Advertencia: esto capítulo justifica la calificación M del fanfiction. ¡Disfruta la lectura!
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Hora 23:40 - El cálido abrazo de la noche
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Cuando llegaron a la cabina de Candy insertó la llave en la cerradura y se detuvo sin girarla.
-``Vale, ¿Por qué no abres?´´.
Por algunos segundos sus manos se bloquearon.
Sabía que el momento de despedirse se estaba acercando y esto lo llenaba de una insostenible frustración.
-``¡Ya… he abierto!´´ dijo abriendo la puerta.
¡Frente a ellos se ofreció en toda su esplendorosa belleza la vista de un enorme ramo de más de cien rosas rojas!.
-``¡Estoy sin palabras! ¡Hace unas horas todas estas flores no estaban aquí!´´ exclamó la chica encantada mientras respiraba la fresca fragancia que se esparcía en toda la habitación.
-``Forma parte de mis sorpresas, Candy. tendrás de cada clase en todo el viaje. He organizado todo hasta el mínimo detalle, más allá de tus expectativas, lo espero. Yo… no sabía cuál sería tu reacción al volverme a ver. He querido que te sintieras cortejada en la forma más dulce posible. En Londres no me has permitido mostrarte mi lado más romántico. ¡No perdías la oportunidad de repetirme que era un bruto!´´.
-``¡Un bruto romántico! Eres un hombre hecho de contrastes, Terry… ¡pero yo te amo inmensamente también por esto!´´ respondió ella de buen humor dándole un sonoro beso en la boca.
-``Si esta es la recompensa que me espera por cada sorpresa… Quisiera mostrarte también la selección musical que te he hecho traer a la habitación. ¿Has visto aquel hermoso gramófono en la esquina?´´.
Candy se giró de golpe. El último modelo de trompeta Dulcetto la esperaba silenciosa sobre la cómoda con incrustaciones de piedras estilizadas frente al suntuoso lecho, rodeado por una pila de discos de varios géneros.
-``Visto el momento y la hora creo que ésta sea la melodía justa. Es un poco tarde pero dudo que esta noche alguien pueda protestar´´.
Terence colocó el disco sobre el plato, y posicionó la aguja y giró la manivela para cargarlo. Después encendió la lámpara junto al gramófono y apagó la luz principal.
Alrededor de ellos se difundieron rápidamente las encantadoras notas de una melodía inmortal.
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sugerencia musical: Liszt, Sogno d'amore
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Ambos se quedaron escuchándola sin hablar.
Hubieran querido congelar en el tiempo aquel instante para no tener que separarse dentro de poco.
-``¡Sueño de amor de Franz Liszt! ¡Es magnífica! ¡Espera, escuchemosla una vez más!´´ dijo Candy regresándola una segunda vez.
Terence se le acercó por la espalda y la abrazó fuerte. Después afectuosamente la hizo girar hacia él, la miró a los ojos con una profundidad que la confundió, acercándose a su frente rozándola con un suspiro ligero.
-``¡Quería despedirme de ti con el beso más tierno de la buena noche! ¡Nos vemos mi amor, hasta mañana!´´.
Se giró hacia la puerta para dirigirse a ella.
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Con inmenso estupor sintió que lo aferraba de manera decidida del brazo.
-``Terry… Yo… no quiero que te vayas...´´.
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Había hecho un gran esfuerzo para liberar aquellas tímidas palabras. El rubor que ardía en su rostro era evidente incluso ante la tenue luz de la lámpara de aceite.
Terence la miró aturdido. El motivo de aquella frase no podía ser de ninguna manera malentendido.
-``Candy, ¿En verdad quieres que me quede? Yo… no quisiera que te arrepientas de esto por ningún motivo...´´.
Candy se puso frente a él y lo tomó de las manos. Agachando la mirada por la fuerza de las emociones que le impedían de sostener la suya, encontró finalmente el valor de dar voz a su desahogo por tanto tiempo reprimido en su corazón.
-``¡Estoy cansada, Terence, cansada de tener que pensar siempre en lo que es correcto hacer por el bien de los demás o para estar a la altura de lo que los demás se esperan de mí! ¡Por una vez yo quiero hacer… lo que siento! ¡Y ahora siento que no quiero verte salir por aquella puerta!
Quiero tenerte entre mis brazos toda la noche… y sentir el calor de tu cuerpo junto al mío...´´.
-``¿Estás segura de lo que estás diciendo, mi amor?´´ le repitió él una vez más mientras sus palabras le estaban abriendo las puertas del cielo.
