Hola, esta es mi primer fanfic. Soy realmente nueva en esto, sobre toda usando esta web. Espero que les guste esta historia en donde la protagonista es una villana con un severo placer culposo por el caos.


En un principio, mientras vivía todo lo pacíficamente que podía en una isla del South Blue, realmente no me importaba quien era mi padre. Vivía en paz con Emma, mi madre, y los aldeanos.

Desde que cumplí un año, cuando mi cabello creció, mis ojos tomaron su color definitivo y mis expresiones comenzaron a ser más remarcadas, todos los vecinos del pueblo repetían una y otra vez lo parecida que era a mi madre. Mi tez blanquecina con apenas un leve dorado del sol, mis ojos verdes, mi boca pequeña y mi nariz respingada, todo era el digno reflejo de mi progenitora. Lo único distinto era mi cabello, que a pesar de tener la misma caída en cascada de ella, el color difería enormemente en una mata rojiza capaz de distinguirse a metros de distancia, sino a kilómetros.

Estaba tan acostumbrada a poseer la misma belleza natural y para nada exótica de mi madre, que fue este notable contraste de colores entre ambas, el que me hizo preguntarle si el color de mi cabello era igual al de mi padre.

En ese entonces tenía cuatro años. Mi curiosidad por este mundo que solía ver a través de mi computadora cobró vida como un maldito incendio devastador que no podía ser controlado por mucho que quisiera mantener mis impulsos. Culpo al cuerpo infantil en el que residía.

Mis preguntas iban y venían. Y las respuestas que conseguía abría paso a más y más incógnitas. Era un monstruo devorador de información.

Siempre que veía el reflejo de mi cabello en el agua, o en las vitrinas de las familiares tiendas, las hebras de mi cabello me recordaban a Shanks, el famoso pirata que fue el modelo a seguir de Luffy, el protagonista. No era una sospecha descabellada, aunque en el anime nunca se supo si el Yonko tuvo una hija, pero no podía pensar en nadie más. Llámalo instinto. Porque realmente no estuve tan equivocada.

La respuesta que obtuve de Emma fue retrasada unos minutos hasta que sus músculos se destensaron. Me miró fijamente con el habitual semblante serio, pero sus ojos eran un torbellino de pensamientos. Luego de la larga espera simplemente respondió "Sí". Y, como lo esperaba de mi madre que ha estado pendiente de mí desde siempre en este mundo, esperó mi siguiente pregunta.

Me gustaba Emma. Aun me gusta. Su forma directa de hablar, sin gastar tiempo en rodear la pregunta o buscando desviar la conversación. Es admirable su franqueza. También resultó muy útil para saciar mi ferviente curiosidad que subía como la espuma.

De esa conversación exprimí todo lo que pude y lo que me era importante.

Akagami no Shanks era mi padre.

Shanks, el famoso y fuerte pirata que en unos años se convertiría en Yonko, conocía mi existencia.

A Shanks, el personaje que realmente admiré en mi otra vida, no le importaba.

No hubo cartas. No hubo regalos. No hubo visitas.

Él sabía sobre mí, pero al parecer mi existencia nunca le importó lo suficiente como para preguntar al menos como estaba, o si seguía viva.

Emma lo contó como si fuera natural, pero sus cejas fruncidas decían otra cosa. Me sentó un poco mal que la persona a la que encontraba tan genial no quisiera verme ni mostrar un breve interés en mí. Pero lo dejé de lado. Tenía a Emma y a los aldeanos. No obstante, después de ese pesado interrogatorio a mi madre, tomé interés por mi Haki del Rey. Shanks lo tenía, así que, por qué yo no.

Pasaba mis tardes entrenando lo más lejano que se me permitía de la villa. No quería pasar por el mismo entrenamiento de Luffy. ¡Diablos no, odio el dolor! Pero era necesario si quería indagar más en esto.

Pensé que el Haki de Observación podría ser ideal para mí, podría escabullirme para escuchar las conversaciones de los adultos y marineros a escondidas y así, atiborrarme de información. Usé algo simple. Colgué en la rama de un árbol pequeñas piedras con hilos de pesca, y los dejé libre en el aire para que me golpearan.

No. No soy masoquista.

Pero recuerdo haber escuchado o leído por ahí, que el dolor de los golpes podría ser un incentivo para mis sentidos a querer esquivarlos. Duele. Y casi lo dejo. Emma siempre se preocupaba cuando llegaba a casa con un montón de hematomas en los brazos y en la cara, asique de vez en cuando me castigaba sin dejarme salir a entrenar. Entonces no tenía más opción que cubrir mis ojos con una venda y caminar con ella por toda la casa chocando con los muebles. Un desastre.

