Capítulo Veintidós
Los hospitales, durante la noche, eran lugares extraños. En un silencio poco natural, marcado por los gemidos y murmullos de los enfermos y moribundos, eran lugares para pasar de largo y no quedarse. Allí era donde cambiaban las vidas para siempre, tanto para los muertos como para los vivos. Clarke caminaba por el oscuro pasillo hacia la UCI, llevando su tercera taza de café, en lo que parecía sería una noche muy larga. Eran sólo las cinco am, cuando agradeció la bienvenida a la actividad que se iniciaba durante el turno de la mañana. Había tenido demasiado tiempo para pensar en lo ocurrido durante las últimas horas, sentada con Raven, esperando noticias de Lexa. Al final del pasillo, Raven estaba a las puertas, cerradas, de la unidad de cuidados intensivos, secándose automáticamente las lágrimas que inundaban sus ojos, esperando que dieran las siete de la mañana para poder volver a O. Al verla, Clarke se reflejó en la clara y sencilla pasión, que existía entre las mujeres jóvenes. Todavía sin estar contaminada por las decepciones, sin el peso por las experiencias acumuladas de fracasos amorosos anteriores, su devoción parecería semi limitada y su compromiso total. Eran valientes, sin miedo, y tan puras como amantes. Ellas confiaban en el futuro, creyendo que nada podría interponerse entre ellas. Eran gloriosas en su inocencia. Lamentablemente, Clarke sabía que durante un tiempo, ella también había amado así. Sabía también, al igual que todos aquellos cuyos primeros amores se habían marchitado con el paso del tiempo, que nunca volvería a amar de la misma manera. Una parte de ella tendría siempre miedo. Se preguntó si alguna vez realmente podría entregarse a amar de nuevo. No estaba segura de si podría, o incluso si querría. Echó un vistazo a la pequeña sala de espera, que estaba muy oscura al final del pasillo principal. Lexa estaba de pie junto a la ventana, de espaldas a la sala. Todavía llevaba su uniforme. El cielo, más allá, apenas empezaba a clarear el alba. La calma tensa, en la figura de Lexa, indicó a Clarke que algo andaba mal. Ella se acercó por detrás, deslizando sus brazos alrededor de la cintura de Lexa, apoyando su mejilla contra la espalda fuerte de Lexa.
"Me alegro de que estés aquí", murmuró Clarke en su contra.
"¿Cómo está?" Preguntó Lexa, cruzando los brazos sobre Clarke.
"Todavía le están realizando pruebas. Su cabeza está bien, gracias a Dios, ella sólo tiene una mala contusión. Dentro de una hora nos darán el resto de los resultados."
Lexa asintió con la cabeza, sin volverse.
"¿Lo entiendes?" le preguntó Clarke en voz baja.
"Sí".
"¿Estás bien?"
"No lo sé", respondió hueca. Dio un suspiro tembloroso. "Estaba pensando en ella, tirada sola por ahí, en la noche, lo que le había hecho a ella, sólo por amar a otra mujer. ¡Jesús! ¡Ella es sólo una niña!"
Lexa se apartó bruscamente, hundiéndose en una silla cercana. Se miró las manos, colgando entre las rodillas. Clarke se acercó a ella, de pie entre sus piernas, colocando sus manos suavemente sobre los hombros de Lexa. Lexa estaba temblando.
"Cuéntame," dijo Clarke suavemente.
"Salí del coche con la intención de matarlo" Lexa admitió en voz baja. "Lo sabía cuando me acerqué a su vehículo. Si realmente era él, pensaba matarlo."
Sintió la opresión en su pecho ante el temor en los ojos de Clarke, aunque su voz era firme. "¿Qué pasó?"
"Era él" se rió con gravedad. "Su nariz estaba a rota y tenía cortes en el rostro y las manos de haber tirado de ella, a través de la maleza. Lo tenía delante de mí. Podía escuchar que los recuerdos venían. No mostró resistencia, tan pronto como él estaba fuera del coche, yo le di la vuelta hacia abajo sobre el capó. Cuando el otro coche patrulla llegó, tenía mi arma contra la parte posterior de su cabeza."
