Capítulo 44
DEMELZA
La primera pelea llegó más pronto de lo esperado. Y fue una de las grandes.
El día empezó de la forma que Demelza ya se había comenzado a acostumbrar desde que Ross había llegado a Cornwall, pero no por eso dejaba de ser excitante o nuevo aún. Se despertó porque alguien besaba su mejilla dulcemente. Rozando con su nariz su piel despacio, dejando un rastro de pequeñas caricias que la hizo sonreír aun cuando no había abierto los ojos todavía. Lo primero que sintió, además de sus besos, fue el calor de su cuerpo junto a ella. Sus brazos rodeándola tal como habían quedado cuando la recibió al meterse en la cama en la madrugada, sus piernas ásperas por sus vellos envolviendo las suyas debajo de las sábanas.
"Buen día, cariño." - lo escuchó decir luego de que ella soltara una risilla.
Demelza se estiró, la acción provocando un movimiento sensual y gatuno contra el cuerpo solido de Ross que pareció desperezarse también, sus dedos presionando en su abdomen. Pestañeó antes de abrir los ojos del todo.
"¿Cariño?" - preguntó con su voz algo ronca. No era la primera vez que la llamaba así, aunque antes había sido en el calor del momento. O a ella le parecía que no era dicho conscientemente. Le había dicho así antes de que se durmiera, y ahora al despertar… sonaba distinto. Con su sonrisa perversa que ella apenas llegó a registrar, capturó su boca en un beso. Y no un rápido y tímido beso mañanero con los labios cerrados, sino uno de esos que la dejaban sin aliento. Y aliento y mañanero era algo que debería hacerla sentir avergonzada, pero realmente no le importaba. No con Ross besándola como si quisiera fundirse con ella. Lo había extrañado, había echado de menos la pasión que compartían. El ardor que sentía recorrer cada rincón de su ser cuando estaban así, que la hacía presionar sus manos detrás de su cintura, querer acariciar cada centímetro de su cuerpo, continuar besándolo durante horas... Demelza dio uno... dos pequeños besos más cuando él se alejó, Ross mirándola con ojos aún adormilados...
"Sí. Cariño... mi dulce Demelza..." - ella rio de nuevo. - "¿Qué? ¿No te gusta que te llame así?"
"No... no... Sí me gusta, dulce Ross." Esta vez fue él quien sonrió. "Es solo que... es algo extraño." - dijo ella. Ross acercó su rostro un poco, pero quedó danzando a milímetros del de ella. Fue Demelza quien juntó sus labios.
"Realmente no lo es." - susurró él luego de un momento. Y ella estuvo de acuerdo. Quizás reciente, pero no extraño.
"No. No lo es." – Ross se encargó de despertarla del todo con sus caricias y besos que le hacían cosquillas en su cuello, hombros y mejillas. Un ataque de mimos que terminó con un gritito y ella empujando su pecho para quitarlo de encima pues si seguían así despertarían a los niños, si es que no se habían despertado ya. Afuera ya había amanecido y ya era hora de levantarse y preparar a Jeremy y Clowie para su primer día de escuela, pero no sin antes compartir un momento de intimidad más. Porque Demelza sabía que cuando abrieran esa puerta y salieran al mundo tendrían que conservar la distancia, pasó sus brazos alrededor de su cintura y lo abrazo fuerte antes de salir. Besando la base de su cuello, y respirando su perfume. Ross resopló y bajó sus manos por su espalda lentamente, llegando casi al borde de su trasero con sus dedos, levantando ligeramente su remera para rozar su piel. Una corriente eléctrica la recorrió de pies a cabeza cuando lo sintió en su abdomen, pero no tenían mucho tiempo. Demelza levantó la vista a su rostro. Él le regalo una tierna sonrisa y un beso en la nariz.
"Más tarde." – dijo como sabiendo lo que ella pensaba, pero no por eso dejo de apretar su trasero.
Un rato más tarde y la pequeña casita cerca del mar en Portwenn era un torbellino de actividad, como de seguro lo sería cualquier hogar con niños que debían empezar las clases. Mientras ella preparaba el desayuno, Ross se encargó de bañar a los niños.
