Advertencia: Contenido sexual explícito.

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LA CHICA LATINA

Las primeras diferencias culturales empezaron a brotar con el pasar de las semanas. Habían ocurrido algunos fueguitos durante los primeros días, que luego de platicarlo pudieron corregirlos y hasta tratar de complacerse mutuamente.

Como aquel día que la invitó a comer y al llegar a su carro Itachi no le abrió la puerta. ¡Estaba totalmente indignada! Tuvo que explicarle que era una muestra de caballerosidad en su País, y no que estuviera incapacitada para hacerlo. Era algo, lindo. O como cuando él esperaba que ella rellenara su taza de té en el restaurante donde habían ido a comer. De igual forma era un gesto que su madre había tenido toda la vida con su padre. Y su ex con él, bueno, puede que solo estuviera mal acostumbrado.

La vez que le regaló rosas amarillas y ella empezó a llorar.

-Las amarillas representan el sol, como tu nombre. Quería darte Girasoles, pero es muy difícil conseguirlos en Konoha.

-En mi país las flores amarillas significan amistad…las rojas amor. Pensé que tú…-dijo con un tierno puchero.

Con dos dedos le pico la frente. –Lo tendré en cuenta para la próxima Hina- la mirada que le dio la desarmó totalmente.

Hina era el diminutivo cariñoso que usaba de vez en cuando. Esto después de notar que para ella era algo incómodo llamarlo kun o san sin sentir que hablaba con un extraño, y ella simplemente se sentía más feliz cuando la llamaba por su nombre sin ningún sufijo. Un día se le escapó decirle así y ella se enamoró aún más.

El desacuerdo más fuerte que tuvieron fue cuando conoció su departamento. Comenzó una tormenta terrible y decidieron que era mejor que se quedara dormir. No pasó nada, casi nada; y menos con el problemón que se le armó a Itachi. No sabía dónde estaba peor la tormenta, si dentro o fuera de su casa.

-¡Soy tu novia!- exclamó desafiante. En otro momento hubiera recaído en lo sexy que lucía la playera que le había prestado para dormir, aunque le quedara enorme.

-Lo sé, por eso te dejaré mi cama y yo dormiré en la sala-

No habían tenido sexo ni habían llegado al punto de hablar de ello. Sin embargo, para Hinata, resultaba extraño que no quisiera dormir con ella. Podían compartir la cama sin que ocurriera nada. Cuando se lo mencionó había puesto una cara de rechazo.

-No es correcto- contradijo

-Itachi somos una pareja, tarde o temprano, tendremos que hablar de sexo, pero por ahora ¿resulta tan molesto dormir conmigo? Podemos pasar la noche juntos sin que ocurra nada, somos adultos no un par de adolescentes. - ¡Dios Santo!

El pelinegro no sabía que le sorprendía más, que ella fuera la primera en hablar sobre intimar o que lo dijera con tanta naturalidad. Tal vez era culpa del enojo que no tenía ni puta idea de dónde venía. Ni sus padres dormían juntos. Y entonces los engranes empezaron a funcionar.

-Hina, ¿tus padres duermen juntos?

- ¡Por supuesto que duermen juntos! ¡Están casados!- exclamó con algo de frustración.

- ¿Es decir, que duermen en la misma cama, en la misma habitación?

-¡Si! Son un matrimonio. - Hinata respondió con ironía. ¿Obvio no?

-Mis padres no.

-¡¿Qué?! ¿Acaso están separados? -preguntó con preocupación y una mano en su pecho.

-Para nada, siempre me han parecido una pareja muy estable. Viven juntos pero cada quien tiene su habitación. - Imaginó que de vez en vez su padre visitaba su madre por las noches, pero quería borrar ese pensamiento de su cabeza.

-Y ellos no….lo hacen….o sea…¿no hacen el amor?-¡Diablos Hinata! Hacer el amor y papás no es algo que nadie quiere escuchar en la misma oración.

