Las anécdotas del Lobo
Capítulo 12-El hilo de las propuestas
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La temperatura había descendido en las últimas horas, mis amigos no tardaron en usar las frazadas que con Tomoyo busqué, Chiharu estaba acurrucada con Yamazaki de una forma muy adorable que me provocaba hacer lo mismo con Shaoran... Qué por cierto... ¿Dónde estaba? Presioné el pequeño paquete que estaba en uno de los bolsillos de mi pantalón, tenía que encontrar el momento perfecto para entregárselo y pasar un agradable momento a solas.
—¿Es usted la señorita Kinomoto? —La voz de una empleada del lugar llamó mi atención.
—Soy yo —respondí, sorprendida de que alguien preguntara por mi.
—¿Sería tan amable de acompañarme? —La mujer señaló detrás de ella y la seguí, no sin antes mirar a mis amigas. Tomoyo se encogió de hombros al verme marchar y le susurró algo a Meiling, ella sonrió en mi dirección mientras se acercaba a las chicas para decirles algo confidencial.
—¿A dónde nos dirigimos? —pregunté curiosa, mientras dejábamos la fogata..
—Tengo órdenes de escoltarla, nada más —respondió seria.
El silencio se hizo entre nosotras. Varias preguntas surgieron en mi mente, ¿por qué me separaban del resto de mis amigas? ¿Acaso era una broma de parte de mi hermano para molestar a Shaoran o mi novio tenía que ver en esto?
Mi "escolta" como se había referido a si misma, iluminaba con una linterna el camino que teníamos por delante. Recorrimos unos metros por detrás del complejo de cabañas, el sendero que seguimos mantuvo mi atención mientras analizaba la probabilidad de que mis suposiciones fueran ciertas. Touya no sería capaz de gastarme una broma después de lo le había escuchado decir en la fogata… ¿o sí?
Conforme avanzábamos por el sendero, mi guía miraba a su alrededor buscando algo, quise preguntarle de nuevo pero algo me decía que obtendría una negativa por respuesta. La vereda estaba por terminar, unas luces se vislumbraban a unos metros más adelante, fue en ese momento cuando la empleada habló:
—Me disculpo si mi actitud le causó incomodidad, espero sepa entender que tenía órdenes específicas de traerla hasta aquí —realizó una reverencia ante mi y al volver a mirarme, me sonrió—. Espero que disfrute su velada, a partir de este momento puede continuar sola. Que tenga buenas noches. —Se despidió y dándose media vuelta, emprendió su camino de regreso.
La brisa del viento me hizo abrazarme, por seguir a la guía olvidé tomar una manta. Caminé en la dirección que tenía frente a mí y pude divisar una construcción. A diferencia de las chozas en las que mis amigos se encontraban, era una cabaña de dos pisos. El lugar guardaba muchas sorpresas en lo profundo del bosque. Paso a paso me fui acercando, el cantar de los grillos acompañaba mi caminar, una vez que estuviera dentro buscaría una sábana para cubrirme del frío. La casa se alzaba frente a mí en todo su esplendor, las luces se encontraban encendidas, pero algo llamó mi atención: una pelotita de estambre rojo se encontraba al pie de las escaleras, seguí con la mirada la dirección del hilo que pasaba por debajo de la puerta principal. Con emoción y curiosidad la recogí, un pequeño letrero rezaba en ella, reconocería su letra en cualquier parte.
—Unmei no akai ito* —leí en voz alta—, ¿qué traes entre manos, Lobito?
Enrollé el hilo en la pelotita, cuando reparé en que una nota se encontraba pegada al barandal.
El camino de recuerdos te guiará hasta una sorpresa.
Una risa escapó de mis labios, sin duda Shaoran había preparado algo muy especial. Con ánimos recogí la pequeña nota y seguí la ruta que se me indicaba. Al entrar por la puerta, un resplandor me recibió; el pasillo estaba decorado con pétalos de rosas y un camino de velas que me guiaba hacia adelante. Di unos cuantos pasos, cuando noté un objeto en la mesita del centro de la sala: doblado con mucho cuidado, podría pasar desapercibido de no ser por la inscripción que se encontraba en ella.
Un regalo hecho con tus propias manos que me ha acompañado en los tiempos fríos.
