Hora 22:20 - La felicidad… de nuevo

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Mientras tanto los dos chicos habían regresado al interior.

Tan pronto estuvieron en un clima más cálido, Candy dejó escapar un ruidoso estornudo.

-``¡Vamos al salón a tomar algo caliente! ¡Evidentemente no te soy suficiente para calentarte!´´ le propuso Terence frotandole los hombros y los brazos con vigor para infundirle calor.

Mientras caminaban por el elegante corredor, el joven notó que la puerta de la sala de lectura estaba aún abierta.

-``¡Espera! Quiero ver si puedo encontrar una cosa para ti en la biblioteca´´.

Ella lo siguió en la gran sala amueblada al estilo georgiano, tan apreciado por los ricos pasajeros de clases superiores, y lo esperó sentada sobre un cómodo sillón de lectura tapizado con damasco verde, como toda la habitación, observandolo en silencio.

El ambiente era dominado por un imponente arco sostenido por columnas con cabezales corintios. Se respiraba por doquier una ostentación definitivamente excesiva de opulencia.

Lo miró curiosa recorrer con la yema de los dedos velozmente los títulos de los libros meticulosamente archivados por argumento y por autor en los estantes de la hermosa librería.

Probablemente conocía perfectamente el lugar.

Había viajado varias veces en el Mauretania, lo había dicho Adrian.

-``Muy bien… veamos… Kahlil Gibran… aquí hay una colección de sus poesías… la encontré!´´ exclamó alegre él con ojos de un niño como si hubiera encontrado su juguete favorito -``Si no me equivoco es justamente ésta la poesía que te he enviado… ´´¡Dame el valor supremo del amor!´´.

¡Si, es ésta! ¿Quieres que te la lea?´´.

-``¡Claro! ¡Me encantaría escucharla de tu voz!´´.

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Candy se puso cómoda, quitándose el mantón.

Terence la miró por algunos segundos incapaz de pronunciar una sola palabra.

Había permanecido literalmente encantado por su belleza.

-``Cielos, Dama seductora, ¿Dónde has escondido a mi Tarzán con pecas? Cuando te compré este vestido pensé que te verías muy bien pero has logrado dejarme mudo… ¡Te has vuelto despampanante!´´.

-``¡Tu Tarzán con pecas está aquí frente a tí, no te preocupes!´´ le respondió ella con una expresión divertida y halagada -``Sólo tengo un poco más de años sobre mis hombros y un poco más de experiencia con los tacones altos. ¡Te aseguro que es más difícil llevar estos instrumentos de tortura que saltar de una rama a otra como una mona!´´.

-``¡Yo… estoy muy feliz de haberte encontrado en tal estado de gracia! Tú tienes un carácter fuerte, Candy, no era posible que sucumbieras a la apatía. Siempre has sido para todos, yo primero, un ejemplo a seguir...´´.

Tomó el libro con una mano y se acercó a ella con un movimiento fluido de animal de escena, sentándose al borde de la gran mesa y empezó a recitar.

Sus palabras vibrantes empezaron a retumbar emocionadas y fuertes en la habitación desierta.

``Dame el valor supremo del amor,

esta es mi oración,

valor para hablar,

para actuar, para sufrir,

para dejar todas las cosas,

o para dejarme solo.

Cuidame con asignaciones arriesgadas,

honrame con el dolor

y ayúdame a levantarme cada vez que me caiga.

Dame la certeza suprema en el amor,

y el amor,

esta es mi oración,

la certeza que pertenece a la vida en la muerte,

a la victoria en la derrota,

al poder oculto en la belleza más frágil,

a esa dignidad en el dolor,

que acepta la ofensa,

pero desdeña pagarla con el delito.

Dame la fuerza para amar,

siempre

y a toda costa´´.

Tan pronto terminó se le acercó y la besó con delicadeza en la frente.

-``Cuando te la he enviado quería con toda mi alma que volvieras a encontrar aquella fuerza que irresistiblemente siempre me ha fascinado. Quería que tu corazón lograra aceptar el dolor sin hacerse daño en el intento de cancelar a toda costa el pasado sino dejando que se depurara con el tiempo hasta convertir nuestros recuerdos en compañeros en la vida silenciosos y secretos y no en verdugos inclementes de tu cuerpo.

