Las Anécdotas del Lobo
Capítulo 6
Cupido tiene nombre de mujer.
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Tomoyo Daidouji
Era increíble el esfuerzo que debía hacer para no reírme al ver las constantes muecas que realizaba Touya cuando nos escuchaba hablar de Shaoran, lo miré detenidamente intentando descifrar lo que pasaba por su mente pero debía reconocer que era imposible. A ratos su ceño fruncido me decía que podía estar pensando algo como "cuanto odio que sea tan perfecto" y cosas de ese estilo, aunque en otras su expresión denotaba ¿orgullo? Si, debía ser eso. Lo deduje al ver que no podía ocultar su asombro y en algunas ocasiones dejaba entrever que aunque le costaba reconocerlo se sentía orgulloso de los logros que había conseguido a punta de esfuerzo, a pesar de ser un Li, un apellido que le abría casi todas las puertas que le garantizaban el éxito
Lo único que tenía claro era que ambos habían cambiado con el transcurso del tiempo, mientras uno era cauto, sobre protector y hasta un poco insoportable, el otro era demasiado hermético, tímido y algo renuente a demostrar afecto, pero ambos lograron superar esas barreras y si bien en la actualidad no eran los mejores amigos por lo menos podían sentarse alrededor de una fogata sin que volaran los platos sobre nuestras cabezas.
Mientras miraba con detenimiento el rostro de Shaoran iluminado por la tenue luz de la fogata que amenazaba con extinguirse en cualquier momento, aunque gracias a Yamazaki no sucedía ya que era quien de vez en cuando la avivaba removiendo las cenizas encendidas en su interior. A mi mente empezaban a llegar recuerdos que creía perdidos, recuerdos que me confirmaban que Shaoran era un hombre maravilloso, con un corazón de oro dispuesto a ayudar a quien lo necesitara y cuyas ambiciones no lo consideraban a él como protagonista, sino al resto.
Me quedé removiendo las cenizas del fuego perdida en mis pensamientos cuando inesperadamente una de estas cayó sobre mi mano provocándome un fuerte, pero breve dolor.
—Tomoyo, ¿te encuentras bien? —Shaoran se acercó rápidamente inclinándose a mi lado para revisar mi mano lastimada.
—Estoy bien —Respondí luego de mirar la zona afectada que lucía un tanto rojiza—. Solo me tomó por sorpresa.
En ese preciso momento llegó a mi mente un recuerdo tan nítido como si hubiese sucedido recientemente, remembranza de cuando apenas nos conocíamos. Él era bastante tímido y yo fui una de las primeras personas con la que logró entablar una conversación de más de tres palabras sin tartamudear o ruborizarse, yo fui una de las primeras afortunadas en descubrir el enorme corazón que aguardaba por salir a la luz.
Hubiese continuado mi viaje al baúl de los recuerdos pero la estridente risa de Eriol y Yamazaki me regresaron a la realidad.
—¿Ustedes no se cansan de molestar a Shaoran? —les pregunté mirándolos fijamente.
—Es inevitable no hacerlo ya que nuestro amigo aquí presente todos los días nos da material de sobra —respondió Eriol, mi novio, quien ni se preocupó en reprimir una carcajada a pesar de mi ceño fruncido.
Como si no fuera lo suficientemente difícil controlar a mi novio, Yamazaki se acercó para complementar el discurso. —No teníamos idea que ahora nuestro amigo también es enfermero y atleta de élite, la agilidad con la que corrió a ayudarte fue admirable. ¡Fue como ver un rayo atravesar el cielo! O mejor aún, ¡fue como ver a Flash! Fue impresionante. —En medio del relato el tono de su voz iba subiendo y la emoción se notaba en su expresión—. Porque sabes quien es Flash, ¿cierto?
Por un instante me quedé en silencio intentando recordar dónde había oído ese nombre pero no lo logré, el mundo de los superhéroes era uno de los campos investigativos que no formaban parte de mi memoria y tampoco me llamaba la atención explorar.
—Flash era el héroe más rápido del mundo, corría grandes distancias en solo milésimas de segundos y sin siquiera agotarse, era magnífico ese sujeto. —Los ojos de Yamazaki brillaban como lo hacían cuando éramos pequeños—. Y se dice que en verdad ese hombre existe y ahora vive en una casa de reposo disfrutando de todas las ganancias que le produjo prestar su imagen para la pantalla grande, además del hecho que su hijo heredó su súper poder y pronto él tomará el lugar de su padre.