Con cariño acaricié la bufanda verde que años atrás le había regalado a Shaoran con motivo de su cumpleaños, me alegraba saber que aún la conservaba a su lado, pues no fue sencillo para mi tejerla, ese día Shaoran la aceptó de mil amores. La desenrollé y la coloqué alrededor de mi cuello, la fragancia de mi novio inundó mi nariz, un suspiro escapó de mi boca y dando pequeños saltitos, proseguí mi labor de enrollar el hilo rojo.
El estambre me guiaba hacia las escaleras, donde me aguardaba otro objeto que conocía a la perfección.
Esta Sakura ha estado a mi lado en mis noches de desvelo.
Sonreí al tener entre mis brazos a la pequeña osita de felpa que le había regalado a Shaoran cuando él se fue a Hong Kong a pasar sus vacaciones. Aunque solo teníamos dieciséis años y fueron casi dos meses, ambos sentimos que era una eternidad. Esos osos nos sirvieron más adelante, cuando mi novio empezó la universidad. La osita Sakura seguía intacta al igual que Xiao-Lang en mi casa, Shaoran la había cuidado con mucho esmero, y no dudaba que en las noches durmiera abrazado a ella, tal como yo lo hacía.
Subiendo las escaleras, lo siguiente que me recibió fue una carta.
Aún sin estar a mi lado, tus palabras siempre lograron fortalecerme.
Tomé la misiva que tiempo atrás había escrito entre mis manos, una ola de emociones me embargó cuando comencé a leerla, haciéndome recordar la razón por la cual la había escrito.
Syaoran:
El periodo de exámenes ha concluido y mis maestros me han felicitado por lograr buenas notas. Las chicas organizaron una salida para celebrar que hemos aprobado, así que este fin de semana será divertido.
¿Qué tal tus clases? Meiling me ha comentado que te pasas el tiempo en la biblioteca de tu casa, que estudias día y noche por entregar excelentes calificaciones a tus padres... Shaoran, no me gusta que te esfuerces demasiado, sé que debes sobresalir en los estudios pero siempre es necesario tomarnos un respiro.
Me gustaría estar a tu lado en estos momentos, contarte cómo ha estado mi día; la travesura que me ha jugado Kero esta mañana. Pasar tiempo contigo y disfrutar de tus besos… No importa cuanto tiempo pase, seguiré esperándote tal como lo prometimos en esa ocasión.
Espero que esta carta te traiga alegría e ilumine tu rostro con una sonrisa.
Siempre tuya,
Sakura.
Guardé la carta en mi bolsillo trasero y llegué al siguiente piso de la cabaña. El hilo me guiaba hasta una de las habitaciones, al acercarme más encontré un último detalle que sin duda nunca olvidaría. La fotografía de nosotros dos, traía consigo una pequeña nota:
El mejor regalo de cumpleaños que pude recibir.
Los recuerdos de ese día inundaron mi memoria, los nervios que sentí volvieron a mi.
—Ya tienes todo listo, ¿verdad, Sakura? —La voz de Tomoyo me preguntó por milésima vez en la línea.
—Por supuesto —respondí al teléfono mientras hacía un escaneo alrededor de mi habitación—, cómo solo será un fin de semana, no necesitaré mucho.
Tomoyo tardó unos segundos en responderme.
—No sabes cómo me gustaría poder acompañarte, Sakura —se lamentó mi prima.
—Lo sé, Tomoyo —contesté tranquila. Mi maleta estaba lista y contaba con unas horas para terminar de alistarme.
—Que te diviertas y felicita a Shaoran de mi parte —se despidió Tomoyo—, avísame cuando llegues.
Terminé la llamada y me dejé caer sobre la cama. Muchas emociones recorrían mi cuerpo.
En el mes de mi cumpleaños número veinte, Shaoran y yo celebramos a la distancia: por motivos académicos mi novio no pudo arreglar un viaje a Tomoeda y nos tuvimos que conformar con una videollamada. A raíz de ese acontecimiento, decidí organizarme para darle una sorpresa.
Le había solicitado ayuda a Meiling, quien no dudó en aceptar y después decirme que había involucrado a sus cuatro primas para preparar una megafiesta. Mi plan en un principio era quedarme en Hong Kong por un día pero con la intervención de mis queridas cuñadas obtuvimos un permiso para permanecer un fin de semana completo. A quién no le agradó la idea fue a mi hermano, pues consideraba que Shaoran no se había presentado para mi cumpleaños y ese era motivo suficiente para que termináramos. Por fortuna mis padres pensaban diferente y me apoyaron con el viaje.
