Capítulo Trece
"Así que, dime lo que está pasando entre nuestra buena doctora y tú," Zoe dijo mientras se inclinaba para golpear su bola. Golpeó suavemente la bola blanca y arrastró la bola nueve hasta el agujero lateral.
"Buen tiro", comentó Lexa mientras dejaba dos cervezas frescas en la estrecha balda que ocupaba toda la pared. "¿Qué quieres decir? ¿Qué está pasando?"
Zoe la miró, brevemente, mientras volvía lentamente la vista a la mesa de billar, para planificar su próxima jugada. La mirada un poco perpleja, en el rostro su amiga, le dijo que la ayudante del sheriff, realmente, no sabía nada sobre el rumor se había estado produciendo, sobre ellas. "Se dice que sois pareja."
"¿Porque cenamos juntas?" preguntó con cautela.
"Parecía una cena romántica. Eso es lo que me han dicho," Zoe añadió mientras se ladeaba para hacer su siguiente tiro. "Y porque al parecer pasa mucho tiempo en tu casa. Y sobre todo, porque os han visto a las dos juntas en el restaurante Lavender los últimos dos sábados por la noche."
Lexa estaba impresionada con la precisión de la información local.
"Suena como si fueras el centro de información", comentó secamente.
"Ese es la danza del té. Todas las noticias salen de allí. Sigo tratando de decirte lo que te pierdes. Y no evites el tema"
Lexa se acercó a la mesa cuando Zoe jugaba una combinación difícil. Estiró su cuerpo para colocar en línea su palo y lo lanzó suavemente consiguiendo meter las tres bolas en el agujero.
"No somos pareja. Sólo somos amigas."
Zoe esperó. Como no podía aguantar más, suspiró con impaciencia exagerada.
"¿Y? ¿Tienes alguna intención?" preguntó mientras observaba a Lexa moverse con gracia alrededor de la mesa. Estaba buscando la forma de golpear su bola para ganar la partida.
"Ella no está interesada", dijo rotundamente. Tocó suavemente la bola del extremo de la mesa, desplazándola hacia la esquina.
Zoe levantó una ceja a modo de pregunta, ante el comentario de la otra mujer. "Me estaba preguntando si tienes planes para ella."
Lexa apoyó su palo contra el borde de la mesa de billar, mirando seriamente a su compañera de billar, y sin perder la compostura tomó un sorbo de su cerveza.
"No puedo responder a eso."
Zoe parecía triste. "Bueno, si no me lo quieres decir"
"Eso no es lo que quise decir, realmente, no sé cómo responder a tu pregunta."
"Te gusta, ¿verdad?"
"Por supuesto, ella es genial."
"Y ella es atractiva, ¿no?"
"Ella es preciosa."
"Así que, a riesgo de sonar como algo frívolo, ¿ha considerado la posibilidad de llevarla a la cama?"
Lexa escupió la espuma en su cerveza. "¿No se supone que antes de llegar a eso, tengo que cortejarla?"
Zoe tosió, intentando no atragantarse con la cerveza que estaba bebiendo. "Dios, no tienes precio. ¡Reacciona! Cualquier chica en esta ciudad, estaría encantada de que la llevaras a la cama"
Lexa preguntó con cautela: "¿Pero quién piensan que soy?"
"Creo que Cece, de la tienda de quesos, lo dijo que eras increíblemente guapa, una butch inaccesible, que probablemente no lo sabe. Y hay un buen número de mujeres esperando que les hagas caso. Yo sólo sé, que eres una romántica, pasada de moda".
Lexa sonrió con tristeza. "No, Zoe, no lo soy. Simplemente soy alguien que siempre he sido feliz con mi vida, tal y como es. Nunca pensé que necesitaría buscar algo más. Nunca se me ocurrió que había algo más."
Zoe comenzó a protestar, pero se quedó en silencio. Por fin, expresó lo que inicialmente había encontrado inconcebible. "Nunca has estado con una mujer, ¿verdad?"
"No."
"Oh, muchacha," silbó Zoe . Ella la miró con recelo. "Eres lesbiana, ¿verdad? Porque estás rompiendo corazones, por toda la ciudad."
Lexa miró hacia otro lado, encogiendo los hombros.
