— Parezco un anciano, no me gusta — Replicó Uruguay, mirando la placa —. ¿Podemos tomar otra?

— Todos hemos salido mal en una... ¿Qué te hace pensar que eso no va a seguir pasando?

— Qué insolencia a la vista. No me lo esperaba de Uruguay, voy a tener que irme a lavar los ojos — Argentina dijo, consiguiendo la risa de los otros dos.

— ¡Qué decís! SI SOS VOS el que sale como sorete de mono en tres de las cuatro placas — Le dio un empujón en el hombro de inmediato.

— Eu sou tão bonito! — Brasil había sido el único que salía bien en todas las fotografías tomadas hasta ese momento — Eu me saio bem em todas as fotos.

— Dios mío, dame paciencia...— Susurró la fémina. Agarrándose la cabeza.

— ¡Y vos Chilena, salís mirando a otra parte! Como siempre viste, acá, acá ¡Y acá estás mirando a Sebas! — Le reclamó, de forma casi infantil, su querido vecino — ¿Y de qué te reís vos?

— Nada, nada, sólo pensaba que incluso para Chile, fue imposible no mirarme — Uruguay miró al horizonte, mientras brillos y flores aparecían a sus espaldas.

— ¡Bien, pónganse para hacer una última placa! Señor fotógrafo, por favor — dijo ella. Mirando inquisidora a todos, una vez más.

Todos obedecieron y se pusieron juntos una última vez.


Fue un viernes 6 de julio, cuando Argentina, la favorita, la cumpleañera y la dueña de casa, entró en el Estadio GEBA; Buenos Aires alentó a su selección. Eran las 2 y media de la tarde, cuando Argentina y Chile disputaron un partido de fútbol.

— Eh Chilenita, ¿Recordás que invitaste un café a Sebas? Ahora soy yo ¿Qué me vas a dar si gano? — Preguntó. Bien sentado en su butaca, con una sonrisa gatuna.

— ¿Qué me vas a dar tu, si es que soy yo quién gana? — Le pasó el abanico por la garganta —. Mis chicos pueden darte una sorpresita, así que apostemos... ¿Qué me vas a dar si gano? — Sonrió, atrayente y magnética.

— Bueno... elegí vos — Sonrió, sentándose mejor en su asiento —. ¿Y si gano yo? ¿Podré escoger cualquier cosa también? —

— ¿Qué quieres, en especifico? — Se volteó a verlo.

— Bueno... yo quiero divertirme — Bajó la mirada y se tomó la barbilla pensativo —. ¡Ya sé! Quiero que me acompañes, pero sin rechistar.

— Bien — La chilena estrechó su mano —. Si yo gano, tendré cualquier cosa... CUALQUIER COSA — La voz de la chilena fue maliciosa ¿Qué iba a querer? ¿La casa rosada, ladrillo por ladrillo? —. Y si tú ganas... Seré completamente tuya por 24 horas.

— Aceptá, que incluso si pide tus monumentos nacionales, ladrillo por ladrillo, vos salís ganando boludo — Uruguay lo zarandeó un poco, pensando lo mismo que él, casi de forma inmediata.

— Trato hecho — Sonrió Argentina, como todo un ganador, con orgullo y convicción.

Para nadie fue novedad que Argentina terminara ganando, seis goles anotó la albiceleste, aunque Chile conservó la honra que había perdido en el partido de Uruguay, y también logró poner un gol en el arco rival. El marcador cerró a favor de Argentina, 6 a 1, dando una espectacular presentación en su primer partido en el campeonato sudamericano de naciones.


El 8 de Julio, Chile empató con Brasil a un gol cada uno. Eso daba por terminada la participación de Chile ante el campeonato. El único punto que ganó, le dio cierto orgullo; decidió no marcharse, tenía que quedarse hasta el final, además, tenían asuntos que discutir.

La luz del día se fue marchando.

— Y ahora sí... Sos toda mía — Dijo el argentino. Con una sonrisa en la cara y los hombros relajados.

Estaban vestidos de forma sencilla, sin adornos, joyas, nada. Simples personas de clase media baja. Y se sentían increíblemente cómodos de ese modo. Podrían pasar fácilmente por una dupla joven en busca de diversión, y eso es exactamente lo que eran.

Argentina sabía muy bien, lo impresionada que había quedado Chile al llegar a Buenos Aires, pero también quería mostrarle la cultura que se iba formando en sus bajas calles. Bajo los faroles y callejones, entre la bruma que subía desde el mismo puerto. Todo aquello, que también era parte de él.

