Año 1516 - Enies Lobby

"¿Es ella?"

"Lo es. Mira su máscara de zorro"

"Es más pequeña de lo que pensé".

"Al parecer sólo tiene 13 años"

"¿Espera ¿estás diciendo que es la próxima Rob Lucci?"

Era extraño que todos esos marines estuvieran susurrando sobre mí como si fuera alguien famosa. En estos cuatro años terminé acostumbrándome a la frialdad del campo de entrenamiento, donde cada uno se preocupaba por sí mismo sin importar lo mucho que destacara uno o la repentina muerte del otro.

Ryu no mentía cuando dijo que sería un infierno, o un campo de guerra. Es sólo que la guerra no era contra los reclutas o los instructores, sino contra uno mismo. El entrenamiento fue tan duro que no dudo que los niveles de mi fuerza de voluntad rompieran sus propios límites mientras trataba de sobrevivir cada día.

Fue una suerte que trabajé mi cuerpo desde muy pequeña y que mi mente no era la de una simple niña. De no ser ese el caso, no estoy seguro de haber salido viva de ese lugar.

De los tres niveles: Principiante, Intermedio y Avanzado, no estuve más de dos semana en el primero. Todo debido a que se enfocaban a trabajar la resistencia, algo de lo que solía enorgullecerme en villa Hare. Los instructores notaron que el nivel no me causaba ninguna dificultad por lo que me ascendieron a intermedio. Ahí pude comenzar a sentir la pesadilla. Enfocarme en mi fuerza nunca fue mi fuerte, pero tuve que sentir el cambio de nivel exponencial con todos mis músculos y huesos. Una experiencia que no quisiera repetir.

Dos años y medio estuve en el intermedio antes de que me dieran el visto bueno y continuara con el avanzado. El Rokushiki. Todos sufrimos una sorpresa, incluida yo. Resultó que el manejo y control del Rokushiki, que en teoría debería tardar varios años en dominarlo, no fue un problema para mí. Supuse que el entrenamiento intermedio debería que ver con mi manejo casi perfecto de las técnicas de este arte marcial, pero más tarde me enteré que reclutas mucho mayores aún estaban estancados en lo básico de la técnica. Entonces no estaba mal llamarme genio.

Pero no todo era simplemente entrenamiento físico. A pesar de ser una genio en el Rokushiki, no me satisface decir que muchas veces estuve a punto de morir, pues había que adaptar el cuerpo no solo a la lucha, sino también a la sobrevivencia.

De días hasta semanas e incluso un mes entero sin dormir o comer, generar a cientos de venenos diferente, al dolor físico ya los juegos mentales. Más veces de las que puedo contar estuve a punto de rendirme, pero entonces todo por lo que había pasado anteriormente no significaría nada y terminaría en el olvido tal como muchos otros. No podía permitirme eso. Al menos no morir de esa forma tan lamentable. Primero tenía que dejar una huella, una marca tan grande en este mundo que superaría el tiempo.

Entonces, del mismo modo tuve que aprender geografía, matemáticas, cultura, historia y modales. Siempre que se nos negaba dormir comenzaban las clases con diversos tipos de conocimiento. Todo para una infiltración o misión exitosa. ¡Ah! Claro, también nos lavaban el cerebro influyéndonos días y noches sobre cómo el gobierno mundial, los Tenryubitos y el Gorosei, eran los pilares más importantes de este mundo, y que sin ellos, el mundo estaba perdido.

Un verdadero infierno que no quisiera tener que repetir. Lo único bueno que pude sacar de ello, fue la fuerza que el día de hoy poseía. Una fuerza que seguiría cultivando con experiencia estos siguientes años que vendrán.

Detuve mis pasos frente a la oficina principal del líder del CP9. Las enormes puertas de blanco inmaculado se mantenían selladas, pero no me fue difícil saber con Haki que ya había dos personas reunidas al interior. Una mucho más fuerte que la otra.

Revolviendo mis recuerdos y uniéndola con información recién recopilada, supe que una de las personas sería Spandam, mientras que la otra presencia podría tratarse de Fukurou, Kalifa o el tan famoso Rob Lucci, con quien me comparaban.

