Capítulo 3: Sangre de Héroe


El autobús 14, tras casi 10 horas de viaje, finalmente se detuvo en Nueva Tecno. Llegaba justo al centro, que era el orgullo de los urbanistas que diseñaron a la ciudad hacía tantos años. Tenía los edificios de varias de las compañías más importantes a nivel interplanetario, un contraste con la gran cantidad de parques que también se podían encontrar. Y justo en el medio, el mayor orgullo de la ciudad: la Central de Operaciones de la Unidad Terrestre de SPD, con el Aeropuerto Intergaláctico justo detrás de este. Era normal que con tantas cosas, el centro fuese un hervidero de actividad.

Ethan no podía estar menos que asombrado. Había ido antes a Nueva Tecno, pero todo es muy nuevo cuando se vive rodeado de un paisaje boscoso en un pueblo en el que, por lo general, no pasan cosas nuevas con regularidad. Maleta en mano, se dispuso a caminar hacia su siguiente parada: otra estación de autobuses que, según internet, no debía estar muy lejos de la anterior. Revisó las indicaciones en su celular antes de ponerse en marcha, pensando que quizá había sido una muy mala idea el haber dejado la moto en casa.

-¡Hey!- escuchó una voz en la distancia que le pareció bastante familiar. -¡Ethan, espera!

Se giró rápidamente y se encontró con la chica del abrigo lila, ahora en jeans y camiseta blanca, corriendo con todas sus fuerzas para alcanzarlo.

-¡Pero si eres tú!- ella se detuvo, apoyándose en sus rodillas para recuperar el aire. Ahí notó que no recordaba su nombre.

-Feyra- dijo ella entre jadeos, dedicándole una sonrisa. De nuevo esa incómoda sensación de que le leían la mente.

-Un placer conocerte nuevamente- respondió.

-En serio, perdón por lo de la otra vez- dijo ella, enderezandose. Tomó un último gran suspiro antes de continuar. -Supongo que me confíe de más.

-Bastante- dijo, sin poder evitar soltar una sonrisa. -No se si sepas, pero la "gente mágica" sigue siendo una minoría, así que…

-Sí, fui muy imprudente- Feyra cubrió su rostro con sus manos, apenada. -Lo lamento.

-Queda en el pasado.

Ella asintió efusivamente, notoriamente agradecida y soltando un suspiro de alivio.

-Imagino que estas aquí por mi, ¿no?

Feyra abrió los ojos como platos, seguramente dándose cuenta de que se había olvidado de su tarea. Ethan aguantó la risa, pensando en que seguramente era algo que le pasaba bastante seguido.

-¡Cierto!- exclamó. -Estoy aquí para llevarte con los otros.

Se le colgó del brazo y lo comenzó a jalar hacia el lado contrario al que él había estado avanzando, totalmente ignorante de la mirada de extrañeza que el chico le dirigía.

-El autobús te dejará lejos, así que no conviene- dijo, y él no supo si se lo decía a si misma o a él. -Tomaremos un taxi, es más eficiente. A menos claro que prefieras usar otro método…- lo miró, pero Ethan solo enarcó una ceja. -Ok, tomare eso como un no.

Feyra parecía tener demasiada energía, igual a esa hiperactividad causada por el azúcar. Parecía capaz de decir quizá mil palabras por minuto, y hacía tantas preguntas que le era imposible responder alguna.

-¿Cómo es Briarwood? Lo conozco solo en fotografías, pero siempre he querido ir.- hablaba prácticamente en una respiración. -El Maestro no me deja salir, incluso en ocasiones no puedo venir al centro sola- suspiró, haciendo quizá su primera pausa. -Hoy pude porque Shinrai estaba ocupada. Pero ella no gusta mucho de salir…

Ethan la escuchaba, sin poder evitar que se le escapara una risa disimulada; su alegría era contagiosa y parecía estar entusiasmada por absolutamente todo. Habiendo crecido con personas muy parecidas a ella en su entorno, supo detectar las pequeñas señales de nerviosismo. Pero no dijo nada; comprendía el porqué y sabía que lo mejor era ayudarla en su intento por distraerse.

La dejo conversar todo el camino, respondiendo sus dudas cada que se lo permitía, hasta que se silenció de repente con una expresión de asombro. Señaló frente a ellos, mientras el auto entraba por un gran portón de hierro y comenzaba a subir por una pequeña colina.

-¡Hogar, dulce hogar!- exclamó Feyra, brincando ligeramente en su asiento.

Tras pasar unos jardines llenos de árboles, el vehículo se detuvo a la entrada de una mansión antigua. Era una de esas casas majestuosas que parecían sacadas de las novelas históricas, imponente con sus grandes ventanas y balcones, con el pulcro color blanco de sus paredes brillando con las luz del sol. Apenas el vehículo se detuvo frente su enorme puerta color caoba, esta se abrió y varias personas vestidas de blanco salieron por ella, descargando el equipaje y abriendoles las puertas.

