Comparado con la tortuosa tarea de convencer a sus padres de volver a estar juntos… una mudanza a otro país era prácticamente coser y cantar.

Mientras guardaban sus cosas en las cajas, si bien Emma, Hugo y Louis no podían evitar sentir algo de melancolía al dejar atrás la casa en la cual habían vivido durante los últimos 3 años, era más su alegría de regresar a París. Aunque no todo era pura alegría. Adrien había solicitado una transferencia a una escuela de París, y estaba tomando más tiempo del que le gustaría. Intentaba mantener buena cara en presencia de sus hijos, pero ellos igualmente podían ver cuan agobiado estaba.

Finalmente, el día de la mudanza definitiva llegó… Adrien, Emma, Hugo y Louis tomarían el tren que los llevaría a París. Pero por esos raros giros del destino…

Estaban aguardando tranquilamente en la estación, cuando el celular de Adrien sonó dentro del bolsillo de su abrigo.

-"Hola… "- respondió Adrien. -"¿Qué…?"-.

-"¿Qué pasa, papá? "- preguntó Emma, curiosa.

-"Un momento…"- se excusó Adrien, volviéndose hacia su hija. -"… Es el supervisor"-.

Emma miró a sus hermanos, y estos le devolvieron la mirada. ¿Debían recordarle a su padre que estaban al tanto de que "el supervisor" era un código para "Alerta Akuma"? Fuera de eso… ¿Por qué justo ahora que esperaban un tren a París? ¿Su padre tendría que usar ese cool traje espacial con alas de murciélago que habían visto en viejos videos del Ladyblog? ¿Tendrían que viajar en tren los tres solos? ¿Los llevaría con la Tía Abuela Amelie antes de irse? ¡¿Qué rayos esperaba para colgar ese teléfono e ir a ayudar a mamá?!

-"¿No hay nadie más que pueda ocuparse…?"- exclamó Adrien. -"Entiende, ya estamos en la estación… Sí, la misma… entiendo"-.

Colgó, y tomó una respiración profunda antes de dirigirse a sus hijos.

-"Chicos… Me temo que-…"-.

-"¿Adrien? ¿Eres tú?"-.

Los cuatro se volvieron y vieron a una pareja que conocían muy bien.

-"¡Tío Nino! ¡Tía Alya!"- exclamaron Hugo y Louis al mismo tiempo, saltando se sus asientos para abrazar a la pareja.

-"¿…Y quienes son estos diablillos tan grandes?"- preguntó Alya divertida.

-"Tía Alya… los viste hace como dos semanas"- dijo Emma casi apáticamente.

La chica ya había agotado su emoción de volver a ver a sus tíos honorarios cuando ella y sus hermanos viajaron a París por primera vez en tres años para pasar sus vacaciones con su madre. Vacaciones en las que descubrieron que su madre no solo era una superheroína, sino la mismísima Ladybug, co-líder del Equipo de Superhéroes Parisinos, y Guardiana de la Caja de los Miraculous. Sin duda, decir que habían sido "las mejores vacaciones de la vida" se quedaba corto. Con todo, incluyendo el drama de convencer a sus padres de volver a casarse; digno de una comedia. Además de unos cuantos ataques de akumas…

Emma aún se reía al recordar la cara de su madre cuando se le escapó el hecho de que su padre era Chat Noir. En serio, ¿la mismísima Guardiana de los Miraculous divulgando la identidad del portador de uno de los Miraculous más poderosos?

Su padre nunca había renunciado a ser Chat Noir, y Ladybug estuvo de acuerdo en que era mejor que conservara su anillo para que pudiera protegerlos a ella y a sus hermanos si algún día se encontraban en peligro. Recordando las contadas noticias de París en las que Chat Noir se unía al equipo, no le fue difícil darse cuenta de que la "llamada del supervisor"; un tipo sin rostro que a veces llamaba en los momentos más inoportunos, era el código para cuando era requerida su presencia. Ahora hasta parecía más que obvio que su padre era un superhéroe.

Y algo que prefería no recordar… era que tal vez nunca podría disculparse lo suficiente con su madre por acusarla de "abandonar a su padre para irse con Chat Noir".

