Capítulo Doce

A las seis y veinte de la mañana siguiente, Clarke se encontró con Octavia Kane en la entrada de la casa de Lexa. La vivienda de cedro, de dos alturas, se situaba sobre una colina con vistas a los humedales, en el extremo de la calle de Bradford. Clarke se acercó para saludar a la joven, mientras tomaba un momento para apreciar la vista. Octavia siguió su mirada a lo largo de las marismas y dunas. Miraron cómo las gaviotas y otras aves volaban en busca de su desayuno.

"Hey, Octavia ," dijo Clarke , "hace una mañana bastante espectacular"

"Sí, supongo", respondió la adolescente, sin mucho entusiasmo.

"¿Clase dura?"

El rostro de Octavia se iluminó. "No, fue genial. La Sensei me está enseñando muchas

cosas"

"Hey, eso es genial"

Octavia miró hacia otro lado, y su sonrisa se desvaneció. "Sí".

Clarke tuvo la sensación de que la joven estaba a punto de decir algo más, pero repentinamente, murmuró un adiós y se fue a toda prisa. Clarke deseó saber cómo establecer una conexión con ella. Cada vez que Clarke veía a Octavia, parecía un poco más feliz. Clarke se apresuró por el camino, con ganas de llegar a tiempo. La puerta lateral del garaje adjunto, estaba abierta, y ella entró llegando a un gran espacio cuadrado, que estaba casi completamente cubierto de tatami, un material absorbente de impactos, que tradicionalmente se ponía en el suelo de la mayoría de los dojos de Japón. A lo largo de la pared, había un banco y un estante para el calzado. En la pared opuesta al banco, había una pequeña estantería tallada a mano con un jarrón de flores, varias estatuas ornamentales, y una imagen de un hombre japonés. Clarke se inclinó en la dirección de la kamiza o altar tradicional, para mostrar su respeto a la sala de entrenamiento y al maestro de Lexa, luego deslizó sus zapatos en el estante provisto. Lexa se había arrodillado sobre la alfombra con los ojos cerrados cuando Clarke entró, y ella, ahora, la miraba con una sonrisa.

"Bienvenida. Me alegro de que hayas podido venir."

"Gracias. Lo estaba desando." Mientras hablaba, Clarke se sentó, se inclinó para quitarse el aparato ortopédico, de metal, de su pierna derecha. Ella lo reemplazó por una sujeción de plástico, mucho más ligero, que impedía que el tobillo se dañara.

"Háblame de eso", dijo Lexa, señalando el apoyo.

Clarke apretó sus manos y tensó sus hombros ante la resistencia automática a cualquier pregunta sobre su lesión. La gente que siempre le hacía alguna pregunta sobre su lesión incluía una pena encubierta, incomodidad o idea errónea de sus habilidades. No importaba que Lexa nunca le hubiera hecho la más mínima crítica o gesto despectivo. La respuesta de Clarke siempre conllevaba rabia y decepción. Ella no podía encontrar las palabras para responder. Después de un momento, Lexa le preguntó:

"¿Cuánto tiempo ha pasado desde que entrenaste por última vez?"

Clarke la miró a los ojos, desafiante. "Desde antes de mi accidente."

"Bueno, entonces, supongo que deberemos averiguar lo que puedes hacer. ¿Puedes ponerte de pie con eso?"

Lexa fue tan directa, que Clarke empezó a relajarse.

"Sí, pero realmente no puedo caminar bien con él. Mi equilibrio se ve afectado."

"Entonces empezamos con posiciones fijas. ¿Puedes dejarte caer?"

"No hay problema"

"¿Barridos de piernas? ¿Tirada de hombros?"

"Oh," Clarke dijo con seguridad. Decidió no añadir, que nadie la había tirado desde su lesión, pero había practicado otros ejercicios y usado a modo defensa con el bastón, con bastante diligencia, desde que había terminado con la rehabilitación. Ella iba a estar bien. Así lo esperaba.

