Capítulo Diecisiete
Lexa yacía con los ojos cerrados, escuchando respirar a Clarke. Hizo un balance prudente de su cuerpo. Su costado le dolía, y cuando se estiró con cuidado, no se sentía peor. Continuó estirándose para aliviar sus largas extremidades, hasta que se dio la vuelta sobre su costado. Abrió los ojos y estudió a la mujer que estaba a su lado. Clarke llevaba una camiseta y pantalones verdes flojos. La carne bronceada de su liso abdomen se veía al tener la camisa enrollada. Tenía una mano sobre su muslo, y la otra, en la cama, entre las dos. Sus pechos se marcaban a través algodón fino, aumentando suavemente con cada respiración. Su cabello ondulado se extendía sobre la almohada, con unos mechones pegados a la mejilla. Lexa cogió un mechón suelto con un dedo, rozando ligeramente la mejilla de Clarke. Clarke sonrió en sueños. Lexa no podía recordar estar tan cerca de otro ser humano. Ella puso su mano sobre la piel desnuda del abdomen de Clarke, recompensada por un parpadeo de los músculos y un suave suspiro de la mujer dormida. El calor se extendió por su brazo, y se apretó su interior. Apoyada sobre el lado ileso, miró el rostro de Clarke, con asombro, mientras le acariciaba suavemente la curva de sus costillas. Los labios de Clarke se separaron cuando llegó a la curva de su seno, y cuando la mano de Lexa tocó el sensible montículo, Clarke jadeó. Sus delicados párpados revolotearon, abrió los ojos, y vió como unos dedos insistentes atrapaban el pezón, en una caricia burlona.
"¡Oh!" Clarke gimió, mirando la cara frente a ella. Unos ojos verdes brumosos parecía tragàrsela entera. "Lexa", murmuró entrecortadamente, mientras la mano se deslizaba hacia el otro pecho. Su espalda se arqueó en respuesta a esta nueva sensación. "Oh, Dios, espera…"
"No," dijo Lexa, con su respiración tan acelerada como la de Clarke, "No lo haré." Bajó sus labios para continuar las caricias que habían empezado sus manos. Clarke enterró sus manos en el pelo de Lexa, sujetándola allí, como si se le fuera a escapar la vida. Los dedos de Lexa acariciaron la carne temblorosa del abdomen de Clarke, mientras su boca se movía de un pecho al otro. La sangre corria por su cabeza, y la tensión interna en espiral, se estrechaba con cada gemido de la garganta de Clarke. "Oh, por favor, Lexa… detente," Clarke volvió a gemir, sabiendo que no podía alejarse de ella. Había perdido todo el control, y se sentía débil ante una poderosa y urgente necesidad. Sus piernas se retorcían bajo las sábanas, mientras notaba una humedad que aumentaba a través del ligero algodón de sus pantalones.
"Nunca," respondió Lexa con voz áspera, levantando la cabeza, capturando la azul mirada de Clarke con la suya. "No esta vez. Ni nunca."
Clarke la miró a esos ojos llenos de fuego y creyó su promesa. Su visión se hizo más inestable a medida que notaba unos dedos debajo de sus pantalones. Ella gimió, cuando los dedos rozaron el cabello fino en la base de su vientre. Por un segundo no podía respirar. Apretó las mandíbulas para no gritar. Sus caderas se levantaron, por su propia voluntad, en busca de ese golpe difícil de alcanzar. Jadeando, apartó la cara. "Lexa, si me tocas voy a explotar, oh dios, vas a hacer que me corra."
"Mírame, Clarke," le pidió suavemente, mientras sus dedos continuaban acariciando los muslos de terciopelo, permitiendo que los mismos se desviaran hacia el calor. Separó los suaves pliegues, las burlas de los labios húmedos delicados que rodean el clítoris hinchado.
"Oh, dios," Clarke sollozó, rindiéndose a esos ojos. Su pelvis se levantó y los músculos de los muslos se apretaron. Cuando finalmente Lexa acarició la longitud de su clítoris, presionando el eje rígido, le llegó al instante. No pudo detener el grito, ante la erupción que se disparó a través de ella. Su última sensación consciente, era de la boca de Lexa, mientras su cuerpo se convulsionaba. Un golpeteo insistente en la puerta la despertó. Clarke alcanzó una sábana para cubrir la desnudez de Lexa. Ella todavía estaba con la ropa puesta, aunque los pantalones del pijama estaban hacia abajo, sobre sus caderas, que le recordaban con culpa, su abandono anterior. Lexa dormía profundamente a su lado, con un brazo rodeando su cintura posesivamente. Clarke rápidamente inspeccionó la gasa pegada en el costado de Lexa, notando con alivio que no había señales de hemorragia fresca.