"¡No hay tiempo de jugar, sácala ya!" – Exclamó Demelza cuando él la dejó a Clowie jugando en la bañadera como lo hacía habitualmente. Jeremy no era un muy buen madrugador y con una sola mano no era capaz de mover los pies, Ross guiándolo empujando ligeramente su hombro para que se moviera. Pero luego de desayunar los niños ya estaban prolijamente peinados y vestidos en sus uniformes y bastante despiertos. Ross se veía muy bien también, Demelza no pudo evitar contemplarlo. Simplemente con sus jeans apretados negros y una remera gris igual de apretada que no dejaba nada a la imaginación y marcaba cada uno de sus músculos. Con el pelo corto y afeitado de un día se veía mucho más joven y despreocupado. Completó su look con lentes oscuros. Ya podía imaginarse como reaccionarían las mamás al verlo llegar a la puerta del colegio.
Ella recogió sus cosas también. Ross la miró y levantó una ceja…
"Tengo que ir al campus a terminar mi informe." – le dijo. Él asintió comprensivamente.
"Vamos en auto, entonces. Te llevo después de dejar a los niños."
Demelza y los tres Poldarks hicieron las pocas cuadras hasta la escuela en el BMW, que también hizo voltear unas cuantas cabezas. Ella ayudó a Jeremy con su mochila hasta la entrada de la escuela, donde una amable maestra les daba la bienvenida y les indicaba adonde estaba el resto de su curso. Los niños se estaban juntando en el patio para un pequeño acto de bienvenida, los padres también podían quedarse a escuchar. Clowie se prendió a sus piernas cuando estuvo a punto de entrar. Demelza se agachó para abrazarla y besar sus mejillas, podía ver que estaba ansiosa por entrar.
"Te vas a divertir en la escuela, Clo. Y harás nuevos amiguitos y aprenderás muchas cosas nuevas. Te va a gustar, ya lo verás."
"¿No puedes venir conmigo?" – dijo la niña.
"Papá y yo nos quedaremos aquí hasta que entres. Pero no tengas miedo, te vas a divertir, te lo prometo. ¿Me prometes que serás una niña buena y harás caso a tu maestra?"
La pequeña asintió. "Sí."
"Muy bien. Un último beso…" – Ross la besó también y le deseo buena suerte. La maestra la recibió con mucha dulzura, acostumbrada a que a los niños más pequeños les costará más despegarse de sus padres y la llevó de la mano hacia otra joven maestra que seguramente sería la suya. Jeremy ofreció su mejilla para un beso también y puso su mochila en su hombro libre.
"¡Ten cuidado con tu brazo!" – le advirtió Demelza mientras el niño entraba seguro y seguía las indicaciones de adonde estaba su grupo.
Ross y Demelza se apartaron unos pasos de la entrada y se ubicaron para poder escuchar y ver a los niños. Ella seguía con la mirada a Clowie, que se volvió para verlos y la saludó cuando sus miradas se cruzaron. La pequeña la saludó también, aunque aún se veía algo nerviosa.
"¿Crees que Clowie estará bien? No le gustaba mucho la escuela en Londres, algunas niñas se burlaban de ella…"
"Estará bien. No te preocupes." – Dijo él y apoyó una mano en su hombro. Ella no tuvo intención de protestar, de seguro los niños no podían verlos, estaban a unos cuantos metros. Jeremy ya tenía un par de niños junto a él observando su yeso y Clowie estaba mirando a una niña de dos coletas, ojalá hiciera alguna amiguita…
"Buenos días, Señor Poldark." – una mujer se acercó a ellos y la distrajo.
"Buen día." – respondió Ross a su lado. – "Señorita Ellingham, ella es Demelza Carne. Demelza, ella es la directora de la escuela."
"Oh, mucho gusto."
"El gusto es mío. Veo que Jeremy tuvo un accidente. ¿Qué fue lo que ocurrió? ¿Necesita algún cuidado especial?"
"El sábado se cayó jugando en la playa, se fisuro el radio. El doctor dijo que no tendría ningún inconveniente en venir a la escuela. Es diestro, y se lastimó el brazo izquierdo. Y no está adolorido, así que no creo que tenga ningún problema. Salvo en hacer actividad física, claro. Y ya sabe que no tiene que correr y debe ser cuidadoso." – Explicó ella.
"Muy bien. Igualmente quédese tranquila que mantendremos un ojo en él."
"Oh… muchas gracias."
"Que tengan un buen día."
