero no creas que has sido tan cuidadoso como crees. Las mujeres hablan, y yo tengo muchas amigas…"

"¿Qué quieres que te diga, Elizabeth?"

"Quiero asegurarme de que no me pondrás en ridículo en mi propia casa. Esa… niñera se tiene que ir."

"En realidad, estaba pensando en pedirle que se quedara unas semanas más…" – dijo él para meter cizaña. No le gustaba que le dieran órdenes, menos referidas a Demelza.

"Debes estar bromeando. ¿Acaso escuchaste lo que acabo de decir?"

"¿Acaso me escuchas tú? Nada ocurre entre ella y yo. Ella sólo cuida a los niños, ¿los vas a cuidar tú en estos próximos días?"

"No seas ridículo, Ross. Tengo miles de cosas que hacer…"

"¿Para qué?"

"Para la boda."

"¿Va a haber boda?"

Elizabeth lo miró horrorizada. Y su discurso tomó otro rumbo de inmediato.

"Cariño… ¿Qué dices?"

Ross suspiró y se pasó la mano por los cabellos.

"Mira, Elizabeth. Los dos estamos muy estresados. Podemos, ¿podemos dejar esto para mañana? Hay un montón de gente aquí, y no es el lugar…"

Ella pensó antes hablar de nuevo.

"Sí, tal vez tengas razón. Hablaremos mañana, cariño. Pero debes saber, que te creo si me dices que no hay nada con esa joven. Y es verdad, estas últimas semanas han sido muy estresantes, para los dos. Pero en una semana ya se acabará todo, por fin nos casaremos y estaremos más tranquilos…"

Esa era la Elizabeth con la que Ross estaba acostumbrado a lidiar, la Elizabeth complaciente. Pero por alguna razón esa noche la había encontrado falsa y manipuladora. Y eso lo fastidiaba aún más.

Ya no quería saber nada con la fiesta. Que Elizabeth se encargara de toda esa gente. Todo lo que quería era ir a ver a Demelza.


Estaba de pie, apoyada contra la pared mirando la ciudad del otro lado del vidrio cuando escuchó la puerta abrirse y cerrarse tras ella. Sabía quién era. No se había cambiado de ropa, no había hecho nada. Solo se había quedado allí, llorando por un buen rato. De seguro las lágrimas le había corrido todo el rímel y se vería horrible, pero no le importaba.

Vio su reflejo en la ventana sentarse lentamente en los pies de su cama.

"¿Los niños?" – preguntó.

"Están con Verity. Ella los pondrá a dormir." - dijo en voz baja.

Que amable. Le agradaba Verity, parecía una persona humilde y sencilla.

"Me contó lo que te dijo Elizabeth, no debes preocuparte…"

Ella no contestó. No estaba segura de cuánto había escuchado su prima de la conversación que habían tenido.

"Sabes que no debes hacerle caso a lo que te diga."

Demelza se giró para mirarlo por primera vez desde que había entrado.

"Sonaba que hablaba muy en serio para mí."

"Ella no tiene ninguna autoridad para despedirte." – continuó él por la misma línea.

"¿Qué?! No es eso… ¡Judas, Ross!"

Él se puso de pie, y se acercó hacia ella. Demelza se había girado de nuevo y volvió a mirar hacia la ventana.

"¿Qué más te dijo?"

"Sabes que cree que me estoy acostando contigo ¿no es así?"

"Pues eso no es cierto…"

"No, no lo es."

"Ya se lo dije."

¡Judas! No es que estuviera muy equivocada tampoco. Pero eso no le importaba en lo más mínimo, la verdad. Lo que le importaba era lo que había dicho sobre los niños.

"Ella no cuidará de Clowie y Jeremy cuando se casen." – dijo sin más.

Ross no estaba muy seguro de que al contradecirla estaría diciendo la verdad. Estaba de pie tras ella, cerca, pero no lo suficiente. Sus miradas se cruzaron en el vidrio, las luces de la ciudad se entremezclaban con sus rostros. Ella aún tenía lágrimas brillando en sus ojos verdes. Ross dio un paso más, y la tomó por la cintura.

"Ross…" – Fue igualmente un suspiro como una advertencia.

"Quédate." – su aliento sopló sus cabellos detrás de su oído. Ross la rodeó con ambos brazos y sintió como ella recostaba su cuerpo en el suyo. Apretó más los brazos alrededor de su cintura, era tan esbelta, tan delicada. Le traía recuerdos inexistentes… - "Quédate con nosotros…" repitió en su oído y no pudo evitar la tentación de tomar el lóbulo de su oreja entre sus dientes delicadamente.

Demelza tembló cuando el mordisqueó su oreja. Pero no se detuvo ahí. Sus labios rozaron la piel de su cuello, su barbilla áspera le causaba escalofríos. – "No puedo…" – murmuró. Pero sus dedos ya estaban entrelazados con los de él sobre su abdomen. Ross abrió su mano sobre la tela aterciopelada de su vestido y siguió posando ligeramente sus labios sobre sus hombros. Sin llegar a besarla, solo alternando entre sus labios y su mejilla recorriendo su piel.

"No te lo dije, te ves hermosa esta noche…"

"Ross…" – suspiró ella de nuevo, pero esta vez estaba perdida. Esta vez no lo detendría.