Fue imposible para Ethan disimular su asombro, mirando a su alrededor ensimismado. Por un momento le pareció que la construcción frente a él era de otro mundo; le era difícil imaginar que un rincón como aquel se encontrara en Nueva Tecno, la ciudad que todos conocían como la cuna de la modernidad.

-¡Bienvenido!- esa voz masculina lo despertó de su ensoñación. Se giró para encontrar en la entrada a un elegante anciano, que le sonreía con una extraña calma. Junto a él estaba una joven de largo cabello oscuro, ojos verdes y piel pálida. No era mucho mayor que Feyra, a quien se había acercado y le hablaba en murmullos. -Soy El Maestro. Me alegro de que al fin pueda conocerte.

Ethan se acercó al anciano, sin saber que se suponía que debía hacer. Él le sonrió, indicando con un ademán que entrara a la casa.

-Bienvenido a tu nuevo hogar- repitió a unos pasos detrás de él. -Espero que lo encuentres acogedor.

"Creo que 'acogedor' es poco…" pensó, admirando el interior de la elegante mansión.

Era tan grande y magnífica como en el exterior El recibidor era amplio, inmediatamente recibiendo a quién entrara con unas escaleras imperiales, que se separaban en 2 accesos para el piso superior. Vió que un par de personas subían con sus maletas a un punto desconocido, y por un momento temió no se capaz de ubicarse en la inmensidad de este lugar.

-Te adaptarás- dijo el hombre, que se había detenido junto a él. -Además, se tendrán entre ustedes como apoyo.

"Cierto. Los otros" se dijo mentalmente. Entre tanta magnificencia era sencillo olvidar la razón por la que estaba aquí.

Siguió al hombre por un corredor a la derecha y a través de una puerta de madera doble, que abrió con ambas manos, revelando el comedor de la casa. Eran tan imponente como todo en esa elegante mansión, pero su atención fue capturada en esta ocasión por Feyra y su compañera, sentadas al comedor, almorzando con tranquilidad. Era tan extraño, incluso para él; parecían llevar ahí horas cuando hacía solo unos minutos estaban en la entrada.

-Debes estar hambriento- dijo El Maestro. Ethan levantó la mirada y vió como el hombre le señalaba una silla junto a Feyra. -Siéntate y come algo. Nadie funciona bien con el estómago vacío.

Decidió guardarse las preguntas por otro rato e hizo lo indicado, acomodándose con movimientos rápidos y silenciosos. Apenas estuvo bien sentado, una persona le puso un plato enfrente y un vaso de un jugo rojizo.

-Debes morir de hambre- le dijo Feyra a su lado. -Come con confianza. Y si quieres más, solo pídelo.

Agradeció con un asentimiento. Su estómago dolía con tanta fuerza que sabía que no era momento para ser remilgoso.

Mientras daba los primeros bocados, sintió una mirada clavada en él. Levantó la vista con la mayor discreción que pudo, viendo que que tenía un par de ojos verdes clavados en él. Parecía concentrada, sosteniendo entre sus manos una taza humeante.

-¡Oh!- exclamó de repente Feyra, atrayendo su atención. -¡No los presente! Ella es Shinrai, es como mi hermana mayor- la aludida asintió. -Shia, él es

-Ethan Russell- dijo ella, bajando su taza. -Te he visto, pero no te conocía. Ya sabes, en persona.

-Un placer- respondió él, sintiéndose un tanto incómodo por la escrutadora mirada de Shinrai.

-Perdona si parezco intimidante, no es mi intención- continuó hablando ella, dedicándole una pequeña sonrisa. -Normalmente los humanos no notan la diferencia, pero por tus habilidades es distinto contigo. Tú sientes eso que ellos ignoran.

-¡Ah!- la exclamación de Feyra hizo que Ethan volteara sobresaltado. -¡Por eso reaccionas así!

El chico inclinó la cabeza, confundido. Y esto sólo aumentó cuando escuchó a Shinrai reír.

-Yo se lo advertí- dijo, dando un sorbo. – Briarwood es un territorio especial, tenía que ser cuidadosa.

-¿Briarwood?- dijo una voz diferente. -¿Mystic Force, cierto?

Se giró para ver a quien iba llegando: un chico quizá de su misma edad. Algo en él le pareció bastante familiar;el cabello rubio y los ojos grises eran algo que era inconfundible.

-¿Michael?- preguntó. Él sonrió y asintió. -¡Michael Tate!

-En persona.