Clarke casi dejó de respirar, pero se agarró con más fuerza a los hombros de Lexa. Ella no podía dejarla sola. "Sigue hablando, cariño", susurró. "Todo está bien".
"Ellos sólo me miraban, yo sabía que nunca dirían nada, hiciera lo que hiciera, por lo que le habían hecho a la hija de su jefe. Pensé en su ropa rasgada, encima de ella… Oh, Jesús…" se quedó sin aliento, con la voz quebrada. "Yo casi hasta dejé de mirarle, sólo podía pensar en O. El brazo me dolía por intentar no apretar el gatillo. Finalmente enfundé el arma, y al llegar para intentar ponerle las esposas, hizo su movimiento. Él vino rápidamente a por mí, pero no fue como con Marcus. Le rompí el brazo. Pero Dios, lo único que quería era matarlo. Estuve tan cerca, Clarke, tan cerca. ¿Qué dice eso acerca de mí?"
Sin pensarlo, se acercó en su dolor, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de Clarke, enterrando la cara contra ella. Agarrada, ella lloró.
"Oh, mi amor," murmuró Clarke, atravesada por el dolor de Lexa. Ella le acarició el pelo, le pasó las manos tiernamente sobre sus hombros temblorosos, la sujetó con fuerza. La necesidad de Lexa era tan clara, sus emociones tan crudas. A su manera, Lexa era tan inocente y vulnerable como las dos chicas del pasillo. Si alguna vez había sido una barrera, para Clarke, amar a esta mujer, se había ido. Esta era la oportunidad de
Clarke para amar de nuevo, el simple y fresco amor, como si fueran jóvenes, de nuevo. Ella había comparado su terriblemente valiente, frustrante y honorable amante, con un inocente, y así era como debía amarla. "Oh, Lexa," murmuró, con la garganta dolorida por la emoción. "Te quiero. Te quiero mucho."
Miró a través de la cabeza inclinada de Lexa, viendo a Marcus de pie en las sombras de la puerta, observándolas. Se preguntó cuánto había escuchado. Ella le hizo un gesto para que se distanciara, sin importarle lo que él pensara. Lexa no habría querido que él la viera así.
Se apartó de la imagen de Clarke, acunando a la mujer que sollozaba. Él, tontamente, había pensado una vez, que Lexa no tenía más necesidades que las que podía tener un hombre. Ahora entendía cuánta valentía había necesitado para dejar todo por la mujer a la que amaba y que le ofrecía tal comodidad. Volvió a unirse a la joven que amaba a su hija, preguntándose si tenía el coraje de amar así.
"Lo siento," Lexa murmuró al fin, con la mejilla contra el pecho de Clarke.
Clarke se rió temblorosamente, levantando el rostro de Lexa, retirando suavemente sus lágrimas. "No te atrevas a decir eso. Yo necesito que me necesites."
Lexa la miró perpleja. "¿No lo parece?"
Clarke suavemente la besó en la frente, sacudiendo la cabeza. "Damos la impresión de ser autosuficiente, mi amor."
"Clarke", dijo Lexa, con ansiedad, "me parece que necesito ayuda porque nunca he tenido a nadie a quién contar cómo me siento con respecto a ti, lo que siento desde que estamos juntas…" Se levantó abrazando a Clarke. "Dios mío, cómo te necesito. Quiero que sepas que eres todo para mí"
A Clarke le dolía tanto sentimiento. "Te amo, Lexa me encanta tu fuerza y tu integridad y tu hermoso sentido de la certeza, necesito que... Me da miedo lo mucho que te necesito. Pero no tienes que ser fuerte todo el tiempo. Especialmente no para mí. Cuando compartes tus sentimientos, así mismo conmigo, yo sólo te quiero más, aunque dios sabe cómo puede ser eso posible." La besó profundamente, y luego dio un paso atrás, pasando sus manos por los brazos de Lexa. "Quiero llevarte a casa. Ni siquiera voy a preguntarte por tus costillas."
Lexa sonrió, deslizando un brazo alrededor de ella. "Me duelen como el infierno, pero estoy mejor. Sólo quiero ver a las chicas."
"Lo sé. Yo también."
Después de unas cuantas horas de sueño, Clarke se levantó para ir a la clínica. Lexa se agitó cuando Clarke se deslizó de la cama. Lexa la tomó de la mano, tirando de ella a su lado.
