Disclaimer: La historia es de mi pertenencia, en ella sólo utilizo sin ningún fin de lucro, a los personajes de My Hero Academia, cuyo creador es Kōhei Horikoshi. Está prohibido re-suban esta o cualquier otra de mis historias, o adaptarlas.
Día 07: Dolor/ consuelo.
Summary: Su turbulento presente fue la prueba suficiente para entender que el razonamiento no siempre gana sobre el corazón.
Sin betear. La canción que inspiró este one-shot es Drive you home, de Parachute.
—Lo siento, Katsuki… ¡simplemente no veo mi futuro contigo!
—Espero que no despiertes un día sintiéndote vacía.
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Drive you home
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—¡Entiendo que cuando estás fuera tu prioridad es el trabajo, lo entiendo! ¡Pero cuando estás conmigo, incluso así yo soy segundo plano para ti! Así ha sido siempre, entonces no entiendo porque estamos juntos.
Por fin dijo eso que tenía atorado, pero al momento cayó en cuenta, de verdad lo había gritado. Miró horrorizada a su novio, visiblemente lastimado. Ella se arrepintió al momento. La verdad era algo que se había jurado jamás decir, pero el calor de la discusión pudo más.
Si dudas, sus miedos estallaron en un reproche que sabía dañaría más su relación. Intentó buscar las palabras para disculparse, pero no pudo. En su lugar tomó su bolso y salió del lugar.
Nudo en la garganta, lágrimas amenazando con salir.
No llores, no llores. Intentó regular su respiración, cada bocanada ardía contra su pecho. No sabía a dónde iba, no había un rumbo al que seguir, su mente y corazón sufrían, y ella se sentía sin destino. Simplemente caminó, quería alejarse de él.
Sentada en una banca en una calle transitada, sintiéndose la más miserable. Era tarde, no tenía a donde ir, la mayoría de sus amigos no trabajaban en el mismo distrito que ella, y por la hora que era, incluso sus amigas más cercanas no respondían a su mensaje. Quizá si llamara… pero decidió no. ¿Qué diría? ¿Tuve una pelea con él? ¿Otra vez?
Porque no era una relación agresiva ni tóxica, o al menos no lo consideraba así, pero durante mucho tiempo cierta sensación de inconformidad se había instalado, siendo ella la que se enojaba y provocaba las discusiones. Su novio no era alguien de levantar la voz, sino más bien dulce y calmado, pero que incluso en estas situaciones ella detestaba. Habría querido que él gritara, que expresara sus sentires de verdad, y no simplemente callar. ¿Tan mal estaban? Habían salido por tantos meses, vivían juntos, pero cada minuto era como si se volvieran extraños.
Ya no pudo callar.
Suspiró tan fuerte, indecisa de volver. No tenía otro lugar al que ir, pero dudaba poder tolerar el silencio que él le daría.
De verdad, a veces quisiera que fuera sincero.
—¿Uraraka, qué diablos haces ahí?
Levantó su mirada de golpe, tan absorta estaba que había olvidado estaba expuesta en la calle, que alguien le llamara por su nombre era incluso más sorpresivo. Pero no esperaba ver a esa persona.
—¿Bakugo-kun?
De todas las personas posibles, nunca esperó verle a él.
Él frunció el ceño, le miró algo despectivo, aun esperando porque le respondiera, ella tan tonta había estado más impactada por verle. Trató de reponerse, pero se sentía expuesta. Rehuyó de su mirada mientras intentaba pensar en que decir.
—Uh… estaba dando un paseo —se levantó de la banca, comenzó a estirar sus brazos sobre su cabeza —. Uh, es una noche increíble, ¿no lo crees? El clima está muy agradable.
Puso su mejor sonrisa, pero por la mirada aburrida de él, y el nulo recibimiento de su intento de ánimo, decidió no mirarle a la cara.
—Esta por llover —señaló lo obvio.
—¡Me encanta la lluvia, lo sabes!
Una vez más, una mirada poco impresionada por parte de él. Cierto, no le creía. Ella intentó reír, pero sonaba forzado.
—Ah, tienes razón. Será mejor que regrese ya…
Miró alrededor, sinceramente le era poco conocido el lugar, así que decidió tomar un taxi, para no verse tan tonta. Rebuscó en su bolsa, pero no estaba su cartera. Maldición.
