Muchas gracias por su apoyo en el capítulo anterior y de igual forma espero que este segundo sea de su completo gusto.
Me disculpo de antemano si en algún momento los flashbacks comienzan a tornarse confusos; la intención de estos es que Marinette reviva varios recuerdos con Adrien / Chat Noir los cuales en algún momento hagan que ella cambie sus ideas sobre proteger París.
A partir del siguiente capítulo prometo que las cosas en la vida actual después de la pérdida de Adrien comenzarán a ponerse más interesantes, aunque quizás para mal. No me odien jaja
Sin mas interrupción, os dejo con la historia...
Día 3.
Podía sentir el ardor causado por el intenso calor de la taza que sostenía entre sus manos. Sus ojos ahora sin brillo, adornados por una capa de ojeras, permanecían fijos en el líquido café que se supone debía beber. A pesar de que quemaba, no se inmutó en dejarla a un lado. No era fanática del café, pero aprendió a prepararlo porque sabía que era algo que Adrien disfrutaba beber todas las mañanas; era parte de su rutina, se acostumbró al olor y cualquiera podría haberlo hecho después de un año… Solo que ellos no llegaron a festejar ni siquiera su primer aniversario de bodas.
Suspiró, sintiéndose miserable porque ella podía darse el lujo de seguir respirando a diferencia de su alma gemela que perdió la vida después de sus últimos tres suspiros. Sintió sus ojos humedecerse de nuevo, no sabía como su cuerpo aún conseguía producirlas después de horas y horas de llanto.
Apenas había logrado dormir cuatro horas durante los últimos tres días y fue solo por insistencia de sus padres quienes estaban tan preocupados por el estado de su hija, al punto de decirle que volviera a casa con ellos, al menos por un tiempo; era lo mejor, ya que después de todo, el apartamento que compartió con Adrien durante su tiempo juntos era una constante tortura de recuerdos felices que ahora le rompían en miles de pedazos.
—Cariño, deberías de comer algo... —Escuchó la voz de Sebine pronunciarse, lo cual hizo que la chica de cabello azul azabache finalmente levantara su vista para encontrarse con ambos padres mirándola de pie desde la entrada a la sala de estar. Hubiera preferido mantenerse inmersa en sus pensamientos, en lugar de entablar una conversación; últimamente hablaba solo cuando era necesario, incluso con sus propios progenitores. Se forzó a sí misma a esbozar una débil sonrisa.
— Estoy bien… Gracias, no tengo hambre. —Respondió con una voz tan apagada como su apariencia, como su felicidad, como sus ganas de vivir. Notó como sus padres intercambiaron miradas de preocupación y se sintió culpable. No era justo hacerlos pasar por esto y agobiarlos de esta forma. Respiró profundo y se animó a ampliar su sonrisa, para tranquilizarlos. —Gracias por haberme pedido venir, estaba sintiéndome un poco sola en casa.
—Sabes que estaremos para apoyarte en lo que haga falta, princesa. —Habló Tom, quien colocó ambas manos en los hombros de su esposa mientras se paraba detrás de ella. Ambos apreciaron la mirada de su hija, a pesar de que ella sonreía, podrían imaginarse lo destrozada que estaba. Su madre se acercó a ella y tomó la taza de café de las manos de su hija.
—¿Por qué no vas a acomodar tus cosas arriba? Quizás te despierte el apetito para la hora de la cena. —Dijo buscando la mirada de Marinette, para brindarle algo de confianza en sus palabras. Ellos querían transmitirle a su hija la confianza de poder desahogar su pena con ellos, pero la viuda de Agreste no se sentía merecedora de tanto.
Ella quería sufrir esto sola. Porque sentía que se lo merecía…
Subió sujetando sus maletas con ambas manos y abrió la trampilla que conectaba a la que hace un año atrás era su habitación. Luego de cerrar la trampilla dejó sus maletas a un lado de la cama y se sentó en la orilla de esta. Sus ojos recorrían con suma nostalgia cada rincón de la habitación, en esa habitación vivió tantos recuerdos con Chat Noir antes de saber que se trataba también de su amor platónico, Adrien.
«¿Qué castigo estoy pagando?»
Se cuestionó. Pensó que era muy injusto como su felicidad acabó en cuestión de segundos.
Pensó en sus padres, ojalá hubiera podido estar con su amor eterno y envejecer con él tal y como ellos aún seguían amándose en vida.
Miró el escritorio donde antes estaba su ordenador y esbozó una sonrisa para engañarse a sí misma. En realidad quería romper a llorar, pero quería convencerse de que podía ser fuerte o al menos soportar unos minutos más recordando antes de quebrantarse…
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Flashback
(3 años atrás)
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Aún no entendía como se dejó llevar por las locuras de Chat Noir. Últimamente las visitas del superhéroe gatuno a su balcón se habían vuelto algo más habitual, aunque ella no tenía problemas con eso, de hecho le gustaba pasar tiempo con él.