Tomoyo, también fue otra de las que me ayudó a organizarme con la escuela, mientras que Meiling y sus primas se habían ocupado de organizar la celebración que tendríamos en la casa de los Li.
Con una sonrisa en mi rostro, me levanté de la cama y me dirigí a tomar un baño, en unas horas estaría en un vuelo directo a China. Al salir de la ducha, vestí la ropa que había elegido para el viaje: una blusa azul cielo de manga larga y una falda blanca. Arreglé mi cabello, me coloqué maquillaje ligero y tomé mi equipaje para salir de mi habitación.
—¿Ya estás lista, monstruo? —El grito de Touya me asustó.
—¡Me asustaste! Casi tiro mi maleta a mitad del camino —reproché bajando los últimos escalones que me faltaban.
—Así tendrás la conciencia —murmuró mi hermano cuando llegué a él—. Por un momento creí que te habías arrepentido.
—¡Touya! —Yukito salió de la cocina con un sándwich en mano—. No molestes a Sakura con tus celos de hermano, además ella merece disfrutar de este viaje —sonrío en mi dirección mientras me ofrecía el emparedado.
Mi hermano gruñó en respuesta y llevó mi maleta hasta el auto, ambos lo seguimos. Papá y mamá se habían despedido de mí antes, deseándome suerte y que le diera a mi novio un presente de su parte. Ya imaginaba la cara que pondría Shaoran cuando recibiera los detalles de mi madre y el libro de arqueología que mi padre había escrito. Touya y Yukito se encargarían de trasladarme al aeropuerto y Meiling pasaría a recogerme. El del cumpleaños, por supuesto no tenía ni la más mínima idea de lo que estábamos planeando. Ya quería llegar y ver su rostro de sorpresa.
—Sakura, sube al auto o harás que me arrepienta. —La voz de Touya me sacó del trance en que me encontraba. Yukito me observaba aguantando las ganas de reír, había olvidado por completo lo que sucedía a mi alrededor y ellos estaban esperando con el auto encendido.
—¡Ya voy! —grité mientras cerraba la puerta de mi casa.
El camino al aeropuerto transcurrió con tranquilidad, pero mi nerviosismo aumentaba, ¡en unas horas vería a Shaoran y estaríamos juntos un fin de semana!
Bajo la mirada ceñuda de mi hermano consumí el sandwich que Yukito me había preparado, no fue hasta que termine que Touya habló:
—Si ese mocoso intenta pasarse de listo contigo, seré yo el que tome un vuelo a Hong Kong —advirtió amenazante.
Retuve el aliento ante su comentario. No había que ser un genio para saber a qué se refería mi hermano, no pase por alto su amenaza, pues Shaoran y yo siempre habíamos sido cuidadosos.
Con un abrazo me despedí de Touya y Yukito para abordar mi vuelo. Antes de despegar le envié un mensaje a Meiling:
Sakura: 7:05 am
¡A punto de despegar, estoy nerviosa!
Las cuatro horas del vuelo se me hicieron eternas. Con cada minuto transcurrido mis nervios aumentaban, llegando al aeropuerto de Hong Kong encendí mi teléfono y el mensaje de respuesta de Meiling llegó:
Meiling: 11:35 am
Wei y yo te esperaremos bajando las escaleras eléctricas.
Después de recoger mi equipaje, proseguí a encontrarme con Meiling. Apenas estuve en las escaleras pude distinguirla entre el gentío: vestía un qipao rosa con detalles dorados, su cabello negro recogido en el odango tan característico me buscaba. Cuando dio conmigo, corrió a mi encuentro y me recibió con un fuerte abrazo.
—¡Al fin estás aquí! —saludó, pellizcando mis mejillas.
—Me da gusto volver a verte, Meiling —respondí, acto seguido me dirigí al señor Wei haciendo una reverencia—. Gracias por venir a recogerme, señor Wei.
—Es un gusto tenerla con nosotros, jovencita Sakura —replicó, tomando mi maleta y llevándola con él.
Seguimos a Wei mientras Meiling me ponía al tanto de lo que haríamos: primero iríamos a buscar a Shaoran a la universidad y después comeríamos con su familia. Sus hermanas se habían encargado de organizar todo para el fin de semana, así que después del almuerzo tendríamos un rato para nosotros dos antes de la cena y al día siguiente, comenzaría el festejo por el cumpleaños de Shaoran.