"Gracias, y usted." – "Que tenga un buen día, Señorita Ellingham." – dijo Ross a su lado, presionando sus dedos en su espalda y sonriendo cuando ella lo miró. Con los lentes oscuros no podía ver sus ojos, pero seguro estarían sonriéndole y llenos de arruguitas también.
Tal como se había imaginado, algunas de las madres volteaban la cabeza para mirarlo a Ross de reojo. Él como si nada, con su mano ahora en su cintura, comentando que Clowie ya estaba hablando con la niña de coletas y que no se hiciera problema por Jeremy. Pero más allá de asegurarle a ella que los niños estarían bien, también podía sentir que él estaba algo ansioso. No podría decir cómo se daba cuenta, por su postura o por la forma en que hablaba, algo más rápido que lo habitual con un dejo nervioso. Así que ella pasó su brazo por detrás de su cintura también. Quería darle un beso, pero no podía arriesgarse a que los niños los vieran. Desde su punto de vista en el patio de la escuela, ellos simplemente estaban de pie uno junto al otro.
El discurso de la directora fue corto, un simple mensaje de bienvenida y pronto cada grupo de niños fue guiado por una maestra adentro del edificio. Clowie los buscó antes de entrar y los saludó con la manito, Jeremy estaba muy ocupado hablando con otros dos niños y no se volvió a verlos. Los dos respiraron aliviados cuando todos los niños terminaron de entrar. Ross pasó su mano por su espalda.
"Eso no fue fácil." – dijo. Exactamente lo que ella pensaba.
"No, no lo fue. Pero van a estar bien, como tu dijiste."
"Sí, van a estar bien. Entonces… ¿te llevo a la Universidad o quieres…?"
"A la Universidad. Tengo que terminar esto, de verdad."
"Seguro. No hay problema." Dijo y la tomó de la mano para recorrer el camino de vuelta al auto. Demelza lo miró, pero el continuó mirando al frente como si nada. Supuso que las muestras de cariño en público estaban permitidas ahora.
Caballero como siempre, sostuvo su puerta para que ella entrara al auto. Mientras Ross daba la vuelta hacia su lado vio como un par de mujeres miraban en su dirección, incapaces de resistirse a la combinación de auto de alta gama y al hombre increíblemente sexy que lo conducía.
"¿De qué te ríes?" – preguntó cuando se sentó junto a ella.
"Tienes que cuidarte de las mamas solteras. ¡Judas! De las casadas también. Todas te están mirando, de seguro te arderán las orejas durante todo el día."
Ross miró hacia afuera, en dirección a las mujeres y encogió los hombros. "No creo que tenga que cuidarme, ya vieron que estoy contigo."
Ella sacudió la cabeza a un lado y otro aún sonriendo.
En el viaje hacia Truro conversaron de los niños y la escuela, que él había dicho que ella estaba autorizada a retirarlos también. Demelza le preguntó que iba a hacer durante el día ahora que se quedaría solo durante algunas horas. Él había sonreído de manera sórdida.
"Bueno, pensaba que podríamos… pero si estás ocupada voy a aprovechar para hablar con mis primos. Aunque haya renunciado aún tengo cosas que hacer, insistir con el grupo de Devon. Quizás tenga que ir personalmente en algún momento. Y voy a hablar con Prudie, controlar de que tenga todo en orden. Tengo que hacerme un lugar para trabajar en casa. Pensaba transformar el cuarto detrás de la cocina en una oficina…"
"Oh…"
"¿Qué? No es que lo hayas usado alguna vez. ¿Piensas quedarte allí ahora?"
"Nunca se sabe." – Ross frunció los labios para evitar reírse.
"¿Llegas a terminar el trabajo?"
"Eh, sí. Solo me queda revisar y editar y luego imprimir."
"Puedes usar la impresora de casa…"
"La presentación es algo importante en historia del arte… necesito hojas especiales y encuadernarlo…"
"Sí necesitas una impresora especial, dime cual y la conseguimos…"
"Ross… gracias, Ross. Pero no hace falta, siempre me las arreglé en la librería de la Universidad. Todo el mundo va allí."
"Solo decía…"
"Lo sé. Te lo agradezco."
"No tienes por qué hacerlo." – dijo mientras aparcaba otra vez en el estacionamiento de la Universidad.
"Mmm… bueno, que tengas…" – pero antes de que dijera algo más, Ross se desabrochó el cinturón de seguridad y se giró hacia ella.
