En el capítulo anterior….

[–¿Estas preparada para este baile?– Le preguntó a la voluptuosa morena.

Separándose solo unos segundos, del apasionado beso que le daba Madara, escuchó lo dicho con el rostro sonrojado, la saliva escurriendo y la entrepierna mojada, sonrió de manera lujuriosa y pícara.

Encantada de bailar con el diablo– Desde ahora nunca vería igual la palabra baile en su vida.]

POR TU FALDA ME COLÉ (2ª parte)

Su sonrisa se ensanchó al oírla. Eso le gustaba... Diablo. Se mordió el labio y su sonrisa ladeada creció. Le dio una fuerte nalgada.

–Quítate la ropa... Eso si no quieres que te la rompa más.– Ella también se desabrochó los pantalones, sin dejar de devorar con la mirada a la otra. Luego se quitó la camiseta arrapada que llevaba y la tiró por ahí. Quedando en bragas y sujetadores.

Parecía que toda esa noche podría sonreír y no le molestaría que le doliera la cara al siguiente día, levantándose de su lugar no sin antes dejar un rápido beso en los labios de la pelinegra.
Tal vez hacerle un pequeño espectáculo no fuera tan malo, esperando a que la contraria estuviera semi desnuda, silbó. Tremenda joyita se estaba a punto de comer.

Sonrió arrogante por ese silbido, no por nada era propietaria de un gimnasio e instructora de clases personales, adelgazamiento, puesta en forma, defensa personal, superar retos deportivos... Sabía que estaba buena y tenía muy buen cuerpo, aunque no era voluptuoso como el de esa morena.

–No sabes lo mojada que estoy por tu culpa, Hashirama. Tus gritos de placer me calientan, tu aroma, tu sabor... Ven aquí muñequita. –Se quitó el sujetador mostrando sus pechos. Eran más pequeños que los de la otra, pero estaba orgullosa de ellos.

–Mady... Por favor déjame regalarte un poco de lo que me hiciste sentir en ese lugar– Empujándola con suavidad por los hombros hasta dejarla acostada en la cama se dejó un pequeño trazo de besos sobre su cuello, hombros hasta llegar a los pechos donde se entretuvo unos segundo a saborearlos gimiendo con deleite tenía un ligero sabor a sudor y jabón, delicioso.

Se dejó acostar en su cama y jadeó suave por esos besos en su cuello y en sus pechos. Mientras la otra chupaba sus pezones y besaba sus pechos, llevó sus manos a sus propias bragas y se las deslizó para quitárselas. Quedando desnuda ante Hashirama.

Pasando su cabello por detrás de su oreja le regaló una mirada inocente, una que no combinaba para nada ante el morboso sonido de alejarse de aquellas deliciosas carnes.

– Perdón si soy algo torpe, pero es mi primera vez con alguien. –Alejándose unos centímetros comenzó a desvestirse con un toque sensual moviendo sus caderas suavemente, quitándose la blusa medio rasgada dejando que sus pechos rebotaran suavemente, pasando sus manos de manera sugestiva sobre ellos se quitó el sujetador para pasar por su falda bajándola con algo de vergüenza al estar totalmente expuesta ante la otra.

Vio como la morena se apartaba y la observó al incorporarse sobre sus codos. Se relamió al ver ese striptease. Y la miró con lascivia nada disimulada. Se la iba a comer, todas las veces que pudiera...

Le abrió las piernas de forma descarada para que viera como de húmedo tenía su intimidad por haber esperado tanto. Y la llamó con el dedo antes de señalar la zona.

Arrodillándose frente a ella sintió que podría babear y no era para menos sus músculos eran marcados y su cadera estrecha. La piel blanca que era adornada por las previas marcas de sus caricias, de verdad que aquella azabache podría ser su perdición.

Sin perder un poco de tiempo se acercó hasta la cama suspirando ante el agradable olor. Maldición si así olía, probarla la haría mojarse. Sacando la punta de la lengua delineó los muslos internos, besando en algunas ocasiones y en otras dejando mordidas de manera juguetona hasta llegar a la pelvis, besando una vez más los hermosos labios que se presentaban ante ella. Tan delicioso que no dudó, nuevamente, en pasar su lengua sobre ellos, pero aún no quería llegar a ese hermoso cáliz de jugos que la esperaba. Alejándose unos centímetros volvió a repetir el mismo proceso con la otra pierna besando y acariciando, mordiendo llegando nuevamente a ese lugar bendito que tomó totalmente con la boca hambrienta, suspirando ante el choque de sabor levemente salado, gimiendo con gusto para luego sacar totalmente la lengua y dar un repaso sobre toda la piel expuesta a su disposición. Pasando desde su delicioso clítoris en el que se entretuvo con gran entusiasmo chupando, delineando, dejando caer algo de su saliva sobre esa hermosa y rosada entrada para luego meter dos dedos. Tal vez no tenía la mejor experiencia, como la otra, pero si podía hacer lo mismo que a ella misma le hizo.

Jadeó abriendo más sus piernas, sintiendo las finas manos acariciándola y esa boca recorriéndola. Soltó un pequeño bote por ese mordisco en su ingle y le achicó los ojos con una sonrisa bailándole en los labios.

–Traviesa...– Le dio un pequeño tirón de orejas cuando volvió a hacerlo. Y luego... Fuego recorriéndola por culpa de esa boquita que poseía la morena.

Sonriendo divertida ante el pequeño jalón y el mote cariñoso le guiño el ojo con coquetería. Comenzando a mover su manos comenzó a buscar un punto que la hiciera temblar, en ningún momento dejo de probar. Quería escucharla gemir, saber que hacía un buen trabajo

Agarró la cabeza de la morena y la aguantó allí mientras liberaba lujuriosos gemidos de forma suave. Ella no era muy escandalosa, sólo durante el sexo duro y las penetraciones bruscas llegaba a gritar.

Ensimismada en su trabajo nunca dejó de saborear aquella deliciosa vagina, suspirando en ocasiones al intentar llevar oxígeno hasta sus pulmones, al parecer aquella técnica era un poco más difícil de lo que pensaba.

Movió su cadera con suavidad y se tensó gimiendo algo más seguido, para volver a destensarse y nombrarla con voz cargada de éxtasis. De pronto la apartó del gran trabajo que realizaba. Y sonriendo mientras se mordía el labio se puso más hacia el medio de su cama y la hizo acercarse.

–Quiero tu dulce coñito en mi rostro. Mientras tu me das placer, yo te lo comeré a ti también. –Sonrió más grande y se relamió –Venga, Hashirama. Que sea ahora.

