El primer día en el campamento se pasó volando, hubo movimiento en Tatchi por lo tanto la mayoría del persona estuvo ausente y Carla no vio ni al equipo de Hughes más que unas pocas horas al anochecer. Un médico de apariencia extranjera la examinó para asegurarse que no se encontraba herida ni infectada, aunque esto era obvio por el hecho de que el periodo entre la infección y la muerte del paciente suele ser de segundos hasta horas dependiendo de la exposición al Virus C. Se la pasó vagando por el campamento inspeccionando las entradas y salidas de guardias, trazando una posible ruta de escape si es que la cosa fuera a ponerse peligrosa, en ese caso su mejor opción es tomar un rehén y perderse en el campamento de refugiados, el único problema siendo la distancia. Hay, a primera vista, alrededor de un kilómetro entre el campamento de la BSAA y los refugiados, mucha distancia para recorrer sin que la busquen o la persigan, hacia otros lados es aún menos probable. Afortunadamente nadie parece alarmado por su presencia, exceptuando a Mislava Delic obviamente, pero parece dudar sobre su amnesia más que nada, de haberse dado cuenta que ella es "Ada Wong" hubiese tenido una reacción más obvia.
Carla hace una nota mental: Mantenerla vigilada.
El segundo día ve más actividad en el campamento, despierta encontrándose a Delic, Kreizler y Mitchell en la tienda por primera vez, cada uno le dedica una mirada completamente distinta, bebiendo una infusión negra que intenta con muchas ganas ser un buen café matutino. Antes de poder siquiera saludar Randal le dijo que deben ir con el medico inmediatamente y allí es donde se encuentra cuando el reloj marca las nueve de la mañana.
La tienda destinada a la actividad médica no parece estar en uso, hay un médico y dos enfermeros que han salido al verla entrar, las camillas se encuentran vacías dándole a Carla completa privacidad con el hombre.
"Doctor Almeida" indica la tarjeta colgada en su bata blanca, un hombre de rasgos mediterráneos y una actitud agradable, el más agradable que ha visto en todo el campamento. Se dirige a ella con un tono solemne en su voz, por la edad y su apariencia avejentada Carla supone que es padre o, al menos, un médico que ha estado en el campo lo suficiente como para aprender a tener paciencia.
Almeida le da un pequeño folleto mientras voltea para preparar sus herramientas, al leerlo es cuando Carla se da cuenta de lo que está pasando. Gente dibujada de maneras simples y diversos colores, recomendaciones, síntomas, lugar para anotar fechas, números telefónicos locales, es definitivamente un folleto sobre la vacuna para el Virus C. Recuerdos inmediatamente invaden su mente, los últimos momentos que "Ada" vivió, huyendo de la BSAA antes de traicionar a Simmons prácticamente al mismo tiempo que la Familia deicidio eliminarla. En ese momento estaba en posesión de Jake Muller y Sherry Birkin, pensaba retenerlos para evitar una cura, parece que ni eso pudo hacer bien, no hay otra forma terminar una vacuna tan rápido ¿A dónde estarán ambos ahora?
Los muertos inundarán las calles. Un deja-vu, chicos.
Su cabeza duele momentáneamente, ella cierra sus ojos y gruñe en silencio a espaldas del doctor. Recuerdos de "Ada" resurgen de tanto en tanto, recuerda detalles sobre esos agitados días pero lo que yace en el pasado, antes de los ataques en China y los Estados Unidos, no es más que un borrón imposible de recordar. Eso debe significar que Carla y "Ada" son distintas personas, incluso si comparten su cara, incluso si su personalidad es una mera copia de la original, la verdad es que la que orquestó los ataques nunca se hubiese sentido de la manera que Carla lo hizo al mirar esa hoguera de cadáveres.
Y, sin embargo, "Ada Wong", la que Simmons construyó, contactó con la original…
No tiene demasiado tiempo para pensar, el Doctor Almeida se inclina hacia ella con la vacuna en mano pidiéndole, en voz baja y calmada, que suba su manga. Carla no lo piensa, realmente no tiene otra opción, la vacuna no es optativa para la gente salida de la zona siendo purgada y confía en que no le hará nada. Realmente ella está infectada pero su orgullo se mantiene, nada que hayan podido hacer en unos pocos días podría siquiera causarle algo de dolor considerando que la dosis de Virus C que ella se inyectó antes de morir fue más potente que aquella lanzada en los misiles.