— ¿Dónde iremos? — Preguntó ella. Arreglándose un sombrerito de fieltro terracota, sencillo y pegado a su cabeza.

— Ya te dije Violetita, vamos a divertirnos un montón — Pidió su mano, y la puso de inmediato sobre su brazo —. Vamos a ir a bailar algo que suena hace unos años acá, bueno... no es de todos los gustos. Ya sabés, esos ancianos lo encuentran vulgar.

En una calle iluminada se escuchaba música, y muchos jóvenes estaban rondando por el lugar, podía oír bandoneones, guitarras y violines, quizás una que otra flauta. Ella apretó más su brazo cuando se dio cuenta que entraban en un arrabal, a lo que Martín se le rió en la cara, solo dijo:

— Así que hoy, vas a ser mi pareja de baile, hasta que tenga que llevarte en brazos por dolor de pies.

Ella mantuvo un lindo puchero en su rostro, pero entonces se recompuso para contestar:

— Entonces, pies ligeros, has de ser mi profesor — Levantó la barbilla y sonrió, desafiante y confiada.

Las mujeres a su alrededor, lucían sus vaporosos vestidos y chales. Los pasos de baile, eran poco más que indecorosos. Esas sonrisas ya olvidadas, de otras épocas más felices, bailaban en sus rostros amorosos. Pechos vacíos y en busca de su par.

— Bien, entonces — Se estiró el cuello, un poco —. Abrazáme con una mano, como si ésta noche no quisieras soltarme, abrazáme. Yo sostendré tu mano y guiaré tus pies. No te asustes de los pequeños empujones, así aprendés...

La chilena escuchó un poco dela música y le gustó, bastante, aunque ya acababa cuándo se hubieron posicionado.

— ¿"Ámame mucho"? — Susurró para sí, dando un suspiro.

— Cuándo te tengo así... — Susurró él, sin bajar su cabeza, estirado como en ballroom —. Escucho tu pecho abrirse cada vez que respirás, susurrá, cantá, que te escucho... ¡Héctor, otra vez!

Martín movió la cabeza y despegó la mano de su cintura, sólo sintió sus dedos rozandole suavemente algunos cabellos rebeldes ¿Hacía un gesto?

— Chilenita... "Allá en la noche callada, para que se oiga mejor... Ámame mucho que así amo yo" — Cantó; casi directamente en su oído, golpeando suave con las puntas de sus zapatos, los zapatos de ella, guiándola suave y lento en ese bailar —. "Canta el risueñor su trino ¡Ay sí; ay no! Canta el ruiseñor su trino con melancólica voz", miráme, escuchá chilenita... "Ámame mucho que así amo yo".

Los susurros melodiosos, y el canto personalizado, hicieron que levantara la cabeza, alejándose del nido entre el hombro y mandíbula de él. Quién tenía los ojos fijados en ella. Los grandes verdes enjaularon a los almendrados ojos fijos y avellanados, robando ese momento de timidez solo para su memoria. Aquí estaban solo ellos dos. Así que continuó:

"Yo soy como el pobre cisne, ay si... ay no... yo soy como el pobre cisne que canta cuando se muere, ámame mucho que así amo yo, ámame mucho que así amo yo".

Hizo medio giro, metiendo una de sus piernas entre sus rodillas, la chilena solo... Solo lo permitió, ella había perdido la apuesta.

— Podés moverte a destajo chilena...

La Argentina se burló de ella con una sonrisa. Y, sin embargo, su rostro lució muy complacido, cuando en el siguiente movimiento hacia atrás, ella enrolló su pierna izquierda, y se dejó caer sobre él, sin despegarse ni un centímetro ¡Eso fue tan...sexy! Lo que le dio a Argentina más razones para seguir las clases.


Brasil jugó con Argentina el 10 de julio de 1916, ciertos temas comenzaron a formarse en ese momento, y Brasil luchó hasta el final, sin embargo, no pudo ganarle al dueño de casa. Empatando también, a un gol cada uno, y el argentino no quedó muy feliz con los resultados, pero aún iba primero en ese momento, él con 3 puntos y Brasil con dos puntos, Uruguay aún debía jugar dos partidos.

— ¿Se fue la chilena? — Preguntó Argentina, volviendo a las gradas, no muy feliz.

