Cuando Lucci fue informado que durante su siguiente misión tendría la tarea de vigilar a una mocosa sin nombre, lo primero que sintió fue irritación. Pero al minuto después, al revisar los datos de su carga, sus ojos se detuvieron en el epíteto.

'Reinbofokkusu' Y no supo qué pensar.

Era imposible que no hubiera oído mencionar ese nombre los últimos años en Enies Lobby donde los agentes inferiores pasaban sus días de ocio chismoseando sobre los reclutas en entrenamiento. Una afición decadente en opinión de Lucci.

El caso era, que para sus agudos sentidos gracias a su fruta del diablo, más de una ocasión tuvo que aguantar las historias que se contaban sobre una niña de la que poco se sabía, salvo su edad. A la edad de nueve llegó a la isla de entrenamiento del Cipher Pol apadrinada por un agente del CP-3. No hubo nombre ni mucho menos apellido. Y sus características principales eran una mascara de zorro blanca de la que había obtenido autorización para no quitársela a menos que ella quisiera y el constante cambio de color de su cabello.

Siguió mirando la hoja, pero no pudo encontrar más datos de ella. Todo lo que venía después del nombre, el epíteto y la edad, además de quién la recomendó como recluta, estaba en blanco. Frunció el ceño. Si era un agente del CP-3 entonces la niña debió de venir del South Blue. Pero eso eran todo lo que podía rescatar de la escasa información en sus manos. Fue lo primero que notó extraño. ¿Cómo una niña no tenía un pasado que contar, y cómo el gobierno aceptó no indagar más en ella?

Cambió de hoja, una mucho más completa en comparación a la primera. Eran las habilidades que había adoptado. Se sorprendió al instante en que leyó sus capacidades del Rokushiki. Los seis estilos aprendidos y dominados, solo faltaba perfeccionar. Pero sintió aún más curiosidad al leer su especialidad: 'informante'. No luchadora ni asesina, pero sí informante. Si, a pesar de haber comprendido los seis estilos, era considerada sólo una informante, debía ser una que sobrepasara con creces la media.

A medida que leía, podía sentir su propio interés en conocer a la mocosa de trece años que sólo estuvo 4 años y un par de meses en entrenamiento antes de que comenzara su evaluación. Más si se consideraba apta para ingresar directo al CP-9. La única ocasión que algo así ocurrió fue con él mismo hace 9 años atrás.

Sin embargo, no esperaba encontrarse con una chiquilla infantil, alegre y carismática. Saludó a Spandam con alegría y sonreía como un alma pura. Internamente pensó que no duraría mucho en el trabajo. A pesar de su fuerza y el potencial, era demasiado inocente y por tanto inútil a la hora de trabajar.

Al menos así era hasta que su idea preconcebida de ella se tambaleara el mismo día, quizás un par de horas después de salir de la oficina de Spandam, cuando con esa misma sonrisa inocente y voz suave usó Shigan directamente en el muslo del comodoro. Pero como si no pudiera haber descanso, semanas después acabó torturando en medio de la cubierta a un pirata sin fama. Ahí la idea que tenía de ella se cayó a pique. Definitivamente era la Reinbofokkusu de la que leyó en el informe y de la que tanto hablaban en Enies Lobby. Sus ojos pudieron estar cubiertos, pero su risa, pequeña como una campanilla, resonó en el alma de todos los que la vieron. Aún recordaba a su implacable Hattori estremecerse en su hombro.

Reinbofokkussu podía ser una niña por fuera, pero esa mascara de media cara escondía más de lo que uno esperara encontrar. Eran un auténtico zorro demonizado. Y no tuvo dudas de ello, absolutamente ninguna, hasta que su compresión de ella volvió a flaquear. Y esta vez, ni siquiera él se había dado cuenta.

Fue a la salida del Reino Granate. Reinbofokkusu había dicho que tenía algo que ir a buscar y Lucci estaba abordando el barco cuando el Comodoro que se había vuelto prácticamente una mascota para la autodenominada Ene, estaba actuando extraño a su alrededor. Ya apunto de acabar con los preparativos del embarque, se decidió a hablarle.

"¿Lucci-san?"

"…" Lucci no respondió pero lo miró para hacerle saber que estaba atendiendo.

"Lucci-san ¿Ene-san no vino con usted?" Hasta el mismo comodoro se sorprendió escuchando su voz sin titubeos ni temblores. Casi como si ya se hubiera acostumbrado a caminar hacia el peligro cuando trataba se acercarse a una Ene-san de mal humor.

Pero lo que llamó la atención de Lucci no fue la repentina valentía, sino el contenido de la pregunta en sí. Se le pasó por la mente varias razones, entre ellas, que el comodoro se encontraba aliviado de no ver a ese zorro endemoniado con forma de niña, o si planeaba hacer algo en su contra mientras no estaba presente.