Le inyecta la vacuna y no se transforma en un monstruo deforme o se prende mientras agoniza. No siente absolutamente nada excepto la misma aguja en su brazo, solo unos segundos y el doctor se aparta.
- Gracias por cooperar… señorita – Al comenzar a hablarle recuerda que ella, técnicamente, no tiene un nombre – Si se siente mal no dude en llamarme –
- Tengo una pregunta, Doctor –
Lo toma por sorpresa, Almeida alza una de sus cejas inquisitivamente y luego toma asiento frente a ella, cerca de su improvisado escritorio donde anota algo referente a su trabajo. Carla regresa la manga de su blusa a donde estaba y cuelga sobre sus hombros la chaqueta de la BSAA que Randal le dio.
- ¿Cómo funciona este virus? –
El doctor alza sus hombros buscando una respuesta simple.
- Es complicado de explicar… y aburrido –
- Podría ponerlo en términos simples para mí. Al menos puede decirme que es lo que hace… –
Ella peina su cabello, lo corre detrás de su oreja mientras aparta sus ojos, su voz es grave e interesada, el mismo doctor parece haber subido de temperatura al verle. Usar sus encantos no es algo que le haga gracia, después de todo es lo que Ada Wong haría, pero no puede negar que es una buena herramienta para conseguir lo que quiere discretamente.
- Bueno, pues… digamos que el Virus C, contra él se ha vacunado, tiene dos variaciones y, depende de cual se observe, lo que causa en la gente – Poniendo su bolígrafo a un lado el doctor mueve sus manos excesivamente al explicar, probablemente una cosa personal – La variación que fue lanzada contra la población de esta zona la hemos llamado C-T, causa una rápida mutación en el cuerpo, con el tiempo, la muerte del infectado y su posterior… resurrección en lo que es vulgarmente conocido como un "Zombi" –
- Que horrible, nunca he visto uno pero… suenan aterradores – Dice, mintiendo tan naturalmente como respira - ¿Y pueden infectar a otros? –
- Mediante la mordida, sí, pero esto es irregular, algunas personas han sido mordidas y han sobrevivido mientras que otras con solo recibir heridas por otros medios han quedado infectadas – El doctor pierde la mirada en la mesa, tapando su boca con ambas manos entrelazando sus dedos – Hay una variante que no hemos podido descubrir todavía y causa que la etapa de infección se tarde más con cada "generación" de estos monstruos –
- ¿El virus se diluye? – Inquiere ella, rompiendo su personaje de civil perdida por un momento pero el doctor mismo no parece prestarle especial atención una vez ha comenzado a hablar del tema.
- Los afectados por el gas tardaron segundos en convertirse, luego los que mordieron tardaron minutos y a más de una semana los nuevos infectados pueden estar en periodo gestante durante horas… -
Carla bufa, se lo toma a pecho, en algo ha fallado para que el Virus comience a perder su fuerza luego de tan poco tiempo, un contratiempo que nunca puso en consideración. Es algo bueno, sin embargo, ahora mismo no quiere que más gente quede infectada, tal vez eventualmente el virus termine por exterminarse solo diluyéndose en la sangre de sus siguientes infectados.
El doctor no menciona la siguiente variación, sin duda debió referirse a aquella suministrada a los combatientes de Edonia y los soldados de Neo-Umbrella, sus soldados. Antes de que Carla pueda preguntar por ello, sin embargo, un soldado irrumpe en la tienda, uno que Carla no reconoce.
- Tú, levántate – Dice el hombre uniformado, de aspecto europeo también.
- Estoy ocupada – Responde Carla, el tono de voz del visitante repentino no es para nada amigable y eso le molesta.
El soldado no pierde tiempo y viene en su dirección, la toma por el brazo y la obliga a levantarse. Carla intenta forcejear pero no sirve de mucho, el hombre la empuja en dirección a la salida, mostrando la flamante arma que cuelga de su hombro. Ella no tendría problemas para desarmarlo, al menos puede agradecer a Simmons por darle el conocimiento para defenderse justo como Ada lo haría.
- Afuera –
Está preparado para golpearla, se nota, Carla asiente en dirección del doctor quien le devuelve una sonrisa forzada y un mudo "Lo siento".