—En realidad comenzamos con la cena —comentó Meiling mientras subía al vehículo—, en esta ocasión Daidouji me ha encargado inmortalizar toda tu estadía aquí, así que... —El flash de su teléfono alumbró mi rostro y después me enseñó la foto que había tomado—. No es la misma calidad que una de sus cámaras, pero estoy segura de que con esto estará tranquila por unas horas.
Wei encendió el auto y emprendimos el camino hacia la universidad de Shaoran. Mi amiga habló en todo el trayecto lo cual agradecí, porque de esa manera calmaba los nervios que sentía en ese instante. Tras media hora de recorrido, el automóvil se detuvo e ingresó al edificio que había admirado a través de fotografías y videollamadas.
—¿Estás lista? Shaoran debe estar por terminar sus clases. —Meiling observaba el área desde la ventana del auto.
—Yo… —Me había quedado sin palabras—, ¿crees que me veo bien? —pregunté jugando con el dobladillo de mi falda blanca.
—¡Por todos los dioses, Sakura! —resopló Meiling—. ¡Tomaste un vuelo de Tomoeda para Hong Kong, Xiao-Lang en lo que menos se fijará es en cómo vas vestida!
—¿Eso es un cumplido? —cuestioné, la risa por parte de mi amiga se hizo presente.
—No me mal entiendas —contestó—, pero estoy segura de que Xiao-Lang se alegrará muchísimo cuando te vea. Y por cierto, luces fabulosa.
Meiling salió del auto sin más y esperó a que hiciera lo mismo. Caminamos por el campus hasta llegar a una de las áreas donde algunos alumnos se encontraban descansando en pequeñas mesas bajo la sombra de los árboles.
—Ven aquí —Meiling señaló el árbol cercano a ella—, Xiao-Lang no tardará en salir y no quiero que te vea aún.
Obedecí a su orden, mientras esperaba escondida retoqué mi maquillaje e intenté arreglar mi cabello que con el vuelo se había despeinado. Una notificación llegó a mi celular, era un texto de Shaoran:
Shaoran: 12:15 pm
Al fin han terminado mis clases, ¿cómo van las tuyas?
Te extraño, cerezo.
Sonreí a mi teléfono, pensaba en contestarle pero enseguida me envió otro mensaje:
Shaoran: 12:16 pm
Este es mi día a día en la escuela.
En el mensaje adjuntaba una foto de él caminando por el campus, vestía una camisa blanca de manga larga y pantalones negros , su cabello tenía indicios de que acababa de ser alborotado. Los nervios me invadieron de nuevo, estaba muy cerca del lugar donde lo esperábamos.
—Saliste tarde hoy —escuché la voz de Meiling.
—Le enviaba mensajes a Sakura —respondió. Con sólo oír su voz, mis nervios se calmaron. Escuché su risa entonces—. Pero no me ha respondido.
Ahora fue el turno de Meiling de reír.
—¿Qué es tan gracioso, Mei? —preguntó. Podía imaginar su hermoso ceño fruncido.
—Nada, es que ella no te contestará. —La voz de Meiling se tornó burlona.
—¿A qué te refieres con que "no contestará"? ¿Le pasó algo? —cuestionó preocupado.
—No Xiao-Lang, en realidad… —Los pasos de Meiling se escucharon cerca—. Sakura…
Tomando un respiro, avancé unos pasos para salir de mi escondite. La cara de Shaoran cambió por completo, de fruncir el ceño pasó a abrir los ojos y su mandíbula cayó. Se llevó ambas manos a la boca y avanzó hacia mí. Sonriendo, lo abracé. Él correspondió mi saludo con mayor fuerza, besó mi cabello y como si de un objeto delicado se tratara, tomó mi rostro entre sus manos.
—No puedo creerlo —murmuró juntando su frente con la mía, una vez más sonreí—. Sakura, estás aquí.
—¡Sorpresa, Xiao-Lang! —respondí.
Shaoran acercó sus labios a los míos y los besó con ímpetu. Al final, separamos nuestros rostros lo suficiente para respirar pero sin romper el abrazo.
