Capítulo 47

"Así que… ¿Cómo están las cosas con Demelza?" – Dwight preguntó a su amigo.

Dwight lo había sorprendido al llamar para preguntarle si haría algo por el cumpleaños de Jeremy, ya que podría ir si era así. Caroline quería que fueran a visitar a su tío en Cornwall y se las podía arreglar para cambiar el turno del domingo y quedarse durante el fin de semana.

Dwight y Caroline llegaron un rato antes de la hora indicada para la celebración. Los niños estaban muy ansiosos y corrieron a la puerta cuando sonó el timbre – habían instalado uno especialmente para la ocasión. Jeremy abrazó a su padrino y Clowie a Caroline, a quien parecía tener especial cariño. Luego le habían relatado a Dwight, que era el único que no sabía la historia, como se había quebrado el brazo y que ya estaba casi curado. Ross le había pedido a su amigo que diera una mirada a las radiografías, pero no le dijo nada distinto a lo que el Dr. Choake les había dicho ya. Demelza los recibió con igual alegría que los niños. Se alegraba de ver a su amiga de nuevo, aunque Ross sabía que hablaban constantemente. Realmente se había esmerado con los preparativos de la fiesta. Él había ayudado también, pero todo había sido idea suya. El patio estaba hermosamente decorado con globos y guirnaldas. Habían sacado la mesa y las sillas afuera, los manteles, platos y vasos de colores haciendo juego. No habían podido conseguir con temática de Zelda como quería Jeremy, así que su hijo había elegido figuras geométricas de colores. Lo que sí era de Zelda, era la torta. Demelza se había pasado todo el día anterior en la cocina desde que llegó de la Universidad horneando y decorando la torta. Clowie la había ayudado un poco y Jeremy no la había visto todavía pues era una sorpresa, pero había quedado genial. Ya quería ver la cara de su hijo cuando la viera. Había comida por doquier, que habían comprado y también hecha por la Señora Martin que estaba ocupada en la cocina pues había ido a ayudarlos para que ellos pudieran disfrutar de la fiesta sin preocuparse por la comida. Su hija Jinny y su pequeño nieto también estaban invitados, y Zacky no se podía quedar solo en casa así que iría también.

Esperaban una buena concurrencia especialmente después de que Jeremy, en vez de invitar a algunos amigos como habían acordado, invitara a toda su clase. Eso le había dicho la maestra cuando lo fue a buscar a la salida de la escuela, que Jeremy se había parado en frente del salón y había invitado a todos. Y Ross sospechaba que nadie en ese pueblo se perdería la oportunidad de ir a conocer la casa de los recién llegados, así que habían preparado comidas y bebidas para los adultos también. Ross había llamado a su prima para invitarla, pero Verity estaba con mucho trabajo y él no podía culparla, le prometió que iría a visitarlos otro día.

Fue en un momento que Demelza y Caroline se fueron con los niños a mostrarle el patio que él quedó solo con Dwight y pudieron hablar un momento. Se habían enviado algunos mensajes en las últimas semanas, pero no habían entrado en muchos detalles. ¿Cómo estaban las cosas con Demelza? Bueno, la última semana había sido… reveladora. Aunque ella había dormido todas las noches en el campus, esa chispa entre ellos, esa pasión que había estado algo ausente desde que habían decidido ir más despacio, había vuelto… bueno, en realidad nunca se había ido. Solo se habían estado conteniendo, ocupados en otras cosas de su nueva vida cotidiana que todavía se estaba acomodando. Pero ninguno podía negar que esos últimos días habían sido más sexys que lo habitual, aun no estando juntos y en ocasiones sin ni siquiera hacer nada, tan solo hablando hasta quedarse dormidos.

Ross sonrió a su amigo mientras le ofrecía un vaso de té especiado frío que Demelza había preparado y guardado en la heladera. "Bien." – respondió.

"¿Solo bien?"

"Muy bien... Bueno, estamos intentando ir despacio, tomarnos las cosas con más calma. Pero… ella es increíble, Dwight."

"Eso es lo que dice Caroline. ¿Está viviendo aquí?"

"Mmmm… no. Se queda en la universidad, ahora al menos. Parte de eso de ir despacio…"

"Es entendible luego de todo lo que sucedió. Ross… se te ve feliz." – Le dijo su amigo dando una palmada en su hombro.