—¿Otra vez? Habías prometido que dejarías de decir mentiras. —Lo interrumpió Chiharu al notar que nuevamente su novio me engañó con uno de sus tantos inventos.
—No pude evitarlo, vi la oportunidad y la tomé. ¿Acaso me vas a negar que no sonaban muy convincentes mis palabras? —respondió Yamazaki encogiéndose de hombros.
—No tienes remedio, me rindo contigo —concluyó su novia dejando escapar una risa de resignación.
Hasta la mitad de su relato debía reconocer que captó mi atención, pero por desgracia Yamazaki no podía renegar de su pasado; su lado embustero salía a flote en los momentos menos esperados.
—Debería darles vergüenza, ¿por qué no aprenden de él? —Lancé la indirecta con obvias intenciones para Eriol, quien hasta este momento no había demostrado rasgo de preocupación por la quemadura, que siendo honesta ya hasta había olvidado.
—Shaoran siempre ha sido así, en Hong Kong cuidaba de mí, pero una vez él llegó a Tomoeda cambió. —Meiling se unió a nuestra conversación dejándonos a todos sorprendidos con su confesión—. Moría de celos al ver que le prestaba atención a Sakura, menos a mi.
—¿Hablas en serio? —pregunté intrigada.
—Sucede que Shaoran siempre ha sido una persona muy atenta, más que el promedio y siempre está pendiente de sus amigos buscando la manera de hacerlos feliz sin importar el costo.
—Ya no sigas Mei. —Shaoran le llamó la atención y bajó su cabeza para no dejar ver el sonrojo que había en su rostro producto de la confesión de Meiling.
—Déjala continuar, queremos escuchar lo que tiene para decir, ¿cierto? —Me dirigí a todos los presentes, quienes volcaron su vista hacia Meiling esperando que continuara con su relato.
—Resulta que Shaoran desde muy pequeño fue bastante curioso, siempre que lo veía estaba al lado de tía Ieran viendo todo lo que hacía, ya sea en la cocina, leyendo libros en la biblioteca o simplemente platicando de lo difícil que era la vida de los adultos con todas sus responsabilidades.
Escucharla me ayudó a comprender un poco más el actuar de Shaoran, siempre hablando desde la vereda de la madurez y la cordura, siempre atento a su alrededor y con una respuesta sensata para todos los problemas que se le presentaban.
—Incluso un día lo descubrí leyendo el libro de medicina natural que tenía su madre en uno de los estantes más altos de la biblioteca, libro en el cual hay un centenar de recetas con hierbas medicinales y especies de todo tipo.
—Ahora lo entiendo todo —dije en voz baja, un suceso inesperado llegó a mi mente al escuchar a Meiling contar eso.
—¿Qué entiendes mi amor? —indagó Eriol, tomando mi mano lastimada con mucho cuidado.
—Ahora entiendo cómo obtuvo esas hierbas extrañas con las que me ayudó a sentirme mejor hace algunos años, cuando solo éramos unos adolescentes.
Todos me observaron en silencio pero con gran intriga, al parecer había olvidado comentarles a ellos en dicha ocasión como fue que me sané del fuerte resfriado que me afectó.
—Eso no lo sabía, cuéntanos Tomoyo. —El interés se notó en el rostro de Sakura quien me miró con un brillo especial en sus ojos, todo bajo la atenta mirada de Touya, quien lucía interesado en mis palabras pero más en el actuar de su hermana.
—Sucedió el día que tuvimos clases de gimnasia y me desvanecí sin previo aviso...
—No la muevan, esperen que llegue la enfermera para que la revise —escuché a lo lejos la voz de Shaoran mientras la oscuridad se iba apoderando de mi —. Profesor, tenemos que revisar si se ha golpeado la cabeza. Por favor no se acerquen, ella necesita aire.
Lo último que recordaba era que estábamos en plena evaluación de gimnasia que consistía en dar tres vueltas alrededor de la cancha de fútbol además de una secuencia de ejercicios cardiovasculares, todo iba bien hasta que de pronto comencé a sentir una sutil pero constante calidez que invadió mi cuerpo por completo y la garganta seca, me zumbaban los oídos hasta que todo se tornó oscuro.
—Ella se encuentra con temperatura alta por lo cual estamos tratando de contactar a su madre para que venga a retirarla. —No sabía cuánto tiempo había transcurrido, pero la voz de la enfermera conversando con el profesor Terada me indicaba que fue bastante; estaba en la enfermería.
—Muchas gracias, yo por mi parte también intentaré comunicarme con ella, por favor cuide de mi alumna en lo que alguien venga por ella.
—No se preocupe, eso haré.