-``¡Estoy segura de que te amo y que te quiero, Terence!´´.
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El joven no esperaba otra cosa. ¡Había esperado escuchar aquellas palabras toda una vida!.
Tomó su rostro entre sus manos empezando a besarla en modo frenético, presionando su cuerpo contra la pared. Su boca se apoderó de aquel pequeño botón de rosa deborandolo famelicamente sin permitirle respirar ni por un segundo.
Esta vez sus besos eran diferentes. Eran más ardientes y profundos. Su lengua la buscaba sin tregua y se entrelazaba a ella en la humedad de aquel contacto íntimo e implacable, como el incendio que se esparcía por doquier en sus músculos tensos.
Candy sentía que ya la estaba poseyendo en aquel momento. No había nada más sorprendente y deseable que sentirlo temblar así bajo sus manos.
Por un momento Terence se detuvo y la miró sonriéndole, casi incrédulo. Tenía los ojos, sus magníficos ojos, hinchados por las lágrimas de alegría y la excitación.
-``Eres bellisima, Candy… no puedo ni siquiera expresar la intensidad de lo que estoy sintiendo en este momento… ¡Te lo ruego, amor, detenme ahora si tienes que hacerlo, porque yo ya no tengo ningún control de mí mismo!´´.
Su respuesta no fue de palabras.
Candy posó sus manos sobre su pecho y empezó a acariciarlo con un ansia que tenía algo de irresistiblemente sensual en su ser al mismo tiempo cohibida y atrevida; sus dos palmas audaces subían hacia su cuello besándolo delicadamente. En aquel momento empezó a rozar con su boca su mentón con pequeños y leves besos, hasta llegar de nuevo a sus labios carnosos y ansiosos.
Lo besó una vez más. Mirándolo fijamente correspondiendo a su sonrisa.
Esta vez fue ella a hacerlo, sin ninguna inhibición.
Su danza inició siempre más emocionada. Ya no había obstáculos. Ya no existían límites.
En verdad se habían vuelto a encontrar.
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Cada sentimiento de culpa se disolvía en el mar imparable de sus ganas.
El miedo había dado lugar a la naturaleza. El pudor a la sed.
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Sin dejar de besarla, Terence deslizó sus dedos por su espalda intentando bajar el cierre de su vestido. Con un solo gesto nervioso lo dejó caer al piso.
Candy se quedó solo con su sujetador a corsé de encaje blanco frente a sus ojos que parecían dos brasas crepitantes.
-``¡Eres simplemente… perfecta!´´ le susurró mientras le mordisqueaba sensualmente el lóbulo de la oreja provocándole rabiosos escalofríos que le hacían erizar su piel.
Percibiendo complacido su reacción, el joven abandonó su rostro para descender lentamente a lo largo de su cuello hasta su escote.
-``Perfecta...´´ continuó a repetirle avanzando entre las suaves colinas que la estrecha ropa interior dejaba libre generosamente.
-``Terry...´´gimió ella bajo aquel apasionado asalto.
Vencida por el deseo de su cuerpo, empezó temblorosamente a liberarlo de su camisa. Estaba tan nerviosa que era difícil para sus manos pasar los botones por los ojales. Cuando creyó haber terminado se la quitó de un tirón, estremeciéndose al ver su tórax, firme y musculoso, como lo había imaginado tantas veces en sus inconfesables fantasías. En el fervor no se dio cuenta que había olvidado el último botón y terminó por romper una parte de la tela.
-``¡Lo siento!´´ dijo entre besos.
-``¡No te preocupes! ¡Hazlo de nuevo! ¡Y otras mil veces!´´ le respondió él cargándola y colocándola en la gran cama. Su tímido ardor lo estimulaba locamente.
Con mayor desenvoltura se despojó velozmente de los pantalones quedando también él en ropa interior.
Inmediatamente después la atrajo a sí dejando que sus cuerpos sintieran en aquel primer verdadero contacto el calor ardiente que los estremecía.
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Ella estaba entre sus brazos, semidesnuda. ¡Cuántas veces la había soñado así!.
La emoción que le provocaba simplemente el rozar aquella piel aterciopelada de porcelana lo desorientaba. Sus sueños más excitantes sólo le habían donado una mínima sombra del placer que estaba sintiendo con tan solo frotar decididamente su cuerpo contra el de ella.
Casi sentía temor de ir más allá. ¿Su corazón resistiría tal dilatación sin explotar en miles de fragmentos?.