Sin decir nada, solo su cuerpo en su dirección, ella terminó de acercarse. Sus dedos automáticamente yendo hacia su pelo que estaba muy corto y la hacía empujar su cabeza más hacia ella. Sus labios se apartaron y su lengua la invadió enseguida. Demelza gimió cuando escuchó un clic, Ross había desabrochado su cinturón también y ahora se cernía sobre ella. Su cabeza apoyada en la ventanilla, besándose como dos adolescentes en celo en un auto en un estacionamiento. Ojalá nadie conocido pasara y los viera. "Los vidrios son polarizados." – susurró él contra su cuello antes de besarla allí.
"El parabrisas de adelante no…" – dijo ella. Él se levantó un poco, pero lo volvió a atraer con su mano detrás de su cabeza y fue ella quien invadió su boca, sus lenguas danzando una con la otra.
De golpe Ross se levantó otra vez, respirando agitado. Ella casi recostada en su asiento. "Si no podemos ir a tu habitación, creo que será mejor que nos detengamos si no quieres hacer nada en el estacionamiento…"
"No están permitidas visitas en las habitaciones de campus…" – dijo ella enderezándose.
"Que bien." Demelza dio una palmada a su brazo, pero él se acercó de nuevo y la besó en los labios con dulzura esta vez. – "Te extraño." – dijo.
"Acabamos de dormir juntos…"
"Lo sé. Pero extraño…" – ella abrió mucho los ojos, haciendo una mueca y ocasionando que se riera.
"Yo te extraño también, hombre misterioso…"
"Mi chica de los labios rojos…"
Con piernas algo temblorosas, Demelza bajó del auto un momento después y se dirigió a la entrada del campus. Cuando estuvo en la puerta, recién entonces Ross arrancó el auto, tocando bocina cuando pasó cerca de ella. Ella lo saludó con la mano de la misma forma en que Clowie la había saludado antes de entrar a la escuela.
Luego de subir a su habitación, darse una ducha y cambiarse, bajó a la administración. Aguardó su turno leyendo su informe en su celular, haciendo notas en una libreta de cosas a corregir. Cuando faltaba una persona preparó la tarjeta de débito y su carnet de la universidad, era algo que hacía todos los meses desde que comenzó a estudiar y debería seguir haciendo durante años por venir. Era un sacrificio, pero no le importaba hacerlo. Era una inversión en ella, en su futuro y para lo que trabajaba todos los días…
"Buen día, vengo a pagar una cuota de mi préstamo…" – dijo, deslizando por la pequeña ventanilla las tarjetas.
"Como no…" – el joven del otro lado tecleó algo e ingresó sus datos. Miró la pantalla y tecleó algo más. Volvió a ver el número de estudiante y de vuelta a la pantalla… "Uhm… Demelza, no tienes ninguna deuda…"
"Es mi crédito estudiantil. No voy ni por la mitad todavía… creo que tengo el último comprobante de pago aquí si quieres ver el número de cuenta…" – Demelza buscó en su mochila el último ticket que guardaba en la libreta y se lo pasó al cajero. El chico lo miró entre sus dedos e ingresó por el número de cuenta esta vez.
"Mmm… sí. Esta cancelado, no debes nada."
"Pero… pero ¿cómo puede ser?"
El joven siguió tecleando… "Se canceló a principios de mes, el… 3… hace tres semanas."
"¿Cómo? No entiendo… yo no…" ¡Judas!
"Se hizo un pago cancelando toda tu deuda. Las… 27.000 libras que quedaban. ¿Te puedo ayudar en algo más?"
"Ehrm… no. Gra-gracias."
Algo mareada, Demelza salió de la administración y se sentó en una de las sillas que había en el pasillo. En su celular buscó el calendario. El tres… el tres… exactamente hace tres semanas… exactamente el día siguiente de cuando ella se había acostado con Ross por primera vez luego de que llegaran a Cornwall. ¡Judas!
ROSS
Ross estaba sentado en la isla de la cocina respondiendo mails y revisando el libro de movimientos de Nampara que Prudie le había enviado cuando escuchó la puerta abrirse y cerrarse con un portazo. Dos segundos después, Demelza se asomó bajo el marco y entró impetuosamente cuando lo vio sentado allí.