No conocía a ninguno y por ello me era imposible distinguirlos con mi Haki. Hace a penas unas horas salí oficialmente del campo de entrenamiento para dirigirme a Enies Lobby y no conocía las firmas de presencia de todos aquí. Sin embargo, mis oídos agudizados pudieron escuchar los rumores de que esos tres miembros del CP9 junto con otros de las series inferiores se encontraban en las instalaciones de la isla judicial.

Podría ser Fukurou. Él era el único miembro que poseía el Te-Awase y seguramente los superiores querían conocer el valor de mi Doriki. Sin embargo, mi instinto me gritaba que no era él. El nivel de poder de la segunda presencia era casi abrumadora y mucho más fuerte que yo en este momento. Era incluso mayor de lo que recordaba de Ryu hace cuatro años.

No había duda. Era Lucci.

Segura de que no me encontraría con una sorpresa, golpeé la puerta imitando un ritmo cualquiera para hacerles saber de mi presencia, la cual había mantenido oculta hasta terminar con mi veredicto. Hubo sorpresa en la presencia de Spandam, pero Lucci, que seguramente había escuchado mis pasos que no quise insonorizar, se mantenía tranquilo.

"¡Adelante!" Gritó Spandam ya previniéndome de un dolor de cabeza por su voz molesta. Agradecí tener mi máscara para que no viera mis expresiones de disgusto o ya debería tener problemas en mi primer día de evaluación.

"Con su permiso" Canturrié en voz bajita como si estuviera intimidada por la atmósfera.

Cerré la puerta detrás de mí y me acerqué con pasos rápidos pero firmes al escritorio de piedra. ¿No era incómodo? Terminé deteniéndome a unos pasos por delante del, efectivamente, miembro más fuerte, Lucci, sentado en uno de los sofás al costado del despacho.

"Así que tú eres la Reinbofokkussu de la que tanto he escuchado hablar".

"¡Así es, esa yo! ¡Mucho gusto, jefe!"

"JA, eres una recluta que sabe su lugar ¡Perfecto!" Sonrió con orgullo. "Sigue llamándome así. Incluso si aún no es oficial, si das buenos resultados, yo seré tu jefe."

"¡Por supuesto, Jefe!" Resalté el título obteniendo su risa satisfecha como respuesta.

Luego continúa hablando mientras yo asentía con efusividad cada vez que era necesario, mantenido siempre mi aura amigable e infantil. Por su personalidad sabía que sólo quería dárselas de superior con algún tipo de monólogo. Así que ignoré el resto manteniendo sólo un poco de atención a sus palabras, lo justo y necesario. El resto de mi atención se fue a ver el lugar y analizar a Lucci.

El lugar era amplio con muros de concreto sólido, grandes ventanas y una apariencia elegante. Lo mejor era la vista, directo al anillo de cataratas y al resto de toda la isla de la justicia. Una vista inquietantemente hermosa. No obstante, lo más destacable de la habitación era él, Lucci.

Sentado elegantemente con su traje negro, una paloma en su hombro, quieto como una estatua en el sofá verde, me miraba con ojos fríos y escrutadores, analizando cada una de mis acciones en un intento de ver más allá de mi apariencia. Su cuerpo podría mostrarse lánguido y quieto, pero el brillo de sus ojos eran vivaces. Estaba interesado. Podría estarle picando la curiosidad por una niña de 13 años que fue aprobada para tomar un puesto dentro de los CPs. Una historia parecida a la suya.

Aún no estaba decidido a qué serie del Cipher Pol pertenecería, pero al parecer enviarían a alguien conmigo para mi primera misión. Tuve mis dudas, pero conocía la posibilidad de que el que estaba a cargo de mí, sería un miembro del CP más fuerte, el CP9. Con un expediente como el mío, con meros cuatro años de entrenamiento formal para ya considerarme lista y preparada para el trabajo, era obvio que habría muchos ojos sobre mí y mis probabilidades de crecimiento.

Sin embargo, no era esa la razón por la que enviarían a otro a una primera misión que por lo general, era en solitario. Los superiores no querían medir mi fuerza que ya ha sido demostrada en combates de entrenamiento, sino en mis capacidades como informante.