Los movimientos habían sido parados por aquella pelinegra que la separó ¿Acaso había hecho algo malo? ¿Tal vez hizo algo que la incómodo? Estaba a punto de disculparse de no ser por las palabras mágicas de la azabache. No necesito preguntar ni decir nada solo tuvo que levantarse de su posición inicial para acercarse nuevamente a la sexy perdición tumbada en la cama, dejando un hambriento y tembloroso beso lleno de lujuria, jugando con sus lenguas sin dejar en paz su clítoris, para luego separarse abruptamente acomodándose en lo que pensó sería la posición del 69, abriéndose de piernas frente a la cara de la mayor dejo caer sus pechos sobre el plano vientre de la otra. Una vez más cómoda se acercó para besar aquellos hermosos labios inferiores y volver a atragantarse con ese dulce coño que le gritaba por ser marcado.

Le gustaba la coquetería mezclada con inocencia de esa voluptuosa morena, y sus curvas... Era deliciosa.

Primero se montó en su regazo y se besaron saboreándose, comiéndose la boca con ganas. Sonrió dentro del beso al sentir que su bella amante seguía frotando su clítoris, estimulándola. Abrió un poco sus piernas y movió de forma suave su cadera hacia esos dedos para facilitarle la tarea. Ella también bajó una mano a acariciar sus pliegues. Hasta que se separaron abruptamente. Se tumbó en la cama para que la otra se acomodara. Se relamió al ver esa intimidad brillante por sus jugos. Levantó los brazos y apretándole los glúteos la hizo caer encima de ella. Donde la sostuvo por las caderas con una mano mientras con la otra le acariciaba los labios antes de introducir dos dedos en esa vagina y amorrar su boca en esa zona, para con su lengua empezar a lamer ese botoncito rosado.

Las acciones de la otra en su propia intimidad la hacían respirar acelerada y mover suavemente su cadera, rotándola y avanzándola hacia esa boquita que tan bien la estaba haciendo sentir.
Agradecía tener ese manjar en su boca ya que esa abrupta introducción la había hecho gemir, tal vez de manera no tan silenciosa, pero lo único que si podía asegurar era que cada gemido era un empeño más para seguir dándole placer.

Preparando igual sus dedos comenzó a juguetear metiéndolos hasta el fondo, y luego sacándolos casi hasta la mitad. Quería hacer el movimiento tortuoso pero vamos, que no lo hacía porque si, quería descubrir cómo es que le gustaba a la chica bajo ella. Por qué al ver que no la tenía gritando como ella gritaba, comenzó a moverlos más rápido.

Le gustaba como Hashirama usaba sus dedos en su interior, le era placentero. Pero lo que la volvió realmente loca fue cuando los movió con velocidad. Separó sus boca y soltó un gemido algo más elevado. Plantó sus pies en la cama con las rodillas flexionadas y movió su cadera al ritmo de esos dedos.

Satisfecha y agradecida por el placer que recibía volvió a llevar su boca contra esa vagina. Enterrando su lengua junto a sus dos dedos, mientras usaba su otra mano para frotar en círculos ese sensible clítoris. Y ahí lo sintió, ese líquido que la morena soltaba al llegar a su clímax inundarle la boca.

Un último movimiento por parte de la azabache la hizo alejarse para soltar un pequeño grito-gemido, se había venido no era justo ella era más sensible que la otra. Pero había olvidado otra cosa, a Izuna, por dios ese chiquillo no debería escuchar eso. Sonrojada hasta las orejas regreso a su labor, debía callar esos gemidos a como diera lugar, además ella aún no probaba más de su amada perdición, volviendo a succionar soltando algo de saliva para tener algo más de lubricación, acercó uno de sus dedos con curiosidad hasta su ano, no sabía si tenía experiencia pero podría intentar, por lo que sobando espero tener resultados.

Y separando su cara de esa mojada intimidad sonrió. Antes de abrir la boca y jadear.

–Hazlo... Sin miedo... Hashi-Hashirama... Mmmm... Ooooh– Mordió los muslos internos de la morena, mientras sentía cómo seguía con ese ritmo en sus dedos y como introducía un dedo en su ano. Tensó sus abdominales... Estaba tan cerca. –Hashirama... No... No pares.

– Mmm... Más... Mady– Gimió con descaro ante esa mordida, jamás le habían hecho eso pero parecía que había encontrado su nueva preferencia.

Sentía por momentos que podría ahogarse, aún no se explicaba como es que la pelinegra bajo ella lo hacía parecer tan fácil como tomar un simple trago. Su boca se llenaba en ocasiones y tragaba todo lo que podía, ¿Por qué lo hacía? Fácil... Sería un total delito no probarla completamente. Animada por las palabras de esa azabache, se alejó unos momentos para escupir sobre sus dedos, lista para usarlos dentro del ano de la pelinegra. Agradecía que está mañana dos de sus uñas se rompieran tras la discusión con su padre, con eso no le haría daño al entrar. Dejándolos los suficientemente accesible comenzó adentrarlos, la sensación en sus dedos era de presión y caliente, ¿Cómo sería tras un orgasmo?

Queriendo descubrirlo, sonrió cual niño en busca de una nueva travesura y comenzó a mover sus manos; mientras sus dedos entraban a su ano, los otros salían de su vagina, intercalando los movimientos. Regreso sus labios hambrientos hasta ese pequeño botón, el cual trató con dulzura y pasión, su lengua subía y bajaba, la delineaba hasta que encerrando sus labios sobre éste succionó, gimiendo con gustó, sería peligroso hacerse adicta a este sabor.

¡Oh, demonios!... Eso estaba muy bien. Abrió los ojos y gimió en alto sin poderse detener al sentir la doble penetración que le realizaba la morena con sus dedos. Era tal como le gustaba, rápido y implacable. Gimió, se tensó, movió sus caderas contra esos dedos y se corrió al llegar a un potente orgasmo cuando Hashirama le succionó el clítoris.

–Hashi... RAMA– Notaba los rápidos temblores recorrerla, y como sus caderas se movían de forma inconsciente. Era un gran y salvaje clímax el que la había asaltado.

Sin previo aviso su boca se llenó de aquellos abundantes y deliciosos fluidos, como pudo se los trago todos para luego limpiar con su lengua los pequeños rastros que de le escaparon en esos deliciosos labios.

