Disclaimer: nada de esto me pertenece, los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a Rochelle Allison, yo solo la traduzco.
VENTURE
Capítulo seis – El final es el comienzo
Él ya había cambiado un poco.
O a lo mejor así era como era realmente, cuando no estaba viajando. La sudadera con capucha y los vaqueros que había llevado durante el tiempo que habíamos pasado juntos habían sido reemplazados por pantalones cortos cargo y una camiseta. Su pelo estaba ligeramente más oscuro.
―Porque no paso tanto tiempo al sol ―explicó cuando se lo comenté, tocándolo―. En Phoenix trabajo en el exterior, con mi padre.
―¿Vas a volver? ―pregunté, parando un taxi que estaba con el motor encendido junto a la acera.
Él se encogió de hombros.
―Todavía no lo sé. Puede. Agh... Es que hay muchas cosas que me llaman ahora mismo, ¿sabes?
Mordiéndome el labio, asentí. Suponía que yo era una de esas cosas. Que le llamaba. Que le necesitaba.
―Me refiero a que sé lo que quiero hacer, pero... tengo que ver qué es lo mejor.
Nos subimos al taxi y le di mi dirección al conductor.
―¿Y qué quieres hacer? ―pregunté, girándome hacia él cuando el coche empezó a moverse.
―Estar aquí contigo.
Rodé los ojos, pero estaba completamente sonrojada.
―Venga ya.
―Hablo en serio ―dijo con una risita―. De verdad quiero estar aquí. Contigo. Tengo un tío y una tía que viven en Mercer Island...
―¿En serio? Entonces tienes familia aquí ―musité, volviendo a sentarme correctamente―. No me lo habías dicho.
―Supongo que no lo había pensado.
―Bueno, pues está bien.
―Sí... Seguramente vaya a visitarles. Mi tía Esme se puso muy contenta al saber que iba a estar en el Noroeste.
―¿Cuánto vas a quedarte? ―pregunté, con mi estómago tensándose con la idea de que al final volviera a irse.
―Todavía no lo sé ―dijo. Su mirada fue intensa contra el sol de la mañana―. Nunca había estado tan desorientado. Es un poco raro.
―¿A qué te refieres? ―pregunté.
―Siempre he tenido la vida planeada. No saber cuál va a ser mi próximo movimiento es un poco desconcertante.
Asentí, sabiendo bien cómo se sentía. Durante nuestro viaje en bus, me había hablado de cómo había ido a algunos cursos universitarios cuando todavía estaba en el instituto, y luego cursos de verano en la universidad para terminar antes. Al principio había querido dedicarse a la arquitectura, como su padre, pero entonces le habían entrado las ganas de viajar ―la necesidad de no ser tan serio todo el tiempo. Se había pasado todo el verano de fiesta y, cuando Lauren le había dado una excusa para salir de Phonenix, no había podido resistirse a aceptar.
Me pregunté qué habría cambiado, si es que algo lo había hecho, desde la conversación que habíamos tenido dos semanas antes.
―Bueno, ¿todavía quieres entrar en el negocio de tu padre?
―No lo sé. Está siendo un poco imbécil con todo esto. Ya sabes. Mi hermano mayor es el que ha tenido éxito y no espera menos de mí.
―Y no debería ―dije―. Pero tu éxito tiene que ser bajo tus propias reglas.
―Lo superará. Creo que solo está... un poco decepcionado. Siempre nos imaginó haciendo esto juntos y yo he estado interesado en ello desde que era un niño. Pero está bien. Me apoya. ¿Sabes?
Asentí. Mi padre, Charlie, era igual. Siempre me había dejado a mi aire con lo que quería hacer, incluso cuando eso significaba volar a Florida para pasar el verano con Rose y luego volver en bus para vivir con Alice. Mi madre estaba un poco más nerviosa por mí, lo que era divertido porque, normalmente, ella era la más despreocupada de los dos, pero también se lo había tomado bien.
Nos quedamos en silencio cuando el taxi se detuvo frente al edificio de Alice. Ese año vivía fuera del campus, pero seguíamos muy cerca. Pagué al taxista antes de que a Edward se le pasara por la cabeza y me bajé.