Aún con los ojos cerrados y sintiendo la pesadez en mi cuerpo, escuché como los pasos se alejaban y la habitación quedaba sumida en silencio. Necesitaba dormir, mi cuerpo me lo pedía y sin ser consciente de lo que sucedía me dejé llevar por Morfeo.
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—Hija, ¿cómo te sientes? —Abrí los ojos lentamente, lo primero que observé fue el rostro cargado de preocupación de mi madre mientras tomaba mis manos entre las suyas.
—Bien —respondí, aclarando mi garganta —. Solo tengo un poco de sed.
—Debe ser por la fiebre, espera un momento que voy por una jarra de agua y unos analgésicos.
Sin esperar respuesta de mi parte, mi madre salió de la habitación y aproveché ese momento para revisar mi celular.
—Deben estar muy preocupados por mí —solté un suspiro al descubrir que en mi teléfono estaban registradas llamadas y mensajes de mis amigos.
Estaba pensando en enviarles un mensaje cuando escuché el timbre, imaginaba que mamá había llamado al doctor por lo que decidí guardar el teléfono en caso que viniese a revisar mi estado de salud.
—Claro, ya se encuentra despierta, justo en este preciso momento pensaba subir a dejarle esta jarra de agua, pero si quieren pueden hacerlo ustedes. Algo me dice que le hará muy bien verlos. —Minutos después de que el timbre sonara escuché a mamá conversar con alguien. Ese no era mi doctor porque ella habló en plural, ¿acaso mis amigos estaban detrás de la puerta?
Acto seguido el pomo de la puerta se movió, pero nadie entró por lo que aproveché esos valiosos segundos para ordenar un poco mi cabello, que estuviera enferma no quería decir que me dejaría ver en tan pésimas condiciones.
—Que bueno es verte despierta, nos diste un susto horrible. —Sakura se acercó a mi cama para abrazarme y corroborar que me encontrara bien.
—Perdón por preocuparlos a todos, no pensé que sería tan grave —me disculpé al ver lo acongojada que se encontraba Sakura, quien se alejó de mí al percatarse que Shaoran se acercó hacia nosotras—. En la mañana amanecí con molestias pero no le dije a mi madre para que asistiera tranquila a la junta que tenía con unos inversionistas.
—Fue una imprudencia de tu parte, nos hubieras dicho a nosotros —Shaoran me reprendió con un poco de dureza y severidad, nunca se había dirigido hacia mi de esa forma, solo a Sakura—. Mira cómo terminó todo, no vuelvas a hacer eso.
Luego de un par de abrazos de parte de Sakura, consejos de Shaoran y de ponerme al día con todo lo sucedido en clases, ambos se retiraron para dejarme descansar, aunque ya no tenía fiebre de un momento a otro empecé a tener exceso de tos que me cansaba en demasía.
—Nosotros nos retiramos para que puedas descansar pero por favor, háblanos si necesitas algo. —Con la promesa de contactarlos en caso de ser necesario, mis amigos se marcharon para que pudiese descansar un poco.
No pasaron más de dos minutos desde que se fueron cuando alguien golpeó la puerta de mi habitación.
—¿Estás despierta? —Shaoran me sorprendió asomando su cabeza por la puerta.
—Claro, pasa, ¿sucede algo? —pregunté—. Pensaba que te habías ido con Sakura.
—Te traje esto —comentó poniendo frente a mi una pequeña pero hermosa bolsa de papel —. Ya le expliqué a tu madre cómo prepararlas y espero de todo corazón te ayuden a mejorar más rápido.
Al mirar en el interior descubrí un sinnúmero de hierbas aromáticas atadas con lazos de distintos colores, la gran mayoría nunca las había visto por lo que no tenía la menor idea de sus nombres ni menos sus beneficios medicinales.
—Te traje canela cassia que sirve como antiinflamatorio en caso que te duela la garganta o la cabeza, también hay raíz de regaliz que sirve para aumentar tú sistema inmunológico ya que por tenerlo bajo debió haberte afectado algún virus —me enseñó una a una las hierbas que me nombró para que pudiera distinguirlas—. Hay jengibre que ayuda a bajar la fiebre, seta de reishi que te ayudará a dormir por las noches y además te traje bai qian que te ayudará en caso que tengas tos en la noche, todo esto lo leí en un libro que escribió un familiar lejano hace muchos años, lo conocían como Maese Li.
Escuché atentamente su cátedra de medicina natural , pero más que anonada por todo lo que tenía el interior de la bolsa en mis manos, me impresionó el hecho que Shaoran se haya tomado el tiempo de seleccionar dichas hierbas para mí y que haya pensado en la forma de ayudarme. Sin duda era un chico extraordinario.
