Disclaimer: La historia es de mi pertenencia, en ella sólo utilizo sin ningún fin de lucro, a los personajes de My Hero Academia, cuyo creador es Kōhei Horikoshi. Está prohibido re-suban esta o cualquier otra de mis historias, o adaptarlas.
Día 03: Nuestro futuro.
Summary: Continuación del día 02. Comenzó con un quizá, ese amor que cada día iba creciendo más.
Utilicé la canción Everyday de 해빈 HAEBIN como inspiración.
Beta: La asombrosa y genial Caripradi~
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Su amistad comenzó con una cita a ciegas.
Su relación empezó luego de un compromiso falso.
Uraraka y Bakugo no habían anticipado nada de lo anterior, realmente. Casi podían decir que todo fue espontáneo. Avanzaron muy rápido, sí, pero se sentía correcto, entonces, ¿Por qué no aventurarse?
Bakugo había soltado un apresurado e irreflexivo, "ella es mi novia y nos vamos a casar", casi dejándole a Uraraka como carne de cañón ante la madre de este.
Podría escudarse diciendo que había sido un impulso tonto, pero había un deseo tras esas palabras. Las emociones que se habían formado en los meses de amistad no se podían negar.
Quizá había sido la excusa perfecta para iniciar.
—¿Quizá… podríamos hacerlo real?
¿Por qué no? Tenían química, atracción y aprecio. Se sentía como un paso precipitado, pero la emoción que les inundaba era difícil de ignorar.
Un beso, dos, tres… hasta que la cuenta se perdió, tomando ese acto como una aceptación.
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Everyday
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Llevaba tiempo despierta, pero no se había movido en lo absoluto, miraba el techo como si este fuera una cortina de cine donde todo lo sucedido se mostraba ante ella. Trataba de regular su respiración mientras obtenía el valor para girar su rostro y enfrentarse a la realidad.
—Pareces una momia con esa cara.
La reacción fue inmediata, sentía su cuerpo congelarse brevemente. Pensaba que Bakugo seguía dormido. Levantó la mirada y él ya le observaba. Sentía el calor en sus mejillas, pues había un brillo de diversión en esos ojos.
—Es de mala educación decir eso antes de un "buenos días".
Se mordía el labio de pena, pero no quería dejarle ganar. Su relación siempre fue divertida así, no iba a quitarse ese gusto.
Él rió un poco, se removió hasta el punto de ponerse sobre ella. Ahora sí Ochako sentía la cara totalmente caliente ante la situación, sus ojos bien abiertos y la vergonzosa necesidad de quitárselo de encima y correr de ahí.
—Buenos días —dijo en tono burlón, pero había un deje de ronroneo en sus palabras—. Luces como si te hubieran arrastrado anoche.
De ser posible la chica echaría humo por las orejas ante sus insinuaciones. Pero no podía más que tratar de mantener su rectitud y no encogerse ante la bendita imagen frente a ella: Bakugo con el torso desnudo, cabello aún más revuelto y esa sonrisa socarrona.
Egocéntrico.
Se inclinaba hacia ella, su rostro tan cerca y esa confianza de tenerla a sus manos como lo fue desde el primer beso entre ellos. Ochako no mentiría, en cuanto sus labios entraban en contacto su razonamiento se iba por la ventana y sentía convertiste en gelatina. La boca de Bakugo tan cerca a la de ella, su aliento sobre su piel y solo debía levantar su rostro un poco y…
—¡Buenos días! —ella le empujó, tan repentino, tan fuerte, que Bakugo no esperaba esa reacción por parte de ella. Ochako rió al verlo tirado de la cama completamente aturdido.
—Oh, Katsuki, luces como alguien que acaba de ser rechazado. ¡Anda, es tarde!
Atónito, él procesaba lo que acaba de pasar y lo que ella le decía. Fue tarde cuando cayó en cuenta todo, ella ya se había escabullido al baño.
—¡Oye, regresa acá, Kirby!
A pesar de su grito y ese tono "amenazante" en él, una sonrisa divertida adornaba su rostro. No mentiría, quería besarla, pero aún todo era muy nuevo que entendía su reacción. Y la verdad, era divertido.
Jamás había imaginado estar viviendo ese tipo de situaciones con ella, pero ahora que estaban en esa relación, no podía más que disfrutar cada pequeña acción.
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Podría pensarse que la presión por parte de la madre de Bakugo para que ellos se casaran había sido un factor para que ellos comenzaran a vivir juntos -los padres de ambos no estaban del todo de acuerdo con eso- pero Uraraka y Bakugo llevaban un año saliendo formalmente.
—¡Las personas se casan primero y luego se van a vivir juntos!