Su primer instinto fue sonreír. La había dejado en el campus de la Universidad no hacía más de dos horas, y había sido todo un sacrificio. Especialmente después del beso que se habían dado en el auto y más sabiendo que los niños no estaban en casa. La extrañaba... pero no podía quejarse. No después de la odisea de la última semana y como la situación con Demelza se había resuelto más por casualidad que por sus propios méritos. Tenía mucho que agradecerle a Jeremy. Ahora que había tomado la decisión de quedarse en Cornwall, y lo había decidido así por ella. Estaba agradecido de que no hubiera salido corriendo y se había prometido, y a ella también, darle tiempo. Tiempo a adaptarse a esta nueva realidad, los dos tenían que hacerlo. Hablar, pensar siquiera en un futuro era muy precipitado aún. ¡Hace solo tres semanas estaba por casarse con otra mujer! Así que su pedido de paciencia era pura lógica, aunque lo que su corazón quería no era más que abrazarla y besarla todo el día, y hacerle el amor... Así que por eso su primer sonrisa, que se borró inmediatamente cuando ella dijo furiosa:
"¿Cancelaste mi crédito estudiantil?"
"¿Q-qué?" - tartamudeó él, confundido.
"Mi préstamo estudiantil. La deuda que tenía por la matrícula de la Universidad y el alojamiento en el campus. ¿Lo pagaste tú?"
"¡Oh! Uhmm... sí." - Lo había olvidado. Lo había hecho apenas llegar a Cornwall.
"¡¿27.000 libras?!"
"No recuerdo cuanto era. Demelza, no fue nada..."
"¿No fue nada? ¡Es mi vida entera! Es la razón por la que trabajo a sol y sombra desde de que me fui de la casa de mi padre. Para ti quizás no es nada, ¿qué son 27.000 libras para un Poldark? Pero para mí..."
"Demelza..." - dijo poniéndose de pie y acercándose lentamente a ella. - "Cálmate. No es para tanto..."
Pobre elección de palabras.
"Entonces, ¿por qué no me dijiste que lo habías hecho?"
"Porque... porque sabía que no querrías que lo hiciera. Y luego... me olvidé."
"Te olvidaste... ¡Diez años, es lo que me habría tardado en pagar esa suma y tú solo te olvidaste...?! Ni hablar del hecho de que hiciste el pago la mañana siguiente a la primer noche que dormimos juntos. ¿Sabes cómo me hace sentir eso?"
"No, Demelza. Esa no fue mi intención, no digas eso, cariño..." - dijo él, sujetando sus brazos. Ella no se apartó, pero sus ojos seguían brillando y no con lágrimas. Con indignación, estaba muy enojada. Más enojada de lo que jamás la había visto, y eso era mucho decir.
"Te voy a devolver el dinero. Te pagaré cada centavo."
"No, Demelza. No quiero tu dinero..."
"¡Y yo no quiero el tuyo! ¿Entiendes eso?" - Exclamó, ahora si escabulléndose de sus manos.
"Lo sé... pero..."
"Seguiré trabajando para ti hasta que encuentre un nuevo empleo, y luego te pagaré como si abonara la cuota de mi crédito."
"No. No quiero que me devuelvas nada. Fue... fue un regalo. ¿no puedes verlo así? Sé que trabajas duro para pagar tus estudios, yo solo quise ayudarte. Tú me ayudas a mí y yo quise ayudarte a ti..."
"Yo no te pedí tu ayuda..."
"¡Dios, Demelza! ¿Puedes dejar de ser tan cabeza dura?"
"¿Yo soy cabeza dura?"
"¡Sí! Mira, lo lamento, te tendría que haber dicho después de que cancelé la deuda. Pero no lo hice con mala intención, o por algún otro motivo, o porque acababa de dormir contigo... ¿De verdad crees que algo así se me podría cruzar por la cabeza? ¿Acaso tan poco me conoces? Solo quería ayudarte, darte algo de libertad. Ahora no necesitas trabajar para pagar el crédito y puedes dedicar tu tiempo a estudiar y a..."
"Estar contigo."
"Yo... no puedo obligarte a eso, y no fue por eso por lo que lo hice. Lo hice porque eres mi amiga. Como dijiste tantas veces. Y me importas y me preocupo por ti... aunque tu creas que no. Tal vez no sé cómo hacerlo, tal vez te ofrezco cosas que no necesitas o no quieres, pero es porque no sé. No sé la forma en que podemos estar juntos, solo sé que quiero estar contigo. Y tú... tú eres distinta a cualquier otra mujer que haya conocido antes. ¿Funcionaría una cena en un restaurante lujoso? ¿Un trago en el bar de un hotel cinco estrellas? ¿Puedo decirte algo atrevido en un boliche? ¿Tendría alguna chance de que me miraras siquiera...?"