Camina por el campamento a empujones por parte del alto soldado europeo, Carla considera sus opciones, no esperaba que la descubrieran tan rápido, intentar hacer un escape desde su posición actual no sería más que suicidio. Está preparada para negar cualquier acusación que decidan tirarle, no servirá de mucho pero no pueden retenerla sin solida evidencia sobre su papel en los ataques y eso significa que solo Chris Redfield puede identificarla cara a cara. Salir de la tienda la aturde un segundo, el sol de la mañana brilla en un blanco molesto tras las nubes que se extienden por el cielo, el ambiente ya comienza a hacerle pensar que es una prisionera.
A mitad de camino hacia los dos edificios más sólidos Randal Mitchell aparece, camina rápidamente en su dirección hasta que, prácticamente, colisiona con el soldado que la tiene prisionera.
- ¡Petrov! ¿¡Qué diablos haces!? – Alza la voz el muchacho, su acento británico más presente que nunca, recibe una mirada de pocos amigos y un empujón con la escopeta que lleva el grandote – Baja la puñetera arma –
- El Capitan Gvozdev quiere verla, Mitchell – Responde Petrov de manera seca y antipática.
- Hughes habló con él sobre ella –
- Y ahora quiere verla, no damos trato especial a nadie aquí y Gvozdev quiere saber quién se pasea por el campamento – Randal no tiene baja estatura pero el soldado Petrov es condenadamente alto y de aspecto forzudo, aun así ninguno retrocede – Este no es un lugar para que traigas a tus mujerzuelas –
- Sí que tienes clase, Petrov –
- ¡¿Quieres pelear?! –
Secretamente Carla observa queriendo que Petrov reciba una buena paliza por llamarla "mujerzuela" de alguien, Randal retrocede al recibir un empujón y abre su boca para devolver un grito pero una tercer voz los interrumpe. Una mujer grita en la distancia y luego se acerca, de aspecto asiático y con la insignia de "BSAA Lejano Oriente" lo cual la posiciona en otra división que ambos soldados, aun así ellos terminan la pelea.
- ¿Qué hacen? ¿No tenemos suficientes problemas ya? Creí que el Capitán Gvozdev podía mantener a su gente a raya –
La mujer impone respeto, sin duda alguien de alto rango a pesar de parecer joven, incluso en gran soldado eslavo se encoje ante su arrolladora presencia. Randal mira a un lado antes de ser el primero en disculparse, Petrov convenientemente se queda callado, así parece que la culpa no ha sido suya también.
- Disculpe, Capitana Cheng –
- Retirese, Petrov – Dice ella sin siquiera voltear al otro soldado – Usted… -
- Mitchell, Capitana –
- Mitchell, explique la situación -
Como un perro de orejas bajas y cola entre las patas Petrov se retira, tal vez por respeto o tal vez para no seguir avergonzando a su propio Capitan, la mirada que dispara en dirección de Randal no predice nada bueno en los próximos días. Mientras el grandote emprende retirada Mitchell explica brevemente la situación, sobre su pérdida de memoria y como pueden ayudarse mutuamente con la estadía de Carla, la Capitana asiente como si fuera lo más lógico del mundo.
Tras mirarla de reojo unos segundos Cheng vuelve a asentir, en el fondo algunos soldados de insignias asiáticas comienzan a verse impacientes por la ausencia de la Capitana y eso, sin duda, apura el tramite - Debería hablar con el Capitán Govzdev usted mismo entonces, Mitchell. Prosiga -
- Eso será lo mejor, gracias Capitana –
La mujer le dedica una mirada a Carla, otra vez ojos lastimeros que le hierven la sangre, debe pensar que es una pobre e indefensa mujer, perdida, a merced de la desgracia. Cheng se acerca, tienen la misma estatura, sus ojos rasgados y negros puestos directamente sobre Carla mientras aprieta su hombro con una mano.
- Si hay algún problema con ellos, no dudes en buscarme – Le dice, en mandarín, Mitchell no parece captar más que unas pocas palabras pero reacciona dando a entender que sabe lo suficiente.
- Gracias – Responde Carla en el mismo idioma, falseando una sonrisa de alivio.