Sacó un vestido rosa palo que le llegaba por arriba de la rodilla, de tirantes y su cabello lo arregló en una trenza. No era muy habitual verla tan arreglada, pero los nervios cada vez aumentaban conforme se acercaba la hora. Chat había dicho que la llevaría a cenar, aunque no sabía si su atuendo era muy formal para la ocasión, después de todo no discutieron el lugar donde cenarían. Y mucho menos sabía si se trataba de una cita, no sabía por qué se sentía tan nerviosa ya que después de todo, el rubio tenía que pagar la cena debido a una apuesta que perdió una noche que ambos jugaron videojuegos.
Una vez terminó de arreglarse, se puso un poco de rímel en sus pestañas y brillo de labios, se puso unos zapatos y mirándose al espejo, suspirando. Sus padres sabían que ella no saldría de su habitación, después de que ella pusiera la excusa de que tenía mucha tarea por hacer.
Chat llegó puntual; se acercó a la trampilla y tocó, como si se tratara de una puerta.
—Hola, ¿Alguien necesita un héroe? —Preguntó con su típica voz para hacer gracia, un saludo gracioso como solo él podía hacerlos. La chica subió las escaleras con el corazón en un puño, no sabía por que se sentía así, supuso que por los nervios. Llegó al final y abrió la trampilla saliendo por ella con una tímida sonrisa, mirándole.
— Hey… —Le saludó ruborizándose un poco y desviando la mirada hacia otro sitio, algo avergonzada. —¿A donde iremos? —La sonrisa del chico se desvaneció y cambió por una de sorpresa en cuanto la miró con un vestido y su cabello recogido en una trenza.
Estas bellísima... —Entonces se sintió más nervioso, pero sabía que debía estar calmado, él tampoco estaba seguro de si esta era una cita. No fue hasta ese instante que el chico de antifaz fue consciente de que su pulso estaba acelerado. Sacudió su cabeza y soltó una suave carcajada intentando ocultar sus nervios, pero era terrible en eso. —Q-Quiero decir, ¡que te ves muy bien!
— Muchas gracias Chat Noir. Tú tampoco te ves nada mal. —Las mejillas de la chica comenzaron a encenderse, mirándole con una sonrisa tímida y soltando una risita; él iba vestido con su traje habitual, pero no le importaba. Por primera vez el chico no hizo un comentario vanidoso, como los que normalmente soltaría tras recibir un cumplido. Acto seguido la chica miró alrededor en busca de alguna pista o indicio de lo que harían esa noche. —¿Qué sorpresa tienes para mi?
—Si me abrazas y te sostienes bien, te llevaré hasta tu sorpresa. ¿Estás lista? —Una sonrisa ladina surcó los labios del rubio y extendió sus brazos hacia ella acercándose. Marinette asintió abrazándole y aferrándose a él, ruborizándose al estar tan cerca y sonriendo suavemente.
— Estoy muy lista.
— Entonces... ¡Allá vamos! —Dijo él. Le dedicó una sonrisa que transmitía seguridad en caso de que ella tuviera miedo a las alturas; cosa que no sería así, pero Chat ignoraba que la chica tuviera tanta experiencia como él para movilizarse entre edificios. Cargó a Marinette en sus brazos, cuidando que su vestido también quedara sujeto. Finalmente saltó fuera de la terraza y ágilmente se movía con precisión y cuidado hasta la terraza que destinó para el lugar donde comerían. —Muy bien, ya llegamos.
Al llegar a aquella terraza bajaría a la chica de sus brazos con cuidado a modo de que sus pies tocaran el piso. Hecho eso, con su mano hizo un gesto para presentarle el lugar donde comerían.
—Sé que no es muy elegante pero necesitábamos un lugar en donde comer sin que la gente nos viera extraño... —Añadió con una sonrisa simpática, para alivianar alguna incomodidad en caso de que hubiera; esperaba no haber exagerado con la decoración del lugar. Se llevó la mano a la nuca y la miró de reojo, expectante. —¿Te gusta?
Marinette se dio cuenta de que se encontraban en una terraza que el chico había adornado con anticipación, cuya vista daba meramente frente a la torre Eiffel, la cual se veía hermosa iluminada. En el suelo había colocado una manta suficientemente cómoda para sentarse en el suelo y colocó luces que iluminarían la terraza, sin que fuera realmente ostentoso. Colocó pétalos de rosas blancas sobre la manta, además dos copas y un jugo de uva.
Simplemente era perfecto , se sentía como una princesa.
Las palabras no salían de sus labios, simplemente se ruborizó fuertemente abrazando al más alto con algo de vergüenza. Era su manera de expresar lo que sentía en aquellos momentos.