―Así que hemos llegado, ¿eh? ―preguntó, levantando la mirada a los árboles. Yo también miré, viendo lo que él veía. El edificio de apartamentos en el que vivíamos no era elegante, pero era bonito y acogedor. Alice trabajaba todo lo que podía para complementar sus ingresos, pero a sus padres siempre les había ido bien. La economía nunca había supuesto un problema para ellos y eso se reflejaba en el apartamento en que Alice vivía.
―Sip. La sede central. ―Sonreí, le cogí de la mano y le llevé dentro.
―Sala de estar... la cocina está por allí... nuestro baño... esa puerta es la habitación de Alice y... esta... es la mía. ―Me hice a un lado para que él pudiera pasar. Mi habitación tenía mejor aspecto ahora que me había terminado de instalar. La cama estaba hecha y llena de almohadas y mantas, y había colgado cortinas en las ventanas. Mis libros, que habían sido enviados por Renee, llenaban la estantería cortesía de la venta de garaje de la semana anterior.
Las fotos marcaban las paredes; enmarcadas, en un corcho, junto a mi cama. Edward se acercó a mi mesilla de noche (basura en la acera convertida en un tesoro) y cogió una pequeña tira de fotos que había ahí.
Él sonrió, pasando el dedo por ella.
―Me sorprendió que te acordaras de enviarlas ―dije, sonrojándome por lo transparente que estaba siendo. No solo mostraba abiertamente mis sentimientos, sino que había otras pistas de nuestra relación... o lo que fuera que fuese. Como las postales que había puesto en el corcho, justo al lado del billete de bus.
―No quería que creyeras que me había olvidado ―dijo―. ¿Puedo...? ―Soltó su mochila y movió la cabeza en dirección a la cama.
―Sí, por supuesto. ―Me quité los zapatos y me uní a él, sentándome al otro lado de la cama.
―Y bueno, ¿qué ha pasado desde la última vez que nos vimos? ―pregunté, curiosa porque me contara lo de Portland. Sabía un par de cosas por nuestros mensajes y las llamadas que nos habíamos hecho, pero todo era superficial, como fiestas a las que había ido o el clima.
Él suspiró, dejando caer su cabeza entre sus manos.
―No lo sé, tío.
―¿Qué pasa?
―Lauren.
Mi corazón se hundió, pero tenía la sensación de saber qué estaba pasando.
―¿No ha sido lo que esperabas?
―Se podría decir así. ―Frunció el ceño, pellizcándose los pantalones―. Yo... Siempre hemos estado unidos, ¿sabes? Bueno, su hermana salía con mi hermano, pero yo nunca la vi así y... nunca le di esperanzas ni nada.
―Así que... entiendo que ella quiere más que una amistad.
Él asintió.
―En mi segunda noche allí, fuimos a un club del centro y se emborrachó un poco. Intentó besarme.
Yo tragué y bajé la mirada, con las mejillas ardiendo.
―No la dejé hacerlo, Bella. De todas formas, desde ese día todo ha sido muy raro y luego, cuando mencioné que podía estar empezando algo con una chica de Seattle, ella se cerró. Ni siquiera fuimos a la playa como íbamos a hacer. ―Me dio un golpecito en la pierna con el dedo y levanté la mirada hacia él. Era obvio que todo aquello le daba un poco de vergüenza―. Hablamos. Al final somos amigos, ¿no? Pero no creo que lo de quedarme con ella vaya a funcionar. No si ella siente algo.
―¿Qué vas a hacer?
Él se encogió de hombros.
―Sería fácil encontrar un sitio para mí solo allí... o puede que vuelva a casa. No lo sé. Ya te digo, me siento como un barco sin timón.
―Lo descubrirás. Lo descubriremos... juntos ―dije, acercándome a él. Cada célula de mi cuerpo me pedía que le tocara, que nos acercáramos de nuevo. Los días que habíamos estado separados habían creado una barrera, pero sabía que, en cuanto nos besáramos, sería como antes―. Mientras tanto, solo... relajémonos. No quiero que estés estresado.
―Yo tampoco quiero estar estresado ―dijo, pasando los ojos por mi cuerpo mientras tiraba de mí para acercarme más a él.