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Él estaba ahí frente a ella. Con su cuerpo viril e inequívocamente excitado, la hacía sentir indefensa y al mismo tiempo lista para acogerlo dentro de ella.
¡Cuántas veces había soñado que la tuviera entre sus fuertes brazos de aquella manera! ¡Cuántos sueños inoportunos habían acompañado sus noches todo ese tiempo!
No había nada de inmoral ni equivocado en dejarse llevar. Ellos dos habían nacido para fundirse. Estaba plenamente convencida.
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Sin abandonar ni por un momento su boca, Terence empezó a desabrochar los ganchos del corsé para liberarla completamente de aquel impedimento final entre su abrazo. Con un último movimiento le quitó delicadamente las pequeñas bragas, acompañando su camino con suaves caricias a lo largo de sus piernas largas y torneadas.
Por primera vez, en el resplandor difuso del camarote, que se había transformado en su universo, pudo admirar a la mujer que había siempre adorado en su completa desnudez.
Estaba desorientado y conmovido ante tal belleza.
Candy cerró los ojos mientras sentía sus manos cada vez más ansiosas recorrer sus hombros y su espalda hacia abajo, hasta sus armoniosas curvas. Escalofríos incesantes le atravesaron su piel totalmente expuesta ante su voraz toque.
Terence le pasó dos dedos sobre sus labios como pidiendo un silencioso permiso.
Después finalmente hundió su rostro en su seno suave y glorioso, dejándose embriagar por su irresistible perfume.
Ella no se movió ni un milímetro.
Su rendición absoluta era para él la más exaltante declaración de amor.
Sentía sus espasmos bajo su boca y sus sentidos encenderse sin control mientras sus pequeños mordiscos endurecían sus rosados pezones.
Con un movimiento instintivo Candy contrajo su vientre, sintiendo una punzada intensa que jamás había sentido antes. Sin darse cuenta abrió ligeramente las piernas, ofreciendo a su amante el dulce camino hacia su deseada conquista.
Temblando notoriamente, él posó su mano en la fisura entre sus muslos hasta alcanzar su sexo. La ligera presión de sus dedos la hizo sobresaltar y contraerse.
Sintiendo su rechazo, le acarició el rostro con ternura.
-``¿Quieres que me detenga?´´ le preguntó casi implorando para que no respondiera que sí.
-``Quiero todo lo que está sucediendo. Sólo tengo miedo, Terry. Lo que estoy sintiendo es tan intenso que me quita el aliento...´´.
-``No pienses en nada, Candy. ¡Deja que mi amor calme tus miedos!´´.
Percibiendo su respuesta en sus ojos lánguidos, Terence se sintió libre de retomar sus caricias. Con premura entonces le abrió las piernas, descendiendo entre ellas con una estela tenue y húmeda de nuevos e insistentes besos.
-``¡Candy, eres toda mi vida, no lo olvides nunca!´´ le juró jadeante sin levantar el rostro del hervor de su piel.
-``¡Yo me siento realmente vivo sólo cuando estoy contigo!´´.
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Candy apretó con sus dedos la sábana de seda. Sintió nuevamente su boca y sus manos atreverse más allá de lo que podía imaginar en el lugar más íntimo para ella.
Su modo de excitarla era apasionado y tierno.
Arqueó la espalda presa de gemidos convulsivos mientras los movimientos veloces y envolventes de su Terry la llevaron a su primer impactante e inesperado orgasmo.
-``¡Abrazame!´´ le dijo con un hilo de voz, deseando tenerlo lo más cercano que había estado jamás.
Sus ojos habían abandonado cualquier temor. Terence percibió que estaba lista para entregarse a él.
-``¡Te quiero con toda mi alma, Candy!´´.
Liberó esas palabras entre lágrimas, maldiciendo por no poder controlar su violenta emotividad.
-``¡No puedo creer que sea verdad!´´.
-``¡Si Terry, todo es maravilloso y… real!´´.
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Sus miradas compartieron el último abrazo de unión distante.
Un momento después eran ya una sola carne.
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Terence se deslizó suavemente entre sus muslos tensos, dejando que se encontraran sin prisa sus cuerpos. Entró en ella delicadamente, para permitirle acogerlo con naturalidad.
Su primer empuje le provocó un dolor agudo que la hizo liberar un quejido.
Impulsivamente Candy se aferró con más fuerza a las sábanas esperando que aquella sensación se desvaneciera. No quería por ningún motivo interrumpir su aturdidora unión. Terence sabía que aquel dolor era inevitable pero se sintió culpable e intentó detenerse.