Vuelve a caminar, esta vez acompañada solo por Mitchell, al menos este no va empujándola todo el camino. A lo lejos la capitana les mira unos segundos antes de volverse hacia sus propios subordinados. Carla sonríe, incluso en medio de una situación tan depresiva encuentra gracia en ambos hombres altos y con sus años de experiencia reculando ante la intimidante señora.
- ¿Esa era tu dueña? – Dice en un tono burlón, al menos puede divertirse con algo.
- Ahora haces chistes – Bufa Randal, arrastra una mano sobre su largo cabello atado hasta terminar sobándose el cuello – Es una de las dos personas que dirigen todo este cotarro –
- Imagino que el otro es el famoso Capitán Gvozdev –
- Y su perro guardián, Petrov, es el que has conocido antes –
- Encantador –
Su pequeña charla silenciosa muere cuando el centro de mando les hace sombra, un guardia se hace a un lado y Carla entra primero seguida por su joven guardaespaldas. Siente como que está entrando en la boca del lobo, un terrible lobo siberiano…
En el edificio temporal que la BSAA usa de centro de mando parece ser una simple caceta de guardia perteneciente al mismo parque que han ocupado. Hay una mesa central donde descansan varios ordenadores, cables, aparatos de radio y micrófonos, los mismos ocupan mesas laterales, al final de la habitación un mapa de la región se extiende cubriendo gran parte de la pared. Varios hombres se encuentran allí dentro, unos cuatro, cada uno ocupándose de lo suyo, tan pronto como Carla hace su entrada miran al más imponente que se encuentra levantado.
El hombre al mando asiente y todos comienzan a retirarse, Carla se posiciona del otro lado de la mesa ocupada, seguida siempre por Mitchell. No necesita asumir la identidad de quien tiene enfrente, como si el nombre en su uniforme no fuera suficiente, Randal le habla con un saludo formal.
- Capitán Gvozdev –
Su cabello es negro, corto y desalineado, su rostro sigue por la misma línea, piel pálida enfermiza, ojos saltones, barba de unos pocos días mal afeitada y una mirada de pocos amigos que la congela en el lugar. No es un hombre que inspira confianza en sus tropas, eso solo significa que es el otro tipo de líder, de los que inspira temor. Mitchell termina su saludo y no hay respuesta inmediata, Gvozdev camina de lado hasta rodear la mesa y quedar frente a frente con Carla. Sobre su uniforme militar lleva una inusual chaqueta gris desgastada que casi llega hasta el suelo, una reliquia personal quizás.
- Soy el Capitán Yuri Gvozdev, dirijo las operaciones en este campamento – No le ofrece una mano, no suena como un saludo, es información – Mitchell, puedes retirarte –
- Señor, no creo que… -
- Piérdete, soldado –
Saltan chispas, Carla voltea para indicarle con un leve asentir a Randal que estará bien pero este ni la mira. Los dos soldados intercambian un silencio incomodo, sin duda uno de muchos roses que han tenido, el más joven termina por ceder, retirándose paso a paso.
- Estaré afuera –
Una vez solos el ambiente se vuelve pesado, esos ojos psicóticos color celeste la escanean, no de arriba abajo sino directamente sobre los suyos. Mantiene la mirada en ella en completo silencio por un buen rato, si fuera a querer mantener el personaje entonces Carla debería apartarse y actuar con vergüenza, debería gritar por ayuda.
Se mantiene firme lo suficiente como para que sea él quien se distrae, aparta su rostro en dirección a una de las ventanas mientras rasca su gris barbilla.
- Mis muchachos me han dicho de una mujer que ha llegado ayer, como podrá imaginarse sus comentarios no son muy halagadores – Menciona, la frase más prolongada denota su acento inglés con consonantes marcadas, salido de una película con un malvado ruso como villano – Al verla de lejos pensé que me tocaba a mi conocerla, es realmente bella señorita –
- ¿Me ha traído para halagarme, Capitán? –
- Almeida me ha dicho que tiene problemas con su memoria, es extrañamente conveniente ¿No? –
- ¿A qué se refiere? –
- ¿Sabe a qué nos hemos enfrentado desde los ataques, señorita? – Levanta la voz, ronca y ruda, Carla se estremece. Gvozdev apoya una de sus manos sobre la silla a su lado y recarga su peso en ella.