Levantó su mirada y Bakugo seguía ahí. Esto era incómodo.
—Uh... Cuánto tiempo, ¿no? ¿Cómo has estado?
— ¡¿Qué mierdas quieres saber?!
—Uh... es- es cortesía, ¿sabes?
La sonrisa forzada de ella, en serio quería salir disparada de ahí. Era extraño, hacía de verdad mucho tiempo que no le había visto. No desde esa noche.
—Entonces, ¿qué haces por aquí?
Intentó de nuevo, pero él bufó.
—Vivo cerca de aquí. La pregunta es, ¿Qué diablos haces tú aquí? ¿No la casa del idiota está del lado norte?
Ah, Ochako quiso irse lejos de aquel lugar que compartía con su novio y terminó ahí. Con razón no ubicaba del todo. Aunque lo que más le sorprendía era que Bakugo sabía dónde vivía. No quería pensar en eso.
—Ya te lo dije, quería caminar un poco y-
—Hah, claro. Con esa cara roja y ojos hinchados. Toda tu apariencia es la de alguien que ha sido botado.
Tan delicado como una flor. Había estado ella tan desacostumbrada a ese trato, que la pena le embargó. ¿Tan obvio, eh?
Bakugo seguía medio expectante de lo que diría ella para defenderse y negar, pero al final solo un suspiro cansado fue respuesta de ella.
—Supongo que tenías razón. Aquella, vez. ¿Recuerdas?
¿Cómo no? La lluvia había estado tan fuerte, le había mojado por completo, esa noche había obtenido un refriado y un corazón roto. Al menos lo primero fue algo de lo que pudo deshacerse.
Ella esperaba un "te lo dije", con tanta sorna y veneno, pero en su lugar, él bufó.
—Siempre tuviste un mal concepto de mí —dijo, y Ochako le miró con atención. No había burla, ni molestia, sólo algo parecido a decepción —. No me sorprende que incluso ahora creas que me alegraría de verte así.
Le miró confundida, y fue la pena que le empezó a embargar.
—Lo siento —murmuró, imposible verle a la cara.
Tantos errores había cometido en su juventud, era consciente, pero era en el aspecto amoroso donde más había cometido estupideces.
—Lo que sea. No soy yo quien está lejos de casa llorando junto a un ex.
¿Así, o más patética?
—De verdad lo sient- ¡ow! —fue interrumpida por él, pellizcando su mejilla. Había olvidado esa irritante costumbre de él.
—Te ves horrible con esa cara. Vamos.
—¿Eh? A dónde… —sobaba su mejilla mallugada, pero de igual manera le siguió.
—No piensas quedarte a dormir en ese lugar, ¿o si? A menos que pienses volver con el idiota.
Eso ella lo había descartado por completo incluso antes de verle a él, pero aun así todo era tan repentino. No te vas con alguien así porque si, ¿verdad?
Pero era Bakugo, y sin importar el tiempo que pasara, él siempre era…
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—¡¿Tu casa?!
Su escándalo no perturbó a Bakugo, quien abría la puerta y entraba.
—¿Esperabas un bar o un motel?
—¡Eh! No, yo no-
—Es jueves, mañana es día laboral para mí. No pienso aguantar tus lloriqueos en un bar, y sé que de todas formas tendré que traerte hasta aquí arrastrándote. Así que cierra la boca y entra.
¡Ah! Ahogó un grito indignado, solamente porque lo que decía -a pesar de su forma tan grosera- era verdad. Y de cualquiera manera ella no quería ir a ninguno de esos lugares.
—Quítate los zapatos.
—¡Ya lo sé!
Costumbres arraigadas, creyó haberlas olvidado.
Este lugar era nuevo, no era su antiguo hogar. Siguió tras de él hasta detenerse en la pequeña sala. No importaba si era su recámara en casa de sus padres, su departamento viejo o este lugar, todo se veía igual: ordenado, limpio y hogareño. Incluso el aroma, el suave y dulce olor del aromatizante que usaba, y la cálida estancia que le protegía de la inminente lluvia que empezaba a caer afuera.
Era nostálgico.
Había estado de pie, incómoda en la entrada de la sala, mientras que él se movía entre la cocina y lo que ella pensaba era su recámara. Cuando Bakugo regresó a donde ella, la encontró igual que al principio, como un animal herido y perdido.
