Tres días después de su resurrección y ya se sienten como semanas. El campamento de la BSAA prueba ser un lugar de lo más aburrido, prácticamente toda la soldadesca se abstiene de intercambiar palabras con Carla mientras ella pasea sin rumbo, sin dudas por influencia del Capitán Gvozdev. El equipo de Hughes no parece estar recibiendo las mismas órdenes pues se mantienen cordiales hacia ella argumentando que hay tensiones entre los civiles del área y la BSAA, ella sabe que esa no es la razón por la cual la tratan como leprosa. Tal como Mitchell explicó, el equipo a cargo de mantener la paz en la zona poblada es el equipo proveniente de Europa mientras que la división de la BSAA Asiática lidera las incursiones en el territorio que limpiar, exceptuando por algunas excepciones de reconocimiento por parte de los europeos.

Ese mismo tercer día fue en donde pudo salir por primera vez del campamento, una de las excepciones incluye al equipo de Hughes que se encargan de reconocer el territorio, esa es la razón por la que Carla encontró a Randal en la costa. Fue un simple cambio de escenario que no trajo consigo nada bueno, las miradas de desconfianza de los agentes europeos fueron cambiadas por la indiferencia de los asiáticos defendiendo la entrada al distrito de Tatchi.

Los momentos de paz no puede disfrutarlos, se ve asaltada por recuerdos borrosos del ataque, visiones de su propia muerte, gritos desesperados de un monstruo horrible infectando todo a su paso. Duerme recordando los discursos que "Ada Wong" dio mientras el mundo estaba por caerse a pedazos, la cara de odio de sus perseguidores está tallada en su memoria.

Cada miembro del equipo se ocupa de algo mientras ella aguarda, dijeron que al terminar los preparativos se internarían en la zona de Tatchi con ella para buscar focos con supervivientes y convencerlos de que regresen. Un trabajo que no sabía siquiera existía ¿La gente realmente desconfía tanto de la BSAA?

Kreizler se queda con ella, ofrecido sin duda, mirándole de reojo y dedicándole pequeñas muecas amistosas. Intenta comenzar conversación tras conversación pero todos esos intentos mueren prematuramente, Carla aprovecha su falsa amnesia para responder que no sabe ante cualquier pregunta sobre si misma.

- Alex te ha cogido cariño, Li – Es una de las cosas que musita en un manotazo de ahogado para intentar hacer que ella hable – O sea, no de una manera irrespetuosa –

"Li" es el nombre que tiene ahora, sencillo y temporal, sugerido por el mismo Kreizler quien dice que significa "Hermosa mujer" aunque no está ni cerca. Carla lo acepta, solo otro nombre falso que lleva encima de una cara que no es suya y una historia que no le pertenece.

- ¿Por qué le llamas Alex? –

- Es su segundo nombre, Alexander. No le gusta que le llamen así… al menos no nosotros, si las muchachas –

- Se conocen de hace rato – Afirma Carla.

- Hace años, nos unimos juntos a la BSAA con Hughes, éramos parte del mismo equipo… antes –

- ¿Antes? –

Kreizler rompe su usual mueca contenta y burlona al recordar lo que haya pasado antes. Si los tres pertenecen a la BSAA entonces antes debieron estar en algún tipo de ejército, privado o estatal, lo primero es más probable considerando sus distintas nacionalidades. El alemán rasca su calva cabeza mientras mira a su alrededor, parece que no debería estar hablando del tema pero prosigue, sin dudas para continuar hablando con ella y ganar puntos de algún modo.

Tener la cara de una seductora espía no siempre trae consigo las mejores situaciones.

- Éramos parte de una fuerza de seguridad privada, trabajábamos para Umbrella a finales de los noventa – Su cara vuelve a la normalidad, aunque confusión tiñe su ceño por un segundo – Aunque… tu no sabrías que es todo eso –

- Tengo la leve noción de… la bomba en Raccoon City y que Umbrella estuvo implicada –

Una conversación breve con Kreizler, quien no parece muy listo, no debería arruinar su cobertura con revelar algunos detalles que ha recordado casualmente. Claro que lo recuerda, estuvo parada junto a Simmons al momento de que inició el proceso de esterilización de la condenada ciudad, fue el inicio de todo.