"No me digas que no lo sabes," dijo su amiga, con incredulidad.
"No es así de simple", dijo Lexa. "He pasado toda mi vida con hombres, muchos de los cuales estaban bajo mi mando. Las reglas son muy claras y muy estrictas. Nunca he tenido ese tipo de relación con nadie. Nunca parecía que me importara."
"¿Y, ya sabes, que hay del sexo…" persistió Zoe.
"He tenido sentimientos" dijo Lexa, al recordar con absoluta claridad lo que había sentido, teniendo a Clarke en sus brazos, cuando entrenaban en su casa. Recordó el calor de los dedos de Clarke, sobre los de ella, durante la cena, y la oleada de excitación que le provocó. "La oportunidad nunca se me presentó."
Zoe se limitó a sacudir la cabeza. "Increíble. Pero todavía no has contestado a mi pregunta sobre la doctora. ¿Tiene sentimientos, románticos, por ella?"
Lexa agarró su palo y centró su atención en el juego. "No importa. Ella fue herida, y no quiere volver a sentirse así. Yo soy lo último que necesita."
"¿Por qué?"
"Porque no confía en mí, no quiere que le haga daño."
Zoe era muy consciente de que Lexa había evitado hablar de sus propios sentimientos, y respetaba la barrera que había trazado. Pero todavía no estaba dispuesta a dejar las cosas así. Si no reaccionaba, Lexa nunca sabría lo que sentía hacia las mujeres, y simplemente tenía que seguir intentándolo. No dudaba que Clarke actuaba con cautela. Zoe no la había visto con nadie, durante los tres años que llevaba viviendo en la ciudad. También sabía, que muchas veces los rumores se iniciaban porque desde fuera se veían las cosas más claras, de lo que podían ver las personas involucradas.
"Entonces, ¿vienes mañana a la danza del té? Es la cuarta semana de julio. Nunca he visto nada como esto", presionó.
Lexa suspiró. "Sabes que tengo que trabajar"
"Sí, y sé muy bien que todavía estás sustituyendo a Smith. Puedes venir al té, y después tendrás montón de tiempo para dormir, antes de que el turno de noche."
Hasta la fecha, se había negado a acompañar a Zoe a la manifestación popular por la tarde, de alguna manera estaba preocupada de que entrara en conflicto con su posición oficial. No le parecía bien, bailar en medio de la gente, a la cual se supone debía proteger; le parecía tabú que un oficial fraternizara con sus soldados rasos. Tuvo que admitir que su excusa era un poco vaga. Vivía en Provincetown, y asistir al baile, no crearía mayor revuelo, que el creado cuando habían salido a cenar. Y ella quería estar personalmente familiarizada con toda la vida de la comunidad.
"Está bien," ella finalmente cedió, "iré un rato."
"Excelente," apuntó su amiga entusiasmada. "Y Lexa, no vengas con el uniforme o tendrás a todas las mujeres pegadas a tí."
Zoe la miró, con satisfacción, cuando Lexa se reunió con ella en el gimnasio a las cuatro y media de la tarde del día siguiente. Su camiseta blanca mostraba sus impresionantes hombros y los vaqueros desgastados ajustados colgaban de sus delgadas caderas. No era la primera vez, que al verla, sentía la agitación del deseo. Su nueva amiga era aún más atractiva porque, obviamente, no lo sabía. Zoe estaba segura de que Lexa no se daba cuenta de las miradas que recibía, bien fuera cuando llevaba el uniforme o con ropa informal. Por su parte, Zoe simplemente disfrutaba mirándola, sabiendo que nunca podría actuar en consecuencia.
Lexa la miró con curiosidad. "¿Qué? ¿Llego tarde?"
"No, tú nunca llegas tarde" afirmó. "Vamos, Sheriff. Vamos al baile."
Podían oír la música a dos calles de distancia, y ya la pequeña pista de baile estaba llena de gente. Durante dos horas, al final del día, después de haber pasado el día en playa y antes de que comenzaran las actividades nocturnas, la mayoría de los habitantes de la ciudad, se acercaban al danza del té. Había una enorme terraza al aire libre, con mesas con vistas al puerto, varios bares y una pista de baile, que nunca parecía lo suficientemente grande, pero de alguna manera siempre se las arreglaba para dar cabida a la multitud. A diferencia de en los bares, aquí había muchas más mujeres que hombres, que disfrutaban del ambiente de entusiasmo sin límites.