"¿Clarke?" Nylah llamó suavemente.
"Entra, Nylah," contestó Clarke, recolocando su ropa a toda prisa.
Si Nylah se sorprendió, al ver a su hermana sosteniendo a la mujer que sólo unas horas antes había reconocido que era "demasiado" para ella, no lo demostró. Ella simplemente cruzó el espacio para pararse junto a la cama, susurrando con urgencia:
"Hay una un montón de gente abajo, que amenaza con subir aquí, si no reciben un informe sobre tu, uh, paciente." No podía ocultar su sonrisa. "Esto se podría considerar como un tratamiento poco ortodoxo."
"A mí también me lo parece" dijo Clarke con verdadera preocupación.
"Bueno, si puedo aliviar tu conciencia, doctora", dijo Lexa, abriendo los ojos "no fue idea tuya" lanzó una sonrisa de Nylah, quien se la devolvió. "¿Quiénes son?"
"Tu jefe , dos jóvenes que se parecen a las rockeros punk, y tu familia."
"¿Mi familia?" repitió con incertidumbre.
"Tu madre y su amante."
Lexa comenzó a levantarse. "Será mejor que baje."
"No tan rápido", le ordenó Clarke, balanceandose debajo de las sábanas. "Tengo que comprobar que todo está bien." Lanzó a su hermana una mirada severa. "Diles que estaré con ellos en un minuto."
Lexa empezó a protestar, pero lo pensó mejor cuando vio la cara de Clarke. Se recostó en silencio con un suspiro. Nylah decidió que su hermana no estaba de humor para la frivolidades e hizo una rápida retirada.
"Esto se ve muy bien," dijo Clarke mientras inspeccionaba la herida. "¿Cómo te sientes?"
"Como si me hubieran tocado un millón de dólares", Lexa respondió, incapaz de contener la risa. Clarke la miró. "Está bien, pica como el infierno, pero no me siento tan mal." Ella tomó la mano de Clarke, repentinamente seria, "Clarke…"
Clarke retiró su mano para continuar colocando nuevos vendajes, evitando el contacto visual con determinación. "Lo de esta mañana, ha sido una emboscada, Wood" Ella inclinó la cabeza para trabajar en los vendajes.
Lexa metió la mano en el pelo de Clarke, acariciándolo, deslizando su mano a lo largo del borde de su mandíbula. "No pretendía hacerlo", susurró Lexa, pasando un dedo por el costado del cuello de Clarke. "Eres tan hermosa. Tenia que tocarte, y después nada podría haberme detenido."
"Lo estás haciendo otra vez," Clarke se atragantó, finalmente mirando Lexa. Tenía los ojos confusos, casi heridos por el deseo.
"No puedo evitarlo", murmuró Lexa, posando su mano detrás del cuello de Clarke, tirando de ella para besarla.
Clarke estiró los brazos en la cama a cada lado de Lexa, deteniendo su descenso hacia adelante. "Yo tampoco al parecer," ella gimió, "pero una de nosotras tiene que hacerlo. Por favor, tenemos que parar."
"No puedo mirarte sin querer hacerlo," Lexa confesó, sin poder aflojar su agarre. Cada fibra de su cuerpo estaba tensa por la tensión casi insoportable.
Clarke se rió con voz temblorosa: "Dios, me alegro. Pero si no me quitas las manos de encima, no voy a ser responsable de mis actos, y no estás en condiciones para lo que quiero hacerte. Además de eso, tendremos audiencia si no bajo pronto."
"Clarke", le imploró Lexa, "sólo un beso por favor."
Clarke no podría haberse resistido a tal súplica, aunque veinte hombres hubieran entrado en la habitación. Tomó la boca de Lexa con firmeza, sorprendida por su propia posesión. Lexa se abrió a ella con todo su cuerpo presionando con urgencia hacia arriba. Cuando la mano de Clarke alcanzó su pecho, apretó con fuerza el pezón erecto, obligando a Lexa a gemir y a estremecerse convulsivamente. Con ferviente incredulidad, Clarke sintió una ola de temblores de la mujer entre sus brazos. Ella levantó la cabeza, aturdida, al notar que Lexa se aferraba a ella, temblando.