Me puse de rodillas y le empujé para que quedara recostado contra mis almohadas, y luego bajé sobre él. Él no necesitó instrucciones; me rodeó las caderas y la cintura con los brazos y me acogió, apretando fuerte.
―Es una locura lo mucho que te he echado de menos ―murmuró―. Empezaba a preguntarme si me lo había imaginado, pero entonces te he visto y he sabido...
Me encorvé hacia abajo, deslizando mis dedos en su pelo y besándole.
―Yo también.
Nos besamos hasta que escuché una llave en la puerta principal.
―Esa es Alice ―susurré, apoyando la barbilla en su cabeza―. Tiene muchas ganas de conocerte.
―¿Sí? ―Él tenía una expresión un poco aturdida y el pelo despeinado de enrollarnos.
―Mhm. ―Me mordí el labio, limpiándole una mancha de brillo de labios con color de la mejilla.
Nos miramos el uno al otro, sonriendo un poco tontamente, hasta que finalmente se aclaró la garganta.
―Bien. ―Me bajó de su regazo y se colocó dentro de sus pantalones, sonriendo satisfecho―. Esto va a ser divertido.
―Shhh. ―Reí, tirando de él para levantarle―. Solo intenta no pensarlo...
―Gracias por el consejo contra las erecciones, Bella ―dijo con un resoplido.
Alice estaba en la cocina, revisando el correo. Levantó la mirada cuando nos acercamos, pero su actitud casual no me engañó. Sabía que se moría por decir algo.
―Hola, Ali, este es Edward. Edward, Alice. Somos amigas desde... desde siempre.
―Me alegro tanto de que hayas podido venir ―dijo ella directamente, con una sonrisa realmente brillante.
―Yo también me alegro de conocerte ―dijo Edward con una risita, asintiendo―. Gracias por dejar que me quede.
―Oh, venga ya. ―Alice le quitó importancia con un movimiento de la mano―. Quédate tanto como quieras, da igual. Está bien. Oíd, ¿tenéis hambre? Yo me muero.
―Yo sí ―dije.
―Seguramente podamos coger algo del trabajo, Bella. Ya sabes que Nahuel y Maggie nos lo darán como siempre.
―Claro. ―Asentí, echándole una mirada a Edward―. Podemos coger un montón de cosas en el sitio en que trabajamos. Sopas, sándwiches, cosas así. ¿Te parece bien?
―Definitivamente. ―Me soltó la mano―. No he comido nada en todo el día. Dejadme ir a coger mi teléfono.
Pasamos el resto del día con Alice, comiendo en nuestro restaurante y luego haciéndole un tour en coche por el centro de Seattle. Ella tenía coche, así que hacer turismo resultó mucho más sencillo. Lo bueno era que, además, Edward y Alice se llevaban muy bien. Él era de trato fácil y sarcástico, no dejaba de hacer bromitas todo el rato, y ella estaba entusiasmada con la vida. Todavía no había conocido a nadie a quien no le gustara Alice. Aun así, me gustó ver lo rápido que conectaban. Aquello solo confirmaba que, que Edward estuviera en mi vida, tenia sentido.
Cuando cayó la noche, Edward parecía un poco cansado. Yo también lo estaba un poco y me parecía que tenía que ir a trabajar al día siguiente, así que volvimos al apartamento.
―No sé cuando volveré, Bella ―dijo Alice, haciendo girar las llaves en su dedo. Había quedado con Jasper.
―No pasa nada. Nosotros vamos a quedarnos aquí a pasar el rato, ver una película...
―Diviértete. ―Me besó la mejilla―. Y cuídate.
Rodé los ojos y me sonrojé, echando la llave a la puerta cuando ella salió.
Cuando fui a mi habitación, Edward rebuscaba en su mochila.
―¿Te importa si me doy una ducha?
―Claro que no. Dúchate ―dije, sacándole de debajo del lavabo una toalla y una barra de jabón sin estrenar.