"Funcionó tirarme whisky encima en una fiesta de año Nuevo..."
"Eso solo me ganó una noche, y ni siquiera tu nombre... pero verás, mis errores no son malintencionados, es porque esto es algo nuevo para mí también. Lo que siento por ti..."
"Ross..."
"Lo sé. Sé que es muy pronto, y estas semanas han sido alocadas y aún, aún falta mucho que debemos conocer del otro. Pero, dame permiso para aprender de mis errores, porque siento que vale la pena. Tú y yo, no sé cómo y sé que soy egoísta, que tú mereces mucho más que lo yo pueda ofrecerte. Eres tan joven, y tienes toda tu vida por delante y deberías buscar a alguien con quien construir una vida desde cero y no a alguien como yo, con todo mi pasado..."
"Ross, yo seré quién decida eso..."
"No tengo dudas de que así será. Bien. Si es que tengo una oportunidad, me gustaría intentarlo..."
"Pero no así. No tomando decisiones por mi..."
"Lo sé. Lo siento... ¿Puedes... puedes pasar por alto mis muchos defectos?" - preguntó, con una pequeña sonrisa temerosa en sus labios.
"Son muy difíciles de ignorar... pero nadie es perfecto, Ross. Ni tú, ni yo... sobre todo yo. Sé que tienes razón, con eso de que soy cabeza dura. Por mucho tiempo solo tuve que enfocarme en mí, todavía quiero enfocarme en mi. En mis estudios, mi carrera..."
"No quisiera que eso cambiara..."
"En ser independiente, especialmente no quiero depender de un hombre. No quiero eso de ti. Tu dinero, o el nombre de tu familia como piensa tu tío..."
"¿Piensas que no lo sé? Cariño..." - Ross apoyó sus manos de vuelta en detrás de sus codos, acercándola. - "Eres la persona más desinteresada que he conocido en toda mi vida. Por eso me siento tan impotente, porque sé qué cualquier cosa material que pueda darte no te interesa..."
"No, no material. Pero tienes tanto para dar, Ross. Me has dado tanto ya, más de lo que te imaginas... Yo lo lamento también. Siento haber reaccionado así. Pero esto, nosotros, me asusta."
Ross volvió a curvar sus labios.
"Al menos ahora hay un nosotros."
"Si, Ross. Lo hay. Tal vez, tal vez ahora que te quedarás aquí podríamos, uhm..." - Demelza vaciló.
"¿Podríamos...?"
"Podríamos, no lo sé, intentar ir más despacio. Conocernos, aquí..."
"¿Mas despacio?" - dijo, pasando sus manos desde sus brazos hasta la parte pequeña de su espalda. Ella levantó una ceja.
Si quería ir despacio, eso no ayudaba en mucho.
"Mhmmm."
"¿Cuánto más despacio?" - preguntó. Sus labios apenas a centímetros de los suyos.
"Uhmm... no lo sé. Solo, algo más despacio. Tengo que enfocarme en la Universidad, concentrarme un poco más. Es muy difícil hacerlo si estoy pensando todo el tiempo en ti."
"¿Piensas en mí?" - preguntó casi contra su boca. Sus narices se rozaban.
"Todo el tiempo... cuando no pienso en los niños, estoy pensando en ti. Ross..." - la interrumpió cuando sus labios al fin hicieron contacto. Quietos, solo posados en los de ella. Ross respiró aliviado cuando sintió sus manos subir por su pecho hacia sus hombros y rodear su cuello. Él no se movió mucho, sólo sostenerla así era suficiente. Lo que le había dicho, era suficiente. Y no le estaba pidiendo nada que no le hubiera pedido antes. Tiempo, tenían tiempo. Ir más despacio, lo intentaría. Aunque sospechaba que sería igual de difícil para ella que para él. Más que nada al sentir como sus dedos acariciaban su nuca. Sabía que ella lo sentía también... Amor. Solo que era muy pronto para decirlo... - "Como ahora. Se supone que debería estar terminando mi trabajo."
"Eres tú la que vino. Vamos, cariño. Te llevo de vuelta al campus."
