Capítulo Dieciocho
"¿Se han ido todos?" Clarke preguntó con cautela, cuando salió a la terraza .Encontró a su hermana agitando una jarra de margaritas y casi lloró al verla. "Dios, estoy más que lista para tomarme uno de esos"
"Estamos solas desde hace un rato," Nylah le informó, entregándole la bebida. "¿Y cómo es la famosa paciente?"
Clarke se sonrojó. "Fuera de juego. No puedo hacer que se tome la medicación, y te aseguro que tiene que tener mucho dolor." Ella se dejó caer en la silla de lona, con un suspiro. "Me pregunto si no le debería enviarla a Boston para que le hagan un seguimiento."
Nylah la miró con sorpresa. "Creí que habías dicho que iba a estar bien"
"Sí, está bién, pero estoy durmiendo con ella por el amor de Dios"
"Yo quería preguntarte sobre eso", dijo Nylah en broma. "Tenía la sensación de que no estabas lista para eso."
"¿Quién dice que esté lista? Simplemente sucedió. Bueno, en realidad ella me sedujo. Oh , diablos, lo estaba esperando durante semanas."
"¿Es tan buena como parece?"
"¡Jesús, Nylah!"
"Bueno, ya sabes que nunca he estado con una mujer. Naturalmente soy curiosa"
"Por supuesto." Clarke comentó sarcásticamente. "Ella es mucho mejor de lo que parece, si se puede imaginar eso. No tiene nada que ver, con cómo se hace el amor…" Se detuvo, ruborizándose al recordar su breve interludio sólo una hora antes. "Bueno, por supuesto, no es solo eso…"
"Por supuesto."
"Sólo quería decir que hay mucho más que eso. Oh, no puedo explicarlo. Ella sólo tiene que mirarme y estoy perdida. Así que, obviamente, puedo ver que mi juicio está afectado. Ahora sabes por qué no debería tratarla".
Nylah se rió "Clarke, tu cerebro sigue funcionando, incluso si el resto de tu cuerpo está en continuo cortocircuito. No te preocupes por eso. No estás haciendo nada malo. Si llevarais años juntas, y ésto hubiera sucedido, te sentirías perfectamente cómoda cuidando de ella".
"No es solo el problema médico lo que me preocupa", confesó Clarke. "Tengo miedo de enviarla de vuelta al trabajo. Tengo miedo de su trabajo. Anoche la vi recibir un disparo.
Pensé que la había visto morir. No me di cuenta hasta ese momento, lo mucho que significa para mí. Ahora que hemos hecho el amor, Nylah. Ella ha abierto la puerta a ciertos lugares, que ni siquiera estoy segura de querer saber. Dios, yo ni siquiera sé si ella me ama, y estoy aterrorizada por si la pierdo"
"Clarke", dijo Nylah suavemente, "No me puedo imaginar lo horrible que fue ayer por la noche para ti. Estás loca por la mujer a la que casi matan. Todo debe parecer débil en estos momentos. Estás agotada. Sube las escaleras, acuéstate a su lado, y tratar de dormir un poco. Solo quiero recordarte lo que ocurrió hace diez años, cuando estabas postrada en una cama de hospital, ninguno de nosotros quería verte de nuevo remando porque casi te perdimos. Ahora todos los días rezo, para que algún día vuelvas a remar otra vez, porque lo amas y lo necesitas. Si Lexa no fuera la mujer que es policía, soldado… no la querrías. Me imagino que amarla no será fácil, pero puedo ver que lo haces; no puedes cambiar eso más de lo podrás cambiarla a ella."
Clarke apartó de su cara, las lágrimas por la fatiga y el miedo, ofreciendo a su hermana una trémula sonrisa. "Tengo que admitir que ha cautivado mi atención, así que voy a tratar de ver esto, como una pérdida momentánea de la razón. No estoy lista para el amor, sobre todo con alguien tan peligrosa como Lexa Wood. Si no consigue que la maten, tendrá a todas las mujeres en el Cabo persiguiéndola" proclamó.