-``Candy yo...´´.
-``No Terence...´´ - lo animó ella -`No me estás haciendo daño, continúa… ¡Quiero que me ames… ahora!´´.
Su voz era increíblemente determinada.
Sus ojos grandes y luminosos como Terence no los había visto jamás.
-``¡Yo te amo, Candy! ¡Te amo… te amo… te amo!´´ continuó susurrando buscando su mano bajo la almohada.
Siguiendo simplemente su instinto, Terence empezó a aumentar constantemente el ritmo de sus caderas. En aquel momento sintió que el cuerpo de Candy empezaba a disolver la tensión. Sintió en su cuello que su respiración se hacía cada vez más pesada y sus piernas seguir la corriente del movimiento mientras sus delgados dedos lo apretaban con vehemencia.
Estaba seguro, ella estaba empezando a sentir placer.
La miró una vez más al rostro. Era increíblemente bella su Candy mientras gemía y temblaba debajo de él por primera vez. Gotas de perlas descendían de su frente mientras sus maravillosos labios se derretían por las sensaciones imparables que estaba empezando a sentir, mordiéndoselos en un desahogo que para él era un gesto delicioso más allá de todo límite.
Saber que ella estaba gozando de su acto de amor exaltaba aún más las densas descargas eléctricas que sentía en todo su cuerpo.
Jadeando de manera incontrolable, empezó a moverse cada vez más fuerte, apoderándose con las manos temblorosas de su voluptuoso seno, firmes por la excitación como dos pequeñas rocas.
La ardiente pasión de él la obligó a sostenerse de las decoraciones sobresalientes de la cabecera para ofrecer mayor resistencia a su ímpetu.
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Ambos querían tenerse en modo absoluto.
Era como si en aquel devorarse uno al otro ávida e incesantemente estuvieran colmando el vacío lacerante de diez años de olvido.
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-``¡Candy!´´.
-``¡Terence!´´.
Repitieron sus nombres gritandolos varias veces.
¡Como eran conmovedores y dulces el entrelazamiento de aquellos sonidos en aquel momento!.
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Candy bajó sus manos a lo largo de su espalda. hundió sus uñas en su piel mientras un impresionante placer la elevaba como un huracán imparable.
Impaciente y liberada de los frenos que la habían siempre bloqueado emotivamente, se aventuró más abajo, deteniendo sus manos en sus glúteos firmes y esculpidos como en mármol clásico.
Terence sintió que en aquel momento sus músculos cedieron.
Aquel gesto de posesión lo llevó al ápice de la larga apnea de sus sentidos.
Sin poner más resistencia alguna al flujo de sensaciones desconcertantes que lo consumían, estrechó fuerte a su mujer en un último, apasionado abrazo.
El incontrolable estremecimiento de sus cuerpos entrelazados les reveló a ambos en el mismo instante el sentido más pleno y conmovedor del éxtasis del amor.
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Unidos el uno al otro en un primordial fluido de vida, se sintieron manar ligeros e inmateriales sobre el sufrimiento y la impotencia que los había sometido por tantos años.
Habían muerto y renacido a una nueva vida aquella noche, en aquella extrema donación de ellos mismos.
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Terence suspiró apoyando su cabeza en su pecho. Permanecieron por algunos largos momentos en silencio absoluto, sólo escuchando el ritmo de sus latidos.
Después se levantó, mirándola fijamente con los ojos luminosos.
Acercándose a su rostro le dijo con un tono casi evanescente:
-``¡Jamás sientas miedo de mi y de mi forma visceral de amar, Candy! Es la manera en la que pongo completamente mi vida en tus manos… Puedes hacer lo que quieras, amor mio. ¡Yo soy totalmente y solo tuyo!´´.
Candy le acarició la mejilla. Los ojos verdes y puros de ella se perdieron en los profundos lagos azules de él.
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Lágrimas volvieron a regar silenciosamente sus rostros.
Y sus manos se entrelazaron de nuevo.
Y se amaron, y amaron una vez más.
En un acto ininterrumpido que parecía no tener fin.
Hasta que, exhaustos, sólo en el sueño encontraron la paz.
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Estaban descansando por más de media hora cuando un ruido sordo y una sacudida violenta los despertó de sobresalto de sus sueños.
El florero de rosas había caído al piso frente a la cama rompiéndose en infinidad de astillas de vidrio.
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¡Gracias de todo corazón a quienes me están leyendo y a quienes quieren dejarme un muy apreciado comentario!
