Caminar por la ciudad en completa oscuridad le devuelve los sentidos lentamente, siente el áspero asfalto por debajo, sus ojos se acostumbran a la penumbra revelando la destrucción en más detalle, un extraño olor a quemado ocupa tanto su nariz como su paladar. El soldado, Randal Mitchell, lidera el camino mirando hacia ella de vez en cuando, diciéndole que tenga cuidado donde pisa, mirando a su aparato portátil que debe indicarle un mapa completo del área. Él no intenta comenzar alguna conversación, parece una persona callada y distante aunque no desatenta, claro que debe actuar distante porque todavía no sabe exactamente con quien está lidiando. Su arma se mantiene firme pero no apuntada al horizonte, no parece particularmente nervioso lo cual indica que, al menos esta parte del distrito, debe estar segura.
- Has dicho que no recuerdas la fecha - Menciona Mitchell eventualmente, su cuerpo girado hacia la derecha mientras le mira de reojo - ¿Es solo eso? -
- Tengo… problemas para recordar mi nombre siquiera -
A Carla no resulta difícil mentir, pasó toda su vida luego de ser transformada mintiéndose a sí misma y, luego, mintiéndole a Simmons. El soldado de la BSAA no duda en sus palabras ni siquiera un momento, la situación es lo suficientemente extraña como para considerar amnesia como la causa de todo.
- Hablas inglés fluido - Menciona, volviéndose hacia el frente.
- Debí haber sido una interprete o algo - Carla es incapaz de fingir tristeza, se siente demasiado exhausta para ello, su voz grave es lo suficientemente ronca para transmitir arrepentimiento por su situación - Recuerdo los gritos, el inicio del ataque pero… luego al despertar me encontraba sola, pensé que el mundo había acabado así que intenté ahogarme -
- Que alivio encontrarte entonces - Dice él asintiendo - ¿Cuál es la última fecha que recuerdas? -
- 8 de Julio -
Arriesga un número, siete días luego de su muerte a manos de ese francotirador enviado por La Familia. El muchacho ladea su cabeza un poco antes de responder.
- Es 10 de Julio ahora, pasada la medianoche técnicamente -
Casi adivina la fecha, han pasado diez días desde su muerte.
Es raro pensarlo de esa manera.
Mitchell no parece estar nervioso con respecto a ella, no mucho más de lo que está atravesando el entorno completamente oscuro con una sola linterna proveniente de su arma. No le ha escuchado comunicarse con nadie aunque, ahora dentro de la ciudad, puede sentir en la distancia el retumbo de vehículos, el cielo se ilumina en la distancia, contaminado por luces del distrito vecino o los mismos agentes de la BSAA con iluminación propia. Intentar sacar demasiada información de una sola vez solo la haría parecer más sospechosa de lo que parece, especialmente si se supone que tiene amnesia, no puede preguntar cosas demasiado específicas, debe parece confundida.
No pierde de vista al soldado, pisa cuidadosamente el suelo donde no haya escombros que puedan lastimar sus pies desnudos, así caminan juntos durante unos minutos. El silencio desaparece lentamente, escucha sirenas en la distancia, zumbido de aviones, helicópteros que sobrevuelan el área, la radio de Mitchell vuelve a la vida aunque ella está demasiado lejos para entender que es lo que dicen.
Se frenan frente a un local, al cabo de un rato, el cartel de madera está caído y es imposible ver su nombre, la vidriera se encuentra rota pero en el interior todo está relativamente intacto. Una mirada por sobre la abertura donde solía haber una puerta y Carla nota que es un local donde se vendía ropa, aunque el estado de la misma es difícil de ver por la falta de luz.
- Encontré este lugar hace unos días, hemos estado… sacando cosas para darle a los supervivientes – El muchacho se apoya en la pared junto a la entrada, juega con su arma un poco antes de separar la linterna y aventarla hacia ella sin aviso – Toma –
- Esto no parece muy ético –
- El dueño no va a necesitarlo, tu si – Randal se encoje de hombros – Apenas y recibimos lo suficiente para mantener a los refugiados… ¿Acaso piensas delatarme al ejército chino? –
Carla guarda silencio, pudo haber sido una broma pero el tono era mucho menos que eso, parece resentido. Luego de unos segundos el muchacho suspira, rifle apoyado en el suelo, busca en sus bolsillos en completa oscuridad.
- Lo siento, no quise ser grosero, el bloqueo no ha sido cosa fácil – Admite de mala gana – Has pasado por mucha mierda como para escucharme a mi quejándome. Anda, ve a cambiarte y luego seguimos camino –
No ha escuchado a mucha gente disculparse, aunque eso suene extraño, es un buen cambio comparado a lo que vivió los últimos años de su vida. Incluso en semejante infierno el muchacho británico encuentra la manera en hacerla sentir a salvo, odia tener que depender de alguien pero al mismo tiempo… ¿Es tan malo volver a ser una persona normal que necesita protección?