Meiling comenzó a aplaudir, por un momento nos olvidamos de lo que sucedía a nuestro alrededor, ella limpiaba de su rostro las lágrimas de emoción ante la escena que acababa de presenciar.
—¡Oh no! —El grito de Meiling llamó nuestra atención—. ¡Tomoyo va a matarme! ¡Debí capturar este momento!
Ambos nos reímos, en definitiva había sorprendido a Shaoran. No me incomodó que Meiling tomará algunas fotos de nosotros en ese instante, pero fue mi novio quién propuso que nos fotografiara frente a su alma mater.
Con una enorme sonrisa de parte nuestra, inmortalizamos ese momento. Nuestras caras reflejaban la enorme felicidad que manifestábamos. El amor que sentíamos el uno por el otro se mantenía a pesar de la distancia y de los años transcurridos.
Acaricié el marco de la fotografía que tenía en mis manos, miré la puerta de la habitación, ¿Shaoran se encontraría dentro aguardando? Decidí no hacerlo esperar más, avancé y giré la manija de la puerta, lo que me recibió me dejó sin palabras.
El cuarto se encontraba iluminado con velas, flores y algunas fotografías de nosotros se hallaban distribuidas por la habitación: recuerdos de cuando teníamos diez años hasta cuando terminamos la preparatoria nos rodeaban. De espaldas, se encontraba Shaoran, el otro extremo del estambre rojo que venía envolviendo desde la entrada de la cabaña estaba atado a su dedo meñique.
Avancé hasta llegar a él, Shaoran se dio la vuelta cuando me percibió. Una sonrisa apareció en su rostro y levantó su meñique a la altura de su pecho.
—El hilo rojo conecta a aquellos que están destinados a ser almas gemelas —habló, tomando mi mano—, no importa cuanto tiempo pase o las circunstancias que se encuentren en la vida, el destino los unirá.
Sus brazos me recibieron, mis manos buscaron su cuello aferrándose a él y lo atraje hacia mi. Shaoran no dudó en besarme. Cuando nos separamos para recuperar aliento, comenté:
—Olvidaste la parte de "el hilo rojo puede enredarse, estirarse o tensarse, pero nunca se romperá" —dije, mirándolo a los ojos.
Con una sonrisa, Shaoran frotó mi nariz con la suya.
—En realidad no lo olvidé —respondió después de dejar un corto beso en mis labios—, sé que esta es una de tus leyendas favoritas.
Una risita escapó de mis labios.
—¿Te gustó tu sorpresa? —preguntó mientras me invitaba a tomar asiento en el sofá que la habitación tenía cerca de la ventana.
—¡Por supuesto! —respondí mirando a mi alrededor—. ¿Cómo lograste todo esto?
—Tuve ayuda por parte de Eriol —contestó sonrojado—, no es como lo tenía planeado pero…
—¡Es perfecto! —respondí apoyando mi cabeza en su hombro.
—Sakura, esto no es… —comenzó, pero lo silencié poniendo mi índice en sus labios.
—No me importa el lugar —respondí—, estamos juntos y con eso me basta.
Shaoran me había dado muchas sorpresas a lo largo de los años, sin duda esta superaba todas, incluyendo la mía. Nerviosa, comencé a jugar con el dobladillo de mi blusa. Era el momento para darle el pequeño detalle que había preparado.
—Shaoran, quiero darte algo —expresé mirándolo a los ojos y mi novio pareció confundido ante mis palabras.
—¿Preparaste algo para mí? —cuestionó incrédulo—. No tenías por qué hacerlo.
—Es un detalle por tu graduación y por tu próximo cumpleaños —con una sonrisa, señalé la habitación que nos rodeaba y saqué de mi bolsillo el estuche que guardaba desde el inicio de nuestro viaje—. Aunque no es mucho comparado con esto.
Le tendí la pequeña caja, Shaoran la sostuvo entre sus manos con delicadeza y procedió a destaparla. Dos esclavas de oro se encontraban dentro: una tenía un dije de lobo con una luna en el centro y la otra una loba acompañada de una flor de cerezo.
—Son hermosas, Sakura —agradeció con una sonrisa. Acto seguido tomó la pulsera que me correspondía y la colocó en mi muñeca derecha, después hice lo mismo con él. Shaoran enlazó nuestras manos y se quedó observándolas durante un momento.
—¿Sucede algo? —pregunté al ver que se levantaba del sofá.