— Mirá esa carita de perdedor — Uruguay le recibió con una sonrisa —. ¿Se te aguó la fiesta? ¿No te acordás de las 24 horas de felicidad? Andá.

— ¡Sebas! — Se tiró encima del uruguayo —. Callá guri, no te fajo nomás porque nos están mirando... Sonríe hijo de puta — Dijo susurrando. Con una sonrisa fingida mientras se daban sus buenos codazos en las costillas.

Brasil salió rápido a saludar a algunos representantes de su país, dispersos como estaban, no les prestaron tanta atención.


— El 16 será el último partido — Dijo la chilena. Sentada en el camarote más interno —. Realmente quería que pudieras verlo. No pensé que Uruguay estuviera durmiendo exactamente arriba, tampoco podemos exponerte en las gradas.

— Nein, nein. Es ist okey, Schatz — Acarició su rostro con las yemas de sus blancos pulgares y con una sonrisa —. Te estás arriesgando mucho por mí.

— ...Cuándo me sacaste de ese estado, ya sabes, cuándo no podía sostenerme de ebria, y andaba tirada en las calles, yo... — Suspiró —. Es muy vergonzoso recordarlo, pero me hice la promesa de cambiar, y también... Que te ayudaría, siempre vas a contar con mi apoyo mientras pueda brindarlo...

— Nein — Agarró con la punta de los dedos sus mejillas y las apretó firme, serio y confiado —. Tienes que pensar más en ti misma.

— Pero estoy preocupada — Dijo. Con la boca hecha un piquito —. Quiero ayudar, no me gustaría que te sucediera algo malo... ¿Crees no lo entiendo? Estamos disfrutando tanto acá, y allá en el viejo continente... ¡La guerra está desatada! Incluso si probamos con un acto de hermandad, que estamos bien, nos afecta, entonces, por supuesto que me preocupo.

— Meine Gott! — Se cruzó de brazos, molesto y serio —. ¿No confías en tu maestro? Escucha, si quieres que esté orgulloso, entonces vuelve a los principios: Táctica, planificación y dirección. Tu, que odias las guerras, necesitas precisión, estrategia y visión a futuro.

— ...Quiero ser como Prusia — Dijo ella, sin inmutarse.

— Lo sé, es porque soy increíble — Dijo, sonriendo —. Soy tan asombroso... Pero pequeña, hay guerras que puedes ganar sin comenzarlas, aprende a escoger.

— Bien... — Sus mejillas estaban muy rosadas, de tanto ser apretadas —. Entonces te dejaré aquí... Volveré en pocos días.

— Ve tranquila, yo estoy a cargo aquí Kesesesese.

— Este barco se supone que es para protegerte... — Chile suspiró —. No dejes que te vean o no podremos desembarcar en Europa.

— No te pondría en peligro — Aseguró.

Unos saludos rápidos y la chilena se subió al bote, con un baúl de roja madera como "evidencia". Si le preguntaban, solo diría que fue a buscar más tapados de invierno.


El 12 de julio de 1916, Uruguay, el gran favorito, venció a Brasil en un partido reñido, sólo un gol por encima del equipo brasileño. Aquello le dio una ventaja ante Argentina, teniendo 4 puntos, y habiendo pasado invicto al último partido.

El dueño de casa no estaba del mejor humor, de hecho, los problemas habían seguido. Uruguay parecía bastante ofendido por lo de los últimos días, y buscaba cualquier excusa para atacarlo. Usaban a Brasil y a Chile como armas, pues a uno se le ocurría ir a un evento X e invitar a Brasil, el otro se enteraba, e iba corriendo con Brasil a invitarlo a otro evento antes.

Para éste punto, sólo eran dos niños peleando. O eso había dicho Brasil.

Y finalmente... el día del último encuentro se daba entre Uruguay y Argentina.

— ¡Vos sos el que tiene piernas de tronco, helipuerto de moscas!

— Ehhh Pará, pará ¡Vos no podés decir eso nabo de Gil!

— ¿Y quién sos vos para decirme lo que tengo que decir o no? ¿Mi papá? Andá...

— Y sí, te voy a educar, que esta tarde nos fajamos ¡Guri de mierda!

— ¡Educáme bien la re concha de tu madre! — Gritó, nuevamente. En ese punto, se le fue a los golpes.

Y sí... era 16 de julio de 1916.

