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En la actualidad
Piccadilly Circus
Itachi abrazaba a Konan con la suavidad y la reverencia de aquel que sabe que tiene lo más preciado de su vida entre sus manos. La vaniria apoyó la mejilla sobre su pecho mientras bailaban semidesnudos en el salón de su casa de Piccadilly. I shall believe de Sheryl Crow sonaba en su equipo musical.
Hacía pocos días que se habían comprometido en una fiesta que tuvo lugar en la casa de campo de Homura, el líder del clan berserker; justo el mismo día en que apareció Naruto como líder de los einherjars y les explicó todo lo sucedido con el robo de los tótems de los dioses.
Naruto, que una vez había sido un adorable humano, mortal y dócil, se había convertido en un importante guerrero para Odín y Freyja, y comandaba un equipo formado por valkyrias y einherjars de lo más curioso. Su misión en la Tierra era la de recuperar esos objetos y, por lo que sabían, ya habían logrado hacerse con el martillo Mjölnir. Ahora solo necesitaban rescatar la espada de Frey, Seier, y Gungnir, la lanza de Odín, para que los jotuns y Newscientist no pudieran acelerar el Final de los Tiempos.
No obstante, los clanes de la BlackCountry intentarían echarles una mano, pero poco podían hacer, ya que ellos libraban sus propias batallas en sus territorios. En Birmingham, la situación con nosferatus y lobeznos se había descontrolado: cada vez eran más humanos los que se veían tentados por la inmortalidad y el vampirismo, y el número de siervos de sangre aumentaba. Sí, Itachi había volado las sedes de Newscientists y habían logrado rescatar a muchos rehenes de los clanes en CapelLeFerne, pero prepararles de nuevo para la guerra costaba mucho, y aunque había hecho estallar sus bases, no había desaparecido la organización, que trabajaría desde otros puntos a partir de ahora.
Los rehenes, guerreros inmortales de los dioses, estaban heridos y recelosos, y el ansia de venganza les movía; y, lamentablemente, la venganza cegaba al guerrero y no le dejaba observar con objetividad. Necesitaban recuperarlos plenamente para que contaran en su equipo, en vez de que restaran y expusieran a todos a peligros mayores.
Deidara y Kakashi habían viajado a la isla de Man para recoger en Lynague Caves a los rehenes que Newscientists había tenido en Chicago, y ahora estaban todos mezclados en el RAGNARÖK. Karin, Tenten, Rise e incluso Konan intentaban hablar con ellos y hacerles ver que estaban a salvo, que era la oportunidad de sanar y enfrentar la guerra desde otra perspectiva. Pero era una ardua tarea. Y Konan no podía recriminarles nada. Ni ella, ni nadie.
Y, sin embargo, en aquel salón, Itachi y Konan disfrutaban el uno del otro al margen del conflicto y del caos. Ese era su pequeño universo, un lugar en el que se sinceraban y nada podía arrebatarles la magia.
La vaniria sacudió la cabeza y cerró los ojos mientras él pasaba las manos por sus caderas y doblaba las rodillas para amasar los globos de sus nalgas, cubiertos por unas pícaras braguitas rojas. Él llevaba solo unos calzoncillos negros ajustados.
—Adoro tocarte, princesa —murmuró, pegando su boca a su garganta—. Adoro abrazarte sabiendo que llevas a mi hijo en tu vientre —pasó la palma de su mano caliente por su barriga todavía plana—. No tengo palabras para expresar lo que me hace sentir.
Sí. Konan y Itachi iban a ser papás de un niño muy especial al que iban a llamar Aodhan, que quería decir «nacido del fuego». Y no cabía duda de que había nacido del fuego de su pasión; de un amor tan tormentoso que había estado a punto de destruirles pero, a la vez, uno tan puro y auténtico que había sobrevivido a dos mil años de soledad, despecho y tristeza. Ambos habían luchado el uno por el otro y al final habían ganado.
Las cosas tomaban otro rumbo. Konan y Itachi conocían cuales eran sus respectivos papeles en aquel desaguisado de los dioses llamado Ragnarök, y su pequeño renacuajo, que nacía cobijado en la crisálida del cuerpo de aquella espléndida mujer, era una pieza importante en el posible desenlace del ocaso universal. La Elegida se colgó de su cuello y le pasó los dedos por su pelo negro. Ella amaba tantas cosas de él... Todo. ¿Cómo no iba a amarle después de lo que ambos habían sacrificado? Nunca lo había dejado de hacer, incluso cuando más le odiaba.
Tiró de su trenza bicolor y guió su rostro hasta sus labios.
—Me gusta que me las digas, mo priumsa.
Él fijó sus ojos negros en aquella boca roja, hecha para besar y complacer. Los labios de su cáraid eran fascinantes. Y sus ojos cafes eléctricos inspiraban al dios del pecado.
—Me dejas sin respiración.
Ella se alzó de puntillas y lo besó en la boca. Amaba hacer el amor con él. Se sentía eufórica cuando sus cuerpos se tocaban, cuando sus pieles hablaban su propio lenguaje y sus lenguas se unían con tanta ansiedad.
Ella pegó sus pechos a su torso y acarició sus brazos tatuados con esclavas sánscritas. Un tatuaje por cada siglo que había pasado sin ella, por cada aspecto que él se había tenido que trabajar para no decaer y entregarse a la oscuridad. Konan siempre lloraba cuando pensaba en eso. En su Itachi sufriendo tanto como ella lo había hecho.