Se quedó en tumbada abriendo sus brazos en cruz y dejando que sus piernas cayeran hacia un lado sin fuerza mientras intentaba acordarse de como volver a respirar. Luego sonrió buscando que la otra se diera la vuelta para besarla en profundidad. Aun quería hacer más, pero unos minutos de pausa, besos profundos y largos y caricias por todo el cuerpo, estaban muy bien.
Una vez que todo estuvo listo se separó de la pelinegra para tumbarse a su lado, sonriendo con diversión al dejarla tan abatida por lo que con un ligero tono de burla y diversión habló.

– ¿Tan rápido te has cansado? ¿Hum?... Supongo que es normal cuando empiezas a envejecer.– Acostándose sobre su pecho, la besó siguiendo el ritmo marcado por la otra, para finalizar con un pequeño pico sobre sus labios, haciendo pequeños trazos sobre la piel expuesta de su pecho blanquecino, era tan lindo, como un lienzo a punto de ser dibujado.

Le miró con falsa molestia y levantando su mano la bajó con fuerza contra esas nalgas.

La situación era relajante por lo que aquella nalgada por parte de Madara la hizo sobresaltar.

–¡No estoy cansada! Estoy disfrutando de mi orgasmo. ¡Y no soy vieja, tengo 23 años, burra!– Acarició con las puntas de los dedos ese glúteo que acababa de golpear con fuerza –Tu espérate que esto no termina. Quiero probar algo contigo, muñeca.

Escondiendo una pequeña sonrisa acostó su rostro sobre ese lindo pecho, de seguro el maquillaje que tenía se había corrido, todo un espectáculo como siempre le decía su hermano.

– Hum... Eres joven, 1 año menor que yo. Bueno no se si me puedes ayudar, te perdonaré solo porque eres tu…

Sonrió torcida por las palabras de esa morena.

–¿Me estas retando? Sabes... Aun no he terminado contigo y te aseguro que si "te puedo ayudar" y cuando termine contigo... Vas a quedar rozada de tus partes y tan cansada que dormirás como un angelito.

–Bueno, no me queda más que sacrificarme para hacerte sentir muy fuerte Mady– Alzando sus hombros quitándole importancia al tema sonrió, ronroneando ante el cúmulo de experiencias que adquiriría ahora mismo.

Sonriendo con malicia, acarició esa cadera morena y subió y subió hasta llegar a sus pezones, que pellizco sin mucha consideración. Adoraba esas grandes tetas morenas con esos pezones que se levantaban orgullosos.

Gimió ante los movimientos rudos sobre sus pezones, pasando su mano sobre su rostro lo acercó hasta el suyo para repartir unos cuantos besos cariñosos, mientras una pequeña risa infantil sobresalió de sus labios, para luego cubrir su boca con los labios de la contraria, pasando sus brazos por el cuello, temblando de deseo ante la gran idea de ser castigada.

La besó con gula y buscando hacerse con esa boquita dulce y traviesa a la vez. Esa mujer morena... Se la estaba ganando. Oh si, se iba a divertir tanto. Ese sería un baile emocionante y que valdría la pena.

–Te voy a penetrar con un amiguito que tengo, dulce Hashirama. Espero estés preparada... No soy suave al hacerlo.– Giró veloz y la acorraló contra la cama, sujetándole las muñecas con fuerza. Frotó sus dos intimidades al intercalar sus piernas con la otra. Movió su cadera buscando un mejor contacto y siguió meneándose, jadeó de placer sin detenerse, sus clítoris rozándose.
Aquella sensación pegajosa y húmeda la hizo arquear la espalda, se sentía tan bien y sensible, que los inevitable gemidos de ansiedad por más se sonaron en la habitación.

– Ma-Madaraaaa– Suspiro dejando caer su cabeza hacia atrás, sin escuchar lo que dijo, pero confiaba en la mayor por lo que asintió y siguió gimiendo moviendo sus caderas en busca de esa fricción.

La miró desde la altura que le daban los brazos estirados mientras las dos friccionaban sus intimidades. Eso era tan erótico, la morena era tan erótica.

–Hashirama... Eres... Mmmm.– Bajando hasta que sus pechos se aplastaron contra los de la otra, la agarró de la nuca y unió sus bocas con violencia. Mientras sus manos bajaban a su cadera, la agarraban con fuerza para unirse más, clavándole los dedos.

Cada vez sentía sus labios más entumecidos ante los duros y feroces besos, no negaba que no tuviera una pareja hace tiempo, pero todo ellos eran demasiado caballerosos para los besos así de intensos y los besos de juego entre Mito y ella jamás podrían compararse a esos dados por la pelinegra, sentía derretirse ante esas expertas manos.

– Mmm... Ahhh... Ahh... Mmm... Mad...–Podría ahogarse en ese momento y estaría más que feliz pero quería más, pero exactamente… ¿Qué más? Mirándola con deseo espero que lo entendiera.

Le mordió el labio y luego la punta de la nariz de forma juguetona. Antes de apartarse. Fue hacia el armario y abriendo un cajón, escondidas en una caja, agarró un par de cositas.

Se ató el arnés con el grueso consolador a la cintura y agarró el otro pequeño vibrador y el bote de lubricante.

–De rodillas y a cuatro. ¡Ahora! –Ordenó –Ponte mirando a la pared, con tu trasero hacia mi.– Como no obedecía lo suficientemente rápido le dio un par de fuertes nalgadas. Y la agarró de la lacia melena. –¡Obedece, Hashirama! –Le mordió en los labios antes de soltarla. Mientras embadurnaba el grueso y largo consolador enganchado al arnés.

Levantando por unos segundos la cabeza intento saber el porqué se separó, pero buscaba algo, acaso un vibrador o... O mierda esa cosa no entraría en ella, era muy grande. Sonrojándose furiosamente le pensaba pedir esperar, hasta que la puso en cuatro, con el trasero levantado y la cara contra el colchón, la volteó a ver.

– M-Mady, en... ¿Enserio crees que eso entre en, ya sabes?... En... ¿En mi? ¡Joder, es enorme!– Ocultando su rostro en la almohada suspiró. Bueno que más daba si iba a perder la virginidad lo haría a lo grande, por lo que llevando sus manos hasta su trasero se abrió las nalgas para una mejor vista y ella lo hiciera como quisiera.

Vio que su compañera de cama estaba nerviosa y le acarició las nalgas, inclinándose hacia su espalda. Donde besó su columna antes de subir sus manos masajeando toda esa musculatura delicada.

–¿Qué tienes, Hashi? Dímelo–Quería que la morena lo disfrutara, no que se pusiera temerosa. Le besó la mejilla y acarició sus pechos, masajeándolos.

Mordiendo su labio con un ligero nerviosismo volteó a verla desde su posición.