Las patadas iban y venían, puños limpios de frente, y ganchos desde arriba y hacia abajo. Llevaban cinco minutos de haber pitado el inicio del partido, los países se estaban revolcando entre las butacas y el suelo... Y las tribunas se peleaban entre fanáticos. Entonces la policía tuvo que entrar a dispersar los disturbios.

También... Los caricaturistas y periodistas se acercaron al exclusivo apartado de los países...

— ¡Detenlos, por favor! — Gritó Chile.

Ella agarró el brazo de Brasil, pidiéndole que los detuviera. Brasil no parecía querer intervenir, es decir ¿Podría meterse en una pelea de perros? Casi no podía y sinceramente, no quería.

Las cámaras se estaban acercando, junto con los caricaturistas de los periódicos. Y Ella los veía cada vez más cerca.

— ¡Vámonos, por favor! — Ahí mismo, se metió en medio, a tropezones con su vestido.

Brasil suspiró rendido, estaba divertido verlos pelear, pero aún había cierto "orgullo" que mantener. Los dos se metieron en la pelea, y a Brasil le llegó una patada en la espinilla desde Argentina, lo que lo hizo agacharse... En el momento en que Uruguay lanzó un puñetazo, puño que terminó en la cara a Chile, quién dio un pequeño quejido al caer hacia un costado.

Increíblemente, eso paró la pelea, y Brasil ni enterado, sobándose su piernita.

— ¡Mira lo que hiciste! — Gritó Uruguay. Levantándose de golpe.

Brasil lo sostuvo del estómago para evitar que se fuera encima de Argentina, otra vez.

— ¡Vos empezaste! — Argentina gritó —. ¡Le pegaste a una mujer, maricón!

En ese momento levantó un brazo para una segunda ronda, pero eso no sucedió.

— ¡A callar! — Gritó Chile. Desde el suelo, algo mareada por el tortazo inesperado.

Se levantó lentamente, ignorando la mano de Argentina, y también la de Uruguay. Prusia le había dicho que escogiera sus batallas... Esta era una que claramente había perdido, y ni siquiera era suya.

Agarró el brazo de Brasil, quién no sabía exactamente qué estaba haciendo, y caminaron con dignidad, llamando la atención de todos, dando tiempo a la seguridad para llegar. Los guardaespaldas los sacaron de allí, mientras eran rodeados por una turba de periodistas y también, de hinchas molestos.

No alcanzaron a llegar al minuto 6 del partido.


Tras una larga deliberación de los organismos fundadores, decidieron detener el clásico rioplatense. Jugarían al día siguiente, 17 de julio de 1916, en las dependencias de Racing Club, el Estadio en Avellaneda, con una cancha optima, pero con pobre estructura para los hinchas que querían entrar, ni comparado a la GEBA. Lo que fue una especie de castigo para los dos países que se habían agarrado a puños y patadas.

— ¿Quién crees que gane? — Preguntó Brasil. Sentado en una banquita con Chile.

— Ojalá pierdan los dos — Sentenció. Molesta.

Brasil lucía muy bien, aunque su pierna tuviera un moretón, bajo los pantalones no era notorio. Pero Chile, estaba usando un sombrero con redecilla que caía sobre el ojo en tinta que tenía ¿Quién le manda meterse en una pelea a los puños con esos sujetos que claramente no estaban viendo razones?

Los sujetos en cuestión, estaban separados, uno en cada esquina, por si acaso. Finalmente, tras muchos problemas, el partido comenzó y terminó sin incidentes notorios y así, cerraron la cuenta 0 a 0. Empatando.

— ¡Si, yo gané! — Uruguay corrió hacia la cancha, celebrando con sus compatriotas.

El panorama se volvía negro para Argentina. El segundo lugar colgado al cuello.

— Uruguay es un aguafiestas — Dijo Brasil. Yéndose a sentar a su lado.

— Si, un aguafiestas total — Susurró, molesto. Hubiera sido maravilloso celebrar su cumpleaños número cien con una victoria, pero eso ya no sería así.

— Yo pienso... — Chile también se dejó caer a su lado —. Quizás, el otro podría ser tu año.

Argentina suspiró. En realidad, ya había perdido ¿Qué podía hacer? Miró a Brasil que le removía en su asiento, intentando levantar su animo, y Chile, que tomó su brazo, brindándole calor.

— "Confederación sudamericana de fútbol" — Le dijo Chile.— ¿No suena bien?

Argentina sabía que lo intentaban animar, quería animarse, pero le daba algo de odio ver celebrando a Uruguay, el provinciano le había ganado, que trago amargo.