—Aodhan está dormido —susurró Konan, quedándose sin aire cuando él pasó sus dedos entre sus nalgas. Al ser vaniria, y al tratarse de un bebé tan especial como Aodhan, Konan y Itachi podían comunicarse con su hijo telepáticamente. Ahora, el pequeño descansaba, y la Elegida quería aprovechar ese momento para seducir a su pareja y borrar la mirada de preocupación de su rostro. Al estar tan conectados a niveles emocionales, Konan sabía que Itachi pensaba en su hermano Shisui. No había dejado de pensar en él desde que el druida se había ido con la científica de Newscientists. Y ya había pasado casi una semana desde eso.
—Bien —Itachi sonrió y bajó sus braguitas con lentitud, sin dejar de observarla. Ella tenía ese efecto en él. Cuando la tocaba, su alma encontraba la paz que necesitaba. Su piel era un bálsamo para su ansiedad.
La cogió en brazos y se dirigió al sillón orejero que había en el salón, enfrente de las amplias cristaleras que daban a su terraza chill out y a unas inmejorables vistas de Piccadilly. La besó como si fuera su aire para respirar. Konan gimió, lo abrazó con fuerza y pegó sus pechos desnudos a su pectoral. No había nada mejor que hacer el amor con la persona que se amaba. Ella deslizó la mano entre sus cuerpos y apoyó la palma en su paquete. Mirándolo fijamente, la deslizó dentro de sus calzoncillos y agarró su dura y suave erección.
Itachi se mordió el labio inferior, y agradecido por recibir sus caricias, apoyó la espalda en el respaldo del sillón, acariciando los pechos, las costillas y las nalgas de la Elegida. Quería estar dentro de ella ya.
Konan sonrió y sacó su miembro de la restricción de la tela elástica y, con más suavidad, hizo lo mismo con sus testículos.
Él gruñó. Su mujer era como una pantera. Era sigilosa y elegante, pero también muy fiera con los suyos. Y estaba tan enamorado de ella que a veces le entraban ganas de llorar.
Konan se colocó en posición; abrió bien las piernas, anclando las rodillas en la superficie blanda del sillón, y dejó caer su cuerpo hasta empalarse en el de su guerrero. Abrió los ojos con sorpresa y expuso sus colmillos. Itachi levantó su mano y coló un dedo en la boca de ella, a lo que la joven respondió mordiéndolo y luego sorbiéndolo con dulzura.
—Maldita sea, amor. Cada vez es mejor que la anterior.
Konan no pudo responder. Lo sentía duro y profundo en su interior. Y ella estaba suave y húmeda para él. Dejó que Itachi la arrollara con sus envites y su pasión desbordada. Su príncipe de las hadas la volvía loca. Se mordieron y bebieron el uno del otro, alimentándose y entregándose sin reservas. Cuando ambos se corrieron a la vez, Konan abrazó a Itachi y lo besó en la cabeza. Él tenía el rostro hundido en su pecho, y a veces lo besaba y lo lamía con creciente abandono.
—Mo duine, Shisui es un guerrero responsable —musitó ella sobre su pelo—. Debes dejar que sea él quien decida acercarse a nosotros.
—Se siente avergonzado por todo lo que sufrió en manos de la hija adoptiva de Hoshigaki. El destino le ha traído a su pareja bajo la forma de una serpiente —gruñó lamiendo una gota de sudor del canalillo de Konan— . Pero soy su hermano, y él debe aprender a apoyarse en mí. Puedo ayudarle. No tiene por qué unirse a alguien como esa zorra. Las pastillas Aodhan ayudan a...
—No digas tonterías —lo cortó Konan, pasándole los dedos por el pelo—. Si es ella y él ya la ha tomado, será imposible que la rechace. A mí tampoco me convence la científica. Ella lo torturó, pero también os ayudó en el bosque de Tunbridge Wells. Por eso espero que tu hermano sea inteligente y decida lo mejor para él. No puede estar sin su cáraid.
—Yo estuve dos mil años sin ti —replicó él.
—No habías bebido de mí, Itachi —justificó ella con una sonrisa de sorpresa—. Las pastillas son supletorias, no sustitutivas. La ansiedad y el dolor siguen ahí, bajo el efecto de la química.
—No quiero que esté con ella.
—No nos cae demasiado bien, es verdad. Por si no lo recuerdas, me atreví a tocar una flecha de la Cazadora solo para removerla en su pierna. ¿Crees que fue agradable? —preguntó arqueando las cejas—. No lo fue. Tenten me echó una mano, pero ni siquiera así dejé de sentir sus estragos. Sientes un dolor insoportable, parece que te mueras... —Se echó a reír cuando él tomó su mano y besó su palma.
—Pobrecita...
—Pero estaba llena de rabia hacia ella y Ameyuri, y odiaba que Shisui estuviera en manos de su gente... Yo quería darle una paliza. A las dos —especificó—. Tampoco quiero que se anude a ella. Pero es su decisión. Y la chica tiene mucha información sobre Newscientists. Tiene que servirnos.
—La va a transformar. Ella estará entre nosotros y no me hace gracia.
—La obligará. Y ya veremos cómo va a reaccionar esa mujer.
—Espero que él le de una lección. No merece misericordia. Y espero que ella nunca se encuentre cara a cara con Tsunade y Dan, porque ellos tienen muchas ganas de conocerla.
La envidia. La envidia era otro de los sentimientos, otra de esas emociones viscerales, que le corroían la sangre desde que había probado a la rubia. Sentir de nuevo, experimentar el despertar de su ser emocional se estaba convirtiendo en toda una tortura.