-"Pues parecen al menos… 3 cm más altos"- respondió Alya.

-"Imagino que Marinette los envió"- dijo Adrien.

-"¿Acaso lo dudas?"- respondió Alya mostrando un par de gafas oscuras; el Miraculous del Caballo.

-"Alya acompañará a los chicos… y yo me quedo para ayudarte a darle una paliza a ese molesto supervisor"- dijo Nino, apenas pudiendo contener la risa por lo último.

Ahora que los niños estaban al tanto de todo era innecesario hablar en código en su presencia, pero ¿quién le decía que no podía usarlo como chiste privado?

-"No es gracioso, Nino"- dijo Adrien.

-"Lo dice el que no paraba de hacer chistes sobre gatos…"-.

-"… y por algo soy profesor en vez de comediante"-.

Todos rieron.

-"Muy bien. Que tengan un buen viaje… Y saluden a todos por mí"- dijo Adrien mientras recogía su equipaje de mano y le entregaba su boleto a Alya.

-"Lo haremos"- aseguró ella, entregándole las gafas al rubio.


La llegada a París habría sido aún mejor si su padre hubiera podido estar presente, pero al menos lo estaría cuando llegaran a su nueva casa. Alya se ocupó de llevarlos a la panadería de sus abuelos; esperaba que Marinette le pagara con unos macarons frescos por su trabajo como niñera… ya había perdido la cuenta de las veces que tuvo que cubrirla cuidando de Manon, Chris y de sus hermanitas gemelas. En cuanto los mellizos les explicaron la situación a sus abuelos, era notorio que también estaban algo molestos, pero lo entendían.

-"Primero el problema con la transferencia, y ahora esto"- acotó Tom en tono tranquilo.

-"No es culpa de papá que lo llamaran en un momento tan inoportuno"- dijo Hugo.

-"Papá en verdad quería venir…"- dijo Louis.

-"No estoy culpando a su padre, niños…"- aclaró Tom.

-"Por cierto, ¿dónde está Marinette?"- preguntó Sabine.

-"El supervisor…"- murmuró Emma sarcásticamente.

Hugo y Louis intentaron contener la risa.

-"¿Qué?"- preguntó Tom.

-"Queeee… Algo surgió a último minuto, para ambos, no solo Adrien"- respondió Alya. -"Así que me pidió que fuera a Londres…"-.

-"Aww, Alya… ¿qué haría nuestra hija sin una amiga como tú?"- comentó Sabine afectuosamente y se acercó a la mujer para abrazarla.

-"… Al parecer, nada"- murmuró Emma.

-"Deben tener hambre luego de un largo viaje, especialmente tú Alya…"- exclamó Tom. -"¿Quién gusta de unos macarons frescos?"-.

-"¡Yo…!"- exclamaron Alya y los tres niños al unísono.


Fue un momento como salido de una película romántica.

En cuanto Adrien divisó a Marinette… ella saltó a sus brazos, casi derribándolo, y compartieron un largo y apasionado beso. A pesar de mantenerse en contacto, sus visitas a Londres y "las visitas de Chat Noir", no habían podido permitirse ser tan abiertamente afectuosos en años. Como superhéroes, se mantenían estrictamente profesionales; un acuerdo al que ambos habían llegado tras rebelarse sus identidades. Mientras que Marinette y Adrien eran una pareja felizmente casada, "Ladybug y Chat Noir" solo eran amigos. Como civiles, debían mantener las apariencias de una amistosa pareja divorciada. Ni siquiera se permitían un beso cuando ella estaba de visita. Era una tortura para ambos, pero también necesario. No podían arriesgarse a que alguno de sus hijos los viera. Les habrían dado falsas esperanzas de que sus padres pronto volverían a estar juntos.

Por más que se repitieran a sí mismos que era necesario, no faltaron los momentos de tensión. Y no siempre era de la buena. Aunque discutían con más frecuencia, nunca llegaban a los gritos; sus discusiones eran para resolver sus problemas y desacuerdos, no para herirse. Al principio, también era incómodo para ambos volver a verse como superhéroes. Habría sido una mentira decir que ni una vez pensaron en que podrían ser una pareja mientras usaban las máscaras. Nadie se habría sorprendido de volver a ver a Ladybug y Chat Noir besándose. Sus hijos continuarían a salvo. Pero eventualmente podrían sentirse demasiado tentados de reanudar su relación como civiles.