—¿Y Sakura? —pregunté, porque al no encontrar palabras para agradecerle la ayuda que me brindó pensé que ella había tenido que ser parte de lo que él hizo.
—Ella regresó a casa porque le tocaba preparar la cena, le dije que había olvidado algo y que luego de eso me iría a casa donde me esperaba Meiling —explicó, apartando su rostro de mi escrutinio.
—¿Y te creyó? —No sabía si Sakura era demasiado ingenua o Shaoran un experto cuando de ocultar la verdad se trataba.
—Pues parece que sí, porque se marchó sin siquiera voltear a mirarme.
—¿Te puedo hacer una pregunta? —Un ataque de tos me invadió, lancé una maldición en mi mente porque cuando podía aprovechar esas oportunidades para saber la verdad me pasaban cosas indeseables. Esperé a dejar de toser para hablar sin interrupciones.
—Creo que lo mejor será que descanses y deje las preguntas para cuando te sientas mejor. —Para cuando dejé de toser Shaoran ya tenía listo para mí un vaso con agua—. Anda, bebe un poco.
—No te preocupes, ya pasó —dije después de tomar el líquido que me provocó un leve ardor en la garganta—. Quiero aprovechar estos momentos en los que espero que nadie nos interrumpa para hablar contigo.
—¿Qué quieres saber? —preguntó al tiempo que su tono de voz se tornó más serio de lo habitual.
—¿Por qué no quieres que ella descubra quién eres en realidad? —pregunté con seriedad.
—No ...sé ... no sé de qué me hablas.
Había dado en el clavo, Shaoran Li era un chico seguro de sí mismo, pero cuando se trataba de Sakura perdía la capacidad de formar palabras y tartamudeaba sin control alguno.
—Vamos, puedes engañar al resto pero a mi no. Eres un chico muy dulce, educado, comprensivo, preocupado por el resto atento, inteligente y hasta guapo. —Sentía que era necesario hacerle ver los atributos que poseía —. ¿Por qué no quieres que ella conozca ese lado que te esmeras por esconder?
—Estoy seguro que la fiebre ha regresado. —Shaoran se acercó y posó su mano sobre mi frente tratando de evadir mi pregunta.
—No estoy delirando, sabes bien que digo la verdad pero lo que no entiendo es porque no te muestras así frente a ella, estoy segura que sería todo tan distinto. —Intenté presionarlo un poco más, sabía que de un instante a otro lograría abrir su corazón.
—Ella no tiene tiempo para esas cosas —suspiró apartando su mano de mi frente—. Siempre tiene gente a su alrededor que le da lo necesario, yo solo sería un estorbo.
—No puedes decir eso porque no es verdad, te alejas de ella porque te gusta, ¿cierto? —pregunté sin rodeos.
En ese momento agradecí no haberle ofrecido algo de beber porque de lo contrario, al escucharme a él le hubiese dado un ataque de tos más fuerte que el mío y terminaría atragantándose.
—Mmmm ... Yo ... emmm —balbuceó, con evidente nerviosismo—. ¿Por qué dices eso?
—Me bastaba observar cómo te le quedabas viendo, como te brillaban los ojos cuando hablabas de ella y cuanto te esmeras por ayudarla en clases de matemáticas porque sabes que son una pesadilla para ella.
Al parecer estaba en lo correcto puesto que, el rostro de Shaoran se ruborizó como nunca antes lo había visto y acto seguido una cálida sonrisa se dibujó en sus labios como si con ello mis palabras fueran certeras.
—Quizás tengas razón y siento algo por Sakura pero es imposible, nunca lograría captar su atención —respondió con evidente melancolía.
—Siempre habrá personas que quieran estar a su lado, es algo que no puede evitar porque es muy amable con todos. —En ese aspecto Shaoran tenía razón, Sakura gozaba de una personalidad magnética que hacía que todos quisieran compartir con ella.
—Eso lo sé, me he dado cuenta —apenas lo escuché pronunciar esas palabras dirigí mi mirada hacia sus ojos ámbar y pude apreciar la tristeza en ellos.
—¿De qué te has dado cuenta?
—De Yukito. —Sin decir más Shaoran caminó lentamente hacia la ventana de mi habitación cuya vista daba directamente hacia el amplio y hermoso jardín de la mansión en la que vivía—. ¿Acaso me dirás que no te has dado cuenta como lo mira?