-Supongo que sí- Itachi vomitó internamente- Pero no duermen juntos. Por comodidad, independencia, costumbre, no lo sé a ciencia cierta. En el País del Fuego las parejas no duermen juntas. Incluso las que tienen que compartir habitación tienen dos camas o futones.

La chica estaba perturbada, en sus ojos veía la desilusión. En un segundo todo el enojo se transformó en tristeza. –Significa que, aunque hiciéramos el amor ¿no dormirías conmigo? - cuando los gestos de su novio le dieron la respuesta se fue a la recámara y dándole la espalada desde la puerta le dio las buenas noches.

Sabía desde un principio que no sería fácil e incluso su roomies le advirtieron sobres las diferencias culturales, pero esto era demasiado para digerir. Había crecido con la imagen de sus padres, los cuales se amaban sin mesura, jamás habían dormido separados. ¡Dios se bañaban juntos! Podía adaptarse a muchas cosas y sabía que Itachi estaba haciendo lo mismo por ella, pero no estaba segura si soportaría que su pareja la rechazara de esa forma, costumbre o no.

En los buenos tiempos con Gaara, dormían juntos, especialmente después del sexo. No podía imaginar entregarse a alguien y después cada quien agarrar su lugar, como si se tratara de un mero trámite. Quería entender y buscar una forma de adaptarse, pero no la creía posible.

Itachi se encontraba recostado en el sillón sin poder dormir. Todas las luces estaban apagadas y quería pensar que su novia, ex por la mañana quizá, ya se había dormido. Para él era difícil pensar en dormir con ella. Con Izumi jamás habían dormido en la misma cama, si en la misma habitación, pero en el mismo lecho no. Tal vez sus ancestros eran demasiado egoístas o era por culpa de los matrimonios arreglados, pero para él era más una costumbre. Si para Hinata era algo tan importante, deberían llegar a un acuerdo. Meditó un momento antes de levantarse del sillón.

Cuando entró a la habitación se le oprimió el pecho al escuchar los pequeños sollozos. Con cuidado y esperando rechazo se acostó a su lado abrazándola por la espalada y envolviendo su cintura. La sintió tensarse.

-Hina, no llores, no lo soporto. - Luego de unos minutos Hinata se relajó.

-Ya estoy tranquila, no tienes que quedarte si no lo deseas. -

-Si quiero, por ti. Por favor disculpa mi falta de tacto, solo que es algo nuevo para mí, dame tiempo para adaptarme.

Cuando sintió que la apretó más fuerte de la cintura y hundió su rostro en el cuello tragó saliva. ¿Por qué me excita tanto? Era un gesto tierno e incluso lo sintió relajarse, no tardaba en quedarse dormido. Tal vez dormir juntos no había sido tan buena idea.

-Itachi ¿Con cuántas chicas has estado? –preguntó al aire sin tapujos. –Yo solo he estado con un chico antes. Ha sido mi única relación- Hinata se giró para que quedarán de frente aún abrazados.

-Igual yo, solo una chica.- afirmó

-¿De verdad?- preguntó con sorpresa. Él asintió.

-Por alguna razón la gente suele pensar que soy….aventurero. No lo entiendo.-río

-¡Es que eres muy guapo! –colocó una mano en su mejilla acariciándola con ternura, siguiendo por las marcas bajo sus ojos, esas líneas faciales le daban un aspecto increíblemente varonil. Itachi cerró los ojos disfrutando del contacto.

-¿A qué edad fue tu primera vez?-preguntó Hinata

-21- envolvió su mano depositando un beso en ella. –¿Y tú? -

-17- contestó con pena

-Muy joven o yo muy viejo- siguió besando sus nudillos sonriendo.

-¿Itachi?- ambos estaban muy cerca, sus respiraciones chocaban. Se miraron intensamente, llenos de sentimientos.

-¿Hinata?- sus besos siguieron por el antebrazo sin despegar sus ojos.

-¿Quieres…hacer…-sintió sus labios en los hombros- el amor?-

-Creí que podíamos dormir sin que pasara nada- sonrío dando besitos en su cuello.