Pues ya no más…

La idea era que tras derrotar al Akuma, llevarían a Adrien de regreso en Londres para que tomara otro tren, manteniendo la fachada de que regresaba a París por primera vez en tres años. Luego de reencontrarse en la estación, irían por los niños a la panadería de Tom y Sabine en el auto de Marinette… pero ella tenía algo más en mente.

-"Sabes… he estado pensando"- dijo Marinette una vez que se separaron. -"antes de ir por los niños, podríamos hacer una parada en Jardins de Montmartre"-.

Adrien llevaba poco más de tres años viviendo en Londres; con visitas ocasionales a París que no le dejaban con el tiempo suficiente para dar algún paseo, pero recordaba lo suficiente como para saber que Marinette estaba hablando de un hotel. Y la idea no le disgustaba para nada. "Un momento sólo para ellos". Por primera vez en lo que literalmente eran años. Pero antes de inclinarse para volver a besar a Marinette, no pudo evitar bromear:

-"¿Ahora nos toca mentir a nosotros?"-.

-"¿Y por qué no? Nuestros hijos y amigos no fueron del todo sinceros cuando intentaban reunirnos"-.

Ignorando los ahogados gruñidos malhumorados que provenían del abrigo de Adrien, y la pequeña risita que se asomaba del bolso de Marinette, volvieron a besarse, más intensamente que antes…

… y se separaron al escuchar emocionados vitoreos cercanos. En nada, se vieron rodeados no solo por sus hijos, Tom y Sabine, sino también por Alya, con su teléfono en mano, Nino… y el resto de sus amigos de la escuela.

FLASHBACK…

En la panadería, Marinette recibió el mensaje de Adrien de que llegaría muy pronto. Marinette se apresuró a salir para la estación. Sin darse cuenta de las sonrisas pícaras de Emma, los mellizos y sus padres. Alya tomó su teléfono y le envió un mensaje a TODO su grupo de amigos.

Aunque nadie del grupo (excepto ella y Nino) estaban al tanto de que Marinette y Adrien eran Ladybug y Chat Noir… sí sabían que el divorcio no había sido hostil y que la mudanza de Adrien a Londres fue por la seguridad de los niños.

Un akuma se acercó demasiado a descubrirlos y Farfalla* hasta había amenazado a la familia públicamente… Al parecer la villana le guardaba un profundo odio y rencor a la familia de Marinette**.

Pero en fin…

Todo el grupo se alegró de que los enamorados volvieran a estar juntos. Tanto que decidieron ir a felicitarlos personalmente, darle la bienvenida a Adrien, y tal vez hacer una pequeña fiesta.

FIN DEL LASHBACK…

Alya notó que Marinette y Adrien la fulminaban con la mirada.

-"Se los juro, no esperaba que todos decidieran venir también"- susurró Alya.


Hacía ya cuatro meses que se habían mudado a su casa nueva.

La primera vez que entraron, Hugo y Louis se emocionaron al ver que tendrían habitaciones separadas. Emma adoraba tener su propio baño privado. Ya no tendría que preocuparse porque sus hermanos robaran sus accesorios para el cabello, mezclaran sus perfumes y shampoo o escondieran bichos de juguete en el armario de blancos. ¿Cuándo se darían cuenta de que ese truco ya no tenía efecto en ella?

No tuvieron que esperar a que se reanudaran las clases para reconectarse con sus viejos amigos de la escuela. En cuanto la mejor amiga de Emma supo que regresaría, reunió a toda la clase para darle la bienvenida con un picnic en el parque. Hugo y Louis se habían mantenido en contacto con sus amigos, sobre todo por juegos en línea.

Era maravilloso estar de regreso.

