Capítulo 1: Destino Compartido


NUEVE AÑOS DESPUÉS

- Puerto Comercial (Sur-oeste), Nueva Tecno -

Era tierra de nadie. Todos los sabían. Y precisamente eso la hacía el mejor espacio para contrabandistas y negocios ilícitos. Siempre en el radar de la policía y de SPD.

-¡Alto!- gritaba el ranger verde, en persecución de un conocido dealer alienígena, al que le habían estado siguiendo la pista desde hacía meses.

-Iré por la izquierda- escuchó a una de sus compañeras desde su comunicador. -Guialo hacia la orilla.

-De acuerdo- el ranger entonces aceleró su marcha.

Cuidándose de su perseguidor, el criminal alienígena no pudo reaccionar cuando una fuerza se impactó contra él y lo hizo derrapar por el suelo. No pudo ni siquiera intentar ponerse en pie, cuando se encontró atrapado en una tarjeta, maldiciendo su suerte.

-Y eso es otro punto para mí- dijo la ranger azul, recogiendo la tarjeta y agitándola ligeramente con satisfacción.

-Para ambos- respondió el verde. -Aceptalo, Song. No eres nada sin mi.

La chica rió, desactivando su transformación.

-Te das demasiada importancia, Oliver- dijo, rodando los ojos mientras su compañero desactivaba su transformación.

El chico solo sonrió con suficiencia, mientras su compañera se comunicaba con su líder.

-Aquí la cadete Song- decía al morpher. -Lo tenemos.

-Bien, vuelvan a la base- se escuchó la voz de Bridge Carson. -Tenemos a los otros.

-Nada como una noche productiva.- bromeó la chica. -Nos vemos en la base. Cambio y fuera- se giró hacia su compañero. -Vamonos, Oliver.

Le sorprendió encontrarlo cerca de la orilla, en cuclillas y mirando hacía la oscuridad del agua. Se le acercó lentamente, con sus sentidos alertas. Se asomó ligeramente, para ver que es lo que su compañero observaba con tanta atención.

-No creo que sea una fuga- dijo él, mirándola. -¿Y tú?

Un extraño hilo gris parecía abrirse camino por el agua, sin que se pudiese saber su origen. Era grueso, pero no se disolvía; mantenía una rara consistencia, un punto medio entre líquido y vapor.

-No- dijo con la agente Song con seriedad. -En definitiva no lo es.


2 DÍAS DESPUÉS, POR LA MAÑANA


Briarwood

La alarma sonó y a los 3 segundos fue noqueada por un golpe perfecto con una almohada. El chico que la arrojó soltó un gruñido y cubrió su cabeza con otra, esperando poder continuar con su sueño. Sin embargo, un golpe en su espalda se lo impidió, haciéndolo enderezarse por el sobresalto.

-¡Arriba, flojo!- la voz de su hermana lo hizo gruñir de inmediato

-¡Piérdete, Ciara!- exclamó, girándose y tratando de volver a dormir.

La hermana corrió a abrir las ventanas y luego recogió la almohada, con la que empezó a golpear a su hermano.

-¡Por lo que más quieras, Ethan! ¡Levántate!

-¡Tú ni siquiera deberías estar aquí…!- fastidiado, se puso de pie y le arrebató la almohada. -¿No tendrías que estar ya en tu auto, camino a la universidad? O, mejor aún, ¡allá!

-Este semestre empieza una semana después- respondió caminando a la puerta. -Así que me iré hasta mañana.

-Que bien…- soltó Ethan con sarcasmo, dejándose caer en la cama.

-Y eso significa que llevaré a mi hermanito a su primer día de su último año en la preparatoria- regresó sus pasos velozmente y lo abrazó por la fuerza, a pesar de que él trataba de alejarla. -¡Vamos!- dijo con un tono burlón. -¡Sabes que me necesitas!

-¡Alejate!

-¡Ciara!- se escuchó a su madre gritar desde el piso de abajo. -¿Ya se levantó Ethan?

-¡Ya!- respondieron al unísono.