– Bueno, nunca le he hecho… Ya sabes... Con un varón ham... Nunca me la han metido y, estoy nerviosa– Y con eso había terminado tal vez el mejor momento de su vida, es obvio que una mujer como la que estaba encima de ella no esperaba una muchachita inocente, deseaba una máquina a la cual dominar o tal vez no… Era algo confuso todo eso.

Madara se quedó sin saber cómo reaccionar. O sea, eso habría sido motivo para matar su pasión, alejarse de la virginal fémina a cuatro en su cama, quitarse el arnés, vestirse y llevarla a su casa. A ella le gustaban las mujeres y hombres expertos, que sabían a lo que iban y se divertían durante horas en el lecho.

Miró a esa mujer morena, tensa y algo temerosa pero que aun estaba ahí, dispuesta y obediente. Con esas curvas y esa intimidad brillante por los fluidos y su saliva. ¿Quería detenerse ante aquella confesión? ¡No, para nada! Acarició sus glúteos de nuevo bajando la mano hacia su raja y beso su mejilla para hablarle en el oído.

–Confía en mi, Hashirama. Iré despacio, esta vez y tu misma que acabarás pidiendo más, mucho más. Te va a gustar todo lo que te haré...

Suspirando esperaba ser echada de aquella cama pero esas tiernas palabras le hicieron tener esperanza y sonreír con alegría, sonrojándose suavemente volvió a abrir su trasero para mostrar mejor su entrada.

– Lo haré Mady. ¡Por favor, hazme sentir bien! –Tal vez si llevará su mano hasta su clítoris podría quitarse el estrés y nerviosismo por lo que sin perder su tiempo comenzó a masturbarse suspirando ante cada caricia que la hacia suspirar, rememorando las intensas caricias proporcionadas por la azabache, que trazaban un camino ardiente sobre su cuerpo.

Observó como la morena comenzaba a estimularse y le encantó la vista. Se mordió y labio y, agarrando el tubo de lubricante puso un poco más en ese consolador. Lo frotó contra la húmeda raja de Hashirama y introdujo unos centímetros, jugando lo volvió a sacar y frotó de nuevo. De arriba a abajo, desde el clítoris estimulado por los propios dedos de la usuaria hasta el final de esa vagina. Rio divertida de oír a la otra. Y volvió a introducir unos centímetros, movió muy suavemente y sin introducir ni un poco más de ese juguete. Quería desesperarla y que rogara.

Suspirando agachó un poco más la cara, no era mucho pero se sentía bien tener algo dentro mientras seguía estimulándose. Cada vez se dejaba más por lo que los pequeños gemidos comenzaban a sonar más y más fuertes, quería más por lo que moviendo sus caderas empezó a buscar más profundidad, dolía... Pero era un dolor excitante, por el que rogaría en más de una ocasión si fuese posible.

–¿Como lo sientes Hashi? –Preguntó haciéndose la inocente. Rió divertida por verla intentar mover las caderas buscando más.

– Se... Siente bien mmmm... Ahhh Madi...– Suspiró– Más…

–¿Estás segura de querer más? Piensa que sólo llevas unos centímetros... –Le dio una nalgada y le soltó las caderas.–Venga muñequita... Tu misma. Quiero ver como te la clavas– Rotó las caderas para que se acostumbrara a que esos pocos centímetros introducidos, y así estimularle sus paredes. Disfrutando ver como la morena gemía y movía su cadera.

Gimiendo con gusto suspiró, aquella nalgada la había hecho sentir un poco más atrevida por lo que con mayores ganas comenzó a moverse más, sintiendo cada vez como ese juguete se abría paso dentro de su virginal entrada, apretando sus ojos con un deje de dolor siguió masturbándose al menos con eso podría distraer el dolor. Moviéndose unos centímetros más gimió sonoramente, sonriendo victoriosa al saber que pudo tenerlo completamente dentro, bueno no fue tan difícil. Sonriendo con mayores ganas comenzó un ligero vaivén, separándose y luego volviendo a dejar que entrara, suspirando entrecortadamente, estaba tan atareada en la sensación de ser penetrada que, en un descuidado movimiento lo adentro un poco más, haciendo que su espalda se arqueara y un ligera mueca de dolor se marcara en su rostro. Carajo como no había notado ese detalle eso explicaba el porque ni le costó demasiado, pero no perdería su excitación por estas cosas banales, por lo que llevando una vez más su mano hacia abajo se estimuló. Comenzó a moverse. El dolor se hacía menor y más soportable, así que el truco era estar suficientemente caliente. Cerrando sus ojos volvió a recrear todo lo anterior los besos, las caricias y las mordidas, sintiéndose cada vez más húmeda comenzó a moverse más, comenzando a recibir más y más, pero necesitaba ese empuje de la pelinegra. Con lágrimas de desesperación y excitación volteó a verla rogando por más.

– Mad... Mady... Agh... Po-por... Por favor, muev... Ahhh... Muévete... –Mierda dolía bastante, pero se sentía tan bien. Agradecía que el alcohol digerido hace unas horas la hubiera puesto más relajada.

Eso era lo que deseaba... Esa voz sensual y cargada de deseo y pasión pidiendo por más.

–Como la muñequita ordene...–La agarró de la cintura y empujó sus caderas contra la morena, enterrando ese falo de goma entero, no se detuvo hasta que las nalgas morenas golpearon su pelvis. Oyéndose el golpeteó de piel con piel. Enterrada hasta la empuñadura rotó su cadera. –¿Lo notas, Hashirama?¿Notas como te has abierto entera para mi? –Apretando sus caderas se apoyó en su espalda y le besó el lóbulo de la oreja antes de recogerlo con su lengua y morderlo.

Temblando ante el delicioso dolor sintió el vago temblor en sus piernas, al igual que el abundante calor en su entrepierna que había avisado su potente orgasmo. Cayendo unos segundos sobre la almohada, intentó que el aire en sus pulmones, que había escapado, regresara quedándose unos segundos con la cabeza gacha comenzó a mover las caderas.

– Joder... Madaraaaaa ahhh... Ahhh... Madaraaaaa–Apretando sus puños comenzó a empalarse más duro ante cada estocada.

Le encantaba ver como Hashirama movía su cadera buscando iniciar el ansiado contacto. Dios se sentía tan caliente, notaba como ella misma estaba mojada a niveles máximos. Empezó a moverse con fuerza contra esas nalgas, clavando el consolador con rudeza en esa vagina.

–¿Te gusta este baile Hashi? Dime como te excita...

Joder... Joder... Joder se sentía tan dolorosamente bien, mierda cada estocada era una nueva sensación. Lo había escuchado de sus compañeras de grupo, pero esto superaba por demás sus expectativas. Gimiendo cual perra en celo asintió con la cabeza.

