Nota de la autora

En este punto de la historia puedo decir algunas palabras más sobre la idea que estimuló mi escritura sin darte spoilers molestos.

Pensé en escribir este fanfiction a principios de 2012, en la época de la conmemoración del centenario del hundimiento del Titanic, después de ver la película de Cameron por enésima vez. La triste historia del transatlántico siempre me había tocado y en ese momento se me ocurrió la idea de crear un fanfiction en el que poner a prueba a Candy y Terry en una situación tan dramática y llena de tensión y fuertes emociones. Una prueba más en el arduo camino de su amor ...

Te invito a que te dejes llevar por la historia. Intentaré publicar esta segunda parte muy rápido para no hacerte vivir la lectura con demasiada ansiedad.

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Hora: 4:13 -Una prueba de valor

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Todos los pasajeros estaban ya fuera.

Pero frente a ellos se reveló un escenario inesperado.

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En cubierta, cerca de las grúas que servían para bajar los botes, estaban solo cuatro oficiales que discutían animadamente junto a cinco de los botes que habían sido inicialmente predispuestos para ellos. Uno de ellos estaba mirando hacia el agua indicando a voces algo. Era Adrian.

-``¡Se están alejando! ¡Jamás había visto algo similar!´´ continuaba gritando incrédulo a sus compañeros.

Los ruidos de la multitud a su alrededor los distrajo inevitablemente de sus acalorados comentarios.

-``¡No he podido detenerlos, señor!´´ se justificó Lowell ante su desconcierto.

Por doquier las personas huían presas de los nervios sin saber muy bien qué hacer.

Los botes que quedaban aún estaban atados con gruesas sogas.

Tan pronto vió el rostro de sus dos amigos entre la muchedumbre de gente, Adrian corrió hacia ellos aferrando vigorosamente a Terence por la espalda.

-``Terence, pero… ¿Qué diablos hacéis aquí? el barco se está hundiendo, ¿No habéis escuchado la alarma? Deberíais estar en cubierta de proa y hacer fila para los botes de primera clase!´´.

Terence le explicó brevemente lo sucedido pero el oficial sacudió la cabeza con gesto preocupado.

-``¡No puedo ayudar a esta gente! ¡Hemos sufrido un motín!´´ gritó con su rostro desfigurado por la rabia.

-``¡Cuando se han enterado del inminente hundimiento, algunos de nuestros hombres, que deberían de haber custodiado esta parte de la cubierta con nosotros, han bajado algunas barcazas y han huído! ¡Aún no lo puedo creer! ¡Se han negado a cumplir con su trabajo dándose a la fuga de manera cobarde y deshonrosa! ¡Y ahora… solo nosotros cuatro no podemos bajar los botes y poner a salvo al menos a las mujeres y a los niños! tenemos que esperar los refuerzos de los oficiales que están ocupados en proa. Pero cuando hayan terminado con la evacuación de la primera clase, podría ser demasiado tarde...´´.

-``¿Cuántas personas se necesitan para bajar las barcazas, Adrian?´´

-``¡Mínimo seis, Terence!´´.

-``Entonces te ayudamos Lowell y yo. ¡Juntos lo podemos lograr!´´.

Un largo silencio se creó entre los dos.

-``¡Pensad en poneros a salvo, Terence, no estáis obligados a arriesgar la vida! ¡Las maniobras de amerizaje llevan tiempo!´´.

-``Entonces no perdamos tiempo, Adrian! ¡Vamos, dime que es lo que tengo que hacer!´´.

El amigo lo miró con una expresión de agradecimiento sin poder rechazar su ofrecimiento.

Sin perder ni un segundo, empezaron a llevar a cabo las operaciones de rutina para elevar los botes con las grúas y acomodar a los pasajeros.

Candy los ayudó desde las escotillas a distribuir los chalecos salvavidas y los flotadores e intentando tranquilizar los ánimos, cuanto fuera posible.

-``¡No son suficientes para todos… ponte uno de estos, Candy!´´ le sugirió Adrian colocándole uno con una sonrisa.

El joven se sentía terriblemente culpable por su gesto altruista.

Después del tiempo requerido para las maniobras , lograron bajar cinco embarcaciones y dos balsas, poniendo a salvo a todas las mujeres y niños.

Los hombres permanecieron en el barco, menos aquellos que tenían hijos o nietos que acompañar en los botes. El capitán Freymond fue acomodado en uno de ellos, junto a Joeffry.

-``¡Buena suerte!´´ le deseo el anciano a Terence estrechando su mano con vigor.

-``También para usted, Capitán...´´ fue su respuesta segura.

Un terror jamás sentido antes se ocultaba magistralmente detrás de esa seguridad ostentosa.