-Entonces dejen de jugar- una pausa. -Ethan, no creas que vas a ir a la escuela sin desayunar. De nuevo.

-Voy…- se quejó el chico.

-¡En serio!

-¡Ya voy!

-Ya escuchaste- sonrió Ciara, dándole un último almohadazo y poniéndose de pie. -Más vale que te muevas.

Ethan gruño y se pasó una mano por el cabello. Se puso de pie y miró por la ventana, soltando un suspiro de fastidio. ¿Y qué si era su último año? No es como que fuera muy diferente de los otros en realidad.


Nueva Tecno

Otra alarma sonó a kilómetros de distancia, pero el dueño de esta se puso de pie en cuanto la escuchó. Con los ojos cargados de sueño se dirigió al baño de su habitación, lavó su cara con agua helada, se cambió de ropa y bajó las escaleras para hacer su desayuno.

Por el silencio de la casa, era obvio que sus padres ya no estaban. O tal vez ni siquiera habían vuelto la noche anterior; en estos días habían estado demasiado ocupados.

Mientras untaba mantequilla en un pan, un mensaje apareció en la pantalla de su celular:

"De nuevo ocupados. Te deje un refrigerio en el microondas y tu almuerzo en el refrigerador.

Directo a la escuela, Mike"

Él sonrió, sosteniendo su pan con una mordida, mientras escribía:

"Ok. Buena suerte"

A los 3 segundos llegó la respuesta:

"La necesitaremos"

Cuando terminó su desayuno, dejó sus platos en el fregadero y metió el tupper del refri en su mochila. Se la colgó al hombro y salió por la puerta, dirigiéndose con tiempo de sobra a la parada del autobús. Detestaba ir apresurado, y las mañanas eran mejores cuando no se tenía prisa.


Harwood County

Esa tranquilidad la envidiaba una chica en una de las ciudades vecinas. Ella siempre se levantaba temprano y se apresuraba para estar lista, ya que odiaba estar corriendo. El problema era que su transporte dependía de su no-muy-puntual hermana mayor.

-¡Lyna!- gritaba, tocando a su puerta con fuerza. -¡Lyna, te juro que si sigues dormida…!

-¡Basta, Mel!- gritó una voz desde el interior. -Ya voy. Te veo abajo.

Ella resopló y dio media vuelta, pensando que quizá, después de todo, era mejor idea ir en autobús. O, a este paso, corriendo. Bajo las escaleras aún molesta, y se dejó caer pesadamente en la silla del comedor.

-¿De nuevo se quedó dormida?- preguntó su papá, mientras le ponía un plato enfrente.

-Seguramente- gruño, comenzando a comer.

El que su papá riera solo la hizo soltar otro gruñido.

-Vamos, Mel- le dijo, sentándose junto a ella. -Sabes que de nada sirve enojarse; ya la conoces.

-Lo sé…- suspiró profundamente. Comenzó a comer su desayuno, buscando distraer su mente. -¿Y mamá?

-Primer día de clases- respondió su padre. -Tenía que estar antes, y ya la conoces.

-Quisiera que Lyna se pareciera más a ella.

-Estoy perfecta como estoy- escuchó a su hermana entrando a la habitación. -Tú y mamá son responsables; papá y yo creativos.

Mel entornó los ojos.

-Llevamos años así...- miraba a su hermana fijamente.

-Solo 2- respondió Lyna. -Este es mi ultimo, y después tú tendrás tu licencia. Y entonces ya no podrás culparme si llegas tarde a algún sitio.

-Como sea…- la menor bajó la mirada.

-Vas a tener que tomar el examen algún día.

-Lo pensaré...

-¡Melanie!

-¡Conformate con eso por ahora!

Su papá solo las veía, con una ceja arqueada, una media sonrisa y negando con la cabeza.

-Apresurense o de verdad llegarán tarde- dijo, poniéndose de pie. Tomo sus cosas y le dio un beso en la frente a cada una, para luego salir de la habitación.

Las hermanas terminaron su desayuno, con Mel apresurando a Lyna cada 5 min. La hermana mayor solo le sonreía, moviéndose más lento cada que la apresuraba.