Y lo mejor…

Marinette y Adrien estaban a tan solo un mes de volver a casarse. Habían optado por hacer algo sencillo, solo con la familia presente. Ya todo estaba planeado, los papeles en orden, tenían una reservación en la capilla, la recepción estaba organizada (que fueran pocos invitados no implicaba que fueran a abstenerse de hacer una gran fiesta), solo faltaba conseguir ropa formal para sus hijos y sus trajes de boda. Marinette había insistido en diseñar y confeccionar tanto su vestido como el traje de Adrien.

-"Sí… Hmm-mm"- respondió Marietta al teléfono. -"…perfecto"-.

Marinette colgó el teléfono y se volvió para ver a Emma apoyada en el marco de la puerta de la cocina.

-"¿Asegurándote de que te envíen las telas que pediste a la dirección correcta?"- preguntó la chica sin rodeos.

-"Puedo dejar pasar que la florería no tenga las flores que queríamos, que la capilla no estuviese disponible en la fecha que esperábamos, incluso no me molestaría que la recepción tuviese que ser abordo del barco de la madre de Juleka… nada que no tenga arreglo"- respondió Marinette, mirando el hermoso boceto en la mesa junto a sus manos. -"Pero si hay algo que no pienso permitir, es que me nieguen las telas perfectas para nuestros trajes de boda"-

-"Relájate, mamá… Falta un mes para la boda"-.

-"Tiene razón, Marinette"- dijo Tikki, que hasta ese momento había estado sentada sobre la mesa comiendo silenciosamente una galleta con chispas. -"Además… te he visto confeccionar más de cinco conjuntos, con todo y accesorios, en menos de una semana. Terminarás mucho antes de que Adrien y tú tengan su cena de ensayo"-.

-"Sé que se supone que el vestido de novia sea blanco, es lindo y todo… aunque no estaría mal algo de color aquí…"- comentó Emma viendo el boceto y señalando la falda. -"… como un bordado de lotos… o tal vez hilos dorados"-.

Marinette se levantó de golpe, le dio un gran abrazo de agradecimiento a su hija y se dispuso a salir. Lo bueno de trabajar con telas lisas es que las posibilidades son ilimitadas. Y Emma acababa de darle una idea que sin duda quedaría perfecta; por lo cual iría a conseguir los materiales lo antes posible. Mientas estaba frente al volante, se detuvo a pensar un momento antes de poner el auto en marcha.

Blanco…

Había estudiado historia de la moda; tanto en la universidad como por pasatiempo, y sabía que la tendencia del vestido blanco había iniciado con una reina que eligió precisamente ese color para casarse. Lo de "símbolo de virginidad" llegó después…

-"Nadie creería que soy virgen luego de tres hijos"- dijo más para sí misma con una risita y las mejillas rosadas; de hecho… no lo era la primera vez que ella y Adrien se casaron.

Sin más, arrancó el auto.

Todo marchaba bien, aunque aún quedaba un detalle: Adrien y Marinette no habían tenido oportunidad de disfrutar de un momento íntimo como pareja. Claro que no era como si fuesen a desistir de volver a casarse por falta de intimidad. El caso era que…

Hace meses, luego de la repentina llegada de sus amigos a la estación del tren y una cena de celebración por la pareja reunida, se dispusieron a pasar el resto de la noche en su nueva casa. Suerte que sus muebles nuevos habían llegado. Tras darles las buenas noches a sus hijos, cerrar la puerta de la habitación principal, y colocar a Tikki y Plagg en la Caja Madre junto a los otros Kwamis…

Nada pasó.

¿Por qué? ¿Cómo habían pasado de estar casi a punto de devorarse a simplemente recostarse en un colchón mirando el techo? La respuesta. El simple dicho "es más fácil decirlo que hacerlo"… Volver a compartir una cama luego de años separados se sentía más extraño de lo que esperaban.

Luego de unos minutos de silencio, finalmente abordaron el tema. Descubriendo que uno esperaba que el otro tomara la iniciativa; y riéndose como dos adolescentes que se sonrojan con la simple mención de la palabra "sexo". Acordaron que no había ninguna prisa y se relajaron, siendo capaces de dormir cómodamente abrazados.

A esto, le siguió un periodo de ajuste. Resolver asuntos pendientes, coordinar horarios, hijos de los que ocuparse… sin mencionar su "otro trabajo".

Y la mayor prueba de todas: una boda que planificar.

