Capítulo 2: Señal del Cambio


- Briarwood -

Ethan deseaba convertirse en periodista, por lo que se había estado esforzando para que la observación fuese su mejor cualidad. Pasaba sus tardes en la escuela, ayudando en la redacción del boletín escolar, tratando de empaparse de las noticias. Soñaba con algún día cubrir una gran historia, un artículo que cambiará el curso de la historia y que, de preferencia, no tuviese nada que ver con los Power Rangers.

No tenía nada contra ellos. Solo que, a diferencia de todos sus compañeros (y probablemente la ciudad entera), sentía más pena que envidia al verlos combatir. Era, a su parecer, el trabajo más pesado que cualquiera pudiera tener.

-¿Y qué dices?- la voz de su compañera lo devolvió a la realidad. -¿Lo harás?

Un artículo conmemorativo de la batalla ranger final de Briarwood, se recordó a sí mismo. Una nota sencilla, pero la más importante del inicio del año escolar. Un honor para cualquiera.

-Lo haré- dijo, sin demasiado entusiasmo. Pero ese detalle le pasó desapercibido a la chica frente a él, quien soltó una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Gracias!- exclamó, dando media vuelta con excesiva alegría. -¡Sé que harás un trabajo increíble!

El chico soltó un suspiro. Casi mecánicamente se dirigió a su espacio asignado, dejándose caer en una silla.

-¿Y así es como tomas el que te asignen el trabajo más importante de este lugar?- dijo una voz irónica frente a él ,haciéndolo levantar la vista. Ren, su mejor amigo de toda la vida, lo miraba con una ceja enarcada, mientras devoraba un sandwich.

-A mi no me parece tan genial- respondió, encogiéndose de hombros.

-Eso es obvio- rió. -Y no entiendo el porqué- Ethan lo miró fijamente. -Son los Power Rangers- movió las manos, enfatizando la obviedad de su tono. -Todo el mundo los admira.

-Y merecidamente, eso no lo pongo en duda. Es solo que…

-¿No es tan emocionante?

Resopló.

-Solo que tal vez están cansados de tanta atención- clavó la mirada en su mano sobre la mesa. - Ya sabes, quizá solo quieran vivir vidas normales.

-Supongo- algunas migajas cayeron sobre la mesa mientras Ren mordía su sándwich. Pasó su bocado antes de añadir: -Aunque debe ser bastante genial el poder tener una misión como esa.

Ethan lo miró por un momento, sabiendo que tratar de explicarse era un caso perdido. Nadie compartía sus pensamientos, así que no valía la pena insistir.

-Tienes razón- dijo, poniéndose en pie, decidiendo que lo mejor era dar por terminado el asunto.

-Siempre- respondió su amigo, quien no pareció notar lo fastidiado que en realidad estaba. -Además, seguro que después de esto vendrá algo más grande. Ya verás.

Soltó un suspiro y asintió, poniendo manos a la obra en su tarea asignada. Abrió un documento en su computadora y comenzó a teclear. Pero tras un par de horas, ya había descartado 3 borradores y no parecía progresar demasiado. Inclinó la cabeza, suspirando por enésima vez; quizá le faltaba inspiración.

Harto de estar atorado, recogió sus cosas y salió del lugar, decidido a que la inspiración no llegaría mientras estuviese sentado ahí, mirando una página en blanco. Necesitaba pensar y la escuela no era el lugar para eso.

Aprovechó para ir a la parte de atrás del edificio más lejano, donde estaban situados todos los campos deportivos, y tomó asiento en las gradas. Dejó sus cosas a un lado, con la excepción de una libreta y una pluma, que dejó sobre sus rodillas en un intento de poder comenzar con el famoso artículo.

Cualquiera que lo viera de lejos, pensaría que se había distraído viendo los entrenamientos que estaban ocurriendo delante de él; pero en realidad su vista iba más allá, hacia el bosque. Aquel sitio que hace no muchos años había sido motivo de terror para los habitantes de Briarwood, y que ahora simbolizaba la otra cara del pueblo; a los otros habitantes.

-A la gente mágica- esa extraña voz lo sobresaltó. Miró hacía su lado y encontró a una pálida joven con ojos grises y cabello muy claro, sentada demasiado cerca de él y mirándolo fijamente.