"Pensé que podríamos alternar con diferentes posiciones", continuó Lexa. "Podemos trabajar el ataque un día, y me puedes enseñar defensa con el bastón, el siguiente. Suena bien ¿de acuerdo?"

"Sí... bien."

Se inclinaron la una frente a la otra, y durante la siguiente hora Lexa practicó con Clarke los fundamentos básicos de las técnicas de grappling jujitsu. Como Clarke ya tenía el cinturón de experiencia avanzada, los estilos de bloqueos y derribos que realizaron, resultaron totalmente familiares para ella, aunque con ligeras variaciones. Estaban igualadas en términos de resistencia, gracias al riguroso estado de forma de Clarke, por su habitual práctica de remo. Su movilidad se vía obstaculizada, pero como la mayoría de las técnicas se había diseñado para llevarse a cabo en lugares muy reducidos, y ella fue capaz de realizarlas. Cuando se volvieron a inclinaron la una frente a la otra, al final de la sesión, se sintió fortalecida de una manera que no había sentido durante años. Se sentía fuerte y capaz. No quería parar, a pesar de que sabía que iba a estar adolorida al día siguiente.

"Gracias. Ha sido excelente", exclamó.

"Entonces, ¿mañana a la misma hora?" respondió Lexa.

Clarke fue sorprendida con la guardia baja. No se le había ocurrido que a Lexa le gustaría entrenar tan en serio. Una vez más, se daba cuenta de la capacidad de persuasión de la otra mujer y de su intensidad convincente. Se sintió gratamente al aceptar la oferta, y asintió con aprobación. Lexa la recompensó con la deslumbrante sonrisa, que salió de la nada.

"Si tengo alguna emergencia, te avisaré..." Clarke comenzó.

"No es necesario," interrumpió Lexa. "Si no estás aquí, sabré que es por alguna razón importante. Sé que vendrás cuando puedas."

"¿Siempre eres tan inmune a la incertidumbre?" le preguntó.

Lexa la miró con seriedad. "¿Es eso lo que piensas? Estoy segura, a veces simplemente no lo creo…" la volvió a mirar fijamente "o a las persona en que confío."

Clarke se sonrojó, complacida. Lexa tenía una manera de hacer que las cosas parecieran simples, y ella no quería decepcionarla. Ese pensamiento fue suficiente para molestarla durante el resto del día.

A medida que avanzaba el mes de junio, y el verano se acercaba, se las arreglaron para reunirse cinco o seis mañanas a la semana. Clarke se vio obligada a levantarse una hora antes, para poder remar y llegar al dojo a las seis y media. Por lo general, veía a Octavia marcharse, cuando ella llegaba. Sabía con certeza que Lexa llevaba levantada y en marcha, desde hacía varias horas. Estaba impresionada con la determinación de Octavia y la incansable Lexa. Se dio cuenta, que gracias al entrenamiento aumentaba su propia resistencia, y observó con cauteloso optimismo que su tobillo y su pierna ya no estaban tan rígidos, y que se podía mover de forma más ligera. No se engañaba a sí misma con la esperanza de que su pierna volviera a ser normal, pero cada pequeña mejora la animaba. Además de los beneficios físicos de su nuevo régimen de entrenamiento, tenía que admitir que estaba disfrutando de la compañía de Lexa. Era resuelta en su búsqueda de cualquier tarea, ya fuera de formación, vigilancia, o simplemente cuando hablaban. Cuando estaba con ella, le prestaba totalmente atención, como si fuera lo único que en ese momento importara. Clarke trató de no pensar en lo mucho que deseaba pasar su tiempo con Lexa, o lo mucho que le gustaba atención, su fácil sonrisa y su voz profunda y resonante.

El último sábado de junio, Clarke encontró a Lexa en su posición habitual, de rodillas en el dojo con los ojos cerrados, meditando mientras la esperaba. Cuando le sonrió con un saludo, Clarke comentó:

"¿Ha venido la novia de Octavia, con ella, esta mañana? Las he visto, en el frente, cuando venía."