Sí. Tenía envidia. Envidia de su hermano Itachi y del amor tan puro y auténtico que existía entre él y Konan. Ellos no sabían que había ido a visitarles, y que ahora estaba en su ático de Picaddilly, en el balcón, acechando cual tigre, vigilándoles como un auténtico voyeur. Al menos no había visto todo el espectáculo y toda la sesión apasionada de sus cuerpos entrelazados; y mejor para él, porque de haber vislumbrado un centímetro de la piel nívea de la Elegida, su querido hermano le hubiera rajado los huevos sin compasión.
No obstante, tras ese recelo, tras ese resentimiento por ver a una pareja tan bien avenida y con una aceptación total de su deseo y sexualidad, también había auténtica alegría. Su querido hermano, el curandero, por fin había limado las asperezas con Konan Kamiruzo, y ahora estaban juntos.
Caray, cómo habían cambiado las cosas en pocas semanas desde que le secuestraron. Necesitaba ponerse al día. Y, ante todo, necesitaba que alejaran la necesidad de regresar a su casa y convertir a esa rubia insoportablemente sexy en un maldito colador. Porque lo que le apetecía de verdad era comérsela y acabar con el maldito martirio que había obligado a ambos a experimentar.
La verdad era que, después de interminables días, necesitaba salir de su casa y hablar con alguien. La noche y su oscuridad le darían la calma que necesitaba. El olor de aquella mujer, sus gritos de dolor y su llanto..., le estaban haciendo polvo. Él se había prometido no tocarla hasta que la chica cediera y entendiera que no actuaba ni en su cuerpo ni en su deseo. Eran pareja, y las auténticas parejas se deseaban con locura; y más después de intercambiar la sangre, hecho que él no tenía ninguna intención de revelarle. Había perdido la cuenta de las veces que se había empalmado y masturbado pegado a la puerta de su habitación mientras la escuchaba gemir y sollozar por el ansia insatisfecha. Estaba siendo duro para ella y también para él, y el castigo iba a ser para los dos. Al menos, él podía calmarse con las manos, y no así ella, porque seguía esposada a la cama.
Shisui había evitado el contacto con su clan porque no quería que nadie influyera en ninguna de sus decisiones. No quería escuchar palabras benevolentes hacia su compañera, ni tampoco palabras de redención promiscua. Pero, por lo que acababa de escuchar entre Itachi y Konan, ellos estaban tan ofendidos como él por todo lo sucedido.
Bien. Las afrentas debían cobrarse. Y él se las estaba cobrando con intereses, y no quería oír ningún sermón de nadie. Además, necesitaba sanar sus heridas, las que esa mujer que seguía esposada en la cama le había hecho a niveles mentales y emocionales. Joder, lo había destrozado. Ella le había torturado sin piedad y se había reído de él, así que ¿cómo se suponía que debía actuar? ¿Debía perdonar sin más? ¡Los cojones! No lo haría. Tema era de él, y ella aprendería a no volver a tratarlo así.
Ahora, todos querían saber su paradero. La científica era una pieza clave para los clanes y estaba en su poder. Era suya. Suya para matarla o para darle la inmortalidad. Suya para castigarla o para perdonarla. Y nadie iba a interceder en ninguna de sus decisiones para con ella. Había llegado la hora de poner su vida en orden y de contactar de nuevo con todos. Y aprovechó el comentario de Itachi sobre Dan y Tsunade para entrar en escena y sorprender a la pareja de enamorados.
—Os aseguro que esa mujer no tiene ningunas ganas de encontrarse con ninguno de vosotros tampoco —dijo, entrando en el salón con una sonrisa de oreja a oreja, pero sin poder disimular sus ojeras ni las leves arrugas de sufrimiento de su rostro.
Itachi cubrió a Konan con los brazos. Esta gritó asombrada y Shisui se tapó los ojos con la mano.
—¡¿Shisui?! ¡No mires! —Le advirtió ella.
—¡No he visto que estáis desnudos en el sillón! ¡Lo juro!
—¡Joder! —Itachi se levantó con Konan, sonrojada hasta la raíz del cabello—. ¡Date la vuelta, capullo!
—Feliz por verte yo también, brathair —Shisui se dio la vuelta y les dio el tiempo y el espacio para que pudieran cubrirse. Konan se cubrió con una bata de seda negra y Itachi se colocó los pantalones. Sheryl Crow todavía seguía cantando, pero su guitarra tocaba los acordes finales.
—Estáis muy tiernos, ¿no? Prefiero el Sweet Harmony. Let ́s come together, right n... —Shisui detuvo su canción al sentir los brazos alrededor de él: un caluroso abrazo en grupo de su hermano y su cuñada.
Aquello era muy extraño. Podía sentirles a ellos también. Podía recibir sus emociones y entender toda la preocupación que él les había causado. La ratita de laboratorio no solo haría que él volviera a sentir; su sangre procuraba que pudiera contactar y conectar con todos de nuevo, no solo con ella. Saberlo lo llenó de temor y de angustia.
Al fin y al cabo, puede que se viviera mejor sin emociones. Konan se apartó con una sonrisa tímida y Itachi carraspeó, peinándose el pelo hacia atrás.
—¿Dónde demonios has estado? —El sanador lo miró de arriba a abajo. Llevaba una camiseta blanca por fuera de los tejanos, unas botas militares desbrochadas y una cazadora de cuero negra. Su pelo ya no era largo, era muy corto, casi al estilo militar. Parecía agotado.
El druida se encogió de hombros.