"Lo estoy. Creo que más feliz de lo que jamás había sido, aunque no es nada sencillo…"

"¿Te refieres a haber dejado la empresa?"

"Me refiero a criar dos niños. No tienes idea, Dwight. El trabajo que dan… siempre hay algo que hacer, no se quedan quietos ni un momento. Y eso que son muy buenos niños y Demelza y los vecinos de en frente me ayudan…"

"Te debes haber asustado con lo de Jeremy…" – Ross dio vuelta los ojos.

"Ni te imaginas, casi me infarto. Pero – pero estoy contento de estar aquí con ellos. Era algo que debí hacer hace mucho tiempo…"

" siempre decías que estaban bien." – le recordó su amigo, quien había sido un testigo silencioso en todos esos años.

"Yo no tenía idea. Supuse que estaban bien. En ese momento… me pareció que había tomado la decisión correcta. No hubiera sabido que hacer con dos niños pequeños. Ahora quizás tampoco sé que hacer, pero quiero estar con ellos. Y tengo que agradecer a Demelza por haberme enseñado eso y por ayudarme…"

"Me alegra escucharte hablar así, Ross. Respecto a la paternidad, yo no tengo la experiencia para aconsejarte, pero creo que estás haciendo lo correcto. Aunque eso te traiga problemas en los negocios…"

"¿Cómo dice la frase?"

"Afortunado en el amor…"

Ross rio antes de que su amigo terminara de decirla. En verdad se sentía afortunado. Sus hijos estaban sanos y felices, y por primera vez en mucho tiempo él había dejado entrar un rayo de esperanza en su vida que podía cambiar su curso por completo. Ya estaba virando de hecho, con él al timón guiando a su familia hacia otra dirección. Hacia una vida plena y llena de amor y alegría. Eso era lo que él quería.

"Tienes que probar esto, Caroline." - Dwight dijo a su novia que acababa de entrar de nuevo a la sala junto a Demelza.

"¿Qué es?" – preguntó ella observando su vaso.

"¡Oh! Es el que preparé. Ross, en la heladera hay cervezas también para que beban ustedes…"

"Dwight no toma." – dijeron Caroline y él a coro, y los tres se rieron.

"No es que no tome, no bebo a esta hora. Son las cinco de la tarde y estamos en un cumpleaños de niños." – se defendió el médico.

Pronto el nuevo timbre comenzó a sonar cada vez con más frecuencia. De un momento a otro la pequeña casita se vio repleta de niños. Demelza y Caroline guiando a los amigos de Jeremy hacia el patio trasero mientras él se quedaba conversando con los padres en la puerta, indicando a qué hora podían volver a buscarlos. Todos eran muy amables y muy curiosos, y esta vez sí notó la forma que algunas madres aleteaban sus pestañas o le sonreían de forma exagerada. Pero él no le prestaba particular atención a ninguna, aunque era correcto con todos.

De más está decir que Demelza había planeado cada detalle para que la fiesta fuera perfecta. No solo la decoración y la comida, si no también juegos y actividades para que los niños se divirtieran durante la tarde. También había elegido la música junto a Jeremy, lo que incluyo un mini-concierto unplugged de Hugh Armitage quien también estaba invitado a la fiesta y los ayudó a vigilar a los niños que con el pasar de las horas estaban cada vez más y más desaforados. Para cuando llegó la hora de cortar el pastel, Demelza y él ya habían cruzado varias miradas de cansancio, pero era un cansancio repleto de alegría pues los niños se habían divertido mucho y la fiesta había sido todo un éxito. Al igual que la torta que ella había hecho. Ross tuvo la precaución de tener la cámara del teléfono lista para cuando Jeremy la viera por primera vez, pues sabía que le iba a encantar. Si bien Demelza decía que algunos detalles no le habían salido del todo bien pues era la primera vez que decoraba una torta, todas esas pequeñas imperfecciones la hacían ver más bonita. La cara de su hijo cuando la vio no lo había defraudado, tampoco la de ella llena de orgullo. Y al resto de los niños también les había gustado pues estaba riquísima.