Rapiñar el lugar con una linterna la hace sentir como un perro de la calle, una hiena de la modernidad.
Primero va al baño y se limpia el rostro, vuelve a mojar su pelo, afortunadamente el agua todavía corre. Entra en la habitación trasera y entre la enorme cantidad de cajas de diversos colores busca ropa interior de su talla, le toma varios intentos encontrar la adecuada ya que, gracias a los experimentos de Simmons, su talla no "es suya". Una vez calzada en un conjunto deportivo soso color oscuro comienza a buscar ropa, encuentra unos pantalones color negro y una blusa azul algo holgada pero que servirá por ahora.
Se sienta en el suelo cerca de la entrada, cubierta por un estante de ropa, la misma huele a cenizas y humo tanto que frunce el ceño. Escucha fuera a Mitchell hablando por su comunicador, apenas entiende las últimas palabras de su mensaje.
- … la llevaré conmigo hasta el bloqueo. Cambio. – Una pausa, zumbidos del otro lado que Carla no entiende – No recuerda nada, no. Tal vez con el tiempo… De acuerdo. Cambio y fuera –
Abrocha los pantalones, un momento de silencio después habla a todo pulmón.
- ¿Qué pasó aquí? –
Es una pregunta de la que sabe la respuesta pero no su personaje de amnésica, Mitchell se queda callado y escucha sus pasos sobre vidrio roto, se había alejado un poco para hablar por la radio.
- Debes estar confundida – Se toma una pausa antes de comenzar – A finales de Junio una organización Bio-terrorista conocida como Neo-Umbrella realizó una serie de ataques en el mundo, la BSAA fue capaz de contenerlos en su mayoría excepto en dos lugares, uno de ellos es aquí, el distrito de Tatchi –
- ¿Qué tipo de ataques? –
- Liberaron un virus de origen… artificial, este convierte a la gente en armas biológicas o, más simplemente, zombis – Randal toma otra pausa y agrega, con tono agrio pero burlón – Como en las películas –
- Dios mío –
No está sorprendida por los ataques, claro, si por la parte en que la BSAA pudo contenerlos. Recuerda vagamente a Chris persiguiéndola en coche y luego el portaaviones ¿Acaso todos los misiles fallaron? ¿Qué posibilidad hay de que el más cercano haya impactado? Parece una broma enfermiza el hecho de que está atrapada en el único lugar donde se ha propagado el Virus C.
- El ataque ha cesado, Neo-Umbrella fue destruida y el hombre responsable por todo ha muerto – El soldado suspira – Suena como toda una puta victoria ¿No? –
Carla, con su blusa puesta, encuentra un par de zapatillas de color marrón y suela ligeramente más clara, para nada algo que le guste pero es lo único que le entra sin ser incómodo. Encuentra también, detrás del mostrador, una linterna grande y amarilla, anda todavía de algún modo y mete la que ya tenía en el bolsillo de sus nuevos pantalones.
No presta atención mientras ata sus cordones, se queda con ese pequeño agregado en su mente, "El hombre responsable".
- ¿Quién fue responsable? – Pregunta en voz baja, la pregunta muere de a poco mientras sale pero es suficiente para que Mitchell responda.
- Un político estadounidense, no lo conocerías de todos modos –
Entonces le han echado la culpa a Simmons de todo, incluso la parte que ha jugado ella con Neo-Umbrella a su cargo ¿Eso significa que Ada Wong oficialmente ha muerto o han evitado reconocer su existencia como más que una ayudante de Simmons? Es un golpe al orgullo, no es que quiera ser la responsable de lo que seguramente deben ser cientos de miles de muertes pero que Simmons sea el único villano le produce una sensación difícil de describir. No puede preguntar por ella misma, Carla o Ada.
Encuentra consuelo en el hecho de que, con Simmons muerto, La Familia debe estar en investigación o ya completamente desarmada. Eso es lo que ella quería, quería matar a Simmons de la peor manera posible y ahora… no puede sonreír una vez que lo sabe.
¿Ayudaría saber cómo murió? ¿Fue por la infección que ella le provocó?
El vacío no desaparece de su interior, ni la muerte de la persona que más odia en el mundo puede llenarla de felicidad o placer. Ha dedicado tanto tiempo para escuchar las palabras de ese soldado que es nadie y, ahora, no significan nada.
Ella vive y Simmons no.
¿Eso es bueno?
