Capítulo Veintitrés
Era una clara mañana de Provincetown, en agosto, un brillante cielo azul salpicaba de mechones dispersos las nubes. Las olas, en la bahía, rompían suavemente sobre la arena en Herring Cove. Lexa se sentó en su coche patrulla sorbiendo su café, esperando. Ella sonrió cunado un destello de color, a lo lejos llamó su atención. Su corazón se agitó mientras seguía con la mirada, el curso del kayak rojo, cortando rápidamente a través del mar de la mañana. El ritmo de Clarke era tan firme que la nave apenas parecía tocar el agua, mientras remaba hacia el faro. Cuando ya no podía verla más, Lexa se alejó, llena de paz.
Marcus se dio cuenta en cuanto Lexa entró en la estación, intentó evitar su mirada, incómodo.
"Buenos días Jefe", dijo Lexa, lanzando su gorra sobre su escritorio y dirigiéndose a la cafetera. Ella hizo una mueca de disgusto, vaciando el contenido en el fregadero.
"Es bueno tenerla de regreso", dijo Kane con voz ronca. "¿La doctora te ha declarado apta para el servicio?"
"¿Crees que estaría aquí si no lo hubiera hecho?" Lexa se echó a reír.
Hacía unas horas, Clarke le había hecho una profunda revisión, antes de aprobar el regreso de Lexa al trabajo. Clarke la miró vestirse, observando su precisión y cuidado con que se ponía cada parte de su uniforme. De pie frente a Lexa, pasó sus manos por las mangas de la camisa y le alisó el cuello de la misma. Con sus manos presionando ligeramente contra el pecho de Lexa, le había susurrado: "Me encanta cómo te queda el uniforme. No vas a hacer nada para que te hagan agujeros en él, ¿verdad?" Lexa la atrajo hacia sí, le prometió que no lo haría.
Marcus Kane observó el rostro de Lexa que mostraba un sentimiento que no podía comprender, pero sabía que la sujetaba con fuerza. Había algo en ella, había cambiado en las dos semanas que había estado fuera, y pensó que sabía quién había sido la causa de aquel cambio. Recordó la noche en que deseaba con todo su ser, poder hacer más, recordó también, la mirada en la cara de Clarke mientras ella lo miraba. Él sabía muy bien que si hubiera golpeado a Lexa, Clarke le habría atacado. Se aclaró la garganta, dispuesto a decir lo que había estado preparando para decirle desde aquella noche.
"Las elecciones serán en el otoño, Wood. Creo que deberías presentarte para Sheriff".
Lexa sirvió dos tazas de café fresco, colocando una en su escritorio mientras acercaba la otra a Marcus. "Ya tenemos un Sheriff", dijo con firmeza, tratando de alcanzar los montones de papeles que se habían acumulado durante su ausencia.
"Estás más que calificada, la gente de esta ciudad ya piensa que eres un héroe, y cada policía te respeta por cómo manejaste el tema de Octavia". Giró en su silla para mirar por la ventana, pero se obligó a mirarla cuando volvió a hablar. "Manejas esta oficina tan bien como nadie, y manejas la parte personal mejor que yo. Si no hubiera sido por que O. y Raven confiaron en ti, Octavia habría muerto allí mismo. Yo le fallé, y lo pagué contigo. No merezco tu confianza, ni la de mi propia hija, y desde luego no merezco ser Sheriff. Toma el maldito trabajo, Wood, te lo mereces."
"No estoy interesada", declaró Lexa de nuevo. "Hay mucho papeleo y demasiada política. Me gusta patrullar, me gusta estar en la calle, me gusta la interacción comunitaria. Tengo pensado dar clases de artes marciales, durante el otoño. Estoy demasiado ocupada."
Cuándo había vuelto de ver a Octavia la noche anterior, había llevado la moto dañada a Marcus. Este había conseguido reparar todos los desperfectos de la misma. Raven, que apenas había dejado a O., desde su salida del hospital, estaba allí con varios de sus amigos. O. quería reanudar sus clases de artes marciales, pero los médicos le habían prohibido los deportes de contacto, durante seis semanas, debido a la conmoción cerebral, que había sufrido. Otras dos mujeres jóvenes y un niño habían expresado su interés en tomar clases de defensa persona. Lexa sabía que era una reacción al asalto que había sufrido O., y después de hablar con ellos, se había comprometido a dar clases varias tardes a la semana. Clarke apoyó su idea, y también planeó acudir. Este era el tipo de policía que Lexa quería ser, el que era parte de la comunidad, respondiendo a las necesidades de la comunidad, de una manera personal.
"No fallaste a O.", continuó Lexa. "Por supuesto, ella tenía miedo de hablar contigo, pero muchos de sus amigos también tenían miedo de que les hicieran algo. Por ello, su miedo era justificado. Jesús, si hasta Raven prácticamente está viviendo en tu casa, porque su padre la amenazó con pegarla y echarla de casa."