Se puso de pie y lo saludo como a un viejo amigo. Él correspondió el gesto, y luego ambos tomaron asiento, mientras unas personas le acercaban un plato y un jugo a Michael.

-No pensé que se conocieran…- dijo Feyra, lo que provocó las risas de los chicos y que Shinrai negara con la cabeza. Se sonrojo, al darse cuenta que lo había dicho en voz alta.

-No todos- sonrió Michael. -Algunos hemos tenido la fortuna de coincidir.

-Por el "Campamento Ranger"- explicó Shinrai. -Fue iniciativa de SPD. Al año siguiente de aquel día, el Comandante Tate convocó a todos los ex-rangers a mandar a cualquiera que pudiese tener características de heredero a entrenarse por 2 meses, directamente con ellos.

-Así podrían tener una ventaja- complemento Michael. -Claro, eso fue una elección libre. Así que hay excepciones.

Eso último sonó como algo que le preocupaba bastante. Ethan escuchaba y pensaba; sabía que sus padres no habían dudado, así que tanto él como Ciara habían tenido acceso a esa ventaja. Pero, ¿acaso aquí había alguien que no?

Sintió algo de miedo al pensar en esa posibilidad. ¿Cómo alguien acepta una misión peligrosa sin estar listo?

-Así fue antes- de nuevo Feyra respondiendo a sus pensamientos. En esta ocasión, Shinrai la miró fijamente y eso hizo a la chica encogerse en su asiento. -Perdón- dijo, con las mejillas muy rojas. -Se que no debí, pero tu energía es muy fuerte…

-Aún está aprendiendo a dominarse- le dijo Shinrai -, así que me disculpo por adelantado, porque esto le pasará seguido mientras no practique.

-¿Practicar?- dijo Michael, riendo. Se le veía extrañado, pero muy interesado. -Les recuerdo que soy solo un humano…

Shinrai le sonrió mientras Feyra parecía sonrojarse aún más.

-Nuestro poder viene de la energía de lo existente- explicó la chica mayor. -Y aunque es distinto, se sintoniza un poco con la Fuerza Mística.

-Por eso capto un poco de tus pensamientos- la mirada de disculpa de Feyra hizo que Ethan sonriera. Le recordaba un poco a varias situaciones que le habían pasado cuando era pequeño.

-Continúa practicando- le dijo y ella le sonrió. -Trataré de ayudarte.

Feyra sonrió, notablemente aliviada y muy agradecida.

-¿Y qué era "así antes"?- preguntó Michael. Realmente no se le escapaba nada.

-Elegir a quienes no tengan preparación - respondió Ethan.

-¡Cierto!- sonrió, asintiendo. -Creo que en esa parte, no podría decir mucho. Pero sí, debió ser algo aterrador.

Ethan lo miró fijamente mientras Michael comenzaba a dar su opinión sobre la historia ranger, muy entusiasmado al respecto. Le pasó por la mente un extraño pensamiento: ese chico duplicaba la ventaja de cualquiera. Lo que, por cierto, le hizo preguntarse dónde estaban los demás.

Como si las hubiera invocado, un par de chicas entraron en el comedor en ese segundo, ambas con cabello castaño y características similares. Hablaban entre ellas con un atisbo de nerviosismo, y se quedaron calladas apenas se toparon con las otras personas en la habitación. Una de ellas torció el gesto, sin poder disimular su incomodidad, mientras la otra sonrió ligeramente, tratando de notarse amigable. Se acercaron a la mesa y tomaron asiento una junto a otra.

-Que gusto que se nos unan- las saludó Shinrai.

-Perdón por la tardanza- dijo la que parecía más amable. -Esta casa es un laberinto.

-Sé que se adaptaran- les dedicó una sonrisa y ambas asintieron.

Teniendolas de frente, Ethan las observó con más atención. Puede que fuesen similares, pero definitivamente no idénticas: la más seria tenía el cabello lacio y seguramente era algo mayor, mientras la otra era de cabello ondulado y era obvio que tenía más problemas para levantar la vista.

-Mucho gusto compañeras- la voz de Michael hizo que lo miraran, pero él sonreía con naturalidad. -Realmente espero que trabajemos bien juntos.

-Así será- dijo la más joven, pero su entusiasmo no era muy auténtico.

La mayor miraba fijamente a Michael, analizándolo.

Antes de que cualquiera pudiera añadir algo más, la voz de El Maestro desde el pasillo los mantuvo en silencio. Se escuchaba animado y eso quedo confirmado cuando entró en la habitación con una sonrisa de oreja a oreja. Sin embargo, la persona a su lado no compartía su expresión. Ese chico parecía más bien molesto, con una mirada dura y totalmente silencioso, casi como si su rostro estuviera petrificado.