"Ah, dios…" Lexa se quedó sin aliento, desplomándose sobre las almohadas. "Un beso y estoy perdida."
"¿Ha pasado lo que creo que ha pasado?" preguntó Clarke con asombro.
Lexa sonrió tímidamente. "Parece que sucede cada vez que nos tocamos."
La boca de Clarke estaba seca, golpeando su cabeza. "¿Todo el tiempo?"
"Esta mañana, contigo"
"Oh Dios mío", dijo Clarke, sorprendida. "Eres increíble… de hecho, es peligroso que andes suelta por las calles de Provincetown". Le pasó los dedos por el rostro a Lexa con asombro, sorprendida por los sentimientos que afloraban con solo mirarla. "Me voy a levantar, porque si no, me voy a pasar el resto del día, haciendo el amor contigo"
"No creas que voy a dejar que te olvides de ello" le advirtió Lexa.
La conversación se detuvo, cuando todos los ojos de la habitación se desviaron hacia Lexa, al salir ésta a la terraza. Llevaba un par de pantalones vaqueros de Clarke, y una camisa de algodón deshilachada, la cual le quedaba un poco pequeña. Clarke esperaba que nadie la estuviera mirando, porque tenía miedo de que lo que estaba sintiendo, pudiera verse a través de su rostro. Lexa era la mujer más fascinante que jamás había visto, y la más deseable. El impulso de tocarla era físicamente doloroso. Para su gran consternación, cuando Lexa le sonrió, se sonrojó.
"¿Estás bien, cariño?" Le preguntó Anya con ansiedad.
"Si madre, estoy muy bien"
Anya miró a Clarke, sin saber si creer a su hija. En ese momento se dio cuenta de lo que pasaba entre ellas. Primero se sorprendió, pero luego se sintió inmensamente complacida. Ella se relajó visiblemente y añadió, "Becca y yo sólo queríamos estar seguras."
"La Doctora Griffin está cuidando muy bien de mí."
Clarke se ruborizó, ante la sonrisa de Lexa. ¡La voy a matar por esto! Pensó Clarke.
Afortunadamente, Marcus habló, disipando el silencio y desviando la intensa mirada de Lexa sobre Clarke.
"Los médicos dicen que Smith va a estar bien, también. Gracias a las dos. ¿Seguro que estás bien?"
"Sí, señor. Estoy bien."
"Ha habido un montón de llamadas de los periodistas. Esto es una gran noticia. Están acampando en tu casa. Deberías mantenerte alejada de allí unos pocos días."
"Puede quedarse aquí", respondió Clarke.
"Bien", contestó Marcus. "Entonces te veré en cinco o seis días."
"¿Perdón?" Lexa preguntó confundida.
"La doctora dijo que estarías bien para trabajo de oficina, la próxima semana." "¿Podrías hacer turísmo?"
Se volvió hacia Clarke con asombro.
"¡No soy turísta!"
"Lo que en realidad dije fue que podrías estar lista para hacer trabajo de oficina la semana próxima," Clarke respondió fríamente. Su expresión sugería, que no más discusión.
"Conforme", admitió Lexa, ante la decisión de luchar contra esta batalla en particular un día más.
Marcus parecía convencido de que su segundo al mando era insustituible, y estaba en buenas manos. "¿Vienes , O.?" le preguntó mientras se giraba para irse.
"Quiero hablar con Lexa. Tengo mi moto."
"Bueno, ten cuidado con esa maldita cosa, si llevas algún pasajero", le advirtió con un guiño hacia Raven.
O. lanzó una mirada a su padre como sugiriendo que la había insultado. La rigidez de los hombros y la inclinación de su barbilla le recordó a Lexa, pensó Clarke. Oh Señor, otro bebe butch
"Siempre tengo cuidado, sobre todo cuando llevo a Raven," le respondió O., como si su padre debería saber mejor que nadie, lo que ocultaba su comentario.
El la miró confundido, pero fue rescatado por Clarke, ante la sugerencia de que todos entraran y comieran algo. Marcus se negó, pero la madre de Lexa y Becca se ofrecieron a ayudar, y siguieron a Clarke interior de la casa.
