Disclaimer: The story doesn't belong to us, the characters are property of S. Meyer and the plot belongs to iambeagle. We just translate with her permission.
Disclaimer: La historia no nos pertenece, los personajes son de S. Meyer y la trama de iambeagle, solo nos adjudicamos la traducción.
Here's To Now
Autora: iambeagle
Traducción: Flor Carrizo
Corrección: Melina Aragón
Capítulo trece
Son cerca de las ocho cuando termino de prepararme para la cena.
Edward me da el uso completo de la habitación, optando por usar el baño de la sala de estar para prepararse.
Probablemente me baño por mucho tiempo, disfrutando el agua caliente y el vapor, y el hecho de que no tengo que ducharme justo junto a un inodoro como en el barco. Me afeito, pero solo mis piernas porque las otras partes están bastante arregladas y ni siquiera estoy segura de si sucederá algo esta noche.
Una crema hidratante con color iguala el tono de mi piel y me pongo máscara en las pestañas. Después de mucha consideración, decido dejar que mi pelo se seque al aire, agregando un poco de producto para evitar que mis ondas naturales se vuelvan muy locas por la humedad. Sé que al final hará lo suyo, pero es una cita y quiero intentarlo. Básicamente, Edward solo estuvo a mi alrededor cuando tenía cero maquillaje, usando un traje de baño o ropa casual con mi pelo recogido. Sin embargo, esta noche se siente diferente, así que quiero verme diferente.
No estoy realmente segura de a dónde iremos, pero creo que elegir uno de mis mejores vestidos de verano y sandalias es algo seguro. Antes de dejar la habitación, aprovecho la oportunidad de mirarme en un espejo de cuerpo completo apoyado contra la pared de nuestro dormitorio. Debo admitir que no odio la forma en la que me veo. Estoy bronceada, mi piel más tostada de lo que nunca la he tenido. Incluso mi cabello está de un marrón un poco más claro. Mi vestido se amolda a mi cuerpo en todos los lugares correctos, mostrando las curvas de mi cadera y mi pecho.
Cuando camino dentro del área común, Edward está sentado en el sofá, hojeando uno de los libros de la mesa de café. Es increíblemente tierno como su cabeza se levanta inmediatamente cuando escucha abrirse la puerta y su rostro se ilumina.
Me toma un segundo notar qué es diferente antes de darme cuenta de que su barba se fue. No está completamente afeitado, pero solo una barba ligera cubre sus mejillas y su mandíbula. Es estúpido como ese pequeño cambio hace que mi corazón se acelere.
—Guau —suspiro—. ¿Quién sabría que eras tan guapo debajo de esa barba?
Pasa una mano sobre su boca y no puedo evitar observar sus labios cuando sonríe.
—Intenté recortarla e hice un trabajo de mierda, así que tuvo que irse.
—Bueno, me gusta. —Levanto una mano y paso mis dedos sobre su mandíbula—. Incluso me sentiría tentada a decir que deberías mantenerla así.
—¿Sí?
—Sí. Al menos mientras yo esté cerca.
—Lo consideraré —murmura, su mirada dejando un rastro caliente sobre mi cuerpo—. Luces bien.
—¿Bien? —bromeo—. Apuntaba a sexy.
—Y yo apuntaba a respetuoso —se ríe, sus ojos entrecerrados—. Sin embargo, luces increíble.
—Tú también. —Está usando un par de jeans oscuros que no había visto antes. Son ajustados, pero le quedan bien. Realmente bien en realidad.
—Esta es la única ropa limpia que tengo. —Mirando hacia abajo a su camiseta blanca, agrega—: Y realmente no puedo estar seguro de que esté realmente limpia.
La risa brota de mí.
—Lo hiciste muy bien, así que no te preocupes. Aunque ¿no vas a tener calor con jeans?
—Haré que funcione. —Se encoge de hombros, justo cuando una bocina suena afuera.
En nuestro camino hacia la ciudad, me dice que iremos a un restaurante llamado Grafiti. Nunca ha ido, pero luce bien y Marcus pudo dar fe de ello. Bromeo diciéndole que todavía no estoy segura de confiar en Marcus después de la broma del arnés de esta mañana, pero es lo que es.