La fiesta se extendió hasta el anochecer. De a poco, los padres de los amiguitos de Jeremy fueron a buscarlos. Algunos se quedaban un ratito, invitados por Ross o Demelza a pasar y comer algo mientras sus hijos jugaban un momento más. Jinny, Hugh, Caroline, Dwight y los Martins habrían sido de gran ayuda para cuidar a más de veinte niños, cada uno de los cuales se iba con un globo y los regalos que Demelza había preparado para los invitados. Caroline y Dwight fueron los últimos en irse, no antes de que Jeremy pidiera abrir el regalo que su padrino le había traído y era la caja más grande de la pila de bonitos paquetes que había sobre el sillón de la sala.

"¡Wow! Gracias, tío. Es genial…" – Exclamó el niño mientras abría la caja de un monopatín a batería.

"Creo que debes esperar a tener las dos manos para usarlo." – acotó Caroline, pero un momento después Jeremy ya estaba dando vueltas alrededor de la sala en monopatín y con una sola mano.

"¡Ven, Clowie! Sube. ¡Gracias, tío Dwight!" – dijo el niño de nuevo cuando pasó a su lado. De verdad que tenía energía.

Ross y Demelza acompañaron a sus amigos a la puerta mientras los niños seguían jugando y abriendo los demás regalos.

"Fue una hermosa tarde, cariño. ¡No había ido a un cumpleaños de niños desde que era pequeña! La pasamos genial…" – Caroline le dijo a Demelza.

"Fue muy divertido." – añadió Dwight mirándolo a él. Ross lo abrazó.

"Me alegra que hayan podido venir. Gracias por el regalo de Jeremy, le encantó."

"No fue nada."

"Tenemos que volver a vernos pronto. Si van a Londres algún fin de semana, podemos salir a cenar los cuatro…" – dijo Caroline. Ross notó que Demelza se puso algo colorada y para darle más pena, apoyó su mano en su hombro y se inclinó ligeramente hacia ella.

"Es una buena idea. Cuando tengamos un fin de semana libre, iremos."

"¡Judas!" – Exclamó Demelza, y los cuatro se rieron. Ross la soltó cuando Dwight se despidió de ella con un beso en la mejilla.

"Lo que sea que haces con este hombre, continúa haciéndolo. Me alegro volver a verte, Demelza." – le dijo su amigo.

"A ti también, Dwight. Y… continúa haciendo lo que sea que haces con Caroline, nunca la había visto más feliz." Esta vez fue el turno de Caroline de sonrojarse.

Ross y Dwight se volvieron a abrazar, mientras Caroline y Demelza se alejaron unos pasos tomadas de la mano e intercambiaron palabras que él no llegó a escuchar y se despidieron con un fuerte abrazo también. Pronto estuvieron en el auto, Demelza y él saludándolos desde la puerta hasta que el vehículo dobló calle abajo. Ross había vuelto a pasar su brazo sobre sus hombros y cuando estuvieron solos se miraron sonrientes. Ross estaba a punto de besarla, pero de reojo vio que alguien se acercaba y la soltó justo a tiempo que Clowie se asomaba a la puerta.

"¡Demelza ven a ver todos los regalos de Jeremy! ¡Es millonario!"

Cuando entraron, la sala que ya estaba desordenada ahora era un caos de papeles de envoltorio, juguetes y ropa desparramada por todos lados. Uno a uno, Jeremy y Clowie le mostraron a Demelza los regalos mientras él comenzaba a limpiar y ordenar el patio. Los globos que habían quedado los llevó a la sala para que los niños jugaran. Ross picó algo de comer, pues no había comido mucho durante la tarde y preparó una bandeja con cosas que habían quedado y cuatro vasos que llevó a la sala también para que cenaran. Total, ya era todo un desorden.

Sentados en los sillones, los cuatro comieron conversando de la fiesta, quienes habían venido y lo bien que la habían pasado. Clowie insistió que quería una fiesta igual para su cumpleaños y que Demelza le hiciera una torta también.

"La torta estuvo genial, Demelza. Muchas gracias."

"De nada, cariño. Me alegro de que te haya gustado."

"Sí, me gustó mucho y a mis compañeros también. Lástima que Paul no pudo venir." – Jeremy también había enviado una invitación a su amigo de Londres, pero sus padres no podían llevarlo ese fin de semana.

"Su madre me dijo que más adelante podrían venir a pasar un fin de semana a Cornwall y así podrían verse."