– ¡Joder! ¡Si… Si! ¡Si Mady! ¡Ahhhh, se siente tan bien!

Observó el pequeño vibrador que había traído con ella y agarrándolo lo untó bien en el aceite lubricante de base agua. Y lentamente se lo introdujo por el ano.

–Esto te va a encantar querida... Créeme. –Y apretó el primer botón de vibración mientras que ella seguía embistiendo de forma algo salvaje a esa morena.

Lágrimas acompañadas de fuertes gemidos eran lo único que salía de sus labios. Estaba tan distraída que solo sintió un ligero escozor en su parte trasera al sentir la introducción de algo. Al principio fue algo incómodo, pero una vez que comenzó a vibrar dejó que sus ojos miraran el techo.

–Te voy a dejar rozada y tan agotada que pasarás todo un día durmiendo.– Llevó una de sus manos a agarrar uno de esos senos tan llenos. Y le apretó el pezón.

– Ngh... Ma- Mady a es... Este paso harás que ten... Tenga leche jaja ahhh... –Comento de manera cómica.

Llevando una de sus manos hasta la pierna de la pelinegra comenzó a dejar pequeñas marcas de rasguños. Dejándose manosear se levantó como pudo y la acercó hasta ella, comenzando un candente beso al girar el rostro. Parecía que de verdad cumplirá su promesa de dejarla afónica, tendría suerte si es que mañana tenía vagina.

Con una sonrisa por ese comentario, dejó sus pechos tranquilos para unir sus labios en besos profundos. Gruñó por los arañazos de su pierna y la agarró por el cuello presionando un poco. Aunque dejó que se incorporara un poco para ese beso. Quería más... Salió de su interior y agarrando su rodilla la hizo girar de panza para arriba. Oyendo el 'ploc' de su espalda golpeando el colchón.

Aquella suave presión la hizo sonreír con un deje lujurioso, amaba cuando se ponía así de posesiva, suspirando en medio del beso ronroneo a manera de juego al sentirse así de bien. Quería seguir probando de esos deliciosos labios hasta que el rápido movimiento la hizo solamente abrir las piernas, dejando una pequeña risa divertida al sentir como rebotaba sobre el colchón por lo que solo abriendo sus piernas y los brazos, esperó nuevamente por el calor de la contraria, atrayéndola hacia ella.

Se tumbó encima de Hashirama volviendo a penetrarla sin cuidado. Le mordisqueó los pechos con algo de brusquedad, dejando marcas en esa piel bronceada, mientras sus manos aprisionaban esas muñecas sobre su cabeza, enredando un poco sus dedos en esa desparramada y larga melena lacia. La sujetó con una sola mano y subió la vibración del pequeño dildo metido en el ano de Hashirama.

–Regálame un buen orgasmo, Hashi... Quiero oírte gritar que quien te está follando tan bien es Uchiha Madara.

Si se ensañaba con sus pechos, significaba marcas que debía de cubrir con la ropa, algo fácil con su uniforme de la universidad. Nuevamente era apresada haciendo un pequeño mohín de inconformidad, esperaba pelear hasta que sintió ser llenada de nuevo, gimiendo con ganas suspiró cerrando sus ojos. Aquella posición no solo la estimulaba con las penetraciones, sino que además había los constantes roces contra su clítoris. Mordiendo su labios esperó no hacer más ruido, pero una vez que aquella cosa en su ano vibró con más potencia, la hizo estallar en un gritó de placer. Ayudando a mover sus caderas en busca de mas profundidad, y cuando tocó ese punto, la hizo arquear la espalda gritando el nombre de su amante, sufriendo otro nuevo orgasmo ¿Cuantos llevaba hasta ahora? El grito era tan fuerte que sintió desgarrar su garganta.

– MA... MADARAAAAAAAAA, Q-QUIEN ME JOD... JODE TAN DELICIOSO ES MADD... MADY... AHHH... ME JODES TAN BIEN... MADARA U-UCHIHA... NGH... AHHHH...–Sollozó entre los brazos de la pelinegra, agotada y extremadamente saciada.

El orgasmo de la voluptuosa morena se sintió tan brutal, que ahora la tenía desecha entre sus brazos. Acunándola mientras le daba las últimas y suaves embestidas para alargar su placer y tortura al máximo. Luego, apiadándose, se detuvo y paro la vibración del pequeño dildo en su ano. La abrazó y la besó.

–Ya está... Tranquila Hashirama, respira... Lo has hecho muy bien.–Salió de su interior con cuidado y se quitó el arnés, dejándolo a su lado.

Atrajo a la morena a sus brazos, acariciando su espalda y besándola con parsimonia. Ella no había llegado al orgasmo, y eso que el arnés frotaba su clítoris cuando embestía a la otra, pero ver como la otra disfrutaba había sido brutal y se había sentido muy satisfecha sólo con ver los orgasmos que le había provocado.

–¿Te ha gustado, Hashirama? -le susurró en la sien.

Sentía su cuerpo desecho, no podía moverse. El último orgasmo que la había golpeado la había llevado a ese pequeño lapso llamado muñeco de trapo. Sus piernas se sentían temblorosas y su entrada levemente adolorida, sin embargo su mente se había liberado de todo lo que en su momento la agobiaba, no existía ni papa, ni estúpidos inversores, no existían roles que cumplir solo una chica sumida en el placer. Sonriendo con coquetería y el último deje de fuerza que tuvo, la atrajo hacia sus labios y comenzó un tierno y suave beso llegando a solo un roce de ternura, para luego frotar su nariz sobre la otra en una pequeña muestra de cariño.

– Estoy bien, y me ha encantado... Gracias por ser así Madara. Y perdón si no te he hecho venir, mañana te lo compensaré– Susurró cada vez más adormilada, pero con esa sonrisa de estúpida en el rostro, ¿Con que así se sentía el calor de tener a alguien a tu lado? Suspirando se abrazó totalmente a la pelinegra para caer dormida.

Sonrió con arrogancia por esa respuesta, y le quitó el dildo del trasero. Notó como la abrazaba y se quedaba dormida en su cama.

–¿¡Eeh!? Espera... No te duermas... Estás en mi...–Ya era tarde, la morena se había quedado dormida en su cama y no sólo eso... Se le había pegado cual pulpo. Estaba totalmente rodeada por brazos y piernas de Hashirama.

