Disclaimer: The story doesn't belong to us, the characters are property of S. Meyer and the plot belongs to iambeagle. We just translate with her permission.

Disclaimer: La historia no nos pertenece, los personajes son de S. Meyer y la trama de iambeagle, solo nos adjudicamos la traducción.


Here's To Now

Autora: iambeagle

Traducción: Flor Carrizo

Corrección: Melina Aragón


Capítulo 17

Los primeros días en casa son difíciles, vacíos. Es extraño estar de vuelta. Me quedo con mi mamá, en mi dormitorio de la infancia convertido en oficina. Hay un colchón inflable en el suelo y fotos de mi papá en el escritorio.

Dormir es raro, tanto para mi mamá como para mí. Ella se obsesiona con asegurarse de que el funeral sea perfecto y pasamos un par de noches estudiando detenidamente las fotos antiguas, tratando de encontrar las mejores para la presentación de diapositivas tributo a Charlie.

Faltan algunos días para Navidad, pero no lo sabrías dentro de nuestra casa. No hay árbol, sin decoraciones. El único signo de las fiestas está colgado afuera e, incluso así, no lo encendemos. Charlie había colgado la mitad de las luces, una de las últimas cosas que hizo antes de ir a jugar al golf. Dichas luces también eran la razón de la pelea de mis padres. Mi mamá dice que ella quería luces blancas este año, pero Charlie pensó que no importaba, así que colgó las multicolores. Mi mamá se odia a sí misma por la pelea, porque sabe que fue insignificante. Le recuerdo que nada es su culpa y me recuerdo a mí misma lo mismo cuando no supero mi propia culpa.

Es difícil, tratar de mantenerme firme, tratar de ser fuerte para mi mamá. Ambas estamos de luto, pero al final yo solo perdí a mi padre. Eventualmente se supone que pase, es la vida. Sí, ocurrió increíblemente antes de lo que pensaba, por lo que esa parte es difícil de procesar en mi cabeza. Pero Renée perdió a su mejor amigo, su seguridad, su esposo. Cuando me pongo en sus zapatos, el dolor se multiplica por diez, es demasiado abrumador. No puedo imaginarme perder a Edward de repente, para siempre. Sé que ni siquiera está cerca de ser lo mismo, treinta años comparados con mi breve tiempo con Edward. Pero el pensamiento todavía me llena de dolor y me atormenta la culpa por haberlo dejado atrás cuando todo lo que él estaba pidiendo era estar allí para mí.

XXX

La noche antes del funeral, mi mamá y yo estamos en la cocina con copas de vino y comida de uno de nuestros vecinos burbujeando en el horno. Hablamos por Skype con mi prima en Washington, que no puede venir a Texas, y accidentalmente nos emborrachamos charlando con ella. Es tan divertido e inesperado que, por un momento, olvido por qué estoy aquí.

Después de que la llamada termina y estamos listas para comer, la conversación se vuelve un poco más seria. Estoy asombrada de que Renée aún no haya mencionado a Edward, pero no estoy sorprendida por la angustia que acompaña los pensamientos de él.

—No has dicho nada sobre tu viaje —dice, observándome mientras saco los platos del armario. Sadie está durmiendo en su regazo, ronroneando.

—Lo sé. Ha habido otras cosas en mi mente…

—Está bien. —Ella asiente, bebiendo su pinot noir—. ¿Tienes alguna foto? ¿Cuál fue tu parte favorita?

Encogiéndome de hombros, digo:

—No sé. Parece tan insignificante hablar de eso después de lo que pasó con papá. ¿Sabes?

—Sin embargo, no lo es. Te fuiste casi por un mes y medio. Quiero saber qué hiciste, qué viste.

Saco la cazuela del horno y me ocupo de servirnos, evitando su pregunta.

—Vamos —incita—. Al menos cuéntame sobre el tipo con el que estabas.

Mi corazón se hincha por la emoción, pero la alejo.

—¿Edward? —pregunto, como si hubiera alguien más.

—Sí. ¿Cómo es? —pregunta suavemente.

—Él es maravilloso —digo finalmente—. Es muy paciente conmigo y sabes cómo puedo ser. —Renée se ríe de eso—. No piensa demasiado las cosas, solo va con su instinto, no se preocupa por las cosas que no le sirven. Él me estaba inspirando a seguir su ejemplo. Quiero decir, obviamente no iba a cambiar de la noche a la mañana. Pero… —me interrumpo, moviendo la comida en mi plato—. Me hace sentir calmada. Realmente es una de las mejores personas que conozco.