"¿Qué quieres beber?" le preguntó Zoe, mientras se abrían paso entre la multitud hasta el bar exterior.
"Sólo una Coca-Cola Light", dijo Lexa, en dirección hacia el extremo de la terraza que daba a la playa, mientras que Zoe se acercaba a la barra del bar. Se apoyó en la barandilla. Observó las parejas que paseaban por la orilla del agua, algunas de ellas corriendo juguetonamente dentro y fuera de la espuma. Dos mujeres se acercaron compartiendo un beso. Al ver aquello, su cuerpo se agitó, de forma inesperada, y tuvo que apartar la mirada. Estaba tan inquieta, que no se dio cuenta de la mujer que se había acercado hasta ella.
"Creí verte entrar," dijo Clarke, con una mano cubriéndose los ojos por el sol. Lexa tenía un aspecto extrañamente distante en sus ojos. "¿Estás bien?"
Lexa negó con la cabeza, sonriendo. "Sólo soñaba despierta."
Clarke le devolvió la sonrisa. "Me alegra escuchar eso. Hay alguien que quiero que conozcas. ¿Tienes un segundo?"
Miró a su alrededor y vio a Zoe enfrascada en una conversación con alguien en la barra. "Por supuesto."
"Genial. Nylah acaba de llegar y…"
Lexa retrocedió con un grito involuntario, dando un paso atrás, sorprendida. "No, yo… yo no quiero entrometerme", acertó a decir con un tono endurecido. Aquello le estaba causando un fuerte dolor en el pecho, tanto que sólo quería alejarse, buscar a Zoe y despedirse.
Clarke la agarró por antebrazo bronceado, sorprendida ante la reacción de Lexa. Nunca antes la había visto perder la compostura. Todo su cuerpo estaba rígido por la tensión.
"Lexa" gritó Clarke alarmada. "¿Qué te pasa?"
No podía explicar a Clarke lo que ni tan siquiera ella entendía. Sólo sabía que si Clarke estaba aquí con su ex amante, no quería verlas juntas. Buscó una excusa. "Es tarde, debería irme"
Clarke siguió estudiándola con atención. No había duda de la crisis en esos profundos ojos verdes. Lo que no entendía, era la mirada fugaz, de algo parecido a dolor, que había aparecido en sus implacables ojos. Y no iba a dejarla que se fuera, sin una explicación.
"Lexa! ¡Maldita sea! ¡Dime qué pasa!"
"Nada, realmente," Lexa respondió de manera uniforme, con sus sentimientos ahora a flor de piel. "Lo siento… yo realmente no puedo quedarme."
Clarke no la creyó, pero sabía estas alturas lo terca que Lexa podía ser. No iba a hablar hasta que estuviera lista. "No puedes por lo menos esperar, un minuto, ¿y conocer a mi hermana?" le preguntó Clarke.
"¿Tu hermana?" no pudo evitar la confusión en su voz . "Pero pensé…"
"Sí," respondió Clarke, sorprendida. "¿Pero qué…? " Se detuvo a media frase, mirando, y tratando de no sonrojarse. "Pensaste que me refería Niylah, mi expareja Niylah."
Ahora era Lexa la que se ruborizaba. "Sí", fue finalmente todo lo que ella dijo. Se miraron la una a la otra, sin poder expresar con palabras sus sentimientos. Clarke finalmente rompió el silencio, con la mano sin soltar el brazo de Lexa.
"Imposible que fuera ella," dijo en voz baja, "por una serie de razones. No hemos mantenido el contacto, y no quiero verla. No hay nada entre nosotras." Mientras hablaba, sus dedos se deslizaron lentamente para acariciar ligeramente a Lexa. Era importante que Lexa entendiera que Niylah no tenía ningún derecho sobre ella.
"No me tienes que explicar nada", le respondió en voz baja.
"¿No?" le preguntó suavemente, sintiendo que los dedos de Lexa se entrelazan con los suyos, mientras trataba de ignorar la emoción rápida de la excitación que le producían esas pequeñas cercanías . "Tal vez no, pero yo quería explicártelo."