Quizás su abrazo fue la mejor respuesta que el chico de traje negro pudiera recibir, lo tranquilizaba saber que todo estaba bien y que su acto no despertaba ni un poco de incomodidad en ella. Más en el fondo sentía un tremendo alivio, había esperado todo un día para ver su reacción. —Y espera a que pruebes la comida... Aunque no puedo tomar crédito de haberla preparado yo.
—No me importa... ¿todo esto lo has preparado tú? es… es maravilloso, pensé que sería otra cosa, de verdad. Esto es increíble. —Murmuró para luego separarse de él terminando así con el abrazo. Su corazón latía con más fuerza de lo normal, no estaba acostumbrada a que hicieran ese tipo de cosas por ella.
Chat le sonrió un poco tímido. Se preguntaba si la situación resultaría incómoda en caso de que ella se enterara que estaba a punto de cenar con su amigo Adrien. Mientras esos pensamientos invadían la mente del rubio, Marinette arqueó una ceja sonriendo de forma burlesca.
—¿Acaso el ratón le comió la lengua al gatito? —Preguntó para luego reír suavemente. Con esto había logrado sacar al chico de sus pensamientos y la miró un poco confundido. —Nunca crei que el mismísimo Chat Noir desaprovecharía un comentario para hablar de lo "increíble" que es. —Añadió aplicando comillas con sus dedos, solo buscaba romper el hielo. El chico rió, esta vez un poco tímido; algo extraño en él, ya que era algo que no había ocurrido antes.
—No es para tanto, solo creí que te gustaría algo diferente. Es la primera vez que organizo algo para alguien y soy un buen perdedor… Una apuesta perdida, es una apuesta perdida. —Comentó divertido. Luego extendió su mano para tomar la de la chica para llevarla hasta donde estaba la manta —.Ven, siéntate... —La chica de trenza asintió con una gran sonrisa, sentándose sobre la manta con cuidado, mirando todo a su alrededor.
—También es la primera vez que me preparan algo así. Mmh… ¿qué cenaremos? —Preguntó mirándole algo timida y acomodándose mejor encima de la manta, mirando las estrellas después. Chat tomó asiento frente a ella y colocó platos frente a ellos que estaban cubiertos, al destapar el plato de la chica se podía apreciar el olor del platillo, aún estaba caliente. Acto seguido, tomó un cubierto envuelto en una servilleta y se lo extendió.
—Lasagna de pollo en salsa blanca... No sé mucho de tus gustos, así que decidí ir por algo no tan sofisticado.
—Como de todo, me gusta mucho la lasagna.. —Dijo sonriendo y mirando al chico, aún le conmovía el hecho de que hubiese preparado todo aquello solo para ella. Le parecía un gran detalle. Él le devolvió la sonrisa, estaba satisfecho con ver sus reacciones. Estiró su brazo para alcanzar unas copas y servir jugo de uva.
—Para usted, mademoiselle... —Le entregó una copa y acercó la suya para hacer un "brindis". —Espero no sonar muy atrevido, pero... Estoy encantado de compartir esta cena contigo.
—Para nada, yo pienso igual. —Murmuró haciendo un brindis con ambas copas y mirándole con un tenue rubor en sus mejillas. —Has elegido el lugar perfecto… se ve toda París.
Suspiró asombrada por las maravillosas vistas que tenían; si así era salir a cenar con Chat Noir, queria hacerlo muchas veces. La mirada del rubio enmascarado se desvió a su alrededor para admirar al igual que ella el paisaje que tenían de ambiente. Luego de unos segundos volvió la vista hacia ella y dio unos sorbos a su copa.
—Imaginé que te gustaría.
Ambos comieron mientras hablaban de cosas triviales, bebiendo de vez en cuando de sus copas también. El momento era tan agradable, la química entre ellos era indudable. Quizás ni siquiera cuando Marinette era Ladybug podían hablar con tanta tranquilidad y fluidez.
—Oye Chat Noir… —La chica le miró terminando de comer y apoyando su cabeza en la palma de su mano, con intriga. El chico mientras tanto sirvió un poco más de jugo de uva en ambas copas.—… ¿Algún día podré saber quien eres?
—No estoy seguro. Ladybug dice que es necesario proteger a nuestros seres queridos. Ya ves lo que le pasó a Queen Bee... —Alzó su mirada para verla. De verdad quería decirle. Pero no sabía hasta que punto podía contarle a alguien, además no soportaría poner en peligro a una de sus personas más allegadas. Entonces volvió a sonreír, pero esta vez de forma coqueta. —Por otro lado... Se ve que eres una persona confiable. Así que si me convences puede que te lo diga.
Marinette rió suavemente mirándole y suspirando, ella sabía que no debía saber su identidad, pero simplemente quería saber quien se escondía detrás de esa máscara.