Suspiró y se acomodó. Nunca, ninguno, ni a ninguna de sus amantes les había permitido quedarse a dormir en su cama. En cuanto terminaban los echaba.
Pero Hashirama no sólo se había quedado dormida, sino que encima le abrazaba como si fuera... Como si fuera su novia. Suspiró de nuevo y se removió un poco, intentando liberarse. Pero la morena aun se apretó más de forma inconsciente. La miró al rostro y la vio tan en paz. Era muy mona, se había de reconocer, tanto que se encontró sonriendo de forma suave con cierta ternura. Se acomodó en esa cama y le acabó pasando un brazo por la cintura. No se estaba tan mal teniendo un cuerpo a su lado dándole confort.

(…)
El calor de aquella almohada se sentía tan cómoda como reconfortante. Tal vez de nuevo su hermano Itama había entrado a su habitación asustado por las pesadillas del pasado, algo normal en su pequeño hermano, y cuando despertaba lo tenía abrazado, pero… Ese cuerpo era más grande que el de Itama, era delgado y levemente voluptuoso. Con los ojos cerrados dejó que su rostro acariciara esas cosas tan blandas, confundida sacó su lengua para probar… Espera eso no era una almohada de su habitación, ni la cara de su hermanito. Abriendo los ojos con pesadez comenzó a observar hacia ambos lados y sobre todo la melena indómita de color negro que cubría el rostro de su acompañante. Confundida llevo una mano hasta esos revoltosos cabellos y los removió suavemente esperando no despertarla. Una vez que pudo verla bien, abrió lo más que pudo sus ojos, ¡Por dios, se había acostado con una mujer! Una muy sexy, pero bueno, no había sido tan malo, y ella parecía ser una chica agradable.

Con un ligero sonrojo fue recordando todo lo pasado y no pudo evitar dejar una tonta sonrisa. Separándose suavemente del abrazo posesivo en su cadera se deslizó fuera de la cama, sintiendo un ligero temblor en sus piernas una vez que estuvo en el suelo. Es cierto, ayer había perdido su virginidad y mira que no se arrepentía por lo que de nueva cuenta se levantó del piso buscando un espejo. Con la poca luz que se filtraba por las ventanas se acercó hasta un espejo observando el desastre que era, chupetones y mordidas eran la protagonistas en el lienzo de su cuerpo, y sus labios estaban tan hinchados. Sonriendo nuevamente intentó acomodar su largo cabello, que está segura tendría varios nudos, pasando su mano por ellos intento peinarlos. Agradecía haber heredado el cabello lacio de su padre y no el cabello crespo de su madre que para ser realistas a Tobirama siempre le resultaban un problema.

Tomando una pequeña toallita de papel comenzó a limpiarse el rostro, buscando estar lo más presentable posible. Tal vez podría hacerle algo a la chica que aún seguía en la cama… Llevando una de sus manos hasta sus labios ocultó la pequeña risilla infantil que estuvo a punto de salir. Viendo que estaba mas presentable buscó algo de la ropa tirada que podría usar, observó su falda pero ésta está tan arrugada y su blusa algo rota, por lo que tomando una camiseta de la pelinegra se la colocó antes de acercarse de nuevo a la cama; donde comenzó a despertar a la pelinegra con pequeños besos, pero eso no parecía funcionar por lo que con una idea agradable en mente, se agachó hasta estar entre las deliciosas y torneadas piernas, las cuales comenzó a besar trazando un camino hasta ese lugar que saboreó perfectamente anoche, suspirando con ayuda de sus manos comenzó a abrir sus piernas lo suficiente para dejar un pequeño lengüetazo sobre ese hermoso clítoris. Ese sería un buen despertar, la pondría de buen humor, por lo que sin perder tiempo comenzó a probar con más confianza, delineando cada pliegue y orificio.

Sentía un calorcito y un agradable cosquilleo venir de su intimidad. Movió los brazos agarrándose a las sábanas. Un momento... ¿Podía mover los brazos? Abrió los ojos y entendió todo. Hashirama ya no la estaba abrazando posesivamente, sino que estaba entre sus piernas, lamiendo sus clítoris.

–Esto si que es desear un buen día a alguien– Le dijo con una sonrisa torcida y una mirada arrogante y le lanzó al arnés.–Por si quieres probar, muñequita.– Se mordió el labio ante esa lengua y suspiró de gusto. Despertar así era lo mejor que le había pasado, volvió a acomodar la cabeza en la almohada y jadeó.

Sonriendo de manera coqueta le guiño un ojo separándose de aquel manjar, para mirar con curiosidad lo que le había lanzado ¿Eso era el arnés que había usado con ella anoche? Quitándole importancia al asunto se lo colocó dejando que el pene de plástico se elevará, sonriendo divertida por ello, pensaba en juguetear pero sería extraño hacerlo justo cuando estaban en una situación caliente. Buscando con la mirada encontró el pequeño bote de lubricante para untarlo en todo el grosor de goma, una vez que este estuvo listo se posicionó entre las piernas de la pelinegra acercándose para dejar un pequeño beso en sus labios para luego sonreír con travesura.

Sonrió burlona por su cara al ponerse el arnés, le devolvió el beso quedándose con ganas de más y rió retándola, enseñando sus dientes en una sonrisa salvaje.

– Lo siento querida pero yo no seré suave– Sin esperar respuesta la tomo del cuello en un agarre firme y sin soltarla dejó un largo y posesivo beso.

–¿Y quien te ha pedido que lo seas? -Le gustó la presión en su cuello y siguió el profundo beso–Esto si es un beso, muñeca.

Movió su cadera adentrándose sin compasión en la pelinegra, metiéndolo de un solo embiste hasta sentir como su pelvis chocaba con la contraria.

–Joder ¡Siii... Hashiramaaa!– Soltó un largo gemido por esa penetración, echando la cabeza hacía atrás. –Muévete o lo haré yo.– Le achicó los ojos y exigió que la penetrara. Le gustaba rudo y de forma salvaje, tal como era ella, tal como le gustaba hacerlo a ella. Si le había tenido consideración esa noche era por ser virgen, pero ahí terminaba todo... Otro día no sería igual.

Diablos no sabía que Madara podía gemir así de alto. Sonriendo más grandemente, se acomodó de tal manera que sus pechos se juntaron. Aprovecharía la diferencia de altura y comenzó un viaje de besos que comenzaba nuevamente desde sus labios, bajando por su cuello que mordía y besos duros que serían chupetones que esperaba los mostrará con orgullo, posando sus manos sobre la cadera de la contraria arremetiendo tan duro que la cama comenzaba a rechinar. Si su dama quería duro, ¿Quién era ella para negarle tal placer? Pasando por sus pechos los saboreó con gula, justamente ayer no pudo hacer demasiado con ellos, por lo que sacando su lengua comenzó a delinearlos poniendo especial atención a esos dulces botoncitos que exigían ser probados. Gimiendo de manera silenciosa ante la fricción de su intimidad en aquel arnés la hizo suspirar, se sentía tan bien que en busca de más se alejó de ella totalmente sentándose, dejando a la pelinegra acostada y abierta de piernas, mientras le sonreía de manera dulce.