"Ve" Nylah le ordenó, pensando que la mujer de arriba era justo lo que su hermana necesitaba. Sabía, instintivamente, lo que su hermana estaba luchando por aceptarlo, pero la realidad era que ya estaban inexplicablemente involucradas.
"Estoy despierta", dijo Lexa mientras veía desnudarse a Clarke, reflejada por el sol de la tarde. Una brisa fresca del océano se colaba por las persianas delgadas de la ventana abierta.
"Se supone que deberías estar dormida", comentó Clarke mientras cogía una camiseta, de espaldas a la cama.
"No es necesario que…" Lexa dijo suavemente. Su voz era ronca, y sin lugar a dudas seductora.
Clarke sintió, por un segundo, el calor se precipitó en su vientre, provocando una cierta debilidad en sus piernas. Entonces, decididamente, se sacó el algodón fino sobre su cabeza mientras se acercaba a la cama. Esto era ridículo. Lexa necesitaba descansar, no tener veinte años de experiencia sexual en un solo día
"Lexa, por favor, simplemente duerme un poco."
Ella se acostó y a propósito dio la espalda a Lexa.
"Lo haré", le aseguró Lexa, acercando y apretando todo su cuerpo contra la espalda de Clarke. Deslizó su mano por debajo de la camiseta, hasta estrechar el suave pecho. Apretó los labios, lentamente, a lo largo de la piel desnuda del hombro de Clarke cerca de su cuello. "Sólo será un minuto," le susurró en el oído de Clarke. Con una mano, levantó la cabeza a Clarke, suficiente para captar la comisura de su boca, con la lengua para explorarla. Clarke no se había movido, pero no pudo resistirse a abrir los labios para admitir la lengua de Lexa. Lexa gimió, tratando de conseguir más, de la mujer tumbada a su lado, ante la presencia del fuego que surgía en su interior.
Clarke sintió la presión de Lexa en su espalda, provocando que su cuerpo empezara a latir con fuerza, a modo de respuesta . Ella no tenía la fuerza suficiente para resistirse, pero esta vez intentaría mantener cierto control. Lexa ya se estaba moviendo. Oh, no… no vas a venirte todavía. Tienes que aprender a tener un poco de paciencia. Se apartó, girando hasta que se enfrentó a Lexa, quien la miró con inocente confusión.
"¿Qué pasa?" logró decir. Ella había estado disparada con todo su cuerpo sensibilizado por la cercanía de Clarke.
"Esta vez no va a ser tan fácil, Wood" le advirtió Clarke. La empujó suave e imperativamente sobre su espalda. "No te muevas, no hables, no hagas nada. Esta vez yo estoy al mando."
Mientras hablaba, se puso de rodillas, tirando de la camiseta por encima de su cabeza, arrojándola a un rincón. Los ojos de Lexa se agrandaron mientras observaba a la mujer encima de ella, viendo la fusión de curvas suaves en sus firmes músculos, la interacción de la fuerza y la gracia, que había percibido durante las últimas semanas. Al ver así a Clarke, nunca podría haber imaginado tal belleza.
"Oh, dios, Clarke… deja que te toque", susurró con la garganta seca.
"Quieta", le dijo en voz baja, sonriendo ante la respuesta de Lexa. Nunca se había sentido tan poderosa ni tan sensual. Era obvio que el deseo de Lexa alimentaba el suyo. Ella quería tomarse su tiempo, quería explorar cada fibra de Lexa. Quería sentirla en cada centímetro de su cuerpo. Se inclinó para tocarla, sus pechos apenas estaban fuera del alcance de los labios de Lexa. Sus dedos se detuvieron en las cejas llenas, trazando un arco en cada una de ellas. Siguió la caricia bajando por sus pómulos hasta llegar a la mandíbula. Se agachó con sus pezones endurecidos, tan dolorosamente tensos, que permitió que Lexa los tocara con sus labios, luego retrocedió cuando la otra mujer los tocó con la lengua. Ella se quedó sin aliento, ante el rápido escalofrío de excitación, sonriendo mientras Lexa gemía de frustración ente su retiro.
