"Tu voz es el más bello sonido que mis oídos han podido escuchar. Déjame embriagarme una vez más con ella."

Esa mañana, cuando Levi despertó no estaba junto a los brazos de su superior, cosa que muy dentro de su ser le decepcionó.

Nuevamente habían pasado una buena noche, aunque debido a estar de nuevo en períodos de entrenamiento debían bajar el ritmo de aquellos furtivos encuentros. No podían dejar sus trabajos a un lado.

El chico analizó la cama con sus ojos tratando de encontrar las prendas de ropa que le fueron arrebatadas de forma salvaje. Encontró su ropa interior a los pies de la cama. Tomó esta y se la puso, debía ir a su habitación y alistarse para comenzar la rutina.

Lo que no esperaba al ponerse en pie era un dolor en sus piernas bastante severo. Por un momento se planteó si era por aquella lesión que poseía en su rodilla, pero lo descartó al momento puesto que hacia mucho que su articulación no le daba bocados.

Echó la vista hacia la noche anterior, recordando un tanto de la fuerza que empleó el mayor. Su cuerpo ardió de pura vergüenza.

Se levantó con algo de dificultad y se vistió con la ropa que tenía ahí en ese mismo momento. Aunque le doliese como si le estuviesen atando con cadenas de pinchos, aprisionando sus muslos y haciendo que cada músculo de la parte inferior de su cuerpo estuviese contraído, chocando unos contra otros en una batalla campal que le dejaban hecho polvo, debía trabajar.

Puso en orden las sábanas que habían sido testigo una vez más de la intimidad que mantenía con su jefe. La dejó a la perfección.

Se apresuró lo máximo que pudo en salir de allí sin que ninguno de los miembros de la Legión le viese pues, ¿cómo podría dar una buena razón para salir a esa hora de la habitación del jefe?

A medida que andaba iba frunciendo su ceño, le resultaba realmente molesto tener aquel dolor allí. No lograba encontrar respuesta lógica, ya tenía su cuerpo acostumbrado a recibir en su interior cada X tiempo a su superior, ¿por qué dolía justo ese día?

Llegó hasta la sala donde repartían una pequeña ración de desayuno, lo suficiente como para que los soldados pudiesen coger fuerza. Su escuadrón ya estaba allí, se levantaron para hacerle una formal y leve reverencia.

"Buenos días capitán Levi."

Todos al unísono.

― Buenos días.― Tomó el asiento libre de la barra de aquel lugar.― Más les vale estar preparados, hoy les espera un día duro.― Hablaba tranquilamente, con su tono de voz de siempre, disimulando a la perfección su molestia.

A su lado estaba Hanji, quien comía con una extraña tranquilidad. Normalmente la mujer solía ir a mil por hora desde tan temprano. Levi llevó la taza a sus labios para dejar que el cálido líquido relajase su interior.

― ¿Qué les espera hoy?― Preguntó la chica mientras bajaba sus anteojos dispuesta a ver mejor a su adverso.

― Entrenamiento intensivo.― Como siempre, simple y directo.

― Te diría que fueses gentil, pero eso en ti es algo difícil.― Esbozó una sonrisa levantándose de su asiento.― Por cierto, Erwin te dejó un mensaje.― Tras decir aquello le extendió una hoja de papel. Rivaille lo leyó con tranquilidad.

¿Qué esperaba? ¿Una carta pindiéndole perdón por dejarle aquella dolencia de la que ni siquiera sabía?

Nuevamente, trabajo.

― Os quiero a todos en diez minutos en la parte de atrás.― Se levantó bebiendo lo último que le quedaba y dejando su ración que no tardó en ser devorada por Sasha en cuanto salió.

Todo su escuadrón se apresuró en acabar.

El día transcurrió como siempre, por suerte no hubo ningún aviso de que los titanes tuviesen ganas de fiesta y viniesen a molestar.