"¿Cómo lo sabes?" le preguntó sorprendida. "Raven ha venido a ver una clase."

Clarke se rió. "Creo que ha sido la forma en que se estaba colgaba de Octavia -o tal vez que parecía como si quisiera lamer el sudor del cuello de Octavia."

"No son muy sutiles" comentó Lexa con gravedad. Cuando llegaron, O. tenía un brazo posesivamente alrededor de los hombros de la joven morena; y Raven tenía la mano metida en el bolsillo trasero de O. No se le había escapado notar, que sus ojos no se apartaban de Raven, durante todo el tiempo que O. había estado en el dojo, y la mirada en ellas era hambre. Lexa había esperado que fueran un poco más moderadas en la calle.

"¿Por qué esperabas que fueran diferentes? Son jóvenes enamoradas. Ellas no tienen conciencia de nada. Probablemente no se darían cuenta, si diez coches se chocaran frente a ellas." Sonrió para sus adentros mientras se quitaba los zapatos y se ponía el aparato ortopédico. "¿Sabe Marcus algo de esto?"

"No," dijo Lexa con preocupación. "O. tiene miedo de decírselo. Tiene mucho miedo de que trate de separarlas."

Clarke asintió. "Ella podría estar en lo cierto, pero no habría manera de mantenerlo, en secreto por mucho tiempo. Sobre todo si salen juntas por la calle. Cualquiera que haya estado enamorado, alguna vez, podría darse cuenta con sólo mirarlas".

Lexa se preguntó, si ella lo hubiera sabido si no las hubiera visto abrazadas aquella noche. ¿Reconocería algo que nunca había experimentado?

"Tal vez debería hablar con ella," reflexionó en voz alta.

Clarke respondió con cuidado, luchando contra su propia actitud defensiva. "Lexa, esas chicas están actuando como los dos adolescentes enamoradas. Son estudiantes de secundaria, casi adultas. Si les dices que tienen que ocultar lo que sienten, les estarás diciendo que hay algo malo en lo que están haciendo. Tienen suficiente con que la mayor parte del mundo ya lo piense, sería devastador para ellas si alguien en quien, obviamente confían, les dijera lo mismo. Debes darte cuenta que O. confía en ti, si no nunca hubiera traía aquí a su novia, te está pidiendo que lo aceptes."

"Estoy preocupada por ellas", respondió Lexa. "Un joven gay ha sido golpeado fuera de un bar de Truro, hace dos semanas, y he visto un informe de Easton sobre un robo sospechoso a dos hombres homosexuales. No hemos tenido ningún problema aquí, pero no sabemos lo que puede pasar."

Clarke frunció el ceño. "Yo, sin duda, mantendré un ojo en la clínica, por si llega alguien con lesiones motivadas por algún tipo de agresión de este tipo. Pero la mejor cosa que puedes hacer, por esas dos chicas, es exactamente lo que está haciendo. Mantener las calles seguras, y ofrecerles el apoyo de un adulto."

"No estoy muy cómoda con ese papel", admitió Lexa. "Sé muy poco de lo que están experimentando."

Clarke la miró un poco decepcionada. Estaba muy claro que esa admisión significaba que Lexa no era gay. Odiaba admitir que ella había estado esperando otra cosa. "No es diferente de lo que experimenta cualquier adolescente, Lexa . Sólo es más difícil para algunos de ellos porque sienten miedo, tristeza o vergüenza Sólo recuerda tu primera vez"

Lexa la miró avergonzada. "Ese es mi problema, Clarke. Nunca tuve una primera vez."

Lo había dicho de forma tan tranquila que Clarke no estaba segura de qué responder. ¿Era posible que una mujer de treinta y tantos años, sobre todo tan interesante y atractiva, nunca hubiera estado enamorada? ¿O estaba simplemente diciendo que nunca había sido una adolescente con las hormonas en ebullición? Afortunadamente, Lexa la salvó de su propia confusión, diciendo:

"Zoe me dijo que hay un bar, donde muchos de estos chicos suelen ir. Pensé en ir y comprobar si todo está bien por allí, pero Zoe insiste en que parezco demasiado un policía. ¿Quieres ir de incógnito conmigo y echar un vistazo?"