-Yo también. Qué ingenua ¿verdad? - cerró los ojos suspirando. Sus besos siguieron recorriéndola hasta capturar sus labios. Eran besos delicados pero profundos, seductores. Las caricias comenzaron con lentitud, ambos explorando de forma cuidadosa sus cuerpos, reconociendo cada rincón de su piel sobre la ropa. Sintió sus manos trazando círculos en sus muslos desnudos, como preparando la estrategia de su siguiente paso. Titubeante levantó ligeramente su playera sin dejar de besarla. Ella colocó su mano sobre sus nudillos.

Pensó que estaba avanzando demasiado rápido, pero supo que estaba equivocado en el instante que sintió su mano arrastrar la propia con suma confianza, incitándolo a ir más allá. Cuando la playera subió hasta la cintura lo dejó solo, explorando la redondez de sus pompis. Hinata lo envolvió con una pierna para evitar que escapara de aquella lluvia de pasiones, posicionando sus manos sobre los hombros increíblemente varoniles. Olía delicioso.

Continuó con la exploración del terreno de su piel, tocó su vientre. No era plano. La sintió respingar e intentar mover su mano hacia otra dirección.

-¿Te incomodé?- preguntó con preocupación.

-No…es sólo que…me da un poco de pena…no soy…precisamente delgada-

-¿De qué hablas?- la miró directamente a los ojos confundido. Su cabello caía sobre sus hombros mientras arrugaba su frente.

-Es que…. He visto a las chicas de Konoha, del País del Fuego en general…yo no soy…delgada como ellas. Siempre he sido algo…llenita.- sus mejillas estaban rojitas.

No podía salir de su estupefacción ante tales declaraciones. ¿Llenita? Claramente su cuerpo no era como ninguna chica que hubiera visto antes, pero en su mente no entraba para nada en la categoría de gordita o siquiera pasada de peso. Tenía una cintura que cualquier mujer envidiaría. Cada atributo de su cuerpo le parecía atractivo y si ya visualmente la consideraba una delicia, tocarla, le parecía como recorrer el paraíso.

No era un experto, pero sabía que las mujeres a veces podían ser demasiado severas a la hora de criticar su propio cuerpo. Lo cual, no entendía. Y menos ante la belleza de un cuerpo como Hinata. ¡Kami! A sus ojos la misma Afrodita estaría celosa de ella.

-Hinata, tienes el cuerpo más hermoso que he visto en mi vida. Eres…la mujer de mis fantasías. - bajó nuevamente a su cuello dando una ligera mordida.

- ¿D-de verdad? - sintió un escalofrío recorrer por toda su espalda al sentir su lengua recorriendo el espacio entre su hombro y su cuello. Su mano nuevamente encontró camino por su vientre.

-Sí, cada parte de ti me parece…exquisita. - su mano siguió recorriendo la zona baja de su cuerpo. –Tus caderas son simplemente adictivas. Quiso seguir lamiendo, pero era imposible estirar más el cuello de la playera. - ¿Puedo quitarte la playera Hina?- asintiendo y estirando las manos le ayudó a hacerlo. Sin soltarse de su pierna envuelta se levantó un poco para retirarse a sí mismo su prenda superior.

Ambos vieron con deseo el pecho desnudo del otro. Hinata creyó que comenzaría a babear en cualquier momento, sus pectorales y las líneas que marcaban su abdomen, de forma no muy exagerada, eran la perfección del cuerpo masculino. Itachi se relamió los labios al ver aquellos senos desbordantes, carnosos con los pezones levantados hacia él, invitándolo a degustarlos.

Con su dedo lentamente comenzó a formar círculos alrededor de su aureola. Hinata contuvo la respiración entrecerrando los ojos cuando otro dedo repitió la caricia. Sus labios se entreabrieron cuando sus dedos pulgares se unieron a la tarea.

-¿Te gusta? Tus pechos son…hermosos.

No podía dejar de suspirar, tanto las caricias como sus palabras le llegaban al alma. Desde que comenzó a desarrollarse había sido muy insegura respecto a su cuerpo. En cuanto cumplió 11 años sus encantos comenzaron a brotar como margaritas sin intención de detenerse. A los 13, ya tenía el cuerpo de una señorita, atrayendo más atención de la que gustaba.