Fue donde Ada Wong cambió la vida de los tres.

La mención de Hughes, Mitchell y Kreizler como parte de la UBCS es una sorpresa, eso no tiene que fingirlo. Tenía la idea de que la UBCS estaba llena de mercenarios rudos y tan malvados como la misma Umbrella, debe ser la razón por la cual Kreizler se vio aprensivo sobre contar su historia. Juzgando por solo mirarlos a los tres, Randal debió ser un soldado muy joven trabajando para Umbrella, eso lleva a su otra pregunta.

- ¿Realmente crees que me ha cogido cariño? –

- ¿Alex? – Kreizler presiona sus labios, deja salir un breve sonido, "Hmmm", no uno de pensamiento serio sino de preocupación – Siempre ha tenido el problema de creer en fantasías –

Carla voltea para verlo, ambos sentados sobre unas bolsas de cemento apiladas junto a una tienda. El alemán asiente.

- Incluso en aquellos tiempos cuando no hacíamos más que cuidar los intereses de la compañía él tenía la idea de… salvar a la gente ¿Sabes? Siempre tuvo esa mentalidad de niño que quiere ser un héroe. Quiere salvar a alguien aunque solo sea… una persona -

"Sé lo que es"

Las palabras que el joven de pelo largo le dijo hace unos días cobran sentido. Un soldado con el deseo de salvar atrapado en una situación donde debe elegir el bien de pocos sobre la necesidad de muchos, acusado de trabajar para una empresa aterradora y buscando redención en un trabajo mortal, interviniendo directamente en casos similares a los que ayudaron a causar.

¿Quiere salvar a todos? ¿Eso la incluye? ¿Querría salvarla si supiera que ella es la razón por la que todo esto pasó?

- No fui yo – Susurra, casi logrando que Kreizler la escuche.

¿Podría ella salvar a alguien algún día? ¿Acaso eso tiene sentido considerando su situación? Nadie la salvó de Simmons, entonces ¿Por qué ella debería tener una deuda con el mundo?

Sin notarlo ha estado apretando sus puños, Kreizler le mira discretamente pero se mantiene en silencio.

A lo lejos aparece el equipo, Hughes camina en frente ellos y, para cuando Randal y Delic le siguen entonces Carla nota que llevan a alguien a rastras. Tanto ella como Kreizler se acercan para comprobar, una mujer local forcejea contra ambos soldados intentando escapar de su agarre, llora y grita, sería difícil de entender ya que no habla inglés, inmediatamente el líder del grupo le dispara una mirada esperando una traducción.

- ¡¿A dónde lo llevan?! ¡Déjenme ir con él! ¡Déjenme ir! ¡Tengo que estar con él! – Grita la muchacha, su cara roja, ojos llenos de lágrimas, la camisa blanca formal que lleva está empapada de sudor y manchas de sangre - ¡Bastardos! –

- No sabemos qué le pasa, se puso así de repente – Randal le dice, forcejeando todavía, con cuidado para no lastimarla.

- Llegó al campamento con un hombre mayor, él estaba infectado y se lo han llevado para tratarlo. Hazle entender eso –

Podrían llevar a cualquiera de los soldados allí presentes que hablan mandarín fluido pero simplemente no tendría efecto, está claro que la mujer se encuentra aterrada de tanto militar deambulando. Carla rodea a los soldados y se para frente a ella, tomándola por los hombros, entonces es cuando la sueltan y cae inmediatamente al suelo de rodillas, Carla se arrodilla con ella.

La vista de alguien con ropas de civil parece que logra que se detenga.

- Tranquila, quieren ayudar –

- Se llevaron… se lo llevaron – La mujer rompe en un llanto más desmedido, Carla levanta la mirada y los cuatro retroceden para darles espacio.