El escuadrón de Levi trabaja sin pausa, les tocaba cuerpo a cuerpo en ese momento mientras que el capitán de este se paseaba echándole un vistazo a las técnicas que sus subordinados empleaban.

Tuvo que parar alguna que otra vez a las parejas para mostrarles una forma más efectiva de acabar con su oponente sin siquiera darle tiempo a respirar.

Por mucho tiempo que pasase, los subordinados de aquel temido capitán no dejaban de alucinar ante la increíble fuerza y habilidad de este a pesar de su pequeño cuerpo.

No sabían exactamente nada de su pasado, nada de donde venía aquella bestia de rostro indiferente. Lo que sí tenían claro es lo mucho que le respetaban, no sólo por ser el capitán, sino porque el respeto se lo había ganado a pulso.

Una llave dejó al soldado Eren en el suelo, mientras que Rivaille mantenía firme su agarre, si quisiera podría partirle el brazo allí mismo. Si las miradas matasen, Mikasa habría acabado con su superior, mas aquellos fríos ojos no le importaban lo más mínimo.

― Y así es la manera más conveniente.― Terminó de explicar mientras se levantaba del suelo, soltando al chico.

Chasqueó la lengua ante la leve punzada que recibió en su muslo derecho, realmente aquello le estaba jodiendo y bien.

Sin prisa pero sin pausa los minutos pasaron, convirtiéndose en horas. Llegó el momento de tomar un descanso para reponer energías.

― Id a comer algo, tomaremos un descanso antes de empezar las estrategias de maniobra.― Ordenó el chico, viendo como todos se iban, se dejó caer con suavidad a la sombra de un árbol.

― Capitán, ¿no viene? ― El rubio de ojos azules miró a este, algo preocupado por el estado de su superior, puesto que no se veía en su mejor imagen.

― Voy a descansar aquí un rato.― Evitaba mirarle, la vergüenza le consumía al pensar en la verdadera razón de su dolencia.

― ¿Está bien?―

― Sí, vete a comer anda.― Y tras un grito por parte de uno de sus compañeros de escuadrón, se apresuró en marcharse y dejar sólo al azabache.

Levi posó la mano en su muslo derecho, acariciando esa zona con serenidad mientras que pequeños recuerdos de las noches venían a su mente.

Se le vino uno especial, uno que sin duda le hacia derretirse pero a la vez le avergonzaba sentirse tan bien en aquel momento.

La fuerte mano de su superior aprisionando las suyas, dejándole inmóvil. Mientras que recorría cada parte de su cuerpo con las frías yemas de sus dígitos, haciendo que cada nervio de su cuerpo reaccionara y se contrajese de una forma tan placentera que le hacía temblar.

Sacudió su cabeza, tratando de evitar que aquellos pensamientos nublasen su mente.

Quería levantarse, pero sus piernas estaban aún cansadas. Decidió no moverse hasta que no tuviese que volver al entrenamiento. También decidió que iría a quejarse a su comandante para que tratase de no volver a dejarle con molestias, es decir, que se contuviese.

Tras un largo y tedioso rato mirando a un punto indefinido del paisaje y pensando de todo, la soledad de Levi se vio interrumpida por sus subordinados. Ya habían repuesto fuerzas y habían comido por lo que podían dar comienzo al entrenamiento con los equipos de maniobra.

Debían ensayar técnicas y estrategias nuevas que pudiesen ayudar en la defensa y la investigación.

Finalmente Rivaille se puso en pie y ordenó que le siguiesen hacia el interior de la ciudad.

Una vez allí, dijo qué objetivos tenían que cumplir y les dejó emprender el rumbo hacia dichas metas, no sin antes aclarar que el equipo que antes lo consiguiese se salvaría del castigo.

Sin duda nadie quería ser castigado por el capitán Levi.

Se movía de vez en cuando, sintiendo un infierno en su parte inferior cuando las correas apretaban sus tonificados músculos. Ni siquiera podía ir con el equipo sin molestias, cosa que le enfadaba.