Comprendí a la perfección lo que quiso decir cuando mencionó a Yukito, lo atento que era con ella y la forma en que Sakura lo miraba hacía que cualquiera pensara que había algún interés mutuo pero yo sabía que no era así, y ella también lo tenía claro. Me atrevía a decir que Sakura sentía un cariño especial, pero no iba más allá de la amistad y la hermandad, era algo paternal.
—Te equivocas, él la mira con otros ojos, como si fuese su hermana pequeña a quien debe proteger. Nada más que eso, te lo aseguro.
No sabía si había sido mi tono pausado, o quizás el hecho que utilicé las palabras precisas para hacerle entender que estaba confundiendo las cosas, pero logré captar su atención porque giró sobre sus talones y con una confianza de la cual no había sido testigo se sentó en el borde de mi cama.
— Eres muy observadora, Daidouji.
—Claro, porque estamos hablando de mi amiga. —Por un instante me conmovió sentir la fragilidad del corazón de Shaoran—. A Veces hay sentimientos que guardamos en nuestros corazones, ¿pero estás seguro que puedes controlar los tuyos hasta no darles importancia? —Al escuchar mi pregunta su semblante se tornó triste una vez más, por lo que sintiendo que ya había hablado lo suficiente decidí darle un consejo—. Hay muchas clases de sentimientos pero es necesario convertirlos en palabras para que los demás los entiendan, si lo haces tal vez te lleves una sorpresa.
—¿Eso crees?
—No sé lo que sucederá, pero sí tengo claro que te mereces a una buena chica a tu lado ya que eres un hombre increíble y ella sería perfecta para ti.
—Soy una persona como cualquier otra, tengo más defectos que virtudes y cualquiera podría hacer lo que yo hago, incluso mejor. —Ver a Shaoran así era algo poco común, él era de los que siempre se percataba de las virtudes de los demás pero por alguno motivo no quería hacer el mismo ejercicio con su persona, por lo que debía hacerlo entrar en razón y evitar que se siguiera menospreciando.
—Te equivocas, nadie se tomaría el tiempo de hacer lo que acabas de hacer —dije con seguridad, mirándolo directamente a los ojos—. Nadie, eso habla de la excelente persona que eres y del enorme corazón que tienes.
—¿Eso es cierto, Shao? —Meiling interrumpió mi relato, se acercó a Shaoran y tomó su rostro entre sus manos.
—Bueno, no podía dejarla así sabiendo que quizás en mis manos estaba la solución para hacerla sentir mejor. —Fiel a su carácter humilde y reservado, Shaoran intentó restarle importancia a todo lo relatado, era como si intentase esconder su verdadera personalidad ante nosotros, como siempre lo hacía.
—Ahora entiendo porque estabas tan interesado en aprender sobre la medicina herbolaria China, es más... —Meiling sin querer, me proporcionó la información que terminó de confirmar mi admiración por el novio de mi amiga—. También recuerdo que ese día entraste como loco al apartamento y te pusiste a buscar en todas las gavetas de la cocina sin explicarme nada.
Mi mirada se centró en Eriol, lucía pensativo mientras observaba con detenimiento a Shaoran y después a Sakura al tiempo que les entregaba unas mantas ya que la temperatura había bajado considerablemente.
—¿Entonces a eso te referías cuando dijiste una vez que te sentías en deuda con él y por eso lo ayudarías? —La mirada acusadora de Eriol me tomó por sorpresa y peor cuando se acercó rápidamente hasta donde estaba sentada, pero no temía por ninguna acusación, él había sido mi cómplice.
—Por eso me enamoré de ti, cariño —dije mirándolo a los ojos, que fuera capaz de recordar esos detalles tan pequeños y de hace tantos años me derretía de amor—. No me sorprende tu buena memoria y excelente don de deducción.
—Ahora soy yo quien no entiende de qué están hablando.
Shaoran interrumpió nuestro momento romántico intentando comprender de qué estábamos hablando, a pesar de la confianza que existía entre nosotros había pasado por alto confesarle el travieso plan que había ideado tiempo atrás solo para acercarlo a mi querida Sakura.
—Bueno, me han descubierto —declaré fingiendo pesar, no me arrepentía de las cosas que había hecho en ese entonces porque gracias a ese plan ellos dos eran una de las parejas más hermosas que existía, un dúo inspirador—. Creo que ha llegado el momento de confesarles uno de mis más grandes secretos.
Mis palabras llamaron la atención de todos los presentes, incluso la de Touya, que hasta ese momento se conservaba estoico a pesar de estar elogiando a la persona que hacía que la bilis le subiera hasta la garganta ida y vuelta más de diez veces al día.