Algunas noches simplemente estaban recostados abrazándose y el estar tan cerca… sentir el calor del otro, escuchar su respiración, percibir su aroma, les provocaba el deseo de acercarse aún más. Tan cerca como pueden estar los enamorados. Pero no podían permitirse perder valiosas horas de sueño reparador.

Estaban de acuerdo en que ninguno de ellos quería limitarse a un rapidito. Deseaban que "su primera vez en años" fuese especial. No necesariamente perfecta, sino darse el tiempo de redescubrirse como pareja.

En cuanto al día, era toda una hazaña encontrar algún rincón oculto donde pudieran besarse apasionadamente sin preocuparse por cierto par de mellizos traviesos que los vigilaban la mayor parte del tiempo; "asegurándose de que sus padres continuaran enamorados y comprometidos".


Lo que prometía ser una noche de tranquilidad repentinamente dio paso a una sinfonía de estruendosos relámpagos, el agudo silbido del viento y los golpes del granizo estrellándose contra el pavimento.

La cual casi podía ahogar el sonido del teléfono.

-"¿Hola?"- respondió Sabine.

-Hola, mamá…-.

-"¿Está todo bien, Marinette?"-.

-No tanto…-.

-"¿¡Ocurrió algo!?"- interrumpió Tom, alarmando.

-No, no, no… calma, estamos bien. Aunque tendremos que pasar la noche en casa de un amigo-.

-"No volveré a confiar en el reporte del tiempo luego de este fiasco. Nos prometieron una noche serena e ideal para el romance y lo único que tenemos ahora es una tormenta de trozos de hielo y una cita perfecta completamente arruinada… Oh, los niños están bien, a todo esto"-.

-Diles que no se preocupen y que volveremos en la mañana… Buenas noches, papá y mamá…saluden a los niños de parte de Adrien y mía-.

-"Lo haremos. Que descansen…"- se despidió Sabine y colgó el teléfono.

Ambos abuelos regresaron a la sala de estar, donde los niños veían la nueva película de Ladybug y Chat Noir. Sin duda elección de los más pequeños.

-"¿Quién era, abuela?"- preguntó Emma, apartando de su vista del televisor.

-"Nadie más que sus padres…"-.

Louis y Hugo inmediatamente le dieron pausa a la película y se volvieron hacia sus abuelos.

-"¿Qué pasa con mamá y papá?"- exclamaron al mismo tiempo.

-"Desafortunadamente, en vista del terrible clima, se han visto obligados a pasar la noche en la residencia de un amigo de su madre"-.

-"¿Cuál clima?"- preguntó Hugo.

-"La menuda tormenta de granizo que hay afuera"- respondió Emma.

Los mellizos estaban tan abstraídos viendo la película que no se habían dado cuenta de los truenos que anunciaron la tormenta hace rato.

-"Que desastre…"- comentó Hugo. -"La única noche libre de nuestros padres arruinada por este clima de mi… miseria"-.

-"Buena tajada"- lo felicitó su abuelo; orgulloso de que su nieto cuidara su lenguaje.

-"Después de lo ocupados que han estado estas semanas… y ahora no pueden disfrutar de una cita solo para ellos"- comentó Louis.

-"Pues esperemos que no ocurra lo peor"- acotó Emma. -"… lo último que necesitamos es que discutan por culpa de una cita arruinada y decidan volver a separarse"-.

-"Hay, no…"- exclamaron los mellizos.

Emma se rió de la reacción de sus hermanos.

-"Ya cálmense. Seguramente encontrarán la forma de pasarla bien"- los calmó Sabine.

-"Después de todo, solo se necesitan dos para bailar tango"- dijo Tom.

-"Por favor, abuelo. No necesitamos esa imagen mental en nuestras cabezas "- protestó Emma.

-"¿De qué hablan?"- preguntó Hugo.

-"¿Qué nos están ocultando?"- exigió Louis. -"Hasta donde sé, papá ni siquiera sabe bailar…"-.

Emma rodó los ojos; un poco divertida por la inocencia de sus hermanitos.

-"Lo entenderán cuando sean más grandes"- dijo Sabine.