Lexa sonrió lentamente, tirando de su mano, rompiendo la tensión. "Vamos entonces. Preséntame a tu hermana"
A los pocos minutos, Zoe se unió a ellas en la pequeña mesa que habían requisado. La hermana menor de Clarke, era muy extrovertida y sociable, nada que ver con la solitaria Clarke, y en al poco tiempo, Zoe ya la había sacado a la pista de baile.
"Eso es lo último que veremos de ellas por un tiempo" Clarke comentó mientras miraba a su hermana con cariño. "A Nylah le encanta ir de fiesta."
Lexa estiró sus largas piernas a un lado de la mesa y se recostó con un suspiro. "Por lo menos ella está en buena compañía. Zoe tiene la energía suficiente para dos o tres personas"
"Además, es una gran bailarina y Nylah puede bailar toda la noche", agregó Clarke. "Es tan bueno tenerla aquí. Tiene dos hijos, un trabajo exigente… Incluso un marido que está dispuesto a ayudar, es difícil que se aleje de ellos. Ella ha venido por trabajo, y me alegro porque no tenemos mucho tiempo para pasarlo juntas."
Lexa vio que Clarke miraba hacia abajo, al hierro que sobresalía por debajo de los pantalones blancos de algodón. En alguna parte de su mente, Lexa siempre era consciente de ello, también. Cuando habían salido juntas a cenar, Lexa había procurado tener cuidado cuando andaban o subían escaleras. Ella nunca se arriesgaría a dañar a alguien que había sufrido tanto. Incluso cuando caminaban por la ciudad, por la noche después de una cena, Lexa era consciente de su ritmo, de la superficie del pavimento, del aumento de las multitudes a su alrededor. Aunque ella nunca pensó en su amiga, como en una discapacitada o que no fuera totalmente capaz, sentía un instintivo proteccionismo que nunca se lo admitiría. Sabiendo cómo se sentía Clarke quería hacer lo posible para ayudarla.
"¿Sabes una cosa?", le dijo Lexa. "Nunca he aprendido a bailar. Siempre me las arreglaba para evitar estos insufribles asuntos, presentándome como voluntaria para hacer algún servicio." Clarke la miró.
¿Cómo puede ser que alguien haya podido pasar por alto tantos placeres de la vida? ¿Y por qué no parece molestarle? ¿Podría realmente ser tan autosuficiente que no necesitaba, lo que mucha gente pasaban su vida buscando, una cierta conexión con otro ser humano? Era algo tan inexplicable...
"Bueno, pues eso tiene que cambiar." dijo Clarke enfáticamente. "Tan pronto como Nylah vuelva de la pista, le asignaré la tarea de enseñarte."
"Si tengo que aprender, pero me gustaría que tú me enseñaras."
El tono de Lexa era tan suave, que Clarke se encontró luchando por ocultas sus lágrimas.
"Me encantaría," se las arregló finalmente, "pero no creo que pueda."
Lexa empujó hacia atrás su silla y le tendió la mano. "Vamos a averiguarlo."
Había algo en la insistente compasión de su voz, y la comodidad de la mano extendida, que Clarke no pudo resistirse. Sin pensar en lo que podría significar, se puso de pie, y aceptó su mano.
"Está bien, pero tenemos que esperar, al menos, una canción lenta"
Lexa asintió y abrió camino a través de la multitud hasta el borde de la pista de baile. Cuando empezó a sonar una canción lenta, se situaron en una esquina de la pista y se enfrentaron entre sí.
Clarke miró la sonrisa de Lexa y entró en sus brazos. "Yo dirigo" dijo en voz baja.
"Siempre y cuando me mantengas en el buen camino", Lexa se reincorporó mientras deslizaba un brazo alrededor de la cintura de Clarke. Esta se encajó fácilmente en su contra; a pesar del frecuente contacto físico que mantenían, en casi todos los días, en el dojo, esto era muy diferente. Lexa estaba al tanto de la presión de los pechos de Clarke contra su pecho, y de la longitud del firme del muslo, justo tocando el suyo. Clarke apoyó ligeramente la cabeza sobre su hombro, su pelo olía al aroma de sol y mar. Por un segundo, Lexa se encontró sin aliento ante el asalto de esta nueva sensación.