Le pareció tan extraño que esa persona completara su pensamiento, así que su primer impulso fue salir de ahí. Tomó sus cosas y se alejó, un tanto asustado.

-Demasiado extraño…- comenzó a pensar, cuando ella lo interrumpió.

-¡No te vayas, Ethan!

Se giró para encararla, pero no había nadie. Cuando iba a seguir con su camino, gritó al encontrarla frente a él, sonriendo. Parecía que le divertía el ponerlo tan nervioso.

-No te vayas- repitió, aún con su sonrisa. -Necesito hablarte.

-Estoy muy ocupado- la esquivó, ignorando el escalofrío que le recorrió la espalda, y bajó los escalones de 2 en 2. Apenas estuvo en el suelo, apresuró el paso.

-¡No era mi intención asustarte!- dijo la chica, comenzando a seguirlo. -¡Shinrai me advirtió que no usará trucos, pero como tú sabes de eso, pensé que no te extrañaría…!

Eso lo hizo girar rápidamente, encarando a la chica. Su expresión se tornó repentinamente sería, y comenzó a mirar para todos lados, asegurándose que no hubiese atraído la atención de nadie.

-¿De qué demonios hablas?- le dijo en un susurro un poco hostil, que parecía salir entre dientes. La miraba tan fijamente, que cualquier otra persona se sentido intimidada.

-Tú sabes de magia- dijo la chica, como si fuera lo más obvio del mundo. -Así que por eso pensé…

Él no la dejo continuar. La tomó del brazo y comenzó a guiarla lejos de la vista de todos. No se detuvo hasta que estuvieron detrás del edificio principal, donde llevaban todos los contenedores de desechos.

A pesar de su furia la chica lo siguió sin quejarse, con una expresión tan tranquila que, irónicamente, daba miedo.

-No se quien seas, o que estás buscando- dijo Ethan, una vez seguro que no habría oídos espías. -Pero si me conoces, entonces sabes que conozco gente poderosa- se cruzó de brazos. -No creo que quieras meterte conmigo.

-¡Disculpa mi mala educación!- dijo la chica, lo que lo hizo enarcar una ceja y empezar a preguntarse si no habría un problema con ella. -Soy Feyra, y me mandaron a dejarte un mensaje.

Ethan la miró atentamente mientras ella buscaba entre los bolsillos de su gabardina. Fue hasta ese momento que se percató de lo peculiar que era su vestimenta: totalmente blanca, con la excepción de una gabardina lila, que parecía haber sido tomada a las prisas por lo arrugada que se veía. Eso lo hizo extrañarse aún más.

-¡Aquí está!- exclamó finalmente Feyra, extendiendo su brazo hacia él. Sostenía una pequeña hoja blanca, doblada a la mitad.

Él la miró con extrañeza, pero la tomó. Mentiría el decir que era lo más extraño que le había sucedido.

Apenas abrió la hoja, esta se evaporó en un extraño humo rojo, que comenzó a subir por su brazo hasta su pecho, donde fue absorbido por su cuerpo de una manera extraña. Sintió algo raro en su muñeca y al mirarla vio unos símbolos extraños trazarse en ella, subiendo por el interior de su brazo y hasta antes de su codo, donde trazaron un último símbolo más grande antes de desaparecer. Un símbolo que conocía muy bien.

-La Fuerza Mística- Feyra expresó, con peculiar alegría, lo que él había pensado.

-¿Cómo sabes eso?- le preguntó. Pero al levantar la vista, la chica ya no estaba.


Ethan prácticamente corrió a casa después de eso. Todo era tan extraño, que realmente no sabía si debía preocuparse o asustarse; solo necesitaba una explicación. Así que fue en busca de la persona que, por lo general, tenía las respuestas.

Llegó a casa, pero no entró. Se dirigió al lateral, a la gran cochera que durante el día funcionaba como taller mecánico.

-¡Papá!- gritó, asomándose a la entrada.

Pero en el lugar solo estaba Molly, la otra mecánica del taller.

-¡Hola Ethan!- lo saludó la mujer, girando en su eje y limpiando algo de sus manos. -Tu padre subió hace como hora y media, parecía preocupado.