"Me estás matando", declaró Lexa.
"Vivirás", respondió ella con voz ronca.
Clarke lamió el dulce brillo de sudor, en el hueco de la garganta de Lexa, bajando hacia la humedad que corría por el centro de su elegante pecho musculoso. Con la palma de la mano le acarició los duros músculos del abdomen, exultantes en la respuesta temblorosa de Lexa, por su contacto. Acercó su rostro al cabello húmedo, entre los muslos de Lexa, respirando su aroma, sintiendo el calor que emana de ella. Cuando Clarke entregó sus sentidos, Lexa gimió, levantando la pelvis, instando a Clarke, sin palabras, para tocarla. Clarke la abrazó, sintiendola temblar de urgencia, al besar su clítoris, apenas rozando la zona enrojecida. Lexa gimió ante el fugaz contacto. Clarke la besó otra vez y luego se apartó.
"Oh, lameme, por favor… ¡Oh, Dios, por favor Clarke!", suplicó Lexa.
Su propia oleada de emoción casi la empujó al orgasmo. Ella tuvo que luchar para no presionar su clítoris dolorido, contra el muslo apretado de Lexa. "Todavía no, cariño, todavía no", susurró, haciendo caso omiso de los tics de advertencia de su clítoris hinchado, pasando su lengua por la suave piel, de la cara interna del muslo de Lexa. Sólo cuando Lexa sollozó su nombre otra vez, casi incoherente, la tomó con la boca. Tomó con sus labios el rígido clítoris. Clarke esperaba que fuera rápido, pero no estaba preparada para la fuerza de las contracciones que explotó debajo de su lengua. Ella agarró las caderas de Lexa, aferrándose a ellos, cuando aceptó cada empuje contundente como un regalo, absorbiendo la esencia de la pasión de Lexa, con todos sus sentidos. Durante un largo rato no sabía nada, sólo podía sentir sus gritos ahogados, el sabor del amor, el contacto con la carne temblorosa. Sólo cuando sintió el flujo de la tensión, tuvo conciencia del tremendo latido de su propio corazón. Ni siquiera había sido consciente de su propio orgasmo, hasta que sintió los espasmos persistentes en su clítoris.
"¿Lexa?" preguntó, suavemente, mientras se movía al lado de ella. Lexa estaba tan quieta, con un brazo sobre su cara, que Clarke estaba asustada. "¿Qué es?" Al sentir el aliento atrapado en su garganta, Lexa se volvió hacia ella, viendo su expresión tan herida que incluso Clarke pensó que le había hecho daño. Ella la tomó en sus brazos, acunando el rostro de Lexa contra sus senos. "Oh Dios, cariño, ¿qué pasa?"
"Nunca me imaginé esto", murmuró Lexa, con la voz quebrada. "Nunca imaginé que alguien pudiera tocarme así. Ahora no puedo imaginar no volver a ser tocada." Ella se dio la vuelta, con miedo de que su rostro mostrara lo que necesita. Por primera vez en su vida, se sentía expuesta e insegura.
Clarke apretó su rostro contra el cabello de Lexa, sujetándola firmemente. La podía sentir temblar y casi le rompió el corazón. Esta mujer guerrera, que se enfrentaría a la muerte sin el menor escrúpulo, de pronto tan vulnerable que Clarke estaba abrumada por el terrible poder de su pasión. La asustaba más que cualquier otra cosa que hubiera conocido.
"Estás en tu derecho, Lexa" le susurró, acariciándole suavemente. "No voy a hacerte daño."
Lexa estaba en silencio, sabiendo que Clarke era la única persona, en la tierra, con el poder para destruirla. Todo lo que necesitaba hacer era estar de Clarke o se perdería. Sabía que la quería, sin importarle el coste. Mientras dejaba su destino en manos de Clarke, finalmente se durmió.