—Hay algo que quiero decirte... Sakura. —Lo escuché hablar con el rostro sonrojado.
Shaoran se llevó la mano a su cabellera, la alborotó y fijó su mirada al suelo, después hacia su brazalete y de nuevo al piso, sus nervios empezaban a notarse. No dije nada y esperé a que hablara.
—El tiempo que estuvimos separados me sirvió para darme cuenta de que no quiero estar lejos de ti de ahora en adelante —habló seriamente.
—Pero ya no estaremos separados Shaoran, ahora podrás vivir en Tomoeda, podremos pasar tiempo juntos y estoy segura de que nos irá bien —comenté con una sonrisa.
—No me refiero a eso —me interrumpió. Su ceño fruncido me confundió.
—¿Entonces a qué te refieres? —pregunté mientras me levantaba del sofá.
Shaoran suspiró. No entendía lo que me quería decir, si de ahora en adelante él viviría en Japón, ¿qué nos impedía no estar juntos?
—Sakura Kinomoto, escúchame con atención —pidió, al verme asentir prosiguió—. Para mí fue difícil estar alejado de ti, en todos estos años a la distancia mi único pensamiento siempre fuiste tú. Por eso cuando mis padres me dieron a elegir una sede para laborar, no dudé en escoger Japón. Ahora estoy en este lugar contigo y lo que más deseo en este momento es no separarme de ti nunca más. Quiero estar junto a ti de todas maneras posibles, iniciando hoy.
Con una sonrisa en sus labios, metió su mano en uno de sus bolsillos, sacando una cajita de terciopelo roja. Ahogué un grito con mis manos cuando lo vi hincarse ante mí.
—Sakura Kinomoto quiero tenerte a mi lado en cada momento de mi vida, quiero que seas tú lo primero que vean mis ojos al despertar y lo último al dormir. Quiero empezar este camino de tu mano, y en un futuro tomar juntos el mando del clan Li. ¿Aceptas iniciar una nueva vida conmigo? —remató abriendo la pequeña cajita frente a mi.
Un elegante anillo de oro con una pequeña esmeralda en el centro se encontraba en la caja. No podía expresar palabra alguna ante la emoción que sentía. Shaoran me había dejado sin palabras. Una lágrima de felicidad escapó por mi mejilla, la limpié con el dorso de mi mano y sonreí ante mi amado.
—Para mí también fue difícil estar lejos de ti todo este tiempo —hablé al fin—, así que no dudes de mi respuesta.
Shaoran sonrió al escuchar mis palabras y con cuidado prosiguió a colocar la sortija en mi dedo. Con delicadeza tomó mi mano y la besó. Al levantarse lo recibí con un beso, lo guié de nuevo hasta el sofá para hablar.
Shaoran y yo habíamos superado retos a lo largo de nuestra relación, la distancia era uno de ellos, sin embargo una cosa era ser su novia y otra su prometida. Durante la noche Meiling había mencionado algunas cosas sobre las tradiciones del clan Li, costumbres que rondaban por mi mente y aprendería a su debido tiempo, pero con Shaoran a mi lado estaba segura de que lograría superar cualquier prueba.
La emoción que sentía se reflejaba en mi rostro, tanto que no dejaba de sonreír. Las lágrimas de felicidad habían desaparecido y mi corazón estaba alegre.
—¿Cómo crees que reaccionará tu familia cuando se entere? —pregunté cuando nos sentamos, Shaoran sostenía mis manos con fuerza.
—Estoy seguro que mi madre querrá que te prepares para ser "una digna representante del clan Li" —respondió en un intento de imitar a mi suegra—. Y para eso te hará viajar a Hong Kong.
Abrí mis ojos ante la última mención.
—Pero no te preocupes —dijo al ver mi reacción—, tengo la certeza de que aceptarán nuestra decisión, aparte tengo condiciones antes de asumir el mando del clan.
—¿Y si no lo hacen? —cuestioné. Por mucho tiempo imaginé el momento en que Shaoran y yo daríamos el siguiente paso, pero llegado a este punto las dudas que pensé superadas, habían regresado.
—No creo que debamos preocuparnos por eso ahora —respondió intentando calmar mis nervios—. Al fin y al cabo, lo sabremos en la próxima cena.
—¿Tú cumpleaños? —cuestioné curiosa.
—Por supuesto, ¿no crees que una noticia así amerita una reunión familiar? —habló burlonamente.