"Te voy a extrañar ", dijo Lexa en voz baja.
"No me quiero ir, pero hay algunos pacientes que no pueden esperar. No tardaré mucho." Besó a Lexa, demasiado consciente de su desnudez. "Además, ya que siempre pareces estar recuperándose de alguna lesión, es mejor que me mantenga alejada de ti. No puedo confiar en mí misma."
La mano de Lexa guió la mano de la otra mujer hacia abajo, sobre su tenso estómago hasta el punto que le dolía que la tocasen. "Demasiado tarde ", susurró Lexa mientras los dedos de Clarke rozaban su clítoris.
Clarke gimió, emboscada por el calor húmedo del deseo de Lexa. "No entiendo lo que me haces" Incapaz de detenerse, Clarke la acarició, deslizando suavemente los dedos hacia arriba y hacia abajo a través eje distendido.
Lexa se levantó contra su mano, jadeando. "Sólo por un minuto" le suplicó, sintiendo la presión en su vientre.
Clarke miró a los ojos de Lexa mientras observaba el eclipse del color que se refleja ante su contacto. La mirada verde de Lexa se volvió nebulosa, sus labios abriéndose con un gemido, cuando ella floreció ante la dura fruición bajo los dedos de Clarke.
"Clarke", Lexa suspiró al llegar al espasmo final. Sonrió suavemente mientras la tensión desaparecía lentamente. "Ah... Dios Gracias."
Clarke hundió la cara en el cuello de Lexa, todavía con su ayuno. "Me rompes el corazón, eres tan hermosa," Clarke murmuró entrecortadamente.
Ella lánguidamente deslizó sus dedos por el pelo de Clarke, volviendo la cara para darle un beso en la mejilla.
"No quiero que me dejes", dijo adormilada.
Clarke se rió temblorosamente por las consecuencias de la pasión, sin soltarse de ella.
"No te preocupes por eso. Ahora me tengo que ir o nunca lo haré."
Lexa sonrió satisfecha. "Date prisa en volver a casa."
Cuando Lexa despertó la mayor parte del día ya había pasado. Clarke se movía en silencio por la habitación mientras se desvestía. Lexa la observaba en silencio, con un placer tan intenso que era casi dolía.
"Siempre quiero despertar y verte", dijo Lexa. Clarke se detuvo, recuperando el aliento.
"Y yo quiero estar ahí, siempre, que lo hagas."
"Ven aquí," Lexa le ordenó suavemente, sentándose sobre las almohadas, llegando a ella. Cuando se acercaba a Clarke, le puso ambas manos sobre la cintura, guiándola hacía ella, con una pierna a cada lado de su cuerpo. Clarke se quedó mirándola, con los labios entreabiertos en previsión, Lexa levantó la cabeza para besarla. Sostuvo a Clarke firmemente con su boca, apenas consciente de los suaves gemidos que emitían. Se tomó su tiempo, a pesar del insistente ritmo de las caderas de Clarke. Ella levantó sus labios lejos, lo suficientemente lejos, para alternar besos en la punta del clítoris de Clarke, dibujando con su lengua maravillosos círculos de placer. Cuando los movimientos de Clarke se hicieron más frenéticos, Lexa empujó su lengua dentro de ella, hasta que Clarke clavó los dedos en los antebrazos de Lexa con un grito.
"Oh dios Lexa, sigue, por favor, hazlo ahora"
Con mucha tranquilidad siguió chupando la longitud del clítoris de Clarke en su boca. Finalmente Lexa puso fin a la dulce tortura. A pesar de que Clarke se resistió contra ella, se mantuvo firme, ralentizando sus movimientos hasta que Clarke se acurrucó alrededor de ella, exhausta. Lexa la colocó a su lado, y luego apoyó su cara contra los pechos de Clarke. Apoyada, rodeada de la suavidad de ella, escuchando sus suaves murmullos de satisfacción.
Después de un largo rato, dijo Clarke con voz entrecortada: "Si alguna vez me dejas, estaré perdida."
Lexa levantó la cabeza, todavía ligeramente sonrojada por su pasión. "No mientras yo viva." Se abrazó más fuerte, alrededor de su amor, y se durmió.
