Las anécdotas del lobo
Capítulo 10-Extraños malestares
0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0
Me acomodé cerca de la fogata desde un lugar donde podía observar a Yukito llenar con comida los tres platos que se había separado, ante la mirada atónita de tres de las amigas de Sakura, esas que siempre estaban juntas. Observé mi plato con la porción justa y tan nutricionalmente correcta que me fastidié; ni en un campamento dejaba de pensar como doctor.
Todos se habían dispersado con lo de la cena, de hecho, no veía a mi hermana ni al mocoso en los alrededores. Decidí mejor dirigir mi mirada al fuego, no hacía mucho habían colocado algunos leños nuevos para que siguiera ardiendo, como mi estómago de a ratos. Del otro lado, Tomoyo me dedicaba una sonrisa cómplice ya que acabábamos de compartir un intercambio bastante curioso.
Mi plato estaba a medio servir cuando su voz melodiosa me hizo sobresaltar.
―¿Puedo hablar contigo, Touya? ―Ni siquiera había notado cuando se había puesto frente de mí.
―Por supuesto ―contesté, al instante me preocupé de que me buscara tan repentinamente―. ¿Te sientes mal?, si es así me parece que en el auto debo tener medicina.
Siempre llevaba conmigo un botiquín de primeros auxilios y algunos medicamentos varios, en caso de alguna urgencia, pero antes de que abandonara mi plato sin terminar de servir y corriera al auto, fui detenido con rapidez por las pálidas manos de quien era mi prima.
―Estoy bien, no te preocupes, es de otra cosa de la quiero hablarte... ―comenzó la diablilla antes de soltar la peor interrogación que cualquier podría hacerme: ¿cómo me caía el mocoso?
Que el niñato era especial, era honesto y buena persona y toda una verborragia que no venía al caso, y aunque las palabras casi escaparon de mi boca, nadie iba a escuchar lo que me provocaba el chino.
Desde el primer momento supe que me iba a traer problemas. No tenía idea de cómo, pero lo sabía, y aunque en un primer momento lo odiaba con todo mi ser, debía admitir que, al igual que el resto del grupo, Shaoran Li se había ganado el cariño de todos a través de sus pequeñas acciones, y en mi caso, ganarse la posibilidad de seguir con vida si eso era lo que hacía más feliz a Sakura.
Siempre quise protegerla de todo, era tan inocente y torpe que presentía que el mundo real podría devorarla. Pero mi hermana me sorprendió demostrando que con su candidez y simpatía el mundo estaba a sus pies: tenía muchos amigos verdaderos, no sentía rencor por nadie, y tenía a los mejores guardaespaldas del mundo: Tomoyo, Eriol y el mocoso. Sin contarme a mí, por supuesto.
Sabía que estaba protegida, que nada podría dañarla cuando ellos estaban cerca. Y lo admitía: Si existía una persona en el resto del mundo al que tuviera que confiarle el bienestar y felicidad de mi hermana, Shaoran Li era el primer nombre que cruzaba por mi mente, por mucho que me pesara.
Todos en el camping se movían como hormigas. El mocoso estaba con su prima, sentados conversando a lo lejos. Algunos se habían alejado de la vista a lugares más privados. Pero lo que más atraía mi atención eran los empleados del camping: parecía que aprovechaban la noche para organizar algunas cosas, aunque se veía bastante complicado sin la claridad natural del sol. Estaba por ofrecerme a ayudar cuando el amigo de Sakura, que por alguna razón nunca abría los ojos, se colocó junto a Yukito y comenzaron a conversar en la mesa. Eso se veía algo extraño.
0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0
Todo estaba delicioso. Después de tanto hablar y escuchar las lindas historias de todos, se me había abierto un apetito voraz y con tantas delicias enfrente no podía decidirme por una. Touya hacía tiempo se había sentado, después de ser abordado por Tomoyo en una conversación de la que preferí no formar parte para darles privacidad. Eran contadas las ocasiones que ellos conversaban amenamente.
Estaba saboreando unos panecillos caseros cuando el joven Yamasaki se ubicó junto a mí y me dió charla.
—¡Hola Tsukishiro!
—¿Qué tal, vienes por más comida? Todo está delicioso —le dije sonriendo con amabilidad. Todos los amigos de Sakura eran muy afables.