El restaurante no está tan lleno como creí que estaría, pero eran casi las nueve. La atmósfera es contemporánea, fresca. Hay coloridos grafitis en las paredes. La luz es tenue, íntima y mi cita es increíblemente sexy. Lo observo desde atrás mientras seguimos a la anfitriona hacia nuestra mesa y me encanta como mira hacia atrás de vez en cuando para asegurarse de que todavía estoy ahí.
Una vez que nos acomodamos, escaneamos el menú de bebidas. Me emociona mucho ordenar una copa de sauvignon blanc, porque no he tomado vino en mucho tiempo. Edward ordena una cerveza y, después de recorrer el menú, decidimos compartir algunos entrantes y un par de platos principales.
En algún momento surge el tema de nuestros padres. Le pregunto cuándo fue la última vez que vio a su mamá y parece que ha pasado un tiempo. Aunque son cercanos, ella todavía está en California, lo que hace que sea difícil visitarla a veces. Me dice que ella no aprueba del todo su estilo de vida, pero que no lo molesta demasiado por eso. Él no se siente bien por eso, pero dice que hace lo que puede. La culpa me llena, recordándome que necesito llamar por Skype a mis padres y a Jess pronto.
Después de que nuestros platos de mahi y solomillo de ternera se terminan, la mesera nos trae nuestra tercera y última bebida. Decidimos no pedir postre, demasiado llenos y somnolientos, pero Edward promete que visitaremos una tienda local esta semana que tiene el mejor flan de coco.
—No puedo creer que comimos todo —reflexiona Edward, tomando un trago de su cerveza.
—Lo hicimos bien. —Sonrío, bostezando—. Espero que no creyeras que no comeríamos.
—Eso frustraría el propósito de salir a cenar.
—¿Nunca has ido a una cita donde la otra persona en realidad no come mucho?
Él vacila.
—¿Me creerías si dijera que esta es mi primera cita?
Me inclino hacia adelante, pasando mi cabello sobre uno de mis hombros.
—Cállate. ¿En serio?
Con las cejas alzadas, dice:
—En serio.
—Pero has estado en una relación antes, ¿no? —Conozco perfectamente la conversación en la que estoy por meterme. Pero me siento audaz por el vino y quiero saber sobre su pasado—. Una relación romántica —corrijo.
Después de unos treinta segundos pensando, él habla:
—Solo una.
—¿En serio? Define relación.
Él sostiene mi mirada.
—Ella era la única persona que estaba viendo exclusivamente por un periodo prolongado de tiempo.
Me tomo el resto de mi vino.
—Define tiempo.
—Un mes.
Silbo.
—¿Por qué tan poco?
—Era hora de que terminara. Ambos éramos conscientes de eso. Sin resentimientos.
Asintiendo, le pregunto directamente:
—¿Fue María?
El reconocimiento brilla en sus ojos.
—Sí.
—Así que ¿se terminó y ella estuvo totalmente de acuerdo con eso? —No lo estoy comprando, pero me doy cuenta de que podría estar proyectando todas mis relaciones fallidas en él. Nunca he tenido relaciones que terminaran sin malos sentimientos, así que es difícil para mí creer que ese ha sido el caso para él.
—Ella es como yo en ese sentido.
Me doy cuenta de que estoy jugando inquieta con mi servilleta.
—¿En ese sentido? ¿Estando de acuerdo con que las cosas solo se terminen?
—No inesperadamente, no —dice sinceramente—. Pero si hay un entendimiento… sí.
—Lo entiendo. Así que, ¿dónde está ella ahora?
—No lo sé. —Inclina la cabeza hacia atrás, tomando un trago de cerveza—. Probablemente todavía en Chile.
Los celos crecen en mi pecho y me esfuerzo mucho por alejarlos.
—Chile, ¿cómo el lugar donde termina mi viaje?
—Chile, como en un país grande, me garantiza que no la veré otra vez.
—¿Ella esperaría que ustedes retomaran las cosas otra vez si te la encontraras?
Me echa un vistazo.
—No, Bella.
—¿Por qué dijiste mi nombre de esa forma, Edward?
—Porque, aunque tus celos son halagadores y, ciertamente, algo atractivos, no planeo regresar con María. Y quiero que lo sepas.
Mi mirada cae y me encojo de hombros, tratando de no parecer afectada.