—Toma —dejó caer unas mantas sobre el sofá —. El baño está a la derecha. Puedes usarlo. Salgo temprano a trabajar, así que te dejaré la llave en la encimera. Puedes dejarla en el buzón cuando salgas.
Se dio media vuelta y apagó la luz del pasillo. E igual que antes, igual que siempre, ella quedó plantada en ese lugar, viendo su espalda alejarse.
Está bien, realmente ella no esperaba que compartieran una taza de chocolate caliente mientras le contaba sus penas, pero todo esto se sentía tan impersonal.
Aunque, si lo pensaba, ya era demasiado generoso de su parte lo que estaba haciendo. Después de todo, ¿Quién sería tan amable con la persona que le dejó de la noche a la mañana?
Arrastró sus pies hasta el sofá, revisando lo que le había dejado. Unas mantas, una camisa y unos shorts. Miró su propia ropa, y agradecía el gesto de él, pues sus jeans estaban mojados de las piernas y había una macha extraña en su blusa. Ni siquiera sabe cómo pasó eso.
Suspiró cansada. Si se ponía a pensar, todo podría ser su propio karma.
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Para cuando se cambió de ropa acomodó las mantas en el sofá y se acostó en el mismo. Bakugo no había salido de su habitación, y ella suponía debía estar durmiendo ya, algo que ella también debería hacer.
Pero era la soledad que le envolvía, el oscuro ambiente y el ruido de la lluvia contra la ventana frente a ella, que le hacían imposible sucumbir al cansancio.
Incluso aunque estuviera todo en silencio no podría dormir, pensó. Pues el olor tan familiar, la persona conocida tan cerca de ella, el fantasma del pasado que se mostraba ante ella y su actual miseria, que todo creaba un huracán en su cabeza.
¿Su novio estaría sin dormir porque ella no llegaba no se comunicaba? Antes, quizá Ochako pudo haberse sentido mal por hacerle preocupar, pero durante este tiempo que su relación se había deteriorado, que ella creía él debía estar más aliviado por no tener que fingir esa sonrisa.
Yo tampoco quiero fingir más.
¿Dónde se había equivocado? Cuando lo conoció supo que era la persona ideal para ella. Sus metas, su temperamento… todo él era lo adecuado. Lo que ella siempre deseó para una relación.
¿Entonces por qué…?
¿Por qué había un sentimiento de culpa que con cada día que pasaba a su lado iba creciendo hasta convertirse en dolor? ¿Por qué esas cualidades que en su primer momento le cautivaron, eran ahora intolerables? Los besos se sentían vacíos, las caricias forzadas, y el amor como algo artificial.
¿Por qué?
Ocultó su cara en el cojín que usaba de almohada, el familiar olor le provocó inmensas ganas de llorar. Ahogó un sollozo, su cuerpo temblaba y en su mente se negaba en seguir fingiendo no saber.
Culpa, remordimiento, falso amor.
Lo siento —ella le dijo a Bakugo. Lágrimas hipócritas, mirada que rehuía. Estaban fuera del auto, y la lluvia caía sin piedad en ellos. Ella no había contestado con sinceridad a las preguntas desesperadas y confundidas de él.
—¡Ochako!
—Lo siento, Katsuki… ¡simplemente no veo mi futuro contigo!
—Hey —sujetó su brazo un deje de desespero en su voz, de fuerza en su agarre—, no me vengas con esas tonterías.
—Tú mismo me lo has dicho, no somos iguales.
—¡Con un demonio, no me refería a terminar!
—Creo que es mejor estar con alguien con quien compagines y comparta tus mismas ideologías.
Bakugo parecía a punto de zarandearle, gritar o maldecir, pero se tragó todo. No importaba lo que dijera, ella no cambiaría de opinión. Le costó bastante tomar aire y tranquilizarse, para sorpresa de ella su respuesta fue más calmada.
—El amor y la pasión no van ligados de las cosas en común, Ochako. Podrás salir y casarte con un maldito que cumpla tus expectativas, pero un día te vas a dar cuenta que eso no es suficiente. Espero que no despiertes un día sintiéndote vacía.
Soltó su agarre en ella y le dio la espalda, encaminándose hacia su auto.