- ¿Cómo te llamas? –

- Wu Lei –

- Lei – Responde ella, usando su nombre de pila, la muchacha no parece molestarse. De cerca puede notar como Lei es más joven de lo que pensaba, debe tener menos de treinta años, su traje de camisa blanca maltrecha y falda negra puede indicar que trabajaba en alguna oficina del distrito más comercial, forzada a quedarse con lo puesto cuando todo empeoró – No dejaré que te hagan daño, también he venido a refugiarme –

- ¡Se llevaron al ! ¡Vinimos a pedir ayuda pero…! –

La muchacha se altera, comienza a pararse y, detrás de ella, Randal da un paso al frente pero se queda en su lugar al verla tranquilizarse cuando Carla la toma por las manos.

- Cuéntame ¿Quién es el Señor Liu? ¿Quién se lo ha llevado? No puedo ayudarte si no –

La muchacha levanta su mirada, dirigida tanto a Mitchell como a los otros soldados cercanos, se le nota temerosa, desconfianza pintada en sus ojos oscuros. Antes de continuar su explicación sería mejor conseguir un lugar apartado y echar a patadas a los fisgones que comienzan a juntarse a su alrededor.


Wu Lei era una oficinista que trabajaba en Tatchi, allí estaba el día que cayeron los misiles, trabajando horas extra para poder distraerse y ganar algo de dinero, supervisada por su jefe, el Señor Liu. La gran explosión los sacudió a los dos y pronto comenzaron a escuchar los gritos desgarradores de la gente en las calles, la niebla azul apareció y los reportes del exterior se volvieron confusos. Militares entraron y luego comenzaron a retirarse de a montones, la gente que tuvo la desgracia de mirar a otros convertirse se alejaron de la niebla y buscaron refugio en las alturas donde la misma no llega. Liu y Lei ayudaron a todos los que pudieron, armando un refugio temporal en lo alto de las oficinas, ayudados por algunos policías locales quienes contuvieron a los muertos viviente hasta que pudieron sellar el lugar.

Todo eso fue casi hace dos semanas.

Lei cuenta su historia entre sollozos que se estabilizan mientras continua, sentada en la parte trasera de uno de los vehículos militares, Carla apoyada junto a ella. La doctora se encuentra frunciendo el ceño al escucharla, solo puede imaginarse la pesadilla que ha tenido que ser el encontrarse en Tatchi cuando los misiles llegaron, apenas y ha visto la zona muchos días después de la evacuación y aun así le resulta terrible. Esa son las vidas de aquellos que no pasaron a formar parte de la gran fogata, acuchados en los edificios esperando a poder salir algún día, tan asustados que tienen miedo de asomar la cabeza para comprobar que todo está bien ahora.

La mujer busca ciegamente, impedida por sus ojos llenos de lágrimas, hasta encontrar la mano de Carla y apretarla con fuerza. Liu realmente era su fuerza, aparentemente organizaba a los supervivientes y las búsquedas de víveres al exterior hasta que, en una de ellas fue mordido por un zombi que creyeron había muerto de hambre…

- Luego de que fue mordido me pidió que lo dejara pero no podía hacerlo – Lei continua, sollozando – Estábamos demasiado lejos del refugio así que vine con él corriendo hasta aquí esperando que puedan curarlo –

- Hiciste lo correcto –

Lei presiona con fuerza, Carla siente un nudo en su garganta.

Es una superviviente de lo que ella hizo ¿Cuánta familia ha perdido? Debe asumir que todos sus conocidos en el área han muerto. Lei ha presenciado la locura humana en primera persona, ha presenciado la locura de "Ada Wong". Carla pensó que podría ayudarla para mantener su rol allí pero conforme habla su mano también aprieta la de la joven, no hay nada más que pueda hacer salvo escucharla.

No puede salvarla ya.

La parte racional de su cerebro comienza a andar.

Si Liu fue mordido y pasó tiempo hasta que pudieron llegar entonces es evidencia de lo que el doctor Almeida dijo: El virus se está diluyendo. Ya deben haberle inyectado la cura ahora, si el virus está diluido en su sangre y sobrevive a la mordida entonces hay una chance de que la cura no lo mate

Hay una mayor chance de que si muera.

