Disclaimer: Los personajes de Shingeki no Kyojin no me pertenecen.

Advertencias: Lenguaje vulgar. Alusión a tráfico y consumo de drogas.

CAPÍTULO 2

Zeke Jeager se escabulló del antro temblando de emoción. Caminó apresurado por las calles traseras, sintiendo que el paquete metido en su ropa interior quemaba. Valdría por lo menos unos cuantos miles de euros.

Nunca pensó que tendría aquella suerte. Estaba comenzando su turno del antro, sirviendo bebidas en una mesa de extranjeros asiáticos, demasiado estruendosos para su gusto. No pudo sino darse cuenta de que uno de ellos le pasó un bolso al otro que, tras un rato, acabó perdiéndose entre la multitud hacia los baños.

Lo siguió. El pendejo estaba cagando en uno de los cubículos del baño, el morral se veía por abajo. Zeke solamente tuvo que tomarlo y salir corriendo. No se armó persecución, porque se ocultó en los vestidores para empleados del frente mientras que el tipo gritaba que lo habían robado. Tomó los paquetes, se los metió entre la ropa y se escabulló por una ventana.

El corazón todavía latía desembocado mientras aguardaba su parada en el metro. Miraba a todos lados con nerviosismo, aunque sabía que nadie lo había seguido. ¡Qué ganga se había sacado! Nada menos que heroína, podría vender una parte y quedarse con lo demás. Tal vez incluso podría comprarle unos zapatos decentes a su hermano menor Eren.

Al cerrar la puerta de su apartamento, lo encontró sentando en un rincón del piso con la nariz metida en un libro. Lo miró asustado porque azotó la puerta con demasiada fuerza. Estaba tan alegre que ni siquiera le importó que Eren viera mientras preparaba una jeringa con heroína y luego se inyectaba la pierna.

Se resbaló por la pared, temblando de éxtasis. Consiguió sacar el teléfono del bolsillo de los jeans para escribirle un mensaje a Reiner, diciéndole que viniera. Por el rabillo del ojo, notó que el chico lo miraba aterrorizado. ¿Cómo podía hacer que se fuera para que él pudiera follar con Reiner en paz?

Pero, no tuvo que echarlo siquiera. Eren, todavía mirándolo con esos ojos enormes, recogió algunos libros en una mochila para después escabullirse fuera del apartamento.

Realmente odiaba a su medio hermano. Había estado intentando darle una vida tranquila por consideración a su difunto padre. Pero, tras verlo amigable con la escoria de su vecino, decidió que el adolescente no serviría para nada más que ser una puta. Ni siquiera tenía buenas notas en la escuela. Zeke lo había intentado, ya no era su culpa que el desdichado fuera un bueno para nada. Como que lo tenían en la sangre.

Escondió el botín de heroína antes de que Reiner se apareciera, dejando tan solo una dosis más afuera. Si preguntaba, diría que había pedido un fiado. Se desnudó completamente y se tiró encima de la cama, alucinando por la sensación.

.

Serían las once de la noche. El adolescente se encontró tirado afuera de la puerta de Levi, rogando que su vecino no se tardara demasiado. No alzó la mirada cuando Reiner apareció, caminando tranquilo hacia donde se había quedado Zeke. Ya no estaba tan feliz de que le hubiera dejado usar su teléfono.

Más de una vez se descubrió preguntándose cuán bueno sería drogarse. No se veía como algo bueno, pero qué sabría él. Su hermano parecía disfrutarlo. Quizá pudiera olvidarse de todos sus problemas y vivir el momento, como decía Zeke.

−Levi –Se levantó como un resorte cuando vio al pelinegro acercándose por las escaleras.

El adulto lo miró sin expresión, haciéndose con las llaves de su bolsillo para abrir la puerta. Los recibió un olor a limón. Ambos entraron al departamento y uno de ellos se acomodó en un sillón enseguida, dejando caer los pies sobre el taburete.

−¿Puedo quedarme a dormir esta noche? –Preguntó Eren sin largas. Añadió rápidamente: −Dormiré en el piso, ni siquiera me sentirás.

Y ahí estaba su mirada de cachorro triste. Cuando Levi lo vio tirado afuera de su puerta, se veía bastante desdichado. Incluso encontró sus ojos rojos. Algo le había pasado, definitivamente. Quizá su hermano le hubiera agredido, o de nuevo estaría revolcándose con algún tipo en la sala, o podría ser algo mucho peor.