Sorprendentemente, no fue ninguna de esas opciones la correcta. "Siempre acostumbra a estar a su alrededor, por lo que me pareció extraño no haberla visto llegar con usted. ¿Le ha sucedido algo? ¿A caso falló la misión? ¿Ella está bien?"

El ceño de Lucci se frunció casi automáticamente al escucharlo. El marine nervioso guardó silencio. "¿Por qué te preocupas por ella?" soltó realmente esperando una respuesta.

"No-No es que esté preocupado por Ene-san…" Lucci encontraba cada vez más curioso la forma en que se dirigía a la niña incluso cuando no estaba cerca. "sigue siendo una niña, es… es inquieta y algo molesta así que no sería raro que haya cometido un error. Por-Por eso preguntaba. ¡No estoy para nada preocupado!"

"Si recuerdas que fue ella quien dejó tu pierna en ese estado ¿no?" El comodoro se puso tenso de repente, su mano rozando la cercanía de su muslo donde sin dudas quedaría una cicatriz. Sin embargo Lucci no tenía ganas de detenerse. "Y que también fue ella quien se puso a torturar a un pirata en esta cubierta."

En ese entonces, Lucci todavía no sabía que pensar de Reinbofokkusu, pero estaba claro que era una niña extraña, fuerte e inteligente. La noche de la misión sólo supo que estuvo dando vueltas por los alrededores del palacio gracias al rastro de su aroma en el lugar exacto donde encontró a las presas que había dejado escapar. Si no fuera por su fruta del diablo, nunca se hubiera enterado.

"¡Eso fue mi culpa!" Es lo que había comenzado a decir el comodoro. "No creí en la fuerza que Ene-san poseía y la menosprecié. La traté a la ligera cuando en realidad tiene fuertes habilidades. Y-Y lo de los piratas… Los piratas nos atacaron y tomaron las vidas de dos de nuestros soldados. ¡Gracias a Ene-san nadie más salió herido!".

Aún recuerda como se veía el comodoro mientras dejaba salir esas palabras de su boca. Lleno de confianza y casi exaltado con su cara rojiza por el esfuerzo de dejar sus temores a un lado. Lucci había continuado mirándolo, analizando. Su conclusión no había cambiado mucho, pero sí hacía una diferencia enorme. Reinbofokkusu seguía siendo un zorro demoniaco, pero poseía un carisma innato que hacía cambiar las perspectivas que las personas tenían de ella.

Quiso cerrar sus ojos y darse un golpe. Porque si no fuera por ese marine mascota de la niña, ni siquiera se habría dado cuenta de lo que estaba pasando consigo mismo.

"Pero Lucci-san ¿ella está realmente bien? Si usted está tranquilo entonces no debería haber ocurrido nada extraño."

"¿Por qué lo piensas?"

"Ah, bueno. A Lucci-san le agrada también ¿cierto? Después de todo ya no se mantiene alejado de Ene-san como los primeros días, ¡y hasta mantienen conversaciones! El otro día lo vi hacer una mueca cuando Ene-san estaba emocionada por las burbujas, y cuando ella jugó con usted mostrándole sus manos ensangrentadas. Pero cuando está solo siempre tiene una expresión en blanco. Incluso ahora, Lucci-san no acostumbra a mostrar expresiones, pero ahora puedo ver claramente su confusión-"

Lucci tuvo que detener a ese hombre parlanchín antes de que siguiera botando idioteces de su boca. No obstante, sus palabras siguieron escuchándose como ecos durante todo su trayecto a Enies Lobby. Y ahora, frente a su jefe Spandam, con una Reinbofokkusu emocionada sacando un montón de documentos y frutas del diablo de esa bolsa que había ido a buscar durante su conversación con el comodoro, lo único que podía pensar era en cuan aterradora era esa chiquilla.


"Ja-ja-jajajajaajaja!" Me quedé mirando como Spandam se reía como desquiciado soltando mis risitas por aquí y por allá para acompañar al pobre hombre en su felicidad, pues no sólo adquirí las frutas del diablo de la secta, sino también documentos bastante importantes de la oficina del rey. Aunque no todos son ilegales como me gustaría.

Cualquiera pensaría que los documentos de compra y venta de esclavos, que es por lo demás ilegal a menos que sea en la subasta de Sabaody, estarían ocultos bajo siete llaves y siete candados. Lamentablemente, fueron guardados en una caja fuerte en el lugar más esperado de todos, detrás de una pintura. Fue un juego de niños abrirla y volver a cerrarla como si nada pasara.

También estaban las cifras de esclavos que compró el reino disfrazados como ingresos y gastos contables. Resulta que los esclavos eran los que trabajaban en las minas de granate. Sin embargo, no habían comenzado con la compra de esclavos hasta que hicieron un trato con el reino de Germa 66, a quienes debían entregarle una cantidad considerable de mineral a cambio de alguna fruta del diablo. Eso explicaba la presencia de tantas de esas frutas en el reino. Después de todo, se podría decir que únicamente en la Grand Line es normal encontrar consumidores, no en los Blues. Y supongo que Germa necesitaba el granate para algunos de sus experimentos en humanos, o quien sabe. Sinceramente no quería entrometerme en Germa aún. Estaba casi rezándole a los santos para que a Spandam no se le ocurriera meter sus narices ahí, pero luego recordé que los santos muy probablemente me lanzarían sus aureolas por la mala persona que era y terminaran incitando a mi estúpido jefe a enviarme allí. Demonios.