- La cura no es perfecta y Liu puede correr un riesgo –

Sin tapujos, así es ella, debe tener un rostro serio porque Lei retira su mano, asustada. Carla se da cuenta de lo que ha dicho, la doctora ha hablado antes que su nueva identidad, la falta de calidez repentina le molesta pero ese miedo logra hacerle un nudo en el corazón.

- Si… hubieses tardado más seria peor, ahora todo se vale en Liu y su propia fuerza de voluntad –

- Él va a logarlo, lo ha hecho hasta ahora –

Es ilógico decir tal cosa, lo de la "fuerza de voluntad" es pura mentira de la que los doctores se valen para darle esperanza a la gente. Carla la observa, repentinamente Lei asiente llena de determinación a pesar de su rostro deformado por el llanto constante. Cree fervientemente en el hombre que la ha llevado hasta hoy en su supervivencia, lo suficiente como para apostar por algo tan tonto.

Carla piensa que sería agradable que sobreviva.

¿Está mal tener un poco de esperanza en la humanidad de repente? Ella misma lo encuentra extraño pero es un cálido sentimiento agradable.

Pasos se hacen presentes y ambas levantan la cabeza encontrando a Mitchell parado junto al carro. Lei no reacciona de manera exaltada cuando le ve pero aun pierde la relajación. Randal se acerca, habiendo dejado su arma de lado, hasta donde puede antes de girar su cuello de un lado al otro, como si buscara algo mientras se soba el cuello.

- Lo siento – Dice en un mandarín roto e improvisado, no es la primera vez que Carla lo escucha así pero esta vez se nota más dolido. Lei deja su asiento y lo encuentra cara a cara – Quiero ayudar

- Estaba asustada – Lei responde en un idioma que Randal si puede entender, esta vez sorprendiendo a los dos presentes – Yo debo disculpar –

- No, por favor –

Viéndolos tropezar de palabra en palabra mientras intentan armar una conversación coherente entre dos idiomas es algo enternecedor. Lo suficiente para causarle a Carla una pequeña sonrisa, un momento que le hace olvidar de todo lo anterior y todo lo que está por venir, la comunicación entre dos supervivientes jóvenes que se aferran a la esperanza de tener un contacto humano normal.

- Cuidado, es peligroso – Carla remarca, su voz grave cantarina se parece mucho a la que usaba como "Ada". Le toma el pelo, se siente correcto ¿De quién es parte eso?

Randal le mira con cara de pocos amigos mientras Lei no sabe exactamente cómo reaccionar, no ha entendido su chiste.


Cae la noche y el campamento queda en silencio una vez más. El grupo de Randall se separa, él se va hacia la zona de refugiados para acompañar a Lei junto a Kreizler, mientras tanto Hughes va a reunirse con otros líderes y Delic simplemente desaparece sin decir nada. Pocos soldados de uniforme hacen guardia y estos mismos se congregan en las esquinas oscuras, iluminados por el rojo de sus cigarros mientras juegan con dados o naipes. No hace frio suficiente como para que el pasearse por allí en camiseta sea particularmente molesto, eso hace sin ningún rumbo, considera tomar una ducha o simplemente echarse a dormir pero ni eso logra decidir. El viento corre entre las tiendas, agitando las mismas como banderas verdes ondeando, todo el complejo baila momentáneamente cuando el soplido pasa.

Termina su vagancia entre miradas borrosas cuando frena frente a una de las muchas tiendas adornadas con cruces rojas en su superficie verde oscura, prácticamente invisibles a esa hora. El interior no está mejor iluminado, un solo foco colgando desde arriba que deja ver el escritorio improvisado del que debería estar allí de guardia y no se encuentra. Las camillas están vacías, todas excepto una, la que se encuentra del otro lado de la entrada donde la luz casi no llega. Una silueta vestida de color oscuro descansa, amarrado a la cama con tirantes y esposas, gruñidos se escuchan de él mientras más se acerca, puede verle crecer y decrecer cuando respira una vez sus ojos se ajustan a la oscuridad.

Liu, el hombre del que hablaba la muchacha, no necesita corroborarlo, es el único paciente allí que ha ingresado hace poco. Lo ha visto antes, por eso inconscientemente ha terminado allí, simplemente quería verle, corroborar que sigue vivo.