Levi se encaminó hacia la cocina para dejar la tetera al fuego. Cuando volvió, Eren lo miraba con las cejas arqueadas, mordiéndose las uñas pintadas de colores. Suspiró, cruzándose de brazos. Tenía preocupaciones más importantes que un adolescente con un hogar disfuncional.

−Dormirás en el suelo. –Sentenció con voz afilada. –No quiero escuchar un ronquido o te saco a patadas.

−¡Sí, sí! No hay problema, yo nunca ronco. –Vociferó Eren con alegría. –No sabrá que estoy aquí. Y además, que casi siempre duermo en una colchoneta, no habrá problema, sólo dame un almohada ¿sí? No seas malo.

No hubo más que silencio como respuesta. Cuando estuvo el té, Levi le pasó una taza a Eren y se sentó frente al chico para tomarse el suyo. Ya tendría un mes ofreciéndole té al chiquillo, no sabía cuándo se había vuelto tan blando.

−Eren. –Ignoró el salto del adolescente cuando dijo su nombre. −¿No tienes más familia?

Se arrepintió de haber preguntado cuando el rostro de Eren cayó.

−Quizá. –Fue lo que respondió tras una pausa. –No lo sé. Mamá vivía en la calle. Nunca supe quién era mi padre. La única familia que tengo es Zeke.

Qué puta suerte tenía ese mocoso. Así como iban, el hermano mayor era su tutor legal, no había forma de quitárselo. A menos que se probara que estaba metido en drogas, lo cual dejaría al chico en manos del Estado, dando tumbos entre las casas hogares. Ya él mismo sabía lo duro que era para un adolescente esa vida. Era lo mismo que vivir en la calle.

¿Cuánto querría el hermano por Eren...? Levi tenía unos ahorros que podrían bastar y luego ¿qué haría con él? No tenía a quién entregárselo, nadie que pudiera mantenerlo seguro. Sacudió esos pensamientos rápidamente, estaba muy cansado. Ya lo había pensado con anterioridad, no había forma de salvar al chico. Sólo podía esperar que no se rompiera demasiado.

−A dormir. –Sentenció finalmente.

Eren lo siguió mientras Levi buscaba en su closet mantas extra y almohadas para sí mismo. Su alfombra era cómoda, así que no tendría que haber problema. A pesar de lo que había dicho anteriormente, dejaría que Eren durmiera en la cama.

−¿Y tú? ¿Tienes familia, Levi?

Levi se detuvo extendiendo las mantas por el suelo. No era tan inesperada la pregunta, Eren resultaba demasiado curioso para su gusto, pero removió algo dentro de sí. Familia, hubo un tiempo en que sabía lo que significaba tener una. Ahora ya no lo recordaba. Tragó el nudo de su garganta, volviendo a su labor.

−No. –Su voz fue dura.

Definitivamente no se esperaba la enorme sonrisa de Eren cuando dijo:

−Podemos ser familia.

Fue una charla que se extendió más de lo que hubiera querido, no sabía por qué seguía respondiéndole al mocoso. Quizá porque era relajante hablar con otro ser humano, así fuera un imbécil de quince años.

−No funciona así.

−O sea, que no quiere ser mi familia. –El puchero de Eren fue exagerado.

−No dije eso.

−Entonces ¡sí quiere! Seamos familia y nos protegeremos uno al otro.

−Tampoco dije eso.

Cuando se despertó entre las mantas de la afombra (no tuvo que insistir demasiado para que el mocoso aprovechado ocupara su cama), no había rastro de Eren por el apartamento. Apenas serían las seis de la mañana, pero la cama estaba ordenada y sólo había dejado una nota en la mesa de noche con una letra torcida:

«Gracias por ser mi familia. ¡Espero que le gusten sus uñas!»

Y sí. Tenía las uñas pintadas de amarillo con una carita sonriente dibujada con marcador negro permanente. Suspiró con resignación.

.

Hola, hola. Volví con otro capítulo, espero que más pronto de lo esperado. No están tan largos, pero igual me gustaría que fuera de su agrado. ¿Qué opinan de Eren? A que es un terroncito de azúcar, me encanta. Si les está gustando la historia, dejen un review o fav, no sean malitos. Muchas gracias por leer. Saludoooos y besoooos.

-Cece