"Lexa", dijo Clarke, tratando de poner cara seria, "no hay nada en este mundo que se pueda hacer para que no parezcas un policía, pero, claro, iré contigo, ¿cuándo?"

"¿Qué tal esta noche? Después de cenar, es una forma de agradecértelo."

"Esta noche está bien, pero sólo si yo invito la próxima vez."

Lexa sonrió, "Perfecto".

Cuando Clarke se arrodilló para inclinarse al inicio de su sesión de ejercicios, se preguntó si no debería haber rechazado la invitación a cenar. No tenía tiempo para pensar en nada más. Por su naturaleza, sus entrenamientos eran íntimos, en el sentido de que de todos los estilos de artes marciales, y sobre todo los de jiu-jitsu, requerían de un contacto más físico. Por lo general, ese contacto es automático y completamente desprovisto de cualquier connotación sensual, cuando la mente y el cuerpo están inmersos en un ámbito diferente durante los ejercicios de defensa personal. Lexa y ella estaban trabajando en las piernas juntas, lo que requería que se cruzaran literalmente entre sí, aplicando presión en el codo del oponente hasta que fuera inmovilizado. Clarke no estaba pensando en nada más, que en la forma de soltarse de la persona que la tenía de espaldas, con el brazo bloqueándola, y con su antebrazo apretado contra su tráquea. No era una posición cómoda, y respondió de forma automática.

Lexa sintió que su lucha, tratando de no dejarla moverse. Ella aflojó la presión que ejercía sobre la muñeca de Clarke.

"Clarke, espera," le dijo ella. Clarke inmediatamente se relajó. Esto no era un concurso, era una sesión de entrenamiento, y Lexa al ser la persona con más experiencia estaba al mando.

Lexa empujó hacia arriba en sus brazos, mirando a Clarke con una sonrisa. El peso de su cuerpo se quedó ligeramente sobre el cuerpo de Clarke. "Debes confiar en tus posibilidades, sobre todo si tu oponente es mucho más pesado."

Clarke vió su intensa mirada, de ojos verdes, a pocos centímetros de ella, y de repente retrocedió. Ella fue consciente de la presión del muslo de Lexa entre sus piernas, la firmeza de su cuerpo, la sutil curva de sus pechos bajo la gi de algodón, y el leve rubor de la transpiración en su pecho bronceado. El corazón de Clarke empezó a latir un poco más rápido, su piel se estremeció cuando los dedos de Lexa la habían abrazado; sentía el loco deseo de presionar los labios contra la piel húmeda del cuello de Lexa. Ella se quedó sin aliento, ante la avalancha de sensaciones, sorprendida por la repentina humedad entre sus muslos.

Lexa inmediatamente rompió el abrazo, exclamando: "¿Qué pasa? ¿Te he hecho daño?" "No," contestó Clarke, sumamente avergonzada. En todos los años que había estado entrenando, nunca le había pasado nada como esto. Ella tenía que mantenerse lejos de la mujer que estaba a su lado. Problemas, problemas, problemas se reprendió a sí misma mientras todo su cuerpo temblaba. Tonta, tonta, tonta resonó de nuevo a ella.

"¿Clarke?" volvió a preguntar preocupada. Clarke estaba temblando, ella podía verlo. La sola idea de haber hecho daños a Clarke, le estaba volviendo loca. "¿Es la pierna?"

Estaban tumbadas la una al lado de la otra, a escasos centímetros de distancia. Alargó la mano instintivamente, rozando sus dedos contra la mejilla de Clarke.