Ella mira mi cara cuidadosa y atentamente, y si mis palabras no me delatan, estoy muy segura de que mi expresión lo hace.

—Él suena maravilloso. ¿Todavía está en Costa Rica?

—No lo sé —respondo con honestidad—. Iban a ir a Chile eventualmente.

Ella tararea.

—Está bien, tengo que saberlo. ¿Cómo luce?

Agarro mi teléfono, abriendo Instagram. No he entrado desde que llegué a casa, no quería ser absorbida por las redes sociales de inmediato después de mi desintoxicación. Así que cuando voy al perfil de Edward y veo que publicó una foto el día anterior, mi corazón comienza a latir con fuerza en mi pecho. Es la foto que él nos tomó frente a la cascada, en nuestra caminata. Sin comentarios, solo nosotros, más de mil me gusta.

—¿Qué? —pregunta mi mamá y sostengo mi teléfono para que pueda ver—. Oh, guau —suspira—. Esa es una dulce foto de ustedes dos.

Muerdo el interior de mi mejilla para evitar llorar.

—Lo sé.

—Así que estaban juntos —levanta las cejas— juntos.

—Mamá.

—Bueno, ¿qué? —Llena mi copa, poniendo el resto de la botella en la suya—. Tenía mis sospechas y esa foto lo dice todo.

Mi cara se calienta.

—Pensé en quedarme. No en Costa Rica. Sino con él, en general. Por un tiempo más, aunque… no para siempre. —Estoy divagando porque no sé cómo se tomará mi mamá esas novedades. Y ni siquiera estoy segura de si realmente tuve la oportunidad de pensar en quedarme con él. Estaba haciéndome a la idea y luego mi mundo se puso patas arriba.

—Ya veo.

Se me escapan un par de lágrimas y ella las limpia por mí.

—Creo que lo jodí, mamá.

—¿Cómo?

—Yo solo… lo dejé ahí. En el aeropuerto. Se ofreció a venir conmigo y yo arremetí y le dije algunas cosas de mierda. —Lloro, cubriendo mi rostro.

—Estoy segura de que él entiende, Bella. Estabas abatida por todo lo que pasó.

—Igualmente —dejo escapar un suspiro, moviendo mi pelo sobre mi hombro— él no se merecía eso.

—Deja de ser tan dura contigo —dice Renée suavemente—. Puedo decir que te preocupas por él. Y si estuvieras dispuesta a abrirle tu corazón, lo que no sueles hacer con cualquiera, entonces te garantizo que él se preocupa por ti también. Lo que significa que él te perdonará.

—Por supuesto que me preocupo por él —murmuro, limpiándome la nariz con una servilleta—. Lo extraño. Extraño a papá también. Solo estoy —tomo una respiración temblorosa— tan confundida ahora.

—¿Por qué estás confundida?

Sosteniendo la base de mi copa, hago un remolino con el vino alrededor, observando cómo cubre los lados. Opto por encogerme de hombros en lugar de una respuesta real.

—No te atrevas a preocuparte por mí —enfatiza, extendiendo mi mano—. Sé que las cosas están jodidas…

—¡Mamá! —Me río a medias entre lágrimas de la mujer que piensa que decir la palabra demonios es maldecir.

—Estoy tratando de hacer un punto. No pongas tu vida en espera por este momento. Por favor. Porque va a pasar y vas a sanar lo suficiente para estar bien de nuevo, ¿y luego qué? ¿Él se habrá ido a vivir su vida? Te arrepentirás tanto.

—También me arrepentiría si algo te pasara a ti.

—Chica, ¿sabes lo saludable que estoy? Como col rizada todos los días. Lo odio, pero lo como de todos modos —bromea y yo esbozo una sonrisa, resoplando—. Papá estaba tan orgulloso de ti. Tan orgulloso. Nunca te recriminaríamos por tu felicidad, bebé. Eso es todo lo que podríamos pedir. —Se detiene, sonriendo suavemente—. ¿Edward te hace feliz?

—Más que eso —murmuro nuestra frase secreta, sonriendo tristemente, permitiéndome recordar la forma en que me hizo sentir.