—No, yo ya estoy satisfecho —contestó el chico, quien luego puso una cara de lo más extraña—: Lamento interrumpir sus alimentos, pero el tiempo es poco y necesito su ayuda.
—¡Oh, trátame de tú! No soy tan mayor. Siempre tuve el cabello gris —respondí riendo a su formalismo y señalando mi cabello cenizo, aunque su expresión seria comenzaba a preocuparme—. ¿A qué te refieres con poco tiempo?
—Mira —susurró con rapidez—, debemos mantener ocupado a Kinomoto por el mayor tiempo posible. Porque hay una sorpresa para Sakura, de parte de Shaoran, y nos preocupa que sin querer lo estropeemos.
—¿Sorpresa? ¡Por los dioses! no me digas que… —No pude continuar.
—No saques conclusiones, no es lo que parece, o si, no lo sé, lo importante es que vayamos con Kinomoto.
—¿A dónde quieren ir conmigo? —La voz de Touya nos sobresaltó, y captando medianamente la idea, supuse que debíamos apartarlo lo más posible y yo sabía que botones tocar.
—Queríamos consultarte, porque Yamasaki dice no sentirse muy bien.
—¿Ah sí? —preguntaron al mismo tiempo y ante mi expresión grave, el chico de ojos rasgados descompuso su expresión por una de dolor.
—Es decir, si —arregló, con gesto compungido—. Creo que comí demasiado y ahora tengo un fuerte dolor en el costado.
—Seguramente son gases o apenas una indigestión. ¿Sientes puntadas?
—Si, si, aquí —dijo el joven tomándose la totalidad del estómago.
—Sería mejor que vayamos a alguna de las cabañas, Touya —intervine—. Así Yamasaki puede recostarse y puedes revisarlo, ¿si?.
Miré hacia los demás y vi a lo lejos a los Li regresar de donde estaban conversando, y la chica de ojos carmesí sentarse nuevamente con Sakura y las demás. Mientras que Eriol tomaba del brazo a Shaoran y lo llevaba lejos de ahí. Esperaba darles el tiempo necesario
0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0
Con Yukito nos encargamos de llevar, a mi inesperado paciente, hasta uno de los espacios que nos habían asignado para dormir y lo recostamos en una cama king size. Las cabañas se veían muy acogedoras, y todas estaban completamente equipadas. La cocina tenía las alacenas llenas, y todo tipo de electrodomésticos blancos y brillantes, incluso lavaplatos. Desde donde estábamos pude observar que el baño tenía un, ¿jacuzzi? Sólo faltaban los edificios, los vehículos y sería un acomodado departamento de Tokio. Con paredes de troncos.
Con tranquilidad regresé a mi asunto y le pedí al chico que se levantara un poco la camiseta para poder hacer una revisión abdominal. Yamasaki lo hizo y se acomodó en la cama haciendo un gesto de dolor.
Comencé a presionar cerca de la boca del estómago, donde supuse que sentiría dolor si estaba en lo cierto acerca de que había comido demasiado, pero no se inmutó demasiado.
—El dolor es mucho más abajo, doctor —replicó.
—¿Te duele la parte inferior derecha? —consultó Yukito, de manera muy específica.
—Si, justo ahí —dijo tocándose el bajo vientre más al centro que a la derecha. Fruncí el ceño y noté un movimiento algo raro detrás de mí, dónde estaba Yukito. Me volteé brevemente y él viró su mirada de Yamasaki hacia mí, sonriente como siempre.
—¿Será el apéndice? Te ayudaré en lo que necesites, Touya —ofreció.
—Gracias, Yuki —respondí algo confundido. Yukito sabía que no se debía alarmar a un paciente antes de finalizar la revisión.
Continué el examen en la parte inferior y cuando toqué la zona del apéndice, el abdomen se encontraba laxo, pero Yamasaki aulló.
—¡Viejo! ahí es, ahí es —reclamó.
—Que extraño, tu abdomen no está tenso. ¿Cómo han sido tus evacuaciones?
—Pues no he podido ir al baño desde que estamos aquí —dijo llevándose una mano a la barbilla—, pero he tenido gases.
Era muy extraño, pero su cuerpo no correspondía con lo que él aseguraba: si no podía ir al baño, su estómago estaría rígido en los intestinos y debería sentir molestia al caminar.
—¿Algo más?