La única razón por la que había podido superar aquella etapa era por el apoyo de Temari, quien, teniendo un cuerpo parecido al suyo, la motivaba cada día a valorarse y aceptarse con sus anchas caderas y busto grande. Si no fuera por ella hubiera usado toda su vida sudaderas y ropa holgada. La rubia, de igual forma, se había convertido en su protectora, con la fuerza suficiente para mandar al demonio al cualquier sujeto que la acosara física o verbalmente.

Gaara también tenía crédito al respecto. Cuando comenzaron con su vida sexual su autoestima se incrementó exponencialmente. Aun así, había ciertas inseguridades que seguían latentes, como cicatrices. Apenas perceptibles o que no duelen mientras no pienses en ellas.

Itachi se sentía febril y empoderado como nunca en su vida. No pudo contener más tiempo las ganas de probar las cerezas de aquellos montes de tentación. Sus manos se sentían pequeñas ante su grandeza, se desbordaban entre sus dedos.

-Creo que podría quedarme entre ellos toda la vida.- La mano que no le estaba dando atención a sus demandantes encantos bajó lentamente por su figura en forma de S. Aprovechando la postura alta de su pierna traspasó aquellas pantaletas sin retirarlas. Masajeó suavemente con dos dedos.

-Ya estás mojada- sonrió con autosuficiencia viendo como apenas podía mantener los ojos abiertos.

-Pre..su…mido- suspiró sonriendo la pelinegra enterrando sus manos en la cabeza de Itachi, resbalando los dedos en su larga cabellera. Un pequeño gritillo resonó en su garganta cuando sintió el primer dedo invadirla mientras el otro seguía masajeando aquel punto que dolía de placer.

De pronto, abandonó el cobijo; del que desde este momento se convertía su lugar preferido de la tierra, para besarla con ferocidad. Sus sexos se encontraron, tras sus prendas inferiores. Se rozaron, primero lentamente, después con desesperación.

Fue cuando lo vio ponerse de pie para quitarse el pantalón de la pijama, que el estruendo de un rayo y su luz la trajeron devuelta de aquel paraíso de sensaciones.

-Itachi, ¿Tienes condones? – alcanzó a decir con la respiración agitada.

Él la miró ligeramente inclinado con los pants a medio camino de sus rodillas. Un balde de agua fría les cayó encima.

-No…creo que no.- rebuscó en los cajones de su buró aún con los pantalones a medio retirar y una fuerte erección aprisionada en sus boxers. Hinata río mentalmente. Aunque debía admitir que estaba bastante ansiosa de conocer la virilidad de su novio –No, no tengo. -

-Yo dejé mis anticonceptivos…cuando terminé con mi ex…

Por unos minutos solo se escuchó la fuerte lluvia golpear la ventana de la habitación.

-Tal vez podrías venirte fuera- sugirió con pena. Con decepción, para ambos, se subió los pantalones y se llevó una mano a la frente.

-No…una vez hice eso y…tuvimos un falso positivo. Fue muy estresante- se acarició la sien

-Es cierto, también me pasó. No es divertido. - suspiró

-Sí, será mejor esperar. Lo siento Hina. Solo aún no se había presentado el tema y no había pensado en la posibilidad…-

Hinata río.- Entiendo, además…me gustaría que nuestra primera vez fuera…especial.- se sonrojó al ver la sorpresa en su rostro. –Bb-bueno, si no te molesta. Sé que no somos primerizos, pero aun así…

Quedaría por siempre grabada en su memoria la imagen de aquella mujer exótica, únicamente con bragas, ligeramente acostada, con las mejillas encendidas y los ojos llenos de inocencia en su cama.