Él desapareció en el baño y yo volví a la cocina para comprobar mi planilla del trabajo para los próximos días. Efectivamente, tenía que trabajar al día siguiente ―el turno de apertura―, pero luego tenía la noche y el día siguiente libres. No estaba segura de cuánto tiempo pensaba quedarse Edward, pero esperaba ―de forma egoísta― que fuera bastante.
Todavía no estaba segura de cómo íbamos a hacer aquello. No era solo la distancia, era que Edward no estaba seguro de si iba a estar en Portland o en Phoenix. Yo debía confiar en que, fuera lo que fuese que nos había unido, nos daría una oportunidad de probar a tener una relación de verdad, sin importar cómo nos organizáramos.
Encontré una caja de preparación de brownies en el armario de la cocina y yo me moría por tomar algo pringoso y dulce, así que los hice. Edward entró justo cuando yo metía la bandeja en el horno.
―¿Qué haces?
―Brownies. ―Le sonreí sobre mi hombro mientras me lavaba las manos―. Me apetecían.
―Mmmm. ―Él se apoyó contra la encimera, monísimo con su pelo mojado, los pantalones de franela y los pies descalzos―. Podría comer brownies.
―Bueno, eso está bien, teniendo en cuenta que los estoy haciendo para los dos.
―Más para ti, no mientas.
―Puede.
Él rio y los ojos se le iluminaron de felicidad.
―¿Cuánto les falta?
―Unos cuarenta minutos, creo. ―Consulté la caja y puse el temporizador.
―¿Quieres ver una película? ―pregunté, acercándome a él.
―Claro. ¿Qué tienes?
* . *
No se nos estaba dando muy bien lo de ver la película.
Era difícil resistirse a un chico mono que olía y sabía a chocolate, sobre todo cuando no dejaba de besarme en cuello y las orejas, distrayéndome con temblores y roces.
Al final cedí, girándome para quedar frente a él y tirando de él sobre mí, sin molestarme siquiera en fingir que no le deseaba. Él me besó con fuerza y fue muy diferente hacer aquello en mi cama, con ropa suave, y la cobertura de la noche y el cálido brillo de la lámpara. Estiré el brazo detrás de mí y apagué la televisión con el mando, lanzándolo después a un lado.
―¿Por qué llevas dos pares de bragas? ―preguntó, levantándome la pierna sobre su cintura.
―No las llevo ―dije con una risita―. Esto son pantalones cortos de pijama.
―Eso es lo que te han dicho, pero son bragas.
―¡Son pantalones de pijama!
―Son... pequeños.
―¿Y?
―Pues que llevar solo las bragas te habría servido de lo mismo.
―Cállate... ―Me deshice de su suficiencia con un beso mientras él empezaba a bajarme los pantalones.
―Mejor, ¿verdad? ―preguntó, frotándose lentamente contra mí.
Asentí, lentamente, sintiendo cómo la tontería y la ligereza del momento desaparecían, dejando una pesada sensación de necesidad tras ellas. Me quedé sin respiración y entonces Edward me besó de nuevo mientras una de sus manos subía y bajaba por mi pierna desnuda.
Su camiseta fue la siguiente.
Y luego no hubo más palabras mientras nos besábamos desnudos.
Él dejó besos por mi cuello, tocándome, apartándome el pelo. Se me puso la piel de gallina cuando entró por primera vez.
Y lo supe, supe entonces que conocer a Edward había sido un punto de inflexión en mi vida.
* . *
Por la mañana, Edward me siguió a la cocina mientras yo hacía café.
Estaba un poco adormilada porque habíamos estado despiertos hasta tarde; pero su amor me encendía, dándome energía.
―¿Frosted flakes? ―pregunté.
Él asintió y cogí dos boles con dos cucharas.
Él los llenó mientras yo nos ponía café.
―Creo que hoy voy a visitar a mis tíos ―dijo―. Mientras tú estás en el trabajo.
―Deberías ―dije―. Es una gran idea.
―Les llamaré en un rato.
Desayunamos tranquilos, combinando el cómodo silencio con toqueteos con los pies bajo la mesa y pequeños comentarios. Me sentía flotar cuando le dejé, como si el día tuviera el potencial de ser mágico. Las cosas empezaron a cambiar cuando Edward y yo nos conocimos, pero la noche anterior habían doblado una esquina. Y aunque sabía que en algún momento tendría que irse, no podría contener la felicidad ni aunque lo intentara.