-``¡Bajemos ahora los plegables, así podremos poner a salvo también a gran parte de los hombres!´´ exclamó en aquel momento Adrian. -``Mientras nosotros rotamos el cabrestante, tu subete a la torre de vigilancia y verificas que no haya obstáculos. ¡Cuando te diga bajas y tomas tu lugar junto a Candy en un bote!´´.

Terence siguió sus instrucciones y subió hasta la cima. Pero justo cuando habían izado correctamente la estructura, un cable, tal vez desgastado por el uso, se rasgó y la grúa perdió el equilibrio. Después de haber vacilado varias veces, su último medio de fuga cayó vacío al mar, estrellándose ruidosamente contra la superficie del agua.

A causa del desplazamiento de aire Terence fue arrojado lejos de la torreta pero logró no caer al sostenerse con un brazo de una cuerda de seguridad que estaba atada a su extremo.

-``¡Maldición!´´ gritó Adrian asomándose desde el parapeto para mirar lo que había quedado de la barcaza en el mar. -``Ahora nos vemos obligados a dirigirnos hacia la cubierta de proa. ¡No podemos permanecer aquí, es demasiado peligroso! Candy lo siento, mucho. Tu deberías estar ya a salvo...´´.

-``No te preocupes, Adrian...´´ le dijo la chica tranquilizandolo con una palmada en su hombro.

-``¿Pero los otros botes de popa al otro lado del casco aún no han sido bajados al mar?´´ preguntó Terence al oficial que estaba junto a ellos.

-``No veo otros botes en el mar desde este lado. Temo que no han sido bajados. Probablemente los pasajeros han quedado atrapados con las rejillas cerradas. porque desde aquí es prácticamente negado el acceso al otro puente de conexión´´.

Candy dejó escapar un grito de horror. ¡El agua habría ya inundado todo el piso inferior! Los pasajeros de segunda y tercera clase que habían huido por la otra parte del corredor habían sufrido una suerte terrible.

-``¡No nos queda más que atravesar el barco entero y ponernos a salvo por el momento en la proa!´´ sugirió Adrian dirigiéndose a la multitud de rostros atemorizados que había quedado a bordo.

-``Una vez ahí… os advierto, tendremos que arreglarnoslas. Tendremos que buscar cada tipo de objeto que pueda flotar en el agua y esperar que el barco se hunda para lanzarnos al mar. Os aconsejo, no permitid que la histeria os invada lanzandose antes de tiempo. ¡El impacto con el agua desde esta altura podría mataros! ¡Vamos, creo que aún tenemos al menos una hora!´´.

Ante sus palabras todos huyeron desordenadamente.

En la huida desesperada Adrian fue seguido solo por Candy y Terence.

-``Demonios, le he dicho a Guss que este era el camino más seguro...´´ maldijo verificando que la masa había seguido a otro oficial por otro camino alternativo.

-``Venid chicos, al menos nosotros, creo, podremos llegar a proa con menos dificultad. Sin embargo tendremos que atravesar probablemente algunas zonas parcialmente inundadas. ¿Que tal nadas, Candy?´´.

-``¡Yo… no sé nadar!´´ respondió la chica balbuceando.

-``¡Yo te cuidare, no te preocupes!´´.

El abrazo fuerte y amoroso de Terence le infundió valor. Ella estaba segura que su amor haría cualquier cosa para protegerla.

Como había temido Adrian, el corredor que llevaba a las escaleras principales y a los camarotes de la primera clase estaban ya en gran parte invadido por el agua.

Apoyándose en las paredes, los tres fugitivos empezaron a avanzar lo más rápido que podían en aquellas condiciones. El agua helada, que les llegaba arriba de las rodillas, los hacía estremecer.

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Tan solo un tramo de escaleras los separaba de la sala de recepción, única vía de paso hacia las escaleras centrales.

Se miraron con ojos aterrorizados cuando, al llegar a la parte superior, se encontraron una vez más, con una puerta cerrada que les impedía ponerse a salvo.

Adrian intentó desesperadamente forzar la cerradura sin éxito alguno.

-``¿Y ahora?´´ preguntó Terence desesperado.

-``¡Ciertamente no podemos regresar desde aquí!´´.

-``¡Lamentablemente no, amigo, estamos atrapados!´´.

Candy tragó saliva, abrazándose al pecho de Terence.

No podía terminar así. No podía ser ese el final…

Se repetían esas mismas palabras los tres en sus cabezas.

Tenía que existir una manera, una salida.

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De repente Adrian se acordó de un detalle fundamental.