—No estoy celosa. —Tampoco soy una buena mentirosa. Y es estúpido que le mienta a él, cuando está siendo tan abierto conmigo. Sé que tengo problemas de confianza y sé que fui yo quien empezó está conversación—. Bien, tal vez un poco celosa. Pero no quiero progresar con esto —hago un gesto entre nosotros, sabiendo que el vino está hablando por mí— si tú tienes alguna amante en una isla esperándote.
—Sin amantes. Sin islas. Solo tú.
Odio necesitar la tranquilidad, pero solo soy humana.
—Está bien.
—¿Qué hay de ti? —pregunta, y fui estúpida por pensar que terminaría esta conversación ilesa. Él es todo sobre conversaciones serias, las que te hacen hablar, pensar. Crecer. Así que, por supuesto, es justo que yo esté en el asiento caliente ahora.
—¿Qué sobre mí?
—Tu ex —me recuerda—. ¿Cómo terminó eso?
—Mal. —Suspiro—. Él no me está esperando en una isla ni nada de eso, si eso es lo que quieres decir.
No se ríe, pero sus ojos sonríen.
—¿Estás segura? Realmente no puedo verlo solo… dejándote.
—Bueno, lo hizo. Como ves.
—Es un idiota.
—No sé eso —murmuro.
—Yo sí.
—Está bien, sí. Él es un gran y jodido idiota. Estoy bastante segura de que me estaba engañando —digo finalmente—. No lo sé con seguridad, pero como… dijo que quería ver a otras personas y dos semanas antes encontré un condón cerrado en sus jeans mientras lavaba la ropa.
Quería mantener esa historia para mí porque, honestamente, solo me hacía sentir triste. Pero sé que ser abierta es probablemente más útil que no serlo. Y tal vez eso ayudará a Edward a entender un poco más mi vacilación.
—Eso apesta. Lo siento —consuela y me encojo de hombros.
—Es lo que es.
Por sobre la mesa, agarra mis manos, entrelazando nuestros dedos.
—No tienes que hacer eso.
—¿Qué?
—Pretender que no te importa.
Él tiene razón, por supuesto, pero ser vulnerable no es exactamente divertido para mí.
—¿Quieres ir a otro lugar? —sugiere, dejando ir mi mano para sacar su billetera, arrojando algo de dinero sobre la mesa.
—¿Como a dónde?
—Hay un bar en esa calle. O podemos regresar y asaltar el bar de la casa. Depende de ti.
—Estoy bien con regresar. Estoy algo cansada.
—Suena bien. Creo que tienen Netflix en la sala.
—¿Estás tratando de ver Netflix y relajarte conmigo? —digo.
Parece confundido.
—¿Qué significa eso?
Lo intento, pero finalmente fallo en ocultar mi sonrisa.
—No importa.
—Dime.
—Es como cuando alguien sugiere ver algo en Netflix con la esperanza de que las cosas se pongan… íntimas.
—Ah. —Deja escapar una risa—. Lo siento, no estoy al día con todos esos términos millenials.
—Actualízate —bromeo—. ¿En serio nunca escuchaste hablar sobre eso?
—No. Y si quiero que las cosas se vuelvan íntimas, puedo hacerlo sin el pretexto de ver repeticiones de The Office.
Sonrío, intrigada.
—¿Crees que eres tan bueno?
—No es sobre ser bueno, es más sobre ser sincero con lo que quieres.
Apoyo mis brazos sobre la mesa, inclinándome más cerca.
—¿Y qué es lo que quieres?
Recostándose en su silla, levanta sus manos sobre su cabeza. Es genial, casual y quiero arrancarle la camiseta blanca de su cuerpo.
—Te quiero a ti —dice con atrevimiento.
—Está bien. Vamos.
XXX
Mi cuerpo zumba en el viaje de regreso a casa. Los dedos de Edward rozan los míos en el asiento trasero, antes de deslizarse un poco sobre el dobladillo de mi vestido, descansando en mi muslo desnudo. Su mano es cálida y áspera, y de vez en cuando la sube un poco por mi pierna, pero nunca yendo más allá de lo que quiero. Manteniendo una conversación casual con el conductor, él ni siquiera parece afectado por lo que está haciendo. Si lo está haciendo para volverme loca, bueno, está funcionando.