Pensé, una vez más, en las reacciones de nuestras familias. Sabía que mis padres estarían contentos al saber que me casaría con el hombre que amaba, lo mismo esperaba de los Li. Me inquietaba no estar a la altura de lo que se esperaba de la sucesora del clan y no portar el apellido como se merecía.
—¿Crees que te será difícil vivir al estilo de los Li? —Shaoran tomó con cariño mi rostro entre sus manos y me vi atrapada en su tierna sonrisa.
—Solo quiero… que se sientan orgullosos de mí —respondí, siendo sincera con él—. Me aterra hacer algo mal y arruinar todo.
—Quién debería de estar preocupado por eso debo de ser yo. —Syaoran acariciaba con sus pulgares mis mejillas, haciendo que me fuera relajando a medida que hablaba—. Mi gente será tu gente y si no te sientes cómoda yo tampoco lo estaré, por eso he pensando en una segunda propuesta. Si en mis manos estuviera, ya te hubiese raptado y en este momento estaríamos casados en algún lugar del mundo: Las Vegas, quizá.
Una risa escapó de mis labios, sin duda esa propuesta me agradaba mucho. Unir mi vida con el hombre al que tanto amaba era un sueño hecho realidad. Shaoran acercó con suavidad sus labios a los míos y siguió hablando:
—En los años que estuvimos separados perdimos mucho de lo que podíamos haber disfrutado como pareja. —Recuerdos de cuando lloraba al terminar nuestras llamadas me hicieron estremecer, aparté esos pensamientos y me concentré en lo que él decía—. Por eso quiero proponerte que… Sé que es complicado, más con el hermano que tienes, pero quiero que sepas que cuentas con el apoyo de Meiling y estoy seguro de que mis hermanas nos van a apoyar.
—Shaoran… —llamé su atención, empezaba a balbucear y necesitaba saber lo que estaba planeando, aunque mi respuesta ya la tenía lista—. Solo, pídelo.
Él sonrió aliviado, me conocía muy bien. Juntó nuestros labios una vez más y preguntó:
—¿Te gustaría vivir conmigo? —Aunque tenía la ligera sospecha, su pregunta provocó que mi corazón saltara de emoción—. Tendré mi propio apartamento en Tokio y en nuestros tiempos libres podemos pedirle ayuda a mi madre para que te instruya en todo lo que debes saber y hacer como matriarca del clan. Estaré a tu lado en todo el proceso, también necesito entrenamiento. —Él igual estaba nervioso por el significado de la propuesta, pero nunca dejaría que nuestros miedos ganaran—. Lo que quiero decir es que este anillo —tomó mi mano izquierda—. Es una promesa de que el día en que desees casarte, me lo dirás. Esperaré el tiempo que quieras, hasta que te sientas preparada para usar el apellido Li con todo lo que conlleva. No porque no te crea capaz de lograrlo, quiero que veas cuanto me preocupa que estés satisfecha al ser la madre de nuestra gente…
Puse un dedo en sus labios para callarlo, Shaoran guardó silencio al instante y rodeando con mis manos su cuello, lo atraje hacia mi.
—Por supuesto que me gustaría vivir contigo —respondí, en un intento por calmar los nervios de mi prometido—, nada me haría más feliz que compartir mi vida a tu lado, cariño.
Shaoran sonrió ante mis palabras, conmovido por ellas me estrechó en sus brazos y descansó su frente en la mía, al reflejarme en sus brillantes orbes ambarinos, sonreí ante lo evidente; una velada con los Li sería nuestra última prueba a superar, aunque una cosa era segura: lograríamos convencer a nuestras familias.
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N/A: ¡Hola de nuevo! Aquí termina mi participación en Las anécdotas del Lobo, sin duda ha sido un honor participar en este proyecto y ser parte de Okami Fickers ❤ ️.
Espero hayan disfrutado lo que cada una de nosotras escribió en estos días, pues fue hecho con mucho cariño. No me queda más que despedirme de ustedes por el momento, esperando nos leamos de nuevo en un futuro.
¿Qué sucederá en la cena? ¿Los padres de Syaoran aprobarán la decisión de su hijo? ¿Touya se opondrá? ¿Qué platillos servirá la familia Li? ¡Acompáñenos a descubrirlo el día de mañana!
Daria_desu?