Sin embargo, ahora yo, Yua, con 5 años y medio, acabo de despertar mi Haki de Observación. Costó, y es por eso, que mi sensación de logro se ha disparado por todo mi pecho tan cálidamente.

Duró más tiempo de lo pensé también, pero no es como si tuviera mucha prisa para volverme fuerte. No vienen muchos piratas por estas islas, principalmente porque no hay mucho que saquear. Los que vivimos aquí tenemos lo justo y necesario. Además, los piratas no suelen ser lo suficientemente fuertes para hacerle frente a los marines estacionados en la isla contigua, a 30 minutos de viaje tranquilo en barco, y a 15 o 10 minutos a la velocidad de un buque marino.

Así que, si debo decir cual fue mi motivación para hacer ese doloroso entrenamiento día tras día, diría que fue por Shanks. No le importo, pero me agrada la idea de ser tan fuerte como él. Y, aunque me cueste admitirlo, todavía tengo la esperanza de que vendrá de visita algún día. Si lo hace, quiero mostrarle el fruto de mi esfuerzo, quiero ser una marca inolvidable en su mente para que no me olvide, quiero ser para Shanks, tan inolvidable como lo es Luffy.

Seguí entrenando. Corría vueltas completas alrededor de la villa. Nadaba hasta que ya no podía más. Subía arboles y los bajaba en grandes saltos. Esquivaba rocas y meditaba tranquilamente al alba para extender el rango de mi Haki de Observación.

El tiempo fue pasando rápidamente. Shanks aparecía en el periódico, y yo me divertía leyendo lo que el Gobierno Mundial hacia que escribieran de él. Un demonio pelirrojo. No podrían estar más equivocados. Shanks era un idiota amigable que disfrutaba de la libertad y los sueños, su fuerza siendo utilizada con el único fin de proteger a sus nakamas y amigos. Ese era él. Ese era mi padre.

Pero un día, cuando tenía 8 años dejó de aparecer en las noticias como si su existencia se hubiera esfumado de la Tierra. Entonces recordé la fecha. Shanks debe estar en el East Blue. Debe estar conociendo a Luffy.

No pude evitarlo. Sentí emoción. No por Luffy, en estos momentos en donde todavía es un mocoso sin fuerza realmente no me importa, pero si Shanks estaba de visita en uno de los Blue, pensé que no sería tan descabellado que luego pasara por el South.

Esperé, esperé y esperé. Pasaron meses. Shanks había pasado por Villa Foosha alrededor de un año, lo que me impidió desesperarme, pero mi mente estaba tan inquieta con las ganas de conocerlo al fin, que hubo días en que dejé mi entrenamiento y las clases de estudio que daban en la escuelita, para sentarme en el muelle a ver el horizonte donde podría aparecer el Red Force.

Luego de pasado un año y más meses, lo entendí. Shanks no vendría. Por la fecha seguramente ya habría entregado el sombrero a Luffy coronándolo como el próximo Rey Pirata. Ya habría perdido su brazo por él. Y ya habría zarpado devuelta al Grand Line. Él no tenía intención de aparecerse por aquí.

Le guardé rencor. Su aventura era más importante para él que la familia. Pues claro, para un pirata la verdadera familia son sus nakamas, no la sangre de su sangre. Yo sólo soy otra existencia entre millones de otras, mezclándose entre ellas sin tomar importancia.

Shanks como persona es un hombre agradable y leal, pero como padre era una mierda.

Emma dijo que no tuviera esperanzas en conocerlo, porque él prefería su aventura antes que una vida simple y familiar. No la escuché. Seguí insistiendo en mi corazón que el hombre detrás de la pantalla de una computadora jamás abandonaría a los de su misma progenie. Me equivoqué. Y ahora mis llantos reclamaban el vacío que dejó esas esperanzas.

No mucho tiempo después, mientras corría alrededor de la villa, en mi entrenamiento apegado por costumbre, se comenzaron a escuchar balas de cañón y choques de armas. Gritos y maldiciones, risas y llantos. Estaba al otro lado de la villa, un poco lejos del muelle, asique regresé lo más rápido que pude, sólo para presenciar cómo los piratas incendiaban las casas y tiendas luego de sacar lo poco que se tenía de valor.

