Disclaimer: The story doesn't belong to us, the characters are property of S. Meyer and the plot belongs to iambeagle. We just translate with her permission.
Disclaimer: La historia no nos pertenece, los personajes son de S. Meyer y la trama de iambeagle, solo nos adjudicamos la traducción.
Here's To Now
Autora: iambeagle
Traducción: Yanina Barboza
Corrección: Melina Aragón
Capítulo seis
Cuando llego a casa, abro Google Maps y escribo "Isla de Pascua" en la barra de búsqueda. Aparece una isla pequeña y poco intimidante. Pero se necesitan unos buenos ocho clics de zoom antes de que aparezca algo que no sea agua en la pantalla. Y es jodidamente aterrador.
Nunca he estado en un barco. No, a menos que cuente esa barcaza de fiesta que alquiló una amiga mía para su fiesta de graduación de la escuela secundaria. Y no, porque estuvo atracada todo el tiempo.
Mi pecho se expande mientras miro el mapa, tratando de recuperar el aliento que no llega.
Al final del pasillo, escucho la puerta de Jess abrirse. Sadie aparece ante ella, saltando sobre la mesa y cabeceando el borde de la pantalla de mi computadora portátil.
—Acabo de ver tres horas de The Bachelor —dice Jess, bostezando—. No estoy presumiendo, pero pensé que era bastante impresionante y quería decírtelo.
Me burlo.
—¿Lo viste sin mí?
—No sabía cuándo estarías en casa. —Ella llena la tetera con agua—. ¿Cómo estuvo de todos modos?
—¿La entrevista?
—Sí.
—Bien.
—Solo bien —repite, su mirada pasando por delante de mí y hacia mi pantalla—. ¿Por qué estás mirando a Hawái?
Me río de su completa ignorancia de la geografía.
—Esa es la Isla de Pascua.
Me muestra el dedo medio.
—No le digas a nadie que dije eso. ¿Estás investigando mierdas?
—Algo así.
—¿Ese tipo Edward fue allí o algo?
Pienso en mentir. Porque si le digo a Jess la verdad, ella me presionará para que vaya. Y tal vez no esté lista para hacer algo tan aventurero como navegar por el océano Pacífico. Tal vez debería comenzar con algo pequeño, como escalar roca bajo techo.
Sadie maúlla, y lo tomo como un empujón para ser honesta.
—Entonces Edward... me pidió que fuera a la Patagonia con él. En dos días.
—¿A la tienda?
—Jess, no. Está en Sudamérica.
La tetera hierve, pero ella la ignora.
—Bueno, ¿por qué diablos iba a pensar que te estaba pidiendo que fueras a Sudamérica? Eso es un poco disparatado. ¿Y extraño?
—Quiero decir, no es una oferta tan extraña —digo, sorprendiéndome a mí misma—. Todavía estaría trabajando y escribiendo sobre el viaje. Pero en lugar de reunirme con él después, simplemente estaría allí, experimentándolo por mí misma.
—Bastarda suertuda. Espero que hayas dicho que sí.
—Dije que le daría una respuesta mañana. —De hecho, traté de decirle que no, pero él no lo aceptaría como respuesta hasta que hiciera algunas búsquedas en Google y tuviera una noche de sueño.
Jess se muerde el labio, luego se ocupa de preparar té.
—¿Confías en él?
—No lo sé. ¿Sí? No creo que él sea poco confiable, si eso es lo que estás preguntando.
—Entonces, ¿cuál es su plan? —pregunta, sentándose frente a mí en la mesa—. ¿Cómo va a llegar allí?
Le doy todos los detalles, los que puedo recordar, de todos modos. Le digo que va a volar a México, pero solo porque es un viaje de última hora y no tiene tiempo para pedir aventón. Que encontró una tripulación que por último navega hacia Chile, pero parando en Acapulco, Islas Cocos, Galápagos, Isla de Pascua y Juan Fernández en el camino. Ella pregunta si la Patagonia es un país y le digo que no, es una región de Argentina y Chile. Ella dice que debería haber prestado más atención en la escuela. Le digo que para eso está Google.
—¿Cuánto tiempo estarás fuera?
—No lo sé —digo honestamente—. Al menos dos o tres meses.
Silba.
—¿Estás considerando no ir?
—Sí. ¿Y si solo me invitó porque estaba un poco borracho?
—Dudoso.
—Está bien, bueno, también estoy jodidamente aterrorizada de irme.
—Esa no puede ser una razón válida.
—Bien. El dinero también es en parte una razón. Tengo suficientes ahorros para hacer el viaje, pero es posible que no tenga lo suficiente para cubrir el alquiler mientras estoy fuera. Y no quiero joderte. —Ella frunce el ceño—. A menos que subalquiles mi habitación. Pero entonces estoy ejerciendo toda esta presión en ti para que encuentres a alguien para mudarse, y…
—Oh, Dios mío, Bella. No. Si esa es la única preocupación que tienes, entonces me niego a ser la razón por la que te quedes. Eso es ridículo. Estaré bien. Lo haré. Pero si esto es en serio algo que quieres hacer, tienes que ir por ello.
—Pero…
—Razones por las que deberías ir: puedes escribir en cualquier lugar. Te mereces un jodido descanso. Tienes veintisiete años, un poco aburrida...
—Oye.
—Y tal vez este viaje despierte algo en ti. Lo más destacado de tu semana fue ver viejos episodios de The Bachelor conmigo. —Pongo los ojos en blanco ante esto, pero no me molesto en negarlo—. Tal vez esto te dé la oportunidad de superar a Liam.