—Entonces sabes qué hacer. —Toma un gran trago de vino y dice—. Entra a sus mensajes directos.

La risa brota de mí, mis lágrimas disminuyen.

—¿Sabes lo que significa eso?

—No vivo debajo de una roca —me reprende—. Estoy en fleek*.

—Oh, mi Dios. —Sonrío, sacudiendo la cabeza—. Eres un bicho raro.

—Sí, pero también soy tu mamá y sé lo que es mejor. Ahora —me devuelve la sonrisa y me veo en ella más que nunca—, cuéntame más sobre Edward.

XXX

Acostada en el colchón inflable en la oscuridad, abro Instagram y sigo el consejo de mi mamá.

Movimiento audaz con la foto. Leí algunos de los comentarios… la gente no está feliz de que estés posando con una chica al azar.

Observo fijamente la pantalla, a punto de volver a mi inicio, hasta que veo aparecer puntos debajo de mi mensaje directo a Edward.

No eres una chica al azar, escribe de regreso. Y es una foto demasiado buena para no compartirla.

Sonrío a mi teléfono, aliviada de que él respondiera.

Quiero decir, capturaste mi lado bueno, así que…

Él tipea rápidamente: Todos tus lados son tu lado bueno. Luego: todavía no has llamado.

Lo sé, lo siento. Mi mierda no está arreglada… todavía, admito.

Dice que está escribiendo por un minuto más o menos, pero no aparece nada. Estoy a punto de dejarlo ser e irme a dormir, pero no puedo terminarlo así. No otra vez. Necesito algo más para pasar el próximo par de días, en caso de que no hablemos otra vez.

¿Qué estabas escribiendo?, pregunto.

Encontré el diario que te regalé. Estaba en el barco.

No debería sorprenderme, porque la mitad de mis cosas todavía están ahí. Nunca regresamos al puerto antes de que tuviera que volar.

¿Lo leíste?, pregunto.

No todavía. ¿Es un problema si lo hago?

Ni siquiera puedo recordar exactamente qué escribí, pero sé que es mucho. Todos mis pensamientos, miedos y recuerdos detallados de algunas de las cosas locas que encontramos durante el viaje. Definitivamente hay más de unas pocas páginas dedicadas a Edward. Pero eso no me molesta. Debería saber cómo me siento sobre él… y tal vez podría saberlo todo.

Lo que es mío es tuyo, bromeo, con el corazón dolorido porque extraño demasiado a ese hombre. ¿Qué tan lejos estás?

¿De qué?

De mí, agrego.

Más lejos de lo que me gustaría estar.

Mi estómago se tuerce con ansiedad. Ojalá estuviera aquí. Ojalá lo hubiera traído conmigo, porque lo extraño más de lo que pensé que haría. Y a pesar de que es un sentimiento terriblemente aterrador, ser tan completamente consciente de la existencia de una persona, me encuentro dándole la bienvenida.

Te extraño, confieso. Debería haber aceptado tu oferta y no haberte dejado en el aeropuerto… Lo siento.

No lo sientas. También te extraño.

Es raro, tipeo, estar acostada en la habitación de mi infancia, mandándole mensajes a altas horas de la noche a mi crush.

¿Crush? Ese término siempre fue tan… repugnante. Insinúa que alguien te va a lastimar.

No lo había pensado de esa forma. Bueno, ese no es el caso para nosotros… espero.

Te puedo asegurar que no, confirma y sonrío, tan adicta a la forma en que él me hace sentir.

Si solo pudieras ver mi sonrisa en este momento. Parezco una maldita tonta.

Extraño esa sonrisa… tal vez después de que todo se calme pueda visitarte. ¿Eso estaría bien?

Eso estaría más que bien.

¿Entonces es un plan?, pregunta y mi corazón se acelera. A pesar de lo simple de la pregunta, hay tanta esperanza, tanta intención vinculada a ella. Él está haciendo arreglos futuros para nosotros, yendo en contra de lo que es normal para él… por mí.

, respondo, suena como nuestro mejor plan hasta ahora.


*Fleek: es una aplicación que nos permitirá enviar mensajes de texto y mantener videollamadas con nuestros amigos. Y si no tenemos amigos que utilicen la app, siempre podremos acudir a alguno de los canales abiertos, en los que encontraremos a otros usuarios.


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¡Hasta el próximo capítulo!