"Enseguida voy" dijo Lexa. En cuanto se quedaron solas, preguntó a las dos jóvenes: "¿Qué pasa?"
Viendo que su padre ya estaba de camino a su coche, O. cogió a Raven de la mano. Sus ojos ardían de furia. "Alguien ha estado molestando Raven".
Lexa asintió con seriedad. "Siéntate. Empieza por el principio."
"Al principio no le presté mucha atención," Raven le informó. "Me pegaron algunas notas en mi taquilla, ya sabes, las estupideces de siempre."
"¿Qué decían?" preguntó Lexa.
Raven miró a O., incómoda. Lexa esperó. Con un suspiro, Raven relató: "Me llamaban cosas. Ya sabes, como lesbiana y queer. Luego, la semana pasada" ella vaciló de nuevo, y O. la miraban con recelo.
"¿Qué? ¿Hay algo que no me lo dijiste?" saltó O.
Raven asintió, sintiéndose miserable. "Alguien escribió que si supiera lo que era bueno para mí, debía dejar a Octavia y encontrara un hombre. Si no, me enseñarían lo que me estaba perdiendo. Ahora creo que alguien me está siguiendo."
"Hijos de puta," juró O., soltando la mano de Raven, saliendo a la terraza. Se agarró a la barandilla con todas sus fuerzas para ocultar su temblor. Raven empezó a seguirla, a punto de llorar, pero Lexa le pidió que esperara.
"Tu ira es justa", dijo Lexa cuando se unió a O. en la terraza. "Pero si la alejas, te hará débil. Si no la controlas, podrías atacar a cualquiera que se cruce en tu camino. Vas a herir a los que te aman."
"Quiero matarlos" O. se atragantó, luchando por respirar.
"Lo sé," dijo Lexa.
"Cuando pienso que alguien puede hacerle daño", dijo O., "No puedo soportarlo. Creo que me vuelvo loca"
"Sí," estuvo de acuerdo Lexa. "Pero no puedes. No puedes permitirte el lujo de ser derrotada por palabras o amenazas, o tus propias emociones indisciplinadas. Estais siendo acechadas, Octavia. No es justo, realmente no es justo, pero eso no viene al caso. Voy a necesitar tu ayuda, pero lo más importante, Raven te necesita".
O. miró a su amiga, que estaba observando ansiosa. Sólo la visión de ella hizo que su corazón se estremeciera, tanto de alegría como de dolor. Ella quería merecer el amor de Raven. O. enderezó los hombros, respiró hondo y cruzó la distancia a ella. "Lo siento," susurró O., mientras se sentaba al lado de Raven, deslizando un brazo alrededor de su cintura. Raven le besó el cuello, murmurando palabras tranquilizadoras sobre su piel.
"Bueno, vamos con los demás", les indicó Lexa.
Cuando Raven estaba terminando su historia, Clarke se volvió a mirar. Miró a las dos jóvenes, que parecían tener miedo. A primera vista parecían bastante duras, con sus pantalones de cuero, pulseras de plata en los brazos, piercings en los oídos, y cortes de pelo punk, incluso vió que O. tenía un tatuaje en su brazo, que no había visto antes. Por la forma en que Raven se apretaba contra el costado de O., y el rostro frío de Lexa, se dio cuenta de que algo andaba mal.
"¿Qué está pasando?" Preguntó Clarke.
Lexa dijo unas palabras más, las cuales Clarke no pudo oir, y O. y Raven se marcaron. Clarke esperó hasta que estuvieron fuera del alcance de su oído, y volvió a preguntar: "¿Problemas?"
Lexa asintió con la cabeza, mientras se unía a Clarke. "Creo que sí. Te lo diré cuando estemos solas."
Clarke se dio cuenta del inusual y lento enfoque de Lexa . "Te duele ¿verdad?"
"Sí", Lexa admitió a regañadientes. "¿Mi madre todavía está aquí?"
"Están en la cocina. Realmente creo que sólo querían saber si estabas bien, pero vamos a comer algo. Luego te vas a la cama."
Lexa la siguió preguntándose cómo iba a decirle que tenía que ir a trabajar. Justo al entrar en la zona del comedor, Nylah se volvió hacia ellas con el teléfono en la mano.
"Alguien pregunta por la coronel Wood… y no acepta un no por respuesta", anunció con un tono borde en su voz.