"Estás temblando," murmuró Clarke, con la esperanza de que Lexa no pudiera sentir el temblor de su propio cuerpo.
"Estoy nerviosa", murmuró cerrando los ojos, apretando inconscientemente su agarre mientras se movían juntas, tímidamente al principio, y luego con una confianza cada vez mayor.
Clarke no podía recordar la última vez que alguien la había abrazado, y no podía controlar lo que le decía su corazón. Era como si su piel se abriera, permitiendo que el calor del cuerpo de Lexa la penetrara hasta la médula, y el fuego que la invadía creara su propia vida. Inconscientemente se apretó más contra el fuerte cuerpo, sintiendo eclipsar sus propios sentidos. Cuando las caderas de Lexa se movieron, de forma natural, hacia adelante, no pudo evitar un suave gemido.
"¿Está bien?" le preguntó Lexa suavemente, con su aliento cálido en la mejilla de Clarke.
Clarke trató de estabilizar su voz cuando dijo: "Sólo por la práctica. No me dejes ir, puede que me caiga." Confiaba, fervientemente, que Lexa no pudiera sentir cuán cierto eran sus palabras.
"No te preocupes por eso", respondió Lexa. Apenas reconocía su propio cuerpo. Parecía haber desarrollado nuevos sentidos en tan sólo unos pocos minutos. Su piel hormigueaba, su pulso latía en sus oídos, y ella juró que podía sentir latidos del corazón de Clarke, latiendo a la vez que el suyo. Estuviera lo que estuviera pasando, no tenía ningún deseo de que se detuviera. De hecho, cuando la música cambió a un ritmo más rápido que ni siquiera se dio cuenta. La mezcla embriagadora de estimulación física, y la confusión emocional, paralizó su conciencia de nada más allá que ellas dos.
"Tenemos que salir de la pista, Lexa, en cualquier momento se volverá todo muy rápido," dijo Clarke mientras se inclinaba hacia atrás para mirar la cara de su pareja.
Lexa la estaba mirando de forma muy extraña, agarrada alrededor de la cintura de Clarke apretando instintivamente, como si el contacto entre ellas fuera a romperse. Clarke ladeó la cabeza inquisitivamente mientras se relajaba contra el cuerpo de Lexa.
"¿Qué pasa?" preguntó ella, levantando la voz para que se oyera frente a la música alta y la cantidad de gente que abarrotada la pista.
Lexa miró a su alrededor, dándose cuenta de su entorno, por primera vez, en lo que parecieron horas. Su pérdida de conexión con los eventos externos fue suficiente para asustarla, para que junto con el aparente motín de sus sentidos, la dejara totalmente desconcertada. Ella se acercó con sus labios contra la oreja de Clarke. "Estoy lista para sentarme, también, pero mis piernas parecen haber adquirido una mente propia. Y están diciendo quedarse."
Clarke se rió, deslizando la mano por el brazo de Lexa y agarrándola de la mano. "¡Vamos! Voy a abrir el camino."
Cuando se volvió para guiarla a través de la multitud, era muy consciente de que Lexa se apretaba contra ella. Se dijo que era debido a la multitud de personas cercanas a su alrededor, y no debido a cualquier intento por parte de Lexa. Independientemente de la razón, no podía negar la oleada de placer que le provocaba ese contacto.
Zoe y Nylah, que estaban paradas junto a la pista de baile las vieron salir. Zoe acababa de reponer sus bebidas y estaban tomando un poco de aire para el siguiente baile.
"No puedo creer lo que veo," murmuró Nylah. "No he visto a mi hermana, en una pista de baile, en diez años. Esa amiga tuya debe ser una maga."
Zoe gruñó. "Nunca he conocido a una mujer como ella."
Nylah miró alarmada. "No me digas que es una especie de playgirl, o algo peor. A mi hermana le rompió el corazón una mujer así"
"Eso no es lo que quise decir," Zoe la tranquilizó. "Ella es casi tan honorable como la ves, tal vez demasiado honorable, tanto que quiere proteger a tu hermana hasta el punto de ocultar lo que realmente puede ofrecer a la buena doctora."