—Tomoyo, no nos tengas en suspenso, cuéntanos de qué travesuras estás hablando. —Yamazaki se unió al grupo de los ansiosos, tener los detalles de esas "travesuras" le aseguraría una temporada más de bromas para Shaoran.
—Mi ética no me permite contar esas cosas. —Un abucheo colectivo se escuchó alrededor de la fogata y vi a Sakura acercarse a Shaoran para abrazarlo, este reía con nerviosismo. ¿Imaginaba lo que habíamos hecho para darles el empujón? —. Pero si él lo permite, lo contaré.
Rápidamente todos miraron a Shaoran esperando una respuesta de su parte, todos incluso su propio cuñado, quien se acomodaba en su lugar inquieto por algún motivo y por quien un instante temí se abalazara sobre él al escuchar mi confesión, la cual sin duda fue el empujón que necesitaban para convertirse en la hermosa pareja que eran.
—Permiso concedido —respondió levantando su mano en señal de juramento, asegurándome no existirían represalias de su parte.
Protegida por el juramento de la mano extendida, tomé aire e intenté ordenar las ideas en mi cabeza para que no sonaran tan mal como al inicio parecía y luego miré a Eriol para sentir su apoyo y seguridad, pero fue en vano, su rostro denotaba nerviosismo al igual que el mío así que opté por observar a otro lado.
—¿Recuerdan el desfile de modas que realizó mi madre cuando estábamos cursando el bachillerato?
—Claro, fue hermoso y Sakura se lució con ese vestido de novia estilo princesa.
Escuchar a Rika referirse a lo bella que se veía Sakura hizo que una imagen llegara a mi mente y la emoción me inundara. —Las ideas empezaron a acumularse en mi cabeza y mi alma de diseñadora quiso salir a flote.
—Tienes razón, se veía divina. —Mi autocontrol estaba por estallar al escuchar a Chiharu lanzando más leña al fuego, necesitaba decir en ese mismo momento mi percepción sobre ese día.
—¡Si! Estaba increíblemente bella con ese vestido de novia, sus ojos verdes como la esmeralda resaltaban y el sutil maquillaje que llevaba la hacía lucir natural pero delicada —me bastó cerrar los ojos unos segundos para revivir su imagen—. Los pequeños cristales del vestido le daban el toque perfecto y ni hablar de su andar, sus pisadas eran seguras y con la mirada siempre hacia adelante como si el modelaje hubiese estado presente toda su vida, como si lo llevara en la sangre, se veían simplemente divina.
—Y Shaoran, a su lado fue el complemento perfecto.
¿Por qué Meiling tenía que interrumpirme en el momento que más inspirada estaba recordando la imagen celestial de Sakura portando el bello vestido de novia diseñado por mi madre? Aparentemente nadie me iba a dejar echar a volar mi imaginación, porque hasta el mismísimo Touya se había limitado a gruñir y no me permitió seguir hablando.
—Con respecto a eso... —dije y sentí como mi garganta se secaba de un instante a otro mientras intentaba explicar lo sucedido de una forma en la cual la ira de Touya no aumentara de nivel—. Tengo algo que decirles.
Bastó con utilizar esas certeras palabras para que todos me prestaran atención, mis amigos me observaban en silencio mientras Touya se ponía de pie y caminaba un par de pasos hasta posicionarse junto a un árbol, todo bajo la atenta mirada de Yukito quien parecía preparado para actuar en cualquier instante de ser necesario.
—Lo que no saben es que si bien ese desfile existía y estaba contemplada la participación de Sakura, mi madre no tenía planificado que lo hiciera Shaoran. Debo reconocer que fui yo quien lo planeó todo. —Ante tal confesión las bocas de todos se abrían lentamente en señal de sorpresa.
—Ahora entiendo porque Shaoran era el único hombre en ese desfile. —Yamazaki sacó sus deducciones antes que los demás, para luego echarse a reír—. Eres perversamente sabia, ¿lo sabías?
Escuchar su elogio hizo que mis nervios desaparecieran, pero como decían, era la calma antes de la tormenta.
—¿Y por qué hiciste eso? —La pregunta de rigor fue pronunciada por nada más y nada menos que por el hombre cuya mirada de fuego me advertía que era un volcán a segundos de hacer erupción, Touya Kinomoto.
Decir que tenía un nudo en el estómago era poco, diría que se habían formado cinco nudos como mínimo, sabía que todo lo que dijera podía ser utilizado en mi contra o peor aún, podría despertar al monstruo que habitaba en el interior de su cuerpo.