"No, Lexa, no es mi pierna." Clarke dijo, sentándose, luchando por mantener su voz tranquila. "Sólo ha sido un calambre. Ya estoy bien." Ella miró la cara preocupada de Lexa, sabiendo que no tenía ni idea de lo que acaba de pasar. Clarke luchaba por ignorar la creciente y palpitante presión a través de su pelvis. ¡Dios! ¿Tenía que ser tan condenadamente atractiva? "De verdad, estoy bien. Sólo déjame cambiar de postura durante un tiempo."

"¿Estás segura?"

"Por supuesto."

Ellas terminaron su entrenamiento, sin más interrupciones. Clarke estaba tratando de no pensar en el inconfundible subidón de deseo físico que había sentido. Lexa estaba tratando de entender por qué el mero hecho de pensar en hacer daño a Clarke, la había preocupado de tal manera.

"¿Quieres descansar durante uno o dos días?" Lexa preguntó.

Clarke la miró, viendo la preocupación en su rostro. No era justo permitir a Lexa, que se preocupara por algo que ella misma no podía controlar.

"¿Estás cansada?" bromeó Clarke, a la ligera.

"No, sólo pensé…" Lexa se detuvo, sonrojándose ligeramente. "Supongo que me lo dirías, si necesitaras un descanso, ¿no? "

Clarke le sonrió suavemente, encontrando a Lexa aún más atractiva ante tal incertidumbre. "Puedo cuidarme yo misma. Pero gracias por preguntar."

Lexa sonrió. "Zoe diría que me estoy comportando con una butch. ¿Cierto?"

Ahora fue Clarke la que se ruborizó. ¿Y exactamente cómo lo sabría Zoe? Se preguntó.

"La verdad es que sí. Pero te sale de forma natural. No te preocupes por eso."

"Entonces, ¿te veré esta noche?"

"Sí, por supuesto".

Se reunieron fuera de la calle Front, en el restaurante favorito de los lugareños y turistas. Lexa llevaba una camisa blanca de cuello abierto y pantalones vaqueros muy gastados, con botas de color negro relucientes. Clarke estaba igualmente informal, con vaqueros negros y una camiseta de cuello simple negro, que moldea sus hombros y brazos bien desarrollados. Lexa había llamado con antelación para hacer la reserva, y las sentaron inmediatamente. La camarera, que conocía a Clarke por su nombre y a Lexa por los cotilleos sobre ella en la ciudad, fue muy atenta de manera, casi demasiado.

Clarke era consciente de que se varias cabezas, se habían vuelto, cuando las vieron entrar jutnas. Lexa no parecía haberlo notado, y estaba bebiendo un vaso de vino tinto, mientras se recostaba en su silla, contando a Clarke sobre los cuatro años que había vivido en Japón.

"Lo que más me gusto, por supuesto, fue la oportunidad de entrenar con japoneses, en una de sus propias escuelas. Mi maestro, en los Estados Unidos, les había escrito antes de mi llegada, lo que me ayudó a allanar el camino. Los japoneses son mucho más receptivos con los estudiantes estadounidenses, de lo que solían ser, incluyendo a las mujeres, pero sin duda ayuda tener una conexión personal. Ya llevaba entrenando casi diez años…" Lexa sonrió un poco tristemente mientras vaciaba su vaso. "Te estoy aburriendo, ¿no?"

"Al contrario", comentó Clarke, volviendo a llenar sus vasos. "Estaba pensando en cómo te envidio. Mi única formación venía del remo, que practiqué durante muchos años. Durante el tiempo que estuviste en Japon, yo estaba preparándome para las olimpiadas de Barcelona."

Por un instante, pudo ver una chispa de dolor en la expresión nublada de Clarke, al recordar su pasado. Lexa se acercó y la tomó de la mano y la sostuvo con suavidad.