Sus palabras clavaban espinas en su pecho, y por un momento ella dudó. Su relación había sido un sueño adolescente, pero ella quería un futuro estable, y dudaba que la pasión durara para siempre.
Y ahí estaba, llorando en el sofá de su ex novio, aquel que ella terminó por intentar conseguir un ideal. Donde su vida actual se desmoronaba y la razón que había sustentado su relación era ahora sin sentido.
Había pensado que el amor y la pasión eran pasajeras, pero persistían. Había intentado enterrarlas, ignorarlas, pero la infelicidad le rodeaba, no estaba completa.
—Tenías razón.
—¿Quién tenía razón?
Se congeló, intentó recuperar su respiración, pensando que estaba alucinando.
—¿Uraraka?
Pero no era así. Realmente Bakugo estaba ahí. Poco a poco separó su cara de la almohada, no se atrevió a levantar la mirada, pero podía ver sus piernas. De verdad no estaba alucinado.
—Ah, Bakugo-kun… ¿pasa algo?
Murmuró bajo, intentó sonar adormilada, aunque seguro el tono entrecortado de su voz no engañaba a nadie.
De un momento a otro, la almohada que había sido su escudo le fue arrebatada de un tirón. Ella respingó y ahogó un grito, casi se cae, pero una mano fuerte le retuvo, le inclinó hacia atrás, medio sentandose como pudo, sintió su corazón latir muy rápido.
¡¿Por qué tan de repente?!
—Estás llorando.
—¡No! —pero la mano de él levantó su mentón, su toque brusco y fuerte. Le obligó a verle a la cara. Y ahí, ella ya no podía fingir más—, ¡Bien! ¡Estoy llorando! ¿Ya estás satisfecho? Solo… déjame sola.
Movió su rostro, no quería que le tocara, no quería que le viera en tan lamentable estado. Pero Bakugo siempre hacía lo que quería, era grosero, tenía poco tacto y no le importaba herir a otros con sus palabras, así que no fue diferente. Medio le empujó a un lado, tratando de tomar campo en el sofá, y tomando los hombros de ella.
—Estoy harto de tu actitud. ¡Deja de una puta vez decir que me alegro de verte así! ¡¿Qué clase de bastardo crees que soy?!
La furia en sus palabras, el dolor en sus ojos. Él también temblaba, él también era lastimado, por ella. Una vez más y para siempre, era ella quien causaba tanto daño.
—Lo siento. De verdad lo siento. Todo esto es mi culpa, no debí… no debí terminar lo nuestro solo por capricho. Yo te he amado tanto, y aun así intenté una relación a base de ideas de perfección. Merezco esta miseria, merezco que me veas en este estado.
En este punto las lágrimas no paraban, el hipo y el nudo en su garganta fueron impedimento para que sus palabras fueran totalmente entendibles, pero era esta agonía que no se iba.
No paraba de repetir "lo siento", y Bakugo no pudo más con eso. Rodeó su cuerpo con sus brazos, la atrajo hacia sí, sus manos en su cintura, en su cabello, en un gesto tan suave aplacó su cabello, tratando de consolarle.
—Verte llorar jamás sería motivo de regocijo para mí, maldita sea, ¿Qué debo hacer para que lo entiendas?
Era este calor, este golpe familiar y esta protección que solo él podía brindar. Había añorado tanto esa cercanía, que el tenerle de nuevo sobre ella le provocaba más lágrimas. Hundió su rostro en su pecho, sin siquiera pensar en ensuciar su ropa o en lo estúpida que estaba siendo.
Tú no vas a pedir consuelo al chico al que le rompiste el corazón.
Entendió que haber terminado la relación había sido mejor para él, pues ella no merecía a alguien como Bakugo.
—Eres una estúpida.
—Lo sé. Al menos te libraste de mí.
Intentó bromear, luego de haber llorado sobre su regazo empezaba a calmarse un poco.
—¡Ouch! —se quejó cuando le pegó en su frente con su palma. Le miró confundida por tan repentino ataque. Antes de poder reclamar, la mirada enojada de él le detuvo.
—Fue decisión tuya terminar. Yo nunca estuve de acuerdo. Incluso ahora, maldigo el momento en que eso pasó.
Estaba atónita, sin saber que decir ante eso. ¿Era posible que él aún sintiera algo por ella?