Normalmente, los turnos de mañana se me pasaban volando, por eso los prefería. Me costaba madrugar, pero después se me había fácil aguantar el día. Y, como era sábado, cobre unas propinas fantásticas. Cogí un par de sándwiches y volví al apartamento, preguntándome cuándo volvería Edward.
Me llamó una hora después, diciendo que sus tíos querían que se quedara a cenar. Me sentí un poco decepcionada, pero me prometió que volvería después, que su tío Carlisle le llevaría. Le envié en un mensaje mi dirección para que pudieran volver sin problemas y luego recogí un poco mi habitación. Estaba hecha un desastre después de nuestra "noche de películas".
Iba por mi segunda lavadora cuando llamaron a la puerta. Miré por la mirilla antes de abrir. Edward sonrió ampliamente, abrazándome en el umbral.
―Hola ―susurré, alarmada por mi nivel de apego. Pero no le di mayor importancia y le permití ser lo que era. Si Edward me devolvía el sentimiento, ¿cómo podía ser malo?
―Hola ―repitió él, todavía sosteniéndome.
―¿Estás bien? ―Le besé el cuello y le abracé más fuerte.
―Muy bien. ―Entramos en el apartamento―. Hemos hablado... mucho.
―¿Sí? ―Mi corazón se saltó un latido. Él desprendía anticipación y yo nervios. Quería saber qué le estaba haciendo sonreír así, con esa pequeña sonrisa cómplice―. ¿Qué te han dicho? ¿Cómo están?
―Están genial. Mi tío, Carlisle... él... él me ha hecho una oferta.
―¿Qué tipo de oferta?
―Una oferta de trabajo. Si me convierto en algo así como un aprendiz. Él trabaja en carpintería, hace cosas a medida.
―Que bien ―dije, un poco sin aliento por culpa de la ansiedad, temerosa de tener esperanza―. Y, ¿tú qué has dicho?
―He dicho que vale. ―Se pasó las manos por el pelo. Él también parecía un poco falto de aliento.
El silencio cayó entre nosotros mientras consideraba las implicaciones de lo que acababa de decir. Mis manos temblaron ligeramente.
―Tengo que volver a casa para... cerrar asuntos. Enviar aquí algunas cosas ―dijo Edward, caminado de un lado a otro. Se detuvo de repente, inmovilizándome con su mirada―. Pero luego voy a volver. Y voy a quedarme.
―Vas a quedarte ―repetí, sintiendo las palabras vibrar en mi garganta―. Yo... me alegro mucho ―dije, cerrando los ojos, intentando no llorar. Sentía un alivio abrumador que no me dejaba hablar. ¿Qué era lo que me había hecho?
Sentí sus brazos rodearme y yo le rodeé con los míos.
―Podemos hacer eso ―dije―. Podemos... estar juntos.
―Sí, podemos.
―Mañana no tengo que trabajar ―dije, presionando la mejilla contra su pecho―. Y he conseguido cambiar el turno con alguien para tener libre también pasado-mañana. Hay algo que quiero hacer contigo.
Él bajó la mirada, buscando en la mía.
―Quiero llevarte a la playa ―dije, tocándole la mejilla―. Es un viaje un poco largo, pero Alice me ha dejado su coche.
Él sonrió lentamente, asintiendo.
―Me encantaría.
FIN
¡Hola!
Lo siento, chicas. La semana ha sido una locura. Pero aquí os dejo por fin el último capítulo de Venture.
Estoy deseando leer vuestras opiniones.
Si esta historia os ha gustado, y si os gustan las historias de viajes por carretera en general, os va a encantar mi próxima traducción. Se llama "Along the Way" de fanficsR4nerds y también transcurre en un viaje por carretera. Es un fic con tintes ligeramente navideños que empezaré a publicar en diciembre.
Estad atentas a facebook, porque allí publicaré el summary y la portada antes de empezar a subirla. También comunicaré allí la fecha exacta en que empezaré a publicarla.
Muchas gracias por estar ahí. Cuidaos. Nos leemos en breve.
-Bells :)