Mis ojos observadores y cerebro analítico fueron descubiertos por los instructores durante las clases de estrategia. Destaqué mucho por ello, incluso más que por mi fuerza. Entonces no era difícil saber el porqué muchos marines y agentes del gobierno conocían sobre mí. Los rumores junto con mi apariencia distintiva hicieron que incluso sin conocerme me dieran un alias: Reinbofokkusu, el zorro arcoíris.

Siendo sincera, no me gustaba. Era estúpido, aún conociendo las razones: mi máscara de zorro y el color de cabello que cambiaba constantemente, no pude encontrarlo intimidante para la futura villana que planeaba ser. Sin embargo, un día estando aquí me hizo darme cuenta de cuan difundido estaba el nombre. Ya era demasiado tarde para poder cambiarlo. Mi destino estaba sellado. Así que decidí tomar una personalidad que fuera acorde al nombre para nada intimidante que me dieron. También ayudaría a acercarme más fácilmente a los personajes.

Entonces mi Haki siempre atento como una segunda naturaleza, captó la presencia de alguien dentro del rango de fuerte, que no era exponencialmente poderoso como Lucci, pero si destacaba lo suficiente dentro del promedio de los agentes del gobierno que fui conociendo. Y por el movimiento leve, casi imperceptible de la oreja de Lucci, él también lo sintió. El único que parecía ajeno a esto era Spandam. El estúpido y débil como una mosca, Spandam.

Si llegaba al CP9, ¿este idiota sería mi jefe?

Era un pensamiento desesperanzador, pero del mismo modo, era el paso más rápido para llegar a donde quería, el CP-Aigis0.

Me bastó darle una sola mirada para saber quien era la persona redonda, grande y con una cremallera en la boca. Fukurou. Por supuesto, queriendo tomarme por sorpresa para poder medir mi Doriki.

Tuve un pequeño lío mental en el que no sabía como reaccionar. No me gusta el dolor así que recibir el golpe como si no me diera cuenta estaba descartado. ¿Debería simplemente esquivarlo? ¿Hacerme la ignorante en cuanto a sus intenciones y evitar que conocieran mi fuerza? Pero sería un problema si no demostraba merecer el puesto del CP9. Además, el Doriki era una unidad de medida para la fuerza bruta, y por tanto el Rokushiki. Mis otras habilidades, como el Haki se desconocían para todos a no ser que yo los mostrara. Entonces solo quedaba una cosa. Golpearlo.

Segundos antes de que impactara su enorme bocaza contra mí, estiré mi pierna derecha y con una fuerza considerable lo mandé al lateral contrario de la oficina.

"¡Whaa! Chapapa" ¿Era eso un tic verbal?

"¡¿Qué fue eso ?!" Pregunté sorprendida.

"Fukurou" Saludó Lucci, prácticamente ignorándome con su actitud.

Fukurou se levantó de su lugar sin inmutarse demasiado por la fuerza tras mi patada y puso pensativa. "Veamos ..."

Los tres estábamos expectantes por el resultado. No conocía cuál era el nivel de Doriki para Lucci ni ninguno de los miembros del CP9 en estos momentos. Bueno tampoco para el comienzo del canon. Era ese tipo de detalles a los que nunca les presté suficiente atención como para recordarlo. Pero gracias a mi avanzado Haki de Observación, me era posible hacer una leve estimación del rango de poder entre ellos. Entonces supe de inmediato que yo era mucho más fuerte que Fukurou.

"¡1640 Doriki - Chapapa!"

"¿Eh?" Ladeé mi cabeza en interrogación al hombre redondo ignorando los ojos abiertos de Lucci que lo miraban como una máquina averiada.

"Eso sí que es fuerte -Chapapa. Incluso más que Kalifa, Kumadori y Blueno."

"¿¡1640 !?" Spandam me miró sin creérselo por completo.

"¿Eso es bueno?" Insistí.

Revisó los documentos y luego levantó la vista nuevamente. "Con sólo 13 años y ya tienes un Doriki de 1640. Serás una gran adición al CP9." Rio con avaricia.

"Ya veo ¡Entonces es bueno!" jugué con mi papel de infante riendo junto a Spandam. "¡Oh, cierto!" Llamé su atención "¿A quién debo acompañar en esta misión?"