—En mi casa de Chrishall Common.
Chrishall Common estaba ubicado en Essex, cerca de Langley, al este de Londres. Era una zona ubicada unos cientos de metros sobre el nivel del mar. Era una zona verde no metropolitana, llena de bosques atestados de flores de lavanda y campiñas inglesas.
Shisui tenía una propiedad allí. Una secreta que nadie conocía y que él utilizaba como retiro espiritual. Una parte de la casa estaba construida sobre el bosque y las otras dos plantas estaban bajo él, aunque daban a espacios abiertos de diferentes niveles. Itachi no había ido nunca ahí, y Shisui sabía que su hermano se sentía un poco desplazado por eso. Bueno, lo empezaba a saber ahora que sus sentidos y su empatía despertaban a la vida. Antes, nunca se hubiera imaginado que alguien pudiera molestarse por algo.
—¿En Essex? —preguntó Konan mirando a Itachi—. ¿Tú lo sabías?
—Nop —contestó el sanador.
Los vanirios tenían muchas propiedades, ya que eran seres inmortales que habían logrado adquirir mucha riqueza con el paso de los siglos.
—Pensé que volverías a Dudley —comentó Itachi—. Contacté con tus centros de spa y meditación esperando que alguien me dijera algo.
—Itachi, nadie me conoce. No saben quien es el dueño de la cadena.
Itachi apretó los dientes.
—Busqué en muchas de tus casas, y no te encontraba. No te pusiste en contacto conmigo ni una sola vez.
—Pues estoy bien, hermano —Shisui quiso tranquilizarle—. Tenía que serenarme antes de verte. Antes de veros —rectificó, disculpándose con Konan. Observó el modo en que la pareja entrelazaba sus dedos—. Y me alegra saber que vosotros por fin os entendéis. Habéis tardado un poco, ¿cierto? Así como... Dos mil años —bromeó él sin darle importancia.
Konan puso los ojos en blanco.
—Ven, siéntate —le guió hasta el sofá chaiselongue—. Cuéntanos cómo estás. ¿Y tu bonito pelo?
—Me lo rapé.
Aunque le había dicho a la rubia que se lo había afeitado porque estaba harto de que ella se lo arrancara, la verdad era que lo había hecho en honor a sus «cabezas rapadas». Todos esos hombres y niños vanirios que habían sufrido esos aberrantes maltratos. Ahora, él era uno de ellos.
—También estás guapo así —aseguró Konan con sinceridad.
—Gracias.
Se quedaron en silencio unos instantes, hasta que la vaniria volvió a iniciar la conversación.
—¿Está ella...? ¿La rubia ha...?
—¿Te has cargado a la científica? —preguntó Itachi de sopetón. Konan bizqueó y Itachi puso cara de no entender—. Eso es lo que queremos saber, ¿no?
Shisui apoyó los codos sobre las rodillas y clavó sus ojos carbón en el parqué.
—Yo estoy bien —no les dijo que en realidad se sentía desbordado por todo lo que estaba experimentando en los últimos días—. Y ella sigue viva. Es mi pareja. No la puedo matar. No la voy a matar.
Konan asintió y miró a Itachi con cara de «tengo razón».
—Puedo darte las pastillas —sugirió el sanador.
Shisui sonrió y miró a su hermano con admiración.
—¿Lo has logrado, brathair? ¿Has logrado crear unas pastillas contra la sed vaniria?
—Sí. Son efectivas. Al menos te ayudarán a sobrellevar el mono de beber de ella o de...
Shisui sacudió la cabeza.
—No las quiero. —No le desagradaba beber de ella, quería volver a hacerlo. Su problema radicaba en la imposibilidad de separar a la científica, la sádica torturadora, de su cáraid, la mujer indefensa que tenía atada en el sótano y que era su pareja de vida. No sabía cómo debía reaccionar ante ella. Tan pronto tenía ganas de bajar al sótano para hacerle el amor y beber de ella, como tenía ganas de alargar su tortura y hacerla suplicar. Llevaba siglos sin experimentar la contradicción. Antes, le venía un pensamiento a la cabeza y él ejecutaba la orden sin juzgar si estaba bien o no. Ahora empezaba a recordar lo incómodo que era dudar—. Debo solucionar esto por mí mismo.
—Lo entendemos —dijo Itachi—. Pero solo quiero que comprendas que tienes otras alternativas antes de anudarte a esa... Esa...
—¿Serpiente? —apuntó Shisui frotándose el brazo izquierdo. El tatuaje que se había hecho hacía dos días ya había cicatrizado plenamente.
—Sí —aclaró Itachi—. Tienes que pensar lo que vas a hacer con ella, Shisui. El Consejo Wicca quiere conocer lo que sabe esa chica y tendrás que presentarla ante ellos. Lo han reclamado. La petición es formal.
—Dan y Tsunade están deseando ponerle las manos encima, ¿verdad? —preguntó entretenido—. He oído que lo decíais.
—No los puedes culpar —Itachi se cruzó de brazos—. De un modo directo o indirecto, ella ha estado relacionada con Newscientists. Y el clan de Wolverhampton también quiere conocerla.
—Mi chica es muy popular —Shisui guiñó el ojo a Konan y se levantó del sofá—. Sea como fuere, nada de lo que ellos le harían sería peor de lo que yo ya le estoy haciendo.
Konan tragó saliva y dio un paso hacia él. Era una guerrera y soportaba el dolor; pero también era una mujer y, del mismo modo que había estado en contra de su hermano Deidara por lo que había hecho con Karin al secuestrarla, también se veía en la obligación de advertir a Shisui sobre la necesidad de no ser cruel ni violento.