Sale a la calle, se siente más ligera y cómoda sin estar arrastrando una enorme lona. Debe verse terrible porque Mitchell ni siquiera le dirige la palabra, Carla lo mira de reojo y él no parece estar mejor. Muestra cansancio en su cara, el cabello largo atado en un rodete desarmado, la barba descuidada, suciedad en sus mejillas y brazos, aun así tiene la suficiente fuerza para hablar con un mínimo de esperanza en su voz.
- Ahora estás a salvo – De uno de sus bolsillos sale una pequeña cajita de metal, dentro hay cigarrillos, algunos son armados a mano y otros de paquete, también dentro descansa un encendedor – Todo terminó –
Fuego ilumina su cara, ojos grises secos y entrecerrados, puede ver algo de color en su barba, castaño claro, rulos europeos.
- Sí – Ella responde automáticamente, ni sabe realmente por qué pero da un afirmativo.
El muchacho le ofrece la caja y el encendedor, ella asiente.
Nunca ha fumado, le parece horrible pero ahora mismo no le importa. Toma uno de los cigarrillos de paquete y lo pone entre sus labios, el encendedor tarda en prenderse unas cinco veces, su dedo pulgar duele por la fricción. Da una bocanada que le ahoga y comienza a toser.
El gusto a ceniza se siente apropiado para el momento.
Y así, continúan en dirección al ruido y a la luz, cortando el oscuro infierno en dos con sus linternas.
Caminan durante un rato, ella no sabe exactamente cuánto, pierde la cuenta tan pronto como dejan atrás la esquina donde consiguió su ropa. Se mantiene callada todo el rato, bien podrían haber cruzado una ciudad entera o solo dos calles, Mitchell mantiene un respetuoso silencio también, debe pensar que ella está asumiendo el hecho de que los zombis existen. Carla termina su cigarrillo, intenta al menos antes de tirarlo al suelo a medio fumar y decidir que jamás volvería a intentar hacerlo, helicópteros los sobrevuelan iluminando las calles de tal manera que casi queda ciega.
Una pregunta tiene en la cabeza que la mantiene distraída: ¿Quién se supone que es ella?
Hace muchos años que ya no parece Carla Radames, físicamente es otra persona y mentalmente lo fue hasta poco antes de su muerte. Si Carla Radames fue la lider de Neo-Umbrella bajo el nombre de Ada Wong y la BSAA ni siquiera admite eso entonces ¿Quién es Carla Radames realmente? Un nombre en la historia que desapareció misteriosamente un día, una mujer que estaba tan cegada por su trabajo que la muerte de sus padres la superó en días gracias a Simmons y luego fue traicionada, despojada de su nombre y apariencia. ¿Acaso se supone que es Ada Wong? Un nombre robado, un nombre que pertenece a otra mujer mucho más competente que ella. Su personalidad, sus gustos, su manera de hablar, todo pertenecía a Ada.
No es Ada pero Carla podría fácilmente no existir.
En el momento que Simmons murió, puede que la única persona que recordaba su nombre lo haya hecho también.
No tiene amnesia realmente pero bien podría, no habría diferencia.
Levanta la cabeza al notar un cambio de escenario, una plaza en medio del distrito que está cercada por una serie de vallas, dentro del campamento hay miembros de la BSAA de a montones. Carla sabe que la BSAA no maneja grandes números comparada a otras organizaciones militares no gubernamentales, pero el despliegue demuestra que tienen muchos efectivos en el campo, distingue insignias de colores lo cual indica que hay una operación en conjunto entre continentes. Los ataques que ella y Simmons causaron son, sin duda, lo más grande que han enfrentado desde su creación, incluido Kijuju.
Hay camiones militares con cajas, reflectores blancos y brillantes como el mismo sol de mediodía, la plaza es el punto intermedio de una larga muralla hecha con concreto y arena, se extiende hasta que es imposible verlo por la oscuridad. Escucha a Mitchell mencionar que la plaza es parte del bloqueo que mencionó antes, una medida de contingencia para mantener a todo lo que haya en Tatchi dentro y solo dejar salir lo que crean adecuado, supervivientes si es que existen. El soldado desaparece dejándola completamente sola, lo ve caminar rápidamente en dirección de un hombre alto y de aspecto más viejo, probablemente su superior.
Carla mira a su alrededor, donde caminan los soldados y le miran detrás de sus máscaras, algunos de ellos sentados cerca de carpas, algunos sobre la muralla, otros cerca de las fortificaciones de la puerta, suficientemente espaciosa para que quepan vehículos grandes… ni las había notado al entrar. Apaga su linterna y acomoda algunos mechones duros e incomodos de cabello que tocan su mejilla.