—¡No estamos en el siglo pasado, eres una anticuada!
—¡Ah, no te eduque para que fueras un liberal, Katsuki!
A este punto Ochako ya estaba tan acostumbrada a los arranques entre Bakugo y su madre. Prefería no prestar mucha atención, y solía platicar más con el padre de su novio. Era una persona dulce y amable.
—Este es un paso muy importante, incluso más que el matrimonio —dijo, tan comprensible como siempre.
Aún el tema del matrimonio era algo sensible para ella -a pesar de que eso fue lo que inició su relación- y no se negaba a estar con Bakugo, pero el casarse era algo que no podía tomarse a la ligera.
—Queremos vivir juntos un tiempo, primero. Casarse es…
—Lo entiendo.
Le sonrió, amable. Ella sentía confort ante eso. Al menos los padres de Bakugo parecían más comprensivos ante esa decisión que sus propios padres quienes, si bien habían aceptado, aún se mostraban preocupados.
No era que vivir juntos fuera un juego de niños, sabían bien lo que significaba, y quería que las cosas entre ellos funcionaran. Por eso querían experimentar de primera mano la vida de pareja antes de comprometerse a un matrimonio. Sabía que incluso ese tipo de relaciones cambian al casarse, pero si ellos podían ser felices así, entonces sabía que podrían dar el último y gran importante paso.
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—¿Cuántas veces tengo que repetirlo? ¿Eres sorda?
—¡Ya pedí disculpas! ¡Eres un dramático!
Estuvo a punto de gritar que no, no era un dramático, pero sería darle la razón. Ochako le miró expectante, pues el rostro de él se había puesto rojo.
Ja, típica reacción de él. La chica se dio media vuelta, zanjando el tema y dejándole a él con la palabra en la boca. Obviamente Bakugo sentía más enojo.
Tiene tiempo para sacar toda esta ropa y probársela, pero no para ordenar todo, pensó irritado.
Una de las cosas que Bakugo señalaba demasiado de Uraraka era cuán desordenada era.
No importaba cuantas veces le gritara que recogiera su ropa, acomodara los zapatos en la entrada, no dejara tiradas las bolsas y ordenara los platos, ella solo decía: "lo haré luego". Pero ese "luego" a él le sentaba una eternidad, y como todo cascarrabias, terminaba haciéndolo él.
—¡Parece que cuido de una cría!
—¡Te escuché!
—¡Y de qué sirve si no haces nada al respecto! Tonta cara redonda.
—¡Porque verte así de malhumorado te hace ver como un puercoespín rabioso!
La risa divertida de ella era sincera, se acercó y comenzó a recoger el desorden, pero luego él se unió a ella, eso no era una sorpresa.
Quizá lo irritante de Bakugo -para Ochako- era que se desesperaba demasiado rápido, además de ser un obsesivo con el orden y la limpieza.
En el año que tenían viviendo juntos habían notado aspectos que no agradaban del otro, como lo desordenada que era ella, o lo floja que podía ser. Ochako gustaba de dormir hasta tarde y desvelarse viendo películas, amaba comer pero era pésima cocinando. Siempre tenía frío y constantemente robaba las cobijas cuando dormían, además de moverse demasiado.
Bakugo era como una abuelita chapada a la antigua, nada debía estar fuera de orden. El prefería irse a dormir temprano y levantarse en cuanto su alarma sonaba. Gustaba de ejercitarse y limpiar. Cada objeto tenía un espacio, y si éste no estaba donde debía, entonces solía ser un dramático. Se quejaba mucho, pero atendía a las peticiones de ella. No tenía un gusto particular por cocinar, pero solía buscar recetas y practicarlas cuando ella mencionaba tener antojo de alguna comida en específico.
Más allá de ser opuestos en carácter y gustos, ellos se complementaban bien. Discutían, sí, pero era porque ninguno quería ceder primero, o bien, porque ver sus reacciones causaba cierta diversión. Los insultos de Bakugo no eran con intención de herirla, realmente Ochako estaba acostumbrada a la manera en que él se expresaba, y se divertía más viendo sus reacciones y verle ceder ante una mirada de petición y un por favor de su parte. Mientras que Bakugo gustaba de pellizcar sus mejillas, acicalar su cabello o levantarle del piso en esos inesperados abrazos que a ella le hacían sonrojar y hacerse la digna, para luego ceder y regresar el gesto con mayor emoción.
Habían aprendido mucho viviendo juntos, cosas desagradables, sí, pero la aceptación de los fallos en su pareja era lo más importante.
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Se había creado un espacio de libertad, de confort y calidez. Lo que antes inició con un quizá, era ahora una sólida relación de dos años. La burbujeante emoción y expectativa se había instalado como un suave y persistente amor. Sin importar las discusiones o diferencias, el interés de ambos en mejorar su relación era más fuerte.