—Yo... —hice una pausa decidiendo cambiar mi respuesta a último minuto—. Tú como buen hermano quieres que Sakura sea feliz, ¿cierto? —Al no obtener respuesta pero si su atención continué—. Estoy segura que todos deseamos ver a Sakura feliz al lado de un buen hombre. Uno que la quiera como si fuese el tesoro más preciado, que la respete y apoye en todo lo que quiera hacer, alguien que la haga la mujer más feliz del mundo y aunque te cueste aceptarlo sabes que ese hombre es Shaoran.
Si bien no fue capaz de articular palabra alguna para rebatir mis argumentos, Touya soltó un gruñido que pudimos escuchar todos, algo que provocó la risa en los más valientes.
—Por eso es que decidí pedirle a mi madre que incluyera a Shaoran, sospechaba que él sentía algo más por Sakura que una simple atracción física —declaré viendo a mis amigos, para nadie era novedad lo que Shaoran sentía por mi amiga, yo solo les di un pequeño empujoncito—. Él debía reaccionar de una vez por todas, quería que él se diera cuenta de la intensidad de sus sentimientos, todos nosotros ya lo sabíamos.
A pesar de la presencia de Touya, y de no lucir para nada contento con mis comentarios, los demás no se limitaron y los escuché darme la razón sobre lo que había dicho.
—Entonces déjame adivinar, lo de Yukito no era cierto, ¿o me equivoco? —Debía reconocer que me tomó por sorpresa escuchar la brillante deducción de Shaoran, ya que gracias a esta fue más sencillo revelar el plan por completo.
Apenas escuchó su nombre, Yukito se giró para mirarme evidentemente sorprendido.
Fue en ese preciso instante en que recordé la regla número uno de las mentiras; cuando involucras a alguien procura avisar de tus planes, porque de lo contrario ocurrirá lo que sucedió en ese instante.
—No se asuste joven Yukito, no hice nada malo en su nombre —intenté sonreírle al chico cuya mirada confundida me provocó por un instante sentimientos de culpa. En mi afán por juntar a una de las parejas más hermosas de todo Japón, ya que por supuesto la que ocupaba el primer puesto sin duda alguna éramos Eriol y yo, comprometí a demasiadas personas—. Y si, en eso tienes razón Shaoran, eso también fue un invento, nunca hablé con él para pedirle que fuera la pareja de Sakura en la pasarela, solo lo dije porque sabía que no soportarías la idea de verla al lado de otro hombre y aceptarías desfilar con ella. —Inesperadamente Shaoran esbozó una sonrisa dándome la razón—. Y al parecer no me equivoqué. —Si ya estaba reconociendo mis delitos lo mejor era aceptar el paquete completo .
No recordaba cuándo fue la última vez que logré la atención de tantas personas, pero tanto Shaoran, Touya como nuestros amigos se quedaron sin habla y eso me hizo sentir como el gran Sherlock Holmes cuando investigaba, recolectaba pistas, ejecutaba planes detalladamente, sacaba sus deducciones y resolvía grandes misterios usando solo su ingenio; se sentía como tocar el cielo con las manos.
—Excelente Tomoyo, debo decir que esta vez te superaste a ti misma. —Sakura reaccionó e intervino por primera vez desde que empecé mi relato—. Seré honesta contigo, no me agrada saber que nos engañaste, pero entiendo tu propósito y no puedo molestarme porque soy consciente de lo que estabas tratando lograr y las buenas intenciones que tenías. Te agradezco lo que hiciste, aunque haya sido a base de una mentira. Gracias.
—¿Y eso por qué? —pregunté.
—Porque si no hubieses tenido una intuición tan poderosa y no hubieras propiciado instancias para dejarnos solos, quizás nuestra historia de amor no existiría.
—Aunque me hiciste pasar un trago amargo y me hayas puesto en aprietos en dicha ocasión, yo también te agradezco —Shaoran comentó sin moverse de su puesto, pero su sonrisa me transmitió lo agradecido que también él estaba—. Gracias por ese impulso, era lo que necesitaba.
Todo mi esfuerzo valió la pena, yo era capaz de hacer cualquier cosa por Sakura, por verla feliz y verlos juntos después de tantos años era la mejor recompensa.
Después de escuchar las palabras de Shaoran, Sakura me abrazó una vez más. Ese venía por parte de él, estaba segura de ello y simultáneamente escuché los aplausos de nuestros amigos seguida por la inoportuna interrupción de Yamazaki.