—¿Qué le estás haciendo?
—Nada en realidad. La noche en que me liberasteis intercambié mi sangre con ella. Luego le borré el recuerdo y ahora está sintiendo en su cuerpo el azote del anhelo de los vanirios por su pareja. Yo también —levantó la mano y abrió y cerró los dedos como si los tuviera entumecidos—. También lo estoy sobrellevando como puedo. Me duele la cabeza, tengo palpitaciones, los músculos me tiemblan y me hormiguea la piel —y otras cosas que no iba a mencionar.
—¿Desde entonces no le das de beber? —preguntó Itachi muy serio—. Es una humana todavía. ¿Quieres volverla loca?
—Sí. Ella ha sido una ignorante todo este tiempo —se justificó el pelinegro rapado—. Se ha dejado llevar por los malos y se ha ido a su bando. No lo ha hecho con pleno conocimiento, pues ha sido engañada durante muchos años, pero creo que la ignorancia es uno de los mayores pecados del ser humano. Y también se debe de castigar.
—Sobre todo si has sido tú quien ha sufrido con ello —murmuró Konan en desacuerdo—. ¿Desde hace dos días esa chica está desesperada por ti? ¿Eso no le provocará daños cerebrales?
Itachi negó con la cabeza.
—No. Solo la desequilibrará un poco.
Konan se angustió al imaginarse lo que sentiría una mujer humana ante la energía y la dependencia de los vanirios, y al no poder cubrir esa necesidad.
—Estaba bajo un hechizo de Murasame, ¿eso lo sabes? —argumentó Konan rompiendo una lanza a favor de la científica—. Y Hidan había anclado ideas y recuerdos en su cabeza. Murasame había visto en sus adivinaciones que ella era especial para Newscientists. La manipularon. En la habitación del hambre, Itachi utilizó los puntos sipalki con Ameyuri, la otra compañera que trabajaba con tu científica... La chica lo largó todo.
—Lo que Murasame había visto —explicó Itachi— era que tú ibas a sucumbir a tu... cáraid. Hidan quería tu don, te quería a ti. Por eso la chica sirvió de señuelo. La colocaron en el Ministry of Sound la noche en la que Koharu y Homura se comprometieron y nos tendieron una emboscada. Tú pusiste los ojos sobre ella, la seguiste y entonces te secuestraron.
—¿Cómo sabían que íbamos a estar ahí? —preguntó Shisui, pensativo.
—Emi. La berserker que quería emparejarse con Obito estaba aliada con ellos.
Shisui recordó aquella noche. Le vino a la cabeza el momento en el que Tenten lloró abrazada a él. La Cazadora le caía muy bien; era una chica muy bonita y divertida, y él se prestó a coquetear con ella para darle celos a Óbito.
—¿Ellos dos...?
—No —contestó Konan—. Obito está muy enamorado de la Cazadora —sonrió risueña —. La zorra de Emi murió. Ella... —Se mordió el labio inferior—. Ella quiso secuestrar a Tenten y a los niños. Pudieron escapar gracias a la intervención de Naruto pero... Emi lo mató.
—¿A Naruto? ¿El humano? —Shisui abrió los ojos impresionado—. ¿Murió?
Itachi y Konan hicieron ambos un gesto de pena.
—Sí. La palmó —explicó el sanador.
—Joder... —Shisui se pasó las manos por el pelo rapado—. Qué putada —lo lamentaba por él. Era un humano de los que valía la pena.
—Estuvieron a punto de matar a Tenten —continuó Konan—. Pero Obito y Kakashi llegaron a tiempo y la salvaron, a ella y a los niños. Ellos son importantes, Shisui.
—¿Los sobrinos de Obito? ¿Por qué?
—Obito es el Noaiti del clan berserker; y después de que todo el peligro pasó, recibió una profecía de Skuld, una de las nornas. Habla del futuro y del papel que nos toca jugar a nosotros.
—¿Cuál es esa profecía?
Itachi se dirigió al chifonier del salón y abrió el primer cajón. Sacó una hoja de papel y se la dio.
—Lee esto.
Shisui los miró con curiosidad y se dispuso a leer lo que había escrito en el papel.
Soy Skuld, la voz de profecía, la voz que habla antes del día.
Dos almas iguales y puras están en el Midgard. Dos brújulas. Él descubrirá la fractura por donde se abrirán las puertas del Ragnarök. Los jotuns por ahí saldrán. Ella podrá ver dónde se encuentra el dios jotun. Cuidadlos, son vuestra salvación. Cuidarlos es vuestra obligación.
Llegó el momento de que la velge despierte de su letargo, solo si deja atrás su dolor. En la batalla final, un alma nonata podrá escudar al Midgard, solo si se aceptan los dones y los errores.
El amor y el perdón abrirán los ojos a las almas heridas, y el humano conocedor de vuestro mundo se pondrá de vuestro lado. Solo si el magiker expulsa el veneno que hay en su corazón.
El dios dorado regresará y con él en la Tierra llegará la venganza, solo si los pecados de los padres son perdonados.
Morirán muchos. Vivirán los justos.
Recordad que la luz solo brilla en la oscuridad.
Llegó el momento de la redención y la rendición. Aunque nadie lo crea, solo los valientes se arrodillan.
—¿Qué coño es esto? —preguntó, frotándose la barbilla.