Atacaban con balas y espadas a todo aquel que tenían cerca, no tenían reparo en asesinar a personas inocentes e indefensas. Reían y se burlaban en voz alta cada que un padre o madre de familia trataba de proteger a los suyos. Sentí miedo al ver esa imagen tan repentina y cruel. Me preguntaba donde rayos se habían metido los sheriffs que custodiaban la aldea y porqué aun no avisaban a los marines, cuando los vi de pronto muertos a lo largo de la calle.

Sentí nauseas, pero en mi escondite, tratando de respirar hondo para tranquilizarme, me aseguré de tomar valor para escabullirme hasta llegar a casa, al costado más lejano del muelle, donde seguramente estaría Emma muerta de la preocupación y el susto.

Tratando de pasar lo más desapercibida posible, corrí entre los callejones y las sombras, evitando todo contacto con los piratas. Sin embargo, mi ansiedad aumentaba cuando mientras avanzaba, podía ver los cuerpos sin vida de los aldeanos y a los piratas saqueando las casas.

Sabía que nuestro hogar era cercano al mar, pero también estaba lejos del muelle, tal vez por eso no contaba con que los piratas atacarían en esa zona de inmediato. Al seguir avanzando, sorteando los obstáculos, escuché otra pelea de espadas y cuchillos. Mis vecinos estaban tratando de defenderse con lo poco que tenían en las manos, y entre ellos estaba Emma.

Me alivió saber que estaba bien, dentro de lo posible. Respiré hondo nuevamente y me lancé a la refriega golpeando a los piratas que estaban a la espalda de mi madre. Pareció sorprendida al verme llegar de manera tan abrupta, pero sólo me dirigió una media sonrisa orgullosa antes de cortar con un mero cuchillo de cocina el brazo de un bastardo.

Emma es genial. No tenía otro pensamiento más que ese.

Pero a pesar de nuestro breve momento, los piratas resultaron ser más fuertes de lo normal. No podía noquearlos por muchos golpes que diera. Maldije no haber despertado mi Haki de Armadura. Podía esquivar fácilmente, sin embargo, si no atacaba no podríamos vencer adecuadamente a los que nos rodeaban para escapar.

Emma se estaba cansando de una lucha sin descanso, los aldeanos igual. Yo tenía mi entrenamiento diario, pero ellos no, y no podíamos seguir así cuando cada vez llegaban más piratas superando nuestro número por mucho.

Todos mis vecinos rápidamente cayeron muertos. No tenían idea sobre peleas, y estaban destinados a encontrarse con su muerte hoy sin importar si eran 2 o 20 piratas contra ellos. Emma estaba muy agotada, y yo no podía hacer más que evitar los ataques.

Entonces, un disparo llegó en la boca de su estómago. No había pasado ni siquiera dos minutos desde que me dio su sonrisa orgullosa cuando ella ya estaba encogiéndose en el suelo por el dolor. No pude evitarlo, grité su nombre. Mi mente estaba en blanco y rápidamente los piratas aprovecharon para tomarme del cabello y golpearme.

Pero no pude defenderme, mis ojos sólo estaban en ella, en mi madre. La persona que me crió, me alimentó y me amó. La veía en el charco de su propia sangre que se iba haciendo cada vez más grande, su cabello negro ocultando su rostro, y sus extremidades que antes estuvieron rodeando con fuerza su estómago, ahora estaban flácidos.

Podía escuchar en la lejanía como los bastardos que asesinaron a mi madre hablaban sobre venderme, sobre ser una buena mercancía, que hasta podría ser divertido pasarla con una mocosa como yo. Ataron mis manos y mis tobillos con cuerdas gruesas que hacían doler mi piel. Mas nada de ello tomaba importancia en mi mente mientras veía el cuerpo de Emma. Porque Emma estaba muerta.

Una sensación de furor que nació en mi estómago fue subiendo con fuerza hasta mi pecho, se arremolinaba como un huracán tomando más y más fuerza. Sentía muchas ganas de gritar pero mi cuerpo no respondía. Entonces puse más fuerza en mi estómago, obligándolo a subir incluso más allá de mi pecho hasta mi garganta, donde nuevamente se atoró ahogándome.

Era doloroso y frustrante. Quería soltarlo pero nunca era lo suficientemente fuerte para escapar por completo de mi cuerpo. Los piratas vieron como mi cuerpo convulsionaba con miradas de asco. Escuchaba como me llamaban enferma, que era una mercancía defectuosa a la que había que matar. Y eso sólo me enfureció más, por lo que lo volví a intentar.