—Lo he superado —digo, creyéndolo. Pero sí. El espacio estaría bien. Como, un tipo de espacio de un continente diferente.
—No estoy tratando de citar a Nike aquí, pero... simplemente ve por ello.
—En realidad es simplemente hazlo. Pero como sea, entiendo el sentimiento. —Tomo sus palabras en serio, realmente las dejo asimilarse. Tal vez me merezco esto. Posibilidades como esta no se dan a menudo, si es que se dan, y sería una idiota si la dejara pasar.
XXX
A la mañana siguiente, suena mi teléfono. No es una alarma ni un mensaje de texto, sino una llamada. De Edward. A las seis de la mañana.
—¿Hola? —pregunto con voz seca.
—Oh, bien. —Puedo escuchar la diversión en su voz—. Estás despierta.
—Oh, sí —le digo, imitando su sarcasmo—. Definitivamente despierta.
—Escucha. Probablemente estás un poco molesta, y lo entiendo. ¿Pero cuáles son tus planes para hoy?
Me doy la vuelta, manteniendo el teléfono contra mi mejilla.
—Más que nada escribir. Trabajar. Y pensar en tu oferta.
—Tengo una idea mejor —dice—. Llévame a tu lugar favorito.
—Mi lugar favorito.
—La única condición es que debe ser al aire libre.
—Bien. —Me siento tentada a preguntarle por qué quiere hacer esto, pero decido no hacerlo. Quizás cuanto menos sepa, mejor—. Está bien. Me animo. ¿Cuándo?
—Envíame un mensaje de texto con tu dirección y me reuniré contigo a las ocho. En ese momento lo resolveremos todo.
—Suena bien.
Le envío mi dirección después de colgar, luego decido levantarme de la cama porque ya estoy despierta. Me muevo por la casa, le doy de comer a Sadie, bebo café, investigo un poco más sobre el viaje. Pienso a dónde voy a llevar a Edward hoy, y qué significa ese lugar para mí. Y luego llamo a mi papá.
Él toma el teléfono (y me refiero a que literalmente lo toma, creo que mis padres podrían ser las únicas personas que todavía tienen teléfono fijo) e inmediatamente me reta por no llamar más. Pero es bueno, es familiar. Mi mamá agarra el otro teléfono, el de la cocina, y entramos en una conversación fácil en la que les cuento todo sobre Edward, el viaje y mis preocupaciones. Al final, mi papá me dice que siempre he sido valiente, que solo necesitaba un pequeño empujón. Y mi mamá me dice que no me preocupe, que la deje hacer esa parte, ella es buena en eso.
Para cuando Edward toca la puerta de mi casa, la mayoría de mis nervios han desaparecido. Todavía tengo algunas preocupaciones, pero sé que no desaparecerán por completo hasta que hable con él.
—Entonces, ¿a dónde vamos? —pregunta, justo cuando Sadie se acerca a él.
—Pedernales Falls —digo, poniéndome las zapatillas para correr—. Psst. Ven aquí, déjalo en paz.
—Está bien. —Él se agacha, frotándole la barbilla—. ¿Cuál es el nombre de tu gato?
—Permíteme presentarte formalmente —le digo, levantándola. Edward se pone de pie y le tiendo la pata—. Edward, ella es Sadie. Tiene casi once años, pero todavía actúa como un gatito.
Él estrecha su patita, luego se ríe cuando ella maúlla.
—Así que esta es la gata. Una de las razones por las que intentaste rechazar mi oferta.
Lo miro fijamente, le doy una mirada, me siento tonta por intentar usar a Sadie como excusa.
—Sí.
—¿Ya tomaste una decisión? —Busca en mi rostro y no respondo de inmediato—. No estoy tratando de presionar, pero... hay algunas cosas que deben suceder antes de irnos.
Dejo a Sadie en el piso.
—¿Como qué?
—Empacar. Comprar un boleto de avión. —Hace una pausa, mira al techo y luego a mí—. Necesitamos conseguirte algo de equipo, como botas de montaña, una tienda de campaña y un bonito saco de dormir. Y probablemente deberías vacunarte, solo para estar segura. Pero todo esto debe suceder hoy. Si vas a ir, es decir.
Sonrío, y tal vez él no esperaba eso.
—¿Esa es una sonrisa de sí? —pregunta, luciendo un poco aliviado.
—Es una sonrisa de me siento mejor sabiendo que has pensado y planificado un poco.
—¿No creíste que lo tenía en mí?
—No lo sé. Estaba un poco preocupada, como si tal vez esta fuera una decisión del tipo espontánea, estoy-un-poco-borracho-y-accidentalmente-invité-a-la-chica-que-me-estaba-entrevistando.
—Yo no haría eso. Solo digo lo que quiero decir.
—Está bien. Bueno, en ese caso, estoy dentro.
—¿Sí?
—Sí.
—Te va a encantar.
—¿Qué parte?
Él sonríe, lentamente.
—Todo.
¡Hola!
¿Nos cuentan qué les pareció el capítulo?
Muchas gracias por los comentarios en el capítulo anterior: Lauguilln, Tata XOXO, Noriitha, Lady Grigori, saraipineda44, Adriu, Isis Janet, Adyel, Cinti77, somas, bbluelilas, BereB, Jade HSos, tocayaloquis y Car Cullen Stewart Pattinson.
¡Hasta el próximo capítulo!