"Se ha decidido que seguirás a Lucci". Apuntó hacia él, quien ya se había recuperado de la sorpresa. "´Tú deber es traer toda la información que puedas recopilar"

"¿Todo? ¿Nada en específico?"

"¡Si quieres pertenecer al CP9 tu deber es traer toda la información importante y que podamos utilizar!" Acabó riéndose mientras alardeaba sobre lo fuerte que era el CP9.

Rodeé mis ojos. Era tan molesto.

Miré a Lucci mientras este se ponía de pie.

"Partiremos ahora, jefe"

"Sí sí sí. Váyanse y vuelvan cuando la misión haya sido cumplida." Dijo con arrogancia despidiéndonos sin interés mientras volvía a su asiento.

"¡Oh! Jabra otra vez se comió el zapato de Lucci mientras dormía-Chapapa"

"¡Jabra no es un perro!"

"¡Ah! ¡Espérame Lucci-san!"


No fue hasta que estuvimos en el barco que supe cual era nuestro destino. El North Blue.

No había más información que esa. Lo que debo decir que me frustró bastante. Eso nos lleva al minuto actual.

El marine a cargo de nuestro barco me miraba con el ceño fruncido como si fuera una molestia.

Sabía que las cosas gratis así. Era obvio. Los hombres de cargos altos se creían superiores a una niña de 13 años recién salida del campo de entrenamiento más exhaustivo e infernal que pudiera existir. Todo porque no tenía experiencia.

Bueno, eso es un error que no debió de cometer. Si hay algo que me molesta, es que mis llamados subordinados, me subestimen. Porque eso es lo que eran los marines para un agente del Cipher Pol. Nada más que meros lacayos.

"Ahora si me disculpas, tengo un barco que dirigir, niñita". Me dio la espalda enfrente de todos los otros marines en la cubierta.

"¿Eh…? ¿Niñita?" Mi voz era perezosa, haciendo que cada sílaba y consonante saliera arrastrándose de mi lengua.

El Comodoro se detuvo. Sus músculos tensos, su pie en el aire sin poder terminar de dar el paso firme que lo mantendría alejado de mí. El cambio fue tan brusco, que los marines atareados en sus obligaciones, de igual forma se detuvieron a mirar incomprendidos a su mayor.

Había dejado salir mi Haki. Pero no como una fuerza pura, sino viciosa. Una fuerza invisible que infundía miedo a mi objetivo. Una forma bastante interesante que descubrí mientras experimentaba. La fuerza de voluntad tenía varias formas de manifestar, mi favorita era ésta. La que en lugar de hacer arrodillar a un hombre, lo quebraba mentalmente. Al menos esa era mi meta. Hasta ahora, sólo podía hacerlos sentir terror, pero confiaba en que mi objetivo no estaba tan lejano.

Jugando con la cinta negra de mi blusa blanca sin mangas, y tomando el viento para que los volantes sueltos de mi falda sonarán como la bandera en lo alto del mástil, me acerqué a paso juguetón al Comodoro. Mis botas de cordones repiqueteando contra la madera de la cubierta se detuvieron justo enfrente del marine. Y en ningún momento le quité de vista, para que supiera a través de su sentido de alerta y peligro que ahora mismo estaba bajo asecho.

"¡Llámame Ene! No tengo nombre, así que todos me llamaron Ene, como la letra para sin nombre." Solté una risita amistosa.

Watame es un nombre que nunca más quisiera escuchar. Gracias. Así que preferí ser No Name. En conclusión, Ene.

"Ya-Ya veo"

"Entoooonces…"

"¿S-Sí?"

"¡Ene! ¡Dime Ene!" Chillé frustrada.

"¡Ene! ¡Sí, por supuesto! Me disculpo Ene-san." Respondió saliendo del aturdimiento momentáneo en el que lo había hecho entrar, y se inclinó disculpándose.

Soltó un suspiro de alivio cuando baje los niveles de mi Haki, sin hacerlo desaparecer por completo.

"Oh, vamos. No sea tan educado conmigo." Di ligeras palmadas a su brazo como si fuéramos viejos amigos. Hubiera preferido en su espalda u hombros, pero era demasiado pequeña. Maldición. "Mejor continúe contándome, ¿vamos al North Blue?"