El resto del día transcurrió con tranquilidad, sin ningún aviso de última hora, cosa que los miembros de todos los grupos agradecían. En esos tiempo no había nada mejor que un día con tranquilidad en sus vidas.

― Ya hemos acabado.― Comentó el capitán de aquel escuadrón cuando la última miembro puso un pie en el tejado en el que estaban.― Podéis iros a descansar.― Tras decir aquello último, usó por última vez su equipo de maniobra para acercase al edificio principal.

Cuidando de que nadie le viese ingresó en el pasillo donde se encontraba el despacho de su superior. Se acercó a paso tranquilo y sin hacer ruido puesto que no quería llamar la atención de ningún miembro de la Legión.

Una vez estuvo frente a la puerta, sin siquiera picar tomó el frío pomo dorado con su mano derecha y abrió esta. Un pequeño crujido proveniente de las clavijas interrumpió el silencio.

Se quedó callado al ver a uno de los miembros allí, no sabía exactamente qué decir pues pensaba que su superior estaría sólo a aquellas horas. Casi por instinto, apretó sus puños.

― Está todo en orden.― Dijo Erwin con un tono neutro en su voz al ver al hombre que había entrado sin previo aviso.― Tenemos una reunión. Si nos disculpas, Mike.―

El nombrado simplemente tomó sus papeles e hizo una pequeña reverencia como muestra de respeto. Comandante y capitán no tardaron en quedarse sólos.

La atmósfera se tornó pesada, pues ninguno de los hombres allí presentes formuló palabra durante unos largos y asfixiantes minutos.

El rubio terminó de ordenar diversas hojas que parecían ser informes. Esperó a que el menor dijese algo mientras realizaba aquella acción, mas este se limitó a mirarle con aquel gesto indiferente que tanto esconde.

Dejó a un lado el pequeño taco de folios y se levantó de su asiento dando unos pasos al frente para apoyarse sobre la oscura mesa de la sala. En ningún momento apartó sus orbes del pequeño hombre.

― ¿Y bien? ― Finalmente aquel silencio fue roto. Levi sintió como si aquella cuerda que le estaba cortando el flujo respiratorio hubiese sido cortada.― ¿Para qué has venido? ― El menor parecía estar en blanco.― Para algo has entrado sin avisar, ¿no? ―

El azabache apartó la mirada un segundo pues la presión que sentía al observar fijamente a su comandante no era normal. Parecía como si este le estuviese echando la bronca, haciendo que sus intenciones de quejarse hubiesen sido nubladas. Le avergonzaba el simple hecho de pensar que interrumpió una reunión entre aquellos dos por una simple queja personal.

Erwin al no recibir siquiera un amago de responder se acercó al más bajo. Usó su mano izquierda para tomar el mentón ajeno y así elevarlo.

― ¿Vas a responderme, Levi? ― Hacía tiempo que no escuchaba al mayor decir su nombre. Odiaba que aquella voz fuese como el mismo alcohol: Doblegaba su voluntad.

― Era una simple tontería.― Se deshizo de aquel agarre dando un paso hacia detrás, buscando un poco de distancia entre ellos.

― ¿Has interrumpido una reunión por una tontería y ahora no me cuentas siquiera? ― Avanzó un paso.

Levi no pretendía ser arrinconado por su superior, mas si seguían ese ciclo no tardaría en chocar su espalda contra la puerta.

― Sólo quería decirte que eres un maldito bruto.― Su vista se posó en un punto cualquiera que no fuese el rubio. No podía ni pretendía dejar que su orgullo y/o reputación fuese pisoteada.― Y que la próxima vez que me dejes con dolores voy a encargarme personalmente de que no puedas caminar. Pienso destrozar los huesos de tus piernas uno a uno.―

En aquella sala, que había sido consumida por la oscuridad y sólo era iluminada por una tenue luz, se escuchó una risa.