Finalmente, 15 min después (y con suficiente tiempo, según el reloj del tablero del auto de Lyna), ambas hermanas por fin iban camino a la escuela en silencio. Lyna miró de reojo a su hermanita, notando su seriedad.

-Tranquila, angustias- le dijo. -Hay tiempo.

-Eso no importa.

Eso hizo que su hermana arqueara una ceja. Aprovechó un semáforo en rojo para mirarla fijamente.

-Es por lo de conducir, ¿cierto?- Melanie no se movió. -Se lo mucho que te aterra pero…

-Iré en autobús- respondió la hermana pequeña, con la vista en el horizonte. -Es mucho más ecológico, y contigo en la universidad no me tendré que preocupar por el tiempo.

Cambio el semáforo. Lyna soltó un suspiro. Sabía que no era el momento para hablar de ello, así que opto por dejar el tema por ahora.

-Mejor pon algo de música- dijo, con la vista fija en el camino. -Pero nada de esa horrible música lenta que siempre escuchas…

Melanie sonrió, mientras enlazaba su celular al estereo y seleccionaba una canción.


Panorama City

Acompañado también por música, un chico atravesó la entrada de Panorama City High School, con la mirada atenta a todo y nada. Parecía demasiado concentrado en sus propios asuntos como para que le importase nada de lo que ocurría a su alrededor.

Esquivaba a sus compañeros con movimientos rápidos, sin pensarlo demasiado y dedicandoles apenas una mirada, llegando a su casillero sin contratiempos. Comenzó a vaciar su mochila, acomodando lo esencial para el inicio del semestre, aún con la canción sonando en su cabeza. Hasta que fue interrumpida de repente, pon una mano que le quitó uno de los audífonos.

-¿Listo para un nuevo año?- dijo una voz en su oído, haciéndolo encogerse por la sorpresa.

-¡Demonios, Aimee!- exclamó, retrocediendo.

La chica solo rió, apoyándose en el casillero de al lado con los brazos cruzados.

-Perdona, pero te vi tan serio que no pude resistirme- dijo con una sonrisa.

Él solo entornó los ojos, continuando con la labor de guardar las cosas en su casillero. La sonrisa de Aimee se encogió un poco al verlo regresar a su silenciosa seriedad.

-David…- dijo, haciendo que el chico le dedicara una mirada. -¿Qué tal tu verano?

Él dejó de mirarla prácticamente en cuanto escuchó la pregunta, concentrándose de nuevo en sus cosas sin decir palabra. Ella lo conocía demasiado bien, así que su respuesta estaba explícita en su rostro.

-Sabes que no hay ninguna certeza de que…

-Lo sé- respondió David sin mirarla. –Creeme, también sé que no lo es todo en mi vida. No hice gran cosa en las vacaciones, pero te aseguro que no todo fue entrenar.

-Claro- respondió con sarcasmo, mirándolo con incredulidad. -Sabes que solo te engañas a ti mismo.

Aimee soltó un suspiro y miró a su amigo. Él estaba quieto y no la miraba.

-Te veré en clase- continuó, esforzándose por animarse nuevamente. -Y hazme un favor y esfuérzate por divertirte este año, ¿si?

David volteó a mirarla y asintió, dedicándole una pequeña sonrisa pero sin alegría en los ojos. Ella asintió en respuesta y dio media vuelta, dirigiéndose hacia su propio casillero. David la siguió con la mirada hasta que fue interceptada por un grupo de sus amigas; viendo como ellas la hacían sonreír de inmediato y suspiró.

-Perdoname- pensó. -Pero en serio no puedo.

Suspiró nuevamente y cerró su casillero. Se colocó de nuevo los audífonos, en un intento de silenciar sus pensamientos.


Cuartel de SPD, Nueva Tecno

Un hombre en traje de etiqueta, demasiado elegante en contraste de las personas en uniforme a su alrededor, avanzaba por los pasillos con la vista fija al frente. Se apoyaba en un extraño bastón de madera, demasiado rústico en comparación de su vestimenta, aunque en realidad no lo necesitaba. Avanzó sin detenerse hasta que localizó un rostro conocido, de espaldas hablando con otras personas.