En fin, el reino entregó las frutas a sus guardias y soldados más confiables, preparándose para una guerra con el país vecino que tenía sus propias minas de granate y hábiles artesanos, convirtiéndolos en un reino especialista en joyas. Al tonto rey no se le ocurrió nada más entretenido que iniciar una guerra para tomar las minas y esclavizar a los artesanos y joyeros. Plan que falló antes de llevarse a cabo cuando aparecieron los otros locos de la secta anti-frutas del diablo.

Supongo que los Blues no estaban preparados para que el concepto de normalidad explotara con varios usuarios de frutas del diablo deambulando en las calles haciendo amago de sus poderes sobrehumanos.

"¡Esto es fantástico!" Exclamó de repente sin detenerse a tomar aire después de su evidente acto de felicidad. Miré a Lucci y este tenía fijada su mirada en los objetos sacados de mi bolsa. "Si lograste todo esto en una noche, tus habilidades de informante no son un juego. Jejeje. E incluso Germa 66 está asociado con ese insignificante reino." Oh mierda. "¿Qué estarán haciendo con esas piedras insignificantes?" murmuró para sí mismo.

"Ejem" Fingí toser para sacarlo de sus cavilaciones peligrosas para mi seguridad. "¿Entonces? ¿Estoy dentro?" una sonrisa de dientes brillantes surcaba mi rostro, esperando ansiosa a que me diera la respuesta ya.

"Ah. Sí, claro." Se tomó su tiempo para entonar su voz seria. "La decisión final se tomará luego de conocer la evaluación de Lucci en una reunión con los altos mandos del Cipher Pol. Ahora puedes retirarte. El marine afuera te mostrará tu habitación por el momento."

"Mm… ¡Ok!" Me despedí y salí de ahí dándole una última mirada a Lucci que todavía estaba embelesado mirando encima del escritorio de Spandam. Entonces miré a Hattori y despidiéndome con la mano obtuve la misma respuesta con su ala. Que paloma más simpática. Contrario a lo que se me pasó por la mente en un principio, ya no veo la necesidad de desplumarla ni ahora ni en el futuro. Una paloma muy agradable. Asentí para mis adentros.


"Esa chiquilla será una pieza fundamental para todas nuestras misiones futuras. No conozco a ningún infórmate que sea capaz de recolectar toda esta información y estas frutas del diablo en nada más que una noche. Sin contar que también es fuerte. ¿Qué? ¿Estará al nivel de Jabra?"

"50 Doriki por debajo"

"JA. Eso no es nada. Si continua entrenando y ganando experiencia se volverá incluso más fuerte."

Y bien ¿cómo la evaluarías?"

"…es…aterradora."

"¿Qué? ¿Aterradora? No pienso que se vea así. Parece una mocosa que no hace más que jugar."

"..."

"¿No vas a decir nada?"

"¿Piensas aceptarla?"

"Sus resultados son mucho más de lo esperado. Es eficiente. Pero no estoy seguro si esa personalidad tan infantil será un problema a futuro... Ustedes son asesinos. Si ella no puede hacer siquiera eso, por muy buena que sea informando, no vale la pena."

"¿No confías en el entrenamiento de la isla?"

"¡Bah! Esos instructores bien pudieron volverse unos inútiles."

"En cualquier caso, no hay necesidad de preocuparse."

"¿Mh?"

"Es más cruel de lo que cualquiera pueda pensar. Diría que está hecha para este trabajo."

"¿Este trabajo? ¿Dices, una asesina?"

"…No tengo ninguna objeción en dejarla entrar al CP-9."

"¡…!"

"Pienso que hará un buen trabajo sea el que sea."


¡MALDITA SEA ESOS JODIDOS SANTOS!

Realmente. Justo cuando estaba prácticamente saltando en un pie por obtener un lugar en el CP-9, el bastardo de Spandam me envía devuelta al North Blue en otra misión. No sería nada si tan sólo me pidiera la fruta del diablo de la princesa, la que parece bastante útil. ¡Sino que también quiere saber para qué quiere Germa los granates por los que pagan una fruta del diablo con cada envío!

Demonios. A este paso terminaré muriendo joven. Justo en el retoño de la vida. Ni siquiera alcancé a ser una flor. Que pensamiento tan poco esperanzador. Debería abandonar el lindo azul de mi cabello y teñirlo de gris, del mismo color que se ve mi futuro.

"¡PIRATAS!"

"¡Preparen los cañones!"

"¡BAM!"

"SWAH"

...

...

... Malditos piratas.