La tomó del cuello sin despegarla de la cama, inclinándose lo suficiente para besarla. –Será como tu quieras Hime. Por ahora vayamos a descansar. -


Dormir juntos había sido en realidad muy agradable. Aunque no pudieron concretar del todo el acto, y menos cuando el clima no les dio tregua en toda la noche como para salir a comprar condones. Habían avanzado mucho en la intimidad. Descubriendo puntos sensibles y la forma perfecta en que embonaban sus cuerpos. Si bien casi habían sucumbido a la pasión, fueron niños buenos y solo durmieron, como era el plan inicial.

Habían dormido de frente, semidesnudos con las piernas entrelazadas. Se lamió los labios, aún impregnados con el sabor de la piel de la chica curvilínea dormida abrazada a él como un koala. Cuando despertaron también le enseñó lo agradable que podía ser tomar una ducha juntos. Debía comprar condones urgentemente.

A la hora de desayunar nuevamente surgieron algunas diferencias. Hinata moría por cereal con leche. Itachi se mostró sorprendido, no era algo que él desayunaría, al menos comúnmente, por lo que no tenía nada de eso en su alacena. Preparó arroz con unas tiras de huevo y té. Fue extraño, pero lo comió agradecida. Después le enseñaría lo satisfactorio que era desayunar cosas dulces.

El siguiente fin de semana tras salir de sus clases su novio la secuestró. Ambos habían estado muy ocupados durante la semana y apenas habían hablado, así que decidió llevársela a unos baños termales a 3 horas de Konoha. Tanto Ino como Temari le ayudaron en tiempo record a preparar su pequeña maleta para la escapada sorpresa.

El hotel era de estilo antiguo y la mejor parte es que eran baños privados. La habitación no era exactamente lujosa o grande pero las puertas corredizas se abrían por completo y daba acceso a un bellísimo jardín japonés. En el centro estaba el pozo de las aguas termales. Todo completamente para ellos.

Acomodaron su equipaje e Itachi miraba al pequeño y colorido jardín. –Espero te guste el lugar, no es lujoso, pero es muy tranquilo. Además hay un buffet excelente de mariscos de la región. - O más le valía a Shisui que así fuera. De pronto sintió unos brazos envolver su cintura y los pechos de Hinata recargados en su espalda. Tragó un poco de saliva.

-¿T-te gusta?- ¿Desde cuándo tartamudeaba?

-Me encanta. –Sus manos bajaron delicadamente hacia la hebilla de su pantalón. - ¿Puedo? - El chico asintió con clara expectativa.

Con un leve sonrojo se puso de rodillas frente a él. Por supuesto, le había practicado sexo oral muchas veces a Gaara pero era algo que aún con el pasar del tiempo de provocaba mucha vergüenza. Incluso sentía que lo hacía únicamente para disfrute de él. Sin embargo, ocurrió algo distinto con Itachi. Cuando retiró todas sus prendas inferiores no pudo evitar desear probarlo. Le seguía causando pena, pero no tanta como pensó.

Se acomodó el cabello tras sus orejas, tal como le aconsejó Ino. -Eso siempre los enciende, míralo a los ojos mientras te lo introduces a la boca, muuuy lentamente primero. ¡Después aumenta la velocidad y asegúrate de disfrutarlo tú también!

Cuando sintió la mano fuerte y viril de Itachi sobre su nuca supo que estaba haciendo un buen trabajo. Vio su rostro encontrando la muestra más clara de excitación. Sintió como se mojaba solo de ver sus perfectas pestañas negras contraerse y un leve rubor bajo ellas.

El placer se detuvo. Itachi la miró interrogante.

-¿Podrías sentarte en la silla?- El chico obedeció. Se acomodó en la no muy grande silla de la esquina que no había notado. Hinata se abrió lentamente su blusa de botones retirándola con cuidado y muy suavemente. Seguida de su sencillo brassier lavanda. Avanzó hasta él arrodillada y le abrió ambas piernas.

-Una amiga…me recomendó algo. ¿Te importaría si lo intentamos? - Hinata lucía un precioso sonrojo y mirada de perrito. Le acarició la mejilla en respuesta de forma tan tierna que el siguiente movimiento de su novia no lo vio venir.

