Hora 4:45 -Una desesperada apnea

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El silbido del vapor que aproximadamente desde hace más de una hora escapaba por las válvulas de las chimeneas protegidas de las calderas de repente pareció volverse más ensordecedor y continuo.

Después de unos dos minutos de ese ruido insoportable se escuchó una explosión mucho más violenta que las anteriores.

-``¡Han explotado las calderas!´´- gritó Terence -``¡Entrará más agua en el barco!´´.

Sus miradas se cruzaron aterrorizadas.

Algunos segundos después vieron un río que se elevaba desde las escaleras y que se dirigía impetuosamente hacia ellos.

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Corrieron lo más rápido que pudieron.

Se sintieron morir cuando la violenta corriente gorgoteo entre sus piernas arrastrandolos sin que pudieran poner resistencia. Terence intentó apretar con fuerza la mano de Candy pero el ímpetu de la corriente hizo que la perdiera de su agarre.

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-``¡Terence!´´.

-``¡Candy!´´.

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Gritaban desesperados sus nombres intentando permanecer en la superficie y respirar mientras luchaban con la fuerza del agua y los escombros.

Una furia inaudita empujó al joven contra una puerta lateral. Una silla terminó encima de él golpeándole el rostro. Con un movimiento instintivo logró protegerse los ojos de la orilla de la silla.

¿Dónde estaba Candy? Ya no podía verla.

Sus ojos aturdidos por el golpe violento no lograron poner a foco lo que estaba a su alrededor pero estaba seguro que ella no estaba cerca. No lograba ni siquiera escuchar su voz.

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En aquel momento el barco sufrió una fuerte sacudida que inclinó su eje. La enorme cantidad de agua que había entrado hizo que el casco se hundiera parcialmente elevando la pesada proa en el aire.

El agua que le llegaba hasta la garganta se retiró con el mismo ímpetu, atrayéndolo con la succión. Mientras lo arrastraba golpeando con los varios objetos, cubriéndose la cabeza con las manos, le pareció escuchar los gritos de Candy.

-``¡Terence, estoy aquí!´´.

Por un momento la vio de nuevo. Había sido arrastrada hasta la sala de lectura. Su voz espantada y adolorida le desgarró el corazón.

-``¡Ya voy, amor mío!´´.

Haciendo uso de todas sus energías, Terence se aferró a la puerta de la sala e intentó entrar, abriéndose camino con las manos sostenidas de los libreros.

Vio a Candy semi escondida debajo de un mueble que le había caído encima.

La alcanzó con dificultad. El agua momentáneamente había descendido a un metro de profundidad. Pero Candy estaba en el suelo y su rostro estaba casi sumergido.

-``¡Te liberaré yo, intenta estar tranquila!´´ le dijo intentando levantar el pesado mueble.

-``¿Te duele?´´.

-``Me ha dado un golpe fuerte pero por suerte un sillón que calló también sostiene el grueso peso. Pero estoy atrapada, Terry… ¡No logro sacar mi pierna!´´.

En efecto, por cuantos esfuerzos hizo el muchacho, no lograba mover en ningún modo su cuerpo. Y no podía levantar el mastodóntico librero solo con sus brazos.

Mientras tanto, después de la succión inicial hacia la popa causada por la sacudida, la corriente empezaba de nuevo a invadir la sala. Candy tuvo que levantar la cabeza para evitar que la cubriera por completo.

Pero las olas provocadas por la corriente la golpeaban de tanto en tanto, impidiéndole recuperar el aliento.

-``Terry, ya no puedo más...´´ gritó de momento desesperada.

Para él eran puñaladas para sus oídos aquellos lamentos.

-``¡Resiste, Candy! Continúa a respirar cuando el nivel del agua sea bajo. ¡He logrado levantarlo un poco!´´.

-``Terence, no lo lograrás, es demasiado pesado. El agua está subiendo… ¡Amor mío, vete, te lo ruego… salvate!´´.

Una mirada de reprobación le impactó de lleno.

-``No lo vuelvas a repetir, ¿entendido? ¡Yo jamás te dejaré! ¡te liberaré a toda costa!´´.

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Se sumergió varias veces buscando el punto donde hacer un poco de palanca para obtener un movimiento mínimo suficiente para liberar su pierna si hacerle daño. Le faltaba el aire. Estaba exhausto.

-``Terence, me ahogo...´´ gritaba Candy empezando a tragar agua.

-``¡No te rindas, te lo ruego! ¡Mantén la cabeza alzada! Piensa en cuando saldremos de este infierno… piensa en nuestra vida futura… en nuestros hijos...´´.

Una dulce imagen le pasó por la mente ofuscada por los esfuerzos.

Vio frente a ella pequeños rostros regordetes que le sonreían llenos de afecto.

Sus hijos…

Una rabia prepotente la obligó a poner un poco más rígida la espalda alargando el cuello hacia arriba para ganar algunos centímetros.

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Mientra tanto Terence había notado en la misma pared algunas astas cilíndricas que se usaban para sacar los libros de los estantes más altos. Sin dudar se había lanzado para tomarlas y estaba tratando de colocarlas frente al mueble. Quería usarlas para deslizar la estructura como si tuviera ruedas, para ayudarse a sí mismo mientras empujaba.

-``Escúchame… cuando te diga intenta hacer fuerza contra la pared y sacas la pierna. ¿Estas lista?´´.

Ante su respuesta afirmativa, tomó un largo respiro e intentó con todas sus fuerzas levantar el librero lo suficiente para que le permitiera resbalar de las barras.

-``¡Ahora, Candy! ¡Saca tu pierna!´´.

El mueble se deslizó siguiendo el balanceo de las astas y cayó con todo su peso al piso después ella extrajo su extremidad, tirando de ella con sus manos.

Sin siquiera pensarlo, la tomó inmediatamente entre sus brazos y se dirigió hacia la salida.

El suelo del corredor ahora estaba inclinado y para avanzar hacia arriba con el peso de Candy sobre él tuvo que buscar apoyo para sostenerse. Sin embargo, la anormal pero estable posición oblicua del barco, había liberado del agua la última parte del camino facilitando así su escape.

Con el último y enorme esfuerzo, Terence abrió la puerta llegando, finalmente, al exterior. Fue en aquel momento que sintió que su cuerpo cedía sin más energías.

Cayó al suelo totalmente agotado con su mujer entre sus brazos.

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Volvieron a mirarse.

Aún estaban vivos.

Candy se le acercó y le acarició los labios con el más tierno de los besos.

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¡Gracias de todo corazón a quienes me están leyendo y a quienes quieren dejarme un muy apreciado comentario!