No le importa el hombre, en lo más mínimo.

Es lo más cerca que ha estado a una de las víctimas del ataque, aquellos que fueron infectados, de los supervivientes ya ha conocido a varios. Ha visto varias veces a alguien convertirse por sus experimentos, ha visto el proceso hacerse en segundos antes y después de ser cambiada por Simmons y aun así ahora se ve peor. Recuerda los llantos de la muchacha, frunce el ceño, observa la leve respiración del afectado.

- Una tragedia ¿No? –

Su voz, la de Ada, la voz que le pertenece pero no es suya. Aparece desde las sombras, una silueta de relieve azul que no suena al pisar el suelo y no tiene el peso material para existir pero todavía puede ver.

"Ada Wong", la de azul con su flamante bufanda roja, hace presencia. Esboza una pequeña sonrisa al más puro estilo suyo, al menos lo que Simmons le dijo que era su estilo.

- Esto es lo que tú hiciste – Le dice acusatoriamente, mirando hacia abajo para no hacer contacto visual con la sospechosa mujer.

- ¿Yo? Eso es lo que tú crees –

La mujer de azul ríe, nadie puede oírla pero Carla se encoje pensando que va a llamar la atención con semejante carcajada.

- No somos la misma –

- Sigue diciéndote lo que necesites para dormir por la noche, cariño – "Ada" estira sus manos, presionando el pecho del hombre ligeramente, no hay cambio en él – Eres tú la que desarrolló esto ¿No? Fue para complacer a Simmons –

- No –

- Allá por el 2001 – Sus delicados dedos traza una línea en el hombre herido, sobre su estómago hasta terminar rozando debajo del cinturón – ¿Recuerdas lo que pensabas de Simmons? ¿Lo que… hacías pensando en él? –

- Cállate, no soy tú… nunca… -

- Mátalo, Carla –

No es un grito pero ella lo siente así, le pone la piel de gallina al escucharla, al escucharse con esa voz extraña. Sus ojos se disparan por la habitación, sigue a donde ella apunta, sobre el escritorio iluminado brillan unos utensilios difíciles de distinguir pero sin duda afilados. No se acerca ni un paso, la mujer de azul camina en esa dirección, voltea para verla todavía mostrando una sonrisa ganadora.

- No puedes salvarlo, Carla, no puedes salvar a nadie ya – Niega con la cabeza – Lo que hicimos no tiene como salvarse pero… puedes terminar con su sufrimiento ¿No? Evitar que se una a la pira o que muerda a su amiga –

Se aleja paso a paso entre las camas, la respiración del hombre herido se hace insoportablemente ruidosa, la mujer de azul hace ruido con sus manos sobre los cuchillos. Sería fácil hacer lo que dice, salvar una sola vida, salvarlo de la tortura, del infierno del muerto en vida. No tiene que disfrutarlo.

Un jefe protegiendo a su empleada…

¿Acaso siente celos?

- ¡¿Cuánta gente has matado en tus experimentos Carla?! –

- ¡No fui yo! ¡Fuiste tú! ¡Siempre fuiste tú! –

Miente.

Miente para mantener su sanidad mental, pues recuerda a los hombres gritando mientras mutaban de maneras horripilantes. Recuerda su cabello rubio y sus ojos claros, recuerda ser observada por Simmons y suspirar completamente hipnotizada mientras él leía sus informes en voz alta.

Carla corre fuera del lugar, se choca con alguien en el camino. Delic le agarra por el brazo preguntando sobre lo que hace allí pero Carla se zafa y sigue corriendo. Corre sin rumbo.

Ve al capitán Yuri, ve a Randal volviendo en el camión. Finalmente llega a la completa oscuridad, fuera del campamento. Allí en la soledad, con gritos de fondo pidiéndole que regrese, encuentra paz.

Lejos de hacer más maldad.

Lejos de la mujer de azul.

Deseando haber dado ese paso al océano y haber desaparecido. Mientras más horas pasan desde su regreso más recuerda de ella, de "Ada"…

Más recuerda de que…

Son la misma persona.


Mirror mirror

on the wall

tell me no more lies

of who we are.