Temió terminar en ese momento de solo verla tomar cada uno de sus pechos, los cuales no cabían en sus manitas y envolver con ellas su miembro erecto. Siguió probando mientras movía rítmicamente sus encantos, arriba y abajo. No era tan fácil como le había dicho Ino, pero los sonidos guturales que emitía su novio, más la constante presión que ejercía sobre su cabeza le indicaban que lo estaba haciendo de forma correcta.

Cuando sintió que estaba por venirse retiró su boca y únicamente siguió masajeando con sus pechos. Itachi nunca creyó ver imagen más perfecta y erótica en su vida. Se sentía un cavernícola, pero disfrutó de sobremanera manchar su rostro y su pecho con su semilla. Se levantó de la silla para tomar unos cuantos kleenex de la pequeña mesita de noche. La limpió con cuidado. Hinata cerró los ojos mientras lo hacía.

Ambos estaban de rodillas, frente a frente. Cuando terminó de asearla la besó con todos los sentimientos que no podía expresarle en palabras. La tumbó en el futón, retiró su falda y su ropa interior. Le dobló ambas piernas, una de cada lado para tener acceso total. Se inclinó frente a ella, aprisionó sus manos mientras acercaba su rostro a sus labios vaginales.

Hinata sudó frío al sentir su aliento cálido. Una lamida lenta, otra lamida. Lo escuchó como sorbía de ella. Al parecer se había excitado más de lo esperado. La tenía aprisionada. Quería moverse, pero no podía, era como si no le permitiera escapar del placer. Llegó a ese punto que la volvía loca y la hizo ver estrellas. Cuando aterrizó del paraíso Itachi ya estaba listo para entrar en ella.

-¿Puedo entrar?-preguntó con voz ronca, claramente resistiendo la lujuria que se apoderaba de él. Ella asintió y envolvió sus brazos en la espalda ancha de él. Sabía que no era Virgen, sin embargo, entró en ella como si lo fuera. Ambos soltaron aire que no sabían que estaban guardando. Se miraron llenos de emociones. Sintiendo, entre la humedad, la perfección de la unión de sus sexos. Hinata derramó unas cuantas lágrimas, no eran de dolor ni felicidad. Eran todas las sensaciones y nada a la vez. Itachi besó su frente para consolarla. Era extraño. De esas veces que descubres algo, que no sabías que lo necesitabas, hasta que lo tienes enfrente. Dentro en este caso.

Siguieron amándose por varias horas hasta que el cansancio y el hambre los alcanzaron. Se asearon en el pequeño baño que tenía la recámara y salieron en busca del buffet. Ambos iban en cómodas yukatas. Se llevaron una gran decepción al enterarse que el servicio había terminado dos horas atrás. Cuando Itachi vio el reloj, se sorprendió de la hora. Eran las 2 de la mañana. Ambos se miraron un poco sonrojados y después rieron a carcajadas.

-El tiempo vuela cuando te diviertes ¿no?- Hinata se colgó de su brazo y regresaron muriéndose de hambre, pero sin poder dejar de sonreír a la habitación. Afortunadamente, pudieron calmar un poco el apetito con unas barritas energéticas con las que siempre cargaba el pelinegro.

Sin importar lo entrada de la madrugada, tomaron un relajante baño en las aguas termales que tenían a su completa disposición. - ¿Estás segura que no es mejor que usemos condón? - La miró con ambos brazos extendidos y su perfecto cabello amarrado en un chongo japonés.

-El doctor me aseguró que el implante subdérmico tiene un 99% de efectividad. Y dado que…tendremos exclusividad…no es necesario preocuparnos por enfermedades… ¿cierto?- Hinata hizo ese tierno gesto de juntar los dedos. Su cabello estaba en un chongo flojo con algunos mechones sueltos. Sus hermosos senos sobresalían del agua.

Itachi le dio un golpecito suave con sus dedos en la frente. –En efecto- la besó suave y fugazmente, de esa forma en la que solamente él lograba hacerle perder el aliento.


Notas:

Gracias por el review Gab y Patohf, espero poder transmitir todas las emociones que siento al escribir ;). Gracias por los favorites y follows.

Un abrazo :)