- No podría saberlo –
- Una conspiración dentro del gobierno de los Estados Unidos con una de las familias más influyentes de la historia, una revivida organización malvada intentando rapiñar todo lo posible para no desvanecerse y dios sabe cuántos agentes de todas las potencias mundiales buscando asegurar una muestra pura del Virus C –
Si el Virus se ha diluido debe ser difícil recrearlo, eso valida lo que dice Yuri, una carrera armamentística entre varios países mundiales buscando al paciente cero de todo este infierno. Carla no recuerda nada sobre una muestra pura, sabe que existe pero no recuerda donde, podría haber estado con Derek al momento de su muerte por lo que sabe y los recuerdos de "Ada" son borrosas mentiras en los mejores casos. Esa podría ser su manera de negociar, una vez que recuerde como llegar a la muestra, claro.
- Suena como un trabajo difícil, capitán –
- ¿Cuál es su nombre? –
- No lo recuerdo –
Una pregunta de la nada con una respuesta inmediata, vuelven a chocar miradas, en él crece una sonrisa exasperantemente aterradora y ella mantiene la neutralidad pura en su rostro.
- ¿No me suena de algún lado? –
- No es posible –
- Será que todos ustedes me resultan parecidos –
Intenta hacerla enojar pero falla miserablemente, Carla mantiene neutralidad en su porte aunque muestra un atisbo de molestia fingida para no parecer completamente sospechosa. Yuri ríe, se inclina hacia adelante al hacerlo donde puede olerse su aliento a tabaco, espeso y asqueroso para ella. No parece más que un hombre en un mal camino, un borracho que no sabe nada, intenta presionarla sin lograr siquiera una abolladura en su escudo de perfecta actuación.
- Si va a seguir ofendiéndome, me iré, Capitán –
Carla voltea, se dirige a la puerta cuando una mano la caza por el brazo.
- Si la he visto antes –
Una voz rasposa y llena de experiencia, suena en su voz rebotando en lo más profundo de su ser, ahí es donde Yuri logra quebrarla. Es toda la situación que ha pasado, los recuerdos de las atrocidades que ha hecho y visto, la constante necesidad de mantener una incómoda mentira, todo eso logra hacerla temblar cuando su fuerte mano se cierra alrededor del delgado brazo que no le pertenece.
El agarre le recuerda a Simmons, es forzoso pero no tanto, podría zafarse pero no encuentra la fuerza para hacerlo. Se siente como una adolescente indefensa de nuevo, Yuri Gvozdev es malas noticias, su mirada no es una de borracho sino de un asesino a sueldo y su aliento no es de tabaco sino el de un depredador que apesta a muerte.
- Suélteme – Dice, apegándose a su rutina de mujer frágil demasiado bien.
- Soy el dueño de este lugar, todo el mundo en este campamento son mis ojos y oídos – Lo escucha hablar entre dientes, un escalofrió recorre su espalda - Hasta el cachorrito que la ha traído no dudaría en ponerla bajo arresto si yo se lo ordeno –
- Voy a gritar – Le amenaza en vano.
- Hablaremos de nuevo, espero que su memoria haya regresado entonces –
La deja ir con un empujón, Carla camina fuera de la habitación sin siquiera mirar atrás. Llega afuera y da un fuerte suspiro, solo entonces nota que Randal venía siguiéndola por el pasillo copiando su velocidad de huida. No pregunta si está bien pues es obvio que no lo está, es una buena cosa de él, no hace preguntas innecesarias, aunque ahora mismo le gustaría escucharle estar preocupado.
Mitchell estira su mano para darle una palmada pero ella se aparta, temblando.
- El Capitán es un imbécil, si te ha interrogado… es normal para él –
- Quiero volver a la tienda –
Randal asiente y lidera el camino, Carla le sigue abrazándose a sí misma, sintiendo la piel donde Yuri le ha tomado con fuerza como si hubiese dejado una cicatriz. Atrás el edificio temporal de mando es ocupado una vez más por soldados dispuestos a seguir sus tareas, en una de las ventanas él debe estarla viendo alejarse y riendo de su debilidad.
No hay duda.
Yuri Gvozdev sabe quién es.
Carla no tiene escapatoria.
What is the cost of lies? It's not that we'll mistake them for the truth. The real danger is that if we hear enough lies, then we no longer recognize the truth at all.