"Ella no es hetero, ¿verdad?"
"No he visto ninguna señal de ello", dijo Zoe con una sonrisa. "Tú tampoco pareces la madre de dos hijos."
"Sí, bueno, no la veo como una combinación de KD Lang y Gregory Peck"
"Lo cierto es que…" continuó Zoe. "Conozco a la Doc. Griffin desde tres años, y sé muy bien que ella es lesbiana. Lexa Wood es una persona difícil de entender, pero me da que sólo piensa en los sentimiento de los demás. Te puedo decir que ella piensa mucho en tu hermana. Y te apuesto mi último centavo que ella es gay."
"Lo sé. Es que Clarke ha tenido tanta mala suerte. Ella se merece mucho más."
Zoe asintió. "Pase lo que pase entre ellas, no tienes que preocuparse por Lexa Wood. Ella cree en cosas de Marines. Incluyendo el semper fi".
Dios, espero que así sea, pensó Nylah Había visto la forma en que su hermana había mirado a la mujer.
"¡No puedo creer cómo se ha llenado este lugar!" Lexa exclamó mientras esquivaba a la multitud hasta llegar a su mesa. Ella se sentó en el asiento al lado de Clarke, casi vaciando su propia bebida de un solo trago. "Tienes bastante experiencia con el baile", comentó. "Gracias por la lección."
Clarke buscó un toque de sarcasmo, pero no encontró ninguno. "Ha sido un placer," dijo, sabiendo muy bien lo verdaderamente peligrosas que eran esas palabras. "Estás en muy buena forma, solo tienes que seguir el ritmo. Tendrías que preguntarle a mi hermana a quieres bailar algo rápido… Ella es genial"
"No, gracias", dijo Lexa enfáticamente. "Es más que suficiente para mí. Déjala que disfrute con Zoe si ella quiere."
Clarke no pudo evitar sonrojarse, aunque sabía perfectamente que Lexa no estaba coqueteando. No sabría cómo coquetear aunque quisiera, Clarke pensó con disgusto.
"¿Te gustaría que fuéramos a cenar?" preguntó Lexa. Clarke vaciló, buscando la forma de calmarse, tras lo que había sentido durante el baile. Se veía a Lexa tan condenadamente guapa, con el sol destacando su pelo negro y su piel bronceada y dorada. El hecho de que ella la estuviera mirando fijamente no ayudó. Si no estuviera segura, diría que Lexa le estaba pidiendo salir. Su cuerpo se negaba a comportarse. Su pulso se aceleró, su estómago se agitó, y no pudo negar el calor húmedo que golpeaba insistentemente entre sus muslos. Lexa la excitaba, y eso era imposible. Aquello sería un desastre. Para su alivio, vió que Zoe y su hermana se acercaban a la mesa.
"No puedo," dijo, haciendo señas con la cabeza a las mujeres. "Tengo que estar con mi hermana."
Lexa sintió una punzada de rechazo, lo que no tenía ningún sentido, en absoluto. Por supuesto Clarke tenía que ver a su hermana. Su decepción era vergonzosa. Se puso de pie bruscamente, necesitando repente la confortable familiaridad de su trabajo.
"Por supuesto, debería irme de todos modos." Parecía a punto de decir algo más, pero ella simplemente se dio la vuelta y desapareció entre la multitud.
Zoe, sorprendida, la vio marcharse. "¿A dónde ha ido?"
Clarke suspiró.
"Supongo que a trabajar. ¿Dónde más?"
Ahora Zoe la miró con asombro. ¿Qué pasaba con estas dos?
Ambas miraron como si hubieran perdido su última amiga.
"Tu hermana y yo hablábamos de ir a cenar. ¿Vamos?" Clarke se movió, intentando alcanzar el bastón apoyado en la parte trasera de la silla.
"Yo no tengo mucha hambre. ¿Por qué no vais vosotras dos? Voy a ir a la clínica. Me puedes recoger más tarde."
Ella no esperó su respuesta. Estaba demasiado preocupada por el recuerdo del rostro de Lexa, cuando ella se alejó. A pesar de intentar ocultarlo, había visto a su amiga herida, y eso la molestaba, más de lo que quería admitir.