-``Cada puerta tiene una llave de reserva escondida en algún lugar. Si no me equivoco nos lo han dicho durante un curso de actualización que en lo alto, por encima del eje, colocan siempre una cajita de seguridad perfectamente mimetizada. Mirad, podría ser aquella a la derecha… Podríamos alcanzarla utilizando aquel tubo sobresaliente. Son cinco o seis metros desde aquí, pero lo podemos hacer… ¿Que opinas Terence?´´.

-``No creo que ese tubo pueda soportar nuestro peso. ¡Si se desprende, todo habrá terminado para nosotros!´´ le respondió el amigo poco convencido.

-``Vuestro peso no… pero el mio seguro que puede resistirlo´´ propuso entonces Candy.

-``¿Pero qué es lo que estás pensando, Candy?´´ fue la natural reacción de rechazo de Adrian.

Pero Terence lo contradijo inmediatamente.

-``¡Claro! ¡Tú puedes lograrlo! ¿Como no lo he pensado antes? ¡Vamos Tarzán, sube sobre mis hombros!´´ le dijo dedicándole una sonrisa para infundirle valor.

La chica no esperó a que se lo repitiera y se impulso sobre las manos cruzadas de Terence para subir hasta sus hombros. Adrian, con la boca abierta, la ayudó para que no perdiera el equilibrio y pudiera sostenerse con las manos en la tubería.

Ambos caballeros la impulsaron hacia adelante mientras ella se movía ágilmente a lo largo del tubo, empezando a avanzar con una mano después de la otra, con el cuerpo totalmente suspendido en el vacío.

-``¡Lo logré, la he alcanzado!´´ exultó una vez que llegó a la caja.

-``¡Hay una repisa a tu izquierda! ¡Puedes apoyarte con las piernas mientras intentas abrirla!´´ le dijo Terence desde abajo.

Sus instrucciones fueron seguidas a la letra.

Encontrando con aquella posición un poco de estabilidad, Candy deslizó con un golpe eficaz la puertecilla cerrada sacando con destreza la llave.

-``¡Ahora déjate caer! ¡Te cojo yo!´´.

Con un salto atlético cayó entre sus brazos feliz por el éxito de su encomienda. Terence la atrajo a él estrechándola con fuerza.

-``¡No tenía ninguna duda, Tesoro!´´ le dijo antes de besar intensamente su boca.

-``Demonios Candy, si que eres ruda! ¡jamás lo hubiera dicho!´´ observó Adrian totalmente fascinado.

-``Cuando estemos a salvo te contaré un par de cosillas sobre este prodigio de chica...´´ le advirtió Terence.

-``¡Pero ahora intentemos llegar lo antes posible a esa maldita cubierta!´´.

Efectivamente esa llave era la de reserva.

Una vez que abrieron la puerta se encontraron en pocos momentos en el elegante ambiente semi sumergido frente a la sala de refrigerios.

La escena frente a ellos parecía casi irreal. El espacio abierto de recepción parecía una piscina. A aquel punto el flujo del agua había transportado todo lo que provenía del área del restaurante. Vieron flotar alrededor de ellos mesas, vajillas, muebles, sillas, floreros hasta instrumentos musicales en un mar indistinto de escombros en movimiento.

La sala estaba aproximadamente a un metro y medio más abajo del punto donde estaban porque para acceder a ella tendrían que bajar algunos escalones.

-``¡El agua es mucho más profunda aquí… pero sólo tenemos que alcanzar la escalera y lo habremos logrado… venid!´´ los exhortó Adrian aún sin aliento por el peligro anterior.

El joven rubio se adelantó mientras el amigo empezó a nadar más lento detrás de él con Candy aferrada a su espalda.

-``¡Cierra los ojos, Candy!´´ de repente le gritó Terence como un loco.

-``¿Porque?´´ preguntó ella al escuchar su orden.

Su mano tocó algo duro y helado.

Con un movimiento instintivo abrió sus párpados sin que él pudiera protegerla de la impactante visión de un cadáver flotando apoyado sobre una mesa justamente frente a ellos.

-``¡Es monstruoso todo esto!´´ dijo la chica entre sollozos, apretando con más fuerza y con mucho más amor el cuerpo de Terence.

-``¡Te he dicho que no miraras! ¡Bien, ya llegamos! sostente de la rejilla´´ le dijo él secandole tiernamente las lágrimas con sus dedos.

El terror aún estaba estampado en el rostro de los dos.

Se detuvieron solo unos momentos en la parte seca a lo alto de las escaleras para recuperar el aliento y el valor. Solo un corredor los separaba de la cubierta.

Les costaba trabajo a sus respiraciones normalizarse pero no podían permitirse ceder ante el cansancio.

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¡Gracias de todo corazón a quienes me están leyendo y a quienes quieren dejarme un muy apreciado comentario!