Cuando nos detenemos, la casa está oscura, excepto por unos pocos focos brillantes en el paisaje. Edward usa el teclado para dejarnos entrar y, una vez que estamos dentro, vemos a Jasper durmiendo en el sofá. Así que supongo que eso significa que no habrá Netflix.
—¿Quieres tomar algo? —susurra Edward, cerrando con cuidado la puerta detrás de nosotros.
Asiento, las luces de la piscina captando mi atención.
—¿Vamos a nadar?
—Sí. Te veré ahí.
Cuando entro a la habitación, prendo la lámpara cerca de la cama antes de desabrochar mis sandalias y sacarme el vestido por la cabeza. Hago pis rápidamente y, cuando camino de regreso a la habitación, hay un suave golpe en la puerta. Antes de que pueda responder, Edward la abre.
—Lo siento —dice—. Yo, uh…
—Está bien.
Él vacila en el marco de la puerta, vasos de licor en la mano. Con su mirada encendida en mí, recorre mi cuerpo. Su mirada está oscura, llena de lujuria, mientras estoy aquí parada en sostén y una tanga. Tener sus ojos sobre mí es jodidamente excitante.
—Cierra la puerta —le digo, con el pecho agitado. Tal vez no me entiende, porque se gira para irse—. No. Quédate.
La puerta se cierra con un suave clic y Edward camina a través de la habitación, dejando los vasos sobre la cómoda. Por un par de segundos, se para con su espalda hacia mí, sus ojos encontrándose con los míos en el espejo. Antes de que me dé cuenta de lo que está pasando, cruza la habitación, agarrando mi rostro y besándome con fuerza. Su boca es cálida y su ligera barba arde, pero no me importa. Lo beso de regreso, bocas abiertas, nuestras lenguas una contra la otra. Mientras sus manos se arrastran sobre mi piel, hacia abajo por mi cuerpo, me empuja más cerca de él, dejándome sentir cuánto me desea.
—Quítate esto —suspiro, tocando torpemente sus jeans.
Se los desabrocha frenéticamente, pateándolos fuera. Agarro su camiseta, tirando de ella sobre su cabeza. Y entonces él está empujándome contra él otra vez, contra su pecho duro. Sus labios están sobre los míos antes de arrastrarse por mi cuello, mi clavícula, mi pecho. Llevando mi mano hacia atrás, desabrocho mi sostén y lo dejo caer al suelo.
Sus brazos son fuertes, musculosos, y cuando me levanta, envuelvo mis piernas alrededor de su cintura. Camina hacia atrás hasta la cama y se da la vuelta cuando sus pantorrillas golpean el colchón, acostándome.
—¿Puedo? —Sus dedos tiran un lado de mi tanga. Asiento, levantando un poco mi trasero mientras él la baja por mis piernas.
—Ven aquí —gruñe, poniéndose de rodillas, tirando de mis piernas así mi trasero está cerca del borde del colchón.
Con los ojos pesados, entrecerrados, él abre mis piernas, pero no hace otro movimiento.
Estoy aquí acostada, esperando. Dejándolo mirar. Sin tocarme. Es una jodida tortura.
—Edward —suspiro, levantando un poco mis caderas.
Y luego su boca está en mí, chupando y lamiendo, concentrándose en mi clítoris. Es inesperado cuan jodidamente bueno es. Enredo mis dedos en su cabello, empujándolo más cerca, sin molestarme en mantener en voz baja mis gemidos.
Empieza a agregar sus dedos, pero le gimo un no. Me gusta sin ellos y él necesita saber exactamente lo que me gusta, lo que necesito.
Eventualmente, mis caderas se levantan y estoy maldiciendo, tantos joder y mi dios, y, cuando mi cuerpo deja de temblar, él besa su camino por mi muslo hasta mi rodilla, rozando su barba ligera por mi piel hasta que está de pie.
Más atrás en la cama, me siento y lo empujo para que esté parado entre mis muslos. Está tan duro y tiro de sus calzoncillos hasta que se hace cargo y se los quita.
Con mis piernas extendidas, se mete entre ellas, sus dedos rozando sobre mí. Estoy caliente, húmeda; y él se acaricia con su otra mano. Es tan jodidamente caliente, observarlo tocarnos a ambos. Beso su estómago, su pecho, muerdo su brazo. Y luego su respiración se vuelve entrecortada, detiene lo que está haciendo y se estira para agarrar protección.