—Creo que todos salieron ganando —Yamazaki señaló a la pareja protagonista de mi relato—. Con lo lento que era este par, sin tu intervención creo que las miradas de borrego a medio morir de Shaoran y los suspiros de Sakura ya nos hubieran cansado. —Y por primera vez en lo que llevábamos de la noche, Chiharu sacó a relucir su fuerza dándole un codazo en el estómago y una fulminante mirada que lo hizo callar de inmediato.
—Mi querida Tomoyo es muy observadora y cuando se trata de Sakura lo es aún más, sus sentidos se agudizan y utiliza todos sus talentos para lograr lo que se propone. —No pude evitar abrazar a mi novio y besarlo fugazmente aunque eso significó recibir las burlas de todos. Me sentía la mujer mas feliz del mundo al darme cuenta que Eriol me apoyaba en todas mis locuras y que a pesar de lo que eso significaba me seguía amando como el primer día.
—Gracias cariño, pero no hice la gran cosa —respondí guiñándole un ojo—. Me di cuenta que su amor era real y profundo al ver a Sakura suspirar más de diez veces al día después de que leía sus mensajes o cuando teníamos que regresar a casa al terminar la escuela y debían separarse. O cuando uno de los dos era castigado el otro andaba como alma en pena por el salón, y eso sin mencionar lo mal que los dos se ponían cuando uno de ellos faltaba a clases.
—Creo que esos detalles no son necesarios —me interrumpió Sakura avergonzada, evitando mirar al hombre que se encontraba tras de ella abrazándola como si nunca más quisiera soltarla.
—Y no tienes idea de lo terrible que fue cuando tuviste que regresar a Hong Kong, Shaoran —continúe con mi incontinencia verbal—. Hubieses visto lo triste que estuvo los primeros meses, ya que si bien ella se caracterizaba por ser una chica alegre y conversadora, durante un tiempo fue difícil sacarla de su cuarto para divertirnos. Solo mejoraba su semblante cuando hablaba contigo por teléfono o recibía alguna de tus cartas. Ella tenía la esperanza de tu regreso y no sabes cuánto nos alegra que cumplieras tu promesa.
—Lamento que hayas tenido que pasar por eso, mi amor —Shaoran se dirigió a Sakura con evidente preocupación.
—Pensé que si te lo decía te ibas a preocupar —le respondió Sakura elevando su rostro para verlo a los ojos—. Y lo que menos quería era ser una distracción para ti.
—Te entiendo porque a mi me sucedió igual —le confesó Shaoran, mirando con dulzura a mi amiga —. Para ser honesto yo también sufrí bastante al estar lejos de ti solo que trataba de estar bien para transmitirte esa seguridad, sabía que tarde o temprano regresaría a tu lado.
Era inevitable no sonreír al verlos demostrar su amor sin inhibiciones frente a los demás y peor aún, bajo la atenta mirada de Touya mientras prometían no volver a separarse y esperaba que así fuera, ya que quizás si no hubiese invertido tanto tiempo y creatividad en planear cuidadosamente todas las instancias para dejarlos solos, ambos aún seguirían suspirando el uno por el otro, mirándose furtivamente y anhelando ser algo más que amigos.
Debía reconocer que como Cupido no lo había hecho tan mal ya que los dos eran cien por ciento compatibles, como una pareja creada en el cielo destinada a estar juntos, y si ellos no podían verlo por su cuenta yo iba a hacer lo que estuviera a mi alcance para lograrlo. Lo juraba o dejaría de llamarme Tomoyo Daidouji.
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N/A : ¡Hola a todos! Desde Chile les saluda Danytta y en esta ocasión tuve la oportunidad de participar en el proyecto de "Wonder Grinch" denominado "Las anécdotas del lobo". Si tuviera que resumir esta experiencia en una sola palabra sería INCREIBLE, fue sin duda sensacional trabajar en conjunto con un grupo de escritoras tan talentosas y aprender algo de cada una de ellas.
Espero les agrade lo que escribí para todos ustedes porque fue hecho con mucha dedicación y cariño. No se imaginan lo entretenido que se sintió ponerse en la piel de un personaje que solo existe en la pantalla y a través de letras como lo es Tomoyo Daidouji. Una chica cuya personalidad la hace única y especial, dueña de una intuición que la hace ser una mujer sorprendente y cuyo talento podrán descubrir en el siguiente capítulo, uno que promete de todo un poco, romance, intriga y mucha, pero mucha inteligencia, ya que si hablamos de Tomoyo no puede ser de otra forma.
Sin más palabras, los dejo cordialmente invitados a leer la continuación de este maravilloso proyecto llamado "Las Anécdotas del lobo".