Sin más, Marinette colgó el teléfono y lo dejó junto a su bolso sobre la fina mesita de noche.

-"Olvidaste mencionar la parte donde tu amigo resulta ser el dueño de un hotel, previamente sede de una gala de moda en la que participaste"-.

Marinette se volvió a ver a Adrien con una sonrisa traviesa.

-"Oh, pobres… han de estar muy preocupados preguntándose si este percance hará que sus padres vuelvan a distanciarse"- dijo pretendiendo sonar dramática.

-"Oh, cielos…"- exclamó Adrien; siguiéndole el juego. -"Eso sería en verdad terrible"-.

Dio un paso hacia ella.

-"Sí… trágico"-.

Dio un paso hacia él.

-"Después de todas las molestias que se tomaron para volver a unirnos"-.

-"Después de todo su empeño…"-.

Con paso más, ambos estuvieron frente a frente.

Adrien había usado su chaqueta en un intento por cubrirla cuando comenzó la tormenta. No sirvió de nada puesto que el viento logró arrancársela de las manos, pero había sido un buen detalle; y afortunadamente, era una chaqueta sin bolsillos.

El maquillaje de Marinette se había corrido por la lluvia, su cabello se pegaba a su rostro. Aun así, continuaba siendo la mujer más bella a los ojos del que pronto volvería a ser su marido. Sin mencionar cómo su elegante vestido rojo se adhería a su cuerpo; dejando ver su atlética figura. Marinette podía distinguir sus músculos a través de la empapada camisa. A su edad, era normal que los hombres comenzaran a ganar algo de peso en la zona abdominal, pero ese no era el caso de Adrien. Años de correr y saltar por los tejados y las azoteas sin duda los habían mantenido en forma.

-"Deberíamos quitarnos esta ropa…"- susurró Adrien.

-"Ten algo de decencia, aún no estamos casados"- fingió ofenderse Marinette, cubriéndose el pecho.

-"Como buen ciudadano con conocimiento médico***, debo informarle, señorita, que permanecer por más tiempo con esa ropa empapada podría traerle complicaciones…"- respondió en sobreactuado tono profesional.

-"¿Como cuáles?"-.

-"Un resfriado, una pulmonía, neumonía, vasoespasmo…tal vez hasta una hipotermia potencialmente fatal"-.

-"Dios mío, parece algo muy serio"- respondió Marinette con fingida sorpresa.

-"Lo es, señorita"-.

-"En ese caso…"-. Marinette se apartó de Adrien y le dio la espalda. Acercó sus manos al cierre de su vestido y lo abrió; muy lentamente. -"… si son órdenes del doctor"-.

Como si nada, Marinette dejó caer su vestido al suelo, seguido por sus bragas y el sujetador a juego, y caminó hacia el baño pavoneándose como una modelo de pasarela ante los ojos de Adrien, desapareciendo tras la puerta al tiempo que le daba una sonrisa seductora. No era la primera vez que la veía así. Basta decir que hacía tiempo que habían superado el pudor de estar juntos como vinieron al mundo luego de años separados. Pero si había algo que siempre podía hacerlo caer rendido ante ella, era su sonrisa. Un sonido lo sacó de sus pensamientos.

Agua corriente…

-"¿Piensa unírseme, doctor***?"- lo llamó desde el baño.


* Farfalla significa "mariposa" en italiano.

** Aquí, es Lila quien ha robado el Miraculous de la Mariposa; sus amenazas no se deben a que descubrió las identidades de Marinette y Adrien. Se trata del viejo resentimiento de Lila hacia Marinette, que ahora es peor porque considera que ella le robó lo que cree que es legítimamente suyo… el amor de Adrien.

*** Aclaración… Adrien no es doctor. Renunció a su carrera como modelo hace años y prefirió convertirse en profesor; inspirado por la Srita. Bustier, quien nunca se limitó a darles libros que leer y corregir tareas, sino que siempre se preocupaba genuinamente por sus estudiantes, trataba de ayudarlos con sus problemas y hasta les dio importantes lecciones de vida. Además, da lecciones de piano, una de las pocas actividades que disfrutaba de adolescente. Tiene algo de conocimiento médico, principalmente primeros auxilios.