-¡Bien, ya están todos!- exclamó El Maestro, tomando asiento en la cabecera de la mesa.

El recién llegado tomó asiento junto a las chicas, pero dejando un espacio entre él y la mayor de ellas.

Un carraspeó hizo que todos miraran hacia El Maestro, que continuaba sonriendo.

-Primero, deseo expresar mi agradecimiento a cada uno por aceptar estar aquí- dijo. -Sé que fue una sorpresa, y una decisión complicada; sé lo que significa dejar atrás lo que uno conoce. Así que muchas gracias.

Shinrai y Feyra, sentadas a su derecha, asintieron, secundando.

-Sé que tienen una idea de lo que viene, pero debo advertirles que esto es distinto- continuó. -Nosotros sabemos porqué y para que los estamos preparando, así que no será una misión…- soltó un resoplido que sonaba divertido - típica.

Ethan frunció el ceño. Y al ver al chico frente a él, supo que no era el único al que esto no le gustaba del todo.

-Entrenarán sus habilidades naturales y aprenderán nuevas; también continuarán con la escuela. Ya nos hemos hecho cargo de todo.

El Maestro se puso de pie y dio media vuelta, saliendo de la habitación mientras agregaba:

-Conozcanse. Creo que no debo recordarles que su mayor fortaleza viene de que sean un equipo.

Se cerró la puerta tras él y de inmediato se escuchó un resoplido.

-¿Y eso es todo?- dijo el chico que había llegado con él.

-¿Esperabas un discurso más profundo?- preguntó Michael, con un poco de sarcasmo en la voz.

-¿Y ustedes quienes son?- dijo la voz tímida de la chica más joven.

Todos la miraron de inmediato. Ethan soltó una media sonrisa, sabiendo que esa pregunta había evitado un conflicto más grande.

-Soy Ethan Russell- dijo, uniéndose al cambio de tema. Vió como ella le sonreía, aliviada. -Vengo de Briarwood, que está bastante lejos de aquí.

-Yo soy Melanie Burrows- le respondió ella, con una sonrisa más relajada. -Y ella es mi hermana mayor, Lyna- la señaló con la cabeza. -Somos de Hardwood County.

-Y nuestros padres fueron Megaforce Rangers

El comentario de Lyna hizo que Melanie la fulminara de inmediato. Era notorio que había una clase de acuerdo al que ella no había respetado.

-Y los míos Mystic Rangers- añadió de inmediato Ethan, haciendo que la mirada de la menor se clavará en él,

Parecía que estaba genuinamente sorprendida, con los ojos muy abiertos. Lyna, por su parte, no estaba demasiado impresionada.

-¿Hermanas, eh?- dijo el chico desconocido. -Eso no debió ser muy agradable.

-Hemos lidiado con cosas peores- le respondió Lyna de inmediato. -Creo que es una ventaja: nos conocemos de toda la vida. Nada mejor que eso, ¿no?

Él soltó un resoplido, se encogió de hombros y miró hacia otro lado.

-¿De dónde eres?- de nuevo habló Melanie, tratando de evitar conflictos.

Él pareció estar pensando muy profundamente si debía responder, porque tardó casi un minuto en decir:

-Vengo desde Panorama City, donde están los Samurai Rangers- se giró para mirarlos a todos. – Soy David. David Shiba.

Melanie asintió, satisfecha, y David desvió la mirada nuevamente. Luego ella miró a Michael y le sonrió.

-Supongo que solo falto yo- dijo él, tratando de evitar que la actitud de David volviese todo incómodo. -Soy Michael Tate. Nací y crecí aquí, en Nueva Tecno, y mis padres trabajan para SPD, por así decirlo…

-¿Eres el hijo del Comandante Sky Tate?- el sonrojó de Melanie la delató: sus pensamientos habían escapado por su labios sin control. Pero Michael no parecía ofendido.

Le dedicó una sonrisa amable mientras asentía.

-Sí - dijo. -He pasado mucho tiempo viajando por eso. Ya saben, asuntos diplomáticos y todo eso.

-Wow…- los ojos de Melanie brillaban con curiosidad y era obvio que en su mente habían quizá miles de preguntas. Pero a pesar de eso, no dijo nada después de eso, limitándose a sonreír nerviosa y asentir, como si fingiera que entendiera todo.

Lyna miraba a su hermana, torciendo los labios en una pequeña mueca de preocupación. Se ve que quería intervenir, pero se lo ahorraba.

-Si que son un grupo variado…- comentó Feyra, riendo un poco. Todos la miraron.

-Podría decirse- asintió Shinrai. -Personalidades fuertes, habilidades variadas e hijos de líderes. De lo mejor entre los Herederos Rangers.

Nadie se atrevió a hablar después de eso.