En días lluviosos de primavera se resguardaban en la sala con un maratón de películas. El calor del verano era la excusa perfecta para beber juntos. En tardes de otoño salían a pasear entre las coloridas hojas caídas. En invierno constantemente iban al mismo puesto de ramen donde inició todo.
La pasión siempre estaba en cada roce y cada beso, ambos aprendieron sus puntos débiles y gustos particulares. Pero eran esos días tranquilos que pasaban recostados, los que más atesoraban.
El estar juntos no significaba apropiarte del tiempo de tu pareja. Al contrario, ambos podían estar abrazados y simplemente ocuparse en sus propios asuntos.
Sentían que todo era perfecto… excepto que Bakugo quería hacer un cambio en ellos.
—Ochako.
Era domingo por la tarde, ambos habían amanecido con la pereza encima. Apenas habían comido algo, y habían decidido pasar el día en cama. Era habitual de ella abrazarle todo el tiempo y, como un gato, recostarse sobre su pecho. El nivel de intimidad que tenían ahora era uno lleno de comodidad.
—¿Hm?
Estiró sus brazos hasta dejarlos sobre los hombros de él. Levantó su rostro y con ojos somnolientos le miró.
Bakugo miró a detalle su rostro, sus facciones grabas en su memoria y la dulzura que sus ojos castaños siempre transmitían. Era increíble cómo a pesar de tanto tiempo, ella lograba acelerar su pulso y hacer brotar ese incontrolable deseo de abrazarle más y más.
—Te ves muy serio, ¿Sucede algo?
—He estado pensado….
—Qué novedad, ¡ow!
Ante su sarcasmo él pellizcó su mejilla. No iba a darle el gusto de empezar con esos juegos.
Intentó hablar de nuevo, pero las palabras eran extrañas en él. No solía ser así de cursi, o bien lo que quería decir era algo complicado. Para empeorar las cosas, Ochako le miraba expectante, y ahora sentía la presión sobre él.
—Katsuki, tu cara está roja. ¿Tienes fiebre…? ¡¿O estás pensando algo pervertido?!
—¡Como si! ¡Estúpido Kirby, arruinas el ambiente!
—¿Ah? ¿Qué ambiente, a qué te refieres…? —luego, sus ojos se agrandaron, le miró con sorpresa, y tentativa dijo— ¿Acaso intentas decir…?
Calló al ver su cara roja. Había atinado.
Ella se removió sobre él, acercó mucho su rostro, miró con atención. ¡La cara de su novio avergonzado era digna de fotografía!
Bakugo aclaró su garganta, e intentó de nuevo.
—Llevamos el tiempo suficiente para saber si lo nuestro puede funcionar.
Él no solía ser directo en estos temas, le costaba mostrar el lado sensible que ella sabía que tenía, pero Ochako solía entenderle, y en esos casos siempre aligeraba la carga diciendo en voz alta lo que él expresaba con sus acciones.
—¿Entonces…?
Pero esta vez no se la dejaría tan fácil, su mirada petulante se lo dio a conocer. Bakugo quería hundir su cabeza en la almohada.
—¡Te amo! ¡¿De acuerdo?! ¡Y quiero pasar todos los días, el resto de mi vida junto a ti!
Ah, hablando de matar el ambiente romántico.
De primero ella mordió su labio, intentando no reír, y al final fracasando. La risa era verdadera, no era burla, era éxtasis.
—Esto es tan típico de ti —su dedo índice en la frente de él, tratando de bajar ese ceño fruncido—. Todos los días, el resto de nuestras vidas… No lo sé. Suena a una jaqueca interminable…
—¡Oi! ¡Esas no son formas de responder!
—¡Pero si ni siquiera me estás pidiendo que nos casemos como se debe!
—No es como que te vayas a negar, ¿o sí?
—Tch. Egocéntrico.
No, claro que no. ¿Por qué lo haría?
—He esperado por esto desde hace meses.
No solo como una pareja que vivían juntos, sino como compañeros de vida.
Su respuesta fue entusiasta, rodeó sus brazos sobre su cuello y río con emoción.
Iniciaban una nueva etapa, verdadera felicidad y emoción le llenaba al pensar en su futuro juntos. Sabiendo que debían afrontar un nuevo período, con cosas buenas y malas, pero que sabía con certeza ambos podrían superar cualquier obstáculo. Formar una familia, vivir nuevos momentos.
Era increíble sentirse así de amada, feliz y completa.
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—Luces horrible con esa cara llorosa.
—Oish, tú mismo estás llorando.
Amándose cada día más.