Y deseaba que volvieras a amar, con la alegría que sólo tú sabes transmitir a quien está junto a tí. Naturalmente siempre esperando que aquel afortunado hombre fuera siempre yo… algún día.

Esperaba aún que Susanna lograra comprender…

Nuestro camino ha sido más tortuoso de lo que podía creer pero al final… nosotros dos estamos aún aquí… ¡Nuestro amor ha sido paciente y más fuerte que el tiempo!´´.

-``Ahora sólo tenemos que pensar en nuestro futuro...´´ le dijo Candy aún emocionada por la dulzura en sus tonos que todavía le parecían nuevos. Tímidamente caminó hacia él buscando sus brazos, abandonando su rostro sobre su corazón.

-``En cuanto lleguemos a Southampton nos estará esperando un chofer´´ empezó a explicarle él -``¡que nos llevará a mi casa en Stratford upon-Avon, en el condado de Warwickshire, la patria de William Shakespeare! Es un pueblecillo acogedor y tranquilo, con gente franca y cordial, estoy seguro que te encantará. Tengo un contrato por otros dos años más con la British Royal Company y creo sea justo honrarlo porque para un actor de teatro representa un gran punto de partida.

Después decidiremos juntos si regresar a América o no. Mientras tanto tú podrías terminar tu especialización en Inglaterra… Albert me ha dicho que te falta un año. Yo no tengo la intención de dejarte ir. Quiero que tu te quedes a vivir conmigo. Y… quiero...´´.

La ferviente declaración de sus intenciones fue bruscamente interrumpida en aquel momento por una exclamación de desconcierto y desaprobación.

-``Dios mío. ¿Pero qué es lo que estáis haciendo vosotros dos? ¡Qué vergüenza!´´.

Los chicos se apartaron de golpe quedando sorprendidos y confundidos ante la vista de aquel rostro femenino amargado y severo. La mujer que estaba frente a ellos tenía un inquietante parecido con la hermana Grey, la madre superiora del Real Colegio San Pablo. Tranquilamente podría hacerse pasar por ella si no tuviera aquel vestido de noche al último grito de la moda vagamente provocativo, portado con desenvoltura y descaro con aquel físico regordete y caído.

-``¡Lo sentimos señora! Creíamos que estábamos solos´´ balbuceó Terence torpemente.

-``¡Peor aún! ¡Realmente es un comportamiento reprobable! ¡Esta es una sala de lectura no una alcoba, señor!´´ gritó ella.

Candy se sintió ofendida por aquella frase e intentó responder.

-``Señora, mire que no estábamos haciendo nada malo...´´.

-``¿Entonces porque os habéis separado como dos ladrones pillados cuando os he sorprendido?´´ continuó la mujer.

-``Bueno… de repente usted apareció… nos hemos espantado...´´ solo pudo responder.

Pero su respuesta espontánea la irritó aún más.

-``¿Queréis decir que al verme os habéis espantado? ¡Ahora pasamos a las ofensas personales!´´.

Candy entendió que sus palabras habían sido mal interpretadas e intentó reparar su error llevándose la mano a la boca.

-``No… no quería decir eso… es que...´´.

Terence la miraba divertido. Le parecía volver a ver la furia de la hermana Grey ante la intemperancia de la alumna irreverente y fuera de lo común que había sido su tarzán con pecas. Así dejó escapar una sonora carcajada.

-``Y usted… ¿De qué se ríe?´´.

Exasperada su interlocutora se giró de nuevo hacia él observando con interés su rostro. Después, de repente, se detuvo, como si hubiera sufrido un shock.

-``Pero… usted es… aquel personaje famosísimo… Está en todos los diarios… Oh Dios mío, no lo puedo creer, ¿Es justamente usted?´´.

Comprendiendo que finalmente los tonos tenían una oportunidad de volver al ámbito de la civilidad, Terence contrajo sus hombros y asintió una débil confirmación.

-``Supongo que se refiere a mi… si...´´.

