Disclaimer: The story doesn't belong to us, the characters are property of S. Meyer and the plot belongs to iambeagle. We just translate with her permission.
Disclaimer: La historia no nos pertenece, los personajes son de S. Meyer y la trama de iambeagle, solo nos adjudicamos la traducción.
Here's To Now
Autora: iambeagle
Traducción: Flor Carrizo
Corrección: Melina Aragón
Capítulo siete
Día 1
México
No estoy segura de como hago para empacar todo lo que necesito antes de esta mañana, pero supongo que no me di cuenta de lo poco que tendría que llevar. Cuanto más ligero, mejor, dijo Edward. Encontré esto un poco inquietante, porque soy, definitivamente, una persona que empaca en exceso. Pero cuando no tienes que llevar el secador de pelo, una planchita, maquillaje o un par diferente de zapatos para cada día, te das cuenta de que en realidad no te queda mucho que necesitas.
Cuando salimos del avión, hacemos el camino hacia el área de reclamo de equipaje. El aeropuerto es pequeño, no muy concurrido. Las únicas personas que veo son las que reconozco de nuestro vuelo, también esperando sus pertenencias. Tal vez esperando comenzar su propia aventura.
Agarramos nuestras cosas, que consisten en una mochila grande y un bolso cada uno, aunque el bolso de Edward es increíblemente más largo que el mío porque también tiene su tabla de surf.
Levanta mi mochila con facilidad, arqueando sus cejas.
—¿Lista? —Me doy vuelta y él desliza las correas sobre mis hombros. Cuando me inclino un poco demasiado hacia la izquierda, se ríe, empujándome un poquito hacia la derecha—. Te acostumbrarás.
Ambos usamos el baño y después hacemos nuestro camino fuera del aeropuerto. Está un poco húmedo, pero salió el sol y hay una brisa linda. El clima es un poco cálido para usar las botas de montaña que compré ayer, pero Edward dijo que sería bueno que las usara. Resulta que tenía razón. Me duelen los pies.
Saco mi teléfono y le mando un mensaje a Jess avisándole que llegamos. Ella responde con un montón de pulgares hacia arriba, emojis con cara de besos y una foto de Sadie. Al final, Jess decidió que subarrendaría mi habitación. Pagué un mes de mi renta, dejé un poco de dinero para las cuentas y reservé mi boleto de ida a México ante su insistencia.
Sigo a Edward hasta que estamos parados debajo del sol, alejados del área cubierta con taxis y camionetas. Él mira alrededor, como si estuviese esperando a alguien. Trato de no hacer muchas preguntas. Trato de dejarme llevar. Pero no saber cada segundo de cada minuto está demostrando ser una prueba para mi cordura.
—¿Cuál es el plan? —pregunto finalmente.
Él agarra una gorra de béisbol de su mochila y la pone sobre su cabeza hacia atrás.
—Ya verás.
—Bueno, pero ¿a dónde vamos?
—No muy lejos de aquí. Y, en realidad, no navegaremos hasta mañana por la mañana.
—Oh. Entonces, ¿dónde nos quedaremos?
—Conozco un tipo.
Edward todavía está mirando alrededor, revisando su teléfono, pero se detiene cuando ve mi rostro. Su sonrisa es amable, entendiendo.
—Mejoraré en esto.
—¿En qué?
—Mantenerte al tanto. —Observa mi rostro fijamente, y la forma en que lo estudia se siente más como una disculpa que lo que pudieron ser las palabras—. Oh —dice, dejando caer su mochila y escarbando en ella otra vez—. Te traje algo.
—¿Sí?
Me da un cuaderno.
—Siempre consigo uno antes de comenzar una nueva aventura. Un poco como una pizarra en blanco. Un nuevo comienzo.
Sus ojos están bailando con emoción, lo que hace que me emocione. Miro fijamente el cuaderno: es azul, azul marino, y las páginas del interior son marrones, como si alguien hubiera unido algo de papel kraft. Me doy la vuelta, tratando de alejar el pequeño tirón en mi corazón.
—Gracias —digo con sinceridad.
Su asentimiento es pequeño.
—Así que, el tipo que es dueño del bote en el que estaremos navegando, Marcus, nos dejará quedarnos con él y su familia esta noche.
—Eso es generoso.
—Lo conozco desde que era niño. Es un buen hombre. —Sus ojos se alejan de mí, más allá de mi hombro—. Hablando de…
Un hombre mayor con la piel bronceada y curtida camina hacia nosotros. Está sonriendo, toda su cara Iluminada.
—El aventurero —dice, saludando a Edward con un abrazo.
—Ha pasado mucho tiempo. Gracias por recogernos. —Edward da un paso atrás, mirándome—. Bella, este es Marcus. Él y mi papá eran buenos amigos.
Voy a estrechar la mano de Marcus, pero él me da la mano y me empuja para también darme un abrazo. Estoy instantáneamente aliviada por su presencia. Es un hombre cálido, ya puedo decirlo, y mis nervios están a raya por ahora.
—Muchas gracias por dejarme acompañarlos —digo—. Sé que fue un poco de último minuto.
—Todo con este es de último minuto. —Marcus se ríe, dándole a Edward una palmada bondadosa en la espalda—. Pero él es auténtico. Estás en buenas manos.
Edward me dirige una mirada, una que casi se siente como si estuviese avergonzado. Es linda la forma en que la parte superior de sus mejillas se vuelve rosada.
—¿Alguna vez has estado en un bote? —me pregunta Marcus, mirándome a los ojos.
Abro la boca, exhalando una risa.
—Nop.
—Te acostumbrarás —me asegura, luego dice—: Te encontrarás ahí afuera. Nada le escapa al mar agitado.
Puedo sentir los ojos de Edward en mí, pero no miro en su dirección, me inclino más cerca de Marcus y digo:
—Eso es lo que espero.
¡Hola!
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¡Hasta el próximo capítulo!