Junté mis emociones, incluso el dolor de mi pulmones al no poder recibir oxígeno para respirar, y lo lancé más allá de mi garganta, lo forcé a escapar. Grité, grité como nunca lo había hecho, ni siquiera en mi vida pasada. Porque estaba triste, estaba enojada, frustradas y herida. Quería que lo bastardos dejaran de golpearme, que se desvanecieran y poder ir a abrazar el cuerpo sin vida de Emma.

Quería que Emma estuviera viva.

Cuando hube parado de romper mi garganta en mi grito desesperado, los piratas estaban en el piso en posiciones incómodas y con espuma saliendo de sus bocas. Sin embargo, eso no me importaba ahora, sino Emma. Me arrastré como pude hacia ella, pasando por encima y ensuciándome con su sangre, puse mi frente sobre la suya como siempre hacía cuando no podía dormir, y lloré.

Lloré hasta que mi ojos quedaron rojos, hinchados e irreconocibles. Lloré porque la única familia que tenía ya no existía.

Estaba enojada, enfada con el mundo por quitarme todo lo que tenia de un momento a otro. Mi madre, mis vecinos, mi casa y mi lugar dentro de este mundo. ¿El One Piece? ¿El Rey Pirata? ¿A quién mierda le importa eso? Sólo quería tener una vida tranquila y en paz con las personas que hacían verdadero todo este mundo ficticio. Las que daban estabilidad y normalidad al caos que era mi mente cada que recordaba que esto no era más que la historia de un anime, cada que me daba cuenta de que mi existencia es una anomalía en este universo, que no debí haber nacido, que no debí haber existido.

Seguía gritando y llorando. Lo sabía porque a pesar de que mis oídos ya no distinguían ningún sonido más que un intenso pitido, mi garganta dolía y mi vista era borrosa.

Nunca me había sentido tan desesperada como en ese momento. Porque, no sólo había perdido a la persona más importante en estos 9 años, sino que también se me estaba escapando de las manos la cuerda que mantenía mi claridad mental, la estabilidad para no volverme loca después de llegar a un mundo completamente nuevo, peligroso y hasta cierto punto, desconocido. Estaba perdiendo lo único que me permitía recibir toda la información de esta nueva realidad con calma. Y todo era culpa de esos bastardos.

Los piratas.

Con la vista redirigido a los cuerpos tendidos en el camino de tierra levantó con furia contenida la espada que yacía cercana a mis pies y, con movimientos casi mecánicos corto mis ataduras.

Ellos eran los culpables. Llegaron y arrasaron con mi pequeña caja de cartón que me mantenía a salvo de divagaciones estúpidas y pensamientos desalentadores.

Camino hasta el más cercano y sin pensarlo dos veces entierro la hoja de la espada hasta el fondo de su pecho, asegurándome de atravesar el corazón del bastardo por completo, para que no vuelva a ponerse de pie ni a abrir los ojos. No se lo merecía.

Continué el resto de la hora repitiendo con cuidado cada una de mis acciones, atravesando sus órganos vitales hasta sentir como daban su último aliento dentro de su inconsciencia.

Por suerte la villa era pequeña y los piratas no se habían esparcido tan lejos desde el lugar donde Emma murió, por lo que todos estaban noqueados. No era estúpida, y luego de terminar mi trabajo no tuve dudas de lo que sucedió, de lo que hice. Desperté mi Haki del Conquistador.

Nunca me afané por despertarlo pensando que sería un poder inútil, que no sería tan efectivo como lo era el Haki de Observación, del que sacaba mucho provecho, así que realmente nunca le puse atención. Pero siendo la hija de Shanks, no fue raro en lo absoluto.

Shanks…

¿Dónde estaba él?

Sé que nunca apareció en mi vida, pero no podía evitar sentir rencor por el padre que tenía el poder más que suficiente para acabar con los bastardos que nos atacaron y aún así, viajaba tranquilamente por las aguas del Grand Line después de despedirse de su niño preferido mientras Emma y yo estábamos en peligro.

¿Aventuras? ¡Ja!

¿Libertad? ¡JA!

Lo único importante en la vida de cualquier ser humano, era la familia. Pero él hizo su elección, sus nakamas. Y no hay nada que me gustaría más en estos momentos que acabar con todo en lo que él cree.

Yo también hice mi elección.