-``¡Oh, entonces debe aceptar mis más sinceras disculpas! También usted, gentil señora. Lo comprendo, vosotros los artistas tenéis una concepción de libertad un poco particular… ¡y, tal vez, estaba teniendo una de sus inspiraciones geniales útiles para su trabajo… obviamente!´´

Se había acercado a él amablemente y continuaba apretándole con fuerza la mano.

-``¿Sabe que muchos han comprado el billete justamente porque se sabía de su presencia en el Mauretania? ¡Yo para ser sincera lo he sabido solo una vez que estuve a bordo pero para mi es de verdad un honor viajar con usted y asistir a su brillante performance!´´.

El actor empezó a mirarla confundido, empezando a coger el hilo de su discurso.

-``Estoy admirada, es en verdad perfecto este escenario lujoso para la presentación de sus exquisitas obras maestras. Lo mejor de la sociedad se ha reunido en este lugar con mucho entusiasmo. Sin embargo, según yo, deberían impedir en este viaje el acceso a las clases inferiores. Esta es una travesía especial y no deberían dar también a la escoria la posibilidad de decir ``yo estuve ahí´´. ¿No lo cree así usted también?´´.

Viendo la perplejidad estampada en su rostro, unida a un sentimiento de disgusto espontáneo causado por su último comentario clasista, por un momento le vino la duda.

-``¿Porque usted es el famoso diseñador que pasado mañana mostrará en la pasarela sus colección, verdad?´´.

Entendiendo el malentendido, Terence tomó rápido su ``papel´´.

-"¡Claro señora, y espero verla en el desfile pasado mañana!´´.

Candy lo miró incrédula, lista para disfrutar de su interpretación.

-``Por supuesto, era obvio. ¡Esta será seguramente una brillante obra suya!´´ aseveró la mujer sintiéndose tranquila, aludiendo al vestido de Candy.

-``Exáctamente. ¡Ha reconocido mi estilo, señora!´´.

-``Le ruego, querido, ¿podría darme alguna primicia sobre las próximas tendencias? ¡Me sentiría extremadamente honrada!´´.

Su tono, ahora completamente complaciente, era aún más fastidioso de escuchar.

-``Sólo porque usted me agrada le haré una revelación. ¿Qué es lo que quiere saber?´´.

Terence en verdad se estaba divirtiendo en aquel momento.

-``Bueno, los colores de la próxima primavera...´´.

-``Sin dudar… el verde. El verde intenso de los ojos de mi señora...´´ dijo abrazando a Candy quien le costaba cada vez más contener su hilaridad.

-``Y las formas… las telas...´´.

-``Oh, ahora pretende saber demasiado, señora. Pero… esta bien… le revelaré un secreto. Continuaremos a producir las telas más buscadas, como el chiffon, el tul, organzas y seda pero la gran revolución será en la innovación de las formas...´´.

La mujer lo miraba ávida de curiosidad.

-``¿A que se refiere con las formas?".

-``¡Finalmente modernizamos estas faldas tristes! ¡ahora serán más cortas! Llevaremos la bastilla hasta la rodilla. Casi falda… mini… Las mujeres podrán sentirse libres de vivir su feminidad sin temor de descubrir las piernas´´.

-``¡Genial! Pero esta es una moda para jovenes señoras...´´.

-``Es aquí que se equivoca. Propondremos modelos para todas las edades… Los cortos dominarán todas las pasarelas. ¡Tendrá que adaptarse también usted, mi querida! Y ahora disculpe, mi compañera y yo tenemos un compromiso con algunos colegas. ¡Nos despedimos, contentos de haberla conocido!´´.

-``El placer ha sido todo mío. ¡Gracias infinitas y buen viaje!´´.

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Terence tomó a Candy, corrieron hasta que encontraron un espacio apartado al final del corredor. Ahí se sintieron libres de reir.

Reían con lágrimas en los ojos.

-``He estado convincente, ¿Verdad?´´ le preguntó.

-``¡Me has hecho reír como no lo hacía en años!´´ respondió ella continuando a reír sin control.

-``La gente a veces haría el ridículo con tal de pertenecer. ¿Puedes imaginar aquella tonta snob haciendo que le corten las faldas porque las mujeres ``deben sentirse libres de vivir su feminidad´´? ¿Has visto cómo tomaba nota de mis labios? Me recordaba mucho a la hermana Grey, ¿Y a tí?´´.