"Lástima que no tengamos lugar para hospedarlos." – dijo él y pensó en su hogar, en Nampara…

"Tal vez nosotros podríamos ir a Londres también…" – Ross la miró sonriendo, recordando la invitación de su amiga Caroline. Si, tal vez podrían ir todos a Londres a pasar un par de días. "Ustedes tienen que ir a buscar el resto de sus cosas si se piensan quedar aquí. No creo que te hayan regalado suficiente ropa para pasar el invierno, Jer."

Cuando terminaron de comer, Ross comenzó a limpiar de nuevo.

"Deja, yo ordenare más tarde." – le dijo ella que ya estaba con una somnolienta Clowie en brazos.

"No te preocupes. Levantare todo lo de afuera y tiraré la basura. La señora Martin vendrá a limpiar mañana. Tu quédate con los niños." – le dijo él. Ella le sonrió con dulzura. Lo que daría por acercarse allí adonde estaba sentada y darle un pequeño beso. Se veía hermosa ese día, se había hecho algo en el pelo y vestía una simple blusa de broderie con volados y jeans. No creía que Clowie fuera a sorprenderse si la besaba, después de todo, su hija ya los había visto en una situación mucho más comprometedora. Había tenido que ser honesto cuando su hija le preguntó lisa y llanamente si Demelza era su novia. "N-no…" – había vacilado él – "Pero quiero que lo sea…" "¿Estas enamorado de ella?" - le preguntó su hijita mirándolo a los ojos. Ross la había llevado a cambiar a su habitación, pues Jeremy estaba durmiendo en la otra. Ross estaba arrodillado frente a ella que estaba sentada en el borde de su gran cama. "Sí. Pero no puedes decir nada, Clowie." "¿Por qué no?" "Porqué… es un secreto. Demelza todavía no lo sabe." "¿Y porque no se lo dices?" - Dios, esa niña… "Porque… ahora somos amigos. Ella es nuestra amiga." "Ella es nuestra niñera." "No, ya no. Ella ya no trabaja como niñera, es nuestra amiga. Esta aquí porque los quiere mucho. la quieres mucho ¿verdad?" – la pequeña asintió – "Yo la quiero mucho también… y se lo diré cuando sea el momento correcto. Pero por ahora Clowie, es nuestro secreto. No le tienes que decir a nadie lo que viste anoche ni lo que hablamos. ¿Me lo prometes? Así no asustamos a Demelza y ella se quedará con nosotros ¿?" – Su hija se lo había prometido y para ser una niña tan pequeña sí que tenía palabra. Sólo había pasado un día prendida a ellos, sonriéndoles y tomándolos de la mano. Así que a Clo no la sorprendería, pero no estaba muy seguro de cómo reaccionaría Jeremy. Ni Demelza, ella sería la que reaccionaría peor seguramente. Mejor guardaría sus besos para más tarde.

Cuando terminó de meter en una gran bolsa toda la basura, guardar la comida que sobró en la heladera y lavar toda la vajilla, Demelza y los niños ya habían subido a su habitación. Los encontró bañados y en sus pijamas, aunque no durmiendo todavía. Estaban los tres sentados en la cama de Jeremy mirando las fotos que Demelza sacó en su celular.

Él llevaba una caja en sus manos.

"Falta mi regalo." – dijo desde la puerta cuando los tres lo miraron.

"¿Qué es?" – preguntó Jeremy con curiosidad.

Ross se sentó a su lado, y puso la caja sobre sus rodillas.

"En realidad, es para los dos. Para que lo guarden y tengan de recuerdo." Los ojos de Demelza volaron a los suyos cuando Jeremy levantó la tapa de la caja. La había cambiado por una nueva y había limpiado los álbumes una mañana que estaba solo en la casa. "Son álbumes de fotos. Uno es de tu mamá cuando era pequeña, el otro es nuestro álbum de bodas, del día en que nos casamos." Con algo de torpeza, Jeremy sacó de la caja uno de los álbumes con la mano sana. Ross apoyó la caja sobre la mesa de luz para que pudiera abrirlo sobre sus piernas. Clowie se subió a la falda de Demelza y pasó sus bracitos alrededor de su cuello, ella la abrazó y besó su frente. Clowie la miró por un momento, pero luego volvió su atención al álbum también.

Las primeras fotos eran de Regina bebé en brazos de su madre y otra de cuando era niña. "¿Esa es la abuela?" – preguntó Jeremy, Clowie se interesó también.