Marcus parecía afligido al recordar los comentarios despectivos del padre de Raven, sobre las dos chicas. "Sí, soy un estúpido por dejar que O. casi muriera. No estoy orgulloso de haber llegado a ver a mi hija en este estado, para poner las cosas en perspectiva. Estoy tratando de entenderlo con todas mis fuerzas. Aún así, veo a estas dos chicas y todo lo que veo es un camino duro por delante".
Lexa asintió. "Puede ser, pero tenerte de su lado será una forma de llevar una vida más fácil. Y créeme, Marcus, no podías mantenerlas separadas sin herirlas."
Sonrió con timidez. "La razón por la que Raven pasa la mayor parte de su tiempo, con nosotros en casa, se debe a que mi testaruda hija trata de levantarse de la cama, para enfrentarse con el padre de Raven. Jesús, es difícil de manejar. Me recuerda a ti."
"Gracias. Me lo tomaré como un cumplido," Lexa le devolvió la sonrisa.
"Os admiro a ti y a Clarke", dijo para sorpresa de Lexa.
"Solo nos preocupamos por ellas, Marcus, pero es que ellas lo necesitan."
"No sé cómo pedirte que me perdones por lo de aquella noche. Lo que te dije acerca de que era tu culpa, no era cierto, estaba enfadado pero no es excusa. Pero lo hice, y no tengo manera de volver atrás", dijo en voz baja.
"No hay nada que perdonar, Jefe. Si algo le pasara a Clarke, yo…" se le quebró la voz y miró hacia otro lado, por un segundo. "Yo seguramente habría actuado como tú. Olvídalo."
Sacudió la cabeza incrédulo. "Aprecio que digas eso, pero eres mejor que yo. Sé que Clarke no lo olvidará."
"Ella estaba preocupada por O., y asustada por mí"
"Ella te estaba protegiendo, Wood. Puedo ver lo que tienes con ella. Eres una mujer afortunada por ello."
"Sí, lo sé."
"Bueno, entonces, supongo que tendré que demostrarle que me la merezco." Se aclaró la garganta, ocupándose de los papeles de su escritorio. "Entonces, ¿por qué no te vas de aquí? Esta noche es noche de Carnaval, por lo que esperamos que sea una locura."
Lexa suspiró con alivio, más que lista para volver a salir a las calles. "Sí, señor. ¿Quieres algo mientras estoy fuera?"
"Donuts".
Lexa sonrió feliz. "Entendido".
Una hora más tarde, entró en el aparcamiento, lleno de gente, de la Clínica de Salud de East End. Monty, como siempre, parecía al borde de un ataque de nervios.
"Por favor, por favor, no me digas que quieres verla", exclamó.
Lexa sonrió. "No es el mejor momento, ¿verdad?"
"Si ella sigue recibiendo pacientes sin cita previa, voy a tener que cancelar la cita más caliente de mi vida", se lamentó.
"Dile que pasé a saludarla," se rió Lexa. Luego, bajó la voz, "y Monty, tratar de conseguir que se tome un descanso, de vez en cuando."
La cara de Monty se suavizó por un instante, y luego dijo en tono martirizado, "Como si no fuera a matarme si no te dejo pasar. Vamos"
Cuando Lexa inició su camino hacia el despacho de Clarke, Monty le preguntó seriamente, mientras la acompañaba "¿Estás ya trabajando?"
"Sí, estoy como nueva", respondió Lexa.
"Eso es bueno, Capitana Marvel, un montón de gente de por aquí, te necesita." Le tocó el hombro suavemente, y la miró con el ceño fruncido. "Si tardas más de cinco minutos, no puedo garantizar tu seguridad."
Lexa esperaba en despacho, como siempre, mirando las fotos de las Olímpiadas de su amante. Clarke estaba en la puerta, con informes en la mano, mirando a Lexa. La mera visión de ella le agitó, haciendo que su respiración la atrapara, por un instante.
"Hola, cariño", dijo Clarke, su voz ronca, mientras cerraba la puerta de su despacho, tras ella.
Lexa se volvió con una sonrisa: "Hola, amor." Se acercó a ella, quitándose su sombrero mientras se inclinaba para besar a Clarke. "Me paré un segundo. Te extrañaba. Monty dice que es un día muy duro."
Clarke puso sus brazos alrededor de la cintura de Lexa, sintiendo su sólida fuerza. "Ya no más", suspiró. "Este es el tipo de interrupción que necesitaba." Clarke se permitió sentirla, por un instante más, y luego dio un paso atrás para enderezar la corbata de Lexa y retirarle un mechón de pelo oscuro de la frente.
"¿Feliz de estar de vuelta en el trabajo?"
"Simplemente feliz", dijo Lexa en voz baja, sonriendo con ternura. Se acomodó su sombrero sobre las cejas, le dio un beso rápido en los labios, y dio un paso hacia la puerta. "Nos vemos en la casa, doctora Griffin."
Clarke le respondió, sintiendo todavía el hormigueo de su beso en los labios. "Puedes contar con ello, Sheriff.
Con esto se acaba la primera parte de esta historia, ¿os ha gustado? ¿Queréis una segunda parte? Únicamente la continuaré si alguien me lo pide, de ser así nos vemos en "Más allá del RompeOlas"