Hashirama la estaba besando y mordiendo en el cuello, dejando marcados sus dientes. Jadeó ante ese trato y gritó cada vez que ese pene de goma se hundía en su interior eso era tan bueno… Sus ojos se llenaron de lágrimas de tan bien que se sentía con ese placer doloroso.
Le agarró la cabeza a Hashirama para que siguiera devorando sus pechos. Y de pronto la Senju se apartó. La miró con una sonrisa arrogante y satisfecha, al ver su rosto embelesado.
– Joder preciosa, necesito tomarte una foto así–Suspiró con gusto, delineando esa suave piel, comenzando a moverse llevo su mano hasta el clítoris de esa mujer, comenzando a estimularla mientras su otra mano comenzaba a enterrar sus uñas quería dejar otras marcas en ese lienzo blanco.

–¿Así que te gusta lo que ves?– Su espalda se arqueó separándose de la cama, mientras sus dedos agarraban las sabanas con fuerza por todos esos estímulos
– B-bueno es difícil no excitarse con esta vista y por lo que creo poco son los merecedores de ello.

Desvergonzada como ella sola se abrió aún más de piernas, mientras ladeaba sus labios en esa sonrisa arrogante.

– ¿Así que mi dama salió así de zorra? Tal vez debería darte más para educarte y entiendas quién será tu nuevo dueño– Sonriendo con lujuria, llevo una de sus piernas hasta su hombro, dándole tan duro que por segundos temía que la cama se rompiera.

–¡Joder! Hashi... Siiiii... –Rió socarrona –¿Así que quieres ser mi dueña? ¿No sabes que es casi imposible domesticar a una fiera?– Aunque estaba segura que si alguien podría, sería la morena.

Jugueteando con su mano acarició desde su cadera hasta sus pechos, pasando por su cuello hasta llegar a su mentón, el cual tomo con algo de fuerza y firmeza para verla, no quería que apartada su mirada.

– Creo que no lo entendiste Mady... Te avise quién sería tu dueña, no si querías una. En cuanto a educarte bueno, hum... No necesito apagarte esa fiereza, creo que eso te hace especial, solo un tonto la apagaría, ¿Quién quiere una gatita sin garras con que jugar? –Volviendo a retomar un fuerte ritmo.

La miró fijamente, tampoco podía hacer otra cosa pues la sujetó firme del mentón.
¿Hablaba en serio? Le achicó los ojos

–No digas estupideces...– Y cuando iba a responder de forma mordaz que ella no tenía dueño. Sólo pudo gemir ante las estocadas.

– Hum... Un trabajo difícil pero no imposible… Serás mía, ya lo verás. – Las estocadas seguían y podría decir que ver el hermoso líquido escurriendo de esos labios acompañados de ese obsceno sonido de chapoteo, eso si que la ponía.

Las nuevas embestidas eran tan duras, tan placenteras, que gimió de nuevo. Pero ella era una mujer dominante y si la morena quería dominarla del todo, tendría que hacer más que eso. Bajando su pierna del hombro de la otra, se incorporó y se subió a su regazo, empujándola y empezando a cabalgarla mientras la miraba con burla.

–Tendrás que hacer más para domarme... Muñeca.– Empezó a subir y bajar a un ritmo rápido, un ritmo que disfrutaba. Mientras le estrujaba esas tetas tan llenas que poseía Hashirama.

El repentino cambio de posición la hizo sobresaltar. De nueva cuenta estaba sobre la cama… Y muy bien estimulada por la azabache, pero… ¡Ah, no! Ayer estuvo mucho tiempo acostada, por lo que en un rápido movimiento la abrazo por la cadera para aplacarla bajo ella y apoyando sus rodillas sobre la cama alzó la caderas para sacar hasta la punta del consolador y luego meterlo hasta la base. Sabía que le gustaba el trato rudo por lo que el jugueteo no sería mucho tiempo antes de dejarla abajo y que la azabache peleara… La única manera de domarla era poniéndola de perrito.

¡Maldita sea! Gruñó molesta por verse derribada, y ella que había creído que la muñequita morena era alguien delicada y fácil de llevar, y se estaba encontrando que era muy fuerte y tenaz.

–Maldita sea, Hashiramaaaaa –Su gruñido molesto se transformó en un fuerte grito de placer por esa embestida.

Saliendo de ella se separó unos centímetros antes de cargarla como si nada y dejarla con el pecho al colchón y el trasero al aire. Tomando sus manos las posicionó detrás de su espalda. Por dios, esa jodida cadera la obligaba a ser marcada y no se quedaría con las ganas. Agachándose probó, lamió y lubricó hasta verla húmeda, para luego meter nuevamente todo el juguete, sin reparo o espera de que se acostumbrase, aprisionó sus dos muñecas con una sola mano mientras la otra dejaba unas cuantas nalgadas.

Tan turbada se había quedado por ese movimiento y la penetración profunda, que no pudo responder antes de sentirse puesta en esa pose tan sumisa, con el pecho pegado a la cama y tan expuesta del trasero. Y sus manos sujetadas sin poder rebelarse.

–Hashirama... Estas hecha toda una fiera, que sorpresa con la niñita modosita –No perdería su arrogancia y orgullo, ni sus ganas de provocar.

Jadeó por esa lengua caliente y gritó ante las nuevas embestidas y ese trato tan rudo. Mordió las sábanas para no darle el placer de escucharla gemir tan fuerte. Dios eso le encantaba... Estaba tan excitada, tan cachonda, tan húmeda por sus fluidos.

Obligándola a levantarse subió su mano hasta el hermoso y lago cabello pelinegro, volteándola para darle un hambriento beso.

Tuvo que soltar la sábana al ser obligada a incorporarse. Le devolvió el beso con el mismo ímpetu, mientras también le mordía los labios en medio de ese arrollador beso. Lo cortó de golpe mientras gritaba en un potente orgasmo. Se inclinó hacia delante, aunque la otra la sostenía de su melena. Mientras los espasmos la asaltaban con mucha fuerza. Jadeante con los ojos casi idos, mientras sus caderas corcoveaban de forma incontrolable y su interior se contraía de forma espasmódica por el intenso clímax.