"Lo siento, Clarke, siento haberte hecho recordar tu dolor," dijo en voz baja. "No tienes que hablar de ello"

Clarke negó con la cabeza. "Estoy muy bien sobre ello. Es sólo tan condenadamente frustrante. Estuve muy cerca ganar el oro en los Juegos Olímpicos anteriores, y yo estaba en la mejor forma de toda mi vida para los de Barcelona. Era una maldita carrera de entrenamiento, ni siquiera... yo estaba volando con el sol en mi espalda, el mar era perfecto, como el vidrio, y yo sabía que era mi momento… lo siguiente que recuerdo, era que me estaban sacando del agua, con la pierna destrozada, vi mi pie colgando allí, no podía sentirlo, y sabía que algo anda mal". Ella respiró hondo, disipando sus recuerdos." Luego pasé el año siguiente esperando volver a caminar." Miró a Lexa en tono de disculpa. "Mierda, esta es realmente una conversación horrible para una cena" Mientras hablaba, había entrelazado inconscientemente sus dedos con los de Lexa. Miró sus manos entrelazadas, ya que estaban sobre el blanco mantel. La compasión de Lexa, y su tácita simpatía parecía fluir en ella, a través de los dedos largos y fuertes. Era reconfortante, y no sentía ninguna lástima. "Lexa", dijo en voz baja, con la garganta seca. "Si la gente nos ve así, van a pensar que esto es una cita." Mantuvo su voz ligera, pero sin poder controlar el ligero temblor que sentía. De repente se sintió pequeña e incómodamente vulnerable.

"¿Me estás diciendo que no lo es?" preguntó Lexa en voz baja, sin asomo de burla en su voz.

Clarke se sacudió con sorpresa, se le aceleró el pulso. Buscó en el rostro de Lexa algún tipo de sugerencia de broma, y se encontró sólo con los verdes y serios ojos de Lexa mirándola.

"Lexa, soy una mujer de treinta y ocho años. Después de mucho tiempo, he conseguido recuperarme de la pérdida de una amante, con la que pensaba pasar el resto de mi vida. Lo más importante es que no tengo ni idea de lo que significan tus palabras."

"Entonces mis palabras no tienen sentido", comenzó Lexa. "Tengo treinta y siete años y nunca he estado con nadie, nadie con quien quisiera pasar tiempo, nadie que hasta hoy me haya parecido interesante, alguien de quien quiera saber más, en definitiva hasta hoy no he conocido a alguien tan especial."

"¿Nunca?" preguntó Clarke con suavidad.

Lexa se ruborizó pero no apartó la mirada. "Siempre ha sido territorio desconocido".

"Oh, Lexa," suspiró Clarke, dándole un pequeño apretón en la mano "¿Me estás poniendo en una posición imposible para decidir ¿necesito tiempo para decidir si solo podemos ser amigas, en el sentido habitual, tiempo para ver la posibilidad de algo más, algo más profundo." Ella vaciló brevemente. "Pensar en sentirme atraída sexualmente me hace padecer más angustia, Lexa. Y tú, mi bella amiga, eres material de angustia."

"¿Estás tratando de dejarme suavemente?" Le preguntó Lexa con un toque de frivolidad. No quería ver a Clarke inquieta, y entendía su reticencia a verse en una relación. No podía describir con claridad lo que sentía, era demasiado nuevo. Sólo sabía que allí sentada, con la mano de Clarke entre la suya, se sentía completamente natural, y toda su vida tenía sentido. Pero también sabía que no quería dejarla ir.

Clarke apreció el intento de Lexa de reducir la presión sobre ella. Pero para su propia preservación y para ser justa con Lexa, necesitaba ser clara. "No estoy dispuesta a darle una oportunidad a alguien que ni siquiera sabe si es lesbiana. No estoy segura de querer arriesgarme. Lo siento." Mientras hablaba, soltó suavemente su mano de Lexa.

Lexa sacudió la cabeza, sonriendo suavemente. "No te preocupes. Hasta ahora las únicas palabras que he escuchado decir son "reclutar" y "soldado". Nunca me dio por pensar en nada más."

Clarke se rió. Se felicitó por dirigir su relación a un terreno más seguro. Ella ignoró, categóricamente, la forma en que su pulso se aceleraba, cada vez que miraba hacia arriba, para encontrar los ojos desconcertantemente evaluadores de Lexa sobre ella.