Candy no lograba ni siquiera mirarlo a los ojos.

-``¡Oh Terence, pero qué terrible imagen! Piensa… una gemela de la hermana Grey toda bien arreglada para una fiesta con una falda arriba de la rodilla...´´.

-``¡Una visión de pesadilla!´´.

-``En verdad eres excepcional actuando… realmente espero que no lo intentes nunca conmigo… lograrías hacerme creer cualquier cosa...´´.

-``Lo creas o no, Candy, contigo yo nunca he actuado...´´ - Terence hizo una breve pausa y agregó -``hasta el día de hoy...´´.

La chica lo miró interrogativa.

-``¿Hasta el día de hoy?´´.

-``Si, Candy...´´ prosiguió él continuando bromeando.

-``He estado cerca de ti todo el día, mi dulce Tarzán, pero tú no te has dado cuenta… ¡Estaba adecuadamente disfrazado!´´.

-``¿Qué has hecho?´´.

-``Te has preguntado tal vez el por que de toda esta puesta en escena. Muy bien... yo… sabía que tú no tenías ninguna relación y el hecho mismo de haber aceptado mi invitación me ha comunicado que los sentimientos que nos habían unido podrían renacer una vez más pero yo… tenía que estar absolutamente seguro del modo en el que me habrías recibido de nuevo en tu vida.

Moria de las ganas de estrecharte con fuerza y… besar tus labios…

No sabía si tu hubieras querido re comenzar con la misma pasión y quería observar de lejos tus reacciones para decidir el modo como debería comportarme… Ver como te emocionabas recordando nuestros dulces momentos de ternura y como estabas por romper en llanto en la mesa del restaurante… o como tus ojos brillaban cuando aquella frase de Adrian te ha recordado nuestro primer beso me ha dado el valor de osar y ser sincero. Puedo parecerte una persona segura de sí misma pero cuando se trata de tí pierdo toda mi arrogancia… desde siempre...´´.

Candy se sorprendió ante su revelación.

-``Así que… ¡Me has observado toda la tarde mientras yo suspiraba por ti! Pero… eso no se vale… ¿Y dónde estabas? ¡Yo no me he dado cuenta de nada!´´

-``¿No has notado aquel viejo que en un momento tropezó con el pié de aquel dandy de segunda que ridículamente te cortejaba en cubierta? ¡Hubiera querido aplastarlo!´´.

-``¡Eras tú!´´.

La chica rompió de nuevo a reír sin poder contenerse.

-``¡Justamente yo! Tu celosisimo hombre, mi dulce Candy...´´ le él respondió con una mueca intolerante.

-``Y después de algunos minutos he desafiado tu perspicacia cuando, fingiendo una cierta dificultad, he recogido aquella hoja que estaba volando hacia la barandilla y te la he dado mirándote fijamente a los ojos. No me has reconocido y he continuado a observarte sin problemas a dos pasos de ti mientras danzabas en el viento para recuperar las páginas de aquella anciana señora. ¡Un tesoro de chica, como siempre lo has sido! Y qué decir del camarero en la mesa de los aperitivos… Por un momento he temido que hubieras entendido todo. ¡Pero estabas demasiado concentrada con mis… sorpresas!´´

-``¡Tú… eres increíble! ¡He sentido todo el día una extraña sensación de ser observada! Había algo en el aire que me avisaba irracionalmente de tu presencia a mi alrededor´´.

-``Siempre hemos tenido esa unión que va más allá de la percepción visual. ¡Es algo que jamás he logrado explicarme pero que es absolutamente real! ¿Recuerdas cuántas veces hemos estado a un paso de encontrarnos y lo hemos sentido de una manera irracional?´´.

Terence hacía alusión particularmente a la voz de Candy que le había parecido escuchar en el barco cuando se había marchado del colegio, mientras miraba hacia el muelle donde ella había llegado demasiado tarde, al momento en que escuchó su nombre mencionado con amor entre la multitud de admiradoras después de la exitosa presentación del Rey Lear en Chicago, y que él había escuchado de manera tan clara a pesar de las voces ensordecedoras y, sobre todo, en la dulcísima pero desgarrante visión en la carpa en Rockstown. Que cosa la había guiado a aquel lugar desolado había sido para él un misterio sin resolver…

No tenía el valor de preguntárselo, pero antes de partir para Inglaterra, también le había parecido una noche entrever su figura en platea, en el teatro. Estaba seguro que ella había ido a verlo una vez más a Broadway después de su separación. Tal vez incluso más de una vez. Lo había percibido netamente.