Lexa tomó el teléfono. "Soy la coronel Wood." Se enderezó inconscientemente mientras escuchaba, con el rostro ilegible. "Sí, señor… eso es correcto, señor... En mi opinión, era el mejor curso de acción, sí señor... Él va a vivir, señor... Estoy bien, señor, sólo un rasguño." Miró a su madre, que la observaba con atención. "Ella está aquí, sí señor... No, señor, yo me quedo en el médico... Clarke Griffin, sí señor." Sus dedos se tensaron sobre el teléfono, sus ojos verdes se volvieron oscuros. "¿Está seguro de que quiere que le responda a eso, general? Me parece que va específicamente en contra de las regulaciones hacer preguntas de esa naturaleza." Sus ojos se encontraron con Clarke, y los mantuvo ferozmente. "No voy a negarlo. No voy a negar nada sobre ella, señor." Después de un momento, volvió y colgó lentamente el teléfono. Todas la miraban. Ella lentamente. "Era mi padre. Al parecer, tiene muy buenas fuentes de inteligencia." Miró a su madre con simpatía. "Aprecio lo que has hecho. Pero me amenazó con un consejo de guerra si admitía una relación con Clarke."
"¿Puede hacer eso?" exclamó Nylah, claramente sorprendida.
Lexa se encogió de hombros. "Si él quiere, puede ser un juicio muy complicado y muy público. Soy abogada, y él me conoce lo suficientemente bien, como para saber que nunca voy renunciar a mi cargo sin luchar. Creo que simplemente me estaba poniendo a prueba."
A pesar de su tono tranquilo, Clarke pudo ver que la conversación la había dañado. Lexa estaba pálida y su frente estaba salpicada de sudor. Tenía un ligero temblor visible, en las manos. Clarke se acercó a ella y tomó su mano. "Tienes que volver a la cama. Nunca debí haberte dejado que te levantaras. Vamos arriba."
"Me temo que Clarke va a tener mucho trabajo para con ella," Anya dijo, mientras observaba a su hija, a regañadientes, seguir arriba a Clarke. "Lexa tiene muy pocas cualidades de su padre, pero la terquedad es propia de él." Ignoró el bufido de incredulidad de su amante.
"Mi hermana puede manejarla, estoy segura", dijo Nylah cuando acompañó a la madre de Lexa y su amante a su coche. "Me alegro de estar aquí para verlo. Mis hijos estarán con sus abuelos hasta que comience la escuela, y mi marido está en un retiro, en Kripalu."
"Supongo que ayuda el que Lexa parece estar enamorada de ella. ¿Es Clarke consciente de eso?" preguntó Anya. Nylah vaciló, sin saber exactamente cómo hablar de esto con la madre de Lexa. "Oh, yo no quiero que traiciones ningún secreto", le aseguró Anya. "No podría estar más feliz".
"Creo que prudente, sería la palabra para describir a mi hermana en este momento", respondió Nylah, esperando fervientemente que Anya tuviera razón sobre los sentimientos de Lexa. Sobre todo porque estaba dolorosamente claro que Clarke estaba perdidamente enamorada de la apuesta y testaruda policía, independientemente de cómo trataba de negarlo.
"No tengo ninguna duda de que con Lexa se probará a sí misma."
"¿Es posible que su padre realmente pueda causar problemas a Lexa?" Nylah le preguntó con preocupación.
"Lo dudo, no después de que Lexa dejara claro que lucharía contra él. Roger siempre fue demasiado listo, como para usar su poder para su beneficio personal, a diferencia de Lexa, que es de por sí valiente. Ella hace lo que hace porque cree que el servicio es la forma más alta de honor. Él no querría que su propia reputación se empañara. Podía pasar por tener una mujer lesbiana, ¿pero una hija?" Ella se echó a reír: "¿Cómo es posible que el destino haya conspirado contra él?"
"Obviamente, Lexa ha heredado sus partes buenas de ti."
Por un momento, Anya parecía afligida. "Me gustaría poder creerte, pero creo que Lexa se ha limitado a tomar lo que antes era encomiable sobre los militares en su corazón. Ella se enorgullece de ser un soldado." Ella apartó la mirada por un momento, luego sonrió débilmente. "Y estoy orgullosa de ella, también. Llámame si nos necesitas para algo", gritó Anya mientras se alejaban.
Nylah esperaba que ya hubieran tenido toda la emoción por un verano, pero una voz molesta, le dijo que agosto iba a ser un largo mes.