—Ya hemos descubierto algunas claves —anunció Konan—. Las dos almas iguales y puras son dos niños. Ella y él, ¿verdad? —le hablaba como si fuera un niño pequeño—. Se trata de Nori y Riku. Riku ve puntitos brillantes en sus sueños. Viaja astralmente y observa la Tierra. La Tierra está llena de portales electromagnéticos que esperan a ser activados, están llenos de energía. Riku los puede ver. Por eso la profecía dice que él podrá ver el portal por donde se abrirán las puertas del Ragnarök. Y Nori ve a Loki en sueños. Ella lo localiza. Bueno, no estamos seguros de si lo ve a él o se trata de una proyección de él o de algo suyo. Pero también ve a los practicantes de seirdr, ¿entiendes?
—Sí. Continúa.
—Ella dibuja lo que ve en sueños. Tiene mucho talento. Gracias al don de Nori encontraron a Tenten en New Forest, antes de que Murasame y Remon hicieran un ritual de muerte con ella. Incluso los padres de Tenten, que pertenecían a una secta evangelista, eran partícipes activos de ese ritual. Pero al final, entre todos, la salvaron. Y, gracias a Nori, pudieron averiguar donde estabais vosotros: en CapelLeFerne. Ella me dibujó a mí en un acantilado, mirando a un montón de cabezas rapadas que salían de detrás de las rocas. Y a mi espalda dibujó una sombra alargada: era Hummus. Nori detectó a Hummus, por eso pudo descubrirme en esa imagen. Y gracias a ello, mientras algunos se quedaron en Tunbridge Wells luchando contra los clones, Itachi se dirigió a CapelLeFerne. Y el resto ya lo sabes. Él me rescató, te rescató y... —Miró a su pareja con adoración.
—Precioso. Voy a llorar —gruñó Shisui—. Así que los gemelos son una piedra angular.
—A su manera, sí —asintió Itachi.
—Y... ¿La velge? —preguntó el druida haciendo cábalas. Miró a Konan—. Déjame adivinar.
—Es mi cáraid —contestó Itachi orgulloso—. Ella es la Elegida de los dioses. Ella detecta a los miembros de los clanes que están desperdigados por el mundo, lejos de nuestro contacto. Gracias a su don hemos avanzado mucho y estamos conociendo a muchos guerreros nuevos. Se biloca.
—¿Te bilocas? —repitió Shisui patidifuso.
—Me biloco —confirmó ella, levantando una ceja vanidosa.
—Joder...
—Sí. Mi cáraid se biloca y se presenta a los guerreros. Suele hacerlo cuando está en un estado de relajación profundo. La primera vez que se bilocó viajó a Chicago. Allí conoció a Madara, un vanirio samurái, y por ello estamos en contacto con los clanes de vanirios y berserkers de Chicago y Milwaukee.
—Alucinante...
—Él me dio una katana. ¿Sabes? —añadió Konan orgullosa—. Puedo llevarme cosas de los lugares a los que me biloco. Solo tengo que agarrarlo entre mis manos.
—Envidio mucho tu don —aseguró Shisui—. Me encantaría llevarme algunas cosas.
—La segunda vez viajó a Escocia —Itachi pasó sus dedos por la larga melena azulada de Konan—. Allí había un hombre llamado Indra, un highlander.
—¿Vanirio también?
Itachi y Konan sonrieron.
—Es un einherjar —contestó Konan arqueando las cejas.
—¿Un einherjar? —Shisui agrandó los ojos—. ¿Un einherjar de los de Odín? ¿Odín hizo descender a sus einherjars? ¿Ya?
—Sí, eso parece —afirmó la Elegida—. Indra tiene a un grupo de vanirios, einherjars y berserkers a su cargo. Él me dijo algo que fue clave para todo lo que vino después. La tercera vez que me biloqué —recordó nerviosa—, fui en busca de los guerreros que me pedían ayuda, no sabía quiénes eran, pero me presenté ante ellos. Eran los niños de los clanes que estaban secuestrados en CapelleFerne. Contigo.
—¿Por eso estabas ahí? —inquirió Shisui—. Tú los sacaste de ahí. ¿Estaban...? ¿Estaban muy mal? —La ansiedad le corroía. A veces los sentía, igual que los sintió en su confinio. Todos los días. Todavía oía sus gritos.
—No, no estaban demasiado bien, Shisui. Pero son niños fuertes, algunos de ellos adolescentes, y les estamos ayudando a recuperarse —explicó Itachi intentando tranquilizar a su hermano.
Shisui hizo un movimiento conforme con la cabeza. Necesitarían mucha ayuda. Y él estaba dispuesto a echar una mano en lo que hiciera falta.
—¿Qué fue lo que te dijo el highlander, cuñadita? —apoyó la cadera en el respaldo del sofá de piel blanca—. Has mencionado que te dijo algo clave para lo que sucedió después.
—Él me dijo que había conocido al Engel.
—¿Y quién es ese?
—El líder de los einherjars de Odín. Le conocí en mi cuarta bilocación, durante la mascarada que organizamos en Wiltshire, en casa de Homura. Itachi y yo nos comprometimos de nuevo.
—¿De nuevo? Venga ya, lleváis dos mil años comprometidos.
—Bueno, pues hicimos una reafirmación de nuestro compromiso. ¿Conforme? —Konan tenía una mirada bromista en sus ojos castaños—. Estaba bailando con él en el jardín, y me relajé tanto en sus brazos que me biloqué. Viajé de nuevo hasta Chicago y de repente llegué a una habitación de hotel en el que se hallaba Naruto.
Shisui tuvo un espasmo ocular. Levantó el dedo índice.