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Cuando llegaron a la sala de recepción, vieron a Adrian al pie de la escalera central.

Era parcialmente cubierto por la gran lámpara de bronce que representaba Cupido a punto de lanzar su flecha de amor.

Él no los había visto llegar.

-``¡Mira, ahí está Adrian! ¡Amigo mío!´´ gritó Terence llamando su atención.

El oficial se acercó a ellos radiante.

-``¡Terence! ¡Candy! ¡Qué bello verlos tomados de la mano! ¡Me siento muy contento de haber sido por poco vuestro Cupido esta noche!´´ dijo haciendo alusión a la enorme escultura que sobrepasaba sus cabezas desde el pedestal de mármol.

-``¿Se ha comportado bien contigo este chico, Candy?´´ preguntó Terence sabiendo que nisiquiera Adrian lo había reconocido en la mesa.

Candy insinuó un sí con una sonrisa.

-``Bastante bien...´´.

-``¿Bastante bien? Viejo canalla, ¿No te habrás atrevido a cortejar a mi chica en mi ausencia? ¿Has traicionado de manera desconsiderada mi confianza?´´.

Adrian retrocedió palideciendo.

-``Pero Terence… ¿Qué dices? ¿Te has vuelto loco? ¡Ya deberías conocerme bien! Soy un parlanchín y me gusta ser galante con las bellas damas… ¡pero jamás traicionaría a un amigo!´´.

Terence y Candy rompieron en carcajadas al unísono. Ya no podían contener su alegría y la diversión que sentían al estar juntos.

-``¡Tonto, estaba bromeando! Yo he estado presente en la sala disfrazado de camarero y os he observado desde lejos. Confío en ti, lo sabes pero… incluso con los amigos nunca se sabe… mejor estar atentos...´´.

-``¡Estúpido actor! ¡Y yo que me presto a estos favores! Ahora, visto que no soy del tipo que se esconde, te confirmo lo que le he dicho a tu bellísima novia. Es una mujer fuera del común y, si tu no sabrás hacerla feliz, puede contar con un seguro cortejador en el futuro´´.

-``Eres muy 'gentil' Adrian, pero no creo que deberás preocuparte por la felicidad de mi Candy. ¡Ese será mi primer pensamiento de ahora en adelante!´´ le confirmó él con un tono intimidatoriamente bromista.

-``¿Estabais yendo al salón?´´ les preguntó el joven rubio cambiando astutamente el tema.

-``Eh si… Queríamos tomar algo caliente en el bar. Creo que ahora todos están entretenidos bailando...´´.

-``No creo que sea buena idea, Terence. El salón está lleno de periodistas ansiosos. Paul Poiret apenas ha entrado y Annette Franklin va de mesa en mesa en busca de alguna scoop sensacionalista para Vogue. Si no queréis pasar el resto de la noche dando entrevistas, os conviene mejor cambiar vuestros planes...´´.

Candy pensó al rostro envidioso y ávido que hubiera puesto la periodista al verlos juntos.

-``Adrian tiene razón, Terence. Conozco a Annette, es una verdadera sanguijuela. ¡Al menos por esta noche es mejor que estemos lejos del bullicio´´.

-``Podéis ir a la cubierta D. La Veranda Café aún está abierta a esta hora, si queréis beber algo. No está completamente cubierto pero es un lugar lo suficientemente protegido del viento´´.

-``Te lo agradezco Adrian´´ le dijo el amigo estrechandole la mano agradecido.

-``He tenido una mejor idea. ¿Sabes si aquellos ascensores llevan a los pisos inferiores?

-``¿A las salas de segunda y tercera clase, quieres decir? Claro. ¿Tienes la intención de descender al inframundo, amigo?´´

-``Depende de tu concepto de infierno, Adrian...´´ le respondió él saludándolo, llevando la mano a su frente con un respetuoso gesto militar.

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