"Sí. La abuela y el abuelo cuando Regi- mamá era una bebé. Aquí tenía cinco años. Igual que , Clo. Te pareces mucho a ella." - Su hija lo miró con esos ojos marrones e intensos, el pelo suelto aún húmedo. Si, era la viva imagen de su madre. Ross le sonrió. Para Clowie seguramente esa mujer en las fotos era una extraña, apenas si la había llegado a conocer y no la recordaba, era muy pequeña.

Jeremy dio vuelta las hojas lentamente. En cada una Ross explicaba lo que recordaba que le habían dicho a él aquel día que le mostraron el álbum. A veces solo se quedaba en silencio pues no sabía adónde habían tomado la imagen o que ocasión era. Su hijo preguntaba con curiosidad, quien era tal o cual persona, que lugar era. Señalaba a su abuela cuando la veía y le pareció que pasaba su dedito sobre el rostro de su madre cuando las fotos eran de Regina un poco más mayor y se parecía más a la mujer que él seguramente recordaba.

Estuvieron allí un largo rato. Tanto tiempo había pensado que era algo imposible, que no lo podría hacer, hablar de su esposa de esa forma. Pero no era tan difícil como había pensado. No cuando hablaba solo de esa mujer que había conocido hace años, no era necesario que diera detalles a sus hijos sobre su relación, sobre los últimos meses. Para ellos simplemente era un recuerdo de su madre. Para Clowie era el recuerdo de alguien que le habían dicho era su mamá. Y viéndola en los brazos de Demelza y la forma en que la abrazaba y ella la sostenía en sus brazos, tal vez para ella Demelza era más su madre que la propia Regina. Pero ese no era el momento de pensar en ello.

Sintió la mano de Demelza en su espalda cuando Jeremy dio vuelta otra hoja y él apareció en una fotografía. Irónicamente, era una foto que le habían sacado el mismo día que había visto ese álbum por primera vez, la primera vez que fue a casa de Regina. Estaban sentados uno junto al otro a la mesa, incluso se veía la punta del álbum en la imagen. Ambos sonreían a la cámara, ninguno tenía idea de lo que la vida les depararía. Fue la única vez que le tembló la voz. Demelza le dijo algo al oído a Clowie y la niña se bajó de su falda y se acercó a él, trepó a sus piernas y lo abrazó y le dio un beso. El la besó también, y pasó su brazo sobre los hombros de Jeremy atrayéndolo hacia él y besando sus cabellos. Demelza le sonreía sentada junto a su hijo.

Cuando llegaron a la última hoja y Jeremy cerró la contratapa del álbum, Ross les dijo que dejarían el otro para otra ocasión. Ya era tarde, y todos estaban cansados después de la fiesta.

"Jeremy, estoy seguro de que tu mamá está muy orgullosa del jovencito en que te estás convirtiendo. Te quería con todo su corazón, a los dos. Ustedes eran lo más importante para ella…" - dijo.

Demelza les dio un rápido beso y lo dejó solo con sus hijos para que los pusiera a dormir. Con cuidado, le quitó el cabestrillo cuando ya estuvo acostado y volvió a besar su frente.

"Papá…" – dijo casi dormido. – "... gracias por la fiesta. Te quiero mucho."

"Yo también te quiero mucho, Jer…"

"Yo también te quiero, papá." – se sumó Clowance.

"Y yo a ti. A los dos. Los quiero más que a nada en este mundo y eso no cambiará nunca."

Ross se quedó un momento sentado en la cama de Clowie mirando a sus hijos dormir. La niña lo había abrazado y se había prendido a su cuello, solo se pudo soltar cuando se quedó dormida. Pensó en Regina, y extrañamente lo que sentía esa noche no era rencor o culpa, sino lástima. Le apenaba que ella no pudiera ver a sus hijos crecer, compartir los pequeños momentos o días como ese con ellos. Cuan cruel era la vida, como uno podía arruinarla sin darse cuenta. Perder las cosas que realmente importaban. Él había ignorado lo que era importante durante mucho tiempo y había hecho mucho daño. A Regina y a sus hijos, y a él mismo también. Se había privado de esta felicidad por miedo y rencor. Pero ya no más, y no volvería a cometer los mismos errores otra vez.

Intentando no hacer ruido se puso de pie y acomodó las mantas sobre los niños, apagó la luz, entrecerró la puerta y se fue en busca de Demelza.