—Perdón. Naruto estaba muerto, ¿no?
—Sí, cuñadito —Konan se lo estaba pasando en grande revelando toda la información a su adorado cuñado—. Pero en su entierro, descendió una valkyria de los cielos, lo cogió en brazos mientras la pira ardía y se lo llevó al Valhall.
—Y me he perdido todo eso... —silbó con tristeza—. Y esa valkyria se lo llevó al Valhall y... ¿Allí qué? ¿Sacó un número y le tocó ser el líder de los einherjars?
—No. Naruto había sacrificado su vida por salvar a Tenten y a los sobrinos de Obito. Él había luchado valientemente y se había puesto de nuestra parte. Odín necesitaba a un líder así, alguien que, desinteresadamente, entregara su vida a cambio del plan. Un sacrificio en nombre de la humanidad. Y por esa razón el dios Aesir lo reclutó como líder de su ejército.
—Entonces, el principito es un inmortal —el druida ataba cabos—. ¿Y qué hacía Naruto en el Midgard?
—Ahora viene lo fuerte —señaló Itachi con la mirada velada por la preocupación—. Alguien abrió un portal en la Tierra y ascendió al Valhall. El intruso se hizo pasar por Freyja y robó los tótems más preciados de los dioses: el martillo de Thor, la espada de Frey y la lanza de Odín. Este hizo descender a una representación de sus guerreros, liderados por Naruto, con el objetivo exclusivo de recuperar los objetos para que no adelantaran el Ragnarök. Con el Engel viajan tres valkyrias, una de ellas es su pareja. Se llama Sāra y es hija de Thor.
—Vaya con el ricitos... No ha perdido el tiempo —añadió asombrado.
—Ya han recuperado a Mjölnir y, por lo que sabemos, están en Escocia tras los pasos de Seier y de Gungnir —Itachi intentó no sonreír ante el comentario de Shisui. Bien sabía que a Konan no le gustaba que nadie se metiera con Naruto—. Hace un par días, Deidara y Kakashi fueron al encuentro de los rehenes de los clanes que rescataron de Chicago. Estaban en Lynague Caves, en Irlanda. Son guerreros que no habíamos visto nunca, Shisui. Los trajeron aquí para que nosotros cuidásemos de ellos y les ayudásemos a sanar mientras Naruto y los demás se centran en la búsqueda de los tótems.
—Esperamos noticias de ellos en breve.
—¿No os habéis aburrido en todo este tiempo, eh? —dijo Shisui, impresionado por todas las noticias que había escuchado—. Llevo algo más de un mes desconectado de todo y me encuentro con todo este percal. Valkyrias, einherjars, ricitos de oro resucitados...
—El tiempo se acelera —le explicó Konan—, y Loki y sus jotuns hacen lo posible por desestabilizarnos. Lo que está claro es que tienes en tus manos a una mujer que era importante para Hidan y que sabe algo que nosotros desconocemos. Está en tu poder averiguar qué es; y cuanto antes sepamos lo que ha descubierto, mucho antes podremos adelantarnos a los pasos de Newscientists y Loki. Haz que la chica hable. Y considera que a ella la tuvieron engañada. No hizo lo que hizo por placer.
No iban a convencerle respecto a Tema. Ellos no habían estado en sus manos mientras lo abría y lo rajaba como a un bistec. No habían sentido lo que él al ver que su cáraid lo torturaba y lo maltrataba de ese modo. Sí. Ella era importante y la necesitaban y él ardía en deseos de saber qué era eso tan valioso que ella ocultaba. Pero lo lograría según sus métodos. Nadie iba a interceder en sus decisiones.
—No me importa —contestó cortante—. Guárdate la misericordia. Recuerdo su sonrisa mientras me torturaba. No vio que yo era diferente.
—Le habían enseñado a no verlo —la excusó Konan, intentando suavizar el rencor de Shisui por la científica.
—Era mi pareja. ¡Tenía que sentirme! —Se golpeó el pecho, y se quedó asombrado de su reacción visceral.
Konan lo miró comprensiva.
—Lo sé, Shisui. Por eso te entiendo a ti también. Lo único que te pido es que no le hagas un daño que luego te cueste reparar —le rogó la joven—. Si sois pareja...
—Lo somos.
—..., tendréis que vivir juntos y entenderos.
—Yo soy un angelito —asintió él medio en broma, recuperándose de su anterior respuesta—. Conmigo no tendrá problema —dejó caer sus furiosos ojos negros sobre Itachi, advirtiéndole que no hiciera ningún comentario más respecto al trato que debía dispensarle su mujer.
—Yo estoy contigo, brathair. A mí no me mires así —levantó las manos en señal de indefensión—. ¿Has averiguado algo sobre lo que ella sabe? —preguntó Itachi, estudiando el comportamiento de su querido hermano recién recuperado.
—Esa mujer es una especie de Albert Einstein sexy y con piernas interminables —se guardó la hoja de la profecía en el bolsillo trasero del tejano—. Es superdotada. Dice que ha dado con una fórmula muy importante, pero que ella misma la salvaguardó de todo y de todos.
—¿Por qué hizo eso? ¿Empezaba a dudar de para quiénes trabajaba? —preguntó Konan interesada.
—No. Es muy celosa de sus descubrimientos y de su trabajo. Lo hizo por no poner en peligro su propio hallazgo. Ella misma se prohibió ver la fórmula final... Pero tiene que estar relacionada con la apertura de puertas dimensionales.