-¡Gracias!- respondió el chico, apresurandose a subir por el pasadizo que conectaba su casa con el taller, mientras Molly lo miraba con extrañeza.

Llegó a la sala, arrojando su mochila en uno de los sillones sin ver, y se apresuró al comedor.

-¿Papá?- lo llamaba. Pero al llegar solo se encontró con su hermana Ciara, sentada leyendo sola.

-Ocupado- respondió sin mirarlo. -¿Para qué lo necesitas?

-¿Dónde está? Necesito hablarle.

-¿De?

Suspiró.

-Es difícil de explicar.

Eso capturó la atención de su hermana. Levantó la vista hacía él, viendo lo confundido de su expresión.

-Pruebame- le dijo

Ethan soltó un suspiro. Resignado, se dejó caer en la silla frente a ella, dejando pasar un par de segundos mientras pensaba en como comenzar con su relato.

-Me paso algo muy raro en la escuela- hablaba mirando su brazo.

-¿Raro-adolescente o raro-raro?- Ciara enarcó una ceja.

Ethan la miró fijamente.

-Raro… especial- dijo con seriedad.

Ambos tenían un significado diferente para esa palabra y él sabía que su hermana entendería el mensaje. Fue inevitable para Ciara abrir sus ojos por la sorpresa, y su expresión extraño a Ethan. Él la miró atentamente, tratando de descifrar su expresión y ella bajó la vista tras un par de segundos, perdiéndose en sus pensamientos con la vista clavada en la mesa.

-¿Algo que sepas que yo no?- dijo Ethan, cuando pasaron 5 minutos y ella no decía nada.

Ciara levantó la mirada y suspiró, con la cara más seria que su hermano le hubiera visto hasta el momento.

-Esta con Claire- respondió, sosteniendole la mirada. -Recibió una llamada y se fue.

-¿De quién?- preguntó Ethan, pero algo en su mente ya había comenzado a unir las piezas.

-Un viejo conocido- respondió su hermana. Sus labios se quedaron en una línea tensa y todo fue claro como el agua en ese momento. -Eso fue todo lo que dijo.

Escucharon el motor de una motocicleta y Ciara se apresuró a mirar por la ventana. Cuando se giró hacía su hermano, él ya estaba subiendo las escaleras.

-¿Qué haces?- le preguntó, extrañada.

-¿Tú qué crees?- respondió con una mezcla de seriedad y sarcasmo. -Voy a empacar.


- Nueva Tecno -

Reacciones rápidas. La clave del éxito de cualquier operación.

El problema surge cuando no se sabe a ciencia cierta con cuanto tiempo se cuenta. Una espera de 1 día podía ser fatal o benéfica, pero Sky Tate sabía que les había dado todo el tiempo que había podido conseguir.

-Es suficiente- dijo una voz a sus espaldas.

Suspiró y miró por encima de su hombro. Una mujer lo miraba con los brazos cruzados, con esa mirada penetrante que parece capaz de leer pensamientos.

-Sabes que no es cierto- dijo, y volvió a perder su mirada en el infinito.

Escuchó un resoplido y sonrió, sabiendo perfectamente como estaría reaccionando. Escuchó como se acercaba y vió de reojo que se apoyaba en el barandal, mirándolo fijamente.

-Bien- giró el rostro por completo y la vió poner los ojos en blanco. -Torturate a ti mismo si quieres.

Él rió con menos discreción, sabiendo perfectamente lo mucho que eso la hacía enfadar. Ella lo miró con una ceja enarcada, moviendo negativamente su cabeza.

-Hablo en serio- dijo, girándose de lado para mirarlo fijamente. -Hiciste todo lo que pudiste; no hay opción más que entenderlo. Sabíamos que pasaría.

-¿Y tú?- vió como ella dudaba un poco ante su pregunta, pero aún así no bajó la vista. -¿Tan segura te sientes?

Pero antes de que ella respondiera, un cadete llamó la atención de ambos al acercarse con pasos apresurados.

-Tiene una llamada, comandante- dijo con un saludo y Sky asintió.

Ella lo vió alejarse rumbo a la sala de comando, sabiendo que estaba soltando un suspiro de resignación.