—¿Trajiste condones? —pregunto, recostándome contra el colchón.
—No. Pero Jasper lo hizo.
Gracias a Dios por Jasper.
Abriendo el condón, él se lo pone mientras me acuesto. Se cierne sobre mí, sus brazos sosteniéndolo mientras besa mis labios antes de empujarse dentro de mí cuidadosa y gentilmente. Ambos gemimos y tiro de su antebrazo para que su pecho esté contra el mío. Quería sentir su peso mientras me follaba. Con círculos lentos él se mueve dentro de mí, hasta que decide no contenerse más.
Cualquier palabra que esté diciendo es incoherente, sin aliento contra mi cuello. Tomando mi pecho en su boca, él muerde suavemente y me aprieto a su alrededor.
—Deseaba esto —jadeo, clavando mis dedos en su espalda, sintiendo lo musculoso que es.
—Yo también —gruñe, enganchando su brazo debajo de mi rodilla, entrando más profundo—. Dios, yo también.
Entonces nos quedamos callados, solo empujes rápidos y respiraciones pesadas. Y no quiero decir algo de lo que pueda arrepentirme, pero mi pecho está tan jodidamente lleno y estar con él de esta forma solo solidifica todo para mí.
Con su rostro enterrado en mi cuello, su ritmo se acelera y luego maldice contra mi piel mientras se corre, sus movimientos eventualmente se ralentizan hasta detenerse.
Nos quedamos así por un minuto más o menos, recuperando el aliento. Mis dedos juegan con el sudoroso cabello de su nuca, y luego él me besa mientras se retira.
—Ya regreso… —dice, deja otro beso en mi hombro antes de desaparecer dentro del baño. Una vez que termina, voy al baño a hacer pis y lavar mi rostro.
La habitación está oscura cuando regreso, la tenue luz de la luna entra a través de las cortinas transparentes.
—¿Puedo cerrarlas? —murmuro, caminando hacia la gran ventana para cerrar las cortinas blackout.
Con la habitación significativamente más oscura, me arrastro debajo del edredón, optando por estar desnuda.
—¿Ya estás dormido? —pregunto.
—No. —Su brazo se levanta y me acerco para que nuestros cuerpos estén pegados. Y supongo que él también decidió dormir desnudo.
Dejo un beso en su pecho.
—¿Estás bien?
—Más que bien.
Tomo una respiración profunda y cierro los ojos mientras susurro:
—Me siento tan bien cuando estoy a tu alrededor.
—Yo también —admite, su voz ronca, sus dedos trazando un ligero rastro a lo largo de mi brazo—. Eres diferente.
—¿Cómo? —pregunto, mis labios cerrados en una sonrisa.
—Estoy demasiado cansado para explicarlo —murmura, apretando su agarre mientras besa la parte superior de mi cabeza.
Me levanto, con los dedos rozando su barbilla.
—Tú también eres diferente para mí.
—¿Cómo? —repite.
—Pensé que estabas demasiado cansado para hablar —lo acuso.
—Lo estoy. Pero no demasiado cansado para escuchar.
—Mmm.
Con mi brazo descansando sobre su estómago, reproduzco nuestra noche juntos en la seguridad de mi propia cabeza. Los pensamientos de eventualmente dejarlo llenan mi estómago de nudos. Apesta no saber lo que va a pasar. La incertidumbre me mantiene despierta, hasta que la respiración de él se hace profunda, así sé que está dormido. Me quedo aquí, metida bajo su brazo y, después de pensar en muchos escenarios de cómo puede ir esto, el ritmo constante de su respiración finalmente me adormece también.
¡Hola!
¿Nos cuentan qué les pareció el capítulo?
Muchas gracias por los comentarios en el capítulo anterior: Lady Grigori, Dama Sincera, angryc, 17camilanicole, somas, Adyel, saraipineda44, Noriitha, tocayaloquis, Lauguilln, bbluelilas, EmilyChase, tulgarita, Tata XOXO, dobleRose, Isis Janet, alejandra1987, Lizdayanna, Franciscab25, BereB, Cinti77, Cassandra Cantu, Jade HSos (x2), Adriana Molina, Lore562, Vianey Cullen (x2) y jupy.
¡Hasta el próximo capítulo!