—Supongo que tú también querrás saber quien es ladybug. —Murmuró apoyando su cabeza en su hombro y mirando al cielo, era una noche cálida y agradable.
—Ahora que lo mencionas... Recuerdo que cuando hablamos con Ladybug sobre el tema de la identidad le pedí que me mostrara quien era. ¿Que puedo decir? Soy un gat-ástrofe. —Se encogió de hombros y soltó una carcajada. En cuanto ella apoyó su cabeza en su hombro y miró al cielo, el rubio mordió su labio inferior y miró hacia otra parte. ¿Debería de confiarle su secreto?... después de todo no sabía quién era Hawk Moth, pero sabía en definitiva que no era una chica y mucho menos Marinette.
Volvió la mirada hacia ella y le miró con ternura mientras ella aún miraba a las estrellas. ¿Cómo pudo estar ciego todo este tiempo? Marinette Dupain-Cheng era absolutamente perfecta. Todo este tiempo siempre creyó que eran solamente amigos. Pero era un tonto, hasta ahora lo comprendió.
—Bailemos… —Invitó Chat mirándola con dulzura, como nunca en su vida la había mirado antes. La mirada de la chica volvió a él, sintiendo como sus mejillas comenzaban a encenderse al ver su mirada.
—Sí. Si quieres. —Dijo ella completamente avergonzada. Su corazón latía con mucha fuerza, no sabía cómo esto pasaba con Chat Noir ahora. Tanto tiempo convivieron antes y nunca se había sentido así con nadie más, a excepción de cuando estaba con Adrien.
Chat sonrió con dulzura al ver su expresión y tomó la mano de ella para luego levantarse.—
— Miau... Un baile en la primera salida, que afortunado. —Comentó un tanto coqueto y asintió. Con su mano sacó su bastón de su cinturón y comenzó a usarlo como teléfono; unos segundos después se scucharía una suave melodía que sería ideal para bailar. Colocó el bastón de nuevo en su cinturón para tener ambas manos libres y se acercó a ella hasta tomar la mano de la chica de trenza, luego tomó la otra mano de la chica y la colocó sobre su propio hombro, para luego colocar su mano sobre la cintura de ella.
Marinette se ruborizó bastante al estar así, no solía bailar todos los días. Se dejó hacer tomando la mano del chico y con la otra en su hombro, comenzó a moverse al ritmo de la música con cuidado y delicadeza.
— Gracias por… por hoy. —Murmuró ella avergonzándose un poco y mirándole de reojo. No sabía que aquella faceta de Chat Noir existía, y ahora que se había limitado a descubrirla, le gustaba un poco más. Aquel lado sensible y coqueto del contrario era muy atractivo a sus ojos.
Los movimientos de ambos al bailar eran suaves, al compás de la música. La luz de la luna y la tenue iluminación que él había colocado hacían que este momento fuera romántico. No era la primera vez que bailaba con Marinette, aunque ella no lo sabía. Todo este tiempo cuando bailaban, de alguna forma sintió que se volvían más cercanos. Pero ahora la sensación era diferente... más intensa.
Ha sido un placer. —Comentó con voz suave, tras un momento hizo un movimiento para que ella diera una vuelta y volvió a tomar la misma postura después. No sabía si estaba confundiendo las cosas, solo sabía que lo único que quería en ese momento era que no acabara.
Después de un momento ambas manos cubiertas del traje negro del rubio, se posaron sobre la cintura de la chica mientras seguían bailando. Continuaron moviéndose al ritmo de la música, dejándose llevar por el momento. Sus miradas permanecían fijas en el rostro del otro.
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Fin del Flashback
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Se dejó caer sobre la cama, mirando al techo. Cerró sus ojos con fuerza y rompió a llorar. Se llevó ambas manos hacia la boca para taparla y evitar hacer mucho ruido. Se preguntaba si el destino de Adrien hubiera sido diferente si esa cena con Chat Noir nunca hubiera sucedido, si ellos nunca se hubieran relacionado tan estrechamente, si ella hubiese decidió tomar la beca de Modas en Alemania en lugar de quedarse…
¿Habría podido cambiar algo?
Podía imaginarse a Chat acercándose a la cama y sentándose a su lado.
—Mi Lady, no llores. O vas a hacerme llorar también. —Seguro es algo que él habría dicho al verla así. Quizás después de eso la habría abrazado y depositaria un beso sobre su frente, luego sobre las manos que cubrían su boca. —Todo está bien, yo estoy aquí…
Maldijo a su cabeza, que le hacía imaginar algo tan doloroso en un momento así. Porque el amor de su vida no volvería… Ni como Adrien, ni como Chat. Y no había nada que ella pudiera hacer al respecto.
«Dueles más que el peor dolor que se inventó».
Continuará.