Sonriendo victoriosa por aquel potente orgasmo que le había dado a la pelinegra, la tomo por la cadera soltando su cabello para dejarla con cuidado sobre la cama, una vez que estuvo sobre la cama salió de ella dejando un pequeño beso sobre su hombro. Parándose del lugar sonrió con gusto y acercándose hasta su oído susurró de manera coqueta.

– Bueno Madi ya sabes lo que dicen… Mientras más modosito seas más peligroso se es en la cama; además mi madre siempre me enseñó a dar las gracias después de comer– Levantándose de la cama se quitó el arnés, quedándose solamente en la playera grande. Una buena mañana le había dado a Madara por lo que con mayores ganas y entusiasmo pensó en ir al baño y luego, tal vez el desayuno; a la pelinegra le encantaría, tomando unos pantalones cualquiera le dio un último beso a la hermosa mujer acostada.

Se puso de lado, al dejarla sobre la cama la morena, encogida en posición fetal mientras los últimos rescoldos del orgasmo la recorrían en suaves ondas de cosquilleo agradable. Sintió el beso en su hombro y la miró por el rabillo del ojo. Rodó los ojos ante sus palabras, menudo peligro tenía esa muñequita morena. Cerró unos segundos los ojos, buscando calmarse... Era el orgasmo más potente que había sufrido en tiempo. Oyó como trajinaba por su habitación, seguro que ya se marcharía de su casa y que todo lo que había dicho era broma.

– Descansa yo iré por algo a tu cocina, regresaré…– Sin esperar respuesta salió de la habitación bajando la escalones cual niño con una travesura entre manos, hasta que se detuvo en el último escalón, había olvidado preguntar dónde estaba todo, mordiendo su dedo se quedó con la duda, ¿Ahora que haría?

Abrió los ojos al escucharla, y vio como salía de su cuarto vestida con ropas suyas. ¡La muy descarada hablaba en serio! Rápidamente salió de su cama, liándose un poco con las sábanas enmarañadas, fue al baño a limpiarse un poco entre las piernas, se puso otra de sus largas camisetas pues la anterior se la había quitado la morena, y unas braguitas. Corrió descalza en pos de la otra. La encontró dudando en el último escalón, seguro que había recapacitado en esas burradas que le dijo sobre que ahora le pertenecía... Porque si era así significaba que tenía pareja y ella no habría tenido ni voz ni voto en esa decisión. Negó divertida.

Recorriendo con la vista todo el lugar observo cada detalle que por la noche no notó. Los cuadros en las paredes donde su podía mostrar toda una familia de pelinegros, bueno no había duda de que todos serian hijos de su padre no como en ocasiones en que las personas pensaba que todos sus hermanos eran de distintas madres debido a su tipo de complexión y extraño color de cabello.

–¿Que haces ahí parada, tonta? –Le soltó con algo de burla al llegar a su lado.

Acercándose a un cuadro en especifico, observó a una pequeña pelinegra cargando a un bebé de tal vez unas semanas de nacido, sintiéndose levemente nostálgica no notó la presencia de la otra, de no ser por su voz. Volteó rápidamente avergonzada, se supone que esperaba prepararle el desayuno a la azabache después de la última sesión de sexo descontrolado.

– Mady no soy una tonta pero me confundí en donde estaba la cocina– Puchereando la encaró.

–Te llevaré a tu casa...– Siguió su camino hasta la cocina moviendo sus caderas en esa sensual forma natural que tenía de andar, primero pillaría algo de comer y beber, tenía hambre y sed. Su garganta estaba algo resentida por culpa de Hashirama.

Espera, ¿Ya la estaba corriendo? ¡Pero si tenían buena química! Y hasta algo más… Esa sexy pelinegra limitaba su posible acercamiento a una maravillosa vida donde ambas estuvieran casadas con 2 hijos y 3 perros llamados Pavo, Pato y Jorge Negrete.

Refunfuñando, estaba a punto de contestarle pero aquel sexy movimiento la hizo distraerse, debía centrarse, aún tenía tiempo para quedarse por lo que acercándose a la contraria la abrazó por la espalda pasando su manos por esa cintura dejando un pequeño beso en su hombro descubierto.

Las manos de Hashirama en su cintura la hicieron sentir una comodidad nunca sentida antes. La miró por sobre el hombro y le levantó una ceja.

– Mady no me quiero ir... Porque... Ham... ¡Vivo en la calle! Sip, vivo en la calle y bueno una tierna e indefensa chica como yo sería presa de cualquiera. Por favor, dale un pequeño espacio a ésta vaga sin hogar y prometo pagarte mensualmente con amor, cariño, respeto y sexo tan duro que olvidarás como caminar y empezaré a llamarte Bambi. ¡Por favor! No me quiero ir–Volteándola contra su voluntad apretándola contra la mesa del comedor comenzando a repartir besos por todo su rostro acompañados de un sin fin de 'Por favor'.

–Mentirosa. Tu ropa era de marca, tu manicura es perfecta... Excepto esas dos uñas rotas. Tu educación y todo... Estás mintiendo, muñequita.–Se dejó voltear y no pudo evitar sonreír por esas muestras de cariño, aunque lo disimuló poniendo un poco de cara de ogro. Al final la besó para hacerla callar.–Vamos a hacer el desayuno, me muero de hambre... Y tu también.–Oyó que parecía querer seguir insistiendo y la hizo callar agarrando sus labios. –Que cansina eres. Está bien... Puedes quedarte el rato que desees. – Soltándose de esos brazos fue a la nevera a por tomate, queso fresco, huevos y pan. Así como zumos.

Sonriendo de manera victoriosa, se dio la vuelta juntando sus manos como si rezara, agradeciéndole a todos sus ancestros por hacerla una lesbiana y otro gracias por darle ese aspecto para llamar la atención de la que sería su futura esposa, madre de sus hijos y, por ahora, novia sin que ella lo supiera.

– Gracias Mady te prometo que seré la mejor compañía desde ahora, no te arrepentirás.

La azabache no sabía en que lio se había metido al aceptar a la bella morena en su vida. Pero seguro que pronto lo descubriría.

Acercándose de nuevo a la Uchiha, volvió a la misma posición abrazándola desde atrás, tal vez la azabache no lo supiera pero ella ya tenía una nueva novia y futura esposa, ¿Que sonaba mejor, señora de Senju o tal vez Hashirama Senju de Uchiha? Con una nueva sonrisa finalizó volteando el rostro de la contraria dándole un tierno pero duradero beso, para luego alejarse y sonreír de manera tonta.

– Anda, déjame ayudarte, Mady.

FIN