-Agente Carson- dijo en una voz grave, haciendo que el ranger lo mirará por encima del hombro.

Bridge sonreía, pero su alegría se combinó con la sorpresa al ver el rostro de la persona que lo buscaba, haciéndolo hacer una mueca extraña. Se disculpó con las personas con las que se encontraba, girándose por completo hacía el hombre e indicando que lo siguiera.

-Él ya sabía que vendrías- le dijo, mientras caminaba a su lado en silencio. -Encontramos algo extraño hace un par de días, así que solo era cuestión de tiempo.

-Eventos como esté siempre anuncian su presencia- dijo en tono solemne.

Bridge lo miró de reojo y asintió. Las puertas automáticas de la sala de comando se abrieron frente a él y su mirada se encontró con la de Sky.

-Está aquí- dijo, haciéndose a un lado para que el hombre pasara.

El comandante del SPD no parecía sorprendido. Todos en la habitación tenían la vista puesta en él, pero nadie dijo una palabra.

-Déjenos solos- fueron sus únicas palabras, y todos los presentes se apresuraron a salir sin hacer preguntas. -Quédate Bridge- detuvo en seco a su compañero cuando ya estaba por irse.

Sin saber muy bien que hacer o decir, el ranger rojo se acercó a su comandante y se quedó de pie a su lado, mientras esté le indicaba al hombre que se acercará.

-Llegó el momento, ¿verdad?- el tono de Sky era tranquilo, a pesar de la tensión reflejada en su postura.

El hombre asintió, mientras apoyaba su mano izquierda en la computadora central. Esta se activó de repente, sobresaltado a Bridge, e información comenzó a proyectarse a tanta velocidad, que era imposible leerla.

-Los tendremos a nuestro cargo- dijo el hombre, mirando fijamente hacia ambos hombres. -Todo lo que podían hacer, ya lo hicieron. Ahora nos toca a nosotros.

Sky y Bridge permanecieron en silencio. El hombre miró hacía la información que se proyectaba a su lado, esperando. El cuarto se llenó de un pesado silencio

-¿Quiénes?- preguntó Bridge, tras no poder más con su curiosidad.

-Ellos- el hombre señaló con la barbilla hacia el frente y los otros siguieron su mirada. El despliegue de información se había detenido, dejando unos expedientes abiertos. -Vivirán con mi familia, se entrenarán y harán lo que sea necesario. Lo que llegué a suceder, solo ellos son responsables - miró a Sky fijamente. -Sin intervenciones de ningún tipo.

-Tiene mi palabra- dijo Sky, asintiendo con el semblante más serio que jamás había tenido. El hombre sonrió satisfecho.

-Les mandaré una señal- dijo, mientras comenzaba a desvanecerse. -Encarguense del resto.

Se esfumó en el aire y Bridge escuchó a Sky soltar un suspiro. Volteó a mirarlo y lo vió acercarse a la computadora, mientra presionaba un botón en el comunicador de su muñeca.

-Boom, manda por estos chicos- dijo, tecleando sin mirar a un punto en especial. -Que lleguen a la dirección que te estoy mandando.

-Si, comandante- se escuchó la respuesta.

Sky solo miraba a la computadora, sin que Bridge pudiera descifrar que hacía. También comenzó a leer los expediente presentados, y comenzó a comprender el porqué de la expresión de su compañero.

Finalmente, tras un par de largos minutos de silencio, tomó aire y se acercó a él.

-Sky…- dijo, un tanto dudoso.

-Dile a Darlin que venga- lo interrumpió. -Estás a cargo por el resto del día. Avísame si hay algo que sea urgente

Bridge asintió, y salió de la habitación. No pudo evitar mirarlo con preocupación, pero sabía que no había nada por decir o hacer. Hay ciertas cosas que siempre son extrañas de vivir, aún cuando ya se ha visto todo.