—Sí, eso mismo nos comentaron durante su interrogatorio en la cueva del hambre —Konan sintió un ligero pinchazo de culpabilidad.
—Esta noche voy a hacer el segundo intercambio —reveló el druida abrochándose la cazadora de piel—. Ella no sabe lo que le va a pasar. La voy a convertir, y va a ser mía. Avisa a todos los miembros del Consejo Wicca, Elegida. Mañana quiero que me informen sobre todo lo que ha pasado, necesito ponerme al día. La chica me acompañará.
—Eres responsable de ella, hermano. Tsunade y Dan estarán ahí —avisó Itachi—. Daimhin y Carrick fueron torturados por ellos, así como los demás guerreros, niños, hombres y mujeres que había bajo los túneles de CapelleFerne. Espera un recibimiento muy hostil, Shisui. Tendrás que posicionarte.
Konan asintió y rodeó la cintura de Itachi con un brazo.
—Todo el clan está enfadado con Newscientists, y esa mujer es el objetivo de toda la ira —susurró Konan—. Si al final decides quedártela, tendrás que dejarles claro quién es ella para ti.
—Lo haré. No tengo más remedio —aseguró Shisui dirigiéndose al balcón. Su sangre lo reclamaba y, además, se había sentido un tanto angustiado sobre el comentario de Konan sobre los daños cerebrales que podía sufrir su «esposada» cáraid. Ella era una mente brillante con brazos y piernas. No se podía echar a perder tanta inteligencia—. Un momento —se giró para mirarlos por encima del hombro—. La profecía menciona a una alma nonata, a un humano sabedor de nuestro mundo, a un magiker y a un dios dorado. ¿Sabemos de quiénes se trata?
La pareja negó a la vez con la cabeza.
—Solo sabemos quien es el alma nonata —Konan cruzó sus manos y las colocó sobre su vientre. Levantó una perfecta ceja azul para ver si Shisui entendía su gesto.
—¿Cómo lo sabéis si es un alma que no ha nacido todavía? —Shisui frunció el ceño.
Itachi sonrió. Konan miró a Itachi y se mordió el labio inferior con emoción.
—El alma nonata es un ser especial —Itachi alzó la barbilla con los ojos brillantes y con un orgullo difícil de disimular—. Un ser que ha esperado dos mil años para que sus padres se redimieran y se rindieran al amor y al perdón. Es una alma única que, incluso Freyja, ha querido reclamar. Se llama Aodhan —puso su mano enorme sobre el viente plano de su mujer—, y es nuestro hijo. Tu sobrino.
Shisui tragó saliva y no pestañeó. Sus ojos iban de la barriga de Konan, a la mano de Itachi, y de ahí a la cara de ambos alternativamente.
—¿Voy a ser tío?
—Sí —dijo Konan sonriente y limpiándose una pequeña lágrima rebelde de las pestañas—. Y vas a ser el mejor.
El druida se aclaró la garganta. Su hermano se acercó a él y le puso una mano cariñosa y también segura sobre su nuca.
—Escúchame. Eres mi hermano. Y te he echado mucho de menos. Me alegra saber que estás bien, pero quiero recuperarte del todo, Shisui. Aodhan necesita a su tío a su lado. Lo necesita para que le enseñe los secretos de la magia y del espíritu de la naturaleza, algo que solo unos pocos elegidos conocen; y lo necesita también para que lo proteja. Nos protegemos entre nosotros, la familia se protege. Cuida de nosotros, y nosotros cuidaremos de ti —el pelinegro rapado asintió a modo de promesa—. Tú eres de mi sangre, eres mío. Y te quiero, tío —lo abrazó con fuerza, pero Shisui se quedó de piedra, todo tieso, sin saber cómo responder. Itachi lo entendía. Debía de estar bloqueado por muchas razones—. Sánate. Utiliza la sangre de tu cáraid para que te sane y te cure el alma. Y vuelve con nosotros al cien por cien —lo miró fijamente, juntó su frente a la de él, y le dio una cachetada cariñosa en la mejilla—. Eres el puto druida. No hay nadie más poderoso en nuestro clan. Solo tú. Y te aseguro que hemos echado mucho de menos tus dones. ¿Los vas a recuperar?
Shisui parpadeó. Sentía los ojos húmedos y una congoja extraña en el pecho. ¿Itachi sabía que con el tiempo los había ido perdiendo?
—Estoy en ello —contestó con voz ronca. Se sacó de encima al sanador, como si la situación le incomodara, y volvió a subirse a la barandilla de la terraza. No miró ni una sola vez hacia atrás.
—Bien. Así me gusta. Suerte, brathair. —Itachi alzó una mano en señal de despedida y observó cómo su hermano saltaba al vacío y alzaba el vuelo en la oscura noche.
—Está perdido —aseguró Konan con tristeza—. No lo quiere admitir, pero está perdido.
—Lo sé —Itachi la abrazó con fuerza y se quedó mirando el pequeño punto que era ahora el cuerpo de su hermano entre las nubes.
Shisui era un druida lleno de poder. Era un hombre lleno de magia. Y hacía siglos que Itachi no veía ese brillo lleno de interés por lo que le rodeaba en sus ojos. El descubrimiento de su pareja lo estaba trastornando, pero también lo resucitaba; porque si había algo que Itachi sabía sobre su hermano era que, aunque intentaba fingir lo contrario, durante dos mil interminables años Shisui había estado tan muerto en vida como él.
La irrupción de su torturadora cambiaba las cosas, y ni Itachi ni Konan sabían si aquello era para bien o para mal. Solo el destino lo diría.