—Estaba algo nauseoso, pero puede deberse a que comí demasiado sushi. —Dejó de hablar, mientras yo comencé a realizar un poco de presión cerca del ombligo, donde dolía normalmente cuando hablabamos de una apendicitis, pero el chico siguió en la suya—. ¿Sabían que en las cocinas de los sushi bar sólo contratan a hombres? Esto se debe a que está científicamente comprobado que las mujeres tienen las manos más tibias que los hombres, y eso altera el sabor del arroz. Por ese motivo, cualquier mujer que quiera convertirse en sushiwoman, debe capacitarse en el extranjero.
Definitivamente alguien con apendicitis no tendría ánimos de hablar tanto mientras le presionaba el punto justo donde debía doler. A medida que subía por su abdomen en la revisión, sentí algo inflamada la vesícula y noté que su gesto se agravaba al hacer presión.
—¡Oye eso de verdad duele! —dijo intentando retirar mi mano.
—¿De verdad? —consulté confirmando mis sospechas. El tipo se puso algo blanco, al verse descubierto y me dijo:
—Touya, ¿si puedo llamarte Touya, no? Me refiero a que ahí me duele más —dijo medio sentado en la cama presionando él mismo debajo de su hígado y arrugando el rostro—. ¿Por qué será?
—Es tu vesícula. Está algo inflamada, puedo darte unos analgésicos para que no te duela. ¿Sientes alguna otra molestia? —consulté.
—Me duele la espalda a la misma altura, y he tenido acidez que no era algo que me hubiera sufrido antes —contestó, luego de meditarlo un poco.
—Perfecto, eso si coincide con el examen físico que te realicé. La acidez puede ser otra cosa, consigue omeprazol en la farmacia, es de venta libre. —Miré a Yukito sobre mi hombro y vi que la sonrisa en su rostro se había borrado—. Yuki, trae mi maletín, por favor. Está en el jeep.
Mi novio salió a toda prisa, y yo encaré al jovencito frente a mi que se veía de verdad preocupado, aún masajeando la zona derecha de su abdomen.
—Te espero la próxima semana en el consultorio, Yamasaki —dije con seriedad—. Voy a solicitar una ecografía para que averigüemos que inflama tu vesícula. Ten una dieta liviana. —Dejé el aire entrar a mis pulmones, y lo expulsé lentamente—. Pero no te preocupes mucho, o te dará más acidez.
Ya aprendería este mocoso a no mentirle a Touya Kinomoto. Pero la lección sería luego de tenerlo a dieta por unos días y que se quede esperando dos horas en la sala de espera del hospital.
Dejé a Yamasaki en soledad unos minutos y salí a ver dónde venía Yukito con la medicación. En el campamento no había rastros del mocoso, y a lo lejos pude distinguir la cabellera dorada de mi hermana perdiéndose en lo profundo del bosque en compañía de una empleada.
Cuando Yukito llegó, regresamos con mi paciente y con la medicina en mano le expliqué brevemente en lo que debería de consistir su dieta mientras llegaba el día de la cita, que además evitara el ejercicio, y si, eso incluía las relaciones sexuales.
Sólo esperaba que lo que estaban tramando no me provocara una úlcera.
0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0
N/A: ¡Buenas noches! ¿Cómo los trata el sábado? El mío está de locos : mañana es el cumpleaños N°9 de mi hijo, así que estoy desde temprano cocinando. Esta noche se juega la final de la Copa América y tengo familia a cenar (¡Vamos Argentina!), estuve todo el día ocupada y CASI que me olvido de dejarles un lindo mensajito en la nota de autora a nuestros queridos lectores (Gracias señorita organizadora por ser tan atenta).
Disfruté mucho escribiendo en la voz de Yukito y Touya, fue algo muy diferente, ¡y entretenido! Me inicié en la comedia y me entretuve bastante. Este capítulo fue más corto que el resto, ya que no tenía incidencia real en lo que sucedía, sino un impasse entre lo que relataron Yamasaki y Meiling, ¿y quién seguirá? Les agradezco cada uno de los comentarios en el último capítulo que escribí y espero haberlos entretenido hasta aquí. Fue un placer como siempre acompañar a WonderGrinch y a Okami Fickers (Las quiero!)
Sólo faltan tres días y… ¡a sorprenderse!
~Maii