- Vaya, que regalo nos ha traído Alex – Una voz aparece de repente, Carla apenas puede voltear para ver a un hombre calvo, con el mismo uniforme que Randal, acercándose con una sonrisa amigable – Ahora estás a salvo con nosotros –
Eleva su mano, va a bajarla sobre ella pero sus reflejos son inmediatos, lo toma por la muñeca y en un giro rápido tuerce su brazo por detrás de su espalda.
El hombre gime de dolor - ¡O-oye! ¡Lo siento! ¡Lo siento! –
Carla aprieta el agarre un poco antes de soltarlo de un empujón - No me toques – Le reprocha seriamente, preparada para alguna represalia.
- De acuerdo – El hombre calvo gira su hombro, dolor plasmado en su cara aunque mantiene su sonrisa incómodamente burlona – Esa fue culpa mía ¡Pero sí que tienes una garre mortal, mujer! –
- Traquilo, Kreizler –
Llegan Randal y su superior, más de cerca puede verlo, hombre pelirrojo de cabello corto y largo bigote, cicatriz en su mejilla bajando hasta el cuello y unos serios ojos celestes tan pequeños que parece estar caminando con los ojos cerrados. Su voz es fuerte, retumba en el estómago de todos los presentes al pegarle el grito a su alegre subordinado, este se queda quieto aunque todavía girando su hombro.
- Este es mi Sargento, Hughes –
- Encantado, señorita – El corpulento veterano se dirige a ella con cortesía, su acento es similar al de Mitchell pero ligeramente distinto, mientras que el mencionado Kreizler no suena como inglés nativo – Me alegra que haya podido llegar apropiadamente, lamento su actual situación de amnesia… le ofrecería ayudar con ello pero no disponemos de alguien experto en el tema. Nuestros médicos están con el resto de los refugiados –
- ¿Amnesia? – Pregunta Kreizler, su sonrisa desaparece inmediatamente, alza una mano hacia Carla mientras asiente – Disculpa, por favor, no tenía ni idea –
Carla devuelve un corto asentir pero no le da demasiada importancia al asunto, al menos el europeo parece estar disgustado con lo que hizo. Mira directo al Sargento Hughes quien da unas cortas órdenes a ambos, Kreizler y Mitchell, para que vayan a conseguirles un transporte de vuelta a la base, tan pronto como alguien de apellido "Delic" vuelva de su reconocimiento alrededor del perímetro. Los soldados desaparecen, Randal antes le pide que se quede tranquila y luego desaparece con su risueño compañero, el cual insiste en llamarle "Alex".
- Quédese por aquí y la llevaremos con el resto pronto – Hughes le asegura, arma colgada de su chaleco, una sola mano cerca del agarre por pura costumbre – Todavía no hemos oído nada de una relocalización de supervivientes por parte del gobierno Chino, tendrá que pasar un tiempo en el campamento –
- No tengo otro lado a donde ir, realmente –
El sargento no esperaba la respuesta, obviamente, se queda quieto por un segundo antes de asentir.
- La dejaré sola un rato si lo necesita –
Con eso su enrome figura se aleja, internándose entre las carpas y siendo interceptado por algún que otro soldado para charlas que varían de amistosa a terriblemente seria. Carla queda completamente sola, emprende camino hacia adelante, no sabe exactamente que hay adelante pero allí va, alejándose de la puerta y de la zona donde ve que circulan los vehículos de entrada y salida.
Se aleja lo suficiente hasta que la luz de los reflectores ya no le molesta, el piso gris y el césped hecho trizas por la enorme cantidad de gente pasando ya no pueden verse en la oscuridad. Levanta la mirada para divisar a lo lejos algo que la deja helada, más de lo que la noche fría de verano y su bautismo en el océano pudieron hacerlo.
Un fuego inmenso en la distancia.
Camiones y soldados rodeando una fogata que dispara sus humos al infinito cielo nocturno.
No necesita acercarse para ver en detalle pues ve a los soldados de la BSAA sobre los camiones, cargando entre dos cadáver tras cadáver y arrojándolos al fuego. Algunos son solo partes, algunos son personas enteras, niños, niñas, animales, ancianos, todo el mundo infectado que no se mueve va a parar a la hoguera y esta arde como el mismísimo infierno. Carla no está lo suficientemente cerca pero puede oler la carne quemada, puede escuchar los chispazos del fuego, puede sentir el calor en su rostro mientras sus manos están tan heladas que le duele moverlas.
El fin de miles de vidas, todas apiladas tan alto que se extiende sobre el bajo cerco improvisado que han hecho alrededor para que las cenizas no escapen con el viento.
El fuego ha estado ardiendo desde hace diez días.
El fuego de los que no lo lograron.
No hay victoria, ni para la BSAA ni para ella.
Solo fuego.
Sweet Melancholia