— Martín... — Llamó ella. Sobó su brazo con su palma, dándole calorcito.

— Es muy largo... — Dijo él. Frunció el ceño mirándola, y luego miró al brasileño —. Van a ver como en poco se olvidan del nombre, esos dirigentes son unos imberbes.

— Ah, imagínate yo... — Brasil suspiró, haciéndose el molesto.

— ¡Eso! Deberíamos llamarlo... CSF o... ¿CONSUFU? — Argentina volvió a mirar a Chile —. ¿Y CONMEBOL?

— Bueno, suena mejor — Sonrió ella, acercando su rostro y besando su cachete, entre risas —. ¿Vamos a tomar un cafecito?

Argentina hizo un pequeño puchero, mirando a su vecina. No tenía muchas ganas, la verdad...

— Yo no voy... — Brasil codeó a Argentina y le cerró un ojo — ...Uruguay tampoco.

— Vamos... Yo invito — Le removió un poquito y se rió bajito —. ¿O acaso no quieres pasar tiempo de caridad con tu vecinita? Que triste, Argentina no me quiere... ¡No me quiere ni un poquito!

El victimismo fingido de la chilena le sacó una sonrisa. Poco pudo negarse, cuando ella se levantó y le sostuvo de la mano, él tuvo que seguirla, y también, porque Brasil le empujaba con fuerza, entre risas.


- 202(1). VAMOS GANHAR!-


— ¡Vamos locoooooo!

Argentina se lanzó de rodillas en la alfombra de su casa, gritando a todo pulmón y abrazándose a su bandera. Al mismo tiempo empezó a llorar, agradeciendo a los chicos, diciendo que Di Maria y Messi eran lo más grande que tenía la selección, se juraba a si mismo que le haría una estatua a Scaloni.

Sólo se lamentaba no poder estar celebrando con los chicos, no lo habían dejado salir por sospecha de eso que empieza con CO, y termina con VID. Igual no podía ser tan inconsciente de irse a Brasil a celebrar, mientras todos estaban encerrados en su casa, porque el cabeza de termo de su presidente era un pelotudo. Y él juraba que estaba a punto de cometer un presidincidio si es que esa cuarentena se alargaba otro año.

La rompería en Qatar, estaba seguro ¡Ese mundial era suyo! La racha secundona se había roto y con un maracanazo.

Su teléfono comenzó a sonar con notificaciones, la mayoría felicitándolo. Celebrando, no que había ganado él, sino que había perdido Brasil, pero no le importó.

Miró el cuadro de cobre sobre la mesa... Más de cien años habían pasado de eso. Uy, en ese entonces era tan serio, pero jovencito... No, no, no, no estaba viejo, estaba más crocante, pero viejo jamás. Se felicitó a si mismo por no envejecer, como Uruguay, sus mayores logros eran del siglo pasado, jah, un dinosaurio más.

Bueno... No podía salir a celebrar, pero cuando viera al brasileño... Jajaja... Cómo lo iba a disfrutar. Hace cien años Brasil lo empujaba para que fuera con Chile, le hacia el paro para que salieran a divertirse por ahí, y ahora era Chile la que lo empujaba para ir con Brasil. Las cosas cambian, pero nunca tanto.

Una historia de nunca acabar. Sudamérica papá, Sudamérica y el fútbol.

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FIN.

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Palabras finales: ¡He terminado! Oh, alabados sean los dioses. Creo que fue hace unos cuatro años atrás cuándo comencé ésta historia, igual en un ambiente futbolero, por ese entonces sabía que tenía que investigar sobre la historia del futbol sudamericano, había salsa a por montones. Tuve que mentalizarme en 1916, primera guerra mundial desatada, Argentina adornando hasta los pastitos para que se recuerde por siempre su centenario. La seriedad del pasado, la educación... Un tanguito igual (¿Por qué en mis historias siempre hay un tango metido?).

Intenté que todo fuera lo más histórico posible, pueden haber errores históricos, sin duda ¿Me per-donan?

Una especial mención a una persona que me ayudó durante todo este tiempo, y esta historia no sería nada sin esta genia argentina patagona loca que era capaz de subirse por una ventana para tomar señal y ayudarme con los diálogos. Gracias, Gracias, Gracias.

Y Gracias a todos ustedes, lectores, que se quedaron hasta el final.

Atte. Reino Inquieto.