Pero eso no podía ser, habían pasado cinco años, habían perdido contacto y tomando caminos diferentes. Era imposible que él aún sintiera algo por ella, y aunque así fuera, seguramente estaría en una relación con alguien, así como ella tenía su propio desastre.
—No deberías decir eso tan a la ligera…
Ochako estaba siendo consciente de la cercanía entre ambos, ella sobre su regazo, las manos de él sobre su cuerpo, y de lo íntimo y comprometedor que era todo, como incluso el ambiente se sentía más pesado luego de las lágrimas, pero por motivos diferentes.
—Será mejor que me vaya, no quiero que-
Bakugo sujetó su mano, atrajo su atención de nuevo a sus ojos y vio la decisión en ellos.
—Ya una vez deje que hicieras lo que quisieras, pero no pienso dejarte ir de nuevo, no cuando sé que estás siendo infeliz. No cuando sé que aún me amas.
Bakugo no siempre fue sincero con sus sentimientos, muchas veces malinterpretado por las personas ante su rudo actuar, sus palabras filosas, pero cuando él hablaba su corazón, podía provocar los más grandes impactos en su alma. Incluso ahora, luego de tanto tiempo, Ochako no podía evitar el cúmulo de sentimientos y anhelo que le envolvía. Quería llorar.
—Yo no-
—Tu misma lo dijiste, ni se te ocurra mentir.
Ah. Ella había hablado sin filtros, sin pensar en lo que decía, y él había entendido todo. Ella se removió, intentando crear un poco de espacio, porque todo inundaba su mente y el razonamiento se escapaba. Sobre todo su convicción parecía resquebrajarse.
—Ochako —fue que Bakugo le llamó por su nombre que logró detenerla—, deja de pensar.
Quería. Deseaba más que nada olvidar todo y echarse a sus brazos, reponer el tiempo perdido e iniciar de nuevo, pero había tantos motivos por los cuales no debía.
—Oye —su mano en su mejilla, sus ojos fijos en ella, demasiado amables para alguien como ella. Bakugo acercó su rostro, poca era la distancia que separaba sus labios, pero no avanzó más. De nuevo, él dejaba que fuera ella quien tomara una decisión —Este sentimiento es real, siempre lo ha sido. No importa el tiempo o lo sucedido, simplemente no pude deshacerme de él, y sé que tú tampoco.
Era su aliento cálido sobre su rostro, el deseo conocido que le intoxicaba, y luego sus labios cerrando la distancia.
Un momento donde ninguno hizo nada, un segundo donde ambos asimilaban que estaba ocurriendo, y luego todo fue demasiado rápido. El beso lleno de apuro, de un hambriento anhelo. Era un beso tosco por la necesidad de tomar más y más del otro, de sentir a profundidad, de asegurarse que no era un sueño. Pronto sus manos comenzaron a moverse entre ellos, acariciando sus rostros, enredándose entre el cabello y clavándose en los hombros. El aliento entrecortado no era suficiente razón para separarse. Breves bocanadas de aire y sus bocas estaban atacando de nuevo.
Hacía tanto tiempo que habían sido privados de este néctar tan simple que eran sus besos… ¿Cómo pudieron separarse?
No había más razonamiento, no pensaron en las consecuencias ni en la realidad -no podrían, no cuando luego de tanto tiempo que estuvieron alejados por fin podían reunirse en cuerpo y corazón. El sabor, la sensación de complementarse, de estar por fin en los brazos correctos.
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El calor húmedo del verano que dejaba la lluvia tras de sí.
El tenue sonido del respirar de la persona a su lado.
La sensación de consuelo y protección de ellos brazos rodeándole.
Por mucho tiempo Ochako había seguido el razonamiento, pero fue esa noche junto a Bakugo que entendió lo que hace tiempo le dijo: No podía imponer la mente sobre el corazón.
Había estado pérdida horas antes y Bakugo había llegado hasta ella, para llevarla de regreso a su verdadero hogar, hacia sus brazos.
Porque desde siempre, Bakugo había sido amor, protección, y la persona adecuada.
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Llegamos al final de la week, vaya, no puedo creer que subí todo a tiempo y lo terminé, yay~ muchas gracias por leerme, me hizo muy feliz.