Demelza giró su cabeza y ofreció sus labios rojos. Ross se enderezó tras ella, el calor de sus brazos aun rodeándola y la miró a los ojos por un instante. Demelza creyó ver una pizca de incertidumbre, pero fue solo un segundo. Luego sus labios se posaron en los de ella.

El beso fue solo una caricia al principio. Tierno y casi inocente. Pero Ross se separó un instante para mirarla, y esa mirada intensa que la había perseguido más temprano en la noche volvió a aparecer, pero no tuvo tiempo de preguntar que le pasaba. Un segundo después, Ross tomó su rostro entre sus manos y la besó con fuerza. Coaccionando sus labios, la invadió con su lengua. Y ella lo besó con igual fervor, como aquella noche hace tantos meses…

Un momento después y él se volvió a separar de ella. Esta vez dando un paso atrás, y manteniéndola separada de su cuerpo por sus largos brazos.

"Sí eres tú…" – dijo más para sí mismo que para ella.

"¿Q-qué?" – su respiración aún agitada por el beso.

"La noche de Año Nuevo." – murmuró. Y fue todo lo que necesito decir. Al fin la había reconocido.

Si aún se estuviera viendo en el reflejo de la ventana, Demelza notaría que se había puesto blanca.

"¿Eras tú?" – preguntó él, aún no terminando de creer que era cierto.

"S-sí."

El la soltó del todo y volvió a dar un paso atrás. De golpe todo daba vueltas a su alrededor. "¿Y tú sabías que era yo?"

Demelza asintió. Las lágrimas se volvieron a acumular en sus ojos. No sabía porque, o tal vez era por la forma en que Ross la estaba mirando. No podía saber lo que estaba pensando, pero definitivamente no estaba nada contento.

"¿Desde cuándo?" – pregunto en ese tono acusatorio otra vez.

"Desde el primer momento en que nos vimos."

"Dios… ¿y por qué no me lo dijiste?"

"Tú no me reconociste. No sabía si te acordabas de esa noche…"

Dios Santo, ¡si él no se acordaba! Cuando por semanas había buscado a esa mujer de labios rojos que lo había hechizado aquella noche. Había soñado con ella durante meses, y todo ese tiempo había estado allí, ¡bajo su propio techo!

"¿Acaso buscaste este trabajo a propósito?" – le preguntó.

"¡No! Yo no sabía quién eras. Jamás me dijiste tu apellido. Solo me di cuenta cuando te vi…"

"Y todo este tiempo… ¿a qué estabas jugando si nosotros ya estuvimos juntos?" – eso era lo que más le molestaba. Todo este tiempo volviéndolo loco, excusándose de que él estaba comprometido, cuando ya lo habían hecho…

"¡No estoy jugando a nada! ¡¿Estuvimos juntos?! Tú no te acuerdas ni de mi cara, de seguro fui una más del montón…"

"¡Sí que me acordaba!" – estaba molesto. No le había importado que Elizabeth lo acusara de infiel, pero que Demelza lo acusara de tener mujeres por algún motivo le dolía más.

"Ross, ¡por favor! Estuve aquí durante meses y jamás lo sospechaste…"

"Yo... me lo deberías haber dicho." - Ross se rindió al fin. Pues ella tenía razón, él no la había reconocido. Los recuerdos de aquella noche eran algo borrosos y no, no se acordaba de su rostro, pero sí se acordaba de cómo se sentía y como se había sentido él. Y ahora esa mujer que lo había perseguido pero que él terminó por creer era producto de su imaginación, era real. Y estaba allí. Y aún seguía volviéndolo loco. Y él aun quería estar con ella. ¿Qué querría ella? Un momento atrás, antes de besarla creyó que por fin se entregaría a él, a ese deseo que ambos compartían. Elizabeth pasó como un pensamiento fugaz por su cabeza ¿Qué estaba haciendo? o, ¿Qué estaba a punto de hacer?

"¿Qué hubiera sido diferente?"

Todo.

"Todo." - dijo en voz alta. Demelza lo miró con tristeza.

"No, nada hubiera sido distinto. Yo aun sería la niñera, y tú aun te estarías por casar..."

"¿Quieres que no lo haga?"

"¡Judas, no!" - ¿Cómo decir semejante cosa? Su corazón había comenzado a latir rápido en su pecho, y no era por el beso o su cercanía. Era porque esa pregunta implicaba algo más. Algo entre ellos que ni siquiera había empezado todavía y que ella no buscaba ni quería... o eso se obligaba a pensar.

"¿Y qué es lo que quieres?"

"Quiero - quiero asegurarme de que Jeremy y Clowie estarán bien."

"No, ¿qué es lo que quieres de nosotros?" - Insistió. Las manos le temblaban un poco. ¿Qué era lo que le estaba preguntando? No podía no casarse con Elizabeth. El futuro de la empresa de su familia dependía de ello. Pero en otro lugar de su ser más cercano a su corazón que a su cabeza, él anhelaba su respuesta, sólo que no fue la que recibió.

"¿Nosotros? No hay 'nosotros', Ross." - la escuchó decir, y esa coraza que había llevado durante años se volvió a activar.

Demelza vio tensarse su mandíbula. Sus ojos, llenos de fuego un instante atrás se enfriaron tras un parpadeo.

"Ya veo." - murmuró entre dientes. - "No te preocupes por los niños... yo cuidaré de mis hijos, te lo prometo. Puedes irte tranquila." - fue lo último que le dijo antes de dar media vuelta e irse.