"S-Sí, al North Blue, ¡Ene-san!" Fue agradable que a pesar de todo no quitara los honoríficos. Podrá ser mayor y lo que sea, pero yo era la que podía matarlo en un parpadeo si me daba la gana. "Cruzaremos la Red Line a través de Mariejois y continuaremos por el Grand Line, por el Calm Belt hasta North Blue".

¿Mariejois? ¿Conoceré tan rápido Mariejois? ¡Qué maravilla!

"¿Continuaremos?" Pregunté sin embargo. "¿Seguirás con Lucci-san y conmigo al otro lado de la Red Line? Pensé que podríamos ir con otra tripulación esperándonos al otro lado."

"Eso sería lo normal para la marina, Ene-san. Sin embargo, para misiones con el Cipher Pol, sólo a marines aprobados se les permite trasladar a los agentes. Todo para una mayor seguridad en las misiones".

"Eso quiere decir que sabes sobre la misión que nos espera cuando lleguemos. Continua."

"¡Sí! Hace tres días se recibió la llamada del Reino Granate solicitando ayuda especial del gobierno para que acabarán con una problemática secta religiosa."

"¿Qué tan problemática, qué religión siguen?"

"Desconozco los detalles sobre la secta en sí, sólo que han estado atacando a los guardias del palacio ya los lacayos de la nobleza y realeza."

"Ya veo. ¿Y civiles, viajeros, marines?"

"Algunos marines han resultado heridos en confrontaciones previas, pero nada grave en comparación a los guardias. En cuanto a civiles, se desconoce en el reporte."

Por supuesto. ¿Por qué razón les importaría a esos estirados sus propios súbditos.

"¿Eso es todo?"

"¡Sí, Ene-san!"

"¡Muy bien entonces!" Solté su brazo que tenía enganchado con el mío y apunté con mi índice su muslo. "Shigan" Mencioné en voz baja. En seguida se escuchó el grito del marine cayendo de rodillas y aferrándose a su muslo mientras los demás corrían a su ayuda. "Espero que no cometa los mismos errores dos veces, Comodoro" Reí juguetona antes de girarme devuelta a mi camarote.

Debería cambiar el color de mi cabello nuevamente. Quizás azul, o verde agua. El naranja actual me estaba dando dolor de cabeza, así que un color más oscuro y menos llamativo estaría bien. También conoceré a la realeza, y pasaré por el hogar de los Tenryubitos. Un color más sobrio y elegante sería lo más adecuado. ¿Azul Rey? ¿Verde esmeralda? Oh Dorado. Podría ser rubia al menos para esta misión.

"Ne, Lucci-san." Levanté mi vista antes de cruzar la puerta al interior del barco. Lucci se había mantenido todo este tiempo mirándome desde lo alto mientras me ocupaba del Comodoro.

"¿Mh?"

"¿Qué color vendría bien para conocer a la realeza, el rubio estaría bien?"

Me quedé mirando sin inmutarse. Observándome con esos ojos felinos dignos de su fruta del diablo. Hattori doblando su cuello de un lado al otro sin saber si identificarme como amenaza o no.

En estos momentos era completamente inofensiva. Después de todo no estaba tan loca como para enfrentarme a un Rob Lucci con experiencia y mucho más fuerte que yo. Tampoco quería arruinar mis inicios dentro del Cipher Pol. Tenía planes muy buenos que podía cumplir desde esta posición. Entonces no había de qué preocuparse. La paloma puede estar tranquila. No la desplumaré en el futuro próximo.

En cuanto a Lucci. Bueno. Seguramente estaría analizando si valía su tiempo, o era digna de ser su compañera en el CP9. ¿No había asesinado a uno de sus compañeros en el canon por considerarlo defectuoso? Que miedo.

"Castaño". Al final. Respondió

¿Jee? ¿Eso quiere decir que voy por buen camino?

"¡Genial! Castaño será". Entré y luego de dar dos pasos dentro del pasillo salí corriendo otra vez. "¡Gracias!" Saludé y me dirigí saltando al camarote.

Si. El castaño claro estaría bien.